Pueblo de referencia: Cogollos Vega, balcón sobre la Vega de Granada, que ocupa una estratégica situación sobre el límite occidental del parque natural Sierra de Huétor. La estampa de la sierra de Cogollos, coronado por el Peñón de la Mata con esta localidad a sus pies es una de las postales mas bonitas que podemos obtener unos 15 km al norte de Granada capital.Su Ayuntamiento se encuentra situado a 1.009 msnm y en la actualidad cuenta con unos 2.100 habitantes, cuyo gentilicio es cogollero/a.Su término municipal se encuentra a caballo entre la Vega y las estribaciones del Parque Natural de la Sierra de Huétor, con grandes masas de encinas y quejigos, magníficos paisajes y espléndidos espacios naturales donde disfrutar de la Naturaleza en la interesante y para muchos desconocida sierra de Cogollos, donde abundan las encinas y quejigos.
Escudo heráldico:Escudo dividido en tres partes: toda la mitad inferior está ocupada por el emblemático Peñón de la Mata, donde tuvieron lugar numerosos y sangrientos enfrentamientos durante la guerra civil, el peñón aparece flanqueado por dos granadas, bando republicano y bando nacional con fondo negro de luto y bajo el fondo negro una cruz de gules. El tercio superior izquierdo lo ocupa un árbol de sinople en su color natural, pero con fondo rojo sangre. Y el segundo tercio superior derecho una torre en sus colores naturales con fondo verde esperanza. Todo ello bajo la corona del Reino de España.
Pasajes de la Historia: Existen yacimientos arqueológicos del periodo Neolítico, cuya excavación ha sacado a la luz diversos objetos que serán expuestos en un museo de próxima instalación en los Baños andalusíes de la localidad.Posteriormente fue habitada posteriormente por romanos, visigodos y árabes. Algunos historiadores opinan que el nombre de Cogollos hace referencia a cucullus que significa "situación sobre una colina" en latín y se arabizó bajo el nombre de Ququl(u)lus.
Esta localidad era la antigua alquería de Qulqullus, adscrita al distrito de la Vega junto a otras poblaciones que rodean la ciudad de Granada (Alhendín, Alfacar, Víznar…). En su término se encuentran los restos de antiguas alquerías como la de la Taucha, Lomilla de Vítar, Alcudia y el pago de las Taulas.
Su proximidad a la capital granadina ha marcado siempre su historia compartiendo con ella los sucesos de la Reconquista. De hecho Cogollos Vega forma parte de la ruta del Califato, dentro de la red de rutas del Legado Andalusí. La ruta progresa por la falda de sierra Harana, que en estos pagos toma el título de sierra de Cogollos, pueblo que recorta su perfil blanco bajo un picacho, con aspecto de pueblo alpujarreño. Su carácter serrano se afianza al recorrer sus calles. A la entrada del casco se distingue, decorando el paisaje, un molino de tres rulos que recuerda la importancia del aceite en la agricultura de la comarca.
Tras la expulsión de los moriscos en 1572, quedó desierta. Ocho años más tarde ya contaba con 80 vecinos, repobladores llegados en su mayoría de la villa jiennense de Huelma y algunos de Castilla, a quienes les son entregada tierras por merced real como pago por sus servicios a la Corona. En 1752, ya contaba con 259 vecinos.
Durante la Guerra Civil: Se establece en la sierra de Cogollos uno de los frentes mas sangrientos de la provincia de Granada. Concretamente en el Peñón de la Mata, se situó el frente mas activo, que supuso la muerte de numerosos combatientes de ambos bandos. Aún se conservan varias líneas de trincheras y nidos de ametralladora, que podemos encontrar al superar el primer corredor de ascensión camino de su cumbre. En la parte superior nos encontramos con un bunker donde aún permanece la inscripción en piedra del “311 Batallón de la 78 Brigada Mixta”.
Y es que el frente de Cogollos Vega, favorecido ésta por la situación geoestratégica del peñón de la Mata, fue uno de los Nidos de Águilas y posición mas inexpugnable del Frente Republicano, que con uñas y dientes ofrecieron una épica resistencia en la sierra de Cogollos. Mientras que el frente de Los Nacionales se dedicaba a hacer incursiones desde el sur, teniendo su centro de operaciones en la sierra de La Yedra, perteneciente a los términos municipales de Nívar y Alfacar.
La Sierra de Cogollos es un pequeño conjunto montañoso situado en el municipio de Cogollos Vega. A pesar de sus pequeñas dimensiones y estar rodeada de otras Sierras, su singularidad entre las sierras que la rodean es importante debido a su composición geológica y a su situación estratégica. Su montaña mas representativa es el Peñón de la Mata (1669 msnm) situado encima del núcleo de población de Cogollos Vega, y lugar muy emblemático de este municipio, hasta el punto que su silueta aparece en su escudo heráldico. No obstante su cumbre más elevada es el Peñón de Majalijar (1.878 msnm) en el extremo noreste de la Sierra de Cogollos que delimita el perímetro oeste y noroeste del parque natural Sierra de Huétor.
La Sierra de Cogollos limita al oeste con la Vega de Granada, Al norte y este limita con Sierra Arana de la que está separada por el Valle del río Blanco. Al sur limita con la Sierra de la Yedra de la que está separada por el estrecho valle del Rio Bermejo.Los materiales predominantes en la misma son los materiales propios de la denominada Dorsal Bética, muy marginal dentro de las Zonas Internas (presenta muy pocos afloramientos) de las Cordilleras Béticas. Estos materiales hacen que su constitución sea muy diferente al sistema montañoso de las sierras que la rodean como la Sierra de la Yedra (donde aflora el complejo malaguide) ó Sierra Arana (unidad subbética). Son materiales sendimentarios, predominantemente calizas, con variedades de transición de estas hasta margas, también aparecen dolomías y luititas, formados en el triásico, jurásico, cretácico y también incluido en el terciario.
