Itinerario circular: Alfarnate- PR-A 268, Sendero del bosque de las Morillas, tramo paralelo al Arroyo Morales-PR-A267, Ascensión al Pico Vilo- descenso por el arroyo de Los Murciélags- conjunto de los tajos del río Sabar-camino de la sierra-Alfarnatejo-repetidor del Morrón del Águila-Alfarnate
(Entorno natural: Conjunto de los tajos del río Sabar y Sierra de Enmedio: Alfarnate, Alfarnatejo y Riogordo)
Longitud/desnivel acumulados aprox: 24,5 km / 1.500 m.
Tipo de suelo: vereda, pista forestal, campo través y escarpadas zonas rocosas (recomendables botas).
Dificultad: Versión completa Dura, versión reducida: Media
¡Menuda sorpresa me llevé cuando al coincidir con Valentín para desayunar en la venta Los Moriscos carretera Comenar-Alfarnate, me entregaba como regalo el libro “Hijos de Esparta”!, aquello hacía presagiar una jornada épica. Y es que adentrarse en el paisaje telúrico de grandes fallas, tajos y caos de rocas que caracterizan el entorno de esta zona de la alta Anarquía, nos sumerge en un mundo propio de la literatura fantástica tolkiana. Un auténtico viaje iniciático hacia el Reino de las montañas perdidas, perdidas en el anonimato de una de las comarcas mas desconocidas de la provincia de Málaga. En nuestro caso tal y como íbamos llegando en coche, el día amanecía con el cielo cubierto de enormes nubes teñidas de rosa que presagiaban lluvia inminente, un mar de nubes bajas alineadas a distinta altura inundaba el corredor existente entre Colmenar y el conjunto de los tajos del río Sabar, mientras los rayos del sol se filtraban y aquí y allá dibujando un mosaico de luces y sombras entre las nubes que viajaban a gran velocidad, aportándole al paisaje un alo de misterio que te hacía sentir en un entorno de leyenda.
Nuestro punto de encuentro para iniciar esta ruta fué Alfarnate, que situado a 925 m. sobre el nivel del mar, lo convierte en el pueblo mas alto de la provincia de Málaga y uno de los mas altos de Andalucía. Y allí nos encontramos con unos 15 compañeros de la “Asociación Senderista el Caminante de Málaga”: http://www.elcaminantedemalaga.com/Portada.htm, que a través de su presidente Pedro Arresa, habían contactado con nosotros semanas antes para solicitarnos unirse a nuestra expedición de otros 15 Pasos Largos que desde distintos puntos de la Málaga y Cádiz acudimos a la cita. Tras la sesión de saludos y presentaciones de hermandad hicimos una breve introducción sobre la ruta en general y sobre Alfarnate en particular. Entregando la correspondiente ficha de ruta, donde además del mapa se recordaba aquello de que el pueblo se encuentra situado en un paraje natural del extremo noroccidental de la Axarquía, rodeado por las sierras calizas de Enmedio, Palomera, de San Jorge y del Jobo, que contrastan con el suave perfil del valle donde se asienta este pueblo serrano rico en cultivos de olivos y almendros. Su fundación se remonta al período de dominación musulmana , hecho que es recogido por la tradición durante la fiesta de moros y cristianos. Su arquitectura de origen árabe conserva detalles pintorescos que bien merecen una visita, como la antigua Venta de Alfarnate, (hoy convertida en restaurante-museo), que en su día fue visitada por personajes como Alfonso XIII, José María el Tempranillo o Luis Candelas. La comida tradicional local es variada, como las sopas cachorreñas a base de ajo, pimiento, migas de pan y otros ingrediente, los morretes de papas y setas, las gachas, etc. Se sigue conservando la tradición artesana de la forja y la fragua. Su denominación más común es la de Puebla de Alfarnate ya que, durante la Edad Media, se daba el nombre de Puebla a los núcleos urbanos creados en territorio conquistado a los moros y por extensión a cualquier localidad de nuevo establecimiento. Como principal monumento destaca la iglesia parroquial de Santa Ana, con tres naves y una torre cuadrada de estilo mudéjar. Las leyendas más significativas están relacionadas con el fenómeno del bandolerismo. Entre una de las muchas habladurías o leyendas que tienen como protagonistas los bandoleros que recorrían y se refugiaban en los alrededores de Alfarnate, se cuenta, que José Mª. “El Tempranillo”, uno de los más conocidos bandoleros de la época, que llegando en cierta ocasión a la Venta de Alfarnate, se acercó a una de las mesas donde comían tranquilamente unos lugareños, todos de la misma olla; y les solicitó que le permitieran saciar su hambre comiendo con ellos en su misma olla; a lo que los lugareños respondieron que no, por no disponer en ese momento de ninguna cuchara para prestarle. El tempranillo que no consideró dicha excusa def. Su agrado, sacó un trozo de pan duro de su bolsa y quitándole la miga le dio forma de cuchara, y resuelto el único impedimento se dispuso a comer con ellos. Una vez vacía la olla, el tempranillo dijo: “ya que hemos terminado con la comida de la olla, ahora comámonos las cucharas” él se comió rápidamente su “cuchara” de pan y obligó a aquellos hombres a dar algún bocado a sus cucharas de madera.
