miércoles, octubre 07, 2009

-Sábado 3 de octubre de 2009-Puerto de la Refriega (916 msnm)- Castaño Santo de Istán (aprox. 700 msnm) -Cerro Plaza de Armas (1.330 msnm).

¡Bienaventurados los puntuales porque ellos llegarán a tiempo al Reino de los Cielos!. Después de haber llegado con puntualidad todos los copañeros de la zona a las 7.15 am frente a la entrada del Parque Acuático de Mijas-Fuengirola, partimos sin demora a nuestro punto de encuentro para desayunar que una vez y para no faltar a la tradición, como en cada ruta que realizamos en el parque natural Sierra de las Nieves entrando por la ctra. Ronda-San Pedro, fue la Venta el Navasillo, mítica por poner unas deliciosas tostadas y magníficos desayunos a la antigua usanza con los que nos deleitamos, mientras iba llegando también con puntualidad el resto de compañeros con los que compartimos mesa y mantel, llevándome la mayor sorpresa en años de ver llegar al carismático Mariscal de la Translíbica: Don Carlos Guerrero, también conocido como “Cepunto”, que si bien ya me había confirmado días antes no me terminaba de creer. Aprovechando la coyuntura para entregarle a Valentín, todos juntos al son de “cumpleaños feliz”, nuestro modesto regalo de cumpleaños: Guía de las Aves de la Serranía de Ronda” (Edit. La Serranía), si bien su 75 cumpleaños no sería hasta dos días después, lunes 5 de octubre.
Pocos minutos después de que Valentín pagara toda la Ronda de desayunos, incluido al grupo de Antonio Muñoz de Estepona, que estaba allí con otro grupo para ascender al Torrecilla, llegábamos a la entrada del carril de acceso al Parque natural Sierra de las Nieves, donde ya nos esperaba el translíbico José Antonio Blackmountain, encontrándonos también con la agradable sorpresa de ver allí a Geyperman Salvador y Andrés CSI, pero estos últimos iban a hacer otra ruta por su cuenta.
Al llegar al desvío del carril de la Fuenfría, km. 2, estimamos oportuno, bajarnos de los coches para reunir al grupo y explicarles mapa topográfico en mano, en qué iba a consistir el siguiente tramo de carril que nos faltaba por cubrir con los coches. Una especie de “Rally Camel Trophy”: Conejeras-Puerto de La Refierga, que según las fuentes consultadas hasta ese momento venía a ser unos 18 km, con algunos tramos de pista vertiginosos al borde de escalofriantes barrancos. Una vez en la pista de la Fuenfría avanzamos en paralelo al arroyo del mismo, pasamos junto al cortijo de la Fuenfría Alta por encima del cual veíamos el Cerro Alcojona, que ahora quedaba dirección, norte, mientras nosotros avanzábamos dirección sureste, con el sol cegándonos por momentos hasta llegar al Puerto del Robledal (1.279 msnm),, aunque en los topográficos aparezca como Puerto de la Trincheruela. Tal y como nos habían informado hasta ahí se llegaba bien, pero a partir de ahí , el piso de la pista se volvía cada vez mas pedregoso, con algunas piedras sueltas, aunque no demasiado peligroso a pesar de la altitud, hasta que llegamos al Puertecillo del Algarrobo (1.166 msnm), donde nos encontramos con un ramal que salía a la derecha y que teóricamente debía ser el que lleva en dirección sur hasta la Quinta Golf de San Pedro-Marbella, todo un clásico para los amantes de la mountain-bike. Pero nosotros tomamos la pista de la izquierda, que a penas ofrece duda pues es la mas marcada con unas vistas tan alucinantes como acojonantes sobre la agreste y grandiosa cara sur del Torrecilla y toda la cabecera del río Verde, posiblemente una de las panorámicas mas grandiosas de toda la provincia de Málaga. Pero, los cerradísimos zig-zags de la pista con grabilla suelta donde a penas respondían los frenos y con el freno de mano agarrado para tirar de él hacia arriba cuando hiciera falta, exigían la máxima concentración al volante, después de dejar unos tramos de auténtica montaña rusa, el descenso se fue suavizando y con tramos cada vez mas rectos y dóciles llegamos antes de lo previsto al Puerto de la Refriega con el cuentakilómetros marcando 12,5 km. desde la entrada del Parque en la ctra. Ronda-San Pedro.
