domingo, noviembre 15, 2020

Igualeja - Parauta - Cartajima - Paraje de los Riscos - Júzcar

 Hora y punto de encuentro recomendado: Antes de las 9.30 am en Júzcar, concretamente en la calle donde comienza la carretera que parte de Júzcar en dirección Pujerra. Esa calle es ideal para dejar ahí algún vehículo de enlace (pues Júzcar es en realidad nuestro final de ruta) y partir con el resto de vehículos en dirección Igualeja, por ser el inicio de ruta (tal y como hicimos nosotros, siendo muy importante en estos casos, que no vayan más de dos-tres personas por coche o bien, contratar un transporte privado de la zona, para que nos haga el transfer). 

Tiempo aproximado del transfer en coche desde Júzcar a Igualeja o viceversa: 20-25 minutos (según estado de la carretera y meteorología).

FICHA TÉCNICA DE LA RUTA:

Distancia lineal que recorreremos a pie: 20 km aprox.

Desnivel aprox. de subida 1.003 m 

Desnivel aprox. de bajada 1.084 m 

NOTA: En caso de que renunciemos a visitar el Paraje de Los Riscos se le pueden restar cerca de 400 m de desnivel y unos 6 km menos de recorrido, quedando en una ruta muy asequible para todos los públicos.
Dificultad Física:
Alta (por el desnivel acumulado).

Dificultad Técnica: Ninguna, por no contar con ningún tramo expuesto, ni discurrir por terrenos escarpados que requieran de trepadas.  

Punto más bajo de la ruta: 616 m (confluencia de los arroyos Algorma y Granados)  

Punto más elevado: 1.000 m "La Suerte de Macoria" (Es el punto más alto del Sendero de Las Eras, dentro del paraje de Los Riscos) 

Lo mejor de esta ruta: La belleza de los pueblos del Genal en cualquier época del año y el espectáculo de la Primavera de cobre durante el mes de noviembre, cuando sus bosques de castaños van tornando del verde a los amarillos, dorados y cobrizos.El punto negativo: Para quienes llevamos muchos años recorriendo estos caminos del Valle del Genal, sentimos añoranza al recordar como hasta no hace muchos años, los senderos por los que llegamos de un pueblo a otro no estaban flanqueados de las actuales alambradas y siempre con respeto y admiración nos podíamos acercar a algún castaño abuelo para hacernos alguna foto. Pero por desgracia en los últimos años, estos senderos se han puesto tan de moda, que hasta se fletan autocares enteros desde todas las localidades de la provincia de Málaga y provincias colindantes, con algunas personas de muchos de esos grupos, que no respetaban la propiedad ajena y se dedicaban a recolectar castañas y setas, con bolsas, cestos y hasta sacos. Consecuencia inevitable: alambrar ambos lados del sendero. Y una vez mas, como tantas otras veces, acabamos pagando justos por pecadores. Y al tratarse de una travesía lineal debemos dejar algún vehículo de enlace en el final previsto de recorrido.
Fecha de realización: Sábado 7 de noviembre 2020

19 Participantes (divididos en subgrupos siguiendo las ordenanzas vigentes en aquella fechas muy condicionadas por las restricciones, limitaciones los protocolos Covid):

El legendario Jorge Castrillo Orellana "El Titán", un servidor: Juan Ignacio Amador "El Comandante" ambos compartimos funciones de guía, Cristina Melgar "Arwen de Rivendel", Cristian "El Joven Indiana Jones", Toñi Murillo "La Tuareg", Roberto Lobato "Lobezno" Antonio Guerrero Mates, Mabel Hidalgo "Libre y Salvaje", Lena "Ice Woman", Arnaud  "Nono, el Soltero de Oro", Vicente Vidoy "El Gaitero" Isabel Terren, Antonio Pascual "El Último Patriota", Inma "La Dama de las Nieves", Migue "El Yeti de Borreguiles", varios de los cuales, como de costumbre, han colaborado en las fotografías de la crónica post ruta, por lo cual les estamos muy agradecidos. 

Aunque en principio el cupo sólo estaba reservado para socios, en las últimas 48 horas, hubo varias bajas que nos permitió contar con varias estrellas invitadas:
Fran y Juan (Club Trotamonda), Salvador y Javi (Club Ama Dablan), todos ellos participantes habituales en los "101 km de la Legión".

Tramo 1 de De Igualeja a Parauta por la Cuesta de la Tetona y el arroyo de Los Granados (PR.A-226):

Como en tantas ocasiones anteriores en compañía de Grandes Maestros como Rafa Márquez, Rafa Flores, Manuel Manzanares o el inolvidable Valentín García Vioque, iniciamos la jornada haciéndonos la foto de grupo con el telón de fondo del paraje del Nacimiento, donde la fuerza de las lluvias caidas en los días previo había arrastrado arena y pequeños desde el interior de la cueva hacia afuera, colmatando parcialmente los bancales del Nacimiento hasta crear varios islotes.

El Ayuntamiento de Pujerra se encuentra situado a 690 msnm  el recodo que forma el nacimiento del arroyo Hiladero, considerado Nacimiento del Genal, en el margen izquierdo del río destaca el núcleo mas grande del mismo, también conocido como barrio del Albaicín, y en el margen derecho del río se encuentra el barrio Alto, también conocido como de Santa Rosa. Gran parte de su término municipal está cultivado de parcelas de castaños, que se intercalan con zonas de huerto en los lugares más próximos al río, así como pinares y encinares.

