Hubo durante esta época una alcazaba medieval que daba una visión de gran parte de la Serranía, algunos la sitúan sobre el Hacho y otros sobre el peñón del Mures. Durante la ocupación árabe Montejaque gozó de una notable importancia. Esta construcción desapareció completamente, quedando sólo su nombre en la Finca El Castillo. Otro de los lugares históricos de este municipio es el lugar conocido como "El Puente", donde aún podemos ver los restos de un puente romano sobre el río Campobuche. Tras la reconquista a manos de los Reyes Católicos el pueblo fue entregado al Conde de Benavente al cual nombraron Señor de Montejaque y Benaoján dejando de pertenecer a los arrabales de Ronda. Más tarde durante el levantamiento del pueblo morisco de la zona en el S.XVI, se produjeron varios atentados contra el alcalde morisco Mohamad Hidriz, por simpatizar con las tropas cristianas. Por su valor y tesón se le concedieron tierras y una pensión de por vida.
Montejaque también guarda la historia de una épica batalla que tuvo lugar durante la Guerra de la Independencia contra los franceses, como fue el enfrentamiento que sostuvo el guerrillero José Aguilarcontra las tropas napoleónicas en el puente del río Gaduares o Campobuche el 20 de octubre de 1810; en esta contienda participaron hombres de Montejaque Benaoján, Atajate, Cortes de la Frontera y Jimera de Líbar, sólo eran 250 personas en contra de casi 700 soldados franceses, a pesar de la inferioridad numérica salieron victoriosos. Como monumento destacado hay que mencionar la iglesia de Santiago el mayor, construida a principios del S. XVI y reformada durante el S. XVIII. Su principal estilo es gótico tardío, del que se conserva la bóveda de terceletes, que cubre el prebiterio.
1ª parte: Montejaque-Ermita de la Escarigüuela-peñón del Mures-cueva Hundidero-Montejaque por el embalse del Hundidero.
Punto de encuentro: 10.30 explanada cementerio de Montejaque.
Cómo llegar: Si venimos desde Málaga, normalmente lo haremos a través de la carretera que une Ronda-Sevilla (A-374), poco después de salir de Ronda dirección Sevilla, nos desviamos a la izquierda para tomat la MA-7401, Ronda-Benaoján-Cortes, tomando posteriormente el desvío a Benaoján, junto a la cual pasaremos para llegar inmediatamente después a Montejaque por la MA-8402. Justo antes de entrar en Montejaque tras una última curva de izquierda a la derecha sale una pista por donde se accede al cementerio nuevo (680 msnm), que coincide con el inicio de ruta, ya que aquí parte el sendero que nos lleva a la ermita de la Escarigüela (hito nº1 de nuestro itinerario).
Si venimos desde Sevilla o Cádiz, unos 15 km antes de llegar a Ronda por la A-374, nos desviaremos a la derecha por la derecha MA-8403, que pasa por delante del hotel rural Cortijo Las Piletas, y unos kms mas allá entre el peñón del Mures y el imponente cerro Tavizna, llegando finalmente a Montejaque.
Distancia aprox. 10 km.
Desnivel aprox. 210 m
Punto de partida: cementerio de Montejaque, 680 m
Punto mas elevado: peñón del Mures 870 m
Tiempo aprox. Entre 4 y 5 horas y media, dependiendo de la progresión del grupo en la zona de cumbre del peñón del Mures que es un canchal muy desarrollado y el descenso hasta la zona de carretera para enlazar con el sendero que nos lleva en vertiginosa bajada a la entrada de la cueva del Hundidero y el tiempo que permanezcamos en su entrada.
Nivel dificultad: media/alta por lo accidentado del lapiaz del peñón del Mures y empinadas escaleras de descenso y ascenso de la cueva del Hundidero.
Tipo suelo: camino empedrado, canchal, tramo corto de carretera, pista terriza y escaleras excavadas en roca.
Tipo de recorrido: Circular.
Mapa: Benaoján (1.050 IV)
Recomendación: Llevar un mínimo de dos litros de agua por persona, botas de trecking, pantalón largo para evitar arañazos en la zona de campo través. Gorra, gafas de sol y protección solar. Dinero de bolsillo por si al final de la ruta nos paramos en algún bar de Montejaque antes de llegar a los coches. No obstante, que cada uno lleve en su mochila la comida y bebida habitual por si acaso se come a mitad de ruta. Llevar frontales o linternas si se quiere explorar la entrada de la cueva del Hundidero, si bien la luz exterior nos permite adentrarnos mas allá de los primeros 100 m desde la entrada sin necesidad de linternas.
