martes, octubre 14, 2008

Por las sierras de Aguas y Blanquilla de Baños, Carratraca

Sáb. 11 de octubre de 2008
Por las sierras de Aguas y Blanquilla de Baños, Carratraca

No eran las 8.30 de aquella mañana amenazante de lluvia con las calles encharcadas, cuando los primeros compañeros ya estábamos desayunado en el bar “El Punto” de Carratraca. Nombre apropiado para el punto de encuentro, donde fueron llegando puntualmente los 16 compañeros (incluyendo 4 que venían de Sevilla capital), para dejar allí algunos coches, trasladándonos todos con el resto de vehículos a un determinado punto de la carretera que une Carratraca con Álora, que discurre por un paisaje de montes peridotíticos y bosques de pinos de gran belleza paisajística, que en muchos momentos me recordaba a la carretera que va de San Pedro a Ronda. Entre el entusiasmo contenido previo a la ruta, la alegría de volver a coincidir con tan entrañables amigos y la grata sorpresa de encontrarnos inmersos en tan bonito paisaje, 8 km mas allá de Carratraca llegábamos al lugar donde enlaza con esta carretera el comienzo de la pista que hay que tomar para realizar la “Ruta de la Sierra de Aguas” tal y como reza el cartel que nos encontramos en su cabecera.

Dada la charla de introducción sobre la ruta que había realizado dos días antes y en solitario Manolo, El Tritón de la Chorrera a quien volvemos a dar las gracias desde estas líneas y recordadas las normas básicas de protocolo en caso de tener que abandonar la ruta u optar por un camino alternativo de regreso ó final alternativo. Comenzamos la caminata por dicha pista, dejando a nuestra derecha un bonito chalet, piscina incluida, perteneciente a unos holandeses. Minutos mas tarde, nos adelantaban dos grupos de 4x4 y coches varios, advirtiéndonos de que iban a estar de montería por la sierra, afortunadamente estuvieron muy lejos de nosotros y a penas escuchamos un solo disparo en toda la mañana. Instantes después, todavía con el último coche a la vista, llegaba corriendo a lo “Forrest Gump”, Miguel que reside en el Puerto de Santa María y que venía de empalmar toda la noche de marcha en Ronda, sin haber pegado ojo.

Poco después del primer kilómetro de ruta, abandonábamos la pista en un precioso recodo que queda a la izquierda del camino, por donde atravesamos una pequeña cañada, donde el Tritón de la Chorrera, haciendo honor a su nombre nos mostraba una recóndita poza, sobre la cual caían pequeñas chorreras, procedentes a su vez de otras pozas superiores, que a buen seguro, han colaborado para la denominación de esta sierra de las Aguas. Al otro lado de la cañada, una sucesión de zig-zags a través de una senda perdida nos situaba en las ruinas de lo que en su día fueron las instalaciones de la Mina del Sapo, a simple vista un cortijo en ruinas. Tras la pausa de reagrupamiento emprendimos la marcha dirección norte a través de la senda que parte del muro este y faldeando la sierra llegamos a una segunda cañada tomando unos eucaliptos como referencia, desde los cuales ya giramos a nuestra izquierda, dirección oeste, iniciando en este así, el tramo, con diferencia, mas duro del recorrido, consistente en una empinada ladera campo través y sálvese quien pueda. Viviéndose situaciones prácticamente épicas como la rotura de la bota derecha de Manolo, que en su debut con Pasos Largos no tuvo otra cosa mejor que hacer que desempolvar del armario las botas Gorila, que le compraron sus padres hace 30 años, porque traían de regalo una pelota de goma. El nudo que le hizo, su hermano Juan Enrique, mas conocido como el Profeta de Nervión, rompiendo cordones de chubasqueros, mochilas, etc. fue de auténtico manual de supervivencia. ¡Vamos!, que por mas que intenté reprimirme no pude evitar un: ¡Esto es Esparta!, para animar a todos los compañeros, que apretaban los dientes por cada paso dado, por cada metro ascendido, hasta que por fin llegamos a la pista, habiéndonos ahorrado de esta manera mas de 4 km de pista.

