lunes, julio 21, 2008

Ruta Nocturna, Torcal de Antequera

Noche del viernes 18 al sáb. 19 de julio de 2008 (Luna Llena):
Ascensión Nocturna a Sierra Pelada + Rutas: amarilla, verde y roja del Torcal de Antequera + “El Tornillo”
Si de por sí, la visita al “Paraje Natural del Torcal de Antequera”, siempre resulta una experiencia casi mística, dada la peculiaridad de esas formaciones geológicas que lo convierten en un paisaje kárstico único en Europa. La visita a este auténtico museo de la fantasía escultórica en una noche de luna llena, donde las mil y una figuras parecen tomar vida, nos transporta mas allá de “Los límites de la realidad”. Tal y como hacían presagiar los temas del álbum “Under the Iron Sea” (KEANE), que íbamos escuchando mientras disfrutábamos de las vistas de “Villanueva de la Concepción”, a los pies de la ladera norte del Torcal, bajo las luces de aquel atardecer del viernes 18 de julio de 2008, acercándonos curva tras curva al punto de encuentro situado en el aparcamiento del centro de visitantes del Torcal, donde habíamos quedado a eso de las 21.00 pm.

Inmediatamente antes de la puesta del sol, un nutrido grupo de cabras montesas nos daba bienvenida tal y como llegábamos al “Mirador Natural del Anmonite” para contemplar la puesta de sol, que desde nuestra posición coincidió con una bonita “dolina” situada en el tramo final de la ruta “verde-amarilla”. En ese mismo instante, varios compañeros del “Grupo Extremo” entre los que se encontraban el “Maestro Gandalf”, “El Retratista de Atardeceres y Amaneceres” y “Geyperman Salvador”, cumpliendo con los compromisos adquiridos con “Natinal Geographic, España mitad Sur”, se encontraban en la privilegiada atalaya del Tajo Lagarín (T.M. de El Gastor), inmortalizando la puesta de sol, sobre Algodonales y todos los pueblos blancos de la zona, con el Embalse de Zahara a sus pies, alrededor del cual, comenzaban a encenderse las luces de cada localidad, mientras caía la noche y la luna llena se elevaba altiva y misteriosa por el sur, coincidiendo para ellos con “La Crestería del Pinar”, y para nosotros con “Los Montes de Málaga”, al tiempo que simultáneamente comenzaban a iluminarse a nuestros pies, cual luciérnagas estáticas, las localidades de “Villanueva de la Concepción”, Casabermeja”, “Colmenar”, “Riogordo”, “Alhaurín de la Torre” y toda la Hoya de Málaga desde la capital hasta “Torremolinos”. Tras la variada cena en un magnífico ambiente de hermandad, disfrutando de la puesta de sol y la salida de la luna llena por el sur, regresamos al cercano aparcamiento del centro de visitantes.

Antes de iniciar la primera de las tres rutas que teníamos previstas y aprovechando cierta claridad en el firmamento nuestros compañeros de aventura “Guillermo” y “Guillermina” (la Astrónoma) nos deleitaron con una enriquecedora charla sobre la interpretación del firmamento, planisferio en mano, que bien podría haber pasado a los anales de la historia de la Astronomía. Mi escasa memoria tan sólo alcanza a recordar como fueron localizando las constelaciones de “Casiopea”, además de “Escorpio”, “Scutum”, “Aquila” y “Sagitario” como principales protagonistas, a pesar de que la claridad de la luna llena y la abundante calima previa al atardecer, le restaban bastante visibilidad al cielo nocturno. Con la ayuda de los prismáticos y las indicaciones de “Guillermina” conseguimos distinguir la “Nebulosa de la Laguna” en la constelación de “Sagitario”, pero lo que mas nos llamó la atención fue la sorprendente nitidez con la que se pueden observar un gran números de cráteres sobre la luna llena con unos buenos prismáticos, hasta el punto que hubo quien creyó distinguir en la distancia a “La Dalia Negra”, “El Serpa Carmona”, “Los Duques de Juanar”, la “Chica que miraba a Las Estrellas” y “El Hombre que sabía demasiado” montando la primera estación espacial para “Pasos Largos”.