La primera referencia histórica de este pueblo es del S. XV,época en la que pertenecía a la cora (o provincia) de "Takoronna"  (que abarcaba desde La Arxaquía, Arco Calizo Central y zona de Archidona y Antequera hasta la Serranía de Ronda, coincidiendo mas o menos con la actual provincia de Málaga), integrada en el Reino Nazarí de Granada. La etimología de Igualeja podría provenir del término árabe al-walay, que significa "el recodo", lo cual se ajusta muy bien a la fisionomía urbana o bien del castellano "iguales", que haría referencia al reparto igualitario realizado por los cristianos tras la expulsión de los moriscos en 1570.

La tendencia poblacional de Igualeja en la última década ha sido descendente, pasando de los más de 900 habitantes en 2006 a los 763 habitantes en el último censo de 2019. Igualeja presenta un perfil demográfico adulto-viejo,  pues el primero de estos dos grupos de edad supone el 56,94 % de la población total, mientras los mayores de 65 años representan un 27,76 % y los jóvenes un 15,3 %, repitiéndose la misma tendencia en la mayoría de los pueblos del Genal, donde cada vez vemos menos gente joven y niños jugando por sus calles.

Igualeja pueblo de verdes paisajes, castaños y pinares
Aquí no se echan de menos los del norte robledales,
pues tenemos un valle repletito de huertas y nogales,
aunque bancales están yermos cultivados de zarzales.

Al paso del Río Genal que baña tus tierras y umbrales,
no hay mayor placer que pasear por tus lindas calles,
saludando los abuelos que observan caer tímida la tarde
y recordando viejos tiempos más lejanos y saludables.

Cuando andamos por tus veredas se respira puro el aire
y se escuchan las chicharras susurrando en los trigales,
quien pudiera ser estrella para por la noche alumbrarte
sin dejar que se apagara tu nacimiento ni un solo instante.

Tus habitantes son honrados, buena gente y amigables
mas no te confundas con ellos que tienen uñas como sables,
sobre todo si les tocan a los que más quieren las madres
y aun siendo fieros como un león en el fondo son afables.

Desde el paraje del Nacimiento, iniciamos la marcha por la travesía principal de Igualeja, C/ Barrero, al principio de la cual se encuentra la popular cooperativa de castañas. y al llegar a la Iglesia de Santa Rosa de Lima, giramos a la derecha por la calle de La Ermita, hasta llevarnos a un curioso rincón de Igualeja donde el recién nacido arroyo Hiladero (teórico Genal), discurre soterrado, del otro lado empezamos a subir por la calle Canal, las revueltas del laberíntico barrio de Santa Rosa, hasta alcanzar la calle de "La Tetona", nombre que nunca se olvida y que nos sirve de referencia para encarar sin margen de error el Camino de Parauta, donde teóricamente comienza el PR. A-226.

Nada más empezar a caminar, los intensos rojos del zumaque sobre el viejo muro de piedra que flanquea el sendero a nuestra derecha (en sentido Parauta), puntual a su cita otoñal como antaño. A penas recorridos los primeros cincuenta metros de sendero, ya eran más que evidentes  las profundas cárcavas que íbamos evitando como mejor podíamos y los desplazamientos de tierra provocados por las lluvias de los días previos sobre las lindes y pequeñas barranqueras que salva el sendero de vez en cuando. Como de costumbre, antes de llegar al Alto de la Loma, tuvimos que hacer la parada de rigor para quitarnos la primera y en mi caso, hasta la segunda capa de cebolla, quedándome ya en manga corta hasta la parada del almuerzo en el paraje de Los Riscos.

Pasado el Alto de la Loma, que distinguiremos fácilmente porque además de marcar el final del primer tramo de ascensión, el sendero se cruza con una pista forestal y una torreta metálica de alta tensión que pronto dejaremos atrás, el sendero se adentra en la zona de bosques de castaños más densos y de mayor porte de todo el recorrido, donde el perfil será claramente descendente, alternándose con cortos tramos llanos. Lástima que debido a la masificación de visitantes que se produce algunos días del mes de noviembre y a no respetar la propiedad ajena recolectando castañas o no respetando aperos de labranza, escaleras o maquinaria de recolección, los propietarios de las fincas de castaños que tenemos a ambos lados del sendero, hayan optado por vallar ambos márgenes del sendero. Y ya no nos podemos fotografiar junto algunos "árboles abuelo" que antes estaban a nuestro alcance, siendo ya cada vez menos, los sectores en los que nos podemos acercar (siempre con respeto y sin recolectar castañas) a los troncos que más nos llamen la atención. A lo largo del sendero iremos pasando cerca de antiguas albercas y casitas donde los serranos guardan los aperos de labranza y recolección y donde almacenan sus castañas en época de recolección, tampoco será raro encontrarnos con rudimentarias escaleras de madera apoyadas en los troncos de los castaños. Justo por debajo de una escorrentería , cercana a un pozo vemos una curiosa estructura rectangular de cemento, de medio metro de altura y con una cruz tallada en su superficie, que marca el lugar donde discutieron dos cuñados por unas lindes en esta zona, matando uno al otro con un hocino; el que quedó con vida murió años después en la cárcel.

