Punto de
encuentro recomendado (y final de ruta recomendado): Benaoján, donde
dejaremos un coche aparcado en la parte aalta del pueblo, por donde tenemos
previsto finalizar la ruta, desplazándonos con el resto de vehículos hasta
Montejaque para empezar la ruta desde allí.
Distancia aprox. 11,5 km
Desnivel aprox. 600 m
Punto mas elevado: Pico Ventana
(1.298 m)
Punto mas bajo (final
de ruta):
Benaoján (680m)
Tiempo aprox. Unas 4-5 horas (sin incluir
pausas)
Nivel
dificultad:
Medio
Tipo suelo: 70% sendero
pedregoso por zona de lapiaz. 20% pista terriza o semi asfaltada al inicio y
final de ruta. 10% directamente canchal en zona de cumbre. Por lo que las
clásicas botas de trecking resultan muy recomendables en esta ruta.
Tipo de
recorrido: Circular
si decidimos acabar en Montejaque o en forma de herradura, como fue nuestro
caso, dejando un coche de enlace en Benaoján, para ahorrarnos el tramo de 3 km
de carretera (sin arcén) que separa a estas dos localidades..
Mapa y Track de
la ruta: cedidos
muy oportunamente por Severo “El Artesano del GPS”, que fueron fundamentales
para hacernos disfrutar enormemente de esta preciosa versión circular del
Ventana.
Bibliografía:Foro "Piedra sobre piedra y blog "Por la Montaña Penibética".
Fecha de
realización: Domingo
9 de diciembre de 2012
8 Participantes: Desde Algeciras
vinieron: Inma y Miguel. Desde La Línea: Juanlukita en labores de guía. Desde
Ronda: Jorge “Aterriza como puedas” y Pedro Aguayo “El Vietnaamita del genal”.
Desde Estepona: Ilse “La gacela de la Selva Negra”. Desde Málaga: Eduardo “El
Profe”(el quye hizo la foto de grupo sobre estas líneas). Y desde Fuengirola, un servidor: Juan Ignacio Amador “El Comandante”.
El municipio de Montejaque presenta una armonía entre pueblo y
paisaje de montaña, digno de mención en una de esas guías de “Los pueblos mas
pintorescos de España”. Extiende sus tierras entre el valle del Guadiaro y la
Sierra de Líbar, y parte de su territorio se adentra en el Parque Natural de
Grazalema.
Dada su situación fronteriza entre estos parajes, el término
municipal de Montejaque goza de una riqueza paisajística de elevadísimo
interés, potenciada además por un accidentado relieve en el que destacan el Peñón
de Mures (865 metros), el inexpugnable cerro Tavizna (899 metros) y el emblemático
Hacho (1.065 metros), popularmente conocido como “La M o las tetas de
Montejaque”.
Sorprende comprobar cómo a sólo dos kilómetros del pueblo, entre las
formaciones rocosas de las sierras de Montalate y Juan Diego, el terreno se
abre inesperadamente y aparecen unos extensos prados donde pasta el ganado
vacuno, una zona que contrasta radicalmente con cualquier otro lugar del
municipio, donde la orografía está determinada por fuertes desniveles y un
paisaje kárstico que nos deleita con algunas formaciones imitativas parecidas
al Torcal.
El núcleo urbano mantiene una armonía perfecta entre las abruptas laderas
que lo enmarcan y sus encaladas casas al abrigo de unas imponentes rocas, con dos
zonas bien diferenciadas; la parte baja, de trazado rectilíneo, y la alta, de
origen árabe y por lo tanto con calles serpenteantes y empinadas. El nombre de
la localidad, también de origen árabe, suele traducirse como ‘montaña perdida.
No hay documentación sobre la existencia de algún asentamiento anterior a la
llegada de los árabes, y parece ser que éstos construyeron un castillo desde el
que se dominaba parte de la Serranía. A partir de la conquista cristiana y de
la entrega de Montejaque y Benaoján al conde de Benavente, ambas
poblaciones dejaron de ser consideradas arrabales de Ronda.
