Recorrido: Con forma de chupa-chups", largo
ramal lineal de inicio y final, si bien lo que lleva más tiempo es el tramo
circular consistente en la ascensión y descenso del Peñón de Líbar.
Longitud aprox: 11 kms
Desnivel aprox: 700 mts
Dificultad: Alta-Muy Alta por los tramos de
subida y bajada de trepadas y destrepes. (Abstenerse personas con vértigo o
sobre todo no acostumbradas a transitar por caos de rocas calizas con aristas
muy afiladas).
Duración aprox. Unas 7-8 horas debido a la dificultad en la
subida y la bajada que es lenta. Por lo que pueda pasar llevar frontales,
cuerdas, botiquín y la batería del móvil cargada por si hubiera que llamar al
112.
Aunque se puede hacer
en mucho menos si el grupo es muy reducido y progresan con gran desenvolturas,
sin apenas hacer pausas
Fecha y meteorología: Sábado 27 de Enero 2019, jornada muy soleada de cielo raso, sin
apenas viento, al mediodía almorzamos en un idílico prado (ya en tierra firme),
con temperatura casi primaveral.
18 Participantes: Nuestros guías Migue "El Yeti de
Borreguiles" e Inma "La Dama de la Nieve", Maria José Fernández
"La Alpinista", Carmen "La Bandolera del Burgo", Jorge
"El Titán", Pepi Rebollo "La Leona de la Maroma", Rocío
"La Montañera Estival", Marcos Parra "Málaga la bombonera",
José Manuel Vázquez "The Explorer", Rafa Lago "El Veterano de
los 101", Salvador Gómez "El Ornitólogo", José Ángel
"Correcaminos", Alicia "en el País de las Maravillas", Fran
"de la Jungla", Fali "El Retorno de Elvis", Paqui "La
Pacificadorea", Pepe Guerrero "El Maestro Geobotánico" y el que
suscribe.
http://www.rutasyfotos.com/2011/11/penon-de-libar.html
Track de referencia:
https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/cortes-de-la-frontera-penon-de-libar-32544356
BREVE DESCRIPCIÓN:
Junto al Instituto
de Bachillerato (I.E.S. Andrés Pérez Serrano) de Cortes de la Frontera, situado frente a la primera rotonda que
nos llegamos al llegar a dicha localidad si venimos desde Benaoján, parte el
denominado "Camino de Líbar" tal y como lo tomamos en sentido
ascendente, siendo este nuestro camino a seguir como referencia para nuestra
primera fase de aproximación a los pies del coloso calizo. Curiosamente este
mismo camino en sentido descendente es conocido como "Carril del
Valle". Como toda pista o carril transitado por senderistas y antaño
arrieros, se ha trazado un sendero que acorta bastante los largos zig-zags del
carril, a costa de incrementar la pendiente, pero este sendero que también ha
servido para trazar el PR-A252 Cortes-Montejaque (o viceversa), que al mismo
tiempo coincide con una de las rutas estrella del G.R. Serranía de Ronda, es
muy llevadero por tener un perfil relativamente escalonado y zigzagueante. A lo largo de este tramo de ascensión (que también coincidirá con el descenso, ya de regreso), nos cruzaremos hasta
tres veces con la pista, a veces hormigonada, a veces terriza,según los tramos mas dados a estropearse por las lluvias. En algunos tramos caminamos junto al carril, coincidiendo primeramente con el "Pilón de Cortes el Nuevo" (generalmente seco).Tras un segundo tramo de sendero, volvemos a salir a la pista a la altura del Pilón abrevadero de "Cortes El Viejo", denominación que hace
referencia al antiguo asentamiento musulmán que según parece se ubica en el
siguiente tramo de ascensión donde la senda se sirve de una antigua calzada
empedrada, que bien pudo tener su origen en la época de aquel antiguo asentamiento. Cabe destacar la importancia de este extraordinario pilón no sólo para los tritones y otros anfibios que lo habitan, sino para toda la fauna de la zona, incluyendo cabras montesas, corzos o venados.
