miércoles, noviembre 14, 2012

Ruta familiar-otoñal: Parauta-Igualeja-Parauta


Ruta familiar-otoñal: Parauta-Igualeja-Parauta
Entorno: Valle del Genal
Pueblos de referencia: Parauta-Igualeja
Punto de encuentro recomendado: explanada del cementerio a la entrada del pueblo.
Cómo llegar al punto de encuentro: Tomando como referencia la carretera Ronda-San Pedro A-376, unos 10 km mas allá de o antes de llegar Ronda (depende en que sentido vayamos), en las inmediaciones de la antigua venta El RINCÓN TAURINO, que ahora tiene otro nombre junto a una amplia explanada junto a una gasolinera, veremos el desvío hacia Parauta-Cartajima, que debemos tomar y poco después inmediatamente a la izquierda dirección Parauta, no tiene pérdida.
Longitud del recorrido: Longitud del recorrido:+/-10 km
Desnivel acumulado aprox: 450 m.
Duración aprox: 6-7 horas
Tipo de ruta: lineal con tramo circular
Dificultad: BAJA
Material: Botas, impermeable, ropa de abrigo, comida y bebida suficiente para echar el día.
Mapa y bibliografía de referencia: Valle del Genal, guía del excursionista, por rafa Flores (Edit. La Serranía)
Fecha de realización: domingo, 11 de noviembre de 2012. A pesar de los pronósticos de lluvia, desafiamos la meteorología que nos respetó en el tramo de ida, regalándonos algunos momentos incluso con sol. Pero a la vuelta nos cayó un breve pero intenso chaparrón, cuando iniciábamos el descenso hacia el arroyo de Los Granaos.
Participantes: desde Sevilla vino: Paco Maravillas. Desde Villaluenga del Rosario vinieron: Juanjo y su hijo Pablo. Desde Ardales: Juan con un matrimonio amigo suyo de Cártama. Ronda: Isa con sus dos hijos: Dani y Raul. Y desde distintos puntos de la Costa del Sol: El Doctor Leal con Auro, la Psicoanalista. Paco Jaime “El sabio de Hortaleza” con la Rosa de Los Boliches. La imparable Rosa “la matriarca” con su hijo Rusik, su Paco Maravillas, Paco la Ardilla Voladora y el resto del séquito. Además de María “la ninfa do río Verdugo”, Nacho “El Demonio de Timanfaya”, su amigo Juanjo “El Maestro de Esgrima” y un servidor: Juan Ignacio Amador.
Antes de la ruta:
Un cielo completamente encapotado y una lluvia que por momentos hacía trabajar a conciencia los limpiaparabrisas, le hizo pensar a mas de uno/a aquello de: “¿a dónde coño vamos en un día como hoy?”. Todavía lloviznaba cuando paramos para desayunar en la antigua venta el RINCÓN TAURINO. Al salir de la venta ya no llovía y en el corto tramo hasta Parauta, el cielo se abría parcialmente, multiplicándo las mil y una tonalidades de la primavera de cobre que ya veíamos en el fondo del valle, mientras nos frotábamos las manos, pensando en la maravillosa caminata que estábamos a punto de iniciar. Mientras esperamos los últimos coches por llegar, aprovechamos para fotografiar la entrada del pueblo, con los primeros castaños dorados ya junto a la carretera, ante la imponente presencia del Cancho Armola, el centinela del Alto Genal, con su cumbre cubierta de nubes, tal y como permanecería la mayor parte de la jornada.
Una vez reunidos todos, ronda de presentaciones y una breve presentación con algunas pinceladas sobre Parauta, recordando aquello de que nos encontrábamos en el Havaral, denominación de los lugareños para referirse al Alto Genal. Y concretamente de Parauta, recordar que está situada en la vertiente sur de la Sierra del Oreganal. Su término municipal se adentra en el Parque Natural de la Sierra de Las Nieves, declarado por la Unesco Reserva de la Biosfera, por su gran valor ecológico, abarcando hasta mas allá del cerro Alcojona cuya ladera norte alberga un magnífico pinsapar o la Nava de San Luis. El paisaje ofrece un fuerte contraste entre los grises cerros en los que las rocas se asoman bajo un escaso manto vegetal y las colinas cubiertas de pinos, castaños, encinares y olivos que se abren al Valle del Genal.
