domingo, octubre 29, 2017

Benadalid-Benalauría-Peñón de Benadalid-Benadalid

Hora recomendada y punto de partida Antes de las 10.00 en la parada bus de Benadalid, situada a pie de carretera A-369 Ronda-Algeciras a la altura del  Km 23-24
Longitud: 19 km
Dificultad: Media-Alta por el desnivel acumulado
Desnivel aprox: 1.000 m de ascenso y otros tantos de descenso.
Tipo de ruta: Circular
Tiempo estimado: 8 horas
Resumen itinerario: Benadalid-camino del castaño Mataquince- Benalauría- Tajo de los Aviones (o Peñón de Benadalid) -bosque de pino monterrey-Pilar de Almargen-puerto de montaña en la divisoria de los valles Guadiaro-Genal-antiguo cordel camino de Ronda-Benadalid
Track de referencia de nuestro amigo Rubén, Kminante del Sur
https://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=8056949
Fecha de realización y meteorología: sábado 28 de octubre, fue un día de cielos despejados en el Valle del Genal, a pesar del mar de nube que estuvo entrando la mayor parte de la jornada desde la zona del Estrecho a lo largo de la franja litoral malagueña y otras zonas del interior. Las altas temperaturas cercanas a los 30ºC, provocaron que una cuarta parte del grupo renunciara a subir a las dos cumbres previstas para esta jornada.
Unos 40 participantes: Desde Cádiz capital vinieron:  Manuel Limón y Ana Diánez; Desde Sevilla: Maite Narváez, Jesús Rodríguez, Álvaro Millán y Hung Shi Chiung; Desde Ronda:  Herminia, Antonio Cano y nuestro guía: Jorge Castrillo. Y desde distintos puntos de la Costa del Sol: El Doctor Leal, Mariano, escoltado por Inma y Marivi, el Maestro Geobotánico Don José Guerrero, Emilia Franco, el Padre Padre Carras, Arnaud, Paqui, Fali, Manuel Serrato, Dolo, Pepi Rebollo, Alejandro, Antonio Pascual, Marlis Hofer, Manuel Esteban, Juan Antonio Villar Torres, Paqui del Águila Durán, Paco Jaime, Diego Martínez Linares, Luis Boutín Gil,  José Luis Ortega Lozano, Juan M. Moreno Padilla y los nuevos socios Miguel Ángel González Vicente, Ángel José Miranda Uclés, Isabel Díaz Morales.
Crónica y Fotografías: JUan Ignacio Amador, con la colaboración de Arnaud y Manuel Limón.
Bibliografía: Página web Ayuntamientos de Benadalid y Benalauría.
A TENER EN CUENTA:
No cometáis el mismo error, que yo cometí, como coordinador de ruta.
Quiero comenzar esta crónica pidiéndole disculpas a los diez compañeros que se vieron obligados a renunciar a completar el recorrido sin hacer las dos cumbres previstas, por el calor tan grande que hacía cuando iniciamos la ascensión hacia el Puerto de Benalauría, desde la antigua venta de Santo Domingo. Y que yo podría haber evitado, si en vez de haber empezado en Benadalid, hubiera comenzado desde aquel mismo punto, realizando la ascensión dos horas y media antes, con todo el mundo fresco, sin tanta calor y dejando para el final el recorrido por la zona de castaños entre Benadalid y Benalauría. Sin renunciar al comodín de acortar el trayecto Benadalid-Benalauría por el G.R de la Serranía, para quien lo hubiera necesitado. Pero me equivoqué al empezar el recorrido circular en Benadalid y no en la venta santo Domingo, desde donde todo el mundo podría haber comenzado fresco, haciendo las dos cumbres del cerro Poyato y peñón de Benadalid sin ningún problema. Os pido perdón por ello a todos los compañeros y quiero dejar constancia de mi error, para que quien vaya a realizar esta ruta en un futuro lo tenga en cuenta y realice esta ruta con el buen criterio que la realizó en su día mi admirado amigo Rubén “Kminante del Sur” que si lo hizo correctamente cuando hace unos años,  organizó esta misma ruta para el grupo Camino y Jara de Algeciras con gran éxito
1ª parte de Benadalid a Benalauría por el PR.A-236
Desde la parada de bús de Benadalid, a pie de carretera Ronda-Algecira, donde nos dejó el autocar, accedemos a Benadalid por una calle que en ligero descenso nos lleva hasta la pequeña explanada de acceso al Castillo cementerio de Benadalid, más conocido como “castillo de las Cuatro Torres” y cementerio municipal desde comienzos del Siglo XIX. Al llegar nos encontramos con una rudimentaria escalera, cual rudimentaria escalera de asalto por la que no dudó en trepar el intrépido Padre Carras, encaramándose en un periquete para asomarse a su interior y ya de camino, disfrutar de las vistas del entorno desde su muralla.