Tras la breve sesión de introducción a la Astronomía, nos pusimos en marcha en busca de nuestro primer objetivo que no era otro que “El Camorro de Los Monteses”, donde se encuentran las antenas repetidoras de televisión, que quedan a nuestra derecha por la carretera de acceso al Torcal y que la gran mayoría de los visitantes se queda sin conocer en su apresurada llegada al corazón del paraje. Ciertamente, “Sierra Pelada” considerada como una de las cuatro partes en las que se encuentra dividido el “paraje natural del Torcal” carece de las curiosas formaciones rocosas del “Torcal Alto”, pero la subida hasta la misma resultó una auténtica delicia caminando bajo las estrellas y la luna llena y flanqueados a ambos lados por las curiosas formaciones rocosas que nos encontramos en la carretera de acceso, pasando junto al mirador de “Diego Minea”, tras el cual iniciamos la empinada subida que nos llevó hasta el collado que ya daba vista a la cara norte con Antequera a nuestros pies. Desviándonos hacia el este, para pasar junto a una zona de “cata” (de canteras) en la que había un grupo de chavales vivaqueando que escuchamos antes de llegar al lugar en cuestión, por los gritos que daba una chavala corriendo con los pantalones a medio poner, huyendo despavorida de incansable un “Chukie” que la sorprendió haciendo sus necesidades. Iniciando minutos después, el último tramo el último tramo para coronar las antenas pasando por un afiladísimo canchal que puso a prueba nuestra pericia estudiando cada paso a dar, hasta que por fin, con la ayuda de todos compartimos la satisfacción del momento cumbre al filo de la mismísima cumbre, estando a tiro de piedra de “La Sierra de Las Cabras” con una vista envidiable de toda la cara norte del Torcal, “Cabecera del Río Campanillas” y lo que podíamos distinguir de “Las Vilaneras Altas” por donde discurre la ruta roja. El viento sur fue protagonista en la cumbre y al regresar al aparcamiento del “Centro de Visitantes”, el “Indomable Jaime” se dio cuenta que había perdido allí arriba su impermeable de emergencia y unos auriculares. Antes de regresar de “Sierra Pelada”, nos desviamos por el ramal de la carretera de acceso que nos lleva al “Monumento Natural del Tornillo”, sin duda una de las formaciones mas peculiares del parque hasta el punto, de ser posiblemente la imagen mas representativa del torcal y logotipo oficial del paraje.

Tras el avituallamiento de rigor y el primer paso por los coches con nuevo intercambio de víveres, incluyendo el café de “Guillermina La Astrónoma”, nos pusimos en marcha para adentrarnos por la “ruta amarilla” al amparo de la luna llena. Ciertamente, la ruta “amarilla” que en realidad es la versión extendida de la “verde” que todo el mundo ha hecho en su primera visita al Torcal, es sin duda alguna, la mas conocida. Sin embargo, como bien nos recordaba nuestro amigo “Paco Leal” (también conocido como “El Tejón del Pico Mijas”), cada vez que repetimos una ruta, nos encontramos con un paisaje diferente. Y doy fe de ello, ya que precisamente este pasado Invierno y Primavera 2008 he visitado el Torcal en innumerables ocasiones con grupos escolares de toda Andalucía y es alucinante comprobar como de una semana a otra cambia el paisaje a poco que llueva o aumente el porcentaje de humedad dando lugar a una variedad de flores multicolores que haría las delicias de cualquier amante de la botánica. Sin embargo, bajo las estrellas e iluminadas por la luna llena, las grandes protagonistas del Torcal, son sus innumerables esculturas calizas, muchas de ellas consideradas “monumentos naturales”, junto a los que fuimos pasando e identificando, como por ejemplo: “La Cabeza del pez”, “La Esfinge”, “El Robot”, “El Cohete”, el curioso paso del “Callejón del Tabaco” tras el cual llegamos al “Potro” donde no faltaron las fotos, al igual que a nuestro paso bajo “El Camello”. Donde “Guillermina” aprovechaba una pausa para explicarnos cómo “tapar un agujero negro”. Instantes después, ante las razonables dudas suscitadas, el “Doctor Leal” ilustraba a nuestra querida amiga “Maribel” con un ejemplo práctico, para celebrar su reciente ingreso en “Pasos Largos”. Minutos mas tarde reiniciábamos la marcha para llegar al enlace de la ruta verde al pie de las esbeltas paredes conocidas como “Las Catedrales”, desde donde se asciende al collado situado junto a “La Tortuga” desde la cual ya podemos ver la plataforma donde se encuentra situada el “Mirador del Amonite” y “El Centro de Visitantes” a donde regresábamos con pena de finalizar una ruta embriagadoramente mágica, gracias al hechizo de la luna llena, tal y como subrayaba nuestra querida “Vicky la Botánica”.

