domingo, julio 27, 2008

Por los Acantilados de Maro

Sábado, 26 de julio de 2008:
A “La Cala del Tritón” por los Acantilados y La Torre de Maro:

Apacible jornada de hermandad sendérica en la que nos dábamos cita un pequeño grupo de Pasos Largos llegados de Sevilla y distintos puntos de la Costa del Sol y otros tantos compañeros del “Grupo de Montaña de Estepota” y “La Sociedad Excursionista de Málaga” que coordinados de la mano experta de Manolo, mas conocido como “El Tritón de La Chorrera” completábamos un grupo heterogéneo y curioso grupo de unos 20 homo sendéricus. Que de forma escalonada, pero con puntualidad fuimos llegando al punto kilometrico 297, de la antigua carretera N-340, 2 km. Después de dejar atrás Maro, dirección Almuñecar. A donde se llega sin ninguna dificultad, 5 minutos después de tomar la salida de la autovía “Maro-Cuevas de Nerja” pasando por delante del antiguo “Acueducto del Águila”, que queda a la izquierda de la carretera.

Una vez hechas las presentaciones de rigor, se dio una breve charla del por qué nos habíamos decantado por esta ruta y no por las otras dos que existen, en este espectacular paraje natural de “Los Acantilados de Maro” como son la de “Cerro Gordo” y la de “Las Alberquillas a las Playas de Cantarriján y El Cañuelo”. Exploradas hace poco por el gran Rafa Flores, mas conocido como el “Mago Gandalf de la Serranía” que además trazó una magnífica ruta circular añadiéndoles nuevas variantes. Pero dado que la motivación principal en aquella jornada estival era disfrutar de un día de playa quedaban descartadas porque ya que por albergar las dos playas mas conocidas de la zona se encuentran masificadas de domingueros en esta época del año. Así que en nuestra quijotesca obsesión por encontrar parajes idílicos lejos de aglomeraciones, nos decantamos por esta bonita ruta lineal, que “El Tritón de la Chorera” había explorado tres semanas antes, en busca de una calita recóndita y de difícil acceso.

Y con esa intención nos pusimos en camino: mochilas, bastones, aletas, sombrillas y hasta neveras en ristre, pareciéndonos mas a los padres de la serie “Verano Azul” que a un grupo de senderistas al uso, claro que tampoco podriamos haber inspirado a una caótica portada para la revista "El Jueves". Y precisamente en el mismo entorno donde se rodaron episodios memorables de aquella entrañable serie de primeros de los 80 nos encontrábamos caminando por una pista forestal, a la sombra de un pequeño bosque de pinos en este primer tramo del camino con vistas sobre la “Cala de Maro” a nuestros pies y al fondo las encaladas localidades de Nerja y Maro, en el mosaico azul y verde que forman las aguas del Mediterraneo, bajo el cielo celeste de verano y las tonalidades verdes de los distintos cultivos subtropicales asentados en los numerosos bancales entre invernadero e invernadero, que han sido aprovechados para este fin, cada vez que los escarpados acantilados le han dado una pequeña tregua a la vertical orografía del terreno. Que al fin y al cabo no son mas que los tentáculos de los grandes colosos de Sierra Almijara, fusionándose con el Mediterráneo, otorgándole a este paraje natural estampas preciosas de impresionantes acantilados cayendo a pico sobre este tramo del litoral, que a buen seguro fue morada del mismísimo Poseidón en mas de una ocasión.

Unos 40 m. antes de que acabe la pista forestal que a penas mide 1 km., nos encontramos con un pequeño desvío a la izquierda que a través de una empinada, pero muy bien escalonada senda, nos lleva en escasos minutos a la emblemática “Torre de Maro” donde tampoco faltaron las fotos de grupo y otras tantas paisajísticas ya que desde allí obtenemos unas privilegiadas vistas de lo anteriormente comentado al poniente y una espectacular sucesión de acantilados donde se besan las provincias de Málaga y Granada, con las playas de Cantarriján y El Cañuelo con esas curiosas formaciones rocosas al Levante, presididas por la otra torre albarrana de “Cerro Gordo” que corona dicho cerro, dominando todo el paisaje.

De regreso al final de la anteriormente mencionada pista forestal, continuamos por su prolongación, a través de una senda, por la que vamos rodeando el cerro que preside “La Torre de Maro” mientras comenzamos a tener vistas cada vez mas aéreas sobre los acantilados que tenemos a nuestros pies. Este tramo no está exento de alguna dificultad y mas de uno tuvo que optar por usar la sombrilla de bastón y la nevera de trineo para bajar algunos terraplenes algo delicados donde aquellos que padecen vértigo empezaban a tener cara de si lo sé no vengo. La pequeña Ana, tampoco las tenía todas consigo, pero una vez mas, el compañerismo en los momentos claves y el ofrecimiento de una mano amiga, volvió a recordarnos una vez mas que no existe un deporte donde encontremos mas momentos de solidaridad, lealtad y compañerismo que realizando una buena ruta con la práctica del senderismo.