Y aquí iba a empezar nuestra inédita aventura cuya ficha resumida podría ser:
Tipo de Ruta: 50% Lineal y 50% Circular
Distancia: Unos 18 km. de carril y cortafuegos con algunos tramos de sendero.
Dificultad: Teóricamente media (no existen antecedentes conocidos de esta ruta tal y como la planteamos aquí).
Coordinador 1: Manuel Manzanares, Telf: 660122294 + Coordinador 2: Juan Ignacio Amador, Tfno: 699.70.50.66

Una vez en el Puerto de la Refriega mochilas, gorras, bastones en ristre, mapas y fichas de ruta repartidos, dimos la charla de introducción resumiendo las características de la ruta y aprovechando la privilegiada panorámica que teníamos de la cara sur del Torrecilla para usarla como telón de fondo de nuestra foto de inicio de ruta. En el Puerto de la Refriega (870 msnm) vienen a confluir cuatro pistas (o dos que se cruzan): una por la que venimos desde la Fuenfría por el noroeste. Otra segunda que sale a la izquierda (este) que es el Camino del Molinillo que le da nombre al Cerro que tenemos ante nosotros. Una tercera que parte en dirección sur y que rodea el Cerro Molinillo por su cara oeste y sur para llegar hasta el Collado de los Hoyuelos, desde allí comenzar una pronunciada subida hasta el Puerto del Pollo para finalizar en la misma cumbre del Plaza de Armas y que sería la arteria principal de nuestra ruta de hoy. Y por último la cuarta pista que parte en dirección oeste (derecha) por donde iniciaríamos el descenso hasta el mítico Castaño Santo, que iba a ser nuestro primer gran objetivo de la jornada.

Con la Sierra de las Apretaderas, frente a nosotros iniciamos el descenso por dicha pista describiendo suaves curvas flanqueadas de esbeltos alcornoques cuyas enormes ramas servían para enmarcarnos las siluetas del Cerro del Molinillo y el mas lejano Plaza de Armas, dejando en primer ligar a nuestra derecha un bonito mirador de piedra con sus barandillas de madera con bonitas vistas sobre el Valle del Hoyo del Bote y los cerros anteriormente mencionados. Poco después el carril, a la derecha de una pronunciada curva de izquierda, bajaban desde la ladera las cantarinas aguas del arroyo del Bote, cuyo modesto, pero continuo caudal nos hace pensar en la riqueza de agua de esta zona, pues hay que tener en cuenta que aún estamos a principios de octubre, ha llovido muy poco y acaba de finalizar un verano, con casi cuatro meses seguidos sin lluvia. Cabe destacar que en esta misma curva nos encontramos con una especie de pasarela desde donde se accede a un tramo superior del arroyo con pequeñas pocitas y abundante vegetación alrededor. Tal vez gracias al modesto pero permanente caudal de este arroyo y la orientación de este valle, enfocado hacia el sureste se ha creado una especie de microclima que ha propiciado el desarrollo de unos espectaculares ejemplares de alcornoques y quejigos. Además de la tremenda proliferación que de forma natural y casi milagrosa están empezando a cubrir todas las laderas de esta zona de la Sierra de las Apretaderas, al igual que la Sierra Real y Palmitera, que quedaron arrasadas por un gran tremendo incendio en el verano de 1990. En este tramo del camino, Carlos Guerrero, como experto en botánica quedó sorprendido por la presencia de tres tipos de helechos de roca, que no esperaba haberse encontrado, cuyas características y nombres científicos nos estuvo mencionando.
