domingo, marzo 08, 2009

Travesía Ronda El Burgo

Sábado 7 de marzo de 2009
Travesía Ronda – El Burgo, Ruta homenaje a Pasos Largos, el último bandolero de la Serranía:
Hacía ya varios años que se venía fraguando la idea de realizar esta emblemática travesía entre las localidades de Ronda y El Burgo donde el mítico bandolero Pasos Largos que le da nombre a nuestra asociación senderista: nació, creció y protagonizó los mas sonados episodios con los que se forjó la leyenda del que ha sido considerado el último bandolero de la Serranía. Personajes mitificados que forman parte de la rica y variopinta historia de nuestra querida Andalucía. Pero por una razón o por otra todavía no se había organizado dicha travesía, hasta que por fin nuestros compañeros: Rafa Márquez, mas conocido como el Aristóteles de la senda (socio nº1 de P.L.), Don Fernando el Diácono y Carlos Tapia, El Retratista de atardeceres y amaneceres se decidieron a prepararla y organizarla con gran acierto y brillantez para el inolvidable sábado 7 de marzo de 2009, consiguiendo superar la cincuentena de socios que tuvieron el privilegio de poder participar en esta interesante travesía de dificultad media con perfiles suaves y una distancia de 22,4 km caminando por bellos paisajes montañosos repletos de historias y leyendas, atravesando Sierra Blanquilla, situada al norte del parque natural Sierra de Las Nieves, Reserva de la Biosfera.

A la hora indicada ya habían llegado todos los compañeros al punto de encuentro ubicado en el parking junto al Polideportivo Municipal, cercano al hospital de Ronda, desde donde partió la travesía dirección nordeste, caminando por pistas mas o menos paralelas a la carretera de Campillos, entre fincas y tierras de labranza donde ya se dejaba ver algún almendro en flor anunciando la cercana primavera, mientras que los grandes charcos que inundaban algunos tramos del camino, daban fe de las recientes lluvias caídas en los días anteriores, ¡cuánto tiempo hacía que no vivíamos un invierno tan lluvioso!. Todavía bajo aquel cielo cubierto de negros nubarrones llegábamos a la fuente de Espejo, donde se hacía la primera parada de reagrupamiento. Poco después iniciábamos la bajada al arroyo de la Ventilla, con vistas a un precioso cortijo situado casi al nivel del arroyo, que algunos optaron por atravesar por debajo del puentecillo sobre el que pasa la vía del tren y la mayor parte del grupo en un tramo aguas arriba, donde cada uno salvo el vado con la pericia propia de un pasos largos, excepto paradojas del destino, uno de nuestros mas intrépidos compañeros: el incansable José Antonio Blackmountain, que tal vez por un exceso de confianza a la hora de pasar el vado saltando de piedra en piedra, resbaló con una roca, no solo metiendo una pierna el agua casi hasta la rodilla, sino doblándose un tobillo, a pesar de lo cual no solo le restó importancia al asunto, sino que continuó, completando la totalidad con pundonor espartano.