Una vez salvado el primer paso delicado, la senda volvía a discurrir por terreno mas asentado y menos expuesto, llevándonos hasta las inmediaciones de las ruinas del “Cortijo de Los Carrozales” desde donde ya podemos contemplar la recóndita “Calita del Tritón” a nuestros pies, si nos asomamos al borde del acantilado.

Siguiendo la trayectoria de la senda que pasa junto a las ruinas del cortijo, avanzando siempre dirección este, llegamos al final de dicha senda en poco mas de un minuto, justo al comienzo de un empinado terraplén, donde tan sólo podemos seguir bajando a través de una estrecha e incómoda cañada, al amparo eso sí, de la sombra de un pequeño pinar. El descenso hasta “La Cala del Tritón” fue toda una odisea para mas de una que fue casi todo el tiempo con el culo en el suelo y es que aunque se trata de un descenso relativamente corto, se trata de un dilema permanente, donde tienes dos opciones: o bajar por la escarpada cañada y pedregosa cañada, o hacerlo por la ladera adyacente, mas despejada de piedra y matorral, pero tremendamente resbaladiza con la arenisca desprendiéndose bajo nuestros pies, al igual que la hojarasca de los pinos, de manera que cada metro que desciendes es un pequeño desafío, que finaliza por un pequeño tramo de destrepe donde una cuerda estratégicamente colocada, tres semanas antes por “El Tritón de la Chorrera” nos permitió poner los pies en una cala recóndita, donde muy pocos hasta ahora habían puesto sus pies, pasando a denominarse desde aquel día: “La cala del Tritón” en honor a Manolo. Un montañero malagueño de pro, que especializado en todo tipo de rutas acuáticas y travesías de montaña, lleva pateándose toda la geografía andaluza y nacional desde antes que existiera la palabra senderismo, desde hace unos 5 años, viene saliendo con distintos grupos de senderismo de Málaga y provincias colindantes, sin pertenecer a ninguno en concreto.

Cuando por fin conseguimos bajar todos a la cala, no sin antes mancharnos el culo de tierra tras las numerosas caídas por la empinada ladera y algún que otro pinchazo que certificara la aventura. Angus “La Dalia Negra” y Paco “El Tiburón de Maro” repartieron a todos los presentes un vaso para brindar con “Malibú” por el traslado de éste a Andalucía, tras cinco años de exilio como profesor por tierras turolenses. Y a partir de ese momento todo fue una sucesión de largas sesiones de baños de la que disfrutamos absolutamente todos, intercalados con algunos juegos en los que destacó la destreza y soltura de “Vicky la Botánica” con las palas de playa, la sesión de buceo por parte de algunos compañeros (incluido “Chuky”), capitaneados por Rubén “El Bucanero de Puerto Marina” y Ana “La Venus de Botticelli”, reportaje de modelos entre los que destacaron los pases de Ana y Magda “La Pimentonera de Águilas”. La comida de hermandad sendérica, resultó una gozada a la orilla del mar, así como la espectacular sesión de “top less” no autorizada en las fotos de la crónica, donde las “beautiful girls” pusieron nerviosos a mas de uno. Digna de mención fue también la memorable siesta de la que disfrutó mas de uno bajo su sombrilla con el sonido de fondo de las olas, que fueron aumentando de tamaño con el paso de las horas. Y tampoco podemos olvidar la “jaima” que montó nuestra querida compañera Angus, con la gran pancarta donde se podía leer “Te quiero Paco, IDEM”.
Llegó un momento en que nos sentíamos como en el paraíso, posiblemente gracias al lujo añadido de disfrutar de la calita en exclusiva para nosotros y vive Dios, que de buena gana, hubiéramos prolongado nuestra estancia en tan paradisíaca calita hasta el atardecer. Pero llegada la media tarde, un pequeño grupito iniciábamos el camino de regreso debido a los distintos compromisos que nos esperaban mas tarde, resultando la ascensión, como era de esperar, bastante mas asequible de lo que había sido la bajada. Siguiendo nuestros pasos horas después, el resto de compañeros que finalizaba esta ruta de 3 km. (6 km. ida y vuelta) y 196 m. de desnivel, sin ningún tipo de incidentes.

1 comentario :

  1. Increíble, nuevamente es la palabra que me surge al leer tu crónica y al poder ver que existen lugares así...
    Y me llena de gustito que mis compañeros de senda hayan podido disfrutar de tu propuesta...
    Una vez más,Juani, has organizado una mágica propuesta...

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