miércoles, abril 16, 2008

Ascensión al Trevenque


Sábado, 12 de abril de 2008
Ascensión al Trevenque desde “El Mirador de la Espartera”: Sin duda una de las jornadas montañeras mas memorables del año.

Tras una gloriosa semana de lluvias en las que no había parado de llover desde el lunes hasta la madrugada del viernes, por fín, amanecía un sábado resplandeciente con el sol alzándose ante nosotros camino de Granada, íbamos en “El Halcón Milenario “ piltado por José Antonio “Black Mountain”, con la inestimable compañía del “Elfo de la Malagueta”y Carlitos “El Poeta de Las Cumbres” que tatareaba el “Himno del Metropolitano” y el resto de canciones que salían del CD del “Atletico de Madrid + Joaquín Sabina” que se trae a cada ruta y con el que te amenaza de bajarse del coche (en marcha) si no se lo pones. Al llegar a la estratégica estación de “Servicio Los Abades” (nuestra parada oficial caminito de Granada), poco a poco, fueron llegando viejos amigos, recientes fichajes de la presente temporada como Ruben “El Vigía de Torrequebrada”, Salva “Abierto hasta el Amanecer”, José Antonio “El Vigilante de la Playa”, su joven primo, gran conocedor de Cazorla, algunas caras nuevas como “Juan del Puerto de Sta. María” e incluso antiguos veteranos de los primeros tiempos de “Pasos Largos”, como es el caso de Manolo “El Tritón de La Chorrera”, de la época en la que Rafa Flores lucía la misma melena que “Rosendo”.

Una vez desayunados, nos pusimos en marcha justamente a las 9,30 am. tal y como estaba previsto. Siguiendo las instrucciones que con milimétrica precisión nos había enviado días antes, nuestro flamante fichaje y corresponsal en Granada: Alejandro M. Luque “El Guardián de La Alambra”: circunvalamos dicha ciudad por la Ronda Sur, tomando posteriormente la salida de “La Zubia”, pueblo al que llegamos cinco minutos después de abandonar la autovía , cruzándolo su ascendente calle central hasta llegar a un desvío a la izquierda que lleva hasta “Cumbres Verdes” donde se encontraba nuestro teórico punto departida: el Hostal Restaurante conocido como: “La Fuente del Hervidero” (1.286 m., aprox.), donde ya nos esperaban en posici´ñon de firmes Rafael Sancho “El Capitán de Fragata” y “El AlférezDon Jesús”, junto con Jennifer de “Las Supernenas” acompañada por dos nuevos amigos y nuestros flamantes fichajes de Granada Alejandro y Esther “La Princesa Nazarí”. Antes de que instintivamente comenzaran a sacarse las mochilas de los maleteros, avisamos a los compañeros para que rápidamente volviéramos a los coches para ahorrarnos los mas de 500 m. que nos separaban del “Mirador de la Espartera”, ahorrándonos 500 m. de insulso carril y encontrándonos con un magnífico y amplio aparcamiento, donde se llevó a cabo el protocolo de saludos y presentaciones, despliegue de mochilas, bastones, cambio de calzado, algunas que otras polainas, reparto de mapas, foto de rigor, breve descrpción de la ruta y arenga de nuestro “Comandante”, tras la cual todos en marcha.