 Más adelante, justo después de que el sendero salve un par de pequeñas barranqueras, la segunda de ellas através de un puentecillo de madera, comenzamos a descender por una loma de castañar que traza varios zigzags por la que nos adelantaron varios chavales que entrenaban para ultratrails. Al final del descenso Don Antonio Pascual encontró una "macrolepiota procera"  muy típica de esta zona de castaños. Las choperas que ya habían perdido muchas de sus hojas, así como el sonido de la corriente, delataban la proximidad al vado del arroyo de Los Granaos, que esperábamos haber encontrado con más agua, y que sin embargo, salvamos sin mayor dificultad.


Superado el vado del arroyo de los Granaos, toca encarar una de las rampas más duras de todo el recorrido, apenas llega más allá de los tres o cuatro requiebros de zig-zag, pero es uno de esos tramos cortos, donde quienes suban bien por pistas terrizas le pueden sacar una minutada a los compañeros de atrás. Pero no obstante, conviene tomarse esta rampa con tranquilidad recreándonos con el imponente alcornoque de tres troncos unidos y cinco imponentes brazos que se alzan a mas de 20 metros, por encima de nuestras cabezas. 


Es este un tramo de transición arbórea por el que vamos ascendiendo entre encinas, alcornoques y algún que otro madroño, hasta que el camino vuelve a presentarse tendido y mas dócil ante nosotros, y es a partir de aquí cuando los castaños vuelven a recuperar el protagonismo del paisaje, con la imponente mole caliza de la "Cancha Almola" al norte, casi siempre de frente en este primer tramo del itinerario con el piramidal cerro Malhacer a su izquierda y al oeste, a nuestra izquierda la inconfundible estampa de Cartajima, presidiendo la zona más alta de sus bosques de castaños, y recostada a los pies de ese mágico Torcal, que siempre se conoció como "Los Riscos de Cartajima". Imágenes de postal que a veces veremos tal cual, desde la distancia, y otras veces enmarcada entre las ramas o los troncos de castaños que nos rodean por doquier.

Finalizada una amplia curva que el sendero describe a nuestra izquierda, llevando a nuestra derecha un murete de piedra, colonizado por el rojo y verde zumaque, intercalado con madroños y cantueso, llegamos a otro tramo más rectilíneo entre castaños al final del cual descenderemos suavemente llamando nuestra atención la copa de una gran encina conocida popularmente como encina de Valdecilla, que con sus más de veinte  metros de altura y tronco de tres metros de diámetro, está incluido  en el inventario de árboles singulares de Andalucía.

Una vez que dejamos atrás la mencionada encina, llegamos a una bifurcación, ambos ramales nos llevan a las calles de Parauta, cuyas primeras tejas, ya podemos tocar con nuestras manos. La versión más corta nos llevaría a tomar por el ramal de la izquierda, que llega directamente a su pequeño ayuntamiento y que fue la que tomó el segundo grupo, atravesando el pequeño pueblo de forma mucho más rápida, pero como íbamos algo adelantados, preferimos tomar el ramal de la derecha y hacer un trazado más largo y sinuoso pasando por las calles del pueblo y alguna de sus esculturas talladas en madera o bancos de madera igualmente tallados en madera de castaño que nos recordarán a Genalguacil, y entre fotografía y fotografía, nos fuimos recreando con su entramado urbano  netamente morisco y sus callejuelas recoletas de una irregularidad absoluta, con la particularidad de que en las fachadas de algunas de sus casas puede observarse que el enjalbegado se aplica directamente, sin haber sido previamente enfoscadas, con lo que ofrecen un espontáneo aire rústico que no pasa desapercibido y nos hace viajar en el tiempo. En el pueblo pueden distinguirse dos barrios unidos por una plaza, y en la zona situada más al norte es donde se ubica la Iglesia de la Inmaculada Concepción, que tampoco dejamos sin retratar. Este templo fue construido en el siglo XVI. Su planta tiene forma de cruz latina con cubierta de madera en la parte del crucero, y en el exterior destaca la torre mudéjar, con arcos de medio punto en el cuerpo de campanas, el cual está rematado por un tejado a cuatro aguas.

Parauta es un pueblo que nos sorprenderá en muchos sentidos, por ejemplo, a pesar de su pequeña población, apenas 250 habitantes censados en 2019, tiene un término municipal de 44,2 kilómetros cuadrados, que ya quisieran para sí poblaciones con más de 80.000 habitantes como mi querida Fuengirola con un paseo marítimo precioso, pero con muy poquita superficie de término municipal.  El término municipal de Parauta linda al Norte con la Sierra del Oreganal y al N-O con el tajo Pompeyo a cuyos pies está "El Charco Azul" que pertenece a Parauta. al Este se adentra bastante en la Sierra de las Nieves hasta el punto que la zona de la Nava de San Luis, todo el cerro Alcojona y por lo tanto su pinsapar, así como el vértice geodésico del Abanto, están dentro de la linde de Parauta. Si bien es cierto que en dirección sur, solo abarca hasta el Alto de la Loma y hacia el Oeste llega muy cerca de la localidad de Cartajima. Geológicamente es un territorio muy dispar en el que confluyen zonas rocosas tan distintas como las peridotitas, las calizas o las pizarras, contrastando zonas de escasa vegetación con otras de abundante cubierta vegetal (castaños, encinares, pinos, olivos), espacios a los que hay que añadir el correspondiente al terreno integrado en la Sierra de las Nieves, de excepcional interés ecológico con el pinsapar existente a los pies del cerro Alcor o Alcojona, con su inconfundible silueta de "queso de tetilla".