Finalizada la charla, iniciábamos la primera parte de nuestro itinerario bajo un débil chiri miri, desde el mismo centro de Alfarnate, dirección oeste por el PR-A 268, SENDERO DEL BOSQUE DE LAS MORILLAS, , por la margen izquierda del arroyo del Palancar donde tuvo lugar un curioso hecho histórico. Y es que resulta que en un principio Alfarnatejo estuvo integrado en el término municipal de Alfarnate, del que se segregó en el siglo XVIII, esta separación provocó rencillas y tensiones entre uno y otro pueblo, que perduraban hasta que una lluvia inesperada los unió. La intensidad del agua caída provocó el desprendimiento de una roca, que pendía sobre el camino de herradura que unía ambas localidades, que aún existe (morrón del Malhinfierno) bloqueándolo y haciendo imposible el paso de una a otra. Siendo la caída de la enorme piedra, el origen de los sobrenombres de palancos y tejones, con los que son conocidos los vecinos de Alfarnate y Alfarnatejo, respectivamente. Los ciudadanos de ambos pueblos, después de varias deliberaciones, llegaron a la conclusión de que tenían que unir sus fuerzas, para lograr despejar el camino y que la única forma de hacerlo era desplazar la peña, ya que no disponían de barrenos ni pólvora para dinamitarla. Todos de acuerdo decidieron poner manos a la obra. Los de Alfarnate llegaron al lugar provistos de palancas, con las que pretendían hacer rodar el peñasco. Los de Alfarnatejo, por el contrario se presentaron con espiochas y azadas. La leyenda cuenta que los primeros se mantenían en sus trece, opinando que lo más fácil era desplazar la roca impulsándola con las palancas; los segundos se encerraron que era más práctico socavar la tierra bajo la mole con lo que ésta se movería al menor empuje por la “chorraera” abierta.Después de largos tiras y aflojas, esto último fue lo que se hizo, hasta llegar al extremo de que la inmensa roca, al carecer de base, rodó cuesta abajo yendo a parar al cauce del arroyo que los alfarnateños bautizaron del Palancar.
Precisamente a escasa distancia del lugar donde ocurrieron estos hechos la senda nos lleva a un pequeño pradito junto al río donde nos encontramos con varias balizas indicadoras. Aquí se hizo la primera parada de reagrupamiento, donde al comprobar lo heterogéneo del grupo y las distintas velocidades entre aquellos que estábamos obligados a ir a un ritmo fuerte para cubrir la ruta prevista en su totalidad y quienes preferían ir mas tranquilos para dar un paseo entre Alfarnate y Alfarnatejo, decidimos separarnos para que cada grupo siguiera su camino a su ritmo. Despidiéndonos aquí cordialmente de algo mas de la mitad del grupo de compañeros que venían con “El Caminante” encabezados por su presidente Pedro Arresa. Continuando por el sendero con un ritmo mas vivo disfrutábamos de lo lindo deleitándonos con el estruendoso caudal que llevaba el arroyo del Palancar junto al que íbamos caminando. Comenzando a ganar altura conforme íbamos girando alrededor del Morrión del Malinfierno, a nuestra izquierda y recreándonos poco después con una preciosa panorámica de Alfarnatejo con el telón de fondo del omnipresente conjunto de los tajos del río Sabar, hasta que llegamos a la pista forestal que faldea la zona alta de la sierra por donde discurría el siguiente tramo del recorrido coincidiendo con el PR. A-267 “Alfarnate-Pico Vilo”. Una vez alcanzada la pista volvió a ponerse de manifiesto la diferencia de ritmo que existía entre los distintos componentes del grupo, volviendo a aprovechar la coyuntura para recordar que la larga distancia y el desnivel que nos quedaba por afrontar requería de un ritmo rápido, pero que por otra parte quienes no pudieran seguirlo podían continuar mas reposadamente disfrutando de la ruta a su ritmo, incluso llegando al pico Vilo y regresando a Alfarnate por un camino distinto. Sin embargo, una vez superada la fuerte cuesta que acababan de subir y con el dócil tramo de pista que teníamos a continuación, nadie quiso apearse del grupo y volvimos a retomar la marcha con renovadas energías. Cubriendo los 3 km, de pista en un tiempo mas que aceptable.