Frente al Pilar de Cortes el Viejo, justo al otro lado de la pista, sale otro ramal de sendero que se sirve de una antigua calzada empedrada, por la que seguimos atrochando las prolongadas curvas del carril, mientras vamos ascendiendo entre retamas, matagallos, tomillos, hiervabuena o esparragueras con las que se iban entreteniendo algunas de nuestras compañeras. A nuestra espalda, además de Cortes y la barriada de la
Estación podemos distinguir la cordal montañosa que conforma la divisoria de
la Valles Genal-Guadiaro, con especial mención al Hacho de Gaucín y Sierra
Crestrellina (de Casares), despuntando por encima de este cordal.
A la altura del
Puerto de Líbar, nos encontramos con la bifurcación que nos señala a la siempre
interesante y recóndita Sierra de los Pinos a la izquierda y a la derecha el
Camino de los Llanos, que a lo largo de un corto trecho, seguirá siendo nuestro
camino a seguir. Aprovechando que como telón de fondo ya teníamos una privilegiada panorámica del desafiante Peñón de Líbar y el lugar se prestaba a pausa de reagrupamiento, aprovechamos para hacer una primera foto de grupo, no exenta de polémica, cuando un compañero tuvo a bien sacar la bandera de España, mientras que otro(s) compañero(s) tiene asociada dicha bandera a partidos de derecha, entendiendo que es redundante sacar la bandera de España (o de la Comunidad Autónoma que sea), cuando ya se sabe que estamos dentro del territorio español, entendiendo que lo mejor para evitar polémicas es únicamente la bandera del club que organiza la ruta o ninguna. O que quien quiera hacerse una foto con la bandera de España, de su equipo de fútbol o de lo que sea, lo haga, despues de haberse hecho la foto oficial de grupo, para que quien quiera salir con otra bandera se quede en el sitio o se aparte unos metros. Y es que , aunque estas polémicas con la bandera nacional, nose dan en ningún otro país del Mundo, hay que tener en cuenta que: SPAIN IS DIFFERENT !
Desde poco antes de llegar al Puerto de Líbar ya podemos ver el desafiante coloso calkizo del Peñón de Líbar, que incluso desde la distancia, ya se intuye salvaje con su afilado torcal allí arriba. Al llegar al Puerto de Líbar, debemos tomar el ramal de la derecha e inmediatamente después un sendero a la izquierda que en a penas cuatro minutos nos conduce hasta una cancela que dejaremos cerrada a nuestro paso. ¡Ojo!, no confundir con un camino que queda a la izquierda y que se dirige directamente al Hoyo de Cortes, una dolina que muy pronto veremos a nuestra izquierda y que suele quedar inundada en época de abundantes lluvias, si prestamos atención, podemos observar su sumidero, cercano a una roca solitaria.
Conforme seguimos avanzando por el sendero, siempre en dirección N, comenzamos a vislumbrar el gran tobogán o canal, por donde realizaremos la ascensión. Cuando lleguemos justo a la altura del gran tobogán que podemos ver a nuestra izquierda, estaremos muy atentos a un incipiente sendero de cabras, que nos acerca a
la entrada del “Tobogán o canal” al que llegaremos después de sortear el
accidentado y afildao lapiaz de la base, que no es más que un aperitivo de lo que nos
espera allí arriba.
En caso de no encontrar el senderillo de cabras, sirva como norma dirigirnos de la forma mas directa hacia la base del tobogán, aunque de vez en cuando nos veamos obligados a rodear algunos bloques de roca, en principio, muy agrestes y afilados, pero que irán siendo cada vez mas llevadero, conforme nos acerquemos al bosquete de encinas de la base.Y a partir de aquí ya no habrá mas obstáculos dignos de mención que la prolongada pendiente que tenemos que remontar.
Por increíble que parezca en este lugar tan inaccesible, al llegar al collado nos encontramos un murete de piedra que parece haber delimitado la entrada del pequeño llanito o mas bien, dolina a la que accedemos y donde realizamos una parada de reagrupamiento tras haber superado ya la gran canal o Chimenea de acceso por la vertiente Este del Peñón de Líbar.
