miércoles, enero 29, 2014

Ruta circular La Maroma (2.065 m) desde El Robledal (1.102 m)

Punto de encuentro: Hotel Los Caños de la Alcaicería, Carretera. A-402, Km 35, 18120 Alhama de Granada-Ventas de Zafarraya, a las 8.30 para desayunar o a las 9.00 ya desayunados. Se trata de la venta que está a pie de carretera justo en la curva donde está la entrada de la pista terriza por la que llegamos al cortijo del Robledal o/y Venta de Palma con el cartelón correspondiente de parque natural a medio camino entre Ventas de Zafarraya y Alhama de Granada.
Desde el hotel Los Caños de la Alcaicería, tomamos la pista que parte desde allí, en muy buen estado en comparación con otras pistas infernales que hemos padecido en otras ocasiones, a unos 3 km, vemos un desvío a la izquierda a la altura del cortijo de Balastar, por este ramal de pista continúa el GR.E-7, camino de la pantaneta de Alhama y el mismo Alhama de Granada. Pero nosotros proseguimos por el ramal de la derecha.   De frente tenemos la desafiante silueta del cerro Malascamas con sus agrestes crestones, a unos 5 km llegamos a un segundo cruce que a la izquierda nos indica cortijo 



del Cerezal y a penas 80 m después otro ramal a la izquierda que nos llevaría hasta el cortijo del Cerezal Alto y a la antigua venta de Palma, ésta última, a escasos 2 km mas allá de éste último cruce, es el punto de partida para la espectacular ruta del cerro Malascamas.
Pero nosotros, al igual que hemos hecho en los dos cruces anteriores, continuamos siempre por el ramal de la derecha y en pocos minutos nos encontramos en un llano rodeado de pinos, donde podemos dejar los coches a escasa distancia del cortijo del Robledal Alto.Longitud : 15-18 km
Dificultad: Alta o muy alta según el estado de la nieve o/y placas de hielo en laderas con pendiente, en tal caso fundamental llevar crampones y piolet y saberlos usar.
Tipo de ruta: Circular en sentido inverso a las agujas del reloj.
Tipo de caminos: pista (15%, al inicio y final de ruta) sendas 70% y campo través 10%. Caminando sobre nieve probablemente a partir de los 1.700 m o antes, la ruta discurre por la vertiente norte de La maroma, donde suele haber mucha mas nieve que en la vertiente litoral.
Bibliografía: Sierra Tejeda y Almijara, guía del Excursionista por Rafa Flores (Editorial La Serranía).
Mejor track y resúmen de ruta encontrado en wickiloc, antes de esta ruta:
Por Juanjo de Alfacar: http://ca.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=4778485
También podéis ver los siguientes enlaces:
Para la ascensión  (Cortijo del Robledal-Los Barrancones-El Selladero-Donabuelo-La Maroma):
Para el descenso (La Maroma-Tajo Volaero-Tacita de Plata-Contadero-cortijo del Robledal):
Crónica: Juan Ignacio Amador
Fotografías: Manuel Limón, Severo Gallargo, Rafael Flores, Miguel A. Buitrago, Eduardo González y J.I.Amador

Fecha de realización y meteorología: sábado 25 de enero 2014, predominio de vientos cálidos en cotas bajas, pasando a fuertes rachas de viento cercanas a los 80 km/h a nuestro paso por la meseta somital de La Maroma, que a veces te empujaba en dirección sur, pues soplaba del norte, haciendo incluso difícil cosas tan simples como caminar recto o hacer una foto. Si bien por debajo de los 1.800 msnm, la temperatura fue muy agradable toda la jornada encontrándonos nieve a partir de los 1.500 m (por la cara norte).
Durante las primeras horas de la ruta tuvimos sobre nosotros una gran nube, en forma de ciclón o platillo volante, muy parecida a las que con frecuencia se forman en Sierra Nevada en los días de invierno, a la que curiosamente, la NASA hacía referencia en su página web en esos días:
"Se podría decir que estamos ante un bello día en Sierra Nevada. El pasado mes de enero, justo cuando el sol se situaba por encima del barrio del Albaicín de Granada, España, una enorme nube con forma de campana apareció encima del Veleta. Ese tipo de 'nube sombrero' se forma a partir de un fuerte viento ascendente, que termina enfriándose junto a la montaña, saturando el tono con la humedad, y, finalmente, condensando sus moléculas de agua en esas nubes".