Pero cuando la prolongación de la pista se convirtió en una pedregosa senda bordeando el canchal que quedaba a nuestra izquierda y el bosque por la derecha, el frío, el viento y el mar de nubes que empezaba a envolvernos con una fina llovizna y el alto ritmo de marcha que requería la larga distancia que nos habíamos propuesto cubrir, empezaron a mermar las fuerzas de aquellas compañeras que se habían empeñado en mantener un ritmo mas alto del que se podían permitir, avisando a los compañeros que venían haciendo de puente de que, ahora sí desistían de seguir el ritmo del grupo para hacer una pausa en el bosque de pinos poco antes de llegar al mágico paraje de la hera, para pensarse si continuaban ya por su cuenta para coronar el pico Vilo a un ritmo mas tranquilo o si se daban media vuelta para regresar en suave descenso relajadamente hasta Alfarnate, resultando esta última la decisión definitiva. Mientras tanto a un ritmo ya casi translíbico, salíamos del bosque de pinos, envueltos literalmente en las nubes que nos rodeaban, atravesando la posterior zona de transición de matorral y el tramo final hasta la cumbre en un tiempo record. Tras la foto de rigor con el limitado grupo de compañeros que cabían en el espolón rocoso que remata este peculiar punto geodésico del pico Vilo (1.415 m.), nos hicimos la foto de rigor con el emblemático medidor de velocidad del viento, totalmente roto y doblado tras nosotros. Testimonio elocuente de los fuertes vientos existentes en la zona, que precisamente en aquellos momentos seguían soplando con fuerza, teniendo que refugiarnos entre el caos de rocas que salpica la cumbre para comer algo, con el sabor agridulce de cumbre conquistada pero sin poder disfrutar de las vistas.
Una vez finalizado el breve descanso en la cumbre, desandamos el camino hasta mas allá del comienzo del bosque de pinos, concretamente hasta la altura del cortijo del Alguacil, donde existe un ramal que sale de la pista principal para adentrarse en una finca por donde proseguiría nuestra ruta. Momento para volver a reagruparnos y recordar a todos los compañeros que precisamente lo que teníamos por delante era el tramo mas largo y abrupto de la jornada. Produciéndose un nuevo descarte, de tal manera que ya sólo nos quedábamos en una docena de compañeros. Digno de mención fue el abandono en este punto de Conchi, vicepresidenta del “Caminante” que decidió retirarse para volver con los compañeros que optaron por la ruta mas tranquila al principio de la jornada. Así como el pasos largos José Antonio Luque “El Vigilante de la Playa”, senderista de tronío pero aún convaleciente de un proceso gripal que le obligó a retirarse. Anteriormente lo habían hecho Guille, La Astrónoma y Maribel, La Sirenita del río Cebollón, que regresaron a Alfarnate con el dilema de intensificar las horas de gimnasio o bajar el nivel de dificultad a la hora de escoger futuras rutas
Superada limpiamente la segunda alambrada de la jornada iniciamos un largísimo descenso paralelo al arroyo de Los Murciélagos que nos llevaría primero por una zona relativamente asequible de matorral, llegando posteriormente a la espectacular zona de canchal aparentemente intransitable que flanquea ambos lados de la preciosa y solitaria carretera que comunica Riogordo con Alfarnatejo, llegando sin mayores dificultades a la orilla del río Sabar, de la mano experta de Manolo Manzanares, mas conocido como El Tritón de la Chorrera que se lució clavó a la perfección el trazado de la ruta haciéndolo coincidir con el único puente sobre el río cosa muy difícil de adivinar desde el lugar donde descendimos si no se conoce la zona.