Durante la sublevación morisca, Montejaque fue escenario de un hecho
poco usual, como fue el caso de que su alcalde, el morisco Mamad Idriz, sufrió
más de un atentado por colaborar abiertamente con los cristianos. No le salió
mal esta jugada porque, a la postre, expulsada la población morisca, fue
recompensado con tierras e incluso con una pensión vitalicia y es que por
desgracia la corrupción política tan arraigada en España, viene de tiempos
inmemoriales.
Pero afortunadamente también hay gente honrada y héroes espontáneos como recogen
las crónicas de principios del siglo XIX, en plena Guerra de la Independencia,
José de Aguilar, un afamado guerrillero, se enfrentó a las tropas napoleónicas
en el puente del río Gaduares el 20 de octubre de 1810. José Aguilar mandaba
una tropa de unos 250 hombres procedentes de varios pueblos más o menos
cercanos (Benaoján, Atajate, Montejaque, Cortes y Jimera de Líbar), que
derrotaron a 600 soldados y 90 jinetes franceses.
Breve
descripción del recorrido:
Desde que dejamos aparcado el coche en la calle principal de entrada
“avenida de Andalucía”, concretamente frente al “Lavadero de la Fuente Vieja”
no dejamos de encontrarnos con preciosos e ilustrativos azulejos historiados
comenzando con el del mencionado lavadero.
Manteniendo dirección suroeste, hacia el Ayuntamiento, fuimos pasando
frente a varios de ellos dedicados a: “La Orografía”, que de por sí ya es
suficientemente significativo del paisaje en el que estamos inmersos; “La
Emigración”; una placa que nos habla de la fuente nueva, donde se conserva un
grabado en terracota que dice así: “Se prohíbe lavar, bajo la multa de 1
peseta, año 1870” (lo cual podría equivaler en aquellos tiempos a los 500 € de
hoy en día). Poco antes de llegar al ayuntamiento nos llamó la atención el
“Callejón del Cordero”. Llegando inmediatamente después a la plaza del
Ayuntamiento donde al igual que en aquella 1ª edición de la Translíbica
(octubre 2004). Nos hicimos la foto de grupo.
Allí mismo en la plaza de la Contitución donde se encuentran el Ayuntamiento
y la Iglesia de Santiago El Mayor existe otro azulejo que hace referencia a la
época en que la gente acudía con sus cánatros en la cabeza a coger agua de la
fuente.
Abandonamos la Plaza dejando el Ayuntamiento a nuestra izquierda y la
Iglesia a la derecha, para encaminar nuestros pasos hacia la calle Doctor Vázque
Gutiérrez. Enmarcada por los tajos del Canchuelo que cae directamente sobre la
parte de atrás de la hilera de casas que llevamos a la izquierda. Mientras que
las dos cumbres del Hacho ya asoman por encima de la hilera de casas que
llevamos a la derecha.
La calle finaliza en una explanada asfaltada, que también es ideal para
dejar los vehículos. Dejadas atrás las últimas casas, en suave ascensión poco a
poco nos vamos adentrando por el mítico camino hacia Los Llanos de Líbar con el
emblemático Hacho a nuestra derecha y los tajos del Canchuilo a nuestra
izquierda, a cuyos pies se han improvisado unas destartaladas corraletas donde
conviven gallinas y perros.
Pronto acaba el asfalto y la pista pasa a ser terriza, coincidiendo con la
ubicación de uno de esos paneles ilustrativos de “aves mas comunes de la
Serranía de Ronda” que queda a la derecha de la mencionada pista.
100 m mas
allá dejamos a nuestra izquierda un corralón al abrigo de unas paredes con
marcadas tobas calcáreas. A partir de las cuales estaremos muy atentos al
sendero que queda marcado a nuestra izquierda, por donde vamos a abandonar
definitivamente la pista.