De manera dócil y sin grandes desniveles seguimos descendiendo hasta el desvío que teníamos que tomar, ya a la izquierda para llegar hasta el “Castaño Santo”, dicho desvío curiosamente venía marcado en italiano y alemán. A partir de aquí comienzas a percibir la sensación de que entras en un valle encantado, pues los alcornoques y quejigos bajo los que vamos caminando son cada vez mas y mas grandes, la presencia de algún que otro castaño, también de generosas proporciones nos hace pensar que ya lo tenemos ahí, pero no es así, hasta que de pronto te encuentras con su majestad: “¡El Castaño Santo de Istán!”. No hace falta entender de botánica para quedarse boquiabierto con este auténtico milagro de la Naturaleza, pues eres conciente de que estás ante un auténtico monumento natural. Sin duda, uno de los hitos naturales mas fotografiados de Andalucía, además el tronco es tan enorme que tal y como vas girando alrededor le encuentras un nuevo aliciente para fotografiarlo, con los compañeros posando sobre sus legendarias raíces, trepando por su impresionante tronco, etc…A nivel botánico uno de los grandes símbolos no ya sólo de Málaga y Andalucía, sino de toda la mitad sur peninsular, siendo el rey indiscutible de esta sierra desde hace siglos. Casi con pereza decidimos abandonarlo tras demorarnos casi media hora de parada, tentempié y prolongada sesión de fotos.
Al abandonar el castaño Santo un pequeño despiste nos llevó a tomar el camino que partía en dirección sur y que nos hubiera apartado bastante de la ruta pues se trataba del que desde allí se dirige a Istán o en el peor de los casos a la base de un cortafuego por el que hubiésemos tenido que remontar un agotador tramo de terrorífica pendiente continua de 800 m con piedras sueltas. Pero afortunadamente una vez mas la insuperable intuición, experiencia y saber interpretar los mapas como nadie, por parte de nuestro guía principal el Doctor Manuel Manzanares, también conocido como “El Cartógrafo de su Majestad” nos hizo rectificar a tiempo y desandando unos 300 m otra vez hasta el Castaño Santo, tomamos como referencia la casa del Hoyo del Bote, retomamos el camino tal cual lo teníamos trazado en el mapa. En principio la pista aunque algo abandonada resultaba muy cómoda y encima a penas tenía desnivel por lo que abanzábamos muy cómodamente hacia la casa del Guarín (o del Guardia) que era nuestro siguiente objetivo, pero incluso una pista transitada como tuvo que ser ésta en su día podría llegar a desaparecer bajo un manto de maleza y así comenzamos a realizar un auténtico slalom esquivando y pasando por debajo o por encima de las altas ramas de matorras que comenzaban a invadir el carril hasta tal punto que ya se convertía en una selva. La casa del Guarín, la teníamos a menos de 200 m. al otro lado del arroyo del Hoyo del Bote y quien mas y quien meno ya se estaba viendo en la casa, pero lo cierto y verdad era que entre la casa y nosotros había que salvar el barranco del Hoyo del Bote y la bajada al mismo se presentaba de lo mas temeraria y salvaje.
Antes de darnos cuenta Valentín “Espécimen 1934”, que con motivo de los acontecimientos que ocurrirían al final de aquella jornada saldría rebautizado como “El Héroe del Puerto de la Refriega”, sin pensárselo dos veces descendió por el barranco a tumba abierta y dijo: ¡Yo lo veo bien, los niños y ancianos primeros…! Y allí que lo seguimos todos dejándonos caer de la mejor manera posible por un terraplén al filo de la barranquera, preguntándole de vez en cuando: “cómo lo veía” a lo que él contestaba invariablemente: ¡Esto está fenómeno…aquí hay una pared de 4 m, pero vamos, que con cuidaito se pasa bien!. Hasta que poco a poco fuimos encontrando un paso mas asequible a costa de mil arañazos de zarzas, aulagas y abundante matorral de espinos a los que incluso nos tuvimos que agarrar en mas de una ocasión para no caer al fondo del barranco, al que mas de uno llegaba con cara de acojone y la sonrisita nerviosa de:…¡no nos hemos matao de milagro!. En plena procesión de compañeros atravesando una de las zonas de zarzas mas enmarañadas, se escuchó la voz del “Padre Carras” con un gritito ahogado exclamando con voz de dolor: “¡Ay señor…, que se me han quedado mis partes pudientes enganchadas en la zarzas!”, y es que una vez mas realizaba la ruta con sus pantalones cortos de atletismo “Munich 1972” (¡con dos cojones!).