Existe muy poca documentación histórica sobre el origen de Parauta, más allá de la evidencia de su traza morisca, y el mosaico de azulejos donde reza la leyenda de que en este pueblo fue donde nació el Caudillo muladí Omar Ben Hafsun, que tantos quebraderos de cabeza le dio al califato cordobés en el siglo X, una hipótesis poco probable, teniendo en cuenta que parece ya más que demostrado que nació en el cortijo de Auta, a los pies del tajo Gómer ("tajo de Omar"), cerca de la localidad de Riogordo. Por lo demás, cabe pensar que el acontecer histórico de Parauta debió seguir estrechamente ligado al de los pueblos más próximos, como Igualeja y Cartajima. La población del municipio mermó mucho tras la rebelión de los moriscos, siendo repoblado, al igual que en otros pueblos de la provincia, por cristianos viejos procedentes, en su mayoría, de Cádiz y Sevilla.

Y así fuimos callejeando por la Calle Diego López, La Parroquia de la Inmaculada Concepción, la plaza Cristóbal González, la calle del Barrio Bajo, y el carril de Circunvalación hasta desembocar en la salida de Parauta donde comienza el Camino Viejo de Cartajima o Camino del Molino, donde coincidimos con el otro grupo, aprovechando para hacer la parada de media mañana del "platanito".

Tramo 2 de Parauta a Cartajima por el Vado del Molino Real (PR.A-222):  

Finalizada la primera parada de avituallamiento salimos de Parauta por el Camino Viejo de Cartajima, antaño conocido como Camino del Molino, por donde discurre el PR.A-222, nada mas salir de Parauta, dejamos a la izquierda del camino la "Fuente Nueva", mientras continuamos  disfrutando de un precioso telón de fondo, a nuestra derecha la Cruz del Padre Ventura, que corona un modesto cerro de 942 msnm marca la dirección NORTE, al NOROESTE la imponente Cancha Almola (1.404 m) preside todo el Havaral cual gigantesca mole caliza, con el piramidal cerro Melhacer (1.147 m) a su izquierda, el emblemático cortijo de las Aguzaderas, y Cartajima a los pies de los Riscos de su mismo nombre, regalándonos una de las más bellas estampas de esta ruta, que no por casualidad fue escogida portada del magnífico libro "Valle del Genal, guía del excursionista" (Autor Rafa Flores, Edit. La Serranía), imprescindible en cualquier biblioteca senderista/montañera que se precie.

Otra de las estampas más típicas de este tramo del recorrido es la imagen de Pujerra al sur, recostado sobre la ladera norte de las estribaciones mas orientales de Sierra Bermeja que marcan la divisoria visual de la vertiente sur que da vistas al Mediterráneo (que no alcanzaremos a ver en este itinerario) y la vertiente norte y Occidental que da vistas al Valle del Genal por donde discurre nuestra ruta, conforme vamos descendiendo por la cuesta del Manzano, los zumaques se intercalan con los madroños, aunque esta vez no nos encontramos tantas bolas rojas por el suelo como en ocasiones anteriores. Llegamos al fondo del valle donde el perfil de la ruta se allana pasando junto al antiguo Molino Real que le da nombre al camino. Y donde una vez más la Naturaleza nos sorprendió, este doble vado donde se unen los arroyos Algorma, que nace a los pies de la Cancha Almola y el de Granaos, que en su parte alta se llama de Los Lobos y nace a los pies del cerro de La Tala y al norte del Cascajares en la Sierra de las Nieves, siempre cambia de forma y profundidad tras lluvias torrenciales, algunas veces el cauce te lo encuentras más estrecho y profundo, y otras veces como ésta, más ancho, pero con muy poca profundidad, es como si la fuerza de las lluvias, es como si la misma corriente de los arroyo hubiese arrastrado arena y pequeña grava de más arriba y hubiese colmatado parcialmente su propio cauce, al igual que habíamos visto por la mañana en el paraje del Nacimiento de Igualeja. En cualquier caso es uno de esos rincones mágicos de la ruta, que bien merecen unos minutos de pausa para recréanos con su encanto y el siempre estimulante sonido de la corriente.

En esta zona se encontraba el desaparecido despoblado de Benahazín, que fue uno de los muchas aldeas moriscas que se vieron obligados a capitular con los Reyes Católicos, allá por el año 1485, cuando fue conquistada la ciudad de Ronda y la mayor parte de su serranía. Las ruinas del antiguo Molino Real, son los últimos vestigios etnográficos que quedan en esta bonita zona de riberas, donde predominan las choperas y las zarzas, el sonido del agua que fluye cristalina y un intenso olor a hojas en descomposición caídas sobre el lecho de los  arroyos que pronto abandonamos para iniciar la pronunciada ascensión hacia Cartajima que con sus 864 msnm es el pueblo más alto de la Serranía de Ronda y el tercero más alto de la provincia de Málaga, después de Alfarnate y Alfarnatejo (por encima de los 900 msnm. 