Por increíble que parezca en este lugar tan inaccesible, al llegar al collado nos encontramos un murete de piedra que parece haber delimitado la entrada del pequeño llanito o mas bien, dolina a la que accedemos y donde realizamos una parada de reagrupamiento tras haber superado ya la gran canal o Chimenea de acceso por la vertiente Este del Peñón de Líbar.
Finalizada la pausa, procedimos a plegar bastones en el lateral de la mochila y olvidarnos de
ellos, ganando altura por la parte izquierda del Torcal, por lo general se trata de trepadas sencillas y pequeños saltos de un bloque a otro que resultaron una gozada para los mas intrépidos. Mientras que los menos intrépidos como un servidor, lo hacíamos a través de canaladuras abiertas entre los bloques, siguiendo desde arriba las instrucciones de los compañeros que me iban escoltando en los pocos pasos que tenían algo de complicación. Cierto es que jamás podré progresar tan rápido como mis compañeros de cabeza, pero fue un alivio comprobar una vez allí arriba, que teniendo cerca a uno o dos compañeros de confianza, yendo tranquilo y con un poco de paciencia, se llega rápidamente a la primera cumbre, cerca de la cual hay una pequeña encina, junto a la cual pasaremos, cuando enfilamos nuestros pasos hacia la segunda cumbre, casi de idéntica altura, distante a unos 100 m al Oeste, atravesando entre una y otra, un caos de bloques que ofrece tantas posibilidades como grande sea nuestra pericia, saltando de bloque en bloque, casi podemos ir por donde queramos, pero en mi caso, siempre siguiendo las indicaciones de los compañeros que me escoltaban progresé a través de los canales, marineando por encima de algún que otro bloque, hasta llegar a la segunda cumbre, cuyos metros finales, son muy agradecidos por tener forme de pirámide escalonada, rematada por un modesto montoncito de piedra que hace las veces del ausente vértice geodésico.
Desde la zona de cumbre paisaje es grandioso, frente a nosotros, en dirección O, N-O, tenemos: el Puntal de la Raya, la Salamadre y mas a la derecha en segundo plano aparece la Sierra del Endrinal donde distinguimos fácilmente el Caillo o Navazo de Villaluenga, el Reloj y Simancón. Mientras que a nuestra derecha (Norte), tenemos unas vistas privilegiadas sobre los Llanos de Líbar y las dos líneas de cumbre que lo flanquean, a la izquierda: la Sierra de Líbar propiamente dicha y Mojón Alto y a la derecha: Sierra Blanquilla (Martín Gil), la Sierra del Palo y mas allá, concretamente hasta el Pico Ventana (Sierra de Juan Diego).
Si alrededor nuestra en la distancia el paisaje es un auténtico espectáculo, a nuestro alrededor la zona de cumbre, da para una Tesis Doctoral de geología con todos los fenómenos imaginables que podemos encontrarnos en los paisajes kársticos, empezando por un enorme sumidero tan grande que parece la boca de un cráter de volcán. Nuestro querido amigo Don José Guerro "El Maestro geobotánico" nos comentaba desde la misma cumbre, mientras miraba a su alrededor: "Se trata del karst mas espectacular que haya visto y pateado. Parece recién aflorado de la Atlántida. Nuevo, acogedor, sorprendente a cada paso". Al día siguiente nos comentaba: "Te sabía a poco cuando salías de allí. MIras atrás y ya quisieras volver a empezar".
Para afrontar el descenso, debemos regresar sobre nuestros pasos como si regresáramos de nuevo a la primera cumbre. Pero a mitad de camino entre una y otra, comenzamos a desviarnos hacia la izquierda, concretamente hacia una pequeña zona de prado (dolina), que queda relativamente cerca y por debajo de la encina que mencionábamos al hablar de la primera cumbre. la verdad es que allí arriba, todo está muy cerca en línea recta, lo único que pasa es que el terreno es tan accidentado que hay que ir casi todo el tiempo con pies de plomos por la cantidad de grietas y aristas cortantes del gigantesco lapiaz caótico que nos rodea. Una vez en el mencionado pradito, que forma parte de lo que parece un cráter, ya podemos retomar nuestros bastones, siendo recomendables ponerlos largos, pues el descenso es tan largo como escalonado, pero prácticamente sin ningún destrepe reseñable (salvo que por despiste nos enrisquemos en alguna zona complicada, que no fue nuestro caso).