Cuando atravesamos el arroyo, adivinando ya la presencia de la casa muy cercana a nosotros, pensábamos que ya estaba todo hecho, pero aún quedaba por remontar la ladera que nos situaría a la altura de la finca donde se encontraba la casa y que a pesar de estar a menos de 50 m, volvió a poner a prueba nuestra resistencia física y psicológica para avanzar campo través cual jabalís, por encima de retamas, jaras pringosas, aulagas y otros matorrales de espinos que a mas de uno nos dejaron brazos y piernas repletos de tatuajes y hasta el pantalón de un servidor roto por el culo, ¡menos mal que ese día llevaba los calzoncillos limpios!.
Una vez en la casa del Guarín, el grifo que allí nos encontramos y con el que llenamos completamente nuestras botellas sería a la postre clave para poder llegar hasta la cumbre del Plaza de Armas. Reanudada la marcha iniciamos la ascensión dejando a nuestra espalda el valle del Hoyo del Bote, donde habíamos vivido uno de los tramos de aventura mas memorables de los últimos tiempos y donde los debutantes: Rocío, Antonio y Alberto pasaban con muy buena nota. Poco a poco cada uno a su ritmo fuimos remontando la pista ya con el cerro Plaza de Armas al fondo, hasta dejar a nuestra derecha una balsa contraincendios que se encontraba seca, tras la cual llegamos a una cerrada curva hacia la izquierda, donde unos pinos de buen porte nos invitaron a pensar que ese sería el lugar ideal para disfrutar de una agradable comida a la sombra que tanto agradecíamos tras un largo tramo de ascensión initerrumpida bajo un sol de justicia con una temperatura que en algunos momentos llegó a superar los 30º de aquel día nada otoñal de resplandeciente cielo azul. Mientras Chuckie aprovechaba para comer de mi plato en un descuido, Carlitos nos deleitó con una de sus poesías con la que se llegó a emocionar en su enfatizado recitar.
Poco después de reanudar la marcha tal y como habíamos calculado llegábamos inmediatamente a la que sería la artería principal de nuestra ruta de ascenso y descenso del Plaza de Armas y que sería la pista que faldea el cerro Molinillo por su cara este, sur y oeste, hacia donde ahora teníamos que dirigirnos, despidiéndonos en este punto de nuestro compañero Alberto y su simpática perrita de agua, pues el se tenía que marchar a trabajar para cubrir su turno de 8 horas de camarero en el bar del hotel Las Arenas, ¡ahí es nada!, por lo que tomó dirección contraria a nosotros, es decir por la misma pista pero dirección este, noreste que tras 1,5 km le devolvería al Puerto de la Refriega donde habíamos dejado los coches, aprovechando para recordarle a todo el grupo, que ese sería el mismo camino que tomaríamos al llegar a este cruce, cuando viniésemos de vuelta tras descender el cerro Plaza de Armas, pues además, a partir de este punto la pista completamente despejada en todo momento, no ofrecía lugar a duda sobre el itinerario a seguir.