Pueblo blanco que guarda en su trazado la memoria de su pasado andalusí, calles estrechas, empinadas, conservando buena parte de sus calles empedradas, con casas de fachadas encaladas y rematadas por una cubierta de teja árabe. Entre sus calles se encuentran dos plazas y tres fuentes. Especial mención merecen el arco de entrada a la calle Altillo y su iglesia. No obstante, ante la inestabilidad meteorológica y aprovechando la momentánea ventana de buen tiempo, una vez hecha la primera foto de grupo, junto al pinsapo que nos da la bienvenida a la calle de entrada en el pueblo, tomamos la primera calle a la izquierda, siguiendo la baliza amarilla del PR.A-226, Parauta-Igualeja, estimado en hora y media según la baliza. La calle por donde subimos, pasa junto aa la mítica encina de Valdecilla (en esta imagen),
situada al este del casco urbano, centenario ejemplar de más de 3 m. de diámetro y 20 m. de altura, que figura en el inventario de árboles singulares de Andalucía. El nombre de Valdecilla, le viene dado a esta encina a la que se le calcula unos 250 años de edad, por el nombre de su antiguo propietario que dejó escrito en su testamento, que no se le cortara ni una sola rama y así se ha respetado hasta nuestros días.
Descripción de la ruta:
La salida de Parauta hacia Igualeja, se realiza por el allí denominado camino de Igualeja (como no podía ser de otra manera), encontrándose asfaltado sus primeros 400 m, aunque se trata de una pendiente muy suave, donde la belleza de los castaños que nos rodean, muchos de ellos centenarios, mitiga cualquier señal de cansancio. La pista deja de estar asfaltada cuando llega al final de la pendiente, pasando a ser terriza, a partir de aquí. 
A nuestra espalda, el imponente Cancho Armola preside el horizonte al norte (imágen de arriba).
Mientras que al oeste, durante la mayor parte de la jornada divisamos la localidad de Cartajima al pie del paraje de Los Riscos, que llevan su misma denominación (en la imágen de abajo)
y Pujerra, rodeada de castaños en la parte alta de una loma al sur (en la imágen de abajo). 
Todo ello por encima del mar de castaños, que impregna el valle de una espectacular paleta de color con mil y una tonalidades de verdes, ocres, dorados, marrones, amarillos y anaranjados, que se conoce como “LA PRIMAVERA DE COBRE”.
Haciendo bueno el dicho del Mago Gandalf de la Serranía de que en el valle del Genal: “cuando no estás subiendo estás bajando y muy rara vez llaneando”, Finalizada la pendiente con la que dejamos atrás la localidad de Parauta, la pista, ya terriza, nos lleva por un corto tramo llano, que primero en suave pendiente y después en una pendiente muy pronunciada nos lleva directos al arroyo de Los Granaos. Antes de llegar al mismo, en una curva cerrada del tramo mas empinado de bajada, las fuertes lluvias caídas de finales de septiembre para acá, habían provocado un corrimiento de tierras, dejando dicha pista en estado muy precario, ya que la parte izquierda de esta calzada, en sentido descendente, se ha quedado literalmente en el aire, sin tierra que la soporte debajo. Al llegar al arroyo de Los Granaos, como era previsible, nos lo encontramos con mas agua que nunca, la mayoría lo atravesaron por un precario vado de cañas, donde quien mas y quien menos metió al menos un pie en el agua. 
Unos pocos preferimos descalzarnos, el Doctor Leal (sobre estas líneas), ¡mariconadas las mínimas!, se metió con las botas por las bravas, cargando a borriquieta a su querida Auro, en un gesto tan romántico como heróico y es que como diría Antonio Machado: “¡en el amor, la locura es sensatez!”.
Una vez salvado el vado del crecidísimo arroyo de Los Granaos, la pista se convierte en sendero, manteniéndose paralelo al arroyo, que ahora llevamos a nuestra derecha, unos 200 m, pero justo donde el sendero cruza una pequeña cañada, cometimos el error momentáneo de seguir, la misma trayectoria, por un ramal de sendero, en principio bien dibujado, pero que mas adelante terminaba difuminándose. 
Y es que se trata del único punto conflictivo y mal señalizado de la ruta, porque justo donde el sendero, se cruza con esta pequeña cañada, debemos ascender ladera arriba, es decir, hacia nuestra izquierda, en perpendicular, hasta enlazar con el ramal de sendero, perfectamente dibujado, que identificaremos fácilmente con sus balizas amarillas y blancas. Que minutos mas tarde alcanzamos, remontando la ladera, campo través, bajo el bosque de castaños, que en todo momento nos acompaña entre Parauta e Igualeja, siendo este sin duda alguna, uno de los tramos mas frecuentados en la temporada de otoño.