Alicientes principales: La grandiosidad de la entrada de la cueva del Hundidero y su espectacular entorno ya compensan sobradamente el desplazamiento hasta este extremo de la provincia de Málaga a tiro de piedra de la provincia de Cádiz y que de hecho forma parte del parque natural de Grazalema.
Si tuviera que hacer una recopilación entre los diez pueblos enclavados en un entorno montañero mas espectacular de la mitad sur peninsular, Montejaque, sin duda alguna estaría en mi “Top 10”. Al omnipresente hacho de Montejaque (1.065 m) tras el que se oculta el sol cada día por el oeste, se le une la inexpugnable pirámide del cerro Tavizna (899 m) al norte, por el noroeste asoma el peñón del Mures (865 m), por el este el cerro Algarrobo (810 m) nos oculta las vistas hacia el valle del Guadiaro y hacia el sur comienza a extenderse la sierra de Juan Diego, popularmente conocida como sierra de Líbar con el pico Ventana (1.298 m), como el primero de los montes mas emblemáticos que se elevan en esta interesantísima sierra de agrestes canchales, cuna de la Translíbica.
Fecha de realización: sábado 25 de septiembre, cielos despejados con intervalos nubosos que aportaron sombra en las horas centrales del día, acompañados de una agradable brisa, sin a penas superar los 25ºC, a pesar de que para este día habían pronosticado hasta 30ºC.
Partcipantes: 27 amigos de la montaña, la mayoría Pasos Largos y un grupete de aspirantes a conseguirlo entre los que estuvieron presentes Herminia Carballo “a Meiga das Rías Baixas”, que llegó andando desde Ronda. En vehículo a motor llegaron: Salvadora Rivas, Salvador Aguilar, Agustín Flores, Rafa Márquez “El Aristóteles de la Senda”, acompañado de su hijo Adrian y Carlos Tapia “El Retratista de atardeceres y amaneceres”, todos ellos desde Ronda. Desde distintos puntos de la provincia de Cádiz: Reinaldo y Manuela “Los Senescales de la Bahía”, Miguel Becerra “El Maestro Jedi” Y Bernardo Rubiales “El Curtidor de Ubrique”. Desde Sevilla: Rafa Sancho “El Capitán de Fragata”, Cristina López “La Princesa de Itálica”y Álvaro Millán. Desde distintos puntos de la Costa del Sol: Paco Jaime “El Sabio de Hortaleza” y su esposa Rosa , Juan Antonio “El Elfo de la Malagueta”, Vicky “La Botánica”, Migue “El Hombre que sabía demasiado”, Patri “la Chica que miraba a las estrellas”, Ruslan “El Espartano”, “La Rosa del río Manilva”, Rusi “El Intrépido”, Silvia “La Pitonisa del Convento”, Eduardo “El Profeta del tajo Gómer “, Ilse “La gacela de la Selva Negra” (tres veces maratoniana olímpica con Alemania en Montreal 76, Moscú 80 y Los Ángeles 84) y Juan Ignacio Amador “El Comandante” que suscribe esta breve crónica.
Breve descripción de la ruta:
Tomando como punto de inicio y retorno el cementerio nuevo de Montejaque iniciamos la ascensión por el serpenteante camino empedraro que nos lleva hasta la ermita de la Escarigüelas, se trata de una corta pero intensa subida desde la que vamos disfrutando con privilegiadas vistas de Montejaque y su entorno con el Hacho y el extremo norte de la sierra de Líbar como telón de fondo hacia el oeste y suroeste y hacia el sur una vista parcial de Benaoján encajonada entre las montañas que la rodean. Cuando estábamos a punto de llegar a la ermita veíamos como llegaban al aparcamiento en un desesperado final de rally: Ruslan “El Espartano”, “La Rosa del río Manilva” y Rusi “El Intrépido” que habían sido inducidos a error por culpa del GPS del coche. Iniciando una contra reloj desesperada por contactar con el grupo. Nuestra última visión antes de llegar al puerto fue un cortejo fúnebre que procesionaba hacia el cementerio, mientras el pueblo en fiestas descansaba a esas horas para recuperarse de la juerga de la noche anterior y prepararse para la siguiente.
