viernes, agosto 07, 2009

Viernes 7 de agosto, Ruta Nocturna : Sierra de la Plata – Silla del Papa – Faro Camarinal - versión circular – (Parque natural del Estrecho)

Si en la definición de viaje se dice que éste comienza desde que ya surge en tu mente la idea de realizarlo. En la ruta ya estás inmerso desde que comienzas el viaje hacia tu destino. Y si nuestro destino para esta ruta era la playa de Bolonia el paso por la zona de Algeciras en nuestro viaje desde Málaga nos dejó imágenes de un atardecer impresionante con imágenes de la costa gaditana en primer plano y al otro lado del estrecho donde se unen las aguas del Atlántico con el Merditerraneo, la costa africana con una nitidez y una aparente proximidad increible, todo ello con la silueta del Peñón presidiendo nuestra costa y el impresionante Yebel-Musa-La Mujer Muerta, al otro lado del mar con tres cordilleras superpuestas hasta la cordillera del Atlas. Un espectáculo inolvidable para la vista, de esta zona del planeta considerada de las mas importantes del mundo a nivel geoestratégico. Con las últimas luces del atardecer llegábamos al cruce donde abandonamos la N-340 para desviarnos hacia la paradisíaca playa de Bolonia, una carreterilla de a penas 5 km. donde nos detuvimos a cenar en una venta que queda a la izquierda de un pequeño puertecillo desde el cual ya comienza el descenso hacia Bolonia. La cena en compañía de Carlitos, Ana, Eduardo, Valentín y Manolo fué tan grata y abundante como el regalo que me hizo el amigo Eduardo con el comic y la edición especial del DVD de "300", además de una tarrina repleta de juegos de la Play Station para Nacho.


LLegada la hora prevista: entre que son varias las posibilidades de aparcamiento al llegar a la playa de Bolonia, la gran afluencia de participantes y que de noche todos los gatos son pardos, tardamos algo mas de lo previsto en reunir a los mas de 40 participantes entre socios y simpatizantes de GRUME y Pasos Largos, muchos de ellos coincidían por primera vez. Como bien dijo el gran Paco Leal mientras nos estábamos reagrupando para hacer la foto de comienzo de ruta en el panel de Playa de Bolonia: Aquello parecía una travesía. ¡Que pena!, que fuera imposible abarcar a todo el grupo en una sola foto, pues sin trípode, ni flash lo suficientemente potente, a pesar de la ayuda de los frontales, sólo era posible abarcar a todo el grupo realizando dos fotografías a modo de puzzle. Una vez entregados los 21 mapas que se quedaron cortísimos por ser mas del doble los participantes y dada la charla introductoria sobre la ruta, dirigimos nuestros pasos directamente hacia la playa.

Una vez en la orilla, el Doctor Manzanares nos situó geográficamente en el lugar donde nos encontrábamos, parque natural del Estrecho, con algunas de sus características, su proximidad, prácticamente limítrofe con el P. Nat. de Los Alcornocales y en qué iba a consistir la primera parte de la ruta, mencionando la antigua población pesquera de Baelo Claudia y los dos montes que flanquean esta playa: El San Bartolomé y la Silla del papa. De manera que caminamos casi 2 km. por la orilla de la paridisíica playa de Bolonia, con el puerto de Ceuta perfectamente iluminado al igual que la ciudad portuaria de Tanger al otro lado de las oscuras aguas del Estrecho, ligeramente iluminadas por la llena que comenzaba a ganar altura desde elevándose desde el este. La cara de sorpresa de los hombres que nos encontramos allí con sus sofisticadas cañas perfectamente alineadas y sus bollas fluorescentes iluminadas cual luciérnagas a la orilla del mar, no dejaban lugar a dudas de que pocas veces se ha visto por allí a un grupo tan numerosos de excursionistas y menos a unas horas tan intempestivas. Mientras tanto, dirigíamos nuestros pasos hacia la gran duna que en unos instantes provocó el inevitable estiramiento del pelotón dado el esfuerzo a realizar, pues a la pendiente de la gran duna había que añadir que los pies se te iban hundiendo constantemente. Pero entre risas y bromas nos situamos en el penúltimo peldaño de la duna, desde donde en dirección noroeste el Doctor manzanares ya tenía localizado el único punto posible de todo el bosque de pinos que nos rodeaba, desde donde podíamos continuar hacia la pista asfaltada que nos iba a dar acceso al inicio de la ascensión, previo paso de una vieja alambrada de la casi desmantelada zona militar que allí sigue ocupando gran parte de este parque natural del Estrecho. A pesar de que todo el mundo pasó la valla sin dificultad tras un espectacular cuerpo a tierra, el Inagotable Valentín, Espécimen 1934, no pudo evitar hacerle dos rotos a su impecable pantalón trango, como recuerdo de esta ruta.

