lunes, junio 30, 2008

Ruta del Río Cebollón

Ruta del Río Cebollón (Parque nat. Sierra Tejeda, Alhama y Almijara, Fornes, al sur del Pantano de Los Bermejales, vertiente granadina)
Sábado, 28 de julio de 2008


Hay lugares e incluso comarcas enteras que parecen haber quedado condenadas al olvido en ese cuadrante ubicado en una página del mapa de carreteras, sobre la que rara vez se posan las miradas. Dado es el caso del poniente sur granadino, donde el viajero rara vez se adentra mas allá de “Alhama de Granada”, nido de águilas que encaramado a las cornisas de sus tajos, deja hipnotizado al viajero con la belleza de su casco urbano, impregnado por el peso de su historia y la cal de sus blancas fachadas, la luz de la campiña que la rodea y el remanso de paz de su famoso balneario. Pero muy cerquita de allí se encuentra el “Embalse de Los Bermejales” alimentado por los arroyos que vierten sus cristalinas aguas, procedentes de la ladera norte de Sierra Almijara, tal es el caso del Cacín, el Bacal (ó “Río Grande de Jayena”) ó el Cebollón que precisamente es el río que nos disponíamos a recorrer en lo que a la postre se convertiría en una preciosa ruta acuática. Las cristalinas aguas de estos preciosos arroyos han favorecido la fertilidad, en la zona sur del embalse, originando un paisaje de campiña donde se alternan campos de almendros, con olivares, frutales, hortalizas y cereales de la que viven en gran medida los pueblos que se asientan en esta privilegiada comarca como son Arenas de Rey, Jatar, Jayena ó Fornes, ubicados todos ellos sobre suaves colinas, que contrastan con los imponentes colosos escarpados de Sierra Tejeda y Almijara, donde se besan las provincias de Málaga y Granada en un entorno verdaderamente idílico y espectacular, digno de ser “Morada de Los Dioses…”Los Dioses de Las Montañas”.

Reunidos ya en el punto de encuentro el reducido grupo de privilegiados que tuvimos la fortuna de poder escaparnos en aquella jornada estival. Iniciamos el recorrido, aún en coche, para adentrarnos por el carril de la “Resinera de Fornes” que perfectamente asentado, nos lleva prácticamente recto, hasta el coqueto “Centro de Visitantes de La Resinera”, ubicado en el edificio anexo a la capilla. Donde disfrutamos con una modesta, pero interesantísima galería de fotos del parque, así como de sus magníficos textos y esquemas didácticos para ilustrarnos sobre el paisaje, la flora, la fauna, la geología y la forma de vida de sus habitantes. Nada mas salir del centro de visitantes, visita obligada a “La Resinera” que para eso se encuentra allí mismo, que hoy en día permanece en pie, casi como un “castillo fantasma”, vestigios de lo que fuera una mini-ciudad, con colegio incluido, en torno a la cual vivían muchos de los habitantes de la zona, hasta que un devastador incendio que tuvo lugar en el verano de 1975, arrasó mas de 5.000 hectáreas de pinares, tejos, quejigos y hasta algunas manchas de pinsapos, junto con enormes extensiones de auténticas joyas botánicas. Éste hecho, unido a la obtención del aguarrás por síntesis química, mucho mas rentable que el tradicional sistema de “resinación” significó el final de una época en la comarca y la ruina para muchas familias. Una de las zonas que aún hoy permanecen devastadas, casi de forma apocalíptica, como si de el mismísimo “Mordor” se tratara es el tramo que va desde “El Cerro de La Mota” al “Lucero” (ó “Raspón de Los Moriscos”). Pero afortunadamente, la Naturaleza obra milagros y en su infinita generosidad, 30 años después, la lluvia y sobre todo la proliferación de los manantiales que brotan de las entrañas de Sierra Almijara, han dado lugar a la formación de pequeños riachuelos y arroyos en todas sus vertientes, que mantienen una regularidad de caudal, prácticamente inaudita en toda Andalucía, tan solo comparable a Cazorla. Donde proliferan estrechos valles flanqueados por enormes paredes, cahorros y cañones, donde crecen grandes extensiones de helechos e innumerables plantas subtropicales y un sin fin de especies de plantas de todas las formas y colores, convirtiéndose cada uno de sus itinerarios en un auténtico vergel, donde cada rincón del camino es una auténtica postal. Así es Sierra Almijara, mi paraíso natural.