Guiándonos por el color marrón-rojizo que el paso del
ganado suele dejar sobre las piedras y que durante los próximos kilómetros van
a ser nuestra principal referencia para progresar a través del gran canchal en
el que estamos a punto de adentrarnos.
El paisaje en el que nos adentramos es de una belleza kárstica espectacular
por todas partes estamos rodeados de rocas grisáceas. Se trata de la Sierra de
Juan Diego, que presenta un perfil en su interior de una meseta con pendiente
ascendente hacia el SUR, que hace muy llevadera nuestra progresión, tan sólo
endurecida esporádicamente con algún tramo escalonado que nos permite ir
ganando altura en nuestra aproximación hacia el Pico Ventana. Todavía
relativamente lejano.
Pronto nos surgirán algunas dudas razonables en cuanto el sendero a seguir,
porque el que llevamos se cruza en repetidas ocasiones con otros, siéndonos en
este caso de gran utilidad el track que Severo nos envío el día antes y que fue
la referencia perfecta para caminar sobre el mismo. No obstante, si no
dispusiéramos de GPS, sírvanos como referencia el sendero que discurre paralelo
a la base de los espolones rocosos que llevamos a nuestra derecha, mientras que
a nuestra espalda, cada vez mas atrás va quedando el Hachoy el piramidal cerro
Tavizna, aún mas lejano.
Alguien parece haberse tomado la molestia de marcar algunas rocas con puntos
azules de los que a penas quedan ya algunos restos, pero manteniendo una
trayectoria predominantemente suroeste, no debería haber margen de error.
Conforme vamos ganando altura vamos viendo también atrás, hacia el NOROESTE, el
cordal del Mures y el zig-zagueante camino que asciende desde el cementerio de
Montejaque y por encima Ronda asomándose al borde de su meseta y mas a su
derecha, OESTE, la sierra de Las Nieves.
De vez en cuando merece la pena hacer un alto en el camino para recrearnos
con las curiosas formaciones kársticas que tanto nos recordarán al Torcal de
Antequera o a los maas cercanos Riscos de Júzcar y Cartajima.
Llegados al
segundo kilómetro de travesía por este gran canchal comenzamos a alternar
dóciles prados con terrenos mas rocosos. Llega un momento en que la pendiente
se hace mucho mas pronunciada llegando a una alambrada que salvamos sin
dificultad. Desde donde ya empezamos a ver la antecumbre del pico Ventana, a
poco menos de 2 km de distancia.
Superada la alambrada (que después dejamos tal y como nos la encontramos), dejaremos a nuestra derecha los restos del muro de un
antiguo corral para el ganado y seguidamente un pasillo de hierba verde que se
abre paaso entre los paredones que llevamos a la derecha y los afilados
lapiaces de la derecha, progresando nosotros sin mayor dificultad, de la
permanente ascensión que estamos realizando.
Hasta que por fin llegamos a un espectacular corredor cerca de la cumbre y
que queda a nuestra izquierda, bautizado como “La Ventana” que le daa nombre al
pico que estamos a punto de coronar. Hechas las fotos de rigor, a partir de
aquí progresamos hacia la cumbre intentando progresar por donde estos
intermitentes corredores de hierva nos dan tregua entre tanta roca, o
directamente caminando sobre las mismas, pues las posibilidades son múltiples
si se tiene un mínimo de cuidado al caminar.
Una vez en el vértice geodésico, la anécdota del día la protagonizó nuestra
compañera Inma, ya que mientras nos hacíamos la foto de grupo de rigor con
distintas cámaras, en un exceso de confianza, dio un paso en falso y fue a caer
entre el hueco que formaba una roca aledaña al vértice geodésico y su pedestal.
¡Menos mal!, que no había mucha profundidad y la desagradable sensación de caer
al vacío a penas duró un segundo, al contrario que su cara de susto, si bien
pronto se sobrepuso riéndose ella misma.