Situada en un islote rocoso que termina bruscamente en un cortado, la fortaleza es de planta sensiblemente cuadrada, en forma trapezoidal, con el acceso principal en la base mayor orientado al noroeste. La fábrica de los muros es de mampostería trabada con mortero de cal. Tiene tres torres circulares en las esquinas, en tres ángulos (falta una de ellas, la del ángulo sudeste) y puerta con escudos y una leyenda que se fecha en 1635. Adosada al lienzo donde se sitúa el acceso hay una torre más, de sección cuadrangular. A diferencia de las otras dos torres macizas, la torre sur ha tenido función habitacional. En el centro del recinto se sitúa un aljibe.
Situado al norte del nucleo urbano, en una proa del terreno sobre el barranco, ocupa el interior de una fortaleza, en parte arruinada, a la que en la localidad se conoce como "las cuatro torres". En el espacio central, se realizan los enterramientos en el suelo, y se adosan pandas de nichos y bóvedas trasdosadas a los paños de la muralla, que constituye el cerramiento del conjunto. En el centro del patio se sitúa una farola. Se accede por una explanada delantera, muy utilizada, como solana y mirador, con un monumento conmemorativo de labra actual sobre sillares reaprovechados, recientemente se ha pavimentado con cerámica, rasanteado y dotado de barandas y bancos, utilizando un ladrillo visto detonante. A ella abre una portada blasonada. No hay sepulturas sobresalientes entre un conjunto de bóvedas trasdosadas en buena parte espontáneas, que ya acusan la incorporación de materiales novedosos. El cementerio se considera inmemorial. La placa de la portada es de Felipe IV y con fecha MDCXXXV.
En el año 711, Benadalid es conquistada por el jefe beréber Zayde ibn Kesadi. Se refuerza la antigua fortaleza romana, afincándose una población berberisca africana conocida como los Beni al-Jali, (esta voz proviene de la tribu berberisca del mismo nombre). Posiblemente su nombre actual podría tener su origen en el topónimo  Bina al Dalid, el caserío de Adalid.
Durante los primeros siglos de ocupación musulmana Benadalid fue la capital la comarca del Valle del Genal , que en aquel tiempo se conocía como  Ta Kurunna. Los Beni Al Jali respetaron la mayoría de las costumbres de sus moradores, incluso el propio nombre de la comarca con una ligera modificación, lo que prueba la existencia en esos lugares de la influencia de la civilización romana.
Del mismo modo, la construcción del castillo situado en el extremo norte del pueblo tiene un claro origen romano, sin que los bereberes cambiaran la forma del recinto. Durante algún tiempo, pueblo y fortaleza estuvieron en posesión del rebelde al Califato Omar Ben Hafsum, lo que da idea de la gran extensión de terreno que llegó a gobernar desde Bobastro, si bien los dominios de Omar Ben Hafsum abarcaron la práctica totalidad de la provincia de Málaga y parte de las provincia de Sevilla, Córdoba y Granada. Posteriormente Benadalid formaría parte del Reino de Sevilla estando entonces regido por  los merinitas. Y por un tratado convenido en el año 1286, pasó a manos del rey de Granada, junto con los castillos de Ronda, Setenil y Estepona. El historiador Vázquez Otero nos señala que el castillo de Benadalid hizo de frontera del reino granadino con el sevillano, formando parte de una línea de torres y castillejos que empezaba probablemente, en la ribera atlántica, cerca de Vejer de la Frontera, para terminar en la vertiente mediterránea a poca distancia de Estepona”.