Para explicar de una forma mas gráfica el descenso, he decidio ampliar con zoom el mapa centrándome exclusivamente en el Ascenso, progresión por zona de cumbres con puntos rojos (trepadas y destrepes) y posterior descenso, que realizamos mas o menos en el sentido de las agujas del reloj, por su vertiente Noroeste, llegando a su base, ya en tierra firme, por la vertiente Norte y retornando hasta completar el trazado circular, cerca del pie de monte de su vertiente Nordeste y Este.
Mientras íbamos descendiendo a través de incipientes trazas de senderos de cabra o de forma intuitiva por los tramos (casi siempre escalonados y muy rocosos, intercalados con matorral bajo y mucha presencia de coscojas y pequeñas encinas), la achatada pirámide de la Salamadre era el telón de fondo y mientras la cabeza del grupo descendía a gran velocidad, en cola de grupo los mas lentos, íbamos tomando nota de la gran charla geológicas que nos iban dando a los allí presentes Don José Guerrero "el Maestro Geobotánico" y Manuel-Viriato Navero "El MInerólogo", quienes nos iban recordando que:
En primer lugar se observan microformas de disolución al aire libre (lapiaces en forma de aguja, estrechas entalladuras meandriformes, lapiaces con hoyitos y tacones dolomíticos), que están ligados esencialmente a precipitaciones importantes, del orden de los 2.500 mm/año, recogidas en las cumbres del Parque Natural de la Sierra de Grazalema (Sierras del Pinar, del Endrinal y de Líbar). Estos lapiaces son tan altos y afilados, que cuando caminábamos sobre ellos solíamos bromear, diciendo que si alguien se caía, quedaría cortado en rodajas.
Tal y como vamos acercándonos al final del descenso por la vertiente norte, podemos recrearnos mas de cerca con los plegamientos de falla de La Salamadre y nuevas perspectivas hacia Los Llanos de Líbar y las sierras de su entorno.
Aunque las distancias en esta ruta son relativamente corta en todo lo referente al descenso y descenso del Peñón de Líbar, nuestra progresión por la misma es laboriosa y es por ello que al llegar a su base, ya en tierra firme la sensación de alivio es grande al comenzar a caminar sin tener que estudiar cada paso que debemos dar para evitar una afilada arista, evitar una grieta, etc...
Y no digamos ya el pequeño pradito donde estuvimos almorzando al cálido sol invernal del mediodía, que nos pareció un pequeño paraiso, en medio de un precioso paisaje de dehesas entre agrestes cerros calizos.
Una vez finalizado el almuerzo, ya en dirección S, S-E, con el pie de monte del Peñón de Líbar siempre a nuestra derecha, llegamos en apenas, 10 minutos al idílico paraje del Cortijo de Edmundo, parcialmente reformado y activo, aunque no nos encontramos allí con nadie.
Desde el Cortijo de Edmundo, descendimos por una rampa habilitada para 4x4, que conecta con la Dolina u Hoyo de Edmundo donde pacían tranquilamente dos becerrillos con sus respectivas madres, con las que mantuvimos una distancia prudencial, atravesando dicha dolina sin problemas, al final de la cual nos encontramos con un abrevadero y un camino en rampa ascendente, que en pocos minutos nos llevó a enlazar con la Vereda de los Llanos de Líbar, aproximadamente a la misma altura, del lugar donde nos habíamos desviado por la mañana paradirigirnos hacia la base de la Chimenea. Por lo tanto, a partir de aquí, ya sólo nos restaba descender hasta Cortes, sobre nuestros pasos, lo cual nos llevó poco mas de hora y media, en plan tranquilo con algunas pausas para la fotografía.