Sobre El Peñón de La Mata (1670 msnm): Tan cerca, tan aislado, tan salvaje, aparentemente inexpugnable, así es el Peñón de la Mata, junto con el Trevenque, una de las ascensiones mas alpinas que se pueden realizar cerca de Granada capital. Aunque a priori pueda resultar una ascensión muy difícil, conforme nos vamos acercando a su cumbre, descubriremos que tiene su truco y que es posible realizarla sin demasiada complicación. Esta es una de las excursiones de senderistas que nos pueden dar mayores satisfacciones en relación distancia-desnivel-sensaciones de altitud de toda la provincia.
Durante los primeros años de la Guerra Civil la sierra de Cogollos Vega fue escenario. De encarnizados enfrentamientos entre el bando de los nacionales, apostados al sur, en la sierra de La Yedra (Nívar-Viznar) y el bando republicano apostado al norte. Con su inexpugnable nido de águilas situado nada menos que en la cumbre del Peñón de la Mata, defendido con uñas y dientes.
Dada la importancia de su situación geoestratégica en la zona. Como testimonio de estos hechos han quedado repartidas por la sierra, un buen número de trincheras y el bunker que aún podemos ver muy cerca de su cumbre. Todos ellos considerados patrimonio histórico.
Por otra parte en una de las simas que se encuentran en el Peñón de La Mata se han hallado restos arqueológicos de asentamientos neolíticos.
Cómo llegar a Cogollos Vega y continuación hasta el inicio de ruta: Existen dos vías de acceso a Cogollos Vega que al final confluyen en la misma puesto que el pueblo solo tiene una entrada. La mas liosa que parte de Granada capital de la Plaza Elvira, pasa junto al estadio de Los Cármenes y continúa por la zona norte de Granada capital, pasando por varios cruces y rotondas donde es muy fácil despistarse y hacerse un lío.
La mas fácil que es la que nosotros escogimos consiste en tomar como referencia la A-92, dirección Guadix, Almería, Murcia y tal y como estamos dejando Granada capital a nuestra derecha, estaremos atentos a la salida 245, tomando la salida que nos indica a Cogollos Vega, localidad a la que llegaremos después de pasar por Guevéjar, poco después de dejar atrás Guévejar, podremos disfrutar a nuestra izquierda, hacia el norte, la bellísima estampa de postal (merece la pena parar el coche donde mejor se pueda) con Cogollos Vega y el peñón de la Mata por encima. Inmediatamente después dejamos a nuestra derecha el desvío hacia Nívar y Alfacar, continuando nosotros en todo momento por la GR.NE-55 hacia Cogollos.
Una vez en Cogollos Vega, continuamos por la travesía principal del pueblo a través de la carretera GR.NE-55 y poco después de dejar atrás las últimas casas, sale a nuestra derecha el inicio de una pista asfaltada, en ligera ascensión, que identificaremos por unas vallas, que además está señalizada como “camino de Las Acequias”;
por lo que no hay pérdida posible, a unos 2 km pasaremos junto a la Fuente de la Víbora con doble caño de agua fresca y cristalina, la pista va dejando a ambos lados fincas y huertas con numerosas albercas y acequias que le dan su nombre a este camino que discurre en paralelo y a cierta distancia del pie de monte de la vertiente occidental del Peñón de la Mata, que irá quedando en todo momento a nuestra derecha, hasta incluso rebasarlo, situándonos ya al norte de su posición y a unos 4 km del inicio de esta pista, nos encontraremos con un pequeño llanito a la izquierda ideal para dejar los vehículos.
Tipo de ruta: Circular en sentido inverso a las agujas del reloj.
Dificultad: Media/Alta, la ascensión al collado previo a la zona de cumbre del peñón del Jorobado se cobra gran parte del “bonus” de energía de cada participante, que se va a dejar notar en los posteriores sube y baja camino del “Asasanta y Majalijar” donde cualquier pendiente se hace cada vez mas dura de afrontar por el esfuerzo acumulado, aunque sin duda merece la pena.
Distancia aproximada del recorrido: 18 km
Desnivel acumulado de subida: 1.250 m
Tipo de terreno: Sendero angosto, terrizo y empedrado (35%), campo través con zona de canchal (25%), retorno desde el collado de Las Buitreras hasta el inicio de ruta sendero ancho, que se va transformando paulatinamente en pista terriza (40%), ¡ojo! fácilmente embarrable a poco que llueva en los días previos, con varios vadeos de arroyos que harán casi imposible no entrar en contacto con el agua (resulta muy recomendable dejar calzado extra en el maletero para no poner el suelo del coche perdido de barro).
Puntos de agua para abastecernos: varias fuentes en el camino de vuelta o la misma fuente de La Víbora en nuestra aproximación hacia el inicio de ruta, en el camino de Las Acequias.
Duración aproximada: 7-8 horas
Participantes: Desde Huelva: Teresa “La Doctora Queen”. Desde Ronda: Rafa Flores “El Mago Gandalf de la Serranía”. Desde Campillos: Macarena, desde Puente Genil (Córdoba): Héctor “El caimán” y Mª Luisa “El Duendecillo de Sierra Horconera”. Desde Granada: el mítico Manolo “Supersónico”. Y desde distintos puntos de La Costa del Sol: Ilse “La Gacela de la Selva Negra”, Pepe Guerrero “El maestro Geobotánico”, Eduardo “El Profe”, Patri “La Chica que miraba a las Estrellas” y un servidor: Juan Ignacio Amador.