Todavía con el calor del mediodía ya avanzado y el calor saliendo del pedregoso suelo de la monótona pista por la que caminábamos, la ascensión se hacía mas dura en lo psicológico que en lo físico y cada cual iba alritmo que le resultaba mas cómodo. En un determinado momento José Antonio Blackmountain y Carlos Guerrero “El Mariscal de la Translíbica” a modo de preparatoria para la Translíbica 2009, que realizarían el sábado siguiente, decidieron aumentar su ritmo de marcha y dificultad remontando un cortafuegos de forma espectacular, mientras aprovechábamos la ocasión para fotografiar la hazaña y de camino hacer una pausa de reagrupamiento para esperar a los compañeros que tras el parón estival venían mas tocados como: Paco Jaime “El Bolichero”, Ana “La Venus de Boticcelli” y Maribel “La Sirenita del río Cebollón” con su inseparable y curiosa perra boxer blanca. Recuperado el resuello y dosificando los últimos tragos de la poca bebida que nos iba quedando, “El Cartógrafode su Majestad” dio un nuevo adelanto de cómo sería el tramo que nos quedaba por delante, a penas 3 km para llegar a la cumbre, con los dos primeros algo empinados, pero con el último, muy tendido por la crestería. Y animando a las compañeras que en mas de una ocasión estuvieron tentadas a abandonar, llegamos al Collado de los Hoyuelos 1.105 m, muy próximo a la cumbre del cerro del Molinillo 1.208m, que ahora quedaba a nuestra izquierda con unas vistas de la majestuosa cara sur del Torrecilla y el nacimiento del nacimiento del río Verde a sus pies, ambos en dirección norte, que resultarón tan impresionantes como espectaculares y que nos fueron acompañando por el denominado “Camino de la Torrechuela”, que poco a poco se fué suavizando hasta que llegamos al Puerto del Pollo (1.289 msnm), situado en la crestería de Sierra Real, por donde llegamos sin ninguna dificultad hasta el vértice geodésico del cerro Plaza de Armas (1.330 msnm), punto más alto de la Sierra Real. Que en honor a la verdad me resultó muy decepcionante, porque al contrario de lo que parece vista desde Istán, la cumbre es una plataforma tan achatada, que además del enorme cortafuegos que atraviesa su crestería, hay tanto terreno llano o de perfil tan suave alrededor, que su vertice geodésico se encuentra semioculto en un mar de jaras donde a penas tienes sensación de altitud, pues te encuentras en una planicie, algo parecido a lo que te pasa cuando llegas al punto geodésico de la Maroma, que tienes que seguir caminando para poder asomarte a un borde y ampliar tus vistas. Por ejemplo, desde el vértice geodésico no se ve, ni Istán, ni el embalse de la Concepción y a penas ningún tramo del río Verde, a pesar de encontrarte justo encima. Lo que sí se aprecia hacia el este es la bahía de Málaga y toda la linea de cumbres hacia la Maroma y Sierra Almijara, al sureste el afilado perfil de Sierra Canucha y Sierra Blanca, al sur la costa a la altura de San Pedro, al oeste Sierra Palmitera, al norte el núcleo central de la Sierra de las Nieves presidido por el Torrecilla y al noroeste Sierra Cabrilla, Prieta, Huma, Capilla, Sierra Chimenea, Torcal y la prolongación hacia el Arco Calizo central difuminado por la calima.