La fortaleza y por consiguiente la villa, no fue conquistada por el marqués de Cádiz que se posesionó de ellas en nombre de los Reyes Católicos hasta el año 1485, tan sólo 7 años antes de la Conquista de Granada.
Por Real Cédula dada el 3 de abril de 1494, se conceden las villas de Benadalid y Benalauría, con capitalidad en Benadalid, en calidad de señorío al conde de Feria, Gómez Suárez de Figueroa. Esta concesión se complementa con otra cédula, de igual fecha, facultando al conde para “labrar e faser y hedificar una fortaleça”. Como ya existía un castillo nazarí no necesitó grandes gastos.
En 1505 se erige la Iglesia de Benadalid, de la que es titular San Isidoro.
En 1518 pasa el Señorío al Marqués de Tarifa, Señor de Alcalá de los Gazules.
En 1572 el Castillo pasa a manos del duque de Medinacelli, quien lo cedió al Ayuntamiento de Benadalid, para su uso como cementerio en 1821.
En el S. XIX con la invasión francesa se destruye la Ermita del Cristo de la Puente y varios vecinos del pueblo son fusilados en el mismo lugar donde hoy se le recuerda con una cruz que corona un monolito blanco al final de la calle la Cruz, coincidiendo con el inicio de nuestra ruta..
Entre 1931 y 1932 se produce la disolución de la comunidad Benadalid-Benalauría.
Durante la Guerra Civil fueron destrozados todos los archivos e imágenes religiosas que existían en el pueblo.
A pesar de albergar en su interior 300 nichos, El último fin de semana de agosto en su interior se celebra su Fiesta de Moros y Cristianos en honor a sus patrón, San Isidoro, mediante una representación teatral recitada en verso que también se desarrolla en escenarios improvisados, y en la que se recrea una auténtica contienda bélica en recuerdo del levantamiento mudéjar que se produjo en Sierra Bermeja en el año 1501 y en la que participan la mayoría de sus habitantes.La acción transcurre a lo largo de dos días, terminando con la victoria del ejército cristiano y la conversión de infieles. El Ayuntamiento suele realizar reformas todos los años en su infraestructura. 
Tras un breve paseo por las calles principales del pueblo, nuestro sendero comienza en la parte baja de Benadalid, en la calle Camino de la Cruz encontraremos junto a las pistas deportivas la flecha que marca el inicio del sendero. Pronto el camino se trasformará en un pista terriza desde la que tendremos un bella perspectiva del pueblo y su castillo. Enseguida llegaremos al lugar conocido como la Cruz, donde encontramos un monolito en recuerdo a los vecinos ejecutados por las tropas francesas en la Guerra de la Independencia (1810). 
En este punto encontramos el primer cruce de caminos, bordearemos el pequeño macizo en el que se encuentra la cruz y seguiremos hacia la derecha. Desde este punto vemos perfectamente en la lejanía los pueblos de Alpandeire y Faraján y la loma de Jarastepar. 
Seguimos andando entre olivos, alcornoques, almendros y unos pocos pinos y castaños mientras la pista desciende  suavemente hasta llegar a un paraje de chopos y castaños donde hay una fuente con dos senos, usada como abrevadero denominada “La Fuentecilla”.
Continuamos por el sendero obviando las pequeñas veredas que salen a los lados siguiendo siempre de frente. Atravesamos pequeñas vaguadas y una variada vegetación a base de zumaques (usado antiguamente para curtir las pieles), olivos, encinas, alcornoques, pinos, y el cada vez más presente, castaño. Dejamos un carril a la izquierda y giramos a la derecha descendiendo suavemente, a media ladera encontraremos los restos de la alquería musulmana de Benamaya.  
Cuando encontremos un carril a la izquierda seguiremos por la derecha descendiendo levemente hasta llegar al final de este tramo donde nuevamente giraremos a la derecha. Seguimos descendiendo y entramos de lleno en el castañar donde se encuentra el emblemático castaño de  “Mataquince”, que llamará nuestra atención por su extraordinario porte sobre un pequeño talud a la derecha del sendero. Existe en su tronco una oquedad, donde pueden introducirse personas que no seas corpulentas para hacerse una foto peculiar.