Hasta esta de los vados del Molino Real, hemos traído desde Parauta rumbo S, S-O, pero una vez superados los vados, vamos e encarar unos cerrados y empinados zigzags que nos van a orientar en dirección N-O. Conviene tomarse con tranquilidad los primeros repechos de esta pista, que una vez superados sus primeros 400 m lineales se va suavizando paulatinamente, sobre todo a partir de la curva donde se encuentra el "Mirador del sendero PR.A-222 Cartajima-Parauta" con un panel descriptivo orientado hacia el sur y que nos informa sobre la toponimia del paisaje al norte de nuestra posición con la Cancha Almola como principal hito orográfico, destacando por encima del mar de castaños que tenemos a nuestros pies.

Un poco más adelante, nos encontramos un pequeño vehículo hibrido abandonado, con el motor desmontado, cual esqueleto de "viejo dinosaurio de la automoción", y más adelante, el emblemático Castaño Arenas de más de 300 años, según la placa informativa que nos encontramos junto a su base, unos 250 m antes de entrar en la calle Ancha de Cartajima, donde una baliza indica "Parautas" (erróneamente en plural) 1 hora y 15 minutos, que se nos antoja, demasiado rápido, pues las dos horas como mínimo, no hay quien te la quite andando a un ritmo normal y sin hacer muchas pausas.

Cartajima cuenta con un casco urbano pequeño formado por calles estrechas y sinuosas, con sus pasadizos y sus callejones ciegos, con casas poco elevadas y esplendorosas, de fachadas blancas, construidas muchas de ellas con piedra, madera e incluso barro a la antigua usanza. En contraste con el trazado eminentemente morisco de numerosas callejuelas  del pueblo, llama la atención la influencia castellana con la gran cantidad de fachadas de estilo dieciochesco que hay en torno a la iglesia, que fue construida en el siglo XVI con varias restauraciones destacando las que se llevaron a cabo en  1940 y 2009.En su interior destaca su artesonado de madera, su estructura y por supuesto sus imágenes talladas en madera policromada.

Pero lo que más nos llamó la atención como principal novedad respecto a nuestras anteriores visitas, fueron los preciosos murales que han embellecido doce fachadas de casas particulares y edificios públicos de Cartajima, llevados a cabo el pasado verano de 2020, por cuatro chicas cartajimeñas, de izquierda a derecha, Alicia González, Irene García, Alba González y Beatriz Benítez, con motivos alegóricos a tradiciones o paisajes de este municipio

del Alto Genal, coordinadas por  la dinamizadora cultural del Ayuntamiento de Cartajima, Doña Yolanda Benítez.  Durante los meses de julio y agosto, las cuatro mujeres, de entre 21 y 38 años, han pintado esta docena de murales tanto en edificios públicos, entre ellos el propio Ayuntamiento, como en media decena de viviendas de particulares, que voluntariamente se habían ofrecido previamente. "Fueron cinco propietarios valientes, que no esperaban que quedaran tan bien las fachadas".

Y es que, muchos de estos pueblos del Valle del Genal,  que hasta bien entrada la segunda mitad del Siglo XX, eran prácticamente desconocidos incluso para muchos malagueños que vivían fuera de la Serranía, por contar con estrechísimas carreteras infames o en algunos casos estando unidos algunos pueblos por caminos terrizos, como hasta el año 2005 llegó a ser la carretera que hoy une Júzcar con Pujerra. Estos pueblecitos se han ido reinventado con la llegada del nuevo milenio, aprovechando el auge del turismo rural, y cada uno ha ido fortaleciendo sus señas de identidad con el gran acierto de mantener e incluso potenciar sus tradiciones más ancestrales, añadiéndole una novedosa seña de identidad, convirtiéndose en referencias a nivel internacional para los amantes del turismo rural con grandes atractivos etnográficos, gastronómicos y paisajísticos, como es el caso de Genalguacil catalogado ya como "Pueblo-Museo" con su maravillosa colección de esculturas repartidas por todo el pueblo. Júzcar aprovechó muy bien la oferta que le hizo la productora cinematográfica Pixar para pintar sus casa de color "azul pitufo" para formar parte de los decorados exteriores de la película, que no sólo le sirvió a Júzcar para promocionarse a nivel mundial en 2013, sino que ha mantenido de color azul sus casas adoptando el lema de "Aldea Azul" desde entonces.

 Y este verano de 2020 Cartajima ha apostado por añadir una innovadora oferta turística con sus, de momento, "doce fachadas creativas", que nada le tienen que envidiar a los mejores grafitis de Brooklyn en N.Y. Donde podemos admirar: un castaño con setas -yema de huevo- a sus pies, una prensa de mosto -vino del terreno- o un burro atado a la entrada de una vivienda.

Para Alicia, Alba, Beatriz e Irene fueron contratadas con cargo a los fondos incondicionados incluidos en el Plan Provincial de Asistencia y Cooperación 2020 de la Diputación de Málaga, era la primera vez que se encontraban ante un lienzo tan grande y una responsabilidad aún mayor. Hoy, gracias a sus buenas dotes con la pintura y el dibujo, hasta le han salido algunos trabajos en el mismo pueblo. Subidas en andamios y elevadores, pintaron desde golondrinas hasta flores de gran tamaño con un lema local: 'Cartajima, un estilo de vida. También fue especialmente complicado para ellas pintar un castaño en una de las paredes, ya que tuvieron que dibujarlo hoja a hoja. Y tampoco les resultó fácil  plasmar en un tamaño de grandes dimensiones la prensa del mosto, que es uno de los elementos etnográficos más singulares de Cartajima.