Tras una breve parada en la ermita y superado ya el puertecillo, el camino llanea dirección este, hacia Ronda con la cumbre del cerro Algarrobo (809 m) a nuestra derecha, por aquí ha pasado en alguna ocasión la mítica prueba de los 101 km de la Legión de continuar por este camino que se dirige hacia Ronda, iniciamos poco después un descensoque nos lleva hasta el río Guadiaro, pasando junto a fincas ganaderas y de cultivos, en la zona denominada Huerta Nueva. Pero nosotros abandonamos el camino principal unos 100 m después de la ermita, tomando el camino que sale a nuestra izquierda, es decir dirección norte, muy próximo a un almendro solitario. Hay que tener cuidado, porque está tan abandonado que casi ha quedado mimetizado por el mismo color de la tierra y las piedras que lo rodean y al durante los primeros metros es casi paralelo al camino por el que venimos pero si prestamos atención hace una especie de pasillo entre pitas, acebuches y aladiernos, unos 500 m mas allá el camino de bifurca formando una “Y”, tomando nosotros el camino de la izquierda, que discurre por una pequeña vaguada plagada de grandes retamas que debemos ir esquivando pues han ido colonizando por doquier este camino abandonado. Las ascensión durante un corto tramo es algo pronunciada, pero antes de darnos cuenta llegamos a una frágil angarilla. ¡Ya sabeis: el último cierra y apaga la luz!. A partir de aquí maas que camino ya es sendero marcado principalmente por cagarrutas y pisadas de cabras, que tras rebasar la angarilla, nos señalan un leve giro a nuestra derecha, manteniéndonos en dirección norte, mientras subimos perpendicularmente entre grandes retamas hasta que llegamos a la antigua era de trilla. Donde hicimos la 2ª parada técnica, siendo este el lugar donde enlazaban con el grupo los compañeros que habían llegado unos minutos tarde al punto de encuentro, mientras repasábamos la toponimia del entorno y el gran Aristóteles de la Senda, en una especie de reproducción a los CSI-Serranía de Ronda nos desgranaba como tuvo que funcionar en su día la era que teníamos delante y cual era su función.
Continuando la senda de cabras hacia el noreste sin perder altura, teníamos previsto bordear el cerro que teníamos delante quedando a nuestra derecha, pero el grupo iba tan fresco que al final acabamos subiéndolo con Ilse “La Gacela de la Selva Negra”, Miguel “El Maestro Jedi” y Bernardo ”El Curtidor de Ubrique” muy activos en la cabeza del pelotón, que aunque estirado por la estrechez del sendero se mantuvo muy compacto sin cortes ni abanicos. Tras este primer cerro, iniciamos el descenso hacia el collado que lo unía al cerro siguiente ya por zona de canchal, comenzando a caminar junto a grandes rocas. Con tanta piedra, casi ni me doy cuenta que ya estábamos caminando en paralelo al penúltimo hito previo a la cumbre, es decir los restos de un muro de piedra que al principio llevábamos en nuestro costado derecho y tras revasarlo en un determinado punto lo llevábamos al costado izquierdo. Poco después volviamos a hacer un nuevo alto en el camino, para recrearnos con las vistas del cerro Tavizna muy cercano a nuestra izquierda, dirección oeste, y el perfil del Hacho al suroeste. Desde aquí giramos a la derecha para acceder a un collado al que llegamos tras superar una pequeña alambrada. Desde ese punto teníamos frente a nosotros un descenso hacia un llano, desde el cual se podía afrontar sin complicación la ascensión al altiplano que estaba al otro lado y que los compañeros de Ronda estaban en la creencia de que se trataba del peñón del Mures, al menos así lo conocen la gente de Ronda, cuyo perfil plano y abruptos tajos de su cara este son fácilmente reconocibles desde la Ciudad Soñada y la carretera Ronda-Jerez-Sevilla (A-374). Sin