Desde la zona de cumbre paisaje es grandioso, frente a nosotros, en dirección O, N-O, tenemos: el Puntal de la Raya, la Salamadre y mas a la derecha en segundo plano aparece la Sierra del Endrinal donde distinguimos fácilmente el Caillo o Navazo de Villaluenga, el Reloj y Simancón. Mientras que a nuestra derecha (Norte), tenemos unas vistas privilegiadas sobre los Llanos de Líbar y las dos líneas de cumbre que lo flanquean, a la izquierda: la Sierra de Líbar propiamente dicha y Mojón Alto y a la derecha: Sierra Blanquilla (Martín Gil), la Sierra del Palo y mas allá, concretamente hasta el Pico Ventana (Sierra de Juan Diego).
Si alrededor nuestra en la distancia el paisaje es un auténtico espectáculo, a nuestro alrededor la zona de cumbre, da para una Tesis Doctoral de geología con todos los fenómenos imaginables que podemos encontrarnos en los paisajes kársticos, empezando por un enorme sumidero tan grande que parece la boca de un cráter de volcán. Nuestro querido amigo Don José Guerro "El Maestro geobotánico" nos comentaba desde la misma cumbre, mientras miraba a su alrededor: "Se trata del karst mas espectacular que haya visto y pateado. Parece recién aflorado de la Atlántida. Nuevo, acogedor, sorprendente a cada paso". Al día siguiente nos comentaba: "Te sabía a poco cuando salías de allí. MIras atrás y ya quisieras volver a empezar".
Para afrontar el descenso, debemos regresar sobre nuestros pasos como si regresáramos de nuevo a la primera cumbre. Pero a mitad de camino entre una y otra, comenzamos a desviarnos hacia la izquierda, concretamente hacia una pequeña zona de prado (dolina), que queda relativamente cerca y por debajo de la encina que mencionábamos al hablar de la primera cumbre. la verdad es que allí arriba, todo está muy cerca en línea recta, lo único que pasa es que el terreno es tan accidentado que hay que ir casi todo el tiempo con pies de plomos por la cantidad de grietas y aristas cortantes del gigantesco lapiaz caótico que nos rodea. Una vez en el mencionado pradito, que forma parte de lo que parece un cráter, ya podemos retomar nuestros bastones, siendo recomendables ponerlos largos, pues el descenso es tan largo como escalonado, pero prácticamente sin ningún destrepe reseñable (salvo que por despiste nos enrisquemos en alguna zona complicada, que no fue nuestro caso).
Para explicar de una forma mas gráfica el descenso, he decidio ampliar con zoom el mapa centrándome exclusivamente en el Ascenso, progresión por zona de cumbres con puntos rojos (trepadas y destrepes) y posterior descenso, que realizamos mas o menos en el sentido de las agujas del reloj, por su vertiente Noroeste, llegando a su base, ya en tierra firme, por la vertiente Norte y retornando hasta completar el trazado circular, cerca del pie de monte de su vertiente Nordeste y Este.
Mientras íbamos descendiendo a través de incipientes trazas de senderos de cabra o de forma intuitiva por los tramos (casi siempre escalonados y muy rocosos, intercalados con matorral bajo y mucha presencia de coscojas y pequeñas encinas), la achatada pirámide de la Salamadre era el telón de fondo y mientras la cabeza del grupo descendía a gran velocidad, en cola de grupo los mas lentos, íbamos tomando nota de la gran charla geológicas que nos iban dando a los allí presentes Don José Guerrero "el Maestro Geobotánico" y Manuel-Viriato Navero "El MInerólogo", quienes nos iban recordando que:
El
extremo occidental de la Cordillera Bética se subdivide en dos grandes
conjuntos montañosos, situados a ambas partes de la cuenca del Guadiaro: al Oeste y NO, el Parque Natural de la Sierra de Grazalema; y al Este y S-SE, la Serranía de Ronda. Estas serranías
se caracterizan por la yuxtaposición de sierras que albergan paisajes kársticos
superficiales importantes y un karst subterráneo desarrollado, cuyas cavidades
más conocidas son la sima GESM, en la Sierra de las Nieves, y el Complejo
Hundidero-Gato, en el reborde nororiental de la Sierra de Líbar y Sima del Republicano (muy cercana a Villaluenga del Rosario y que viene a desembocar cerca del Charco del Moro, a la salida del cañón de las Buitreras, en elrío Guadiaro).