Desde “El Mirador de La Espartera”, comienzo de esta preciosa ascensión donde las haya, tenemos como telón de fondo de frente y a nuestra derecha: los “Alayos de Dilar” también conocidos como “Los Atalayones”, que poco a poco van a ir quedando atrás, formando una afiladísima y vertiginosa crestería que sedujeron al “Mago Gandalf de la Serranía” cuando dos años antes realizó esta misma ruta, hasta tal punto de haberla incluido en el calendario oficial de salidas para la presente temporada. Teniendo finalmente que suspenderse por inclemencias meteorológicos. Convirtiéndose por tanto en una de las grandes candidatas para la próxima temporada 2008/9, donde nos esperan las afiladas aristas del “Corazón de la Sandia” (1.877m.) y “Los Castillejos” (1.979 m.) entre otros.
Aunque desde la misma salida se puede tomar directamente la mítica “Cuerda del Trevenque”, decidimos ir calentando motores poco a poco, por la cómoda pista que rodea toda la montaña, si bien se mantiene muy próxima a la cuerda, tocándola en algunos tramos. Poco antes de cubrir el primer kilometro del recorrido, tomamos como referencia para subir a la misma uno de los muchos barrancos que plagados de arenas dolomíticas, tiñen de blanco, las numerosas canaladuras que van cayendo a ambos lados de la cuerda, de tal manera que si mirásemos el recorrido desde arriba, la cuerda parecería, la espina dorsal de un dinosaurio gigante y los barrancos sus costillas, que casi de forma simétrica descienden hasta el río Dílar (al sur) ó hacia el Arroyo del Huenes a la izquierda (norte), que ya empezamos a ver a la izquierda, junto algunos tramos del la pista por donde discurre nuestro camino de vuelta. El tránsito por la mítica “Cuerda del Trevenque” resulta de lo mas divertido no ya sólo por sus espectaculares vistas, sino porque es un magnífico entrenamiento y a pesar de los 800 m. de desnivel que tiene esta ascensión, se hace muy llevadero, puesto que a pesar de ir predominantemente en subida, son numerosos los toboganes que tenemos que ir subiendo y bajando a modo de sucesión de jorobas, mientras vamos contemplando la majestuosa silueta piramidal del Trevenque, cada vez mas próxima y aparentemente inexpugnable, que en aquella mañana nos daba la bienvenida engalanada por un generoso manto de nieve, sobre el cual caminaríamos y casi treparíamos hasta la mismísima cumbre.

En cada pequeña parada de reagrupamiento o refrigerio, no paraban de sucederse comentarios de todo tipo por la belleza paisajística que nos rodeaba tales eran las palabras de “Rosa de Casarabonela”, “Don Fernando el Diácono”, “El Aristóteles de la Senda”, “El Guía del Desfiladero”, Jennifer críada en “Las Montañas Rocosas” e incluso nuestros nuevos compañeros de Granada. Conforme nos acercábamos al coloso las manchas de nieves, daban paso a un precioso manto blanco, sobre el cual el aire que respirábamos parecía aún mas limpio y puro. Una vez mas Chari “La Perla del Aljarafe”, a pesar de estar convaleciente de una reciente operación, llegaba a la conclusión de que no hay mejor terapia para el cuerpo y el alma, que una buena ruta de montaña en compañía de tan buena gente, con los grandes colosos de Sierra nevada completamente nevados y a nuestra espalda la vega de Granada con la siluetas de “La Maroma” (Sierra Tejeda) y la gran pirámide del Lucero, saludándonos desde “La Almijara”.
Llega un momento en el que los escarpados farallones rocosos que rematan la parte final de esta impresionante pirámide, se levantan tan próximos ante nosotros, que ya ni siquiera podemos ver la cima, es entonces cuando lógicamente la senda se empina mas, exigiéndonos un último esfuerzo que en nuestro caso fue a través de estrechos veredones nevados. El paso junto a un pino nevado parecía sacado de una postal navideña. Y por fín después de pasar por un estrechón rocoso, tras el cual giramos a la izquierda, nos encontramos con la sorpresa de hayarnos de repente junto a la cumbre del Trevenque (2.079 m.), que como era de esperar es muy pequeñita, estando a su vez dividida en dos plataformas a modo de terrazas entre las que nos repartimos los casi 30 Pasos largos que acudimos a tan memorable cita. Disfrutando todos juntos de unas vistas maravillosas 360º alrededor y sin una pizca de aire aprovechando para tomarnos un buen refrigerio y comer algo, en un magnífico ambiente de camaradería. Como curiosidad al igual que en nuestra última subida al Pico del Lucero (Sierra Almijara), en la terraza superior existe un pequeñito portal de Belén, protegido de forma estratégica en un recodo rocoso. Hubo hasta quien aprovechó para leer el periódico o escuchar una sesión de chistes de “Carlitos”. Hasta que un amenazante frente nuboso que se acercaba con premura por el sureste, nos hizo despertar del hechizo en el que siempre se cae tras conquistar una cumbre tan hermosa.