Una vez en el río Sabar, no rodeaamos el Tajo de Doñana por el sur tal y como habíamos marcado en el mapa, sino que decidimos llegar a los pies del Tajo Gómer, en línea recta, ó lo que es lo mismo, a través del camino que asciende por el Navazo superando un empinadísimo valle que puso una vez mas a prueba la resistencia de los componentes del grupo, con las espectaculares paredes del Tajo de Doñana a nuestra izquierda y las del Fraile a la derecha. Llegando al collado que ya da vistas a la inexpugnable y escalofriante pared norte del Tajo Gómer (1.129 m). Ante las cuales hicimos una pausa para almorzar en un pequeño prado rodeado de canchales, resguardados del viento junto a los derruidos muros de un antiguo corral. Eran ya las tres y media cuando acabamos de almorzar y teniendo en cuenta que estábamos justo en la cara opuesta por donde debíamos iniciar la subida al coloso, mas la dificultad del escarpado tobogán calizo por el que tuvimos que descender hasta situarnos a sus pies, decidimos renunciar al intento de subida al mismo por falta de tiempo, ya que quedaban menos de tres horas para la fría noche en la sierra, y mas unos diez kilómetros hasta Alfarnate, incluyendo dos tramos de subida. Mas la dificultad añadida de alcanzar desde allí mismo el denominado “Camino de la Sierra” del que a pesar de tener a tiro de piedra, nos separaba un enjambre de altos matorrales, chaparros y canchales y un laberinto de mil sendas de cabras que convirtieron este tramo en una auténtica jinkana que provocó la división del grupo reagrupándonos mas tarde en las inmediaciones del cortijo Fariña. Afortunadamente la buena cobertura entre los móviles mitigó la incertidumbre y el desasosiego que en otras circunstancias se habría producido.
Desde el cortijo de Fariña, llegamos sin dificultad a las ruinas del cortijo del Cuartillo, desde el cual retomamos el denominado Camino de la Sierra, vadeando en varias ocasiones el arroyo de la Cueva, que llevaba un considerable caudal, hasta que llegamos a la zona alta del camino que rodea el conjunto de los tajos por el norte llevando a nuestra derecha el Tajo del Fraile y el Chamizo alto a nuestra izquierda, con el sol poniéndose a nuestra espalda tal y como llegábamos a Alfarnatejo con las últimas luces del día, atravesando sus calles con las farolas ya encendidas. Entrañable pueblecito de casas sencillas, donde únicamente destaca su iglesia del Santo Cristo de Cabrilla (s. XVIII). Al igual que Alfarnate sus montañas y desfiladeros constituyen un poderoso reclamo para los aficionados al senderismo y amantes de la naturaleza en general. Los restos arqueológicos encontrados en los desfiladeros del río Sabar sitúan la presencia del hombre en esta zona desde la época neolítica. Durante la dominación musulmana, las cimas del Alto del Fraile pudieron ser un lugar ideal para vigilar el paso por la zona si, como parece, allí existió una fortaleza que hoy se conoce como Castillo de Sabar, que intentaremos localizar en una futura ruta.Algunos historiadores sitúan el origen de Alfarnatejo en una alquería de época musulmana nacida al abrigo de dicho castillo.
De noche cerrada iniciamos el último descenso del día por la sierra de en medio, sirviéndonos de la pista por donde discurre el PR. A-268, Sendero del bosque de las Morillas, viniendo a morir la pista en el llanito donde se encuentra el lagar de Olmedo, desde donde alcanzamos el Morrión del Águila, junto al repetidor sobre la divisoria de aguas de la sierra, con la ayuda de los frontales y el buen instinto de Chuky. Alcanzada la pista que discurre por la zona alta de la sierra, sólo nos quedaba descender hasta Alfarnate que ya veíamos iluminado allíabajo, viniendo a salir la pista por la que descendimos al campo de fútbol y al camping por el que accedíamos para entrar n su casco urbano donde antes donde antes de despedirnos nos tomamos unas cervecitas y tapitas de chacina variada del pueblo. Siendo los compañeros que completaron la ruta en su totalidad. Lourdes y Juan, Los Colosos de Casarabonela, senderistas de tronío participantes en la Translíbica y los 101 km. de la legión, José Antonio Blackmountain uno de los 4 supervivientes de la última Translíbica 2008, Juan Moreno Guillén que dejó alto el pabellón del Puerto de Santa María, Alejandro Luque “El Guardián de la Alambra” que mostró magníficas maneras al igual que Juan Carlos “El Portador del Anillo” y Caqui “La Reina del Chocolate” que sigue progresando muy adecuadamente. Eduardo Campos debutaba en una salida de Pasos largos con muy buena nota, Manuel Manzanares “El Tritón de la Chorrera” volvía a lucirse como guía experto y experimentado donde los haya, curtido en mil batallas. Valentín a sus 74 años no sólo es la admiración de todo el grupo por su magnífico estado de forma y su espectacular forma de caminar, sino por su simpatía, su buen humor, sus palabras de aliento, su camaradería y sus instructivas charlas que involuntariamente se convierten en auténticas lecciones de sabiduría. Y Juan Ignacio Amador, un humilde servidor que tuvo el privilegio de compartir una preciosa jornada montañera con tan ilustres compañeros de aventura.
A ver si un día los humildes mortales podemos estar a la altura de los espartanos??? Que me encantó la crónica!! y mucho más las fotos...me alegro de la jornada épica, pero más que tengas el tiempo para compartirla!!
ResponderEliminarUn abrazote