Fecha de realización y meteorología: sábado 6 de abril de 2013, nubes y claros con viento norte de unos 20 km/h en algunos momentos. Temperaturas que no superaron los 10ºC en toda la jornada, por la zona alta de la sierra, aunque temperatura muy agradable para caminar. Al llegar nos encontramos una fina capa de nieve cubriendo el cordal del cerro Gorgo y el peñón del Jorobado que se fué derritiendo a lo largo de la mañana. Las lluvias caídas en los dos días previos, sumadas a las abundantes lluvias de este invierno, se dejaron notar con algunas zonas muy embarradas, principalmente el primer tramo de acceso desde el camino de Las Acequias hasta la zona de cumbre del peñón de la Mata y prácticamente todo el camino de regreso, una vez que descendimos desde el Majalijar hasta el collado de Las Buitreras, por lo que sería la prolongación del camino de las Acequias, por donde regresamos hasta los coches completando el trazado circular.
A tener en cuenta:
1º) Para subir al peñón de La Mata son varias las versiones que podemos escoger tomando como punto de partida el mismo pueblo de Cogollos Vega, otras zonas del interior del parque como la Alfaguara. Las inmediaciones del cerro Nevado, al que accedemos por el camino que entra en el parque desde Cogollos, en paralelo a la cuenca del río Bermejo. O la versión mas corta, que es la que nosotros escogimos, porque después ampliamos la ruta haciendo dos cumbres mas, con inicio y final en el ensanche de pista anteriormente descrito en el km. 4 del camino de Las Acequias.
2º) El camino de regreso desde el collado de Las Buitreras hasta el final (inicio de ruta), se embarra muy fácilmente si ha llovido en los días previos y nos obliga a vadear en varias ocasiones el río Blanco y varios arroyos de su cabecera, que en ocasiones inundan literalmente el camino, además a la mitad del regreso tenemos que atravesar por la Finca privada del Moralejo, debiendo cerrar a nuestro paso tres verjas, normalmente las dos primeras suelen tener un sencillo cerrojo que abrimos sin dificultad, no así la última que suele estar cerrada, pero que salvamos por una angarilla que existe a su derecha.
¡Ojo con dos perros grandes un mastín canela con un cachorro grandecito y un pitbull negro, que en nuestro se mostraron amistosos a pesar de que íbamos con Chuckie con el que estuvieron jugueteando. También nos encontramos con el encargado de la finca que nos advirtió de que se trata de un camino privado hasta el cortijo de Los Asperones a donde llegamos poco después, si bien este se encuentra en estado de semi abandono, discretamente custodiado por dos pequeños perrillos pulgosos.
Sobre la Guerrilla en
Granada y Málaga:
Track de referencia
(hasta el peñón del Jorobado):
Breve
descripción del itinerario Peñón de la Mata (1.669 m)-Peñón del Jorobado (1.742 m)-Altos de Majalijar (1.878 m) :
Una
vez situados en el llanito que nos encontramos aproximadamente en el km 4,
anteriormente explicado en el apartado como llegar a Cogollos Vega y
continuación hasta el inicio de ruta. Caminamos unos 80 m mas por el camino de
las Acequias dirección noreste y tomamos a la derecha (SUR), adentrándonos por
un ramal de pista, cuya entrada está cortada con una cadena que impide el paso
a vehículos.
No obstante, éste ramal muere unos 200 m después estando atentos a un senderillo que teóricamente sale a la izquierda ESTE y poco a poco va virando hacia el sureste, hacia el collado de San Angustín. Pero como nosotros, no lo vimos, nos adentramos en el olivar, dirigiendo nuestros pasos hacia el cercano cortijo de Los Hoyos, pasando junto a una chopera que nos sirve de referencia y después dejando las pequeñas casitas a la derecha, mientras esquivábamos grandes charcos en el prado donde se encuentran.
Desde donde continuamos ascendiendo, dirección suroeste hacia la base del Peñón de La Mata, dejando el collado de San Agustín a nuestra izquierda, remontando la ladera con abundantes majuelos y otros matorrales de espino, que fuimos esquivando como mejor podíamos al mismo tiempo que las botas se iban haciendo mas pesadas con el barro.
No obstante, éste ramal muere unos 200 m después estando atentos a un senderillo que teóricamente sale a la izquierda ESTE y poco a poco va virando hacia el sureste, hacia el collado de San Angustín. Pero como nosotros, no lo vimos, nos adentramos en el olivar, dirigiendo nuestros pasos hacia el cercano cortijo de Los Hoyos, pasando junto a una chopera que nos sirve de referencia y después dejando las pequeñas casitas a la derecha, mientras esquivábamos grandes charcos en el prado donde se encuentran.
Desde donde continuamos ascendiendo, dirección suroeste hacia la base del Peñón de La Mata, dejando el collado de San Agustín a nuestra izquierda, remontando la ladera con abundantes majuelos y otros matorrales de espino, que fuimos esquivando como mejor podíamos al mismo tiempo que las botas se iban haciendo mas pesadas con el barro.
Cruzándonos
en nuestra trayectoria con tenues senderos de ganado que faldean la ladera,
como si estuviesen trazando distintas curvas de desnivel, hasta alcanzar la mas
alta que ya se encontraba relativamente cerca de los tajos que forman la cumbre
del Peñón de la Mata, que podríamos haber ascendido de forma directa por la
chimenea o veredón que existe en su extremo ESTE, tal y como hicieron Rafa
Flores y Manolo Supersónico, o bien rodear por la izquierda, vertiente este,
sureste, hasta alcanzar la chimenea principal y tradicional de subida, a la que
llegaríamos mas tarde, pero rodeando la cumbre del Peñón de la Mata, al
completo, de tal manera que los tajos siempre iban quedando a nuestra izquierda,
recreándonos con alguna que otra yedra de tamaño monumental.
