viernes, noviembre 19, 2010

Igualeja-Parauta-Cartajima-Júzcar, por los castañares del Havaral

Igualeja-Parauta-Cartajima-Júzcar, por los castañares del Havaral

Distancia aprox. 14 km. Desnivel aprox. 500 m de ascensión y unos 400 m de descenso. Punto mas bajo de la ruta: Ruinas del Molino Real, 610 m Punto mas elevado: Cartajima, 864 m Tiempo aprox. Unas 6 horas Nivel dificultad: medio/bajo Tipo suelo: sendero y pista forestal. Tipo de recorrido: Lineal. Mapa: Igualeja (1.065 I) Fecha: Sábado, 6 de noviembre de 2010

Participantes: desde Jerez llegaron Miguel Becerra “El Maestro Jedi” y su mujer Nieves, desde Cádiz: Carlos “El Rey de la Risa”, desde La Línea “Juan Lukita”, desde Sevilla: Cristina “La Princesa de Itálica” y Auro “La Perla del Arahal”, desde distintos puntos de la Costa del Sol: “La Rosa de Manilva”, Rusi, su pequeño espartano, María La Chilena, Paco Jaime “El Sabio de Hortaleza” y su mujer Rosa, Jos “El Coloso del Pico Capilla”, Inma, Antonio “El Titán del Plaza de Armas”, Roción “La Ninfa del Castaño Santo”, Silvia “Silvestre”, Valentin “El David Coperfield de las cumbres”, María “Sentido y Sensibilidad”, Juan Antonio “El Señor de los Cahorros”, María “La Ninfa del río Verdugo”, Nacho “El Diablo de Timanfaya”, Mateo y Juani un servidor. Y como estrella invitada: ¡nada mas y nada menos!, que Juan Luis Muñoz “El Hombre que susurraba al oido de los pájaros” con su mujer y sus tres hijos, completando un total de 26 compañeros de ruta, mas un matrimonio que se nos unió en el primer tramo del recorrido entre Igualeja y Parauta.

Una vez que dejamos el mayor número posibles de coche en Júzcar, final previsto de ruta, nos desplazamos hasta Igualeja una vez mas, como punto de partida de esta mágica travesía por el Havaral que ya se ha convertido en una clásica otoñal del calendario prestoniano. Igualeja cuna de bandoleros como: El Zamarra, El Zamarrila ó el sanguinario Flores Arrocha. El mágico paraje del Nacimiento siempre fue buen lugar para iniciar la ruta y genuino telón de fondo para la foto de grupo, ó grupos en plural, pues casi siempre se suele coincidir con algún grupo que llega o que parte desde este mágico rincón de la Serranía y mucho mas cuando el maravilloso fenómeno de la “Primavera de Cobre” se encuentra en su máximo esplendor.

De Igualeja a Parauta por el PR A-226

A través de la calle principal, pasábamos junto a la iglesia, para iniciar la ascensión por las empinadas calles de Igualeja que entre encaladas casas e inverosímiles revueltas nos lleva por la Cuesta de la Tetona. Comenzando aquí el PR. A-226 que nos lleva a Parauta. La explosión de colores otoñales ya es latente desde el principio, mas aún si a los verdes, dorados, ocres y amarillos de los castaños con sus multiples gamas y variantes según la luz del sol, unimos a la paleta de color, los rojos y anaranjados zumaques flanqueando el camino, encinas, alcornoques, algarrobos, olivos y almendros, que entre otros han colaborado ha enriqcer esta maravillosa paleta de colores, que además de embellecer la comarca del Valle del Genal son la principal fuente de riqueza de los pueblos que alberga.

Tal y como dejando atrás Igualeja y nos damos media vuelta tenemos una auténtica postal de esta localidad, con las imágenes de sus casas encaladas perfectamente integradas entre los dorados bosques de castaños por los que ya vamos caminando, llegando poco después, al alto de la Loma, donde como de costumbre realizamos la 1ª parada de reagrupamiento, al tiempo que animábamos a los mas pequeños motivándolos cual retransmisión al mas puro estilo Tour de Francia. A partir de este alto, ya en bajada, la pista se convierte en senda, mientras vamos pisando hojarasca y algún que otro erizo de los castaños, sumergiéndonos ahora en un caleidoscopio de luces, sombras y colores otoñales con rincones dignos del Señor de los Anillos, que bien podrían haber grabado aquí mas de una escena con música de fondo de Enya. Poco después dejamos a nuestra izquierda un pequeño hito de cemento, conmemorativo de un crimen que tuvo allí lugar por la disputa de unas lindes y antes de darnos cuenta llegamos al arroyo de los Granaos. Desde donde iniciamos el segundo y último tramo de ascensión que va de Igualeja a Parauta, las tres primeras rampas se hacen algo duras, pero paulatinamente la ascensión se va suavizando, hasta que comenzamos a llanear disfrutando de una panorámica espectacular del Cancha Almola y el piramidal cerro Malhacer a su izquierda, dirección noroeste, y pasando junto a espectaculares castaños centenarios, que quedan a nuestra derecha y una gran encina a la izquierda catalogada como árbol singular de Andalucía.

El caserío de Parauta donde hicimos una parada táctica de tapas y cervecitas, se recuesta en una ladera bastante inclinada y presenta una estructura netamente morisca; todas su calles, sin excepción, son absolutamente irregulares. Se divide en lo que podría llamarse dos barrios, muy conectados entre sí por la zona en que se encuentra la plaza. En el barrio que mira más al norte se encuentra la iglesia, una de las más antiguas de la comarca.