Dada la elevada temperatura que ya hacía desde primeras horas de la mañana y con el correspondiente margen de flexibilidad que requiere cualquier salida a la hora de planear una ruta. Descartamos el plan que teníamos previsto en un principio, de subir a “La Mesa de Fornes” para llegar hasta “Los Morros” y desde allí iniciar el camino de regreso por el “Cebollón”, que hubiera supuesto una gran exposición al sol del verano sin una sola sombra hasta bajar al cauce del río, dejándolo mejor, para la próxima primavera ó comienzos de otoño. Y finalmente nos decidimos por el “Plan B” continuando con los coches hasta los recónditos “Prados del Tito” a través del laberinto de cruces y vados tipo “Camel Trophic” para desde allí remontar el “Río Cebollón” hasta su nacimiento.

Preparados y calzados para la inédita “Ruta del Río Cebollón”, partimos de “Los Llanos del Tito” atravesando la chopera que nos lleva hasta su mismo cauce, donde desde el principio estamos obligados ya a caminar por el agua, para pasar al otro lado, atravesando una segunda chopera, por la que nos abrimos paso a través de un difuminado carril que se termina confundiendo con un tramo muy marcado que ha ido dejando el “ Río Cebollón” como testimonio de sus numerosas crecidas. Avanzando placidamente en paralelo a su cauce, que en esta primera parte del recorrido siempre queda a nuestra izquierda.

La primera parte del río discurre mansamente por una avenida recta flanqueada de chopos que nos brindan su sombra, pero no tardamos en llegar a los pies de un espectacular cañón, por cuyos pies vamos caminando, comenzando a disfruta de la espectacularidad del paisaje, sus pequeños saltos de aguas y una modesta represa por la que cae una intermitente cortina de agua que con generosos chorros nos deleitaría con una magnífica sesión de masajes en el camino de vuelta. Algo mas adelante, el valle vuelve a abrirse, mostrándose con una exhuberancia casi paradisíaca que también se refleja en las aguas turquesas de las pozas junto a las que caminábamos ó que de vez en cuando atravesábamos para deleite de “Chuky” y “Dana” los dos perros que nos acompañaban. Pocos minutos después, todavía casi frotándonos los ojos ante tanta belleza, en la cabeza del grupo divisábamos una hembra de cabra montesa, que nada mas oler a los perros emprendió la fuga por una escarpada carrera, segundos después “Chuky” se dio cuenta y para asombro de todos, fuimos testigos de una persecución, como no habíamos visto desde los famosos documentales de “Felix Rodríguez De La Fuente” (que en paz descanse). No os exagero, y tengo como testigo a todos los compañeros de ruta, que en menos de 30 segundos, Chuky supero una escarpadísima ladera entre canchales y espeso matorral que tan solo nos permitían verlo de forma intermitente, de mas de 100 m. de desnivel. Llegó un momento, en que ya no veíamos ni a “Chuky” ni a la cabra, hasta que pasados ya unos instantes en que el asombro se tornó en preocupación, por fin, lo vimos, como una diminuta mancha marrón, moviéndose por encima de un lejano farallón rocoso, por el que bajó de forma inverosímil, plantándose ante nosotros en menos de un minuto, entre ladrido y ladrido, con el rabo y las orejas levantadas, pegando nuevas carreras que se fueron repitiendo en varios tramos del recorrido para asombro de nuestra compañera debutante “Maribel”.

A veces, subiendo, a veces bajando y las menos llaneando por una senda que se abre paso entre el mar de helechos que flanquea al “río Cebollón” durante prácticamente todo su recorrido, íbamos disfrutando con la sombra de los pinos que también lo acompañan a lo largo del recorrido y de las numerosas florecillas silvestres que alegraron nuestra vista a lo largo del recorrido, especialmente a nuestra queridísima amiga “Vicky La Botánica”, una de las alumnas mas aventajadas del “Gran Mago Gandalf” que para satisfacción de un servidor, terminaría agotando todos los calificativos de su repertorio para elogiar la belleza de tan bonito, cómodo, relajado e inédito recorrido.