A pesar de lo clásico de este recorrido uno no se cansa de repetirlo año tras año, pues si bien es cierto que por muchas veces que repitamos un itinerarios, son muchos los elementos del paisaje que están en constante cambio, así como las luces sobre el mismo, dependiendo de la meteorología, la presencia o ausencia de nubes, intensidad del viento lluvia, nevadas, etc… Todo ello se hace doblemente cierto en la primavera de cobre, donde cada castaño amarillea de una forma diferente, unos antes, otros después y ninguno de la misma manera, ni exactamente en la misma fecha que el año anterior, si bien es cierto, que el mes de noviembre es la época mas propicia para visitar esta preciosa comarca, cuya belleza otoñal dejará boquiabierto al senderista mas exigente. Y embriagados por la belleza del paisaje que nos rodea a lo largo de esta ruta, llegamos al denominado alto de la Loma. 
Donde el sendero PR.A-226, Parauta-Igualeja, se cruza con una pista terriza, para iniciar un pronunciado descenso, que poco después se suaviza para desembocar un kilómetro y medio después en la calle de la Tetona, por donde normalmente se entra en Igualeja, por el denominado barrio Alto. Pero en nuestro quisimos reservar este tramo para el regreso y de esta manera iniciar en este punto, lo que sería nuestro tramo circular del recorrido.
Por lo que al llegar a la mencionada pista, la tomamos a la derecha, comenzando a disfrutar ya de una preciosa imagen de postal con Igualeja al sur, rodeada de castaños. Hechas las fotos de rigor, reanudamos la caminata por la pista que inmediatamente se bifurca, formando una “Y”, tomando en nuestro caso el ramal de la izquierda, que pasa junto a la base de una torreta de tendido eléctrico, a partir de aquí vamos caminando cerca de la parte alta de una loma, con bonitas vistas de Igualeja a nuestra izquierda y de vez en cuando de Pujerra, mas lejana al suroeste. A partir de la mencionada bifurcación, donde hemos tomado el ramal de la izquierda, hay que calcular algo mas de un kilómetro, dejando dos ramales que bajan a la izquierda y que nos pueden inducir error, porque en ambos casos, inician el descenso en dirección Igualeja, pero en realidad vienen a morir en fincas privadas. Por lo que una vez superado aproximadamente 1km, desde la mencionada bifurcación, justo al inicio de una cerrada curva que gira a la derecha, sale hacia la izquierda un ramal de pista, que a los pocos metros se convierte en un angosto sendero, que en su día fue una vereda vecinal, y que en la actualidad tiene pasillo de chumberas y zarzas dispersas a ambos lados, pero que a pesar de su angostura, nos permite descender, no sin bajar la guardia, porque en su parte central el agua de la lluvia ha excavado una pequeña cárcava de esas que a veces nos obliga a caminar con un pié a cada lado de la cárcava y  ésta bajo nuestra entrepierna.
Viniendo a desembocar en un puente, por el que entramos en la parte baja de Igualeja, donde acordando con el grupo dar una hora y cuarto para que cada cual fuera a almorzar donde quisiera, unos a la zona del Nacimiento y otros a la plaza del pueblo. En la mayoría de los casos, optamos por el bocata “anticrisis” que cada cual llevábamos en la mochila. ¡Eso sí! Aprovechando la coyuntura nos tomamos un cafelito en el bar El Perol, donde nos encontramos con Carlos Tapia, que acababa de llegar desde Pujerra con dos compañeros del NATIONAL GEOGRAPHIC, como delataban sus espectaculares cámaras, con grandes objetivos y trípodes profesionales, reconfírmándonos, lo que ya nos había parecido desde la distancia: “que los castaños de Pujerra” se encontraban en su momento óptimo.
A la hora indicada, nos reagrupamos todos en el singular paraje del nacimiento del río Genal, donde nos hicimos las clásicas fotos de grupo, pero los nubarrones cada vez mas oscuros y varios amagos de lluvia, momentos antes, nos obligaban a iniciar el regreso hacia Parauta sin demora y sin tiempo para que le recordásemos al grupo algunos datos de Igualeja, como por ejemplo que su término municipal tiene una superficie de 43,8 km2;   se encuentra situada a 693 msnm. Se encuentra en lo más hondo de la cañada donde según dicen nace el río Genal. No es visible desde ningún otro pueblo, salvo desde la parte alta de Pujerra. 
