sábado, diciembre 27, 2008

El Calar de Güejar Sierra

Viernes 26 de diciembre de 2008
El Calar de Güejar Sierra (Parque nacional de Sierra Nevada)
Fruto de una llamada al móvil de Carlitos para felicitarme las navidades la noche anterior en pleno frenesí de trabajo en el hotel, improvisamos una salida a la mañana siguiente, viernes, para realizar la salida al Calar que por el mal tiempo previsto para sábado y domingo tuvo que ser suspendida. Mientras que curiosamente para el viernes daban buen tiempo.

Dicho y hecho, con las primeras luces del amanecer dejábamos atrás Fuengirola, mientras Jenny Kravitz le ponía la banda sonora a este nuevo viaje hacia Sierra Nevada, desayunando en el mesón de la plaza del pueblo de Güejar Sierra, donde unos amables abuelos nos indicaron, la calle que teníamos que tomar para llegar directamente a la Fuente de los 16 caños, ubicada en el barrio alto del pueblo. Donde llegamos sin ningún problema, tras calzarnos las botas y conectar el GPS, echamos a andar por al comienzo de la pista asfaltada que es el principio y final de esta preciosa ruta circular en forma de ocho. Aunque era nuestra intención haber comenzado subiendo al Cerro del Toril, realizando todo el esfuerzo de subida de una forma directa y continuando el resto de la ruta en suaves toboganes y finalizando en un prolongado y suave descenso desde el Collado de la Gitana. Lo hicimos al revés, porque poco después del depósito de agua que queda a la izquierda del camino, el cruce en cuestión que viene unos 200 m. después justo a la altura de una barranquera, por donde hay que tomar si se quiere subir primero al Cerro del Toril, está muy mal señalizado, ni siquiera nos coscamos y simplemente nos limitamos a seguir el mismo camino que llevábamos dejando a nuestra derecha y cada vez mas atrás el pueblo de Güejar Sierra, poco después su campo de fútbol y continuando predominantemente en dirección este, vamos faldeando en suave ascenso la ladera sur del Alto del Calar, quedando este en todo momento a nuestra izquierda. Mientras vamos disfrutando de unas vistas cada vez a mayor altura de toda la cuerda que flanquea a La Vereda de la Estrella, que prácticamente vamos siguiendo durante toda la ruta en paralelo, con unas vistas inolvidables del Veleta, Mulhacén, Alcazaba, Vacares, Caballo, etc…
A lo largo de esta suave y dócil ascensión en paralelo a la Cañada Real de Quéntar, vamos encontrándonos con numerosos rebaños de vacas pastando tranquilamente a ambos lados del sendero, encontrándonos aquí y allá con algunas bañeras a modo de improvisados abrevaderos, y con las típicas balsas de agua en forma circular, precisamente justo después de pasar junto a una de ellas que queda a nuestra derecha. Llegamos al hito mas curioso de este tramo del camino, se trata de un angosto paso que se ha formado a raiz del desprendimiento de una gran roca, muy próximo al Cortijo de Las Cuevas de Robles. Desde aquí al Collado de la Gitana, la ascensión es tan suave que a penas te das cuenta que vas subiendo, sin embargo fue precisamente a partir del Collado de la Gitana donde comenzamos a encontrarnos con mantos de nieve cada vez mayores.
Cabe destacar que el Collado de la Gitana es una mediana altiplanicie que se forma al unirse el cordal del Alto del Calar con el del Cerro del Tamboril y en ambas direcciones se identifican fácilmente los senderos a seguir para completar los itinerarios de forma circular. En nuestro caso decidimos dirigirnos al Cerro del Toril rodeando su ladera sur, o lo que es lo mismo siguiendo la zona de debajo de la versión circular que podemos identificar en el mapa y que coincide con la señal de madera que nos indica “Collado del Alguacil” hacia donde dirigimos nuestros pasos. Con tanto ímpetu caminamos siguiendo esta dirección que cuando nos dimos cuenta habíamos pasado de largo el Cerro del Tamboril, cuando nos percatamos del error, subimos rápidamente a la crestería que teníamos a muy poquita distancia a nuestra izquierda y desde allí alcanzamos el Cerro del Tamboril, atravesando algunos tramos de nieve que en ocasiones nos llegaron casi hasta la rodilla.

Una vez en el Alto del Toril, aprovechando el radiante sol de aquella jornada memorable, la ausencia de viento y las espectaculares vistas sobre los grandes colosos de Sierra Nevada, disfrutamos de un almuerzo montañero, donde sólo faltaba música clásica para creerte que ya estabas en el mismísimo cielo. Pero justo cuando íbamos a reemprender el regreso me di cuenta de que se me había caído el polar azul marino, que llevaba mal colgado por l exterior de la mochila. Desandando el mismo camino que habíamos hecho desde el Collado de la Gitana. Un error por mi parte no haber comprobado en el mismo instante que me di cuenta de la perdida, las últimas fotos realizadas con mi cámara, donde me habría percatado fácilmente, que la última foto donde aparecía mi polar enganchado a la mochila fue unos 500 m. antes de llegar al Cerro del Tamboril, tal y como llegamos cresteando hacia el mismo desde el Collado del Alguacil.

