martes, mayo 31, 2016

Ascensión al Aljibe desde La Sauceda y retorno por la Laguna del Moral

Entorno: Parque natural de Los Alcornocales (Sector La Sauceda)
Pueblos de referencia: Depende, si vienes por la Costa Jimena de la Frontera, si vienes desde Ronda: Cortes de La Frontera, si vienes desde Sevilla ó Jeréz:  Alcalá de Los Gazules. Viniendo desde el interior el último cruce de carreteras por donde se pasa es el puerto de Galis, donde hay una venta y nos desviamos a la izquierda para llegar en breve al parking del complejo rural de La Sauceda.
Distancia aprox. 14 km 
Desnivel aprox. subida 500 m
Punto de partida: Verja de entrada a La Sauceda (620 m)
Vértice geodésico del Aljibe: (1.091 m)
Tiempo aprox. 6-7 horas (esta ruta se presta a la contemplación del paisaje y a recrearse con la fotografías tantas veces como uno estime oportuno a lo largo del recorrido).
Nivel dificultad: medio-bajo
Tipo suelo: sendero terrizo y pedregoso cubierto de hojarasca en muchos tramos. Debido a la abundancia de manantiales en esta zona, en época de lluvias suele haber tramos muy embarrados,.
Tipo de recorrido: circular.
Fecha de realización: domingo 29 de mayo, en principio se había anunciado para el día antes, pero las predicciones de lluvia que acabaron cumpliéndose el sábado 28 de mayo, nos obligaron a pasarla para el día después.
PARTICIPANTES: Desde Sevilla llegaron María Jesús Benítez "La Campesina Bolchevique" sigue progresando muy adecuadamente y Ángel Romero "El Gladiador de Itálica" colosal y con espíritu explorador como siempre; desde Ronda: Jorge Castrillo "Corazón de León" feliz reencuentro con uno de los tíos más nobles y buena gente que he conocido en mi vida (mejorando lo presente); desde distintos puntos de la Costa del Sol: Brida, Ana Martínez, Manuel Álvarez, Mariano "El Ingeniero de Telecomunicaciones" tras larga convalecencia por tema de rodillas que volvía a reaparecer como en sus mejores tiempos, Sancho Adam "Máster Chef", Fali "El Retorno de Elvis", el hombre que ha ganado el último concurso fotográfico con su móvil SAMSUNG de última generación, nominado a Senderista Destacado de la Temporada, Paqui "La Pacificadora" también nominada a Senderista Destacada de la Temporada al igual que Alicia "En el país de Las Maravillas", Fran, Miguel Ángel "El Renacentista", Inma Marazul recién llegada de su Viaje a Perú en busca del NIRVANA, más espiritual que nunca; Celia "La Hechicera du sao Paulo" disfrutando a tope de uno de sus parajes favoritos; Pepe Guerrero "El Maestro Geobotánico" que volvió a deleitar al grupo con sus maravillosas charlas botánicas en un escenario ideal para ello y el bueno de Rafael García "El Califa", que se vio obligado a regresar sobre sus pasos al llegar al carril cicloturista, por un problema de caderas, tras las tres últimas temporadas estando presente en todas las batallas, ha estado media temporada convaleciente y de momento ya es seguro que no estará en la Eurocopa de Francia 2016.
Una vez reunidos frente a la verja de entrada a La Sauceda, finalizado el protocolo de entrega de mapas, ficha de ruta, saludos varios y cambio de calzado, mochila, bastones, cámaras y GPS encendidos y con parámetros a cero, pasamos al otro lado de la verja, haciendo una primera parada junto a su peculiar reloj de Sol, donde estuvimos dando una primera charla introductoria recordando que: la Sauceda está ubicada en la parte más occidental de la provincia de Málaga, limitando con la provincia de Cádiz. Desde La sauveda hacia el río Guadiaro (al Este), todo pertenece al término municipal de Cortes de la Frontera, que es uno de los mas ricos de Andalucía, gracias a la producción del corcho. En la zona de cumbres, concretamente en el puerto Oscuro, cerca de la Pileta de la Reina y el Aljibe, confluyen los términos municipales de Cortes, Jérez y Alcalá de los Gazules y por lo tanto las líneas interprovinciales de Cádiz y Málaga, que allí podemos distinguir fácilmente por un modesto murete de piedra, de poco mas de un metro de alto. Al mismo tiempo se deslindan, las cuencas hidrográficas de los ríos Guadalete, y Bárbate, así como el arroyo de Pasadallana, uno de los tributarios que forman parte de la cabecera del río Hozgarganta, que discurren en su zona alta por paisajes formados por bosques de los llamados de galerías (canutos en Cádiz), donde están presentes los sauces, alcornoques, quejigos, brezos, acebuches, fresnos, lentiscos. El punto más alto, al cual se le conoce por «Pilita de la Reina», que según testigos de la época es la tumba medieval, a la que la historia dio algunas leyendas, como aquella de que fue utilizada por la reina Isabel de Castilla como baño, no se me ocurre un lugar más escarpado en muchos kilómetros a la redonda, como el pequeño, pero empinadísimo roquedo donde se encuentra. Así pues, todas estas condiciones unidas a su orografía hicieron que el valle de la Sauceda fuera una zona ideal para el asentamiento de batallones de los llamados desahuciados o bandoleros, quienes supieron aprovechar la incertidumbre política del momento. El origen de donde procede el nombre de la «Sauceda» es un tanto controvertido, pues mientras unos sostienen que es por la existencia de sauces en el valle, hay quienes sostienen que procede de la evolución de la palabra «desahuciados».  Os recomendamos la novela histórica “Nubes en el corazón”, en la que su autor Juan Pino Palma, consigue que el lector viaje por entre los paisajes y la historia de este valle tan especial. 