Al llegar al collado que se encuentra en su extremo suroeste, nos estuvimos deleitando unos instantes con un grupo de cabras montesas escoltado por dos machos de hermosa cornamenta, que nos miraban con cierta curiosidad y que nos estuvieron acompañando unos instantes recortando con su silueta la parte alta de la crestería, mientras que a la derecha comenzábamos a disfrutar de preciosas vistas sobre Sierra Nevada con el mano verde de la abundante vegetación de la Sierra de Huétor a nuestros pies.
Al llegar al collado que se encuentra en su extremo suroeste, nos estuvimos deleitando unos instantes con un grupo de cabras montesas escoltado por dos machos de hermosa cornamenta, que nos miraban con cierta curiosidad y que nos estuvieron acompañando unos instantes recortando con su silueta la parte alta de la crestería, mientras que a la derecha comenzábamos a disfrutar de preciosas vistas sobre Sierra Nevada con el mano verde de la abundante vegetación de la Sierra de Huétor a nuestros pies.
Antes
de darnos cuenta ya estábamos en la entrada de la denominada chimenea, embudo,
colaero ó veredón principal, que no tiene mayor complicación que la pendiente a
superar, recreándonos con una yedra monumental que queda a nuestra izquierda
tal y como iniciamos la ascensión.
El final de este primer pasillo llegamos a un pequeño pradito que nadie podría imaginarse en una montaña que presenta tan cónica silueta como esta. Sin embargo, ahí está el pradito que si lo atravesamos recto nos lleva hacia el angosto y empinado embudo que nos orientaría de forma directa hacia el collado de San Agustín.
Sin embargo, tomamos el escalonado sendero que mimetizado con las rocas nos lleva en un cómodo zig-zag hasta un segundo llanito, que podríamos calificar de ante cumbre, donde nos encontramos con una trinchera, dejando a nuestra derecha, la entrada de un bunquer, camuflado en la roca, que pasa fácilmente desapercibido, ya que se ve mas fácilmente a la vuelta, encontrándonos ya en la zona de cumbre, tampoco faltan muestras de la infinita estupidez de dejar nombres y fechas pintadas que no nos dicen absolutamente nada a nadie. Y por supuesto, no me refiero a los soldados que estuvieron defendiendo esa posición en la Guerra Civil, sino a gente mas reciente, que no se han resistido a la tentación de profanar algunas rocas con sus nombres y paranoias varias.
El final de este primer pasillo llegamos a un pequeño pradito que nadie podría imaginarse en una montaña que presenta tan cónica silueta como esta. Sin embargo, ahí está el pradito que si lo atravesamos recto nos lleva hacia el angosto y empinado embudo que nos orientaría de forma directa hacia el collado de San Agustín.
Sin embargo, tomamos el escalonado sendero que mimetizado con las rocas nos lleva en un cómodo zig-zag hasta un segundo llanito, que podríamos calificar de ante cumbre, donde nos encontramos con una trinchera, dejando a nuestra derecha, la entrada de un bunquer, camuflado en la roca, que pasa fácilmente desapercibido, ya que se ve mas fácilmente a la vuelta, encontrándonos ya en la zona de cumbre, tampoco faltan muestras de la infinita estupidez de dejar nombres y fechas pintadas que no nos dicen absolutamente nada a nadie. Y por supuesto, no me refiero a los soldados que estuvieron defendiendo esa posición en la Guerra Civil, sino a gente mas reciente, que no se han resistido a la tentación de profanar algunas rocas con sus nombres y paranoias varias.
Para
llegar a la parte mas alta, absolutamente huérfana de vértice geodésico (1.669
m), tan sólo debemos avanzar unos 80 m dirección oeste;
desde este último llanito, atravesando una zona de grandes bloques rocosos, que no presenta ningún paso de vértigo comprometido, contra lo que pudiera parecer desde la distancia, ya que en todo momento caminamos entre bloques que nos mantienen alejados del filo de los tajos.
Lo que si nos encontramos repartido entre los numerosos vericuetos de los bloques es una gran cantidad de belenes, tradición muy arraigada entre los montañeros granadinos, que en el caso del peñón de la Mata, casi alcanza la categoría de concurso.
desde este último llanito, atravesando una zona de grandes bloques rocosos, que no presenta ningún paso de vértigo comprometido, contra lo que pudiera parecer desde la distancia, ya que en todo momento caminamos entre bloques que nos mantienen alejados del filo de los tajos.
Lo que si nos encontramos repartido entre los numerosos vericuetos de los bloques es una gran cantidad de belenes, tradición muy arraigada entre los montañeros granadinos, que en el caso del peñón de la Mata, casi alcanza la categoría de concurso.
El momento
cumbre bien merece de una parada técnica (si las inclemencias meteorológicas no
lo impiden) como fue nuestro caso, disfrutando de una privilegiada panorámica
del entorno.
Al este el Parque natural de la Sierra de Huétor a nuestros pies con Sierra Nevada al Sureste, sin a penas poderla retratar debido ya que el sol se encontraba justo de frente;
Al sur: la parte occidental de la localidad de Cogollos relativamente cercana, así como el extremo también occidental de Granada capital al Sur, junto con su Vega, regada en parte por el embalse de Cubillas que es uno de nuestros principales referentes visuales al suroeste casi toda la jornada.
Al norte el pico Arana (1.975 m) y Telégrafo de Orduña, y al noreste, nuestros siguientes objetivos el Peñón del Jorobado (1.742 m), con su curiosa cumbre inclinada hacia el oeste, el Haza Santa (1.832 m) y Majalijar (1.878 m), unidas entre sí por la Cuerda de la Gallega, por donde completaríamos nuestro discurrir por la parte alta de la sierra.
Al este el Parque natural de la Sierra de Huétor a nuestros pies con Sierra Nevada al Sureste, sin a penas poderla retratar debido ya que el sol se encontraba justo de frente;
Al sur: la parte occidental de la localidad de Cogollos relativamente cercana, así como el extremo también occidental de Granada capital al Sur, junto con su Vega, regada en parte por el embalse de Cubillas que es uno de nuestros principales referentes visuales al suroeste casi toda la jornada.