De regreso al Collado de la Gitana, ya casi convencido de que el polar había quedado entre el Collado del Alguacil y el Cerro del Toril, por si acaso le pedí a un grupo de 4 excursionistas americanos que iban de regreso a Güejar Sierra por el mismo sendero que habíamos hecho por la mañana Carlitos y yo, que si lo encontraban, lo dejaran justo debajo del renault clio rojo cereza, que estaba aparcado justo en frente de la Fuente de los 16 caños, aunque todo fue para nada. A pesar del coraje que me dio perder una buena prenda de forma tan gilipollas, no dejé de quedarme extasiado ante las preciosas vistas de las que fuimos disfrutando durante todo el camino de vuelta por la redondeada cumbre del Alto del Calar, pasando poco después por los bunquers donde tuvieron lugar sangrientas escaramuzas durante la Guerra Civil, siendo el lugar conocido como Los Parapetos. Desde allí realizamos un cómodo descenso hacia el collado que se encuentra a pocos metros del escarpado Alto del Toril, desde donde disfrutamos de unas vistas espectaculares de la Sierra de Huetor al noroeste y Güejar Sierra, con el Embalse de Canales al sur, con cumbres tan fáciles de reconocer frente a nosotros como el piramidal Trevenque, el Lucero allá por Sierra Almijara o la Maroma, justo tras la cual se iba poniendo el sol desde nuestra posición, mientras realizábamos el empinadísimo descenso en zig-zag que hay desde el Alto del Toril hasta Güejar Sierra donde llegamos con las últimas luces del día. Dando por buena la perdida de mi polar azul marino o el histórico reloj digital de Carlitos, que lo conservaba desde su primera comunión.

A modo de resumen calificaría esta ruta espectacular desde el punto de vista paisajístico, ya que las vistas sobre los nortes de los colosos de Sierra Nevada son inmejorables. Y si bien la Vereda de la Estrella tiene mucha fama, si la haces lineal de forma tradicional, sin subir por la cuesta de los Presidiarios y el Refugio de la Cucaracha, vas demasiado encajonado entre laderas en umbría. Mientras que la ruta del Calar de Güejar haciéndola completa hasta el Cerro del Tamboril, te brinda unas panorámicas capaces de dejar boquiabiertos a los senderistas mas exigentes. Las panorámicas son tan grandiosas que tienes que hacer casi tres fotos con el angular totalmente abierto para abarcar todo el horizonte nevado que tienes delante.
Está breve crónica está dedicada a mis buenos amigos Reinaldo y Manuela que un par de años antes nos dieron a conocer esta preciosa ruta, a través del enlace que podéis ver al final del texto. Y también quisiera dedicársela a nuestro compañero Alejandro de Granada que por las inclemencias meteorológicas de este fin de semana, se ha visto obligado a posponerla para el hueco mas cercano que quedaba en nuestro calendario quedando fijada para:
Sábado 7 de febrero de 2008:
Circular por El Calar de Guejar Sierra, (Sierra Nevada)
Hora y punto de encuentro: 9,30 am frente a la Fuente de los 16 caños, en el pueblo de Guejar Sierra
Cómo llegar al punto de encuentro: Un kilómetro antes de la localidad de Güejar Sierra, justo después de pasar el camping “Las Lomas” tomamos la pista que sale a la izquierda, que nos lleva hasta la Argumosa y al Barrio Alto (de Güejar Sierra). Una vez en el barrio alto, atravesamos su plaza y giramos nuevamente a la izquierda, encontrándonos de frente con la Fuente de los 16 años, donde normalmente hay sitio de sobra para aparcar. Nuestros corresponsale enb Granada nos informan que hace poco la fuente se encontraba en un lamentable estado de abandono, sin poder hacer honor a su nombre, ya que tan sólo sale agua por uno de sus caños. Pero es un excelente lugar para quedar, ya que oficialmente es el comienzo y final de ruta. Además Sierra Nevada lleva todo el mes de diciembre a tope de nieve y las vistas con los colosos nevados, prometen ser fantásticas.
Distancia: 15 km. aprox.
Dificultad: media-baja.
Desnivel: 750 mts,
Duración: 4:00/4:30 horas (sin incluir paradas).
Época del año: prácticamente todo el año, aunque quizas en verano haga demasiado calor. En invierno puede que nieve, pero en los ultimos años lo ha hecho excepcionalmente, y de nevar, la haría más atractiva al no tener que superar grandes dificultades.
Altitud máxima: "El Calar" con 1.850 mts.
Otra información de interés: Hay una magnificas vistas de Sierra Nevada y el Valle del Genil hasta el embalse de Canales. Como curiosidad, decir que se pasa por una zona de trincheras y nidos de ametralladoras. La única pega, en mi opinión, es que los ultimos 3-4 km, son por carril para regresar a Guejar Sierra.
Persona de contacto: Alejandro Luque Cañizares: aluqueca@hotmail.com 630.448.389
Para mas información:
http://picobarro2008.iespana.es/18a%20Calar-Miguelejos.htm

martes, diciembre 16, 2008

Ascensión al Huma desde El Chorro

Épica Ascensión al Huma 1.191 m. desde la estación del Chorro 228 msnm. donde el Elfo de la Malagueta resistió estoicamente a un larguísimo descenso con esgince de rodilla.
(Paraje natural desfiladero de Los Gaitanes: t.m. de Ardales, Álora y Valle de Abdalajis)
Distancia teórica aprox. 12 km (ida y vuelta)
Duración teórica de la ruta: Unas 3 horas de ascensión y 2 horas y media de descenso.
Desnivel acumulado: subiendo por las “falsas escalerillas arabes” de La Pedrera: 881 m, bajando por la ruta de la sierra del Huma y sendero de la Haza del río: 936 m, siguiendo este mismo itinerario la distancia total es de 15,9 km, pero se suele quedar en unos 12 km si se hace lineal o se baja por el corredor del Campedrero.
Dificultad: Media/Alta
Tipo suelo: pista terriza al principio y final, laderas con hojarasca por los pinares y canchal con tramos de senda intermitentes entre el cortijo del Campedrero y la cumbre del Huma.
Tipo de recorrido: Lineal, con varias opciones de tramos circulares.
Época recomendable : Cualquier época menos en verano, ya que no hay agua en todo el recorrido, ni sombra entre la Pedrera y la cumbre del Huma.
Calzado, ropa y otros: Botas de treking; la ropa debe ser adecuada según la fecha en que se realice, esta peculiar montaña de forma trapezoidal está casi constantemente azotado por los vientos y la sensación térmica en la cumbre suele hacerte creer que estás en uno de los puntos mas fríos de la provincia de Málaga. Conviene tener muy presente el parte meteorológico el día previo, ya que en caso de lluvias, la inmensa planicie de su cumbre, suele quedar cubierta de nubes rápidamente y en medio de tan inmenso canchal la senda se pierde con facilidad.