34 participantes:
Desde Cádiz: Ana Dianez “La Arqueóloga” y Don Manuel Limón “Premio Nobel de Senderismo”. Desde Rota: Los Senescales de la bahía: Reinaldo y Manuela. Desde Algeciras: Severo y esposa, que prudentemente y con sabio criterio, para ir a un ritmo mas tranquilo y recrearse mas con la fotografía salieron un poco antes optando por la tradicional ruta lineal: El Robledal-La Maroma.
Desde Sevilla: Magda “La Pimentonera de Águilas”, Isi “el Último superviviente andaluz” que llegaba algo desentrenado y sufrió una pájara camino del Donabuelo, afortunadamente se fue recuperando gracias a la ayuda de su un antiguo gregario y compañero del Patín Levatán. El mítico Antonio Giráldez, de Utrera con un discípulo que apunta muy buenas maneras.
Desde Córdoba: Héctor “El caimán de Puente Genil” y Mª Luisa “El Duendecillo de sierra Horconera” y desde Cabra “El Califa”.
Desde Ronda: Rafa Flores “El mago Gandalf de la Serranía” guía de lujo como gran conocedor de la zona y autor de la guía del excursionista “Sierra Tejeda y Almijara”, escoltado por su guardaespaldas Jorge “El Titán del Guadalevín”, nuestra Doctora Teresa “Arwen de Rivendel” y el maestro en Botánica de la Serranía”.
Desde distintos puntos del interior de Málaga: Celia “La Hechicera du Sao Paulo” desde Ojén, que al igual que el Gran Isi, sufrió una larga pájara desde antes del collado Donabuelo hasta el vértice geodésico de La Maroma, reviviendo su pesadilla del año anterior, pero que gracias a las bendiciones del padre Carras y la asistencia médica del Doctor Leal pudo llegar hasta el final. Y Juan “El Coloso de Casarabonela” pura potencia, un histórico de Pasos largos por el que no pasa el tiempo.
Desde distintos puntos de la Costa del Sol: Ilse Bullerdieck “La gacela de la Selva Negra” Pepe Guerrero “El Maestro Geobotánico”, el Doctor Leal, Eduardo Campos Montañez  “El padre Carras” que en aquella jornada estrenaba coche nuevo, Patricia López  “La Chica que miraba las Estrellas”, Miguel A. Buitrago  "El Hombre que sabía demasiado”, Eduardo Campos González “El Último Samurai”, Vicky “La Botánica”, Juan Antonio Mena “El Elfo de la Malagueta”, Paco Bastida “El Triatleta” y su hijo “El chico de los piolets jamaicanos” (“Jamaicanos en la nieve), José Antonio Luque “El Vigilante”, José Berlanga, Cano “El Bombero-aventurero”, Iván “El Correo del Zar” que rodó unos 10 m ladera abajo en la empinada ladera próxima al tajo Volaero, salvando su vida in-extremís gracias a un oportuno golpe de piolet y un servidor: Juan Ignacio Amador.
A tener en cuenta:
1º) Una vez mas, nos hemos vuelto a encontrar los 6 km de pista que van de La Alcaicería al cortijo del Robledal en muy buen estado, parecido al de Conejeras-Quejigales, yendo a una velocidad prudente, se puede llegar con cualquier tipo de vehículo.
2º) Si vamos a La Maroma estando esta nevada, debemos ir siempre bien preparados con crampones y piolet. En nuestro caso nos fueron muy útiles en la empinada loma camino del collado del Donabuelo. El descenso por la empinada ladera, con pendiente a nuestra derecha hacia la caída del tajo Volaero con fuertes rachas de viento de 80 km/h, así como por el angosto sendero con tramos casi helados y nieve dura por los zig-zags del tajo del Caballo, con bastante cuelo a nuestra izquierda, pero que al ir bien equipados pasamos sin ninguna dificultad, mas allá de la fuerza del viento.
¡Ojo! también hay que ir bien preparado con ropa de abrigo, guantes, braga y gafas de ventisca, estos últimos pesan muy poco, no abultan nada en la mochila y son tremendamente útiles en condiciones climatológicas adversas, como una vez mas quedó demostrado en esta ruta.