embargo, tenía perfectamente grabado en mi memoria la descripción de esta ruta que había tomado de uno de mis libros de cabecera “Por Los Montes de Málaga” (Edit. PRIMTEL) y el perfil actitudinal, era siempre ascendente, o llaneaba en alguna ocasión, pero jamás descendía antes de alcanzar la cumbre. Por lo que tras un rápido vistazo al GPS pudimos comprobar que el vértice geodésico del Mures (870 m), se encontraba a tiro de piedra a nuestra derecha, por encima del caos de rocas y afilados canchales por donde cada uno tuvo que caminar e incluso trepar como mejor pudo hasta volvernos a reunir alrededor del vértice geodésico, donde se hizo la primera parada oficial de comida de la jornada. A pesar de no contar con una altura muy significativa, disfrutamos de una bonita panorámica del entorno de Montejaque, con la Sierra de Líbar, al sur, Ronda con su tajo, Sierra Hidalga, Oreganal y Sierra de las Nieves al este y al oeste, la impresionante pirámide del cerro Tavizna muy próxima a nosotros y mucho mas lejana la sierra del Pinar pudiendo distinguir las siluetas del San Cristobal y Torreón y algo mas a la izquierda la sierra del Endrinal con el Reloj y el Simancón. Según el libro azul de "por los Montes de Málaga" (Edit. PRIMTEL), que hasta ahora núnca nos había fallado estábamos en el peñón del Mures, pero si nuestros compañeros de Ronda afirmaban que el peñón que teníamos enfrente era el peñón del Mures, ¿cómo se llamaba la cumbre con vértice geodésico dónde estábamos nosotros?. Dos días mas tarde Juan Antonio Mena y Reinaldo, nos sacarían de dudas, mapa en mano. El lugar al que subimos se llamaba simplemente Mures y el que comentaban nuestros compañeros de Ronda efectivamente era el peñón del Mures, teóricamente de acceso restringido a los propietarios que lo tienen vallado (vallas de piedra y alambradas, en todo caso para subir en petite comité y con colores de camuflaje).
Una vez que abandonemos la cumbre, tal y como teníamos previsto, desandamos nuestros pasos dirección norte hasta un cercano collado desde donde se podía iniciar el descenso hacia la carretera MA-8403, que queda a tan sólo unos 500 m al oeste, a través de un antiguo sendero. Aunque con el inconveniente de caminar un pequeño trecho junto a la carretera. Sin embargo, Rafa Márquez “El Aristóteles de la Senda” y Salvador Aguilar “El Caballero Lancelot” propusieron descender al llano que se encontraba a los pies del Falso Mures, donde ya nos esperaba Paco Jaime “El Sabio de Ortaleza” y su mujer Rosa, que con buen criterio de prudencia, renunció a coronar el Mures, dado los agrestes canchales por donde había que subir y bajar. Y hacia el llano iniciamos el descenso, sin embargo, en estos terrenos tan agrestes es por donde el grupo se dispersa mas en un sálvese quien pueda, de manera que Rafa Sancho “El Capitán de Fragata”, se desvío hacia la izquierda, oeste, curiosamente sobre la misma descripción que venía en el libro azul de “Por Los Montes de Málaga” (Edit. PRIMTEL), siguiendo su estela: Silvia “La Pitonisa del Convento” que con sus dotes adivinatorias intuyó el camino, Ruslan “El Espartano” y Rusi “El Intrépido”, con quienes en cualquier caso nos reagrupamos poco después de llegar al llano, Mas de uno teníamos pensado subir al peñón del Mures, que desde allí teníamos a tiro de piedra, pero entre las vallas disuasorias, el temor a demorar este novedoso recorrido que estábamos planteando por primera vez y las prisas de Carlos Tapia “El Retratista de atardeceres y amaneceres” por irse para Ronda que finalmente arrastró a: Salvador Aguilar “El Caballero Lancelot”,Herminia Carballo “a Meiga das Rías Baixas”, Márquez “El Aristóteles de la Senda” y su hijo Adrián. Nos despedimos de estos cinco compañero, quedándose ahora el grupo con ventidos.