Aunque la senda es muy clara a lo largo del recorrido, permaneciendo la mayor parte del tiempo junto a río Cebollón, a veces por la derecha, a veces por la izquierda, según lo permita la exhuberancia de su vegetación ó lo escarpado de su paredes en algunos tramos, el río es tan dócil a lo largo de su recorrido, que incluso cuando no es necesario, invita a caminar por su mismo cauce. Con esa sensación tan agradable y relajante en los cálidos días de verano, como era el caso y atravesando pequeños bosques en galerías, por los que iba serpenteando el río, a veces por angostos tramos y otras por tramos mas abiertos, llegamos hasta su nacimiento formado por la confluencia del “Arroyo de Las Culebras” que aparecía como un torrente seco, rodeando el “Cerro del Duende” por el este y el “Arroyo Monticana” que rodea el “Cerro del Duende” por su vertiente oeste, con su caudal de aguas cantarinas intacto. Cierto es que llegados a este punto, existe la posibilidad de rodear el “Cerro del Duende” realizando un tramo circular que consiste remontar el “Arroyo de Las Culebras” para regresar bajando por el “Arroyo Monticana” (ó viceversa), pero dado que habíamos planteado la ruta en plan relax y estando ya mas que satisfecho con todo lo que llevábamos visto hasta el momento. Tan sólo recorrimos un tramos de unos 200 m. por una senda que ascendía clara y directa hacia “El Cerro del Duende” que llama poderosamente la atención con su peculiar cortafuegos, desde nos hicimos la “foto bandera” para señalar el punto hasta el que habíamos llegado.

A partir de aquí, ya solo quedaba volver por donde habíamos venido. Pero si el trayecto de ida lo habíamos planteado de pateo tranquilito, pero sin muchas pausas, para avanzar remontando el río hasta donde llegáramos. La vuelta la planteamos para disfrutar tranquilamente de los baños en las aguas color turquesa de sus pozas, disfrutando con los masajes de sus modestos rápidos y mini cascadas. Nada mas llegar a la primera, disfrutamos de un almuerzo idílico, tras el primer baño y la relajante sensación de sentirte en un auténtico paraíso. Para no faltar a la tradición nuestro ínclito amigo Rafael Sancho, también conocido como “El Capitán de Fragata” ó “El lirón careto” disfruto d una mini siesta a la sombra de los pinos, mientras “Guillermina, La Astrónoma” nos contaba anécdotas de los años que estuvo trabajando en el “Roque de Los Muchachos” (allá en la Isla de La Palma). El camino de vuelta, se convirtió en una placentera sesión de baños intermitentes, que se fueron repitiendo en cada una de las pozas que nos íbamos encontrando, siendo los mas memorables el penúltimo en la “Poza Sorpresa” y el último en “La Represa” que también inmortalizamos con las banderas donde “El Elfo de a malagueta” estuvo haciendo un reportaje espectacular. Desde allí, en poco mas de 20 minutos ya estábamos de regreso en “Los Prados del Tito” donde llegábamos casi con pena de que ya hubiera finalizado la ruta.

Y es que, aunque cada ruta tenga su encanto, esta del “Río Cebollón” que por su nombre puede provocar la risa de quienes no la conocen. Nos brinda la posibilidad de disfrutar de un paisaje espectacular y una cantidad de matices difícilmente superables en lo que a rutas acuáticas se refiere. Y además, se trata de una ruta, todavía, inédita para la gran mayoría de senderistas en Andalucía. Tanto es así que a lo largo de sus 10, 4 km (ida y vuelta), no sólo no nos encontramos absolutamente a nadie, siendo un sábado, sino, a penas el mas mínimo indicio de tránsito de excursionistas. En definitiva, una ruta, casi paradisíaca, en éste santuario natural, que para mí ha sido, es y siempre será mi queridísima y amada Sierra Almijara.

Fotos y crónica: Juan Ignacio Amador

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