¿Algún enlace recomendado para principiantes?:
¿Dónde los puedo alquilar o/y comprar en Málaga?: Tienda EL YETI (Málaga Centro) o en deportes Humaventura en Campillos.
Resumen del recorrido:
Cortijo del Robledal-arroyo de Prestillejos, Los Barrancones-barranco de Los Jarales-Barranco del Selladero, collado del Selladero ó Donabuelo-Prados de Arenas- La Maroma-tajo Volaero-Collado de Las Loberas-Salto del Caballo –collado de Rojas--- Contadero-mirador del Valle del Temple- pista de los abetos de Douglas-cortijo del Robledal.
Características de la ruta: A veces subir a un techo provincial, o incluso a la cumbre mas alta de un parque natural o de un sistema montañoso no cumple con todas nuestras expectativas. Por ejemplo, tiene mucho mas encanto y espectacularidad coronar el Cisne o el Almendrón que el Navachica (techo de Sierra Almijara). Sin embargo, no es este el caso de La Maroma (que con sus 2.065 m es el techo de Sierra Tejeda), techo de la provincia de Málaga por donde pasa la línea imaginaria interprovincial Málaga-Granada. El caso es que esta ruta circular desde el Robledal es una auténtica gozada para los sentidos, que de tener la suerte de pillar con nieve ya se convierte en ruta casi mágica.
Las zonas bajas y medias de esta gran mole caliza en su cara Norte, presenta un tupido bosque, donde se encuentran mezclados restos del originario bosque de melojos, quejigos y encinas con pinos resineros reforestados y especies exóticas como el abeto Douglas (Norteamérica) y cedros (Oriente Medio). A más altitud encontramos el pino salgareño y el albar junto a grandes enebros, que a mayor altitud adquieren un porte rastrero. En zonas más húmedas encontramos arces y mostajos. Un poco más arriba nos encontramos a la joya botánica de esta ruta, que da nombre a esta sierra y tiene un carácter de reliquia botánica, aunque en otro tiempo fueron abundantes, se trata del tejo. La abundante vegetación de la cara norte de Sierra Tejeda contrasta con el gran desierto lítico de la gran meseta somital de la Maroma, dominio de los piornos, la sabina rastrera y la cabra montesa, abundante y fácil de observar sobre todo en días entre semana, pues el gran número de excursionistas los fines de semana, hacen que éstas sean mas huidizas cuando los senderos son recorridos por senderistas multicolores.
Breve descripción de la ruta:
La ruta comienza junto junto a la encina centenaria que hay a los pies del pequeño montículo sobre el que se asiente el cortijo del Robledal Alto, y mas concretamente desde el panel indicativo que allí nos encontramos con un rudimentario mapa con el trazado del SL.A-124, El Robledal-La Maroma, que será nuestro camino de regreso, por lo que ignoraremos la baliza que nos marca “LA MAROMA” a la izquierda, iniciando nosotros la caminata a la derecha, dirección OESTE, de manera que dejaremos el cortijo del Robledal Alto a nuestra izquierda, remontando una suave loma plagado de altos ejemplares de pinar;
 donde en escasos cinco minutos pasaremos junto a los bancos de piedra y zona de barbacoas del área de acampada del Robledal.
Pronto iremos caminando en paralelo con el arroyo de Los Prestillejos que durante unos minutos llevaremos a nuestra derecha, la senda discurre junto a una antigua acequia bastante deteriorada, cuya función ha sido sustituida por una goma negra. Poco después se llega a una antigua alberca de curiosa forma elíptica, que se encontraba vacía, bajando algunos compañeros a su interior, aprovechando la ocasión para hacer una primera pausa donde Rafa Flores “El Mago Gandalf de la Serranía” nos dio una magnífica charla introductoria sobre la ruta que íbamos a realizar, explicada de fora muy didáctica y amena, con la maestría de quien poco antes acababa de escribir y editar el libro: Sierra Tejeda y Almijara, guía del excursionista”.
Reemprendida la marcha, cruzamos el cauce del arroyo Prestillejos por un vado de hormigón, de manera que ahora el arroyo queda a nuestra izquierda, mientras avanzábamos por una pista de gravilla. Llegando minutos mas tarde a Los Barrancones, antiguas viviendas de trabajadores forestales, reconvertidas en albergue por el Ayuntamiento de Alhama de Granada, como las casas de La Monticana en Sierra Almijara, aunque estas se encuentran lamentablemente abandonadas.  Hasta aquí habremos caminado poco menos de 2 km, con un suave perfil ascendente, habiendo ascendido unos 80 m desde el comienzo.