Al norte el pico Arana (1.975 m) y Telégrafo de Orduña, y al noreste, nuestros siguientes objetivos el Peñón del Jorobado (1.742 m), con su curiosa cumbre inclinada hacia el oeste, el Haza Santa (1.832 m) y Majalijar (1.878 m), unidas entre sí por la Cuerda de la Gallega, por donde completaríamos nuestro discurrir por la parte alta de la sierra.
El
descenso lo realizamos sobre nuestros pasos recreándonos en esta ocasión con el
mencionado búnquer que nos pasó desapercibido a la ida.
Al llegar al primer llanito, cercano a la parte alta del veredón principal Rafa y pepe Guerrero, tiraron rectos por la chimenea secundaria, bastante mas angosta y empinada que lleva de forma directa hacia el collado de San Agustín, tal y como suelen hacer la mayoría de excursionistas que deciden continuar hacia el peñón del Jorobado, para ganar tiempo.
No obstante, tal y como teníamos previsto, el reto del grupo nos decantamos por descender por la chimenea principal por la que habíamos ascendido y al llegar abajo, giramos unos 120 º a nuestra izquierda, para comenzar a faldear la escarpada ladera, manteniéndonos en paralelo a la base de los tajos y aunque los escarpes hacen difícil el faldeo, unas veces perdiendo altura, otras veces ganándola, siempre hay restos de senderos de cabra que nos ayudan a seguir completando el rodeo a este precioso peñón que nos muetra sus tajos mas agrestes justo en esta cara sureste
(trazado en color verde sobre el mapa anterior), hasta completar el rodeo y volver a descender de forma directa por la dócil loma que nos devuelve al collado de San Agustín, donde nos reanudamos todos.
Al llegar al primer llanito, cercano a la parte alta del veredón principal Rafa y pepe Guerrero, tiraron rectos por la chimenea secundaria, bastante mas angosta y empinada que lleva de forma directa hacia el collado de San Agustín, tal y como suelen hacer la mayoría de excursionistas que deciden continuar hacia el peñón del Jorobado, para ganar tiempo.
No obstante, tal y como teníamos previsto, el reto del grupo nos decantamos por descender por la chimenea principal por la que habíamos ascendido y al llegar abajo, giramos unos 120 º a nuestra izquierda, para comenzar a faldear la escarpada ladera, manteniéndonos en paralelo a la base de los tajos y aunque los escarpes hacen difícil el faldeo, unas veces perdiendo altura, otras veces ganándola, siempre hay restos de senderos de cabra que nos ayudan a seguir completando el rodeo a este precioso peñón que nos muetra sus tajos mas agrestes justo en esta cara sureste
(trazado en color verde sobre el mapa anterior), hasta completar el rodeo y volver a descender de forma directa por la dócil loma que nos devuelve al collado de San Agustín, donde nos reanudamos todos.
A
partir de aquí ascendemos suavemente en dirección noreste, que será nuestra
dirección predominante hasta el peñón del Jorobado, el sendero puede parecer
algo perdido al principio, pero tomaremos como principal referencia el
cordal de la loma que tenemos ante nosotros disfrutando de la sombre de jóvenes
encinas, al tiempo que el sendero se va haciendo cada vez mas evidente y nos vamos alejando del Peñón de La Mata que vamos dejando atrás.
No tardamos en encontrarnos con una pintura con dos flechas rojas pintadas en el suelo, una nos señala a la derecha (sureste), hacia el interior del parque y la otra de frente (noreste).
No tardamos en encontrarnos con una pintura con dos flechas rojas pintadas en el suelo, una nos señala a la derecha (sureste), hacia el interior del parque y la otra de frente (noreste).
Mientras
tanto la dirección noreste se mantiene tan constante, como el suave perfil
ondulante donde se alternan subidas, bajadas y llaneos que caracterizan la cuerda
de Las Horconas, donde no faltarán puestos de caza hechos a base de
montículos de piedra, así como placas de coto de caza, que se alternan con las
de parque natural, señales muy características en este itinerario. Mientras
tanto nos vamos recreando con la característica silueta del peñón del Jorobado,
cada vez mas cercano y a su derecha los espolones de la cuerda de la Gallega que
comienza con el Haza Santa al sur y finaliza con los Altos de Majalijar mas al
norte, que recorreríamos mas tarde.
Llega un momento, cuando nos vamos acercando a la base de una pedrera, que el sendero comienza a descender de forma suave pero prolongada hacia la misma para luego girar a la derecha, adentrándose en el interior del parque.
Llega un momento, cuando nos vamos acercando a la base de una pedrera, que el sendero comienza a descender de forma suave pero prolongada hacia la misma para luego girar a la derecha, adentrándose en el interior del parque.
Por
lo que llegados a este collado hay que elegir entre ascender al peñón del
Jorobado por su escarpada arista suroeste tal y como hizo un Manolo “Supersónico”
que sigue haciendo honor a su sobre nombre o bien, como hicimos el resto,
ascender directamente por la pedrera, se trata de un tramo sin sendero, en plan
sálvese quien pueda, donde en poco mas de 400 m de distancia, se salvan cerca
de 170 m de desnivel;
con la referencia puesta en alcanzar el collado que se encuentra arriba de la pedrera, hasta que por fin se llega a la parte alta donde la roca es mas compacta y no damos un paso para adelante y dos para atrás. Sin duda alguna, el tramo mas duro de toda la ruta.