Antes de emprender el cuarto y último asalto de aquella singular jornada nocturna, vivida con toda la intensidad posible en tan mágico y privilegiado paraje natural. Volvimos a intercambiar víveres, en esta ocasión fueron las palmeritas del “Doctor Leal” las que hicieron furor. Cogida toda la ropa de abrigo disponible para afrontar el frío amanecer en “Las Vilaneras Altas” volvimos a iniciar la ruta saliendo desde el aparcamiento, en esta ocasión para afrontar la versión prohibida de la mítica “ruta roja”. Antes de darnos cuenta ya estábamos en el denominado abrigo de “Juan Ramos”, mítico cantero del cual nos queda el testimonio de su caseta de piedra y su particular lavado con numerosos fósiles de amonites en sus proximidades. Sin mas ayuda que la memoria en una noche cada vez mas oscura y ventosa, proseguimos la marcha, rodeando las “Vilaneras Altas” mientras un mar de nubes comenzaba a engullir la imponente silueta piramidal del “Camorro Alto”, a buen paso seguimos avanzando en lo que debía ser la dirección correcta, hasta que llegamos a una zona muy abrupta que nos situaba por debajo del nivel, donde deberíamos estar faldeando “Las Vilaneras”. Con lo cual sólo tuvimos que desandar un pequeño trecho, para iniciar la ascensión por el tramo mas asequible hasta situarnos en la posición exacta que recordábamos los que habíamos hecho esta versión de la ruta roja en Octubre 2007, con la localidad de Antequera a nuestros pies y cuando ya creíamos estar en el inicio de “La Cornisa del Diablo”, nos situamos al borde de un impresionante desfiladero que ponía los bellos de punta. Aquel momento, no se nos olvidará a ninguno de los presentes, coincidiendo con las primeras claras del día pero aún de noche, el cielo parecía de un misterioso color azul oscuro-morado. La entrada de la cornisa estaba a tiro de piedra, pero tras realizar varias pruebas de localización en medio de la ventisca, optamos por descartar el paso por la cornisa que no llegamos a encontrar y regresar al “Abrigo de Juan Ramos” desde donde en pocos minutos nos situamos en el famoso monumento natural del “Champiñón”, también conocido como “La Montera del Torero”, desde donde contemplamos el amanecer, de un sol oculto por las nubes que se encontraban sobre “La Sierra de Camarolos” que pudimos distinguir perfectamente localizando todos sus picos desde “Peña Negra” hasta el “Chamizo Alto” con “Sierra pelada” y “Las Cabras” en primer término. Desde allí, llegamos al aparcamiento en algo menos de media hora, disfrutando del paisaje iluminado por los primeros rayos de sol de la mañana, de piedra en piedra, pasando junto a enormes y variados tipos de cardos que al igual que un sin fin de plantas y matorrales encuentran en el Torcal un auténtico paraíso para su subsistencia.

Y mientras el resto del mundo dormía, nosotros soñábamos despiertos el haber vivido una experiencia verdaderamente mágica en un mundo de fantasía mas allá de “Los límites de la realidad”. Y es que no puede haber un entorno mas propicio para enamorarse que la grandiosidad de la Madre Naturaleza. ¡Por cierto! que todos los compañeros que regresábamos a la costa desayunamos juntos en Casabermeja, donde fuimos invitados por nuestro magnífico compañero de aventuras “Paco Leal”.

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