Seguimos avanzando disfrutando de los magníficos paisajes que se ven a nuestra izquierda con las lomas cubiertas de castaños, encinas y alcornoques. A unos 3,6 km del inicio acaba el descenso  y el sendero empieza a ascender y a unos 300 m de empezar el ascenso, dejando de lado las veredas que salen y siguiendo de frente, llegamos a una cancela con un alcornoque a  su izquierda y un poco más a la derecha otro gran alcornoque con un alcorque de piedra en el centro de un cruce de caminos.
Desde este cruce de caminos tenemos que seguir a la derecha pasando a la ladera de solana. Ya vemos a nuestra izquierda en lo alto, entre lomas de castaños, el pueblecito de Benalauría.  
El sendero, que va paralelo a una alambrada, atraviesa ahora zonas de pinares y jaras y sigue ascendiendo hasta llegar a un cruce de sendas que hay que tomar a la izquierda (¡Ojo al dato porque es fácil pasar de largo!). A lo largo de los próximos 400 m el sendero llanea hasta que empieza a estrecharse y descender hacia el arroyo de las Veguetas, adentrándonos en un entorno de singular belleza donde abunda la vegetación adaptada a la humedad.
Cruzamos el arroyo de las Veguetas, que sólo suele llevar agua en época de lluvias. Nada más cruzarlo hay que iniciar un pronunciado ascenso de unos 300 m de longitud por una senda pedregosa y escalonada que nos lleva hasta la parte baja del pueblo de Benalauría, cuya  historia se remonta a la invasión musulmana pues no existen datos, ni restos que avalen la existencia de algún asentamiento de la época romana o visigoda. Los primeros vestigios datan de principios del siglo VIII, cuando las tribus beréberes Hawwara, Maggila, Saddina, Nafza) se asientan en los valles del Genal y del Guadiaro, jalonando las laderas con una serie de qurà o aldeas que llevan el nombre de sus linajes. Uno de estos, los Banu-l-Hawria, dieron nombre al pueblo de Benalauría.
Estos pobladores se establecen a media ladera, hecho común a toda la montaña mediterránea, con una arboricultura de vertiente laboriosa y variada, y con bancales de regadío bajo los manantiales, formando lo que se denomina como una línea de rigidez, bajo la que se establecen los riegos por gravedad sin poder ser acrecentada, a través de una intrincada infraestructura de acequias, que contacta a los pueblos de una misma zona del pueblo situado a mayor altitud, hasta el pueblo situado a menor altitud, contribuyendo cada uno con sus respectivos manantiales. Por encima de esta línea de acequias apenas existen cultivos, y sí la silvicultura y el pastoreo, que se da en las zonas más altas de las sierras, de manera que todo el monte se aprovecha.
Tras la conquista cristiana, en 1485, los moros permanecen en calidad de mudéjares bajo la jurisdicción señorial de los condes de Feria, hecho que no trastoca el agroecosistema. La revuelta  que tuvo lugar en gran parte de la Serranía de Ronda, con origen en los asentamientos más próximos a Sierra Bermeja en 1501 dejó muy mermada a la por aquel entonces pequeña población de Benalauría, pasando de 45 a 28 vecinos, aunque la mayoría permaneció en su lugar, ahora como moriscos.
La expulsión definitiva de éstos se realiza tras las revueltas de 1570, que alcanzaron gran virulencia en esta parte de la Sierra, y que aquí se tradujo en la práctica desaparición de la antigua población, repoblándose ahora Benalauría con gentes del Valle del Guadalquivir y Sierra Morena. Junto con Benadalid, siguió estando sujeta a jurisdicción señorial, con las casas de Alcalá y, finalmente, de Medinaceli.
En el siglo XVIII los efectivos humanos crecen desde 383 a 885 en 1787, gracias a las favorables condiciones económicas del momento, que propician la extensión del cereal y de la arboricultura, especialmente del viñedo y, más tarde del olivar: es el momento de la construcción de las almazaras de sangre e hidráulicas que aún existen.