Llegado a este último collado, tenemos el Haza Santa a nuestra derecha y un poco mas cercano a nuestra izquierda, la cumbre del peñón del Jorobado, al que llegamos sin mayor dificultad que el reciente desgaste de la ascensión por la pedrera, pero ahora por un terreno rocoso mucho mas compacto y de suave perfil, convirtiendo un paseo éste último tramo a esta preciosa cumbre, que si bien no es tan conocida como otras de la zona, compite en belleza con cualquiera de ellas.
con la referencia puesta en alcanzar el collado que se encuentra arriba de la pedrera, hasta que por fin se llega a la parte alta donde la roca es mas compacta y no damos un paso para adelante y dos para atrás. Sin duda alguna, el tramo mas duro de toda la ruta.
Llegado a este último collado, tenemos el Haza Santa a nuestra derecha y un poco mas cercano a nuestra izquierda, la cumbre del peñón del Jorobado, al que llegamos sin mayor dificultad que el reciente desgaste de la ascensión por la pedrera, pero ahora por un terreno rocoso mucho mas compacto y de suave perfil, convirtiendo un paseo éste último tramo a esta preciosa cumbre, que si bien no es tan conocida como otras de la zona, compite en belleza con cualquiera de ellas.
En
su cumbre nos encontramos con una amable pareja de alpinistas granadinos,
profesores de la Universidad, con varios seismiles y sietemiles a sus espaldas,
que entre otras cosas nos estuvieron informando de el mejor camino a seguir
para llegar hasta el Majalijar a través de la Cuerda de la Gallega, dándonos
también a conocer el nombre del Haza Santa, que es la cumbre donde se inicia la
Cuerda o crestería de La Gallega, que ya teníamos a tiro de piedra en dirección
este, hacia donde nos dirigiríamos a continuación, pero antes un merecido almuerzo
montañero.
Disfrutando de la agradable temperatura, sin nada de viento, en aquellos momentos, bajo el agradable sol del mediodía.
Disfrutando de una panorámica privilegiada hacia el sur con la cónica silueta del peñón de la Mata y la cuerda de Las Horconas por donde habíamos llegado.
Y al oeste todo el cordal que va de las desnudas cumbres del cerro Gordo y cerro del Espino hacia el telégrafo de Orduña con un amplio tramo de lo que sería el camino de regreso a nuestros pies. Con el cortijo de Los Asperones a la izquierda y el del Moralejo a la derecha.
Disfrutando de la agradable temperatura, sin nada de viento, en aquellos momentos, bajo el agradable sol del mediodía.
Disfrutando de una panorámica privilegiada hacia el sur con la cónica silueta del peñón de la Mata y la cuerda de Las Horconas por donde habíamos llegado.
Y al oeste todo el cordal que va de las desnudas cumbres del cerro Gordo y cerro del Espino hacia el telégrafo de Orduña con un amplio tramo de lo que sería el camino de regreso a nuestros pies. Con el cortijo de Los Asperones a la izquierda y el del Moralejo a la derecha.
Una
vez finalizado el almuerzo regresamos sobre nuestros pasos al collado, desde
donde si deseamos iniciar el descenso hacia el inicio de ruta, debemos tomar a
la izquierda, dirección norte, aprovechando trochas de ganado. Las trochas
discurren por la umbría del Peñón del Jorobajo, encontrándonos con tramos
farragosos e incómodos por la abundancia de majuelos, aulagas y zarzas. Hay que
ir negociando por donde ir, siendo casi imposible no pincharse en alguna
ocasión. Una vez superada esta franja de espinos, llegamos a un terreno más
cómodo, ya por sendero, que luego se hace carril
Ésta
es una opción (pintada en naranja sobre el mapa principal) a tener en cuenta
para quienes den por buena la ruta habiendo coronado ya el peñón de la Mata y
peñón del Jorobado, que ya de por sí es un itinerario precioso. Sin embargo, en
nuestro caso, dado lo poco que todavía conocemos este parque y aprovechando el
buen ritmo del grupo y con el reciente cambio de horario de verano, decidimos
aprovechar, prolongando nuestros pasos en dirección este, en suave ascensión
hacia el Haza Santa, extremo sur de la Cuerda de la Gallega;
sobre la que caminaríamos en dirección noreste, atravesando un espectacular lapiaz, que se hace especialmente afilado en un tramo de unos 300 m de largo, donde dejamos a nuestra derecha una dolina, al tiempo que debemos ir pensando a cada paso, donde colocar el pie sin meterlo en ninguna grieta, en plan “Super Mario Bross”.
Una vez que dejamos atrás este corto, pero agreste tramo, el perfil del cordal montañoso, se redondea, volviendo a afrontar una sucesión de subidas y bajadas en plan montaña rusa, hasta que llegamos a los dos espolones que conforman los denominados Altos de Majalijar, siendo el de mayor altura el que se encuentra al oeste (1.887 m);
es decir, izquierda tal y como nos vamos acercando al mismo, coronado por una placa de corto de caza, un tanto escarpado y expuesto con una trepada algo expuesta que dejamos para otra ocasión. Centrándonos en el espolón rocoso de la derecha (este), que es el que alberga el vértice geodésico situado a 1.878 msnm, siendo la mayor altitud alcanzada aquella jornada y donde comenzó a arreciar un frío viento norte que nos obligó a echar manos de guantes y abrigo hasta un buen rato después. Permaneciendo en la cumbre el tiempo justo para hacernos la foto de grupo.
sobre la que caminaríamos en dirección noreste, atravesando un espectacular lapiaz, que se hace especialmente afilado en un tramo de unos 300 m de largo, donde dejamos a nuestra derecha una dolina, al tiempo que debemos ir pensando a cada paso, donde colocar el pie sin meterlo en ninguna grieta, en plan “Super Mario Bross”.