Parque Natural de Los Alcornocales:
El Parque Natural de los Alcornocales se extiende a lo largo de 170.000 hectáreas de terreno, a caballo entre las provincias de Cádiz y Málaga y está formado por la masa forestal de alcornoques más extensa del mundo.
Se trata de un conjunto de sierras de pequeña altura en las que predomina la arenisca sobre la caliza, al contrario que en su vecina Sierra de Grazalema, y constituye una de las áreas protegidas más importantes de Andalucía, siendo el tercer parque en extensión de esta tierra, llegando hasta el Estrecho de Gibraltar. En su interior se encuentra la Reserva Nacional de Caza de Cortes de la Frontera. Rododendros, helechos y laureles crecen bajo las sombras. En su parte sur se encuentran los canutos, valles fluviales en los que sobreviven especies vegetales del período terciario.
Importante punto de turismo ecológico, rural y educativo debido a sus valores arqueológicos, culturales, históricos y monumentales, sabe combinar las apretadas y protegidas manchas de alcornoques y quejigos con la extracción de corcho, la caza mayor o la ganadería.
Municipios, comarcas y pedanías de Cádiz: Alcalá de los Gazules, Algar, Algeciras, Arcos de la Frontera, Castellas de la Frontera, Benaocaz, Benalup-Casa Viejas, El Bosque, Facinas, Jerez de la Frontera, Jimena de la Frontera, Los Barrios, Medina Sidonia, Prado del Rey, San José del Valle, Tarifa y Ubrique,
Municipios, comarcas y pedanías de Málaga: Cortes de la Frontera (Málaga), Gaucín y El Colmenar
Extensión: 167767 Hectáreas
Fecha de declaración: 28/07/1989
Fauna: Un paraíso para las rapaces: una de las mayores concentraciones de buitre leonado, el buho real, el halcón peregrino y cernícalos, el alimoche, los azores, los gavilanes, y diversas águilas, culebrera, perdicera, calzada, imperial y real. Las granívoras están representadas por el petirrojo, el chochín, el mito y el herrerillo; las insectívoras por el ruiseñor, el abejarruco, la golondrina y el vencejo. La fauna que habita en los canutos está compuesta por mirlos acuáticos, martín pescador, aviones zapadores...
Venados y corzos, cuya población es la más meridional del continente, forman la población de mamíferos ungulados. Entre los depredadores, zorros, ciervos, jabalíes, ginetas, tejones, la nutria, el turón, la comadreja, el gato montés y la mayor colonia peninsular de meloncillos.
Zona de migración en la que confluyen cientos de miles de aves europeas.
Flora: Cuenta este parque con los mayores alcornocales del planeta, bosques de quejigos, acebuches, encinas y algarrobos. También con bosques y sotos fluviales de alisos y fresnos. Sobreviven especies vegetales del periodo terciario que dan lugar a una laurisilva en su parte meridional, formada por rododendros, alisos, laurel, fresno, avellanillo, acebo, rusco y varios tipos de helecho, algunos de ellos de enorme interés botánico. El Psilotum nudum, una auténtica joya botánica, única en nuestro hemisferio, destaca entre los helechos.
Igualmente encontramos palmitos, el olmo, la zarzaparrilla, el álamo blanco, el rebollo, brezos, madroños o arrayanes durillos.
