
12 de mayo de 2006
Quejigales-El Burgo (30 km. de pinsapares por La Reserva de la Biosfera)
El día 12 de mayo de 2007, sábado para más señas, amaneció con un cielo azul intenso, mecido por una inapreciable brisa de poniente, lo que nos auguraba paisajes y horizontes inmensos. Como en toda gran ocasión, se respiraba un ambiente cargado de emoción, la típica de las grandes ocasiones, y es que no era para menos, nos esperaba una dura jornada montañera en la que atravesaríamos de una punta a otra uno de los espacios naturales más singulares del Sur peninsular: La Sierra de las Nieves.
A pesar de coincidir con la prestigiosa prueba de los 101 Km de la Legión, en la que por cierto, participaron un buen número de Pasos Largos; 33 senderistas nos dimos cita en la estación de autobuses de Ronda para dirigirnos al área recreativa de Quejigales, punto de partida de esta nueva aventura.
Son las 9,45 h cuando iniciamos la marcha buscando el puerto de los Quejigales, a nuestra derecha quedaba e
l sendero de uso público que se dirige al pico Torrecilla (1.919 m), máxima altura de Andalucía occidental. Estamos bordeando el macizo de la Sierra de la Nieve, llamada así en alusión al desaparecido negocio de los neveros; aunque ahora son los viejos pinsapares rondeños, asentados en las cañadas que se desprenden de la zona de cumbres, los que llaman nuestra atención. La fuente de Molina es suficiente excusa para hacer una paradita a la par que descubrimos en la margen contraria, una placa que homenajea a Francisco Molina, primer guarda de los que fueron montes de propios de Ronda "Monte El Pinsapar", cedidos al estado en condonación de una deuda municipal; posteriormente pasaron a ser gestionados por la Junta de Andalucía.

Tras el monolito y placa, aún son visibles los amontonamientos de piedras que antaño formaron la choza d
e Frasquito, como cariñosamente era conocidoProsigue la marcha hasta Los Coloraillos, lugar privilegiado a modo de balcón natural, con excelentes vistas, y acolchado por un manto verde que invita a sentarse, cosa que hicimos para tomar el desayuno. Pronto nos adentramos en las fragosidades del pinsapar de los Hoyos de la Caridad, siendo testigos de nuestra presencia los retorcidos y enormes pinsapos que proliferan por doquier. La cueva Oscura o del Manijero precede al vertiginoso tajo del Canalizo y su refrescante fuente, donde una nueva parada anima a tomar fuerzas para superar el desnivel más importante de la jornada.

Tras varios zigzagueos alcanzamos el puerto del Canalizo (1.560 m), punto más alto del recorrido, el cual no
s abre nuevas perspectivas a la sierra, sobre todo a la cañada de las Ánimas, cubierta por un espeso pinsapar que escala hasta la casi la mismísima cumbre de Cerro Alto (1.804 m). Desde este punto se retoma el sendero que rodea el Cerro Alto de Yunquera o La Peñilla (1.685 m); otro, por el contrario, sube por la Cuesta de la Lastra hasta la base del Peñón de Enamorados (1.780 m). En los siguientes tramos andamos por una trocha algo indefinida, teniendo a vista de pájaro el inconfundible Peñón de Ronda (1.289). La presencia unos pequeños rodales de pinsapos, nos advierte de la cercanía del puerto del Hornillo, el cual alcanzamos sin mayor problema. En este punto nos reagrupamos, mientras observamos a nuestra derecha el Anden de la Cuchara y la suave silueta del cerro del Cuco, por donde discurre el sendero que baja al Puerto del Saucillo. A nuestros pies se alarga la loma de la Chaparrera, que es recorrida por un sendero que se desprende a la izquierda atravesando el conocido pinsapar de Cubero, por la otra ladera desciende la vereda que vamos a tomar y que nos llevará a recorrer la cañada de la Cuesta de los Hornillos, conocida en la cabecera como cañada de Bellina.