Una vez situados al inicio de la vieja carretera militar por la que se accede a la Sierra de la Plata empezamos la ascensión con la luz roja que ilumina una de las antenas de repetición con las que también han profanado esta cumbre. Hasta mas allá de la mitad de la ascensión la subida se realiza de forma muy llevadera pués las rampas no son excesivamente duras y a veces se intercalan con falsos llanos donde recuperamos el resuello. Así como cada vez que llegábamos a los tres cruces que nos encontramos a lo largo de la subida, donde la cabeza del grupo paró tal y como marcan los cánones, para realizar un reagrupamiento táctico y evitar el inevitable dilema que siempre se produce cuando se llega a un cruce de caminos, por parte de quienes venían mas rezagados, especialmente para quienes núnca habían realizado aquella ascensión y mucho menos de noche, siendo el caso de la inmensa mayoría. LLegados al último cruce, donde había que tomar a la izquierda, le rceordamos al grupo, que aunque sólo quedaba poco mas de kilómetro y medio, sin ninguna otra complicación que seguir la pista asfaltada hasta el final, se trataba de un tramo de durísimas rampas que convenía tomarse con tranquilidad. De manera que una vez en marcha para afrontar el último tramo de subida, aquello parecia un final de etapa de alta montaña del Tour de Francia: Un Carlitos-El Pioeta de las Cumbres, muy callado y taciturno durante toda aquella jornada, pero muy motivado en la subida hacia de Alberto Contador, mientras que Juanmi, también conocido como “El Señor de los Anillos” (léase Señor de los Piercings) y otro amigo de GRUME hacían de los hermanos Schlek, mientras que un servidor tuvo el privilegio de hacer de gregario de Valentín, que aún con sus dedos bastante doloridos, tiro de oficio al mas puro estilo Lance Amstrong para coronar en una mas que honrosa quinta posición. El premio al corredor mas combativo se lo dieron al madrileño Chema de GRUME, que al igual que Pepe fué una de las grandes sensaciones de aquella jornada. Mientras que otros ilustres del Pelotón como Manolo Supersónico, el Tritón, el Doctor manzanares o Miguel Alonso arropados por su club de fans se lo tomaron con mas tranquilidad, animando también a quienes lo iban pasando peor. Y es que au8nque parezca mentira en aquel último tramo de kilómetro y medio, algunas rampas se hicieron tan duras que hubo mas de veinte minutos de diferencia desde la llegada de los primeros a quienes llegaron cerrando el pelotón. Había quien llegaba y se quedaba tumbado boca arriba respirando profundamente para recuperar el resuello. Pero la Silla del papa es una cumbre muy peculiar y al contrario que la mayoría de montañas, mientras que en su base o laderas a penas existen bosques significativos. En su cumbre proliferan encinas y alcornoques, hasta desde la plataforma donde habíamos llegadoal pie de las antenas, había tanta arboleda alrededor, que aún estando prácticamente en la cumbre a penas podíamos ver nada. De modo que dada las pequeñas dimensiones de la cumbre de esta montaña situada por detrás de la torreta mas alta, nos dividimos en dos tandas para que todo aquel que lo deseara pudiera subir a la cercana cumbre desde donde ahora sí podíamos disfrutar de amplias vistas de la zona del Estrecho con la playa de Bolonia a nuestros pies al sur y hacia el oeste siguiendo la línea de costa Zahara de los Atunes, Barbate, Vejer de la Frontera y hacia el interior la localidad de Facinas, Medinasidonia y las luces intermitentes de las torretas que sostienen los grandes ventiladores que pueblan los numerosos parques eólicos tan característicos en esta zona tan estratégica y especial donde se respira como en pocos lugares del mundo la mezcla de aires de dos continentes en este caso Europa y África y la unión de dos mares entre las columnas de Hércules que son El Peñón de Gibraltar y el Yebel Musa-La Mujer Muerta.