Los primeros metros de descenso coinciden con los últimos de ascensión, pero a escasos 15 m. de la cumbre, de la senda por la que hemos llegado parte otra aún mas clara que se dirige hacia la arista sureste. Pronto atravesamos la cabecera de una pequeña torrentera y a partir de aquí nuestra referencia es el pinar hacia el que iremos bajando en dirección sureste, ayudándonos en ocasiones de las manos y hasta el culo para bajar por pequeños embudos y estrechones arenosos, que con las debidas precauciones no tiene mayores dificultades, si bien, algunos tramos tienen tanta pendiente como el “kamikaze de un parque acuático”. Aún cuando la ladera comienza a suavizarse todavía parece que vamos esquiando entre tanta arena y dolomías desprendidas, hasta que por fin llegamos a la pista forestal, después de dejar atrás los primeros tramos del bosque de pinos que ya nos van a acompañar hasta prácticamente el final de la ruta, encontrándonos aquel día con un bonito manto de nieve a ambos lados del camino hasta poco antes de llegar al “La Cortijuela”, mientras íbamos rodeando el Trevenque, que siempre quedaba a nuestro costado izquierdo.





























Desgraciadamente, nos encontramos cerrada el aula de la naturaleza que tienen a modo de “Jardín Botánico” donde teníamos previsto disfrutar de algunas de las especies mas emblemáticas del Parque Nacional de Sierra Nevada. No obstante, pasadas ya las tres de la tarde, el cortijo de “La Coretijuela” resultó, el lugar resultó idílico para disfrutar de un buen almuerzo junto a la fuente, que dicho sea de paso, traía poco agua, si bien, vino de maravilla para llenar las cantimploras y beber sin tener que dosificar. Mientras nos deleitábamos con la majestuosa silueta del “Trevenque” ante nosotros, sin a penas poder creer el lugar desde donde habíamos bajado en menos de una hora y como remate final, de sobre mesa, una poesía de “Miguel Hernández” recitada magistralmente por “Carlitos” titulada: “Hijo de la Sombra” y que decía así:
Eres la noche, esposa: la noche en el instante
mayor de su potencia lunar y femenina.
Eres la medianoche: la sombra culminante
donde culmina el sueño, donde el amor culmina.

Forjado por el día, mi corazón que quema
lleva su gran pisada de sol adonde quieres,
con un solar impulso, con una luz suprema,
cumbre de las mañanas y los atardeceres.

Daré sobre tu cuerpo cuando la noche arroje
su avaricioso anhelo de imán y poderío.
Un astral sentimiento febril me sobrecoge,
incendia mi osamenta con un escalofrío.

El aire de la noche desordena tus pechos,
y desordena y vuelca los cuerpos con su choque.
Como una tempestad de enloquecidos lechos,
eclipsa las parejas, las hace un solo bloque.

La noche se ha encendido como una sorda hoguera
de llamas minerales y oscuras embestidas.
Y alrededor la sombra late como si fuera
las almas de los pozos y el vino difundidas.

Ya la sombra es el nido cerrado, incandescente,
la visible ceguera puesta sobre quien ama;
ya provoca el abrazo cerrado, ciegamente,
ya recoge en sus cuevas cuanto la luz derrama.

La sombra pide, exige seres que se entrelacen,
besos que la constelen de relámpagos largos,
bocas embravecidas, batidas, que atenacen,
arrullos que hagan música de sus mudos letargos.

Pide que nos echemos tú y yo sobre la manta,
tú y yo sobre la luna, tú y yo sobre la vida.
Pide que tú y yo ardamos fundiendo en la garganta,
con todo el firmamento, la tierra estremecida.

El hijo está en la sombra que acumula luceros,
amor, tuétano, luna, claras oscuridades.
Brota de sus perezas y de sus agujeros,
y de sus solitarias y apagadas ciudades.

El hijo está en la sombra: de la sombra han surtido,
y a su origen infunden los astros una siembra,
un zumo lácteo, un flujo de cálido latido,
que ha de obligar sus huesos al sueño y a la hembra.