Tras una larga espera, por fin llegaban hasta nosotros con la carita descompuesta y el corazón que se les salía por la boca, dos señoras de Málaga que entre gritos de ánimo y una mano amiga en los empinadísimos metros finales daban gracias a Dios por pisar tierra firme. Evidentemente habían escogido la ruta equivocada para debutar con Pasos Largos. Mea culpa por interpretar en el e-mail que me enviaron que eran personas con buen fondo físico y experiencia acumulada en rutas de montaña. Y es que aunque la ruta estaba calificada de nivel medio, el término es de lo mas relativo, según de que persona se trate. No obstante, tras reanudar la marcha después de un kilómetro de pista, ya sin a penas desnivel y comprobando que se volvían a quedar muy descolgadas tuvieron a bien seguir nuestras sugerencias para que regresaran a los coches por la pista, siguiendo perfectamente nuestras explicaciones al llegar a los dos cruces con los que se iban a encontrar como felizmente nos confirmarían horas mas tarde. Y realizando de esta manera un bonito recorrido circular alternativo por la sierra de Aguas, adaptado a sus posibilidades tal y como habíamos recomendado en la charla de introducción al comienzo de la ruta.

Recuperado el ritmo normal de travesía y rodeando ahora por la cara norte el tramo mas alto de la sierra de Aguas, asaeteadas por sus grandes molinos generadores de energía eólica, nos situábamos en su crestería de forma rápida y directa por un pequeño cortafuego que a pesar de su corta longitud puso a prueba la capacidad pulmonar de mas de uno, si bien el Indomable Jaime y el Elfo de la Malagueta volvieron a deleitarnos con sus magníficas cualidades de grandes escaladores, en el caso del Elfo, incluso se permitió el lujo de llevar en volandas a su princesa Druida, Vicky la Botánica, llegando así a los pies de los gigantescos molinos, desde los cuales continuamos por la crestería dirección este, hasta llegar a su punto geodésico, situado a 949 m. sobre el nivel del mar y totalmente huérfano de señalización, ni siquiera con el clásico montoncito de piedras que nos hubiera gustado formar entre todos. Pero tal era la fuerza del viento que azotaba la cumbre en aquellos momentos, que a penas pudimos hacernos unas fotos que hablan por si sola de la ventisca que nos azotaba. De hecho las gafas que llevaba nuestro amigo Ruben al mas puro estilo del villano Pierre Nadoyuna en los dibujitos de Penélope Glamour, era de lo mas apropiado que uno podía llevar en ese momento. De no haber sido porque las abundantes nubes de aquella jornada nos impedían disfrutar de lejanos horizontes hubiéramos podido contemplar: al norte, la sierra del Huma, Capilla, Tajo de la Pedera, Mesa de Villaverde, esta última fue la única que por su proximidad pudimos identificar claramente. Hacia el sureste el hacho de Álora y hacia el suroeste una espectacular perspectiva de la Sierra Alcaparaín de la que tan sólo pudimos disfrutar en el último tramo de ruta llegando ya a Carratraca.


El descenso lo realizamos muy suavemente por la misma crestería, regresando sobre nuestros pasos y continuando por la pista que comunica la línea de generadores para sus revisiones periódicas y mantenimiento. Por cierto, que la mayoría estaban parados, una pena para una jornada de tanto viento, eso sí, cuando pasabas por debajo de algunos que estaban girando el sonido impresionaba. Abandonada ya la cresta de la sierra y girando a nuestra izquierda dirección sur llegábamos a una curva cerrada donde nos encontrábamos con un cruce de pistas. La prolongación de la que llevábamos nos llevaría a completar la denominada ruta de la sierra de Aguas, viniendo a desembocar en la carretera que une Álora con Carratraca, mas o menos a mitad de camino entre Carratraca y nuestro punto de inicio. Obligándote de esa manera a caminar unos 4 km. por asfalto, si bien se trata de una bonita carretera paisajística muy poco transitada. Sin embargo, nosotros tomamos la que sale a la derecha describiendo una cerrada curva, a partir de la cual nos adentrábamos en una zona de transición entre la sierra de Aguas que ya comenzaba a quedar atrás y la sierra Blanquilla hacia la que ahora nos aproximábamos pasando junto a farallones rocosos con llamativas betas de pirita y encontrándonos con un simpático ejemplar de ciempiés que tuvo a bien coger en sus manos el Tritón para enseñárnoslos de cerca, provocando el histriónico grito de Inma, también conocida como Nefertitis ó La Amenaza Fantasma.

Con Carratraca ya a la vista destacando allí abajo a nuestra izquierda, al pie de las laderas tapizadas por del verde intenso de los pinos, nuestro guía nos identificaba la peculiar plaza de toros donde se realizan muchos de los actos que tienen lugar durante la famosa noche de la Luna Mora cada 9 de septiembre. Llegando en pocos minutos al Puerto Romero, donde nos encontramos con un segundo cruce de pistas, siendo el de la izquierda, sur, el mas directo para ir a Carratraca, opción que escogieron nuestros compañeros Rocío y Juan, para darse un merecido homenaje en Casa Pepa despidiéndose del grupo tras dejarnos una grata impresión como compañeros de ruta y buenos caminantes. Sin embargo, el resto del grupo escogimos la opción de la derecha, oeste, noroeste para adentrarnos de lleno en la sierra Blanquilla de Baños.