En un lugar como La sauceda, fue todo un lujo contar una vez mas con las charlas didácticas de Don José Guerrero, em "Maestro Geobotánico", si mal no recuerdo, la primera planta ante la que se detuvo fue el hipérico, de la que nos contó, que en tiempos del Imperio Romano, se utilizaba como el Betadine, que valía para curar todo tipo de herida y otros males.  De hecho el mismísimo Dioscórides Anazarbeo (nacido en Anazarbus, Cilicia, asia Menor (40-90 d.C.), Médico, farmacólogo, y botánico de la antigua Grecia, escribió la obra de Materia Médica, que desde los tiempos del imperio Romano hasta la Edad Media e incluso el Renacimiento, fué considerada poco menos que la Wickipedia de la "Farmacología" y en ella escribió: El Hyperico, llamado Androsemo por unos, por otros Corio, y por otros Camepytis, que quiere dezir Pinillo, porque su resina huele a resina de pino, es una mata ramosa, roxeta y de un palmo de alta, que produze las hojas como la ruda, y de flor amarilla: la qual frotada entre los dedos, resuda un liquor semejante a la sangre, de do vino a llamarse Androsemo que significa sangre humana. Nace el hyperico en lugares cultivados y ásperos. Tiene facultad de mover la orina y, aplicado por baxo, provoca el menstruo. Bebido con vino, extermina las tertianas y las quartanas. Su simiente bevida por una quarentena de días, cura la sciática y las hojas con la simiente aplicadas en forma de emplastro, sanan las quemaduras del fuego.
1ª parte: Ascensión de La Ermita de La Sauceda al cerro del Aljibe:
Una vez que pasamos al otro lado de la verja de entrada, el camino hasta la ermita, ya nos recibe entre grandes quejigos, fresnos, alisos y monumentales alcornoques, desde los primeros metros nos acompaña la música acuática del arroyo de Pasadallana que al principio llevamos a nuestra derecha, un primer puentecillos metálico que lo atraviesa nos hace dudar, pero nosotros nos mantenemos en el sendero principal que va pasando junto a una antigua alberca, varias ruedas de molino dispersas por la zona, ruinas de viejos hornos de piedra, colonizados por la vegetación, que nos hablan de los antiguos usos y costumbres del lugar. Nuevos paneles indicativos que nos señalan: Salida, Recepción Refugios (bungalows). La abundante hojarasca de alcornoques y quejigos, unida a la humedad del entorno, invita a pensar que nos encontramos en un entorno privilegiado para buscar setas en época de otoño.
Atravesamos el segundo puente metálico que nos encontramos, quedando a partir de aquí el arroyo de Pasadallana a nuestra izquierda. Inmediatamente después pasamos junto a una gran alberca (seca) que queda a la derecha del sendero y comenzamos a encontrarnos con los denominados refugios, que en realidad son coquetas casas de piedras, debidamente construidas en perfecta armonía con el entorno y que forman parte de lo que viene a ser un precioso complejo rural: http://www.lasauceda.es/p/instalaciones.html
Donde nos encontramos con zonas de fuentes, barbacoas y todo ello en medio de un entorno mágico que nos deleita conforme vamos avanzando, no tardamos en encontrarnos con las primeras balizas indicativas del sendero de La Sauceda, que ahora nos conducen a un segundo puente de madera, tras el cual llegamos a las ruinas de la Ermita, lugar emblemático donde los haya y todo un símbolo de la masacre que tuvo lugar aquí en los primeros meses de la Guerra Civil. Si bien, es cierto que la famosa "Desbanda" de Málaga" fue de los mayores genocidios de aquellos tres años de pesadilla (mas los posteriores de la Post Guerras, que en muchos casos se vivieron aún de forma más dramática), lo vivido en La sauceda, fue una especie del "Guernica del Sur". En tan emblemático lugar, estimamos oportuno leer unos fragmentos extraídos del libro "Un valle de dolor, La tragedia de la Sauceda", del investigador ceutí Luis García Bravo, uno de los pioneros en la investigación sobre la recuperación de la Memoria Histórica.
Hasta los pájaros callaron…
En el libro “Un valle de belleza y dolor. La tragedia de la Sauceda”, dejó escrito García Bravo: “… Fueron aquellos meses de noviembre de 1936 a finales de febrero de 1937 los que harán que aquel valle de luz y belleza se convirtiera en un lugar de oscuridad, tristeza y mucho dolor. Tras los incansables bombardeos de los aviones rebeldes que destruirían para siempre aquellas casas hechas con mucho sudor, de muros de piedra y techos de brezos, los molinos, la ermita y todo cuanto fue la aldea de la sauceda, dando lugar a que familias enteras huyeran despavoridas sin saber a dónde ir o dónde ocultarse, cada familia padeció la tragedia y el dolor que duraría tres largos años de guerra y una larga posguerra, con el sabor del miedo y el silencio obligado. 