Es también la época en que se reconstruye la iglesia y se realizan las obras de la Plaza, del Ayuntamiento, Pósito de Labradores y otros edificios, cuyo bello conjunto dieciochesco aún se puede admirar, y que sirvieron de modelo a otras casas de parecida organización que aún conservan la fachada.  
Durante el siglo XIX, el crecimiento de la población prosigue, con altibajos, (es preciso hacer mención aquí de la especial dureza del conflicto con Francia, que tuvo en estas serranías momentos dramáticos, con los ataques de los guerrilleros y las consiguientes represalias francesas) hasta superar mil  efectivos.
La caída de la vid a causa de la filoxera y la competencia de otras zonas no tuvo aquí las dramáticas consecuencias que si se dieron en otras localidades del Valle del Genal, cuya principal fuente de riqueza eran los viñedos. La famosa plaga de la Filoxera que fue la ruina de los viñedos fue la que provocó que en el Valle del Genal, tuvieran que reinventarse y fue entonces cuando las extensiones de viñedos, comenzaron  a ser sustituidas por castaños que en muchos pueblos del Genal se han convertido en su principal seña de identidad en la actualidad.
Ya en el siglo XX, asistimos al canto de cisne de la ocupación de esta zona de la Serranía con la máxima extensión del cereal y olivar, y los nuevos cultivos de cítricos, propiciados por la política autárquica del régimen franquista, y como consecuencia del aislamiento y las dificultades de aprovisionamiento para una población que seguía creciendo. Desde finales de la  década de 1950, la crisis de la montaña se ceba duramente con las poblaciones de valle, con la concatenación de una serie de factores:
Aparición de la peste africana que arruina la cabaña porcina.
Caída de precios agrícolas como consecuencia de modernización de las estructuras agrarias: las zonas de montaña no pueden competir con la moderna agricultura comercial. 
Descapitalización del campesino a causa de esta caída y de la pequeñez generalizada de las propiedades.
Incapacidad de suplir la maquinaria con una mano de obra cada vez más cara, con el señuelo de los altos salarios de la vecina Costa del Sol.
Fin de las actividades del monte (carbón, cal, leña...), y de rebote, ruina de los arrieros, caleros, carboneros, resineros  y de gran parte de las actividades complementarias de los jornaleros y pequeños propietarios.
Todo lo anterior nos lleva a la emigración, al desarraigo, al envejecimiento de la población, en suma, a la desarticulación de la vida campesina: Benalauría tenía en 1950, 1239 habitantes, por sólo 456 habitantes censados en 2017.
En la actualidad, la política agraria de la UE pretende la salvaguarda de la montaña manteniendo población rural. Se potencia el desarrollo sostenible a partir de los propios recursos, con inversiones de capital que generen expectativas entre la gente joven, que podrá beneficiarse del desarrollo del ecoturismo, de la potenciación de las artesanías, las pequeñas agroindustrias y obradores, la agricultura ecológica a tiempo parcial, de las personas que la visitan para realizar senderismo y actividades de multiaventura, en suma, de la puesta en marcha de una nueva política que huya del subsidio y la limosna y sea capaz de sacar del abandono y el atraso estructural a estas pequeñas comunidades.
En este sentido, Benalauría es un pueblo pionero, pues en su término municipal hay instaladas ya hasta nueve cooperativas de artesanía de la madera, la cerámica, la forja, construcción, alimentarias flor y exorno, así como otras derivadas de la hostelería, que han frenado en seco el proceso migratorio. La población se ha estabilizado, al menos en las cohortes más jóvenes, y en el horizonte aparece un camino alternativo al desarraigo.
