martes, diciembre 16, 2008

Ascensión al Huma desde El Chorro

Épica Ascensión al Huma 1.191 m. desde la estación del Chorro 228 msnm. donde el Elfo de la Malagueta resistió estoicamente a un larguísimo descenso con esgince de rodilla.
(Paraje natural desfiladero de Los Gaitanes: t.m. de Ardales, Álora y Valle de Abdalajis)
Distancia teórica aprox. 12 km (ida y vuelta)
Duración teórica de la ruta: Unas 3 horas de ascensión y 2 horas y media de descenso.
Desnivel acumulado: subiendo por las “falsas escalerillas arabes” de La Pedrera: 881 m, bajando por la ruta de la sierra del Huma y sendero de la Haza del río: 936 m, siguiendo este mismo itinerario la distancia total es de 15,9 km, pero se suele quedar en unos 12 km si se hace lineal o se baja por el corredor del Campedrero.
Dificultad: Media/Alta
Tipo suelo: pista terriza al principio y final, laderas con hojarasca por los pinares y canchal con tramos de senda intermitentes entre el cortijo del Campedrero y la cumbre del Huma.
Tipo de recorrido: Lineal, con varias opciones de tramos circulares.
Época recomendable : Cualquier época menos en verano, ya que no hay agua en todo el recorrido, ni sombra entre la Pedrera y la cumbre del Huma.
Calzado, ropa y otros: Botas de treking; la ropa debe ser adecuada según la fecha en que se realice, esta peculiar montaña de forma trapezoidal está casi constantemente azotado por los vientos y la sensación térmica en la cumbre suele hacerte creer que estás en uno de los puntos mas fríos de la provincia de Málaga. Conviene tener muy presente el parte meteorológico el día previo, ya que en caso de lluvias, la inmensa planicie de su cumbre, suele quedar cubierta de nubes rápidamente y en medio de tan inmenso canchal la senda se pierde con facilidad.

Una vez mas de vuelta al Chorro, auténtico santuario de las montañas y clásico punto de encuentro de alpinistas, espeleólogos, senderistas y amantes de la naturaleza en general. ¡Que difícil resulta encontrar un paraje natural como el Desfiladero de Los Gaitanes!, con tan espectaculares paisajes y tantas connotaciones históricas y geológicas en tan reducido espacio de terreno, convirtiéndose en un improvisado museo de geología e ingeniería al aire libre. Con la mayor parte de sus obras hidráulicas realizadas en el primer tercio del siglo XX, donde muros y puentes se construían con preciosos lienzos de sillería y en gran medida, la mano del hombre se adaptaba a la fisonomía del paisaje, respetando la esencia del entorno. Que por algo muchos malagueños apodaron a mi paisano Don Rafel Benjumea Burín como “El Ingeniero Poeta”. A la finalización de la visita el Rey Alfonso XIII quedó tan impresionado por el conjunto de las obras en tan perfecta armonía con la espectacularidad del entorno que no dudó en otorgarle el título de “Conde del Guadalhorce”. Lástima que con el paso del tiempo ya no se tenga tanta conciencia del entorno y tengamos que contemplar estructuras al aire libre que destrozan el paisaje, como esa tubería gigante de hormigón que recorre en línea recta el Tajo de la Encantada, rematado por la horrorosa torre de cemento sobre su cumbre. Al menos la tubería podría haber ido bajo tierra o bien taparla con una cubierta vegetal ó similar.

Puntualmente legábamos a las 8.00 am. para desayunar en la Venta El Cruce de Ardales, pero al estar cerrada, nos vimos obligados a subir al centro del pueblo, donde desayunamos atendidos con gran parsimonia. Llegando unos minutos después de las 9.00 am. al Chorro, donde ya nos esperaban el resto de compañero, a quienes saludamos, bajo el frío intenso de aquella mañana que presagiaba una jornada de lluvia ó incluso nieve. La foto de comienzo de ruta la hicimos casi con el piloto automático y con el gorrito de lana puesto. Tomando como referencia el mosaico de azulejos de plano de situación del Chorro, subimos por las escaleritas que se encuentran justo al lado, para comenzar a ganar altura cuanto antes, llegando a continuación al siguiente nivel dode nos encontramos con el panel correspondiente al sendero de la Haza del Río que no es otro que la pista que zigzaguea en permanente ascensión, bajo al precioso bosque de pinos hasta el Puerto de Flandes donde casi nos plantamos, dado el trepidante ritmo con el que comenzamos la ruta, siempre con el cerro del Moro y de los Hornos a nuestra derecha y las impresionantes paredes de La Pedrera a la izquierda.

