domingo, mayo 04, 2008

La Sagra

Miércoles, 30 de abril de 2008 (el día antes)
Ascensión a La Sagra, “El Kilimanjaro andaluz”

Si mi paisano Antonio Machado solía decir que: “En el Amor la locura es sensatez”, me quedaré tranquilo pensando que aquella escapada a “La Sagra” fue un acto de sensatez, aunque las circunstancias hicieran pensar lo contrario.

Empujado por el irresistible poder del “Mago Gandalf” salí a su encuentro, para compartir vehículo a partir de Riofrío, donde apareció escoltado por el gran Rafa Ríos “El hombre que balizaba los caminos” y la encantadora “Saskia Walschburgeuer” que se había apuntado alegremente a la fiesta creyéndose que íbamos a hacer la “Nocturna del Torrecilla”, (¡cuñaaaaaaaaaaao!,¿no lo has pillao Jesú”?). A partir de allí el viaje por la A-92 se convirtió en una improvisada versión reducida de “Junta Directiva” entre presidente, vicepresidente, secretario de Pasos Largos, hablando de todo un poco, análisis de la temporada, fiesta final de temp., planes para la próxima, posibles puntos de mejora, nuevos enfoques, etc…mientras contemplábamos por el espejo retrovisor el último atardecer de aquel abril de 2008. Unos 20 km. mas allá de Baza, por esa especie de cola alargada que describe el mapa de la provincia de Granada, que es única hasta para eso, nos desviamos dirección Cúllar, en pleno altiplano granadino, por la larga recta que te lleva hasta el pueblote “Galera” y desde allí tomamos dirección “Huescar” que la mejor referencia que podemos coger para acceder a “La Sagra” los que venimos desde el sur. (Y no “Puebla de Don Fabrique” que es la opción mas recomendable si vienes de la zona de Murcia ó Alicante). Una vez en “Huescar” comenzamos a atravesar el pueblo atravesando varios semáforos y antes de abandonar su casco urbano tomaremos una carreterilla semi abandonada tipo “Jeeper Screeper” dirección norte (nuestra derecha), por aquí nos adentramos pasada ya la media noche, todavía llaneando dejando a unos 7 km. a nuestra izquierda dos desvíos: Embalse y Canal de San Clemente respectivamente, que ignoraremos, para continuar dirección norte, pronto la carretera se convierte en un eslalon paralelo al cauce “arroyo Raiganadas” que llevábamos a nuestra derecha. Y cuando ya comenzábamos a creernos que nos habíamos perdido en aquella noche sin luna, el manto estrellado del que veníamos disfrutando por aquel territorio perdido de la mano de Dios, quedó parcialmente eclipsado por una tremenda mole negra que como un gigante dormido teníamos a nuestra derecha. Ya no había dudas, el impacto fue tal que a pesar del cansancio de kilómetros acumulados, nos pegó un subidón y al poco llegamos al desvío que nos marcaba “Collados de La Sagra” a 4,5 km. Donde llegábamos en un instante con las peripecias al volante del amigo “Rafa Ríos” que rápidamente reconoció el lugar con el gran cortijo a la izquierda y el llano a la derecha, como punto ideal de partida para iniciar la ascensión como nos certificó un hombre que salía de las cercanas instalaciones de un pequeño observatorio astronómico. Dicho y hecho, a escasos metros de la solitaria carretera que rodea la vertiente norte de “La Sagra”, y pasada ya la primera hora de aquel mes de mayo 2008, aparcamos sobre el manto de hierba que se encuentra en el lugar conocido como “Los Collados de La Sagra” (1.468 m.), donde tras una fugaz cena de hermandad, instalamos las colchonetas y los sacos en los que ya estábamos metidos en un santiamén, bajo aquel impresionantes mant de estrella brillando en todo su esplendor. ¡Que bueno hubiera sido tener cerca de “La Chica que miraba a las estrellas” para que nos identificara todas las constelaciones que casi podíamos tocar con las manos bajo aquel firmamento espectacularmente estrellado, como no recordaba haber visto desde la noche previa al inolvidable “Descenso del Guadalentín” en Cazorla. Afortunadamente, no corría el viento y enfundados en los sacos, favorecidos por una agradable temperatura primaveral, no tardamos en quedarnos dormidos bajo aquel manto de infinitas estrellas, tras la paliza de kilómetros, en los confines de Andalucía, en aquel rincón de la “España incógnita”, donde acaba la provincia de Granada y comienzan los sueños del montañero, que acunado en los brazos del gigante descansa en las horas previas a la ascensión mas esperada.