Al llegar a las casas de Los Barrancones, tomaremos a la derecha, ladera arriba, dejando a nuestra derecha una vivienda que reza; “Solana del Espartal” encarando un sendero zigzagueante, por el que pronto empezamos a ganar altura alternado la dirección N, NO y O, al tiempo que vamos rodeando la loma que separa el arroyo del Espartal, que hemos dejado atrás, con el barranco de los Jarales, llevando a nuestra espaldas vistas sobre el cerro de Malascamas y a nuestra derecha, parte de la Vega de Alhama de Granada y parte del gran polje de Zafarraya.

A partir de aquí empezamos a encontrarnos con las primeras manchas de nieve. El sendero cruza el barranco de Los Jarales, en una de las curvas que dibuja el sendero, por una zona rocosa,
pero muy dócil, por todas partes nos acompaña la presencia del esparto y los pinos principalmente.
Llega un momento que el sendero pasa junto a un bonito balcón natural, que queda a nuestra izquierda, desde donde ya divisamos el cerro Donabuelo (o Selladero) desde la distancia, todavía se antoja lejano y muy por encima de nosotros.
Para colmo el sendero inicia un serpenteante descenso que nos hace perder unos 100 m de altura que lógicamente tendremos que volver a recuperar.

A lo largo del descenso seguimos encontrándonos con restos de pintura azul y roja que hemos venido viendo desde que abandonamos las casas de Los Barrancones.
El final del descenso coincide con el barranco del Selladero, coincidiendo con el típico torrente entre piedras que se encontraba en gran parte nevado, aquí volvimos a hacer una parada táctica, para coger energías.
Ya que a partir de este punto, podemos decir que empieza el tramo mas duro de ascensión, si bien afortunadamente se hace llevadero gracias a la sombra del denso bosque de pinos por el que íbamos subiendo.
Conforme íbamos ganando altura, la pendiente aumentaba, así como el grosor de la nieve, ralentizando la marcha como si te estuvieras hundiendo por la arena de la playa, a veces hundiéndote hasta las rodillas si pisabas en falso, haciendo cada vez mas exigente el esfuerzo, tal y como delataban los jadeos de Celia “La Hechicera du Sao Paulo” en mitad de grupo, cagándose en todo, o la pájara que iba sufriendo Isi “El Último Superviviente Andaluz” relegado a la cola del pelotón, algún inaudito en un todoterreno como él.
Este exigente tramo de subida en zig-zags, finaliza en un bonito collado que a modo de balcón natural, nos regala unas vistas privilegiadas sobre el Polje de Zafarraya y gran parte de la Vega de Alhama. Finalizada una breve pausa para la sesión de fotos y tomar algo, reemprendemos la marcha, dejando atrás la última línea de árboles, que definitivamente da paso, a la cara mas agreste de la montaña, descarnadas laderas desnudas donde predominan las rocas por doquier y en todo caso los piornales, el reino de la planta tapizante.
Encontrándolo en nuestro caso cubierto de nieve por un espectacular manto blanco que teníamos ante nosotros.
Al estar la nieve todavía relativamente blanda, el grupo entero echó a andar sin que nadie sintiera la necesidad de colocarse los crampones, pues a simple vista la ladera por la que teníamos que subir, no parecía tan empinada. Sin embargo, conforme íbamos avanzando ladera arriba, con el pié derecho cada vez mas bajo que el izquierdo, conforme la caída se hacía mas empinada a nuestra derecha. Ya mas de uno empezábamos a pensar, ¡coño, si alguien se resbala y cae hacia el fondo del valle, va a rodar por lo menos 100 m ladera abajo. Y haciendo buena la frase del libro que le había regalado el Vigilante de la Playa a su cuñado José Berlanga: “Si crees que por aquí ya deberías llevar crampones, es que ya hace un rato que deberías llevarlos puesto”.