Desde la plaza principal, abandonamos Benadalid, siguiendo las indicaciones del Sendero Torreón Virgen del Rosario, que comienza desde la misma plaza, a través de una cancela, que da acceso a unas escaleras que en a penas un minuto nos sitúa en dos preciosos miradores desde donde podemos disfrutar de una preciosa panorámica aérea de Benadalid y un amplio sector del Valle Medio del Genal, perspectivas que irán en aumento, siguiendo las indicaciones de la Gran Senda de Málaga, que
con fuerte pendiente de ascenso nos lleva por el borde de un vertiginoso talud con caída a nuestra izquierda y mas adelante continúa ascendiendo por una angosta vaguada protegida por la generosa sombra de un bonito castañar, que nos acompañará hasta unos 100 m antes de venir a salir a la carretera Ronda-Algeciras, concretamente a la altura de la antigua Venta Santo Domingo, junto a la cual se encuentra el desvío a Benalauría, desde donde comenzamos a tener cada vez mas amplias panorámicas sobre el mar de nubes que el viento de Poniente arrastraba desde el EStrecho, mientras que por encima del mar de nubes despuntaban las dos cumbres de Sierra Crestellina y Sierra Bermeja, como principales referentes orográficos al sur.

2ª parte: Benalauría-Peñón de Benadalid-Benadalid
Frente a la Venta Santo Domingo, al otro lado de la carretera se encuentra el inicio de la pista hormigonada, que tras 1,2 km de zigzagueante ascensión, nos lleva hasta el Puerto de Benalauría, que también utilizan para acceder con su coche, quienes acuden a este Peñón para disfrutar de sus dos vías ferratas, que en aquel preciso instante, estaban realizando nuestros amigos Fidel y Javi "El Hombre Tranquilo".



Debido a las elevadas temperaturas que hacía en aquel momento del día y las empinadas pendientes que teníamos por delante, le recordamos a los compañeros que se sintieran mas agobiados por el calor, que a unos 50 m del inicio de la mencionada pista, podían enlazar con el G.R. Serranía de Ronda, que los llevaría de vuelta a Benadalid, pues la sensación térmica cercana a los 30º hizo bastante dura la ascensión por aquella pista, y así fue como con buen criterio de prudencia, la cuarta parte del grupo optó por el comodín del retorno a Benadalid para disfrutar de una plácido almuerzo, cervezas, cafés y puros (si se terciaba), mientras que el resto completamos el kilómetro largo de ascensión que sin margen de error nos lleva hasta el Puerto de Benalauría, donde el grupo fue llegando como el Rosario de la Aurora, bastante estirado como era de prever, pero afortunadamente, una vez allí arriba, la brisa de poniente, la generosa sombra del pinar y la cercanía de las dos cumbres que teníamos previsto coronar, hizo que recuperáramos rápidamente ánimos y resuello, para seguir adelante, según lo previsto.
Desde el Puerto de Benalauría, tomamos el ramal de sendero que vemos justo a nuestra izquierda, que al principio discurre claro y unos metros mas adelante cuesta algo mas de seguir debido a la cerrada vegetación y algunas ramas bajas de pinos, que nos obliganm adar pequeños rodeos, quienes tengan piernas delicadas se alegrarán de llevar pantalón largo, pues a veces el sendero pasa a ser senda de cabras y se pierde en algunos momentos, teniendo que afrontar pequeños trechos campotravés, para volver a recuperar de nuevo el sendero que normalmente discurre sobre el mismo perfil de la loma, sirvan de referencia una alambrada abierta y mas adelante una pequeña angarilla con cordel de color azul (28/Oct/2017), tras el cual accedemos al pequeño bosquete de encinas y chaparros que puebla estra escalonada meseta, que presenta un lapiaz de desarrollo medio, que si bien técnicamente es fácil de transitar, requiera de escojer bien nuestros pasos entre algunas grietas o angostos callejones escalonados, resultando de gran utilidad el rastro del ganado y de este modo con poco mas de 100 m de desnivel desde el Puerto de Benalauría, llegamos a esta preciosa y solitaria cumbre del cerro Poyatos (1.137 m), disfrutando de magníficas vistas: al SUR: con la piramidal silueta del cerro de Las Chapas (de Sierra  Crestellina) y el Hacho de Gaucín asomando por encima del mar de nubes, al igual que algunas cumbres del Rif, ya en territorio de Marruecos. Al OESTE: Destaca la Sierra de Los Pinos con Cortes de la Frontera en su falda oriental; y toda la Sierra de Libar desde el Martín Gil, hasta el Ventana, pasando por el Palo, el Tunio y el Pilón de la Zahibe. Al NORTE el Peñón de Benadalid y la Sierra del Oreganal; al ESTE: El Valle del Genal, con el telón de fondo de la Sierra de Las Nieves y al SURESTE: Los Reales de Sierra Bermeja.