Una vez mas de vuelta al Chorro, auténtico santuario de las montañas y clásico punto de encuentro de alpinistas, espeleólogos, senderistas y amantes de la naturaleza en general. ¡Que difícil resulta encontrar un paraje natural como el Desfiladero de Los Gaitanes!, con tan espectaculares paisajes y tantas connotaciones históricas y geológicas en tan reducido espacio de terreno, convirtiéndose en un improvisado museo de geología e ingeniería al aire libre. Con la mayor parte de sus obras hidráulicas realizadas en el primer tercio del siglo XX, donde muros y puentes se construían con preciosos lienzos de sillería y en gran medida, la mano del hombre se adaptaba a la fisonomía del paisaje, respetando la esencia del entorno. Que por algo muchos malagueños apodaron a mi paisano Don Rafel Benjumea Burín como “El Ingeniero Poeta”. A la finalización de la visita el Rey Alfonso XIII quedó tan impresionado por el conjunto de las obras en tan perfecta armonía con la espectacularidad del entorno que no dudó en otorgarle el título de “Conde del Guadalhorce”. Lástima que con el paso del tiempo ya no se tenga tanta conciencia del entorno y tengamos que contemplar estructuras al aire libre que destrozan el paisaje, como esa tubería gigante de hormigón que recorre en línea recta el Tajo de la Encantada, rematado por la horrorosa torre de cemento sobre su cumbre. Al menos la tubería podría haber ido bajo tierra o bien taparla con una cubierta vegetal ó similar.

Puntualmente legábamos a las 8.00 am. para desayunar en la Venta El Cruce de Ardales, pero al estar cerrada, nos vimos obligados a subir al centro del pueblo, donde desayunamos atendidos con gran parsimonia. Llegando unos minutos después de las 9.00 am. al Chorro, donde ya nos esperaban el resto de compañero, a quienes saludamos, bajo el frío intenso de aquella mañana que presagiaba una jornada de lluvia ó incluso nieve. La foto de comienzo de ruta la hicimos casi con el piloto automático y con el gorrito de lana puesto. Tomando como referencia el mosaico de azulejos de plano de situación del Chorro, subimos por las escaleritas que se encuentran justo al lado, para comenzar a ganar altura cuanto antes, llegando a continuación al siguiente nivel dode nos encontramos con el panel correspondiente al sendero de la Haza del Río que no es otro que la pista que zigzaguea en permanente ascensión, bajo al precioso bosque de pinos hasta el Puerto de Flandes donde casi nos plantamos, dado el trepidante ritmo con el que comenzamos la ruta, siempre con el cerro del Moro y de los Hornos a nuestra derecha y las impresionantes paredes de La Pedrera a la izquierda.

Tras un largo tramo acortando trocha, accedimos a la pista bastante mas arriba de la cantera, ya casi en el Puerto de Flandes, tomamos como referencia el comienzo de una marcada senda para acercarnos a la base de La Pedrera, pero 400 m mas allá y tras varios tramos de trepada que cada vez nos sonaban menos, nos dimos cuenta de que habíamos tomado una de las sendas que cogen los alpinistas para acceder a las paredes. No obstante, desde allí mismo, sin necesidad de regresar a la pista enlazamos con la senda de las escalerillas, que se encontraba unos 50 m. por debajo, si bien rápidamente comenzaba a ganar altura para llevarnos hasta el mágico tramo que erróneamente se conoce como “las escaleras árabes”, cuando en realidad parece ser que fueron construidas allá por los años 40. Unos dicen que para favorecer los accesos de comunicación entre los distintos puntos del conjunto de los embalses, otros para facilitar los accesos de cara a la reforestación que se llevó a cabo en la zona durante aquellos años. Y es que hay que reconocer que a veces somos un poco noveleros y sobre todo cuando nos encontramos en un entorno natural con algo antiguo rápidamente tendemos a datarlos de la época romana o musulmana, sin tener en cuenta los muchísimos acontecimientos históricos que han tenido lugar en España desde la reconquista de Granada hasta nuestros días. El caso es que este tramo de escaleras ó lo que queda de ellas, excavadas sobre la misma roca, es uno de los pasos mas bonitos y espectaculares por los que recuerdo haber pasado en cualquier ruta de montaña, el paisaje que tenemos a nuestros pies es impresionante, así como la verticalidad de las paredes junto a las que vamos subiendo, las curiosas formaciones rocosas como la aguja caliza que queda a nuestra izquierda en las proximidades del collado y si a todo eso le añadimos que tuvimos la gran suerte de encontrarnos con un numeroso grupo de cabras montesas que pasaron a pocos metros de nosotros, realizando un descenso a tumba abierta sobre las verticales paredes que teníamos a ambos lados del camino. No fueron pocos los compañeros que pronunciaron la célebre frase de: “sólo por esto ya ha merecido totalmente la pena venir”.

Y es que a pesar de la amenaza de lluvia e incluso de nevadas en cotas superiores a los 1.000 m para aquella fría jornada de sábado, los 15 compañeros que nos dimos cita para esta espectacular ascensión teníamos muy claro que íbamos a alcanzar la cumbre del Huma a pesar de todas las adversidades climatológicas. Con el cielo cada vez mas oscuro y el viento azotando de costado, llegamos al collado de la Pedrera con la impresionante mole del Huma ante nosotros y recostado al pié de sus espectaculares farallones rocosos el cortijo del Campedrero hacia el que dirigimos nuestros pasos, como manda la tradición para hacer una parada obligada antes de iniciar la subida. Encontrándonos con la sorpresa de que todo el perímetro de las casas ha sido vallado recientemente, por lo que no nos pudimos resguardar del viento, sentándonos al pie de una de sus paredes como era nuestra intención.