Tras un largo tramo acortando trocha, accedimos a la pista bastante mas arriba de la cantera, ya casi en el Puerto de Flandes, tomamos como referencia el comienzo de una marcada senda para acercarnos a la base de La Pedrera, pero 400 m mas allá y tras varios tramos de trepada que cada vez nos sonaban menos, nos dimos cuenta de que habíamos tomado una de las sendas que cogen los alpinistas para acceder a las paredes. No obstante, desde allí mismo, sin necesidad de regresar a la pista enlazamos con la senda de las escalerillas, que se encontraba unos 50 m. por debajo, si bien rápidamente comenzaba a ganar altura para llevarnos hasta el mágico tramo que erróneamente se conoce como “las escaleras árabes”, cuando en realidad parece ser que fueron construidas allá por los años 40. Unos dicen que para favorecer los accesos de comunicación entre los distintos puntos del conjunto de los embalses, otros para facilitar los accesos de cara a la reforestación que se llevó a cabo en la zona durante aquellos años. Y es que hay que reconocer que a veces somos un poco noveleros y sobre todo cuando nos encontramos en un entorno natural con algo antiguo rápidamente tendemos a datarlos de la época romana o musulmana, sin tener en cuenta los muchísimos acontecimientos históricos que han tenido lugar en España desde la reconquista de Granada hasta nuestros días. El caso es que este tramo de escaleras ó lo que queda de ellas, excavadas sobre la misma roca, es uno de los pasos mas bonitos y espectaculares por los que recuerdo haber pasado en cualquier ruta de montaña, el paisaje que tenemos a nuestros pies es impresionante, así como la verticalidad de las paredes junto a las que vamos subiendo, las curiosas formaciones rocosas como la aguja caliza que queda a nuestra izquierda en las proximidades del collado y si a todo eso le añadimos que tuvimos la gran suerte de encontrarnos con un numeroso grupo de cabras montesas que pasaron a pocos metros de nosotros, realizando un descenso a tumba abierta sobre las verticales paredes que teníamos a ambos lados del camino. No fueron pocos los compañeros que pronunciaron la célebre frase de: “sólo por esto ya ha merecido totalmente la pena venir”.

Y es que a pesar de la amenaza de lluvia e incluso de nevadas en cotas superiores a los 1.000 m para aquella fría jornada de sábado, los 15 compañeros que nos dimos cita para esta espectacular ascensión teníamos muy claro que íbamos a alcanzar la cumbre del Huma a pesar de todas las adversidades climatológicas. Con el cielo cada vez mas oscuro y el viento azotando de costado, llegamos al collado de la Pedrera con la impresionante mole del Huma ante nosotros y recostado al pié de sus espectaculares farallones rocosos el cortijo del Campedrero hacia el que dirigimos nuestros pasos, como manda la tradición para hacer una parada obligada antes de iniciar la subida. Encontrándonos con la sorpresa de que todo el perímetro de las casas ha sido vallado recientemente, por lo que no nos pudimos resguardar del viento, sentándonos al pie de una de sus paredes como era nuestra intención.

Después de dar cuenta de un tentempié y algún que otro trago de agua, retomamos el camino dirección norte, por la pista terriza que lleva a este bucólico cortijo, que ya quedaba a nuestra espalda, para abandonar dicha pista unos 200 m. mas adelante y adentrarnos a nuestra izquierda por una perdida senda que salvando un enmarañado mar de palmitos de gran tamaño nos lleva al pie de un gran tobogán escalonado originado por la falla que allí se encuentra y de la que nos servimos para iniciar la ascensión al Huma propiamente dicha. La fuerte pendiente de subida por esta especie de tobogán escalonado entre grandes bloques de roca caliza y palmitos hizo que el grupo se estirase bastante, pero con la máxima que siempre se debe respetar, de mantener el contacto visual entre la cola y la cabeza del grupo continuamos la ascensión. Una vez superado el tobogán y manteniendo su misma trayectoria, dirección oeste, caminamos en suave ascensión por el desdibujado tramo de senda correspondiente a la ruta que rodea la sierra del Huma, encontrándonos con algún que otro hito de piedra aquí y allá, una baliza solitaria de madera, la cumbre a nuestra derecha y el corredor del Campedrero a nuestra izquierda, ganando cada vez mas altura sobre los embalses superior e inferior de la Encantada que vemos cada vez mas abajo a nuestra izquierda, asomando por encima de la pedrera y cerrando el horizonte sur las sierras de Agua de Carratraca y la inconfundible silueta de Alcaparaín por encima de la cual ya asomaban la silueta de la omnipresente sierra de las Nieves que con un impresionante manto blanco hacía honor a su nombre.