Jueves 1 de mayo de 2008

Ascensión a La Sagra por “El Embudo” desde “Los Collados” y descendo por “La Pedrera”:

Poco antes de las siete de la mañana, me despertaban las primeras luces de la “Aurora” bajo el lecho violeta de “Apolo” para darnos la bienvenida, rociando la tierra y nuestros sacos de dormir, con el brillo de la escarcha. El frío en los pies a pesar de los dos pares de calcetines térmicos te llevaban a pensar que los menos cuatro grados que marcaba el termómetro del GPS en aquel amanecer, se quedaban cortos. Pero cuando el sol comenzó a iluminar la cabeza del majestuoso gigante que teníamos ante nosotros, comenzamos a entrar en calor, aprovechando la ocasión para prepararnos un abundante y variado desayuno. Puntualmente llegaban a la cita el “triángulo Renault” formado por el anfitrión de aquella jornada: el carismático Ilde, mas conocido como “El Vendabal del Moncayo” y sus inseparables discipulos: Ignacio “El Montaraz del Aneto”y Pepe “El Maki”, acompañado a su vez por su hijo “Ruben” con el que hemos empezado a negociar su posible fichaje por “Pasos Largos”, además debutaba en aquella histórica jornada, el amigo: Fernando de Granada “La Comadreja de Cueva Secreta”, que a la postre se convertiría en una de las grandes sensaciones de la jornada.

Tal y como podemos leer en el magnífico libro “Sierras Andaluzas, itinerarios senderistas y ascensiones” (Edit. La Seranía): La Sagra es un nombre que alude a dos enclaves por una parte la zona septentrional de la provincia de Granada, el altipilano granadino, cuyas llanuras oscilan entre los 700 y 1.000 m. y por la otra a la segunda cumbre mas alta de Andalucía, si dejamos a un margen los grandes colosos de Sierra Nevada. Entre las muchas peculiaridades de esta montaña, nos encontramos con que no forma parte de ninguna cadena montañosa, de hecho desde la distancia aparece como un auténtico coloso solitario en medio del altiplano granadino, de ahí que también la podamos denominar como el “Kilimanjaro Andaluz”. Curiosamente en sus laderas nos encontramos con la vegetación de tres continentes. Como toque mas exótico nos podemos encontrar en los secuoyas del cortijo de “La Losa” en su vertiente oeste.

Tras la foto de rigor de comienzo de ruta, comenzamos la caminata con el gran objetivo al fondo en una perspectiva relativamente parecida a la aproximación que podemos hacer desde “La Llanura lacustre de Zafarraya” hacia La Maroma, por su cara norte, curiosamente en el otro extremo de la provincia granadina.

La aproximación al pie de “La Sagra” es muy dócil, ya desde la distancia podemos adivinar varias de sus vías de acceso, siguiendo el camino que parte de “Los Collados”, donde comienza esta ruta, a unos 20 minutos, llegamos a una bifurcación en forma de “Y”, tomando el ramal de la derecha, que pronto se convierte en senda, para adentrarnos ya en pleno bosque de pinos. Aunque el camino está poco marcado, no hay problemas si lo perdemos, puesto que al ser nuestro objetivo “El Embudo”, sólo tenemos que situarnos al pie de la pedrera, donde por cierto hicimos la única parada de reagrupamiento en toda la ascensión y a partir de ahí, comenzó la subida de verdad, echándole mucha paciencia dada, ya que a veces la continua pendiente sin tregua es superior al 70%, por un terreno muy poco estable, que te obliga a hacer uso de las manos cada pocos pasos.

La entrada por “El Embudo” es una especie de cuello de botella, por el que vamos ganando altura, encajonado entre angostas paredes verticales, que certifican ir por el camino correcto, tal y como habían hecho dos años antes “Los Senescales de la Bahía”. A partir de aquí ya no hay secretos, caminante no hay camino, se hace camino al andar y a veces incluso trepar, dada es la dureza de la pendiente y lo inestable del terreno, debido a la cantidad de piedras sueltas, no obstante vamos por una pedrera. Poco a poco nos fuimos quedando descolgados del grupo principal: Ilde, Pepe, Saskia y un servidor, que guiándonos por el principio de “sube como viejo achacoso para llegar como joven mozo”, fuimos ganando altura, sin prisa y con alguna que otra pausa. Llegando a la conclusión de que el terreno mas asequible para subir era el que delimitaba la orilla de la pedrera y las rocas mas firmes y aunque los compañeros de adelante, ya comenzaban a verse como hormiguitas, próximos a la ante cumbre. Llegó un momento en que la ante cumbre aparentemente cercana, daba la sensación de no llegar nunca. Y fue en aquel preciso instante cuando nos dio alcance la versión murciana de “Rafa Flores” encarnado en Don Javier Alcaraz, del “Club Montañero de Murcia” que acompañado de su pequeño perrito y con segunda residencia en “Puebla de Don Fabrique” nos transmitió el aliento necesario para alcanzar la cuerda del coloso, dejando a nuestra derecha la carismática piedra de forma cuadrangular conocida como “El Caramelo” y tras rodearla, llegar juntos a la cumbre donde nos unimos al resto de compañeros, que había subido en poco mas de dos horas y media, siendo aproximadamente las 11,00 am. y disfrutando de una temperatura ideal, sin una gota de viento, tan sólo una ligera brisa que nos acompañó durante toda la mañana, haciendo muy grata la caminata. Entre risas, bromas, un trago a la cantimplora, intercambio de víveres y las aclaraciones sobre la toponimia 360º alrededor, por parte del maestro murciano, comprobábamos in situ, la proximidad geográfica a la que nos encontrábamos respecto a Jaén, Murcia, Albacete, Almería y por supuesto Granada, pudiendo localizar no sólo sus techos provinciales sino la mayoría de sus sierras mas conocidas.