Así que de la mitad del grupo para atrás, nos fuimos deteniendo tan pronto encontramos un lugar mas propicio para sentarnos y colocarnos los crampones, tarea fácil aunque siempre un tanto engorrosa, porque nos lo solemos colocar a mitad de un esfuerzo y casi siempre en lugares incómodos. No obstante, una vez bien ajustados, la sensación de seguridad es tremenda, uno recupera inmediatamente seguridad y confianza y comienza a caminar con una divertida y novedosa sensación (al principio). Pero a los pocos minutos, si la nieve no está demasiado sura, como sería nuestro caso la mayor parte de la jornada, a cada paso que das los crampones hacen que penetres mucho mas en la nieve y por lo tanto te vayas hundiendo mas que si no los llevaras. Esto tiene un claro inconveniente, que empezó a quedar de manifiesto inmediatamente.
Mientras que los compañeros de cabeza, en su mayoría no habían sentido la necesidad colocarse los crampones, avanzando mucho mas rápido. El resto de compañeros que lo habíamos hecho, teníamos que hacer casi el doble de esfuerzo y por lo tanto progresábamos mucho mas despacio.
A pesar de que la cabeza del grupo hizo una pausa al llegar al collado Donabuelo o Selladero, mientras la gente, generalmente poco acostumbrada se acababa de colocar los crampones y empezaba a cogerle el tranquillo para caminar con ellos, el grupo se estiró como un chicle gigante. Y cuando Isi “Farolillo rojo” en casi toda la ascensión y su amigo Fernando llegaron al collado Donabuelo, la cabeza ya estaba unos 500 m por delante.
Afortunadamente al llegar al collado Donabuelo (recientemente llamado Selladero), marca el final de la parte mas dura de la ascensión y al igual que ocurre en la ruta del área recreativa del Alcázar a la Maroma, al llegar al segundo pluviómetro.
A partir de aquí la ascensión se vuelve mucho mas dócil y llevadera, pronto llegamos a Los Prados de Las Arenas, una gran dolina de perfil prácticamente llano, a la que accedemos mediante pequeños toboganes en descenso que en nuestro caso se encontraban totalmente cubiertos de nieve, por donde no dudó en lanzarse nuestro amigo Isi en su debut en La Maroma.
Desde esta zona tenemos bonitas vistas hacia el cordal del cerro del Mojón al oeste, a nuestra derecha, por donde se recortaba la silueta de tres senderistas que caminaban realizando la ruta desde el área recreativa del Alcázar hasta La Maroma.
Una última rampa corta nos permite acceder a la plataforma cimera de la gran meseta somital, buen lugar para hacer una paausa en el camino como en esta imagen donde Vicky fotografía a Paco Bastida "El Triatleta" y su hijo, gran campeón de velocidad, ambos subieron como un cañón, que de castaa le viene al galgo.
Dando ya por hecho que nos reagruparíamos todos en el vértice geodésico, ya cada uno fue a su ritmo. “El Hombre que sabía demasiado” y yo, al igual que el “Titán del Guadalevín” y otros compañeros que nos habíamos quedado en tierra de nadie, entre los grupos de cabeza y el de cola, accedíamos a la gran meseta somital de La Maroma, donde por primera vez caminábamos bajo un cielo parcialmente despejado, pero al mismo tiempo azotados por unas rachas de viento que “El maestro Geobotánico” estimo superiores a 80 km/h. De ahí que después de haber caminado los últimos kilómetros sobre la nieve, esperando encontrarnos la cumbre mas o menos igual, nos la encontramos con amplias extensiones de su superficie de roca desnuda, con finísimas capas de nieve, muchas de ellas formando incluso pequeños charcos, que hacían recomendable realizar ya el último kilómetro hasta el vértice geodésico sin crampones, pues se pisaba mas roca que nieve.
Poco a poco fuimos llegando como “el rosario de la aurora” al vértice geodésico y como por telepatía nos fuimos reuniendo en las proximidades de la sima Maroma, unos 50 m al sureste del vértice geodésico, para protegernos un poco del fortísimo viento que venía del norte hacia el sur.
Intentando comer algo, con mucho cuidado de que no nos salieran volando nuestras cosas al abrir la mochila, en tales condiciones era muy difícil comer, además de desagradable. Al darle el primer sorbo a mi lata de refresco, cuando la dejé apoyada entre unas rocas el aire hacía un curioso sonido en el espacio vacío de la misma. De vez en cuando me entretenía en lanzar un trocito del borde de pizza que me estaba comiendo, lanzándolo a penas un metro por encima de mi cabeza y  en a penas un par de segundos lo veía volar a mas de 15 m de distancia, sobrevolando las cabezas de los compañeros que estaban sentados ladera abajo.