Y así continuamos hasta llegar cerca de la divisoria de aguas de la sierra del Huma, donde la desdibujada senda realiza un giro de 90º a nuestra derecha para encarar la cumbre de frente con los tajos Ballesteros y del Almorchón a nuestra izquierda por encima de los cuales aparecen ante nosotros los embalses del Conde del Conde del Guadalhorce y Guadalteba confluyendo en la Presa del Gaitanejo, con el Castellón de Teba o Peñarrubia cerrando el horizonte, sobre el que distinguimos las localidades de Teba y Ardales, a pesar de la cortina de aguanieve que comenzaba a caer sobre nosotros, difuminando un horizonte que cada vez se distinguía menos en la distancia.
El frío iba en aumento progresivamente y llegados a este punto ya íbamos pertrechados hasta los ojos con todo lo que llevábamos a mano de cortavientos, chubasqueros, guantes, bragas, gorros de lana, etc... La sensación térmica era tan baja que no sólo no te sobraba nada, sino que de haber tenido mas ropa, nos la hubiéramos puesto.

A pesar de ser este último tramo de subida el mas tendido por su dócil desnivel, la accidentada extensión de esta tremenda altiplanicie, cubierta casi en su totalidad por un incipiente canchal de pequeños, pero afilados dientes, provocó el estiramiento del grupo hasta alcanzar casi un kilómetro entre el primer compañero, siendo la mayor parte del tiempo nuestro ínclito amigo Valentín, “El Retorno de Séneca”, que a sus 74 años no sólo está en un estado de forma física espectacular, sino que imparte lecciones de sabiduría en cada ruta con su gran bondad y humanidad. Y los últimos en llegar a la cumbre que fueron Vicky la Botánica y el Elfo de la Malagueta, que en ese momento nos confirmaba el agravamiento de la lesión en su rodilla izquierda, que venía arrastrando de un tiempo a esta parte. Nada mas llegar Vicky y Juan Antonio nos hicimos rápidamente la foto de cumbre y diciendo sobre el punto geodésico aquello de: “un, dos, tres por mí y por todos mis compañeros…” iniciamos el largo descenso desandando el mismo trayecto de subida que habíamos realizado, ante la inminente amenaza de empeoramiento del tiempo. Con un grupo de compañeros que nos fuimos rotando la mayor parte del descenso para estar junto a nuestro lesionado compañero Juan Antonio, “El Elfo de la Malagueta”, a quien le pusimos la mágica pomada “deep heat” y de quien no se despegó en ningún momento su amada Princesa Druida, aplicando sobré él, el poder de la curación de manos, que le ha sido otorgado por los Dioses.

Con el suelo cada vez mas mojado y resbaladizo, el viento cada vez mas frío y los pasos de nuestro maltrecho compañero cada vez mas lentos, realizó la bajada de forma estoica, sin quejarse una sola vez e incluso sin perder su agudo sentido del humor. Especialmente delicada fue la bajada por el tobogán de la falla, que ya nos devuelve a la pista del cortijo Campedrero, pero mientras algunos nos vimos obligados a bajar de culo sobre las rocas mojadas en los tramos mas expuestos, Juan Antonio MENA, el “Elfo de la Malagueta” volvía a hacer alarde de una gran pericia bajando con total desenvoltura, bajando con sus dos bastones por los tramos mas escarpados, ante la atenta y orgullosa mirada de su inseparable Princesa Druida y los siempre solidarios Duques de Juanar, El Portador del Anillo y la Reina del Chocolate.

Una vez en la pista del cortijo del Campedrero, ya estábamos en tierra firme y era el momento de replantearse la opción mas adecuada para regresar al Chorro. Así que de la misma manera que hay que saber leer los partidos, también conviene saber leer las rutas, especialmente cuando son varias las opciones como en este caso. Así que, dada las inclemencias climatológicas y el mermado estado de nuestro compañero, descartamos la idea original de descender por el corredor ó la lineal que supondría un acusado descenso por la Pedrera totalmente mojada, optando por la mas fácil, que curiosamente, no habíamos hecho nunca y que resultó ser, tomar la denominada ruta de la sierra del Huma, dejando definitivamente el cortijo a nuestra espalda y adentrándonos en el pinar, bajo el cual disfrutamos de un reponedor almuerzo montañero, con la tranquilidad de ver a Juan Antonio a salvo de los tramos mas delicados y con la euforia compartida del objetivo conseguido de forma épica, a pesar del mal tiempo, disfrutando de lo lindo de tan grata e interesante compañía que en perfecta armonía compartimos una comida que no hubiera cambiado por la del mejor restaurante del mundo. Y es que el ambiente mágico que se respira en cada una de nuestras salidas, termina convirtiéndose para la gran mayoría en una auténtica terapia para el cuerpo, la mente y el alma. Recargando baterías para aguantar la rutina de la semana laboral, siendo para muchos el gran aliciente para llegar al próximo fin de semana con renovadas ilusiones, como para muchos de nosotros fue en años de juventud, aquella época de discotecas cada sábado por la noche. ¡Ojo!, que digo “muchos de nosotros”, porque aún hay algunos/as compañeros/as que llegan de ruta y se van de marcha, “¡con dos cojones!”.