Casi sin darnos cuenta nos adentramos en un joven, y es que los abetales yunqueranos, masacrados
sistemáticamente durante siglos, comienzan a recuperar unos terrenos que jamás debieron perder.
El siguiente hito es la confluencia con el sendero del Puerto de Bellina, pero antes admiraremos uno de los pinsapos del catálogo de árboles notables de Málaga, el conocido como Moreno. Al fondo ya se atisba el Tajo de Alberca o de los Artilleros, donde hace años anidó el alimoche, sin embargo, sobre altos riscales se yerguen un par de figuras humanas, enfundadas ambas en una elástica naranja que no nos es del todo desconocida; ¡¡ albricias, cierto es!! Nuestros compañeros Juani y Sean nos observan desde tan privilegiada atalaya haciéndonos propensos saludos que recibimos con gran alegría y alborozo. Cuando parece que el grupo está al completo, vemos aparecer entre los cedros y pinsapos a Ramón, amigo montañero de Écija, que se une a la gran comitiva. Tras los abrazos y saludos de rigor emprendemos la marcha cruzando la cañada de la Cuesta de los Hornillos, por la zona denominada: la Roaera de la Manchón.

El siguiente hito es la confluencia con el sendero del Puerto de Bellina, pero antes admiraremos uno de los pinsapos del catálogo de árboles notables de Málaga, el conocido como Moreno. Al fondo ya se atisba el Tajo de Alberca o de los Artilleros, donde hace años anidó el alimoche, sin embargo, sobre altos riscales se yerguen un par de figuras humanas, enfundadas ambas en una elástica naranja que no nos es del todo desconocida; ¡¡ albricias, cierto es!! Nuestros compañeros Juani y Sean nos observan desde tan privilegiada atalaya haciéndonos propensos saludos que recibimos con gran alegría y alborozo. Cuando parece que el grupo está al completo, vemos aparecer entre los cedros y pinsapos a Ramón, amigo montañero de Écija, que se une a la gran comitiva. Tras los abrazos y saludos de rigor emprendemos la marcha cruzando la cañada de la Cuesta de los Hornillos, por la zona denominada: la Roaera de la Manchón.
Tras adentrarnos por momentos en el pinsapar de Cubero, tomamos una bifurcación a la derecha que nos
conduce al puerto de las Camaretas, custodiado por su cerro homónimo de (1.285 m). Otro breve descenso nos conduce al lecho de la cañada, siendo visible el tajo de Alberca en toda su salvaje magnificencia. Metros después sorteamos una de las paredes del tajo a través la Colaílla o la Pasadilla, para introducirnos en el pinsapar de la Chaparrera. Casi sin darnos cuenta y con el hambre haciendo mella en los estómagos, dejamos en un margen del camino la fuente de la Chaparrera y el sendero que se desprende hacia el puerto del Pilón de las Tres Puertas y Puerto del Saucillo. La cueva del Agua nos recibe con su fuente de agua algo paupérrima, dado el triste hilillo que fluye, y la sombra que proporciona esta enorme oquedad, que fue hasta fechas recientes el habitáculo perfecto para un vivero forestal. Ni dicho, ni hecho, todos callados y a comer, que es hora.



Soportando como podemos las altas temperaturas,



El Burgo ya aparece en lontananza, lo que nos ánima a aumentar el ritmo de la marcha, de todos modos y dado que vamos bien de tiempo, podemos hacer pequeñas paradas para admirar el paisaje y contemplar un importante porcentaje del terreno recorrido, siendo visibles las inconfundibles siluetas del Cerro Alto de
Yunquera y Peñón de Enamorados, además del Tajo de Alberca y los pinsapares yunqueranos. El puerto de los Lobos marca la confluencia con el camino al área recreativa de la Fuensanta, desde aquí tomamos un carril que nos llevara a nuestra ansiada meta, El Burgo, la cual alcanzamos a las 20,40 h, después de haber recorrido 30 Km. Al son de unas merecidas cervezas, brindamos por la inolvidable jornada vivida y nos conjuramos para repetir otras experiencias; siempre en las montañas, en nuestras querida montañas.

Crónica: Rafa Flores
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