Todo quedó arrasado; ya no se escuchaba ni tan siquiera el graznido de las águilas y hasta los pájaros callaron, los arroyos enmudecieron; solo el frío viento de invierno y el miedo estaban presentes en aquella tragedia de horror y muerte que envolvió a todo el valle de la sauceda. Solo quedó la presencia oscura de muerte, de fusiles, bombas, voces de mando y miedo, mucho miedo, que, al llegar las atardecidas de noviembre a febrero, solo eran interrumpidas por lamentos, gritos desgarradores y el sonar de disparos, que provenían del cortijo del Marrufo, allí donde eran pasados por las armas, sin juicio, hombres y mujeres, vilmente asesinados. Así quedaban grabados para siempre en el silencio del valle sus gritos y lágrimas. Aquel lugar, ‘El Cortijo del Marrufo’, el que no hacía mucho tiempo dio trabajo a los vecinos del valle, y donde se celebraron bodas alegres y festivas, pasó desde primero del mes de noviembre hasta finales de febrero de 1937 a convertirse en un lugar de hacinamiento masivo, de terror y de muerte, al cual iban llegando detenidos hombres y mujeres, incluso niños, vecinos de todos los pueblos de los alrededores. Se convirtió el lugar en un destacamento al mando de quien había dirigido una de las columnas rebeldes que ocuparon la zona, el teniente de la Guardia Civil y jefe de la línea de Ubrique, José Robles Ales.
En la "Historia del Movimiento Liberador de España en la provincia gaditana", publicado en Cádiz en 1944, Eduardo Julia Téllez, cronista de la Diputación Provincial, nos relata de esta manera la liberación de Alcalá de los Gazules: "El 31 de octubre, fuerzas del Batallón de Milicias del Puerto de Santa María, destacadas en este pueblo, acompañadas de los falangistas y voluntarios, emprenden una marcha hacia el lugar conocido por Puerto Galis, consiguiendo tras larga lucha vencer la resistencia de los elementos marxistas y establecer contacto con la columna que llegaba de Jerez de la Frontera mandada por el Marqués de Casa Arizona. La operación, como decimos, fue verdaderamente dura, pero se consiguió, con la ayuda también de la aviación, que tomó parte en ella, poner en fuga a los que allí se habían hecho fuertes y aprisionar a muchos de ellos, continuando el avance hasta adueñarse de la Aldea de La Sauceda de Cortes, destruyendo los reductos rojos y haciéndose numerosos prisioneros, que son llevados a distintas cárceles. Al día siguiente, cumplidos los objetivos señalados por el mando, regresa la columna a su punto de procedencia, habiendo conseguido despejar el justo ambiente de temor creado por la proximidad de los revoltosos que amenazaban constantemente no solo la población de Alcalá, sino sus alrededores".
 
"Todavía quedaron diseminados algunos elementos por distintos lugares de las cercanías, pero con todos estos fueron acabando los falangistas, haciéndolos prisioneros, libertando a las personas que tenían secuestradas y, como ya decimos, haciendo que por fin reinara la más absoluta tranquilidad".
También en el Diario de la Falange de Alcalá de los Gazules encontramos referencias claras al respecto: "En la mañana siguiente establecimos contacto con otra columna que al mando del Teniente de la Guardia Civil D. José Robles había salido de Ubrique y que ocupó el cortijo de El Marrufo; partiendo todos en dirección a La Sauceda donde ya habían entrado las columnas mandadas por el comandante Hidalgo, integradas por un tabor de regulares y la Falange de Cádiz mandada por el camarada Manuel Mora Figueroa, que había salido de Jimena de la Frontera. Hubo poca resistencia del enemigo en la operación pues al iniciar la aviación (tres aparatos) su ataque, cundió el pánico en las filas marxistas y sólo quedó que hacer operaciones de limpieza durante todo el día y recuperación de un inmenso número de cabezas de ganado de todas clases que previamente habían sido robadas de todas estas campiñas por los rojos".
Los bombarderos alemanes Stukas martillearon La Sauceda de forma reiterada y minuciosa hasta su total desaparición. Bien podría Picasso haberlo dejado reflejado en una de sus obras, pero por aquella época Andalucía y en general todo el sur de España con un tremendo índice de analfabetismo en el medio rural era sistemáticamente ignorado y marginado por los Gobiernos de la época y hasta muchas décadas después, no se pudieron empezar a sacar a la luz, las muchas barbaridades que también se cometieron en Andalucía. Lo único que quedó en pie fue lo que hoy vemos de la ermita. Se dijo que en sus ruinas aparecieron algunos campesinos ahorcados y que lúgubres campanas estuvieron doblando durante muchos días después del bombardeo, a pesar de que ya no había ni campanas ni campanero ni quien pudiera oírlas.