Aunque debido al reciente incendio que había tenido lugar unas semanas antes por la vertiente suroeste habíamos pensado que lo mas prudente era realizarlo por el mismo camino de subida. Finalmente el Tritón estimó que a pesar, de que la zona mas bonita del descenso había quedado dañada, al seguir el terreno bien asentado, una vez en la cumbre, tal vez merecía la pena volver al plan original y descendiendo finalmente por la cara suroeste, hacia la que nos dirigimos por una pedregosa pista, con algún cruce que el Tritón ya tenía controlado, llevándonos a través de los restos del bosque de helechos que al pié de enormes eucaliptos habían quedado quemados, con algunos pequeños ejemplares verdes, que habían sobrevivido como un canto a la esperanza. Aún quemado aquel paraje rezumaba magia en medio de la noche, por lo que además de un crimen ha sido un auténtico sacrilegio quemar un paraje de tanta belleza. Finalmente salimos al tramo mas alto de otra vieja carretera militar que también llegaba hasta otra torreta con su correspondiente lucecilla roja, que fue la que nos sirvió de referencia en este tramo de transición y desde aquí iniciamos el descenso pasando ahora al pie de un enorme roquedo, donde se encuentra la cueva del Moro que alberga algunas pinturas rupestres, este roquedo también hace las veces de buitreras para deleite de los amantes de la ornitología, justo en el lugar donde un enorme búho real que sobrevoló las cabezas de quienes en aquel momento íbamos en cabeza de grupo. Y antes de darnos cuenta ya llegamos al cruce donde se anunciaba la pequeña ruta de senderismo de 1,5 km hasta la antigua Torre del Cabo de Gracia, construida en el siglo XVI por encargo de Felipe II ,hoy reconvertida en el Faro Camarinal al que llegamos sin ningún problema, encontrándolo en plena actividad lumínica realizando su función como corresponde y aprovechando la ocasión para asomarnos desde el mirador que allí hay hacia las todavía oscuras aguas del Atlántico. Mi intención hubiera sido atravesar la bonita cala que hay al pie del Faro Camarinal y desde allí costear el perímetro de playa y acantilado hasta la playa de Bolonia, pero este itinerario, si bien es muy entretenido, no está exento de una dificultad añadida de noche, especialmente en su tramo final en el que cuando te estás acercando a la duna de Bolonia, las copas de los pinos hasta la que ya llega la arena que vas pisando, te cierran el paso una y otra vez convirtiéndose en un laberinto incluso a plena luz de día. Por lo que teniendo en cuenta que la mitad del grupo ya estaba muy justito entre la caminata y el sueño y que quedaba poco mas de una hora hasta el amanecer. Rigiéndonos por el arte de la prudencia decidimos desandar el último tramo desde el mencionado cruce hasta llegar al inicio de la ascensión, desde donde sólo quedó desandar el primer tramo de nuestra caminata nocturna hasta situarnos en la zona alta de la duna para contemplar el amanecer, que aunque con un colorido muy bonito, nos dejó sin la guinda del pastel de ver el sol salir desde el mar, ya que éste se elevó desde la izquierda del San Bartolomé, ligeramente tierra adentro desde nuestra posición. Aún así fue un privilegio disfrutar de aquel precioso amanecer en compañía de Valentín, Vanesa y Manolo Supersónico, disfrutando minutos después de uno de los baños mas reconfortantes e inolvidables de mi vida, teniendo el honor de ser el primero que estrenaba la paradisíaca playa de Bolonia aquella preciosa mañana de agosto.