Lo encajonado de su ubicación y la falta de terreno para construir ha hecho que sus casas cobren una altura inusitada en la comarca, habiendo sido motivo de crítica por parte de algunos visitantes, que inevitablemente comparan lo destartalado de algunas de sus casas con el sabor morisco que conservan la fisionomía del resto de pueblos del Valle en la mayoría de los casos y que Igualeja parece presentar un poco a medias, pero es cierto que hay que tener en cuenta el encajonamiento del valle en el que se encuentra.
En Igualeja nacieron bandoleros míticos como: El Zamarra, El Zamarrila y Flores Arrocha. Actualmente Igualeja presume de ser el primer productor de castañas de la comarca, prácticamente la totalidad de los castañares de su t.m.  e incluso de otros términos vecinos pertenecen a igualejeños, que tienen fama de defender cada metro cuadrado de su parcelas con uñas y dientes como atestigua, la cruz de cemento, que nos encontramos a unos 30 m del sendero, a medio camino entre Igualeja y Parauta, donde un vecino mató a otro de un disparo porque ambos porfiaban sobre la pertenecía de un castaño ubicado en la linde de sus fincas.
Un dato muy significativo del gran apego que sienten sus habitantes por su tierra es que es el único pueblo de la serranía y posiblemente de toda la provincia de Málaga, donde el 100% de su t.m. pertenece a los habitantes del pueblo. Su cooperativa de castañas “la pilonga de Igualeja” es de gran tradición. También ha tomado importancia el incremento de la industria cárnica y de embutidos. Su producción se basa en trigo, maiz, hortalizas, algunas frutas y aguardiente; cría ganado cabrío y caza perdices y conejos en abundancia.
Como íbamos diciendo: abandonamos el paraje del Nacimiento, cruzando el puente, de manera que tanto la piscina municipal como el río quedaron a nuestro costado izquierdo, iniciando la ascensión por el barrio Alto, a través de recoletas calles, pasando por delante de la fuente, donde se encuentra el azulejo donde nos habla de la celebración de la Semana Santa en Igualeja, 
que abandonábamos instantes después por la peculiar calle de La Tetona, cuyo nombre ha tachado algún capullo, de esos que una vez mas demuestran que la estupidez humana es infinita. 
Retomando de esta manera el PR. A-226 que nos llevaría de regreso hasta Parauta, que íbamos dejando atrás, primero entre encinas y alcornoques y poco a poco retomando el contacto con los castaños, conforme íbamos remontando la pendiente que de forma pronunciada nos situaba en el Alto de la Loma, donde tres horas antes habíamos iniciado el tramo circular, con la diferencia que ahora comenzaba a llover de forma persistente.
Una vez reagrupados todos, para quien todavía no lo hubiera hecho, llegaba el momento de sacar, paraguas, chubasqueros, funda impermeable de mochilas y todo lo que uno tuviera a mano para protegerse de la lluvia, pero afortunadamente a partir de este punto, el sendero en dirección a Parauta, pasa por debajo de muchos castaños, que al menos de forma intermitente hacían las veces de paraguas natural. Coincidiendo el descenso hacia el arroyo de Los Garanaos, con una granizada de casi diez minutos, donde quien mas y quien menos acabó calado hasta los huesos. Si el arroyo de Los Granaos, nos había parecido el Guadalquivir, ahora parecía el Amazonas.
No obstante, gracias a la colaboración del Doctor Leal y algunos compañeros, quienes necesitaron ayuda, la tuvieron para salvar el vado de forma acrobática por el cañaveral. Pasado el vado, nos encontramos con un grupo de compañeros de La Bota Viajera, asistiendo a una señora que iba en su grupo y que al parecer se había roto una pierna. Ya habían avisado a una ambulancia y nos ofrecimos para llamar a la guardia civil, con quienes nos cruzamos poco antes de entrar en Parauta, minutos después llegaba el furgón de la ambulancia, a quienes les dimos las indicaciones sobre la localización y distancia aproximada, pareciendo muy reacios a aventurarse por la angostura de la pista y sobre todo por el empinado descenso hasta el arroyo en cuya orilla se encontraba la señora.
Con la tranquilidad de saber que la situación ya estaba teóricamente controlada, nos despedimos algo empaapados por laa lluvia caída en el camino de vuelta, pero aún así contentos de haber disfrutado de este paisaje mágico, que cada año, nos regala la madre Naturaleza, en el valle del Genal, con el espectacular fenómeno de LA PRIMAVERA DE COBRE.



















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