Para entender el nombre tan castrense de este cerro conocido como “Plaza de Armas” debemos trasladarnos a tiempos de los Reyes Católicos y recrearnos en los encuentros bélicos entre moros y cristianos que se reprodujeron 500 años a en estas cimas, en los alrededores del desaparecido fuerte del Arbote. Valga esta cita:
Luis de Mármol y Carvajal - Libro décimo - Capítulo I:
" Cómo su majestad ordenó al duque de Arcos la redución de los moros de la serranía de Ronda, y lo que se trató con ellos. Después de que don Antonio de Luna partiera de la ciudad de Ronda, los soldados que quedaron desmandados en compañía de la gente de la ciudad comenzaron a salir por la tierra a robar las aldeas y alquerías; y los moros, por huir estos de daños, indignados y persuadidos de los que iban huyendo de la Alpujarra, hallándose libres de todo embarazo, comenzaron a hacer la guerra descubierta. Recogieron a las mujeres y a sus hijos y los bastimentos que les habían quedado; y subiéndose a lo más áspero de la Sierra Bermeja, se fortificaron en el fuerte de Arbote cerca de Istán, tomando la mar a las espaldas para recibir el socorro que les viniese de Berbería... "
Hechas las fotos de rigor en el vértice geodésico de esta histórica montaña y agotadas las últimas reservas de agua, iniciamos el descenso desandando el mismo camino por el que habíamos realizado la subida, con una parada de reagrupamiento incluida, que respetaron incluso los translíbicos. Menos Carlitos, a quie el grupo de compañeros que iban en primer lugar vieron pasar en un determinado momento corriendo a tumba abierta en una de sus habituales escapadas en solitario, a pesar de que ya le habíamos advertido mil veces que jamás se debe separar del grupo ni caminar por delante del guía de cabeza o como mínimo no perder en ningún momento el contacto visual con el grupo. Cuando ya estábamos a punto de llegar a los coches a eso de las 18.30 pm recibimos una llamada de Carlitos diciéndonos que se ha perdido, lo cual nos parece imposible por lo sencillo y lógico que era el camino de vuelta y nos dice que el había entendido que era lineal completamente, es decir que volveríamos a dirigirnos otra vez al Castaño Santo por el barranco que habíamos atravesado, lo cual además de ser del todo incorrecto hubiera resultado una auténtica imprudencia y temeridad realizar en solitario como iba. No obstante, lo tranquilizamos diciéndole que sólo tenía que subir por la pista por la que habíamos bajado y ahí quedó la cosa. 10 minutos después nos vuelve a llamar diciéndonos que está completamente perdido, y le volvemos a tranquilizar diciéndole que cualquier camino que lleve hacia arriba le devolverá a la pista donde estamos esperándoles, pero nos vuelve a decir que está completamente perdido que donde está ningún camino parece subir claramente. ¡En fín!, con la impotencia de no saber describirnos el lugar donde se encuentra, ni poder acercarnos con los coches, pués el tramo por donde había bajado era impracticable para los coches y sabe Dios hasta donde habría llegado. Y nos ponemos a pegar voces para que nos escuche, hasta que Ana, La Venus de Boticcelli, nos comunica con su walkie talkie que ya lo ha localizado visualmente, encontrándose curiosamente en en fondo de un barranco cercano al Puerto de la Refriega, con lo que comenzamos a hablar con él desde la distancia, con la tranquilidad de pensar que ya estaba todo controlado. Desde arriba intentamos guiarlo para que llegue hasta nosotros de la única forma posible, es decir: campo través, pero por la ladera mas asequible. En el convencimiento de que ya estaba todo resuelto le decimos a la mitad del grupo que tenían mas prisas por marcharse que se vayan tranquilos. Sin embargo, instantes después un ataque de ansiedad se hace presa de Carlitos que nos grita desde abajo que está extenuado y no puede dar un paso. Se da la circunstancia de que a esas alturas hacía ya mas de dos horas que habíamos agotado las reservas de agua y Carlitos había realizado todo el descenso hasta donde se encontraba corriendo hasta rebentar. Llegados a este punto, aunque la distancia que nos separaba de Carlitos no llegaba a los 300 m. ninguno de los que estábamos allí nos encontrabamos en disposición de bajar por laderas tan empinadas. Nusetros dos translíbicos habían sido los primeros en marcharse, Manolo estaba tocado de un hombro del que está pendiente de operarse y el único que quedaba mas intrépido era Valentín “Espécimen 