El trabajo realizado por las hermanas Alicia y Alba González, que han sido las que han dibujado sobre todo los bocetos y sus dos auxiliares, Beatriz Benítez e Irene García Puga, se puede ver en una apacible ruta circular a pie por el casco urbano que tuvimos la suerte de contemplar en gran medida, a lo largo de nuestro recorrido.

El Ayuntamiento de Cartajima tiene intención de colocar próximamente un código QR junto a cada mural, donde se explique lo que se ha plasmado y la siguiente fachada pintada que pueden ver. Tras el éxito visual de 'Fachadas creativas', parece que la iniciativa tendrá continuidad para el 2021. De hecho, ya hay más de una docena de vecinos voluntarios que quieren que sus paredes encaladas rompan la monotonía del blanco con estas coloridas pinturas que aluden a las señas de identidad del pueblo.

Y recordando algunas efemérides históricas, cabe destacar que durante la Guerra de la Independencia, Cartajima se distinguió en la lucha contra las tropas napoleónicas, especialmente el guerrillero Andrés García, que cuenta entre sus hazañas con el atentado contra el gobernador de Ronda, que murió cuando paseaba con su escolta por al Tajo. En 1814 Cartajima fue nombrada villa por Fernando VII Esta situación de esplendor la mereció la denominación del ” Cádiz el Chico “.

“C a n t o   a  C a r t a j i m a"

Ojos verdes castaño, Tienes, Cádiz la chica.

El poeta Espronceda grita. Con esos tus cañones de antaño.

Perdí la cobardía para enamorarme. Del manto riscoso de tu faldilla,

Y por ella poder a la encina bajarme. Para besar tus estrechos labios, Cartajima.

Presumirte por las siete villas. Con los gritos que en mi pecho se enjaulan,

Para merecer que eres la maravilla. Desde el bajo de Alpandeire al alto de Parauta.

Tramo 3: Cartajima-Júzcar por el (PR. A-224)

Poco después de salir de Cartajima en dirección S, llegamos a una bifurcación: el ramal de la izquierda coincide con el camino Ronda Estepona por el que llegaríamos a Pujerra y que coincidió con nuestra travesía otoñal 2014. Siendo en esta ocasión, nuestro ramal a seguir, el de la derecha que coincide con la antigua vereda Cartajima-Júzcar (PR. A-224), que nos lleva por un zigzagueante descenso entre castaños, donde no faltan ejemplares de porte monumental, con el espectacular telón de fondo de los grises Riscos, siempre a nuestra derecha, recordándonos el desnivel que tenemos que salvar, una vez salvemos el vado generalmente seco del arroyo Blanco, donde las encinas retoman el protagonismo del bosque original que predominaba en estas sierras antes del cultivo de los castaños, que tendieron a generalizarse como alternativa a tantas extensiones de viñedos que quedaron arruinadas con la plaga de la filoxera. Entre el predominio del encinar que nos envuelve, destaca un gran quejigo de porte monumental que difícilmente pasará desapercibido para el caminante que disfruta y contempla el paisaje con los ojos del corazón, o con la curiosidad que contemplaremos los restos de una calera abandonada, pero muy bien conservada a la derecha de la rampa mas empinada de este tramo.

Un poco más arriba, el perfil tiende a suavizarse al mismo tiempo los castaños vuelven a recuperar el protagonismo en el paisaje, ofreciéndonos unas vistas preciosas hacia Pujerra, que ahora contemplamos al SO de nuestra posición, pueblo que presume de albergar el mayor número de castaños centenarios por metro cuadrado de toda la comarca. No tardamos en llegar a la carretera que une Cartajima con Júzcar, junto a la que caminaremos un corto trecho de unos 200 m, hasta cruzar al otro lado, enlazando con una pista terriza que discurre por el margen derecho de dicha carretera en dirección Júzcar, un panel ilustrativo de aves más características de esta zona de la Serranía, así como una cercana nave agrícola certificarán que nos encontramos en el lugar correcto. Aquellos que ya den por bueno el recorrido que nos ha traído hasta este punto y prefieran dejar la visita al Paraje de "Los Riscos" para otra ocasión, sólo tienen que tomar esta pista a la izquierda, en dirección S, y sin apartarse de ella en ningún momento, comenzarán a ver los primeros tejados de Cartajima con sus inconfundibles fachadas azules en menos de cinco minutos y en poco más de veinte minutos ya habrán llegado al pueblo, disfrutando de la merecida cervecita post ruta en el Bar Torrichelli, o algún otro de esta encantadora localidad, que también nos regala una buena colección de rincones mágicos, realzado por la belleza del entorno, donde los castañares, se alternan con las parcelas de frutales.