Instantes después, llegaban al pinturrequeado punto geodésico, un par de chavales alicantinos, que en buena armonía se unieron a la comitiva, quedando también inmortalizados en la obligada foto de grupo en la cumbre, donde para no ser menos, sacaron su bandera de España, la que nos une a todos, por si a alguien le quedaba alguna duda. ¡Por cierto!, que pocos deportes unen tanto como el senderismo y es que por encima de los ideales políticos, nacionalidades, religiones, filosofías, etc... En ningún deporte se comparten tantas sensaciones, vivencias y emociones como en el senderismo. Muestra de ello fue la espontánea armonía de la que disfrutamos en la cumbre, compartiendo juntos el camino de vuelta, mientras descendíamos por el cordal nordeste, a través de intermitentes tramos de fuerte toboganes rectos o en zig-zags, disfrutando de espectaculares vistas aéreas sobre muchos kilómetros a la redonda. Llegando así hasta el “Collado de las Víboras” despidiéndose allí, los chavales de alicantes optaron por bajar hacia “La Ermita de La Santa” a la derecha (dirección este). Mientras que nosotros giramos a la izquierda, dirección norte para bajar por la famosa “Pedrera” que impone gran respeto vista desde arriba por su fuerte pendiente, un gigantesco tobogán a cuyo pie se encuentra el gran bosque de pinos que rodea la mayor parte de “La Sagra”. Una vez superado el temor a lo que podría suponer una larguísima caída por aquel terraplén interminable, afortunadamente no se tarda en comprobar lo bien que te agarras al terreno por donde te vas hundiendo los pies entre pequeñas piedrecillas y pronto le coges el tranquillo como si estuvieras descendiendo por una gran duna. Con las debidas precauciones inclinándote de forma correcta, en caso de caida te quedas donde estás sin rodar hacia abajo y antes de darte cuenta, cuando ya le has cogido el gustazo y sin ningún dolor para las rodillas, ya se llega alas primeras hileras de pino donde acaba la pedrera. Comenzando a caminar por pleno bosque de pinos dirección noroeste al encuentro del camino por el que habíamos realizado la aproximación por la mañana, camino al que llegamos sin problemas, poco después de pasar junto a un curioso sistema de troncos ahuecados a modo de pequeño canal, denominado “Tornajos” alimentado por la “Fuente de Los Paradores”. Unos 60 m. después llegamos a la confluencia de caminos, donde ya sólo nos quedaba desandar la suave aproximación, esta vez en descenso hasta “Los Collados de la Sagra” donde nos esperaban los coches, llegando allí poco después de las 14.00 pm. con esa indescriptible sensación de enorm,e satisfacción que siempre te dejan las grandes rutas.

Tras la conquista de “La Sagra” el “triángulo Renault” (aquel día Rombo, con “Ruben”) se quedaron a almorzar en plan homenaje en el restaurante "Cortijo Collado de la Sagra", premio turístico de Andalucía. 1999/2000, Guía Michelín y “Premio Protagonistas”, 50 € Menú, planeando ya su conquista al Chullo, 24 horas mas tardes, donde se encontrarían con otros compañeros de “Pasos Largos” a primera hora de la mañana en el “Puerto de La Ragua”. Mientras que los que no nos lo pudimos permitir, emprendimos el largo camino a casa, con la satisfacción de ver cumplido el sueño, largamente esperado de subir a “La Sagra” y con la mente ya puesta, en repetir la ascensión con nieve, en un futuro y por otras vías de acceso, ya que como en toda gran montaña, son varias sus alternativas de ascensión. Si bien en este caso, hay que venir preparado con crampones y ropa de abrigo.

2 comentarios :

  1. Anónimo7:34 p. m.

    Juani, te recomiendo que eches un vistazo al blog de Budokan:

    http://otrosclasicos.blogspot.com/

    estoy seguro de que te atrapará.

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  2. Juani, la crónica es digna de un gran maestro de las letras, pero debes de corregir que cuando llegabamos a los Collados, no era el último día de AGOSTO,sino de abril.

    Por lo demas: GENIAL

    Rafafló

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