El viento volvía a arreciar con fuerza, la caminata por pista comenzaba a hacerse larga y monótona, porque la abundancia de nubes bajas nos impedía disfrutar de los horizontes que nos rodeaban. Miguel que había comenzado la ruta en plan Mr. Fantástico, comenzaba a mostrar los primeros síntomas de transformación en zombi tras una larga noche de insomnio y Manolo desde aquel día apodado el Bota de Oro, ya empezaba a perder la fe con la maldita frase de “si lo llego a saber no vengo”. Con la moral de los debutantes un tanto mermada y el estómago pidiendo a gritos tiempo muerto para el almuerzo, hicimos una pausa, al amparo de un pequeño prado, entre retama y retama, degustando con muchas ganas las viandas que cada uno había estimado oportuno echar en la mochila. Destacando de entre todos los menús, el dietético de mi Wendy, que aquel día lucía sus nuevos atuendos al mas puro estilo tirolés pantalones cortos y calcetines largos.

Finalizado el almuerzo, nada mas ponernos en pie, para reanudar la marcha, una liebre nos sorprendía con su fugaz carrera a pocos metros de nosotros, por suerte para ella, Chuky, ya se había adelantado al grupo reemprendiendo el camino por la pista en dirección nordeste, hacia Ardales, que era hacia donde ahora dirigíamos nuestros pasos, hasta que en un determinado punto, que nadie hubiese adivinado, el Tritón, condujo al grupo hacia una pequeña cañada paralela a una alambra, que quedaba a nuestra derecha. Cruzando rápidamente la cañada para remontar una corta pero fortísima pendiente entre almendros que por fin nos situaba en uno de los accesos mas bellos y recónditos de la cara norte de la sierra Blanquilla de Baños en la que nos adentramos tras pasar por una pequeña cornisa que bordeaba de forma un tanto vertiginosa la cañada que acabábamos de atravesar, correspondiente al arroyo de la Zahúrda, que ahora quedaba a nuestra izquierda. Mientras el Bota de Oro, volvía a pasarla canutas, Maribel también conocida como La Sirenita del río Cebollón ó Selene (Diosa de la luna), dejaba sus uñas marcadas sobre el brazo del Indomable Jaime, aferrándose a él con todas sus fuerzas para escapar del abismo de la cornisa.

Llegando a continuación a un llano donde una alambrada delimitaba el perímetro del bosque de pinos que teníamos enfrente. Pero dicha alambrada tiene dos accesos permanentemente abiertos que nos llevan a Carratraca, el primero, situado a unos 50 m. a la derecha, sigue el cauce del arroyo del Cementerio, con algunas zonas precarias de cierto vuelo y peligrosidad. Y el de la izquierda, que fue el que finalmente tomamos, encontrándose a unos 100 m de distancia, nos llevó por un precioso bosque de pinos, asentados sobre arenas blancas como si de playas del caribe se tratase en contraste con el agreste terreno montañoso que nos rodeaba. Por cierto, que según el número 10, del coleccionable que editó Diario SUR en 1998, titulado escapadas al Aire Libre, titulado “Por la Sierra Blanquilla de Carratraca”: esta sierra constituye un importante acuífero de mármoles dolomíticos fragmentados, azotados por los esfuerzos tectónicos de la orogenia alpina, factor que propició la creación de sus arenales.

Una vez en el bosque de pinos, comenzamos a ascender suavemente por un precioso sendero sobre las arenas blancas de donde toma su nombre esta sierra, con curvas recoletas que tanto nos recordó a Sierra Almijara, llegando mas tarde al famoso Llano de los Arenales, donde por desgracia en una tarde oscura no vimos brillar como habitualmente lo hacen en el suelo las laminas de mica y pirita donde se refleja el sol. Iniciado el descenso hacia Carratraca se pasa junto a la pequeña, pero impecable ermita de la Virgen de la Salud, patrona del pueblo, que celebra su fiesta grande el 15 de agosto. Entre las copas de los pinos que pueblan estas laderas, ya comenzábamos a vislumbrar allí abajo, las primeras casa del casco urbano, hacia donde íbamos descendiendo a través de los apretados zig-zags que describe esta preciosa senda que viene a desembocar muy cerca del emblemático ayuntamiento color albero, que fue construido en el año 1855 a expensas de Doña Trinidad Grund por el arquitecto Guerrero Estrachan, como casa de verano para la familia Heredia Grund, pionera del turismo burgués malagueño, atraida por los beneficios terapéuticos de las aguas termales sulfurosas del Balneario de Carratraca. De manera que la llegada a Carratraca, pasando junto al ayuntamiento y sus calles encaladas con la imponente sierra de Alcaparaín como telón de fondo, pusieron un broche de oro magnífico para rubricar una ruta tan interesante, como inédita.