1934”, que para celebrar su 75 años con fuertes emociones, en vista de que por mas que algunos intentábamos para ver la manera de bajar hasta Carlitos, sin terminar de verlo claro, se vuelve a lanzar a tumba abierta, ladera abajo y en un tiempo record llega hasta el lugar donde se encuentra a Carlitos tumbado boca arriba, extenuado, con la mirada perdida y la respiración entrecortada, al filo de un barranco en un lugar peligrosísimo al tiempo que de muy difícil acceso. Tras intentar reanimarlo física y psicológicamente, a duras penas consigue que de los primeros pasos, a partir de aquí comienza la pesadilla y un tremendo desgaste para Valentín, que poco a poco va quedando extenuado, en sus frustrados intentos de ayudar a Carlitos para que éste remonte la ladera arriba. En un intento desesperado por llegar hasta ellos, nada mas iniciar mi descenso ladera abajo, me pega un crujido mi rodilla mala, la izquierda con el que veo las estrellas y viejos fantasmas acuden a mi mente. A todo esto mi compañero del hotel José, acompañado de su hermano Antonio y su novia Rocío, se acercan con el coche a una fuente para traernos varias botellas de agua, la mas grande destinada a Carlitos, hacia el que ahora realiza otro descenso heróico con su hombro lesionado y con las últimas luces del atardecer, Manolo, también conocido “El Tritón de las Chorreras” o “El Cartógrafo de su Majestad”. La noche se nos está echando encima y a pesar de que Manolo llega rápido hasta la posición de Carlitos y Valentín, se encuentra con un Carlitos extenuado y un Valentín, agotado física y psicológicamente, Carlitos bebe el agua con tanta ansia que al principio casi la vomita, hasta que poco a poco consiguen tranquilizarlo y saciada la sed, recupera los ánimos, aprovechando Manolo para ir tirando de él con su bastón y Valentín empujándole el culo desde atrás, faltando 20 m para alcanzar la pista Maribel pone la música a tope para animarlo y estando ya mas cerca hacemos una cadena entre José, Antonio y yo, tirando del Tritón hacia arriba que a su vez está tirando hacia arriba del peso de Carlitos, mientras Eduardo “El Profeta del Tajo Gómer” fotografía el histórico momento.
Ya con la noche instalada sobre nosotros y una espectacular luna llena sobre la Sierra de las Nieves, inciamos el camino de vuelta regresando por la escalofriante pista por la que habíamos pasado por la mañana, pasando algunos momentos de apuro, con las ruedas al borde del abismo y teniendo que echar mano del freno de mano en mas de una ocasión. Con las ruedas patinando y el coche sin terminar de remontar algunas rampas, nisiquiera en primera. Hasta que por fin llegamos al Puerto del Robledal y al Cortijo de la Fuenfría Alta, donde por fin nos encontramos a salvo. Los últimos compañeros que quedamos aprovechamos para tomarnos una cervecita y unas tapas en la Fuenfría que ahora nos parece un auténtico paraiso, ganas nos entraron de besar el suelo cuando por fin, salimos a la carretera de San Pedro. En la Venta el Navasillo, Carlitos nos volvió a pedir disculpas, sin terminar de ser conciente de las consecuencias que podía haber acarreado su tremenda imprudencia, intentando hacerle entender las fatales consecuencias que podría haber tenido empezando por él mismo y recordándole que ya no era ni mucho menos la primera vez que pegaba una de sus famosas espantadas, saltándose a la torera las normas básicas del senderista, que en los días posteriores harían que Juani, le diera prioridad a redactar una especie de “Decálogo del buen senderista” antes que la propia crónica.
Tres días después escribo esta crónica con el siguiente parte de guerra: Valentín hecho polvo de agotamiento y con los nervios aún alterados, Manolo con el hombro fastidiado, un servidor con la rodillas muy cascadas y Carlitos pensando en autocastigarse, a pesar de que le estuvimos incluso animando y simplemente recordándole que núnca jamás se debe abandonar el grupo, con esas espantadas que tantas veces lleva a cabo de manera compulsiva y completamente incontroladas. Porque hay normas básicas en el senderismo que siempre se deden respetar por mucha amistad o confianza que tengas con la persona que organiza la ruta, a la que no sólo no le haces ningún favor, sino que estás dando un pésimo ejemplo para todos y sobre todo poniendo en riesgo tu propia integridad física y la del grupo, que no nos matamos volviendo de noche con los coches por aquellos carriles de vértigo, de puro milagro.