Finalizada la charla, retomamos la marcha con una extraña mezcla de sentimientos, reflexionando sobre las atrocidades cometidas en la Guerra Civil española (y en cualquier guerra, en realidad), el máximo respeto y la tristeza por quienes allí sufrieron, murieron y padecieron injusta, y absurdamente y la magia de la belleza que allí nos rodea por todas partes, donde cada rincón parecía recordarnos: "¡Haz el amor y no la guerra!", mientras las hojas de los árboles mecidas por la suave brisa nos hacían llegar la melodía del "IMAGINE" (John Lennon). Dirigiendo nuestros pasos hacia el extremo norte de la gran explanada de la ermita, donde nos encontramos con una gran angarilla, que debemos atravesar y que en pocos metros nos conduce a un cruce de caminos en forma de “T”. Junto a un aljibe de hormigón podemos ver una baliza que nos indica la subida a El Aljibe (a la izquierda),  que es nuestro camino a seguir y la Laguna del Moral (a la derecha), que es nuestro teórico camino de regreso.
En este punto es donde empieza propiamente dicha la senda de La Sauceda-pico del Ajibe, que en su primer tramo discurre bastante rectilíneo, por una pista terriza flanqueada de alcornoques monumentales, que en suave ascensión se transformará en sendero unos 300 m mas allá mientras vamos caminando con un mar de helechos a ambos lados. No tardamos en encontrarnos con los primeros ejemplares de rododendros, también conocidos como hojaranzos, con sus preciosas flores rosas, parecidas a las adelfas, pero más delicadas, y también en torno al cauce de un arroyo, en este caso, al arroyo de Pasadallana, que vamos llevando a nuestra izquierda. La humedad que proporcionan las abundantes nieblas hacen que este sea un lugar idóneo para que en él se desarrollen numerosos endemismos, favorecidos por la peculiar fusión del ambiente Mediterráneo y Atlántico que caracteriza al Parque Natural de  Los Alcornocales, uno de los más valorados de Europa desde el punto de vista botánico. 
En el punto donde el camino queda más cerca del arroyo, casi a su misma altura, aprovechamos la ocasión, como ya es tradición,  para abandonarlo momentáneamente el camino y fusionarnos con el idílico bosque de ribera, pudiendo llegar hasta la misma orilla del arroyo de Pasadallana, que tal y como suele ocurrir en los últimos días de mayo, principios de junio, suele estar engalanado con sus rododendros . Es más, mientras el terreno lo permita es recomendable caminar junto al arroyo aguas arriba, respetando siempre el medio ambiente, hasta que llega un momento donde la pendiente se hace más pronunciada y debemos retornar al cercano sendero principal, en todo momento, bien señalizado con las balizas blanquiverdes de SL.A-126.
Desde el inicio tenemos la sensación de estar caminando por un bosque encantado. Los amantes de la fotografía encontrarán un buen motivo para detenerse cada pocos pasos, cuando no es por un rincón mágico como un gran roquedo de arenisca que pronto queda a nuestra derecha, lo será por el primer plano con MACRO de un rododendro en flor o de una orquídea con sus mágicos colores.
Los alcornoques y los quejigos están por todas partes recubiertos de musgo verde. Además también existen retazos de bosque de Laurisilva, último lugar de la Península Ibérica donde se puede observar este tipo de bosques tan frecuentes en el periodo Jurásico que ya solo nos encontramos en las islas canarias, concretamente en: Garajonay, la Palma y la Gomera, y otros archipiélagos como las mágicas Azores y Madeira, altamente recomendables para los amantes del senderismo y la naturaleza en general .
En todo momento el sendero se mantiene paralelo al arroyo-canuto de Pasadallana, envuelto en una vegetación semi tropical tan abundante, que sólo en ocasiones nos permitirá contemplar alguna que otra poza y pequeñas chorreras, que en todo momento quedan a nuestra izquierda, mientras no dejamos de vadear pequeños afluentes tributarios que casi siempre nos llegan por nuestra derecha. No obstante, el sonido del agua nos va acompañando durante gran parte de la ascensión.
Llega un momento que el escalonado sendero enlaza con el carril cicloturista a la altura de un aljibe, donde hicimos la primera parada de reagrupamiento, tras la cual Rafa "El Califa" estimó más oportuno regresar sobre sus pasos para no forzar la máquina. Finalizado el tiempo de refrigerio, continuamos por el carril terrizo, unos 300 m en dirección ESTE por el dócil carril cicloturista de La Sauceda, por donde seguiremos caminando bajo la sombra de grandes alcornoques y quejigos, llevando el monte a nuestra izquierda y el valle a nuestra derecha tapizados de helechos donde aquí y allá nos deleitamos con las flores de los rododendros, que curiosamente van adquiriendo un tono que va del rosa al violeta cada vez más oscuro e intenso, conforme vamos ganando altura.