Una atmósfera cristalina nos permitía disfrutar de unas vistas magníficas: con todas las sierras litorales empezando por los Montes de Málaga, la Sierra de las Nieves, haciendo honor a su nombre por encima, y el embalse la Viñuela a su pies, hasta Los Reales de Sierra Bermeja, al OESTE con la bahía de Málaga presidiendo el litoral costasoleño.
Al SUR: El Mediterráneo a nuestros pies y un buen cordal de la cordillera del Rif al otro lado del mar, así como numerosos pueblos de la Axarquía entre ellos Salares y Sedella a nuestros pies, Canillas del Aceituno parcialmente tapaada por el cerro El Fuerte. Y en la franja litoral: Nerja, Torrox Costa, Algarrobo Costa, Velez Málaga y Torre del Mar, etc…
Al ESTE el cerro Malascamas y la prolongación hacia Sierra Almijara con muchos de sus colosos, e incluso la Sierra Contraviesa, además de la sempiterna Sierra Nevada al NORESTE. Al NORTE la propia extensión de la Meseta que incluso parece mas alta en algunos puntos que el lugar donde está situado el vértice geodésico nos tapa lo que serían las vistas hacia el gran polje de Zafarraya y la Vega de Alhama de Granada, sierra de Parapanda, o la Sierra de Loja, Camarolos y su prolongación hacia el Arco Calizo Central al noroeste.
En tales condiciones, a penas prolongamos nuestra breve estancia en medio del fuerte viento, hasta pocos minutos después de que llegaran los últimos, lo justo para que tomaran algo y poco mas. Foto de grupo en la cumbre, avisándonos unos a otros, casi a gritos, pues así había que hablar para que te escucharan a pocos metros, costando convencer a mas de uno para que se pusiera en la foto de grupo, porque lo que la mayoría quería era salir pitando de allí cuanto antes. Cumpliéndose una vez mas que unas veces por “H” y otras por “B”, las altas cumbres suelen ser atalayas al alcance de los Dioses, que nosotros, pobres mortales, a penas saborearemos durante una breve y efímera estancia, como la vida misma de cada mortal en la inmensidad de la Historia.
Cuando el grupo comenzó a abandonar la cumbre, dirección ESTE, hacia la loma paralela al tajo Volaero, me demoré en la cola fotografiando al grupo de atrás hacia adelante. Las rachas de viento eran tan fuertes que a veces costaba mantener la verticalidad, si empleaba el zoom, tan sólo una de cada cinco o seis fotos conseguía encuadrar correctamente el fragmento de paisaje que quería plasmar, otras tantas veces salía movida.
De manera que cosas tan simples como hacer una foto o caminar en línea recta se hacía complicado, porque el viento empujaba de lo lindo, al tiempo que las manos se te enfriaban rápidamente como no estuvieras en movimiento y si no llevabas, braga, capucha o un gorro de lana el viento norte se te metía por los oídos, siendo realmente molesto, además de frío.
Afortunadamente conforme empezamos a descender por la loma paralela al tajo Volaero, el viento ya solo soplaba a rachas intermitentes, pero la ladera era cada vez mas empinada, así como la amenazante caída a nuestra derecha con final en el imponente tajo Volaero, por lo que la mayoría optamos por volvernos a colocar los crampones, sentados de espalda al viento.
Esta vez la mayoría optamos por caminar apoyándonos en el piolet en modo bastón, poniendo nuestra máxima concentración para caminar sobre las huellas de los compañeros que iban por delante. Dos compañeros rodaron ladera abajo, empujados por el fuerte viento de costado que nos empujaba hacia el abismo, primero fue Pepe Guerrero “El Maestro Geobotánico” e instantes después Iván “El Correo del Zar” cortándonos la respiración al resto de los compañeros que veíamos como rodaban ladera abajo, quedándose parando su caída al vacío con sendos golpes de piolet, gracias al cual pudieron frenar su caída hacia el abismo del tajo Volaero, remontando ladera arriba, a golpe de piolet, con la cara de quien por unos instantes creían que era el final y han vuelto a nacer.