Después de dar cuenta de un tentempié y algún que otro trago de agua, retomamos el camino dirección norte, por la pista terriza que lleva a este bucólico cortijo, que ya quedaba a nuestra espalda, para abandonar dicha pista unos 200 m. mas adelante y adentrarnos a nuestra izquierda por una perdida senda que salvando un enmarañado mar de palmitos de gran tamaño nos lleva al pie de un gran tobogán escalonado originado por la falla que allí se encuentra y de la que nos servimos para iniciar la ascensión al Huma propiamente dicha. La fuerte pendiente de subida por esta especie de tobogán escalonado entre grandes bloques de roca caliza y palmitos hizo que el grupo se estirase bastante, pero con la máxima que siempre se debe respetar, de mantener el contacto visual entre la cola y la cabeza del grupo continuamos la ascensión. Una vez superado el tobogán y manteniendo su misma trayectoria, dirección oeste, caminamos en suave ascensión por el desdibujado tramo de senda correspondiente a la ruta que rodea la sierra del Huma, encontrándonos con algún que otro hito de piedra aquí y allá, una baliza solitaria de madera, la cumbre a nuestra derecha y el corredor del Campedrero a nuestra izquierda, ganando cada vez mas altura sobre los embalses superior e inferior de la Encantada que vemos cada vez mas abajo a nuestra izquierda, asomando por encima de la pedrera y cerrando el horizonte sur las sierras de Agua de Carratraca y la inconfundible silueta de Alcaparaín por encima de la cual ya asomaban la silueta de la omnipresente sierra de las Nieves que con un impresionante manto blanco hacía honor a su nombre.

Y así continuamos hasta llegar cerca de la divisoria de aguas de la sierra del Huma, donde la desdibujada senda realiza un giro de 90º a nuestra derecha para encarar la cumbre de frente con los tajos Ballesteros y del Almorchón a nuestra izquierda por encima de los cuales aparecen ante nosotros los embalses del Conde del Conde del Guadalhorce y Guadalteba confluyendo en la Presa del Gaitanejo, con el Castellón de Teba o Peñarrubia cerrando el horizonte, sobre el que distinguimos las localidades de Teba y Ardales, a pesar de la cortina de aguanieve que comenzaba a caer sobre nosotros, difuminando un horizonte que cada vez se distinguía menos en la distancia.
El frío iba en aumento progresivamente y llegados a este punto ya íbamos pertrechados hasta los ojos con todo lo que llevábamos a mano de cortavientos, chubasqueros, guantes, bragas, gorros de lana, etc... La sensación térmica era tan baja que no sólo no te sobraba nada, sino que de haber tenido mas ropa, nos la hubiéramos puesto.

A pesar de ser este último tramo de subida el mas tendido por su dócil desnivel, la accidentada extensión de esta tremenda altiplanicie, cubierta casi en su totalidad por un incipiente canchal de pequeños, pero afilados dientes, provocó el estiramiento del grupo hasta alcanzar casi un kilómetro entre el primer compañero, siendo la mayor parte del tiempo nuestro ínclito amigo Valentín, “El Retorno de Séneca”, que a sus 74 años no sólo está en un estado de forma física espectacular, sino que imparte lecciones de sabiduría en cada ruta con su gran bondad y humanidad. Y los últimos en llegar a la cumbre que fueron Vicky la Botánica y el Elfo de la Malagueta, que en ese momento nos confirmaba el agravamiento de la lesión en su rodilla izquierda, que venía arrastrando de un tiempo a esta parte. Nada mas llegar Vicky y Juan Antonio nos hicimos rápidamente la foto de cumbre y diciendo sobre el punto geodésico aquello de: “un, dos, tres por mí y por todos mis compañeros…” iniciamos el largo descenso desandando el mismo trayecto de subida que habíamos realizado, ante la inminente amenaza de empeoramiento del tiempo. Con un grupo de compañeros que nos fuimos rotando la mayor parte del descenso para estar junto a nuestro lesionado compañero Juan Antonio, “El Elfo de la Malagueta”, a quien le pusimos la mágica pomada “deep heat” y de quien no se despegó en ningún momento su amada Princesa Druida, aplicando sobré él, el poder de la curación de manos, que le ha sido otorgado por los Dioses.

Con el suelo cada vez mas mojado y resbaladizo, el viento cada vez mas frío y los pasos de nuestro maltrecho compañero cada vez mas lentos, realizó la bajada de forma estoica, sin quejarse una sola vez e incluso sin perder su agudo sentido del humor. Especialmente delicada fue la bajada por el tobogán de la falla, que ya nos devuelve a la pista del cortijo Campedrero, pero mientras algunos nos vimos obligados a bajar de culo sobre las rocas mojadas en los tramos mas expuestos, Juan Antonio MENA, el “Elfo de la Malagueta” volvía a hacer alarde de una gran pericia bajando con total desenvoltura, bajando con sus dos bastones por los tramos mas escarpados, ante la atenta y orgullosa mirada de su inseparable Princesa Druida y los siempre solidarios Duques de Juanar, El Portador del Anillo y la Reina del Chocolate.