Una vez que dejamos atrás este corto, pero agreste tramo, el perfil del cordal montañoso, se redondea, volviendo a afrontar una sucesión de subidas y bajadas en plan montaña rusa, hasta que llegamos a los dos espolones que conforman los denominados Altos de Majalijar, siendo el de mayor altura el que se encuentra al oeste (1.887 m);
es decir, izquierda tal y como nos vamos acercando al mismo, coronado por una placa de corto de caza, un tanto escarpado y expuesto con una trepada algo expuesta que dejamos para otra ocasión. Centrándonos en el espolón rocoso de la derecha (este), que es el que alberga el vértice geodésico situado a 1.878 msnm, siendo la mayor altitud alcanzada aquella jornada y donde comenzó a arreciar un frío viento norte que nos obligó a echar manos de guantes y abrigo hasta un buen rato después. Permaneciendo en la cumbre el tiempo justo para hacernos la foto de grupo.
3ª parte:
Descenso de Los Altos de Majalijar al collado de Las Buitreras y retorno hasta
el inicio de ruta:
El
descenso de la muela rocosa donde se encuentra el vértice geodésico, lo realizamos
sobre nuestros pasos hasta situarnos en el llanete existente entre sus dos
cumbres, desde donde descendimos con relativa comodidad a través de una loma
por la que podemos zigzaguear a nuestro antojo;
hasta alcanzar el prado donde se encuentra el collado de Las Buitreras, donde ya enlazamos con lo que sería la prolongación del camino de Las Acequias, aunque por esta zona, no es mas que un amplio sendero, que tomaremos a la izquierda dirección oeste.
hasta alcanzar el prado donde se encuentra el collado de Las Buitreras, donde ya enlazamos con lo que sería la prolongación del camino de Las Acequias, aunque por esta zona, no es mas que un amplio sendero, que tomaremos a la izquierda dirección oeste.
Si
bien se trata de un camino de cómodo perfil descendente, no carente de belleza paisajística, gracias al entorno montañoso que nos acompaña de principio a fin, las abundantes lluvias
caídas en los dos días previos, sumadas a todas la de este lluvioso invierno,
transformaron el camino en un auténtico barrizal en algunos tramos, donde era
muy difícil escapar del contacto con el agua, porque a poco que abandonabas el
camino, los prados colindantes estaban empapados de agua, de ahí la abundancia
de fuentes, manantiales y pequeños tributarios del río Blanco, que pronto se
cruzará en nuestro camino, debiendo vadearlo en un par de ocasiones, que hay
que sumar a otros tributarios que nos acompañan desde el collado de Las
Buitreras, y que añadieron un inesperado toque de aventura en plan CAMEL TROPIC,
a un camino de regreso que visto desde arriba parecía tan dócil como tranquilo.
Éste
sendero que poco a poco se va transformando en carril, es en realidad la
prolongación del camino de Las Acequias, por el que regresamos de forma directa
a los coches,
con el único inconveniente de tener que pasar por una finca privada, se trata del cortijo del Moralejo, al que llegamos después de atravesar dos verjas de hierro que dejamos cerrada a nuestro paso, al llegar a la finca nos salieron un mastín canela y un pitbull negro afortunadamente muy dóciles, que incluso estuvieron olisqueando amistosamente a Chuckie. También nos salió al paso el encargado de la finca recordándonos que estábamos dentro de una finca privada, pero al que al dirigirnos con humildad y educación, se enrolló dejándonos continuar sin dificultad hacia la tercera verja del camino, que en cualquier caso estaba abierta y de no ser así, cuenta con una angarilla semi oculta a tener en cuenta.
con el único inconveniente de tener que pasar por una finca privada, se trata del cortijo del Moralejo, al que llegamos después de atravesar dos verjas de hierro que dejamos cerrada a nuestro paso, al llegar a la finca nos salieron un mastín canela y un pitbull negro afortunadamente muy dóciles, que incluso estuvieron olisqueando amistosamente a Chuckie. También nos salió al paso el encargado de la finca recordándonos que estábamos dentro de una finca privada, pero al que al dirigirnos con humildad y educación, se enrolló dejándonos continuar sin dificultad hacia la tercera verja del camino, que en cualquier caso estaba abierta y de no ser así, cuenta con una angarilla semi oculta a tener en cuenta.
Poco
después llegábamos al semi abandonado cortijo de Los Asperones custodiado por
dos pequeños perros pulgosos, en su día debió ser un importante cortijo, caído
en el olvido como el esqueleto del viejo árbol retorcido que aún se mantiene en
pie frente a su entrada, su cercana era, nos habla de los usos y costumbres de
otros tiempos no tan lejanos.
Y la abundancia de fuentes, pilones y pequeños regatos, justifican de sobras el nombre de camino de las Acequias por el que llegamos a los coches, recreándonos con la alpina silueta del peñón de la Mata y de vez en cuando, echando la vista atrás hacia el Peñón del Jorobado y la zona de crestería por donde discurrió el tramo final hasta los Altos de Majalijar, tomando conciencia de tan fantástica y entretenida ruta con perfil de montaña rusa, por la Sierra de Cogollos, que a fecha de hoy, salvo para la gente de Granada, sigue siendo una gran desconocida para los amantes de la montaña en Andalucía.
Y la abundancia de fuentes, pilones y pequeños regatos, justifican de sobras el nombre de camino de las Acequias por el que llegamos a los coches, recreándonos con la alpina silueta del peñón de la Mata y de vez en cuando, echando la vista atrás hacia el Peñón del Jorobado y la zona de crestería por donde discurrió el tramo final hasta los Altos de Majalijar, tomando conciencia de tan fantástica y entretenida ruta con perfil de montaña rusa, por la Sierra de Cogollos, que a fecha de hoy, salvo para la gente de Granada, sigue siendo una gran desconocida para los amantes de la montaña en Andalucía.