Lástima que prácticamente toda la ascensión y el descenso de la Silla del Papa, que normalmente se suele plantear como una de las típicas ascensiones para los amantes de la bicicleta en esta zona, se tuvo que realizar casi obligatoriamente por sus únicas vías de acceso que son las dos antiguas carreteras militares, que pudo equivaler a un 65% de los aproximadamente 17 km. de ruta que se le hicieron bastante largos a mas de un participante, que aún no estando físicamente en condiciones de afrontar la ruta se presentó alegremente a la misma. Y es que muchas veces no se tiene en cuenta que al esfuerzo físico de la ruta en sí, hay que añadir la lucha contra el sueño, pués prácticamente toda la noche se está caminando, con breves pausas para el reagrupamiento, el descanso en la cumbre de unos 45 minutos y la observación del amanecer de media hora para la mayoría y 45 minutos para los pocos que nos quedamos en la parte alta de la duna para ver salir el sol completo. Por otra parte, a lo largo de la noche el cielo estuvo cubierto de una fina capa de nubes, que unidas a la claridad de la luna llena, nos impidió disfrutar de un cielo estrellado lo suficientemente nítido, como para que nuestros compañeros Miguel-El Hombre que sabía demasiado y Patri-La Chica que miraba las Estrellas, nos hubieran deleitado con una charla sobre las constelaciones y la situación de los planetas mas significativos del firmamento. Todavía tengo clavada la espinita de no haber podido localizar cual de las grandes piedras cercanas a la cumbre era la que en su día bautizaron como "Sillón del Papa", como me recriminó mi amigo Felix de Sevilla. Lo que sí sabemos es que en esta cumbre existió un asentamiento romano que explotaba las minas de plata que allí existieron ,al igual que el resto de una ciudad megalítica con varias piedras curiosas. El caso es que a una de estas piedras, que no pico, se la conoce como Silla del Papa por su parecido con el asiento papal del Vaticano, de ahí la denominación de esta montaña. Por último el estiramiento del grupo desde que se inició el descenso de la duna y el tramo final por la larga playa de Bolonia hasta la zona de aparcamientos y cafeterías, unidos al cansancio generalizado de la mayoría de participantes, mas los que ya iban caminando con el piloto automático me impidió despedirme del grupo como me hubiera gustado,

No quisiera finalizar esta breve crónica sin antes dar las gracias a todos los participantes por haberse desplazado hasta aquí, por la confianza mostrada en los organizadores y muy especialmente al Doctore Manuel Manzanares, mas conocido como “El Tritón de la Chorrera” que con mas de un mes metido en el hospital donde acababan de operar a su madre y los últimos tres días sin a penas pegar ojo, llevó la ruta con la maestría, modestia, sencillez y mano experta que le caracteriza. ¡Gracias amigo Manolo!, porque personas como tú hay muy pocas en este mundo y todos los que te conocemos y las numerosas asociaciones senderistas con las que colaboras tenemos mucho que agradecerte, y una enorme deuda de gratitud hacia tu persona. Aunque nunca falten personas desagradecidas que ni aprecien ni valoren, ni te agradezcan lo mucho que nos aportas en cada ruta que coordinas. Tal vez porque sea gratis, de la misma forma que muchos lo apreciarían mucho mas si pagaran, aunque seguramente el guía ni te llegara a la punta del zapato, ni se le entregara al personal las fotocopias, mas la documentación de la ruta.

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