Una vez en la pista del cortijo del Campedrero, ya estábamos en tierra firme y era el momento de replantearse la opción mas adecuada para regresar al Chorro. Así que de la misma manera que hay que saber leer los partidos, también conviene saber leer las rutas, especialmente cuando son varias las opciones como en este caso. Así que, dada las inclemencias climatológicas y el mermado estado de nuestro compañero, descartamos la idea original de descender por el corredor ó la lineal que supondría un acusado descenso por la Pedrera totalmente mojada, optando por la mas fácil, que curiosamente, no habíamos hecho nunca y que resultó ser, tomar la denominada ruta de la sierra del Huma, dejando definitivamente el cortijo a nuestra espalda y adentrándonos en el pinar, bajo el cual disfrutamos de un reponedor almuerzo montañero, con la tranquilidad de ver a Juan Antonio a salvo de los tramos mas delicados y con la euforia compartida del objetivo conseguido de forma épica, a pesar del mal tiempo, disfrutando de lo lindo de tan grata e interesante compañía que en perfecta armonía compartimos una comida que no hubiera cambiado por la del mejor restaurante del mundo. Y es que el ambiente mágico que se respira en cada una de nuestras salidas, termina convirtiéndose para la gran mayoría en una auténtica terapia para el cuerpo, la mente y el alma. Recargando baterías para aguantar la rutina de la semana laboral, siendo para muchos el gran aliciente para llegar al próximo fin de semana con renovadas ilusiones, como para muchos de nosotros fue en años de juventud, aquella época de discotecas cada sábado por la noche. ¡Ojo!, que digo “muchos de nosotros”, porque aún hay algunos/as compañeros/as que llegan de ruta y se van de marcha, “¡con dos cojones!”.

Antes de finalizar reanudar la caminata, nuestros anfitriones Vicky y Juan Antonio, nos deleitaron con una botella de anís castellana que junto con unos pastelitos navideños que también habían traído para la ocasión, sentaron de maravilla a todo el personal, para combatir el frío que otra vez volvíamos a padecer tras cerca de media hora allí parados. Reanudando la marcha por la pista entre los pinares, hasta el teórico punto de inicio de la ruta de la sierra del Huma. Teórico porque al tratarse de una ruta circular, aparentemente cualquier punto es bueno para inicio y final, pero es ha escogido este lugar, por ser el de mas fácil acceso por pista hasta el “Puerto de Flandes” al que llegamos en suave descenso dejando a ambos lados del camino abundantes lirios, empapados de gotas de lluvia, un par de bocas de antiguas minas cerradas, una vieja cantera a la derecha y el Tajo del Arrendajo y cortijo de La pedrera a nuestra izquierda. Desde el Puerto de Flandes, ya sólo quedaba bajar por la pista que nos lleva directamente al Chorro siguiendo todo el trayecto de la denominada ruta de la Haza del Río, con la omnipresente torre de hormigón que preside el tajo de la Encantada frente a nosotros, llegando al Chorro cerca de las 18.00 horas, después de que al pasar junto a las paredes de La Pedrera, un par de alpinistas, acompañados por Ana “La Venus de Boticcelli”, nos hicieran el favor de subir en busca de Juan Antonio que venía mas atrás renqueante de su rodilla acompañado por varios/as compañeros/as, con la mala suerte de que se cruzaron con los chavales que iban subiendo por la pista, mientras que Juan Antonio y su séquito venían acortando trocha. Al final también acudió Valentín que después de ser el primero en llegar al Chorró, regresó, corriendo monte arriba a lo Forrest Gump para socorrer al compañero, al igual que Paco Leal que como ya hiciera en la épica travesía Trevélez La Alcazaba, regresó con su coche por la pista monte arriba para recoger al compañero desvalido, llegando finalmente todos sanos y salvo al Chorro con las últimas luces del día. Desde donde Juan Antonio se trasladó a la clínica privada de la Encarnación de Málaga, tarjeta federativa en mano, donde fue perfectamente atendido y recordándonos una vez mas la importancia de estar federado.

Ni que decir tiene que esta crónica está especialmente dedicada a mi gran amigo y compañero de aventuras Juan Antonio MENA, que estoicamente aguantó el tirón en los momentos mas duros y en sus días de gran esplendor que afortunadamente han sido, la mayoría y esperamos que pronto vuelvan a serlo, siempre ha sido de los compañeros mas solidarios, con cualquier compañero de cola que se haya ido quedando rezagado por cualquier motivo. Otros compañeros aún no mencionados fueron: Rafael Sancho “El Capitán de Fragata”, Fabiola Lloret “La Ardilla del Concoste”, Eduardo Campos, Paco Jaime "El Bolichero", Manuel Manzanares “El Tritón de la Chorrera”, Inmaculada “Nefertitis” y un servidor Juan Ignacio Amador “El Comandante”, que tuvo la suerte de estar allí para contarlo.

Al día siguiente Juan Antonio MENA, nos enviaba un e-mail que decía así:

Muchas gracias a los amigos que gracias a su apoyo y colaboración se pudo hacer la bajada mucho más cómoda y pude llegar a buen puerto.

Llamé a la Mutua de la Federación y directamente me llegué a la clínica la Encarnación de Málaga, donde me hicieron unas radiografías y lo que tengo es un esguince de rodilla. Me pusieron un vendaje y estoy a base de pastillas para el dolor. En una semana me puedo quitar este aparatoso trapo y quizás, como me dijo el médico, pueda hacer vida normal; por lo que nos podríamos volver a ver en las MONTAÑAS.

Muchas gracias a todos.

Un abrazo,
Juan Antonio Mena

martes, diciembre 09, 2008

Alfarnate-Pico Vilo-conjunto de los Tajos del río Sabar-Alfarnatejo-Alfarnate

Sábado 6 de diciembre de 2008
Itinerario circular: Alfarnate- PR-A 268, Sendero del bosque de las Morillas, tramo paralelo al Arroyo Morales-PR-A267, Ascensión al Pico Vilo- descenso por el arroyo de Los Murciélags- conjunto de los tajos del río Sabar-camino de la sierra-Alfarnatejo-repetidor del Morrón del Águila-Alfarnate
(Entorno natural: Conjunto de los tajos del río Sabar y Sierra de Enmedio: Alfarnate, Alfarnatejo y Riogordo)
Longitud/desnivel acumulados aprox: 24,5 km / 1.500 m.
Tipo de suelo: vereda, pista forestal, campo través y escarpadas zonas rocosas (recomendables botas).
Dificultad: Versión completa Dura, versión reducida: Media