Tramo 4: Riscos de Júzcar y Cartajima (Sendero de Las Eras)

El peaje a pagar para visitar el paraje de Los Riscos son los 2 km de pista flanqueada por castaños y encinas, salvando casi 300 m de desnivel de subida, hasta el llano donde se encuentra la angarilla de acceso al abandonado "sendero SL-A 176 de Las Eras". El primer kilómetro de pista es relativamente tendido, pero el segundo es cada vez mas empinado, encontrándose este último asfaltado, para evitar el deterioro de la misma con las cárcavas que de forma periódica provocaban las lluvias torrenciales, encontrándose actualmente (noviembre 2020) en un estado razonablemente bueno, para llegar con cualquier tipo de turismo, a través de este carril, al llano de "Las Eras" (988 msnm), siendo nuestra intención almorzar en las eras que le dan su nombre tanto al sendero, como al llano, pero el verano había dejado tal proliferación de cardos en la zona, que preferimos quitarnos de encima, el primer tramo de ascensión del sendero de Las Eras, hasta el collado del "Portichuelo", situado a la derecha del emblemático "Tajo del Colchón", rebautizado por Valentín como "Tajo del Cíclope", al mismo tiempo que manteníamos contacto con el segundo grupo, que tuvieron a bien, parar a almorzar en una de las eras de abajo, manteniendo la pauta del "Hola fondo norte, hola fondo sur" a lo largo de esta jornada condicionada por los protocolos Covid, además como el uso obligado de mascarilla en cada reagrupamiento, distancia entre compañeros, especialmente comiendo o hablando, etc...

La misteriosa sierra del Oreganal es una auténtico regalo para los sentidos y muy especialmente para aquellos que sentimos una especial debilidad por los paisajes kársticos. Además nos brinda una amplia colección de atalayas y miradores naturales para disfrutar de la impresionante paleta de colores otoñales durante la primavera de cobre o las distintas tonalidades de verde, según las especies arbóreas en cualquier época del año. La linde de los términos municipales de Cartajima y Júzcar se unen en el corazón del paraje de Los Riscos donde ahora nos encontramos, por lo que también lo comparten y hacen gala de él, como les ocurre a Álora y Ardales con el Chorro o/y el Caminito del Rey.

La Sierra del Oreganal alberga una amplia extensión que va desde las inmediaciones de Atajate y Alpandeire hasta las cercanías de Ronda y Parauta, siendo la joya de la corona este joven torcal de Los Riscos de Júzcar y Cartajima, de origen sedimentario, formado por rocas calizas (rocas calcáreas compuesta básicamente de carbonato cálcico) que presentan un aspecto ruiniforme debido a la erosión  producida por los agentes meteorológicos a lo largo de cientos de miles de años, desarrollando formas evocadoras y estimulantes para la imaginación del caminante, tal y como pudieron comprobar todos los participantes de esta preciosa ruta. Se articula en tres callejones principales con infinidad de pequeños desfiladeros, simas, grietas y curiosísimas formaciones imitativas que merecen el calificativo de esculturas. De entre ellas, la más emblemática es El Águila, roca con forma de rapaz oteando el horizonte que es el símbolo del paraje. A lo largo de nuestro recorrido nos encontramos con numerosos vestigios de actividad humana, como unas rústicas construcciones de piedra seca, antiguas majadas y corrales mimetizados con el paso del tiempo y el desuso con las rocas del entorno y un buen número de eras, que justifican el nombre de  "Sendero de Las Eras", catalogado como SL-A176 y por desgracia muy abandonado tanto en lo referente a paneles muy desvencijados, balizas prácticamente desaparecidas y retamas que en muchas ocasiones han invadido el sendero y nos obligan a dar pequeños rodeos campo través.

Tras el almuerzo iniciamos el idílico senderito circular de "Las Eras", siendo nuestra costumbre hacerlo en el sentido de las agujas del reloj, dejando a nuestra izquierda el tajo del Cíclope, (también conocido como tajo del Colchón),  situado a la altura del collado del “Portichuelo”  donde estuvimos almorzando con una temperatura muy agradable, por donde el sendero traspone hacia la denominada Cañá Grande, a partir de aquí ya nos metemos de lleno en el espectacular paisaje kárstico de la Sierra del Oreganal, en la que ya tenemos previsto realizar dos incursiones tan pronto lo permitan las circunstancias. Al llegar a la altura de una pequeña era, el sendero abandona la trayectoria N, y giramos a la derecha, dirección E, donde comenzamos a ganar altura de forma escalonada, dejando a nuestra izquierda el pináculo del "Torreón", mientras nos vamos acercando a cada paso al punto mas elevado de nuestro itinerario, el paso de La Suerte de Macoria (1.010 msnm), donde merece la pena hacer una pausa para recrearnos con algunas de las formaciones que podemos contemplar a nuestra derecha (dirección S): como "Los Ventanales"  que forman un conjunto de ventanas a través de las rocas, a la derecha de las cuales se encuentra "El Lagarto", un poco más adelante, también a la derecha del sendero podemos observar "El Ojo" y "El Jabalí".

Una vez que dejamos atrás "La Suerte de Macoria", punto más alto del recorrido, empezamos a descender, una vez más, de forma escalonada. Llegando en unos instantes a una pequeña era desde donde podemos contemplar varias figuras a nuestro alrededor como la del "Hipopótamo", "El Camaleón", "la Peluca y el Esturión", "La Gárgola", "La Reina y el Rey", "El León", siendo inevitable que los compañeros que más gustan de disfrutar de las trepadas se suban a alguno de los muchos castilletes o pequeños tajos junto a los que vamos pasando.