El punto donde abandonamos la pista, ladera arriba, hacia nuestra izquierda, se encuentra perfectamente señalizado, encarando ahora un tramo de fuerte pendiente pero bastante escalonado y muy llevadero teniendo en cuenta que vamos protegidos en todo momento por la exuberante vegetación en la que estamos inmersos.  De vez en cuando nos vamos encontrando pequeños claros de bosque, troncos centenarios de tamaño colosal que invitan a ser fotografiados, algunos caídos sobre el sendero, sobre todo los que han crecido al borde de una pendiente que ha sido erosionada por el agua de la lluvia, quedándose sin suelo suficiente para soportar todo el peso del árbol, que incluso caído sigue siendo bello. 
Una paradoja de la vida en sí que nos recuerda una vez más que nada es para siempre y que hasta las torres más altas terminan cayendo, por muy fuertes y seguras que se sientan, durante alguna etapa de nuestra efímera existencia. A la altura del manantial conocido como la Fuente de la Perra, el sendero se vuelve pedregoso y empinado, discurriendo a lo largo de casi 100 m por una pedrera donde resulta imposible escapar del agua y el barro en época de lluvias, pues vamos ascendiendo literalmente por un camino de agua, donde su sonido nos acompaña en todo momento y es que no se nos ocurre un nombre más apropiado que el de Aljibe, para la cumbre hacia la cual nos dirigimos.
A partir de una cerrada curva del sendero encaramos el último tramo de ascensión a través de un bosque de pequeños robles melojos que de seguir recto nos conducen hasta la pista terriza secundaria, que tomándola a la izquierda, nos conduce hasta la cumbre sin margen de error. Sin embargo, como siempre que repetimos destino, nos gusta darle una pequeña variante y es por ello, que en esta ocasión, tomamos un ramal secundario que rápidamente sale a campo abierto, quedando el valle de la sauceda y parte de la carretera que conduce hasta ella, allí abajo a nuestra izquierda, y dejando a nuestra derecha un magnífico tajo de arenisca, perdiendo el sendero incluso un poco de altura entre abundante vegetación, para rápidamente volver a ganar altura, llevándonos hasta la divisoria de aguas de la loma que tenemos en frente, donde nos encontramos con una valla que salvamos mediante una angarilla, tras la cual iniciamos el último tramo de ascensión por un perdido sendero de ganado, que pronto coincide con una torrentera de arenisca que nos conduce directamente hasta la base del roquedo donde se encuentra la Pilita de la Reina, al que subió parte del grupo y más tarde al promontorio vecino de "El Aljibe" (1.094 m), punto mas alto del parque natural de Los Alcornocales, cuyo vértice nos lo encontramos derruido junto a su base, posiblemente por un rayo. Independientemente de leyendas peregrinas, como la del último baño que se dio la Reina Isabel en la pilita antes de conquistar Granada y que más bien pudo ser una tumba antropomorfa en su día. 
Existe otra teoría mucho más coherente que dicen que lo que se conoce como "Pilita de la Reina", que en realidad es un pequeño aljibe natural que permanece lleno de agua, tras época de lluvias, es al mismo tiempo el que se conoce como pico del Aljibe, independientemente de que el v.g. se haya colocado en el promontorio vecino, que es el que la mayoría conoce como pico del Aljibe, de hecho, ambos tienen prácticamente la misma altura.
Desde el vértice geodésico, o mejor dicho el lugar donde se encontraba, tenemos vistas hacia el cerro del Montero fácilmente reconocible con la bola del radar de su base militar, el Campo de Gibraltar al sur; al suroeste el embalse de Barbate junto al cual se encuentra Alcalá de Los Gazules; al Oeste, descollando sobre la meseta, la cumbre del Picacho (882 m) con un telón de fondo de onduladas colinas y tierras de cultivo que en gran parte pertenece a Jerez, Medina Sidonia; al Norte la modesta sierra de La Gallina y por detrás cerrando el horizonte la crestería de la sierra del Pinar, techo provincial de Cádiz en el corazón del parque natural sierra de Grazalema, con el embalse del Guadalcacín a la izquierda, al otro lado del cual se encuentra Arcos de la Frontera; y al Este, el hacho de Gaucín, Reales de Sierra Bermeja y otras sierras malagueñas, incluida la sierra de Las Nieves, por encima de la espectacular  masa forestal de La Sauceda y todo su entorno hacia la reserva nacional de Caza de Cortes de la Frontera.