¡Menuda sorpresa me llevé cuando al coincidir con Valentín para desayunar en la venta Los Moriscos carretera Comenar-Alfarnate, me entregaba como regalo el libro “Hijos de Esparta”!, aquello hacía presagiar una jornada épica. Y es que adentrarse en el paisaje telúrico de grandes fallas, tajos y caos de rocas que caracterizan el entorno de esta zona de la alta Anarquía, nos sumerge en un mundo propio de la literatura fantástica tolkiana. Un auténtico viaje iniciático hacia el Reino de las montañas perdidas, perdidas en el anonimato de una de las comarcas mas desconocidas de la provincia de Málaga. En nuestro caso tal y como íbamos llegando en coche, el día amanecía con el cielo cubierto de enormes nubes teñidas de rosa que presagiaban lluvia inminente, un mar de nubes bajas alineadas a distinta altura inundaba el corredor existente entre Colmenar y el conjunto de los tajos del río Sabar, mientras los rayos del sol se filtraban y aquí y allá dibujando un mosaico de luces y sombras entre las nubes que viajaban a gran velocidad, aportándole al paisaje un alo de misterio que te hacía sentir en un entorno de leyenda.

Nuestro punto de encuentro para iniciar esta ruta fué Alfarnate, que situado a 925 m. sobre el nivel del mar, lo convierte en el pueblo mas alto de la provincia de Málaga y uno de los mas altos de Andalucía. Y allí nos encontramos con unos 15 compañeros de la “Asociación Senderista el Caminante de Málaga”: http://www.elcaminantedemalaga.com/Portada.htm, que a través de su presidente Pedro Arresa, habían contactado con nosotros semanas antes para solicitarnos unirse a nuestra expedición de otros 15 Pasos Largos que desde distintos puntos de la Málaga y Cádiz acudimos a la cita. Tras la sesión de saludos y presentaciones de hermandad hicimos una breve introducción sobre la ruta en general y sobre Alfarnate en particular. Entregando la correspondiente ficha de ruta, donde además del mapa se recordaba aquello de que el pueblo se encuentra situado en un paraje natural del extremo noroccidental de la Axarquía, rodeado por las sierras calizas de Enmedio, Palomera, de San Jorge y del Jobo, que contrastan con el suave perfil del valle donde se asienta este pueblo serrano rico en cultivos de olivos y almendros. Su fundación se remonta al período de dominación musulmana , hecho que es recogido por la tradición durante la fiesta de moros y cristianos. Su arquitectura de origen árabe conserva detalles pintorescos que bien merecen una visita, como la antigua Venta de Alfarnate, (hoy convertida en restaurante-museo), que en su día fue visitada por personajes como Alfonso XIII, José María el Tempranillo o Luis Candelas. La comida tradicional local es variada, como las sopas cachorreñas a base de ajo, pimiento, migas de pan y otros ingrediente, los morretes de papas y setas, las gachas, etc. Se sigue conservando la tradición artesana de la forja y la fragua. Su denominación más común es la de Puebla de Alfarnate ya que, durante la Edad Media, se daba el nombre de Puebla a los núcleos urbanos creados en territorio conquistado a los moros y por extensión a cualquier localidad de nuevo establecimiento. Como principal monumento destaca la iglesia parroquial de Santa Ana, con tres naves y una torre cuadrada de estilo mudéjar. Las leyendas más significativas están relacionadas con el fenómeno del bandolerismo. Entre una de las muchas habladurías o leyendas que tienen como protagonistas los bandoleros que recorrían y se refugiaban en los alrededores de Alfarnate, se cuenta, que José Mª. “El Tempranillo”, uno de los más conocidos bandoleros de la época, que llegando en cierta ocasión a la Venta de Alfarnate, se acercó a una de las mesas donde comían tranquilamente unos lugareños, todos de la misma olla; y les solicitó que le permitieran saciar su hambre comiendo con ellos en su misma olla; a lo que los lugareños respondieron que no, por no disponer en ese momento de ninguna cuchara para prestarle. El tempranillo que no consideró dicha excusa def. Su agrado, sacó un trozo de pan duro de su bolsa y quitándole la miga le dio forma de cuchara, y resuelto el único impedimento se dispuso a comer con ellos. Una vez vacía la olla, el tempranillo dijo: “ya que hemos terminado con la comida de la olla, ahora comámonos las cucharas” él se comió rápidamente su “cuchara” de pan y obligó a aquellos hombres a dar algún bocado a sus cucharas de madera.