Precisamente en este mismo punto, unas horas antes Severo se daba la vuelta para regresar sobre sus pasos, después de que su mujer, se llevara un buen susto tras un fuerte golpe de viento, que hizo efecto globo con los bolsillos y una abertura en el costado del cortaviento que llevaba puesto.
Afortunadamente fueron los únicos incidentes en esta jornada que tuvo tintes épicos en este tramo de descenso hacia el impresionante balcón natural del Morrón, donde otras veces en condiciones mas favorables no hemos dudado en asomarnos para hacer algunas de las fotos mas espectaculares de la ruta.
Tomando en esta ocasión la vaguada que se encuentra a su izquierda y por la que llegamos directamente al Collado Lobera, a través de esta vaguada en forma de embudo, con no pocas grietas entre un agreste pedregal, que en esta ocasión estaba cubierto de nieve sobre la que fuimos caminando, como quien camina sobre un campo de minas, pues a veces pisabas sobre suelo blando y otras te podía llegar la nieve casi a la cintura, dependiendo de si debajo de esta había una profunda grieta o no.
Poco a poco nos fuimos reagrupando entre el collado Lobera y el Collado del salto del Caballo. Habiendo desechado nuestra primera intención de alargar el recorrido hasta la Tacita de Plata, a la que nos habría dado tiempo a llegar, pero a costa de hacer un descenso a ritmo de ultra-trail (sin ninguna necesidad).
Por lo que iniciamos el descenso, por ese precioso tramo en zig-zag, de sendero estrecho conocido como El Salto del Caballo, con paredones a un lado y bastante vuelo hacia la cabecera del barranco de Los Prestillejos, pasando junto a unos bonitos ejemplares de tejos centenarios, últimos supervivientes de la especie que en su día predominó en esta Sierra, hasta el punto de ser conocida desde hace mucho tiempo como Sierra Tejeda (por sus bosques de tejos). Y desde allí dirección NE, ya siempre en descenso proseguimos hacia el Collado de Rojas donde por fin pudimos parar tranquilamente para hacer un almuerzo-merienda. A partir de allí, la senda discurre claramente por lo alto de la loma que separa al arroyo de Prestillejos a nuestra izquierda y el de la Solana del Espartal a nuestra derecha.
Volviendo a entrar pronto, en contacto con el bosque de pinos de repoblación donde nos encontramos con un pequeño muñeco de nieve junto al que nos fotografiamos.
Conforme vamos descendiendo nos encontramos, una vegetación cada vez mas densa que es uno de los grandes alicientes de este itinerario, llegando mas tarde al mirador con un panel descriptivo que reza: Valle del Temple, donde se describe el paisaje que tenemos entre la Maroma y el cerro Malascamas hacia el norte, es decir lo que serían las cabeceras del río Alhama o Marchán y el arroyo de La Madre.
A nuestro paso por la zona del Contadero, que hace referencia a un paso angosto entre un pasillo de rocas, donde los pastores solían contar al ganado tal y como iban pasando por allí de uno en uno, la alargada sombra de La Maroma, hacía que ya viéramos en sombre todo el paisaje que teníamos a nuestro alrededor.
Dejando poco después a nuestra izquierda otro roquedal a modo de balcón natural, sobre el barranco de Prestillejos. A partir de aquí la pendiente comienza a suavizarse y el sendero comienza a ser paulatinamente mas ancho, hasta convertirse en incipiente pista forestal, llegando a una zona mucho más llana donde hay un cruce de carriles de tal manera que a la izquierda iríamos de nuevo a los Barracones, tomando nosotros a la derecha, donde nos encontramos con varios paneles informativos sobre las especies botánicas que nos vamos encontrando, los bonitos ejemplares de abetos de Douglas, propios de parques naturales de Estados Unidos y Canadá o los Cedros originarios de Oriente Medio, todo un exotismo en estas latitudes, que se han desarrollado estupendamente bien, debido al microclima de esta zona de media-alta montaña. Hasta que llegamos al cortijo del Robledal Alto y su gran encina centenaria en cuyas proximidades teníamos aparcados nuestros coches a los que llegábamos con las últimas luces del día.
Disfrutando minutos mas tarde de la cervecita con tapas o cafelito de despedida en el Hotel Los Caños de la Alcaicería con el agradable sabor de boca que siempre te dejan las rutas históricas en tan magnífica compañía.