El
Penibético, que aflora en las sierras del Endrinal, de Ubrique y de Líbar, todas
ellas en el Parque Natural Sierra de Grazalema, se caracteriza por una serie jurásica
enteramente carbonatada, de 400 a 600 m de espesor. Sobre esta serie jurásica
reposan unas margocalizas rojizas que abarcan desde el Cretácico Superior hasta
el Oligoceno (las "capas rojas"). Un flysch autóctono
arcillo-areniscoso aquitano-burdigaliense termina la serie (Sierra Peralto-las
Cumbres-Alcornocales).
Las
más bellas formaciones kársticas de la Sierra de Grazalema se encuentran en
las calizas jurásicas del Penibético. En efecto, la predominancia de las facies
dolomíticas y las numerosas intercalaciones margosas en la serie subbética,
tienen por efecto limitar, tanto en superficie como en profundidad, el
desarrollo de las formas kársticas.
La
cadena Bética ha conocido una larga fase tectónica de distensión. Este nuevo
episodio tectónico es responsable de la apertura del Mar de Alborán y de la
individualización de la Cuenca del río Guadiaro y sus afluentes, que fueron invadidos, más o menos
precozmente, por el mar Terciario. En la Cuenca del Guadiaro, en relación directa
con el golfo marino del Guadalquivir, la sedimentación marina comenzó en el
Tortoniense Medio y prosiguió durante todo el Messiniense (Mioceno terminal).
Por el contrario, en el Mar de Alborán, la sedimentación marina comienza más
tardíamente (Tortoniense Superior) y dura más tiempo (Plioceno). Los relieves
emergidos bordeando estas cuencas han sido, al menos durante el Messiniense, el
asiento de una vigorosa erosión, que se tradujo en la creación de vastas
superficies de aplanamiento kárstico (reborde NE de la Sierra de Líbar (Sierra de Juan Diego Benaoján-Montejaque), Sierras
de los Merinos, Sierra de Juan Durán (Cuevas del Becerro), etc.;
La
alternancia de amplios pliegues en cofre y de depresiones sinclinales en el
dominio penibético presenta unas características favorables para el drenaje
subterráneo: infiltración de las aguas en las zonas anticlinales y
concentración posterior de los flujos subterráneos hacia los canalones
sinclinales, donde se alojan los colectores. Es igualmente en el corazón de
estos mismos canalones sinclinales en los que subsiste la cobertera cretácica,
donde se ha instalado la red hidrográfica interna de la serranía (río Guadares,
arroyos de los Álamos, de Villaluenga del Rosario, de Líbar), que va
seguidamente a perderse en el karst (Hundidero, Simas del Republicano, de
Villaluenga, de Líbar).
Uno
de los trazos característicos del paisaje de la Serranía de Grazalema, es el
aspecto mineral de las altas sierras penibéticas. Si bien este aspecto está
parcialmente ligado a la desaparición de la cubierta vegetal provocado por las
actividades humanas, es debido, en esencia, a un modelado kárstico
extremadamente desarrollado. El estudio de las superficies kársticas de altitud
permite, por un lado, mostrar la potente dinámica kárstica actual, y, por otro,
poner en evidencia una morfología de conjunto heredada de los episodios fríos
pleistocenos.
En
conjunto, las superficies kársticas se disponen en extensas mesas
subestructuales entalladas por profundos lapiaces, que aprovechan la importante
fracturación de las calizas jurásicas. Cuando las mesas poseen una fuerte
pendiente, son verdaderos corredores kársticos que desfondan las banquetes estructurales;
así ocurre en la vertiente occidental de la Sierra de Líbar, en la Sierra de
Juan Diego, en el Peñón de Líbar y sobre los flancos de la Sierra del Endrinal con un impresionante lapiaz afilado a los pies de la vertiente oriental del Simancón, junto al sendero que nos lleva desde la Charca Verde hasta el Camping Tajo del Rodillo (Grazalema).