Antes de finalizar reanudar la caminata, nuestros anfitriones Vicky y Juan Antonio, nos deleitaron con una botella de anís castellana que junto con unos pastelitos navideños que también habían traído para la ocasión, sentaron de maravilla a todo el personal, para combatir el frío que otra vez volvíamos a padecer tras cerca de media hora allí parados. Reanudando la marcha por la pista entre los pinares, hasta el teórico punto de inicio de la ruta de la sierra del Huma. Teórico porque al tratarse de una ruta circular, aparentemente cualquier punto es bueno para inicio y final, pero es ha escogido este lugar, por ser el de mas fácil acceso por pista hasta el “Puerto de Flandes” al que llegamos en suave descenso dejando a ambos lados del camino abundantes lirios, empapados de gotas de lluvia, un par de bocas de antiguas minas cerradas, una vieja cantera a la derecha y el Tajo del Arrendajo y cortijo de La pedrera a nuestra izquierda. Desde el Puerto de Flandes, ya sólo quedaba bajar por la pista que nos lleva directamente al Chorro siguiendo todo el trayecto de la denominada ruta de la Haza del Río, con la omnipresente torre de hormigón que preside el tajo de la Encantada frente a nosotros, llegando al Chorro cerca de las 18.00 horas, después de que al pasar junto a las paredes de La Pedrera, un par de alpinistas, acompañados por Ana “La Venus de Boticcelli”, nos hicieran el favor de subir en busca de Juan Antonio que venía mas atrás renqueante de su rodilla acompañado por varios/as compañeros/as, con la mala suerte de que se cruzaron con los chavales que iban subiendo por la pista, mientras que Juan Antonio y su séquito venían acortando trocha. Al final también acudió Valentín que después de ser el primero en llegar al Chorró, regresó, corriendo monte arriba a lo Forrest Gump para socorrer al compañero, al igual que Paco Leal que como ya hiciera en la épica travesía Trevélez La Alcazaba, regresó con su coche por la pista monte arriba para recoger al compañero desvalido, llegando finalmente todos sanos y salvo al Chorro con las últimas luces del día. Desde donde Juan Antonio se trasladó a la clínica privada de la Encarnación de Málaga, tarjeta federativa en mano, donde fue perfectamente atendido y recordándonos una vez mas la importancia de estar federado.

Ni que decir tiene que esta crónica está especialmente dedicada a mi gran amigo y compañero de aventuras Juan Antonio MENA, que estoicamente aguantó el tirón en los momentos mas duros y en sus días de gran esplendor que afortunadamente han sido, la mayoría y esperamos que pronto vuelvan a serlo, siempre ha sido de los compañeros mas solidarios, con cualquier compañero de cola que se haya ido quedando rezagado por cualquier motivo. Otros compañeros aún no mencionados fueron: Rafael Sancho “El Capitán de Fragata”, Fabiola Lloret “La Ardilla del Concoste”, Eduardo Campos, Paco Jaime "El Bolichero", Manuel Manzanares “El Tritón de la Chorrera”, Inmaculada “Nefertitis” y un servidor Juan Ignacio Amador “El Comandante”, que tuvo la suerte de estar allí para contarlo.

Al día siguiente Juan Antonio MENA, nos enviaba un e-mail que decía así:

Muchas gracias a los amigos que gracias a su apoyo y colaboración se pudo hacer la bajada mucho más cómoda y pude llegar a buen puerto.

Llamé a la Mutua de la Federación y directamente me llegué a la clínica la Encarnación de Málaga, donde me hicieron unas radiografías y lo que tengo es un esguince de rodilla. Me pusieron un vendaje y estoy a base de pastillas para el dolor. En una semana me puedo quitar este aparatoso trapo y quizás, como me dijo el médico, pueda hacer vida normal; por lo que nos podríamos volver a ver en las MONTAÑAS.

Muchas gracias a todos.

Un abrazo,
Juan Antonio Mena

2 comentarios :

  1. Anónimo5:52 a. m.

    I like your blog

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  2. Siempre a tu lado incondicionalmente.....maravilloso trabajo comandante!!!

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