Memorias de un chaval de 18 años
en Cogollos Vega:
La primera vez que yo supe de la existencia de Cogollos Vega, fue en la primavera de 1987, cuando aún no había cumplido los 18 años y habiendo solicitado como destinos prioritarios: Mallorca, Benidorm y Salou, para trabajar aquel verano de 1987 como Monitor Deportivo en la agencia de Viajes Club Ovac, en la fiesta que la agencia celebraba para los monitores durante un fin de semana en la Costa del Sol donde anunciaban los destinos, con la misma expectación de quien espera conocer el emparejamiento en un Mundial, al escuchar Juan Ignacio Amador Tobaja, cruzo los dedos y el mundo se me cae a los pies cuando escucho “¡Instituto Emilio Muñoz, Cogollos Vega!”. Aquel sonido se me clavó como un puñal en los oídos, cuyo dolor aumentaba conforme crecía el volumen de laas risas de los monitores mas veteranos a mi alrededor a los que minutos mas tarde les iban concediendo mis destinos soñados. Y para colmo, de los dos meses que tenía previsto trabajar sólo me contrataban para el mes de agosto. ¡Menuda mierda!, pensé yo para mí, que me las prometía tan felices en Mallorca, Benidorm o Salou, destinos en los que años mas tardé trabajé en los que viví mil y una experiencias, pero ni por asomo llegaría al nivel de felicidad que alcancé, en el lugar que menos cabría esperar.
La primera vez que yo supe de la existencia de Cogollos Vega, fue en la primavera de 1987, cuando aún no había cumplido los 18 años y habiendo solicitado como destinos prioritarios: Mallorca, Benidorm y Salou, para trabajar aquel verano de 1987 como Monitor Deportivo en la agencia de Viajes Club Ovac, en la fiesta que la agencia celebraba para los monitores durante un fin de semana en la Costa del Sol donde anunciaban los destinos, con la misma expectación de quien espera conocer el emparejamiento en un Mundial, al escuchar Juan Ignacio Amador Tobaja, cruzo los dedos y el mundo se me cae a los pies cuando escucho “¡Instituto Emilio Muñoz, Cogollos Vega!”. Aquel sonido se me clavó como un puñal en los oídos, cuyo dolor aumentaba conforme crecía el volumen de laas risas de los monitores mas veteranos a mi alrededor a los que minutos mas tarde les iban concediendo mis destinos soñados. Y para colmo, de los dos meses que tenía previsto trabajar sólo me contrataban para el mes de agosto. ¡Menuda mierda!, pensé yo para mí, que me las prometía tan felices en Mallorca, Benidorm o Salou, destinos en los que años mas tardé trabajé en los que viví mil y una experiencias, pero ni por asomo llegaría al nivel de felicidad que alcancé, en el lugar que menos cabría esperar.
Para empezar, por aquel entonces, la localidad de Cogollos Vega, no venía
en la mayoría de los mapas de carretera que consulté previamente. De momento,
sólo sabía que el Instituto Emilio Muñoz, era un Instituto de Enseñanza media,
actual “IES Emilio Muñoz” residencia estudiantil de carácter interno, que por
aquel entonces, al quedar vacío en verano, durante el mes de agosto era
ofertado como “residencia vacacional” a la que yo era destinado como monitor
deportivo, interesante oferta para aprovechar la época en la que el Instituto
se quedaba sin estudiantes. Magnífica formula que funcionó estupendamente
durante la década de los 60, 70 y 80, pero que ya en los 90, pasó a mejor vida
salvo contadas excepciones en la actualidad.
El caso es que nada mas llegar a Cogollos Vega en la mañana del viernes
31 de julio de 1987, me quedo alucinado con la belleza de aquellas casas
ubicadas a los pies de un tajo, pueblo con un Ayuntamiento ubicado a nada menos
que 1.009 msnm, en medio de un paisaje precioso a caballo entre el parque natural
de la sierra de Huetor (sierra de Cogollos) al norte y al este y la Vega de
Granada al sur y al oeste. Yo creía que el Instituto Emilio Muñoz, estaba en el
mismo pueblo, pero no, había que seguir un par de kilómetros mas por una
carretera que venía a morir en el Instituto, donde además de una magnífica
piscina donde le di clases a mis primeros alumnos de natación, había unas otras
instalaciones deportivas como un campo
de fútbol y pista de tenis. Al pie de una impresionante montaña que me llamó
poderosamente la atención y que días mas tardé me informaron que se conocía
como “el peñón de la Mata” tan ensimismado me tenía que una de las actividades
que programé para los clientes fue una excursión para todo aquel que quisiera
apuntarse sin mas ayuda que una vieja cantimplora donde el agua se calentaba al
poco de empezar a caminar y sin mas guías que un par de indicaciones que me
había dado el conserje del Instituto. Allí que empezamos a andar a esto de las
8 de la mañana con una familia de Madrid y otra de Jaén, to tieso y pa´arriba,
hasta que superada ya la mitad de la subida en línea recta, nos encontramos con
unas alambradas que nos cortaban nuestra trayectoria de ascensión y ante la
falta de alternativas para dar un rodeo, ni atisbar el mas mínimo rastro de un
camino o sendero que nos llevara hacia arriba, se impuso el sentido común de
los adultos que me acompañaban en aquel primer intento y dando por buenas las
vistas de las que estábamos disfrutando, bajo aquel sol de principios de agosto
que ya comenzaba a calentar, decidimos regresar sobre nuestros pasos.
Sólo las numerosas actividades deportivas que cada día me tenía que
encargar de organizar, algunas excursiones a la Alhambra y Sierra Nevada. Y
sobre todo aquella bonita historia de mi primer amor con Elena de Cogollos Vega
consiguieron apartar de mi mente la sensación de frustración de no haber podido
conquistar aquella montaña, estando mucho mas ocupado en conquistar el corazón
de Elena. Pero sin olvidar la promesa de que, algún día, volvería para coronar
el peñón de La Mata.
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