Una vez atravesado el vado del arroyo de la Ventilla, las nubes comenzaban ya a disiparse, permitiéndonos disfrutar de una radiante jornada de sol. Y la travesía viraba ya de forma clara en dirección este, continuando por una suave pero prolongada ascensión, que serpenteaba entre abundante matorral y pequeñas encinas, como antesala del precioso prado donde fuimos pasando junto a los hitos de la Fuente del Espino, el mítico miliario romano, o los restos del dolmen situado a los pies del cerro conocido como el Cancho de la Pepa, principal referente visual del tramo central de la travesía, que fuimos faldeando por la cara sur de su base, hasta situarnos en el mítico puerto del Viento, donde tocábamos la carretera Ronda-El Burgo, que durante el siguiente kilómetro quedaría a nuestra derecha, perdiéndola momentáneamente de vista, tal y como bajábamos por una cañada, a partir de la cual ya nos sumergíamos en el paisaje telúrico de rocas calizas que caracterizan al tramo mas espectacular del camino que comunica a Ronda con El Burgo. Como íbamos diciendo, aproximadamente un kilómetro después volvíamos a tocar dicha carretera, que ésta vez si atravesábamos, para comenzar a faldear la cara norte del bonito cerro donde se encuentra la peculiar Fuente de La Alberquilla, que se visitó, ladera arriba, tomando un pequeño desvío a la derecha, justo antes de llegar al Puerto de Los Empedrados, donde disfrutamos de un agradable almuerzo de hermandad sendérica, entre las ruinas de las cortijadas que allí existieron y que vieron nacer y crecer al mítico Pasos Largos, como bien se encargó de recordarnos nuestro buen compañero Don Fernando el Diácono, con sus oportunas poesías que siempre hacen referencia al contenido de cada ruta o acontecimiento en cuestión, que al mismo tiempo fue complementada por las distintas explicaciones que el gran Rafa Márquez, mas conocido como el Aristóteles de la senda, se fue encargando de darnos, frente a cada uno de los hitos mas significativos de la ruta, que venían señalados en el mapa que se nos entregó al comienzo de la ruta y del que todavía me valgo para escribir esta humilde crónica. Tras la poesía de Don Fernando, y como homenaje a Pasos Largos, se plantó un algarrobo, con tu tubito de protección junto a las ruinas de una antigua vivienda. Como no podía ser de otra manera, aprovechamos la ocasión para visitar la pequeña cueva situada unos 75 m al noreste de dichas ruinas, cuya entrada se encuentra al fondo de una minúscula depresión rocosa, que bien podrían pasar desapercibida para cualquier caminante que pase por el Puerto de los Empedrados, si no conoce su ubicación exacta. Y es que aunque la pequeña cueva a penas tiene mas de 30 m de longitud, las formaciones de estalactitas y estalagmitas que se encuentran en su interior bien merecen la visita, que esperemos nunca se produzca por parte de aquellos indeseables que suelen causar estragos a la entrada de pequeños santuarios geológicos como éste.

De vuelta al Puerto del Viento, otra vez mochila en ristre, comenzaba ya la última parte de la travesía en predominante descenso hacia El Burgo, intentado seguir el trazado de una antigua cañada real oculta entre aulagas y otros matorrales de espino que tapizaban la vaguada por donde discurre el arroyo Bolina, junto al cual caminábamos, casi chapoteando por la hierba dada la cantidad de veneros existentes en la zona, hasta situarnos en una pequeña llanura de transición por donde volvíamos a cruzar por última vez la carretera Ronda-El Burgo que ahora quedaría definitivamente a nuestra derecha, pasando inmediatamente después junto un abundante rebaño de ovejas, donde había casi tantas crías como ejemplares adultos, regalándonos una entrañable postal con el telón de fondo del cerro del Espartal, llegando a continuación a la antigua venta de Añoreta, donde fueron varios los compañeros que aprovecharon la oportunidad de llenar sus cantimploras con la rica y fresca agua que emana de su encalado pozo blanco.

Y desde la antigua Venta de Añoreta iniciábamos ya el último tramo de la travesía, por la Cañada Real de la Cruz Blanca, pasando junto a una peculiar era cuadrada y llegando unos quince minutos después a un collado que nos brinda una panorámica espectacular con el pueblo de El Burgo a nuestros pies y el grandioso paisaje montañoso de la agreste cara norte de Sierra Cabrilla, con la cumbre de Sierra Prieta asomando por detrás al sur, la inconfundible silueta de de la Sierra Alcaparaín al este y la majestuosa sierra de Las Nieves al oeste con algunos neveros dispersos a la altura del Peñón Enamorados. Impresionante colofón para finalizar esta bella travesía montañera rematada con tan espectacular telón de fondo del que fuimos disfrutando ya todo el tiempo hasta llegar a la localidad del Burgo donde nos despedíamos con la gratísima sensación compartida que siempre te dejan jornadas tan memorables como esta, despidiéndonos frente al monumento a Pasos Largos.

No quisiera finalizar esta breve crónica sin felicitar una vez mas a nuestros compañeros Rafa Márquez, Fernando Ruiz y Carlos Tapia por su magnífica labor preparatoria y como anfitriones de lujo para esta bella travesía altamente recomendable para los amantes del senderismo. Si bien habría que recordar que conviene hacerla con alguien que la haya realizado anteriormente pues a lo largo de la misma existen varios cruces de sendas y caminos que se prestan fácilmente a confusión.

Crónica: Juan Ignacio Amador Tobaja

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