Para celebrarlo finalizamos en el bar El Punto, que situado junto al mosaico con el mapa Carratraca y su sierra y a la concurrida fuente donde no dejan de llenarse garrafas durante todo el día, resultó ser el lugar ideal como punto de encuentro por la mañana y copa de despedida por la tarde. Llegando así hasta los vehículos que habíamos dejado allí estacionados por la mañana, para recuperar los que se encontraban situados en el inicio de ruta a unos 8 km. de Carratraca, dirección Álora. Los mismos que se tuvo que hacer andando Manolo, El Tritón de la Chorrera, cuando después de finalizar la misma ruta preparatoria, en solitario, dos días antes, por no encontrar a nadie en todo Carratraca que se ofreciera para llevarlo hasta allí, ni siquiera pagando. Y es que existe una leyenda negra y gran superstición alrededor de esa vieja carretera Álora-Carratraca, sin embargo, nosotros nos la encontramos en muy buen estado, salvo por alguna piedra desprendida de las paredes junto a las que discurre esta solitaria carretera.

¿Sabía que Carratraca es un municipio fronterizo entre la Serranía de Ronda y la comarca de Antequera. Por otra parte se ha considerado desde antiguo como una puerta del valle del Guadalhorce. Se encuentra enclavada en la falda sur de la Sierra Blanquilla de Baños, de la que emana su famoso manantial. Normalmente, Carratraca se abre al visitante; destacando el carácter afable de sus gentes curtidas por las montañas, los rincones surgidos en torno a sus fuentes y al balneario de aguas sulfurosas, el entrañable y siempre recomendable restaurante “Casa Pepa” al que siempre volveréis, las espectaculares vistas hacia la abrupta sierra Alcaparaín, ó su bosque de pinos en la zona alta del pueblo, animando al viajero a perderse por sus sendas ó caminos de herradura.
De origen árabe, Carratraca creció sobre todo en el siglo XIX debido a la existencia de aguas sulfurosas de cuyas propiedades curativas ya dieron noticia los romanos Tito Pulo y Lucio Voreno. A mediados de ese siglo se construyó un precioso balneario, de estilo neoclásico, frecuentado por muchas personas para el tratamiento de diversas dolencias.
Fernando VII ordenó la construcción de una gran fonda junto al balneario para alojarse allí con su séquito y poder tomar las aguas; así fue como nació el hostal del Príncipe. Una compleja edificación que sigue siendo el hospedaje utilizado por los agüistas. En el casco urbano destaca poderosamente el conjunto arquitectónico formado por la antigua casa de Doña Trinidad Grund, convertida en Ayuntamiento. La iglesia de Ntra. Sra. de la Salud es otro de los edificios de interés arquitectónico. Otros lugares de interés fuera del casco urbano son las cuevas del Duende, el abrigo de Alcaparaín, así como las simas Gorda y la de los Murciélagos.
Sus vecinos han sabido mantener sus tradiciones artesanas, podrá contemplar bellas piezas que se realizan con esparto, tallas de madera y obras pictóricas. Son platos autóctonos el jarrete a la campera, los callos y el chivo a la pastoril... Finalmente, hay que destacar la fiesta del embrujo de la Luna Mora cada 9 de septiembre, que bajo la luz de 12.000 velas, iluminan el pueblo esa noche con actuaciones que tienen lugar en la plaza de toros.

1 comentario :

  1. Increíble Juani, como siempre me quedo asombrada y divertida por tus crónicas...pero el final con la sevillana, nombrando a todos los lugares de Málaga...es genial. Veo que uno aprende a querer a su tierra con todos los sentidos...
    Luego en la crónica q vuelvo a leer, me encuentro con fotos increíbles como la del grupo caminando al lado de los molinos...sabés que estoy a favor de la energía alternativa, claro que sí, pero también entiendo cuando algunos ecologistas hablan de las consecuencias para el medio ambiente de la energía eólica...y cuando dicen "alteración del paisaje" pues...esa foto lo dice todo...pero si es necesario para preservar este increíble planeta, pues bienvenidos sean...

    Y por último, no sabía que existía una fiesta sobre la Luna Mora...claro, en esta fecha, con esa luna, no puede uno más que festejar...Como se entremezclan las historias y las palabras, no?
    Una vez más, muchas gracias por invitarme a tu blog, muchas pero muchas gracias.

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