Finalizada la charla, iniciábamos la primera parte de nuestro itinerario bajo un débil chiri miri, desde el mismo centro de Alfarnate, dirección oeste por el PR-A 268, SENDERO DEL BOSQUE DE LAS MORILLAS, , por la margen izquierda del arroyo del Palancar donde tuvo lugar un curioso hecho histórico. Y es que resulta que en un principio Alfarnatejo estuvo integrado en el término municipal de Alfarnate, del que se segregó en el siglo XVIII, esta separación provocó rencillas y tensiones entre uno y otro pueblo, que perduraban hasta que una lluvia inesperada los unió. La intensidad del agua caída provocó el desprendimiento de una roca, que pendía sobre el camino de herradura que unía ambas localidades, que aún existe (morrón del Malhinfierno) bloqueándolo y haciendo imposible el paso de una a otra. Siendo la caída de la enorme piedra, el origen de los sobrenombres de palancos y tejones, con los que son conocidos los vecinos de Alfarnate y Alfarnatejo, respectivamente. Los ciudadanos de ambos pueblos, después de varias deliberaciones, llegaron a la conclusión de que tenían que unir sus fuerzas, para lograr despejar el camino y que la única forma de hacerlo era desplazar la peña, ya que no disponían de barrenos ni pólvora para dinamitarla. Todos de acuerdo decidieron poner manos a la obra. Los de Alfarnate llegaron al lugar provistos de palancas, con las que pretendían hacer rodar el peñasco. Los de Alfarnatejo, por el contrario se presentaron con espiochas y azadas. La leyenda cuenta que los primeros se mantenían en sus trece, opinando que lo más fácil era desplazar la roca impulsándola con las palancas; los segundos se encerraron que era más práctico socavar la tierra bajo la mole con lo que ésta se movería al menor empuje por la “chorraera” abierta.Después de largos tiras y aflojas, esto último fue lo que se hizo, hasta llegar al extremo de que la inmensa roca, al carecer de base, rodó cuesta abajo yendo a parar al cauce del arroyo que los alfarnateños bautizaron del Palancar.
Precisamente a escasa distancia del lugar donde ocurrieron estos hechos la senda nos lleva a un pequeño pradito junto al río donde nos encontramos con varias balizas indicadoras. Aquí se hizo la primera parada de reagrupamiento, donde al comprobar lo heterogéneo del grupo y las distintas velocidades entre aquellos que estábamos obligados a ir a un ritmo fuerte para cubrir la ruta prevista en su totalidad y quienes preferían ir mas tranquilos para dar un paseo entre Alfarnate y Alfarnatejo, decidimos separarnos para que cada grupo siguiera su camino a su ritmo. Despidiéndonos aquí cordialmente de algo mas de la mitad del grupo de compañeros que venían con “El Caminante” encabezados por su presidente Pedro Arresa. Continuando por el sendero con un ritmo mas vivo disfrutábamos de lo lindo deleitándonos con el estruendoso caudal que llevaba el arroyo del Palancar junto al que íbamos caminando. Comenzando a ganar altura conforme íbamos girando alrededor del Morrión del Malinfierno, a nuestra izquierda y recreándonos poco después con una preciosa panorámica de Alfarnatejo con el telón de fondo del omnipresente conjunto de los tajos del río Sabar, hasta que llegamos a la pista forestal que faldea la zona alta de la sierra por donde discurría el siguiente tramo del recorrido coincidiendo con el PR. A-267 “Alfarnate-Pico Vilo”. Una vez alcanzada la pista volvió a ponerse de manifiesto la diferencia de ritmo que existía entre los distintos componentes del grupo, volviendo a aprovechar la coyuntura para recordar que la larga distancia y el desnivel que nos quedaba por afrontar requería de un ritmo rápido, pero que por otra parte quienes no pudieran seguirlo podían continuar mas reposadamente disfrutando de la ruta a su ritmo, incluso llegando al pico Vilo y regresando a Alfarnate por un camino distinto. Sin embargo, una vez superada la fuerte cuesta que acababan de subir y con el dócil tramo de pista que teníamos a continuación, nadie quiso apearse del grupo y volvimos a retomar la marcha con renovadas energías. Cubriendo los 3 km, de pista en un tiempo mas que aceptable.
Pero cuando la prolongación de la pista se convirtió en una pedregosa senda bordeando el canchal que quedaba a nuestra izquierda y el bosque por la derecha, el frío, el viento y el mar de nubes que empezaba a envolvernos con una fina llovizna y el alto ritmo de marcha que requería la larga distancia que nos habíamos propuesto cubrir, empezaron a mermar las fuerzas de aquellas compañeras que se habían empeñado en mantener un ritmo mas alto del que se podían permitir, avisando a los compañeros que venían haciendo de puente de que, ahora sí desistían de seguir el ritmo del grupo para hacer una pausa en el bosque de pinos poco antes de llegar al mágico paraje de la hera, para pensarse si continuaban ya por su cuenta para coronar el pico Vilo a un ritmo mas tranquilo o si se daban media vuelta para regresar en suave descenso relajadamente hasta Alfarnate, resultando esta última la decisión definitiva. Mientras tanto a un ritmo ya casi translíbico, salíamos del bosque de pinos, envueltos literalmente en las nubes que nos rodeaban, atravesando la posterior zona de transición de matorral y el tramo final hasta la cumbre en un tiempo record. Tras la foto de rigor con el limitado grupo de compañeros que cabían en el espolón rocoso que remata este peculiar punto geodésico del pico Vilo (1.415 m.), nos hicimos la foto de rigor con el emblemático medidor de velocidad del viento, totalmente roto y doblado tras nosotros. Testimonio elocuente de los fuertes vientos existentes en la zona, que precisamente en aquellos momentos seguían soplando con fuerza, teniendo que refugiarnos entre el caos de rocas que salpica la cumbre para comer algo, con el sabor agridulce de cumbre conquistada pero sin poder disfrutar de las vistas.
Una vez finalizado el breve descanso en la cumbre, desandamos el camino hasta mas allá del comienzo del bosque de pinos, concretamente hasta la altura del cortijo del Alguacil, donde existe un ramal que sale de la pista principal para adentrarse en una finca por donde proseguiría nuestra ruta. Momento para volver a reagruparnos y recordar a todos los compañeros que precisamente lo que teníamos por delante era el tramo mas largo y abrupto de la jornada. Produciéndose un nuevo descarte, de tal manera que ya sólo nos quedábamos en una docena de compañeros. Digno de mención fue el abandono en este punto de Conchi, vicepresidenta del “Caminante” que decidió retirarse para volver con los compañeros que optaron por la ruta mas tranquila al principio de la jornada. Así como el pasos largos José Antonio Luque “El Vigilante de la Playa”, senderista de tronío pero aún convaleciente de un proceso gripal que le obligó a retirarse. Anteriormente lo habían hecho Guille, La Astrónoma y Maribel, La Sirenita del río Cebollón, que regresaron a Alfarnate con el dilema de intensificar las horas de gimnasio o bajar el nivel de dificultad a la hora de escoger futuras rutas

Superada limpiamente la segunda alambrada de la jornada iniciamos un largísimo descenso paralelo al arroyo de Los Murciélagos que nos llevaría primero por una zona relativamente asequible de matorral, llegando posteriormente a la espectacular zona de canchal aparentemente intransitable que flanquea ambos lados de la preciosa y solitaria carretera que comunica Riogordo con Alfarnatejo, llegando sin mayores dificultades a la orilla del río Sabar, de la mano experta de Manolo Manzanares, mas conocido como El Tritón de la Chorrera que se lució clavó a la perfección el trazado de la ruta haciéndolo coincidir con el único puente sobre el río cosa muy difícil de adivinar desde el lugar donde descendimos si no se conoce la zona.