La
superficie de las mesas está frecuentemente esculpida por micromorfologías en
forma de agujas. Estas magníficas superficies lenarizadas se desarrollan
predominantemente en altitud y en las calizas penibéticas del Jurásico Inferior
y Medio. En las calizas tableadas del Jurásico Superior, los paisajes kársticos
son, en general, más caóticos. Aquí, los corredores kársticos que recorren las
mesas calizas, tienen por efecto aislar altos pináculos, que presentan una
morfología en "pila de bollos o de platos". En el Parque natural Sierra de Grazalema, este
paisaje insólito, sin alcanzar la amplitud del Torcal de Antequera, está
particularmente bien representado en la vertiente occidental de la Sierra de
Líbar, mas concretamente en la Salamadre, Puntal de la Raya y Peñón de Líbar y en el macizo del Pico Ventana (Sierra de Juan Diego). Cuando la pendiente supera la treintena de
grados, se producen numerosos deslizamientos a favor de las superficies de
estratificación más margosas, acentuando así el carácter caótico de estas mesas
kársticas (mega-lapiaces ruiniformes), el ejemplo mas espectacular lo tenemos en la espectacular cumbre del Peñón de Líbar.
En primer lugar se observan microformas de disolución al aire libre (lapiaces en forma de aguja, estrechas entalladuras meandriformes, lapiaces con hoyitos y tacones dolomíticos), que están ligados esencialmente a precipitaciones importantes, del orden de los 2.500 mm/año, recogidas en las cumbres del Parque Natural de la Sierra de Grazalema (Sierras del Pinar, del Endrinal y de Líbar). Estos lapiaces son tan altos y afilados, que cuando caminábamos sobre ellos solíamos bromear, diciendo que si alguien se caía, quedaría cortado en rodajas.
Tal y como vamos acercándonos al final del descenso por la vertiente norte, podemos recrearnos mas de cerca con los plegamientos de falla de La Salamadre y nuevas perspectivas hacia Los Llanos de Líbar y las sierras de su entorno.
Aunque las distancias en esta ruta son relativamente corta en todo lo referente al descenso y descenso del Peñón de Líbar, nuestra progresión por la misma es laboriosa y es por ello que al llegar a su base, ya en tierra firme la sensación de alivio es grande al comenzar a caminar sin tener que estudiar cada paso que debemos dar para evitar una afilada arista, evitar una grieta, etc...
Y no digamos ya el pequeño pradito donde estuvimos almorzando al cálido sol invernal del mediodía, que nos pareció un pequeño paraiso, en medio de un precioso paisaje de dehesas entre agrestes cerros calizos.
Una vez finalizado el almuerzo, ya en dirección S, S-E, con el pie de monte del Peñón de Líbar siempre a nuestra derecha, llegamos en apenas, 10 minutos al idílico paraje del Cortijo de Edmundo, parcialmente reformado y activo, aunque no nos encontramos allí con nadie.
Desde el Cortijo de Edmundo, descendimos por una rampa habilitada para 4x4, que conecta con la Dolina u Hoyo de Edmundo donde pacían tranquilamente dos becerrillos con sus respectivas madres, con las que mantuvimos una distancia prudencial, atravesando dicha dolina sin problemas, al final de la cual nos encontramos con un abrevadero y un camino en rampa ascendente, que en pocos minutos nos llevó a enlazar con la Vereda de los Llanos de Líbar, aproximadamente a la misma altura, del lugar donde nos habíamos desviado por la mañana paradirigirnos hacia la base de la Chimenea. Por lo tanto, a partir de aquí, ya sólo nos restaba descender hasta Cortes, sobre nuestros pasos, lo cual nos llevó poco mas de hora y media, en plan tranquilo con algunas pausas para la fotografía.
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