Al llegar a los pies de la formación conocida como "El Chotacabras" el sendero gira otros 90º a la derecha, cambiando el rumbo E que traíamos por el rumbo S, que ya nos pone de frente a la cercana e inconfundible figura de El Águila, emblemática formación imitativa donde las haya y símbolo de este precioso paraje de Los Riscos, otra destacable formación es el Camello, bajo el cual se encuentra "El Cocodrilo" que quedan a la izquierda del sendero, mientras que el Águila, queda a la derecha del mismo. Una vez más, cumplimos con la tradición de hacernos la foto de grupo a los pies del Águila, cual polluelos, donde esta vez nos costó más trabajo llegar que en otras ocasiones, porque llevábamos las botas algo embarradas, por la lluvia caída de los días previos y la progresión por el caos de rocas que hay a los pies de esta emblemática figura se hacía muy agria y penosa..


Retomado el pedregoso sendero, en dirección S, llegamos a un collado, a la derecha del cual, nos encontramos con una preciosa balconada a los pies de una amplia grieta o profunda torca, con la que debemos tener mucho cuidado, embellecida por un precioso telón de fondo compuesto de un amplio catálogo de "castilletes".

Desde el mencionado collado,  iniciamos el descenso definitivo, por un prolongado y escalonado tramo de rocas que conviene tomarse con tranquilidad, por lo fácil que resulta resbalar y por la espectacular belleza de las formaciones kársticas del entorno, volviendo a disfrutar de nuevas perspectivas hacia Pujerra, con sus casitas blancas rodeada de castaños y más abajo a la derecha, Júzcar con sus casitas azules.

Cerca del final del escalonado descenso dejaremos a nuestra izquierda una formación de grantamaño conocida como "La Bota", llegando poro después a una pista secundaria que discurre paralela a un olivar que coincide con otra era, a partir de aquí el itinerario continúa por un dócil tramo de unos 400 m de pista terriza que discurre por el perímetro de Los Riscos, que ahora vamos dejando a nuestra derecha, mientras que a nuestra izquierda llevamos una parcela de almendros y olivos, entre los que se encuentran las ruinas de un cortijo. De regreso a la plazoleta donde comienza el sendero de Las Eras, tan sólo nos queda regresar sobre nuestros pasos, a través del antiguo camino Ronda-Júzcar, que pasa junto al cartelón de las aves de la serranía, desde donde completamos el último kilómetro de recorrido hasta Júzcar, cumpliendo con la tradición de brindar con las cervecitas post ruta en el bar Torricheli.

Posiblemente el origen de Júzcar sea anterior a la época árabe. Con la conquista cristiana, los asentamientos que existían dispersos por el municipio se despoblaron y se reunieron en el asentamiento actual. En 1505 se levanta la primitiva Iglesia. El edificio más destacado es la iglesia parroquial de Santa Catalina, obra del siglo XVI que a lo largo de su historia ha experimentado transformaciones y diversas reformas. El municipio ofrece al visitante lugares de interés como sus castañares, las ruinas de la Real Fábrica de Hojalata San Miguel muy próximo al camping del Moclón, la Sima del Diablo (ideal para iniciarse en la actividad debarranquismo), un tramo de ribera del río Genal y Los Molinos en el Rio de "Las Suas" . Los antiguos despoblados del Moclón, Alcudia, Benamayón, Xenae (caserones),.... y el precioso Torcal de los Riscos (compartido con Cartajima).

En los inmediatamente posteriores al estreno de la película, tuvo como lema "Júzcar, el pueblo pitufo" pero los derechos de autor se interpusieron en su camino. Cambiando a la denominación actual de "Júzcar, la aldea azul", pero no su magia. Se le cayó el nombre por el camino pero conservó su encanto azul. Júzcar es una preciosa y entrañable aldea rural que un día tuvo la idea de teñir de azul sus fachadas aprovechando la producción de "Los Pitufos"  y distinguirse del blancor predominante en los pueblos andaluces.

Cuentan los lugareños que fueron necesarios 9.000 kilos de pintura azul para convertir un típico pueblo del sudeste andaluz, blanco de la cal de la herencia árabe, en la pequeña patria de los pitufos; pero al mismo tiempo añaden que el costo de esa pintura ha sido la mejor inversión en toda la historia de Júzcar, localidad digna de ser incluida entre los pueblos más pintorescos y originales de España y que debe incluirse en la ruta de toda visita a la Serranía.

"Lo único" que debían hacer los dueños de las 175 casas del pueblo, además de los edificios públicos, incluido el cementerio, era teñir de azul las fachadas blancas. El impacto a nivel de recepción de visitantes fue lo nunca visto. Tal es así, que una vez acabada la promoción de la película, los habitantes no retomaron el blanco de sus fachadas, tal como estaba pactado, y decidieron mantener el azul.

Los vecinos de Júzcar aseguraban  que nunca vieron nada igual, que Júzcar ya no fue la de antes, hasta la llegada del Covid no paraban de llegar turistas españoles o extranjeros, todos los días, sobre todos los fines de semana, donde ya casi no se podía ni aparcar”. De hecho, durante los primeros cuatro años, se llegaron a contabilizar hasta 300.000 visitantes.

Júzcar es diminuto, pitufo incluso en su demografía, pues apenas sobrepasa los 228 habitantes, situado en un recodo del Valle del Genal, célebre por sus leyendas bandoleras en el siglo XIX, no por casualidad presume de contar con el precioso hotel "El Bandolero", toda una referencia entre los alojamientos rurales de la Serranía.