En la base del vértice geodésico aún se puede leer la placa colocada por
Rafa Márquez y otros compañeros de la Asociación Senderista Pasos largos, en su
interesante programa de señalización de cumbres señera de la Serranía que
llevaron a cabo creo recordar en la temporada 2005-6.
Ni que decir tiene que las vistas desde el “Pico Ventana” (1.298 m), a pesar
de sr una altura relativamente modesta son espectaculares y con magníficas
sensaciones aéreas, ya que por el este tenemos la caída hacia el Valle del
Guadiaro, hacia el sur el cordal de la Sierra de Líbar con el Tunio, Palo, El
Martín Gil, etc…
Al OESTE (imágen de arriba): los Llanos de Líbar y mas allá el cordal de cumbres
que va desde el Navazo de Villaluenga, hasta el Simancón (que nos eclipsa la
visión del Reloj) y mas a su derecha la crestería de la sierra del Pinar. Y
cerrando el círculo, aún mas a la derecha, NOROESTE, identificamos el Lagarín,
Las Grajas, El Malaver y las cumbres mencionadas anteriormente.
Para abandonar la cumbre, lo hacemos descendiendo de forma escalonada hacia
la la plataforma que a modo de balcón natural, tenemos al oeste, desde donde
obtenemos magníficas vistas sobre el inicio de Los Llanos de Líbar con el cerro
del Mojón Alto y la sierra de Montalate por encima de su dehesa. Aquí menos
expuesto al viento, hicimos un alto para el avituallamiento oficial.
Esta plataforma la abandonamos dirección sur, llevando a nuestra izquierda
el cordal de la cumbre que empieza a descender, a la derecha la dehesa de Los
Llanos de Líbar y de frente las imponentes siluetas del Palo y El Tunio. Pronto
llegamos a un collado que nos permite iniciar un descenso muy empinado hacia la
izquierda, tratándose esta de la versión lineal estándar “Benaoján-Ventana”.
Pero nosotros preferimos girar a la derecha, llegando a un nuevo collado y
volviendo a tomar a la derecha, de manera que durante algunos minutos vamos a
ir descendiendo directamente hacia Los Llanos (OESTE), si bien poco a poco
vamos girando hacia la izquierda (SUR), hasta llegar a la altura de una
alambrada que no llegamos a cruzar, sino que vamos a mantener paralela a la
misma, quedando esta a nuestra derecha. Mientras que continuamos descendiendo
dirección predominantemente SUR, situándonos casi a la misma altura que el
encina de la dehesa que tenemos a nuestra derecha, por una senda de cazadores
que con facilidad se pierde entre el matorral.
Llegará un momento que nos
volvemos a situar junto a la valla que hemos tenido todo el tiempo a nuestra
derecha y a través de una rudimentaria angarilla sujeta con una cuerda negra,
llegamos al idílico pradito donde se encuentra la era de Los Cigarrones.
Desde
la era de Los Cigarrones, tomamos dirección ESTE, dándole la espalda a la
dehesa de encinas de Los Llanos de Líbar y llevando siempre las laderas del
pico Ventana a nuestro costado izquierdo y a la derecha las laderas del
Tunio. Progresando entre el angosto
sendero de tierra rojiza, intercalado
con pequeño praditos, pronto obtendremos vistas del cerro del Conio hacia el
ESTE, en la divisoria Guadiaro-Genal.
Mas
tarde llegamos al precioso camino empedrado de “La Escalereta”, por el que
realizamos un cómodo descenso. Éste camino empedrado nos recuerda al famoso
camino del Puerto de la Escaleruela situado entre el Camorro Alto y el Torcal
de Antequera.