Moviendo está la sombra sus fuerzas siderales,
tendiendo está la sombra su constelada umbría,
volcando las parejas y haciéndolas nupciales.
Tú eres la noche, esposa. Yo soy el mediodía.

Finalizada la maravillosa poesía y la posterior ovación, los ya tradicionales ronquidos de Rafael Sancho, mas conocido como “El Lirón Careto” fueron la señal de que ya era la hora de iniciar el regreso, a pesar de que allí se estaba de maravilla. Reanudada la marcha sin prisa y saboreando la impresionante panorámica que desde gran parte del camino de vuelta vamos teniendo del majestuoso “Trevenque” fuimos descendiendo suavemente por una pista que discurre en paralelo al “Arroyo del Huenes”, en dirección oeste, de tal manera que este va quedando a nuestra izquierda entre nosotros y el Trevenque, que ahora vamos rodeando por el lado contrario, hasta que atravesamos el emblemático “Puente de Los Siete Ojos” a partir del cual el Huenes va a quedar a nuestra derecha, separándose paulatinamente de nosotros, quedando también a nuestra derecha unos bonitos farallones rocosos sobre el que nos encontramos dibujadas las inconfundibles siluetas de las tobas calcáreas, hasta que en menos de hora y media, desde que echáramos a andar desde “La Cortijuela” llegamos sin esfuerzo al “Mirador de La Espartera”, habiendo completado así los 13 km. de los que consta esta preciosa ruta circular tras 800 m. de desnivel.

Antes de la despedida la gran mayoría hicimos conjuntamente unos ejercicios de estiramiento, siempre recomendables antes y después de una larga caminata. Acordando también la mayoría, acercarnos a la cercana “Venta-Hostal” de “La Fuente del Hervidero” donde Carlitos, “El Poeta de Las Cumbres”, intentó hacer el milagrote los panes y los peces, para invitarnos a los 20 comensales que allí quedábamos, a una cerveza, café o refresco. Dejando muy claro que su intención era invitarnos a todos, porque el lunes 14 de abril era su cumpleaños, aunque sólo le quedaban 18 € en la cartera, llevándose las manos a la cabeza cuando el camarero le dijo que la cuenta ascendía a 25 €. ¡Menos mal!, que entre risas y bromas “Rosa de Casarabonela” le dejó el resto. Como detalle de agradecimiento, por tan magnífica ruta y buena acogida en el grupo, los amigos de “Jennifer” invitaron a la 2ª ronda y como colofón, “Carlitos” que estaba eufórico, tras haber conquistado la cumbre, después de una larga lesión nos recitó con gran énfasis otra poesía, en este caso de “Gerardo Diego” titulada: “Romance del Duero”, que dice así:

Río Duero, río Duero,
nadie a acompañarte baja,
nadie se detiene a oír
tu eterna estrofa de agua.

Indiferente o cobarde
la ciudad vuelve la espalda.
No quiere ver en tu espejo
su muralla desdentada.

Tú, viejo Duero, sonríes
entre tus barbas de plata,
moliendo con tus romances
las cosechas mal logradas.

Y entre los santos de piedra
y los álamos de magia
pasas llevando en tus ondas
palabras de amor, palabras.

Quién pudiera como tú,
a la vez quieto y en marcha
cantar siempre el mismo verso
pero con distinta agua.

Río Duero, río Duero,
nadie a estar contigo baja,
ya nadie quiere atender
tu eterna estrofa olvidada

sino los enamorados
que preguntan por sus almas
y siembran en tus espumas
palabras de amor, palabras.

2 comentarios :

  1. Está mal que yo lo diga, pero ¡vaya pedazo de ruta!

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  2. Creo que podríamos decir, además, que la ruta fué magnífica y espectacular,...

    El esfuerzo es lo que hace incalculable el valor de haber ganado la Cumbre, junto con un buen número de amigos, y de paso recoger el regalo en la Cima: Sentirnos bien y, de paso, las impresionantes vistas desde sus 2.079 metros.

    Que haya muchas más como estas y que se convierta en una entre las ya Grandes Clasicas de Pasos Largos.

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