2ª parte: Descenso desde el Aljibe a la Laguna del Moral:
Una vez hecha la foto de grupo en el lugar que hasta hace poco ocupaba el vértice geodésico, volvemos a pasar a los pies de la Pilita de la Reina, que dejaremos a nuestra derecha para pasar al otro lado del muro de piedra enlazando con un carril terrizo, que de tomar a la izquierda, dirección oeste nos llevaría hacia la Loma de la Baña, discurriendo por un cortafuegos hacia el Picacho, sin embargo, lo tomamos a la derecha, dirección este, aunque rápidamente gira dirección norte, coincidiendo con el tramo final del sendero oficial La sauceda, pico del Aljibe, pronto llegamos al cruce que coincide con la zona superior del bosquete de robles melojos, por donde iniciaríamos el descenso sobre nuestros pasos. Pero, en esta ocasión, nos mantenemos sobre el carril terrizo y secundario que en dirección N, discurre paralelo a la línea interprovincial Málaga (a nuestra derecha) y Cádiz (a nuestra izquierda), descendiendo de una forma muy tendida, volviéndonos a adentrar poco a poco en la franja de robles melojos, donde quedamos al resguardo del frío viento que soplaba en la zona superior y teniendo en cuenta que era hora y lugar propicio, aprovechamos para improvisar mesa y mantel y disfrutar allí del almuerzo que cada cual llevaba en su zurrón.
Mientras parte del grupo finalizaba su almuerzo, aprovechamos para soltar otra parrafada histórica del lugar recordando que La Sauceda es una de las pocas poblaciones españolas que tienen el honor de haber sido nombradas explícitamente por Cervantes en su obra, en este caso en el  “Coloquio de los Perros”, donde en un cierto momento, Berganza dice a su canino amigo Cipión:…”Dejólos encerrados, y volvió a coger los trofeos de la batalla, que fueron tres vainas, y luego se las fue a mostrar al asistente, que, si mal no me acuerdo, lo era entonces el licenciado Juan Sarmiento de Valladares, famoso por la destrucción de La Sauceda…”.
A diferencia con lo ocurrido después de la masacre producida por los fascistas de 1936 (ahora La Sauceda es “lugar de acampada”), no tardaron
los espíritus libertarios de la época en reconstruir el poblado utilizando ya los elementos arquitectónicos (las cabañas llamadas “moriscos”) que ahora sólo retenemos como detalles fugitivos en fotografías y creando las bases de lo que ahora se denomina cante jondo y baile flamenco.
En efecto, allí se refugiaron Pedro Machuca San Juan, capitán desaforado del ejército español, proclamado caudillo general de la República Libre de la Sauceda, y sus 300 desaforados, junto con moriscos verdaderos y monfíes, judíos, gitanos y bandoleros de Sierra Morena, que se juntaron en este recóndito lugar.
Es el caso que el sucedido de Pedro Machuca San Juan (también conocido como Roque Amador de Mesa) y sus desaforados en La Sauceda es de los más increíbles e intrigantes de la historia de España. Fechada en 13 de Mayo de 1590 recibió el rey Felipe II la siguiente carta firmada por Pedro Machuca San Juan y ocho de sus capitanes en nombre de los trescientos habitantes de La Sauceda:
“Yo, Pedro Machuca San Juan, capitán de su majestad, soy en verdad aquél a quién se conoce como Roque Amador de Mesa. En mi propio nombre y en el de mis ocho compañeros, cabezas de los demás desaforados que, hasta un total de trescientos, habitamos la dehesa conocida como La Sauceda, queremos haceros llegar este mensaje, fiados de vuestra piedad, comprensión y justicia. Los que aquí hemos venido llegando, desde hace veinte años, de una y otra manera nos hemos visto forzados a desahuciarnos de un mundo, que nos imponía un modo de proceder contrario a nuestra naturaleza humana. Desde entonces vivimos compartiendo el corazón de estos parajes con gentes sencillas, nativos vaqueros que permanecen fieles a las leyes de la Naturaleza, desde que Dios pusiera a los padres de sus padres en aquel mundo virginal de los orígenes del tiempo. Sin embargo, ya hace tiempo que esperamos el final de una situación a la que nos forzó la injusticia de un mundo que no comprendemos ni compartimos… Por todo ello, cansados ya del daño que en contra de nuestra voluntad, venimos haciendo a caminantes y mercaderes y que, en gran parte, viene originado por las necesidades de abastecimiento de los propios prisioneros, hacemos súplica del perdón real, que de vuestra mano provenga y que, indulgente con nuestra forzada forma de proceder, ponga fin a esta situación desafuero…”
¡No tiene desperdicio el documento histórico! Ni tiene desperdicio esta misiva ni mucho menos lo tiene la reacción del rey.