Una
vez llegamos al tramo final de “La Escalereta”, que qabandonamos entre retamas,
tomamos una pista terriza a la izquierda y poco después dejaremos dos cortijos que en ambos casos van a quedar
a nuestra derecha: en primer lugar las ruinas del cortijo de Glorianos, a la altura de dos pilones de pìedra que vemos junto al camino. (Fotografía del blog "por la Montaña Penibética" de mi amigo Juan Morente).
y un
poco mas adelante llegamos a los Llanos del Pozuelo, donde se encuentra el
cortijo que le da nombre, lugar que fuimos atravesando, con las debidas
precauciones al encontrarnos allí con un buen número de “vacas retintas”
alredor del esqueleto de un cuatro latas que en su día fue color blanco.
Desde
allí podemos contemplar perfectamente la cara ESTE del Ventana que tenemos a
nuestra izquierda, con el boquete que le da nombre, justo a la derecha de la
cumbre, cuyo vértice no vemos por encontrase un poco por detrás del perfil que
contemplamos desde aquí.
Otro hito que dejamos muy pronto a nuestra izquierda es
el cortijo de Monte Prieto. Y poco después por encima del sendero que tenemos
por delante la barriada de la Estación de Benaoján a orillas del río Guadiaro.
Pronto
empezamos a contemplar una vez mas a nuestra derecha, dirección ESTE, el perfil
de la ciudad de Ronda, asomándose al tajo.
Al final de este tramo llegamos a
une verja de hierro, que sorteamos por la derecha tras la cual el camino
describe un par de zig-zags muy cerrados que ya nos deja a tiro de piedra de
las primeras casas del pueblo y que desemboca en la carretera que pasa por la
parte alta de Benaoján.
Junto a la carretera nos encontramos con el panel
“Sendero Benaoján-Llanos de Líbar” por el que hemos hecho nuestro descenso.
Unas pinceladas
sobre Benaoján (final de ruta):
Históricamente en Benaoján se constata la
presencia de la ocupación humana en la antigüedad gracias al Santuario
prehistórico de la Cueva de La Pileta, una de las mas importantes desde el
punto de vista del aarte rupestre en toda España. Hay indicios claros y
evidentes de la presencia romana pero las primeras noticias de su municipio, no
obstante, se remontan a la ocupación musulmana, como nos indica la propia
toponimia, Benaoján, que procede de Benaoxan que algunos autores han traducido
como casa de los panaderos y otros como hijos de Oxan, refiriéndose a alguna
tribu bereber. Su historia corre los mismos avatares que la de su vecina
Montejaque, en la época en que la Serranía pasa a formar parte de la corona de
los Reyes Católicos, después de la caída de Ronda, en 1485.
Su núcleo de población principal está en la ladera
oriental de su Sierra y también al igual que Cortes de la Frontera o Jiméra de
Libar, con la construcción del ferrocarril, nace otro núcleo poblacional, la
barriada de la Estación de Benaoján. (Imagen de abajo: el tren pasa por delante de la entrada de la Cueva del Gato).
Tradicionalmente su economía ha sido agroforestal
y ganadera siendo la industria de la chacina de gran fama e importancia por su
calidad y esmerada elaboración, celebrándose una feria anual de los productos
chacineros. Coyuntura que aprovecharon varios compañeros de ruta para llevarse
a casa. Es también de un gran potencial económico, hoy en día, el sector
servicio, dirigido al turismo rural y activo de calidad.
Benaoján celebra sus fiestas, en abril en honor a
su patrón San Marcos, en octubre las de su patrona la Virgen del Rosario y
entre julio-agosto la Verbena del Tren, en la barriada de la Estación.
Además de la Cueva de la Pileta, podemos
acercarnos a la Torre Sexima o torre de los Moros, a la Cueva del Gato salida
del Sistema hidrogeológico Hundidero-Gato, la surgencia del Molino del Santo
(típica foto en época de lluvias torrenciales), el polje de Libar, o disfrutar
por los muchos senderos que discurren por su termino y que también conocen
aalgunos de sus mas ilustres vecinos y miembros de la Asociación Senderista
Pasos Largos, como Carlos Guerrero “El Mareiscal de la Translíca” o Manuel
Becerra Parra “El Talibán de la Senda”.