El descenso lo realizamos sobre nuestros pasos hasta el Puerto de Benalauría y desde allí, tomamos el escalonado sendero de cabras, que se adentra en el pinar, cuya sombra nos protege, hasta poco antes de llegar a la pequeña planicie que separa la cumbre sur (a nuestra derecha tal y como llegamos a la misma) y la cumbre norte, a nuestra izquierda, que por ser la mas alta (1.135 m), es hacia donde nos dirigimos. 
Si el cerro Poyato, presenta un imponente tajo, conocido como Tajos Bermejos hacia el valle del Guadiaro al Oeste, el Peñón de Benadalid, presenta un imponente tajo hacia el Norte y Este, es decir, hacia el Valle del Genal, conocido como Tajo de los Aviones, en cuyo borde estuvimos disfrutando de un almuerzo con unas vistas sobrecogedoras del entorno. Cabe recordar que mientras estuvimos almorzando, nos sobrevolaron a escasa distancia varios buitres de gran tamaño.
Desde esta privilegiada atalaya norte podemos disfrutar de las vistas sobre el solitario Cancho del Conio y la Sierra del Oreganal, ambos lugares albergan un maravilloso Torcal tan sorprendentes como desconocidos. 
Finalizado el almuerzo y hechas las fotos de rigor, iniciamos el descenso dirigiendo nuestros pasos hacia la incipiente pista terriza que tenemos a escasos 80 m de distancia hacia el oeste, donde el alomado perfil, casi llano, contrasta, con la imponente caída de los tajos hacia el norte y este. Atravesamos un corto trecho de lapiaz y comenzamos a caminar por terreno terrizo, en paralelo a la cresta divisoria Genal/Guadiaro, que durante los próximo minutos llevaremos a nuestra derecha, mientras que a la izquierda tenemos un precioso bosque de pino canadiense o monterrey, hacia el que nos vamos a ir adentrando poco a poco. En el inicio del descenso nos encontramos con curiosos plegamientos calizos que según el Maestro Geobotánico Don José Guerrero, se trata de un Anticlinal interrumpido.
La idílica imagen del tupido bosque de pinos del que habíamos disfrutado el pasado mes de febrero Mariano, Eduardo, Serrato y un servidor, el día que hicimos la preparatoria de esta ruta, en esta ocasión nos dejó un sabor agridulce mientras atravesábamos amplios trechos de bosque que habían sido talados recientemente para el aprovechamiento de la madera (una pena con la escasez de bosques que tenemos, si bien es cierto que la mayor parte de la extensión del bosque, de momento ha sido respetada.
Una vez que llegamos al cruce de pistas, donde debemos tomar a la derecha (NORTE), el firme de la pista se hace mas cómodo y compacto y todavía seguyiremos disfrutando de amplias superficies de pinar aledañas a la pista, mientras que al fondo a la izquierda (OESTE), nos vamos deleitando con las vistas hacia el Valle del Guadiaro, abarcando desde el pico Ventana (Sierra de Juan Diego) hasta el Martín Gil y la Sierra de Los Pinos, con Cortes de la Frontera a sus pies y su prolongación hacia el Parque Natural de los Alcornocales. LLega un momento que enlazamos con el Camino de la Fuensanta que abandonaremos unos tres kilómetros mas allá, justo después de dejar a nuestra izquierda las ruinas de una antigua cortijada, abandonando el carril a nuestra derecha, por un cardizal, donde la presencia de unos juncos nos darán la pista para localizar el espectacular "Pilar de Almargen", con doble seno, generosamente cubierto por un caño de abundante caudal, que presentaba un magnífico aspecto, a pesar de lo pocoque ha llovido desde finales de verano para acá. 