Lo mejor de haber descendido del Mures hacia el llano que se encuentra al norte es que nada mas tocar la carretera, solo tuvimos que cruzarla y por un ramal secundario llegamos en un instante al camino principal que pasa junto a las ruinas del cortijo del Hundidero que queda a nuestra izquierda e inmediatamente después nos deja junto a un pequeño cerrito colonizado por un peculiar bosquete de pinos, a cuyos pies tenemos un espectacular mirador sobre el cerro Tavizna y justo delante de nosotros la vertiginosa presa del Hundidero, construida en la garganta de los Caballeros. En este punto nos encontramos con dos paneles: uno dedicado al sistema Hundidero-Gato, un segundo de las aves mas comunes de la Serranía de Ronda y un tercer panel que nos habla de la fallida presa del Hundidero, donde se nos habla de su fecha de construcción sobre los años 40 por una empresa Suiza y sus posteriores problemas de filtración que han provocado varios accidentes mortales de bañistas imprudentes que figuran en la leyenda negra de este peculiar embalse, de ahí que inclusos en años de abundantes lluvias como este, el aspecto del embalse esté seco salvo en días de lluvias abundantes y en días inmediatamente posteriores. En este mirador comienza el empinado sendero escalonado que nos llevaría directamente hasta la entrada de la cueva del Hundidero, las personas con vértigo lo pueden pasar mal, pero actualmente se encuentra en un estado magnífico de mantenimiento con tramos de cuerda en casi todo el recorrido. Para mi sorpresa la mayoría de mis compañeros de ruta no habían estado nunca allí y fue para mí un privilegio disfrutar con ellos de esta auténtica maravilla de la Naturaleza, cuya altura de mas de 80 m nos hizo sentirnos como hormigas, bajo aquellas bóvedas gigantescas, casi catedralicias podríamos decir. Algunos compañeros como el Maestro Jedi, llegaron incluso hasta la primera poza, después de recrearnos un buen rato ante esta impresionante obra de la Naturaleza, abandonamos el lugar casi con pereza. En la zona del pozo que existe frente a su entrada se pueden encontrar algunos endemismos botánicos del parque, propios de zonas umbrías donde nunca llega el sol, que nos recordarán a otras plantas vistas en el fondo de la Garganta Verde. Sobre nuestros pasos volvimos a subir los mas de 300 escalones del sendero, pero he de decir que los tajos y paredones del entorno son tan espectaculares, que el posible cansancio se transforma en euforia, ante la grandiosidad paisajística que nos envuelve por todas partes.
Al llegar al inicio del sendero ya en la parte alta, hicimos una incursión en el vertiginoso caminito que nos llevó hasta el final de la presa del Hundidero, con algunos tramos de vértigo dignos del Caminito del Rey. Pero eso sí, con la tranquilidad de comprobar que el camino estaba en buen estado al igual que el muro de la presa y su acceso. No obstante, es totalmente desaconsejable para cualquier persona con problemas de vértigo y descartable si se va con niños, porque una caída o tropezón por aquí puede ser el último casi con toda seguridad. Tras la breve sesión de fotos al filo de lo imposible nos reagrupamos en el mencionado bosquete de pinos, donde disfrutamos del almuerzo montañero. Momento que aprovechó Patri “La Chica que miraba a las Estrellas”, para sorprender a su chico Migue “El Hombre que sabía demasiado” y a casi todos los presentes para hacerle entrega de un riquísimo bizcocho de chocolate, entonando en coro el cumpleaños feliz y a continuación invitando a la parroquia al correspondiente trocito a modo de postre.
Finalizado el almuerzo rodeamos el cerrito del bosquete de pinos, hasta situarnos en su cara suroeste desde por donde desciende un camino cortado por una dócil angarilla que se pasa sin problemas, para continuar descendiendo entre un mar de retama que nos sitúa en el nivel del embalse completamente seco. Aquí tenemos la opción de faldear su orilla tal y como había hecho en una anterior ocasión. Pero por probar algo nuevo, atraído por las huellas de un 4x4 que había recorrido el embalse de una punta a otra, nos adentramos en el mismo siguiendo sus huellas. Caminar por el fondo del embalse, nos transmitía la sensación de estar andando sobre un falso suelo que fuera a abrirse bajo nuestros pies de un momento a otro, incrementado por la visión de los terruños granulados y cuarteados, sobre los que crece un mar de pequeños cardos borriqueros que íbamos esquivando, a los pies del imponente cerro Tavizna a nuestra izquierda, poco después abandonamos el embalse saliendo por su cola encajonada entre escalonadas graderías de hormigón, que nada mas dejar atrás nos desviamos a nuestra izquierda, dirección sur, para salir a unas zonas valladas que superamos sin problemas hasta llegar a un camino asfaltado que pasa a los pies del Hacho, que durante un tramo queda muy próximo a nosotros a nuestra derecha, para poco después girar a la izquierda, dirección este, llegando directamente al punto de encuentro en el cementerio de Montejaque con bonitas vistas del camino de la ermita por donde empezaba la ruta frente a nosotros y el Hacho a nuestra espalda.
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