Dicen los cronistas que a quien correspondió llevar la respuesta del rey fue a Argote de Molina y que éste partió de Sevilla para llegar a La Sauceda el 24 de Junio de 1591 “… con luzido acompañamiento de 24 Cuadrilleros, gallardos i bien dispuestos, vestidos de verde, con sus Alfanges pendientes i sus Ballestas al ombro i 12 Criados de librea; i 4 Lacayos todos del mismo color. A su lado derecho el Licenciado Valladares alcalde de Casa i Corte (famosso juez) el cual traía la indulgencia. Llegaron a la ciudad de Xerez i llevando consigo al Corregidor i Ciudadanos, avisaron 8 días antes al Capitán (a quien los días se le hazían años) salió con su exército a recebirlos i con grande alegría i orden. Repartidos en escuadras con sus Arcabuzes, vanderas y Cascos. Baxando por cuatro veredas de la Sierra a juntarse en el Camino Real, i haziendo apunto sus salvas, los cogieron en medio, i besando las manos a los juezes con muestra de obediencia i umildad, caminaron por entre muchos Arcos Triunfales a su Cueva. Donde estava levantado un luzido Teatro de enrramadas de Laurel, de Mirto y otras yervas i flores olorosas, i uno i otro adornados de mucha Caça de Liebres, Conejos, Cabras, Venados i Jabalíes. I asentándose por orden en sus gradas, informó Argote a favor de los Delinquentes, i el Alcalde leyó la Carta de Perdón general, de parte del Rey nuestro Señor. La cual oyeron todos de rodillas, clamando vivas al Rei Filipo. Dieron de comer a los guéspedes lo mejor que pudieron, sirviendo de Mesas aquellos espaciosos Prados, i a bever antiguos i preciosos vinos, i aguas puras i frescas; con Bailes y Danças a su modo. I dándoles el Provincial un rico i liberal Donativo se partieron, unos a sus tierras, otros a servir sus nuevas Plaças, quedando la Sauceda desierta i los caminantes libres i la tierra segura.”
Finalizado el almuerzo, continuamos dirección N, en tendido descenso, poco a poco los robles iban quedando atrás y el carrilillo terrizo, comienza a girar a la derecha, dirección N-E, atravesando un tramo de monte bajo donde predominan brezo, aulagas, matagallos y otros matorrales, que nos permitían contemplar gran parte del valle de La Sauceda a nuestra derecha (este) y el embalse de Guadalcacín al norte. Conforme el camino comenzaba a descender, volvíamos a adentrarnos en zona de alcornoques y quejigos monumentales, que nos siguieron acompañando cuando minutos más tarde, enlazábamos con el carril cicloturista, que tomábamos a nuestra izquierda, dirección N,N-O, en sentido descendente, hasta que poco después lo abandonábamos para tomar un sendero perdido, que mas que verse se intuye oculto bajo la abundante hojarasca, sin más referencia que el modesto arroyo (canuto) del Moral, que durante un buen trecho llevamos a nuestra izquierda, a escasa distancia, por empinada ladera, a veces, casi campo a través, por uno de los tramos más bonitos, inéditos y salvajes del recorrido, vadeándolo unos 300 m mas allá, para seguir en paralelo al mismo, pero ahora llevándolo a nuestra derecha, hasta venir a enlazar con el mencionado carril cicloturista, que ahora tomamos en dirección E, a nuestra izquierda, para inmediatamente después abandonarlo, tomando un ramal de sendero a la derecha, que nos conduce hasta al idílico y recóndito paraje de La Laguna del Moral, lugar ideal para la meditación, que irradia una paz y un magnetismo, como en pocos lugares he percibido. Un auténtico santuario de paz, donde uno se siente en perfecta armonía con la Naturaleza:
Las aguas, los olores, la vegetación intrincada, los quejigos, fresnos, alisos, sauces y alcornoques; los “canutos” creados por las corrientes con su vegetación cálida y terciaria; la rareza y espiritualidad de los matorrales, tienen el distintivo de los duendes de Goethe, de San Juan de la Cruz y de Lorca. Ya lo decía el escritor rondeño de mediados del Siglo XVI Vicente Espinel en su novela picaresca “Vida del escudero Marcos de Obregón”, “fuíme a La Sauceda donde hay lugares y soledades tan remotas, que puede un hombre vivir muchos años sin ser visto ni encontrado si él no quiere”. “Soledades” gongorinas y horizontes negros lejanos.
Tras varios minutos de obligada parada para recrearnos con la magia y el encanto del entorno de la laguna. Me vi obligado a retornar a La Sauceda por la vía más rápida para llegar a tiempo al hotel, optando por el comodín del carril cicloturista, pero recomendándole a todos los compañeros del grupo que disponían de más tiempo, que continuaran por el sendero, que desde allí parte en dirección S,S-O, para retornar a la Ermita, sin abandonar la compañía de los monumentales quejigos y alcornoques. A diferencia de la pista cicloturista que discurre por un paisaje de valles y llanuras.