(¡Pero ojo al dato!, debemnos advertir que en personas sensibles, este agua podría tener un efecto depurativo que te obligaría a ir al baño con urgencia unas horas después tal y como le pasó a dos de nuestros compañeros en el viaje de regreso en autocar.

Desde el Pilar de Almargen parte un  precioso sendero empedrado, que en cómoda ascensión y tras un tendido zig-zag en suave pendiente en dirección N-E, nos permite rebasar la divisoria Genal-Guadiaro,  a través del Puerto de los Castillejos, cuya cumbre nmorte está rematada por una cruz de madera, a la que accedió campo través nuestro intrépido amigo Antonio Cano, que dejó localizado un sendero, que conduce hasta la carretera, concretamente a la altura de la venta donde pararíamos poco después con el autocar.
No obstante, desde el Puerto de Los Castillejos continuamos nuestro descenso por un bonito sendero, que con marcada trayectoria sur, discurre paralelo a la base de los tajos de "Los Castillejos", La "Majá" de las Cotas, Cancha Alta y Los Descargaderos, que iremos dejando a nuestra izquierda, mientras que a la derecha tenemos la caída hacia el valle del Genal, y cada vez mas cerca nuestra y también paralela a nuestro sendero, la carretera Ronda-Algeciras. 
Tan pronto como nuestro itinerario coincide con la antigua cañada del Camino Ronda-Gaucín, comenzamos a pasar junto a parcelas ganaderas, con algunas casas, casitas de aperoy corrales que albergan pequeños rebaños de cabras, ovejas y alguna manada de caballos, numerosos perros y algún que otro gato, hasta llevarnos de regreso a Benadalid, que identificaremos inmediatamente por su "Castillo de las Cuatro Torres" y el autocar que nuestro amigo Diego ya tenía estacionado en el mismo lugar que por la mañana, con el morro en dirección Ronda.
Esta crónica no estaría completa si no hiciera mención de que poco después de salir de Benadalid, dirección Ronda, paramos en la Venta La Solana, donde hicimos entrega de un premio que quedó pendiente de ser entregado en la Fiesta de la Sardinada. Nada mas y nada menos que el Premio al Gran Maestro de la Naturaleza: Don José Guerrero Ramírez, nuestro Gran Maestro de la Naturaleza, una excelente persona de un tremendo nivel cultural, sus amplios conocimientos en Ciencias Naturales y muy especialmente en Botánica, flora, fauna y geología, y su gran capacidad para transmitir sus conocimientos de forma muy didáctica y amena, convierten cada salida al campo con él, en una auténtica lección de Ciencias Naturales, como las que tuivieron la suerte de recibir varias generaciones de estudiantes en sus años como profesor de E.G.B. y posteriormente de Bachillerato y la E.S.O. en el Instituto de Sabinillas, cuyo laboratorio lleva su nombre y apellidos, en memoria de uno de los mas ilustres MAESTROS (en mayúsucula) que ha dado clases en ese Instituto, llevándose a clases enteras de estudiantes al campo, para enseñarle las Ciencias Naturales en Vivo y en Directo. 

 El Premio lo entregó de manos de Herminia "La Centella de O Cebreiro" una mujer de Leyenda, que también merece un monumento y del que sin lugar a dudas hablaremos en otra ocasión, porque también merece un capítulo, a parte.

Además de ello posee grandes conocimientos en el campo de la Música Clásica, dominando varios instrumentos, siendo la flauta travesera una de sus especialidades. También ha demostrado ser un gran contertulio en nuestras encendidos debates políticos en nuestros incontables viajes compartiendo coche camino de una ruta, mientras debatíamos de actualidad. Como curiosidad también ha dado clases de sexología, convirtiéndose en un auténtico pedagogo para varias generaciones de estudiantes en Sabinillas donde está considerado como una auténtica leyenda. Muchas son las anécdotas  e incontables las rutas que he tenido el privilegio de compartir con él. Basta deciros que junto con el inolvidable Valentín García Vioque ha sido la persona con la que mas he aprendido en cada salida al campo. El ha sido uno de mis  principales colaboradores en mis dos libros del CHORRO y del TORCAL.