Si bien los pueblos del Genal con sus encaladas casas, su idílico entorno y sus azulejos historiados, incluso en ocasiones con los escudos heráldicos de las familias que habitan sus casas, convierten a cada localidad en un auténtico museo . Parauta, además, tiene la peculiaridad de ser uno de los únicos cuatro pueblos que existen en toda España con el certificado AENOR, que le otorga la denominación de “pueblo ecológico” y es que además de ser modélico, toda su producción está enfocada hacia los cultivos ecológicos y los pequeños rebaños de cabras y ovejas que aún podemos encontrarnos por sus alrededores pastando a la antigua usanza nos hace remontarnos a tiempos pretéritos, por desgracia cada día menos frecuente. Su término municipal es tan amplio como diverso abarcando gran parte de la zona occidental del parque natural sierra de las Nieves con sus montes calizos y sus bosques de pinsapos, como el de la ladera norte del Alcojona, parajes paradisíacos como el “Cambullón de Vélez” y numerosos tramos de bosques de castaño, encinas y alcornoques del alto Genal.

De Parauta a Cartajima por el PR. A-222

Abandonaremos la localidad de Parauta tomando el PR. A-222 por el camino del Molino Real, comenzando un prolongado descenso, mientras íbamos disfrutando de preciosas vistas de Cartajima con su emblemático torcal al fondo, enmarcado entre las ramas de los castaños y encinas que flanquean el camino, salpicado aquí y allá por madroños cuyas dulces bolas rojas volvieron a ser degustadas por pequeños y mayores. En todo momento, el Cancha Armola, junto al piramidal cerro Malhacer, presiden el horizonte al noroeste, son los grandes centinelas del alto Genal. Al final del descenso nos esperaba el vado del arroyo del Nacimiento, pasando junto antiguas cortijadas, construidas sobre los vestigios del desaparecido pueblo de Benahazín, que fue uno de los muchos pueblecitos moriscos que se vieron obligados a capitular con los Reyes Católicos, allá por el año 1485, cuando fue conquistada la ciudad de Ronda y la mayor parte de su serranía.

Después de dejar atrás el vado del arroyo del Nacimiento entre un frondoso túnel de vegetación y varias zonas de umbría, llegamos a un soleado prado que nos pareció el lugar ideal para disfrutar del almuerzo de hermandad, tras el cual y a toque de corneta, para que nos pillara el toro con las horas que quedaban de sol iniciamos la ascensión mas larga y dura de la jornada, que nos llevaó hasta los 864 m sobre el nivel del mar donde se encuentra ubicado el ayuntamiento de Cartajima, a donde llegó en primera posición el inagotable Valentín "El David Coperfield de las cumbres", que como viejo zorro dejó que atacara primero el "Gran Miguel Becerra", saltando a su rueda "el Comandante", para darles caza mas tarde a media subida y coronar en solitario seguido a pocos segundos por el siempre imprevisible "Diablo de Timanfaya" tras una memorable ascensión en la que fué de menos a mas. Pero el cansancio de algunas compañeras tras la subida y la prudencia para no frenar el ritmo del grupo le llevaron a tomar la decisión de quedarse allí hasta que la fuésemos a recoger con los coches junto a los tres niños que también venían con nosotros y que también daban por muy buena la ruta, llegando hasta Cartajima. Cuyas calles atravesó el grupo al grito de “¡Espartanos, preparaos para la Gloria!”. Este genuino pueblo serrano se encuentra enclavado en la empinada ladera donde confluyen los roquedos calizos de la Sierra del Oreganal y las pizarras que bordean la corriente del Genal. La zona rocosa al norte de la población es un complejo kárstico de enorme belleza que se conoce como “Los Riscos de Júzcar y Cartajima”, dignos de ser visitados con acompañamiento de paisanos que conozcan los mejores rincones y las cuevas más interesantes. ¡Por cierto!, que Juan Luis Muñoz nos informó de que si finalmente se lleva a cabo el proyecto de autovía entre Ronda y la costa, Los Riscos de Júzcar y Cartajima podrían ser los grandes sacrificados, al quedar destrozado gran parte de este ecosistema, que ahora mas que nunca está en peligro de extinción. Por lo que desde estas líneas lanzamos un “SOS Riscos de Júzcar y Cartajima”.

De Cartajima a Júcar por el PR A-224

El cartel señala, tiempo aproximado 1 hora (supuestamente para el senderista medio), pero quien puso una hora jamás se imaginó que Valentín con sus 76 años y su legión de seguidores completaran este trazado entre ambos pueblos en menos de media hora, haciendo una auténtica contrareloj. Aunque me imagino que en su descenso a tumba abierta hacia el arroyo Blanco, tampoco tendrían mucho tiempo de detenerse para recrearse con el genuino paisaje de los riscos enmarcados por los dorados castaños y chopos amarilleando al fondo de la cañada. Poco antes del descenso al arroyo Blanco, cuyo cauce suele estar generalmente seco, los castaños dan paso a una mayor presencia de encinas y ya no son erizos lo que nos encontramos en el suelo, sino bellotas. Cambiando también la tonalidad del paisaje, que vuelve a presentarse grandioso ante nosotros, cuando nos estemos acercando al pequeño tramo de la carretera MA 518, junto a la cual caminaremos unos 200 m, abandonándola poco antes de entrar en Júzcar por una pista que sale a la derecha y que a media bajada en un ramal, también a la derecha nos lleva hasta uno de los mayores castaños del valle del Genal, este último descenso nos lleva hasta la calle principal que atraviesa el pueblo de Júzcar, donde recuperamos los coches después de tomarnos el refrigerio correspondiente de final de ruta en el mítico bar Torrichelli.

No hay comentarios :

Publicar un comentario