Una vez en el río Sabar, no rodeaamos el Tajo de Doñana por el sur tal y como habíamos marcado en el mapa, sino que decidimos llegar a los pies del Tajo Gómer, en línea recta, ó lo que es lo mismo, a través del camino que asciende por el Navazo superando un empinadísimo valle que puso una vez mas a prueba la resistencia de los componentes del grupo, con las espectaculares paredes del Tajo de Doñana a nuestra izquierda y las del Fraile a la derecha. Llegando al collado que ya da vistas a la inexpugnable y escalofriante pared norte del Tajo Gómer (1.129 m). Ante las cuales hicimos una pausa para almorzar en un pequeño prado rodeado de canchales, resguardados del viento junto a los derruidos muros de un antiguo corral. Eran ya las tres y media cuando acabamos de almorzar y teniendo en cuenta que estábamos justo en la cara opuesta por donde debíamos iniciar la subida al coloso, mas la dificultad del escarpado tobogán calizo por el que tuvimos que descender hasta situarnos a sus pies, decidimos renunciar al intento de subida al mismo por falta de tiempo, ya que quedaban menos de tres horas para la fría noche en la sierra, y mas unos diez kilómetros hasta Alfarnate, incluyendo dos tramos de subida. Mas la dificultad añadida de alcanzar desde allí mismo el denominado “Camino de la Sierra” del que a pesar de tener a tiro de piedra, nos separaba un enjambre de altos matorrales, chaparros y canchales y un laberinto de mil sendas de cabras que convirtieron este tramo en una auténtica jinkana que provocó la división del grupo reagrupándonos mas tarde en las inmediaciones del cortijo Fariña. Afortunadamente la buena cobertura entre los móviles mitigó la incertidumbre y el desasosiego que en otras circunstancias se habría producido.

Desde el cortijo de Fariña, llegamos sin dificultad a las ruinas del cortijo del Cuartillo, desde el cual retomamos el denominado Camino de la Sierra, vadeando en varias ocasiones el arroyo de la Cueva, que llevaba un considerable caudal, hasta que llegamos a la zona alta del camino que rodea el conjunto de los tajos por el norte llevando a nuestra derecha el Tajo del Fraile y el Chamizo alto a nuestra izquierda, con el sol poniéndose a nuestra espalda tal y como llegábamos a Alfarnatejo con las últimas luces del día, atravesando sus calles con las farolas ya encendidas. Entrañable pueblecito de casas sencillas, donde únicamente destaca su iglesia del Santo Cristo de Cabrilla (s. XVIII). Al igual que Alfarnate sus montañas y desfiladeros constituyen un poderoso reclamo para los aficionados al senderismo y amantes de la naturaleza en general. Los restos arqueológicos encontrados en los desfiladeros del río Sabar sitúan la presencia del hombre en esta zona desde la época neolítica. Durante la dominación musulmana, las cimas del Alto del Fraile pudieron ser un lugar ideal para vigilar el paso por la zona si, como parece, allí existió una fortaleza que hoy se conoce como Castillo de Sabar, que intentaremos localizar en una futura ruta.Algunos historiadores sitúan el origen de Alfarnatejo en una alquería de época musulmana nacida al abrigo de dicho castillo.

De noche cerrada iniciamos el último descenso del día por la sierra de en medio, sirviéndonos de la pista por donde discurre el PR. A-268, Sendero del bosque de las Morillas, viniendo a morir la pista en el llanito donde se encuentra el lagar de Olmedo, desde donde alcanzamos el Morrión del Águila, junto al repetidor sobre la divisoria de aguas de la sierra, con la ayuda de los frontales y el buen instinto de Chuky. Alcanzada la pista que discurre por la zona alta de la sierra, sólo nos quedaba descender hasta Alfarnate que ya veíamos iluminado allíabajo, viniendo a salir la pista por la que descendimos al campo de fútbol y al camping por el que accedíamos para entrar n su casco urbano donde antes donde antes de despedirnos nos tomamos unas cervecitas y tapitas de chacina variada del pueblo. Siendo los compañeros que completaron la ruta en su totalidad. Lourdes y Juan, Los Colosos de Casarabonela, senderistas de tronío participantes en la Translíbica y los 101 km. de la legión, José Antonio Blackmountain uno de los 4 supervivientes de la última Translíbica 2008, Juan Moreno Guillén que dejó alto el pabellón del Puerto de Santa María, Alejandro Luque “El Guardián de la Alambra” que mostró magníficas maneras al igual que Juan Carlos “El Portador del Anillo” y Caqui “La Reina del Chocolate” que sigue progresando muy adecuadamente. Eduardo Campos debutaba en una salida de Pasos largos con muy buena nota, Manuel Manzanares “El Tritón de la Chorrera” volvía a lucirse como guía experto y experimentado donde los haya, curtido en mil batallas. Valentín a sus 74 años no sólo es la admiración de todo el grupo por su magnífico estado de forma y su espectacular forma de caminar, sino por su simpatía, su buen humor, sus palabras de aliento, su camaradería y sus instructivas charlas que involuntariamente se convierten en auténticas lecciones de sabiduría. Y Juan Ignacio Amador, un humilde servidor que tuvo el privilegio de compartir una preciosa jornada montañera con tan ilustres compañeros de aventura.