Cómo llegar a Santa Maria de Trassierra: Tal y como llegamos a Córdoba, en nuestro caso por Antequera, por la A-45. Pocos kilómetros antes de llegar a la ciudad califal ya nos unimos a la A-4 (procedente de Sevilla-Cádiz). Y al aproximarnos a los nudos de autovía típicos de cualquier capital de provincia, seguimos la referencia Ronda Oeste, pues en todo momento Córdoba capital debe quedar aa nuestra derecha, hasta que encontramos un cartel bastante grande que nos indica bien Trasierra, bien Santa María de Trasierra, en nuestro caso coincide y nos adentramos en la carretera comarcal CO-3402, antes de darnos cuenta habremos dejado a nuestra espalda Córdoba capital y un pequeño polígono industrial, a partir del cual la carretera comienza a ganar altura, precisamente hacia lo que en Córdoba llaman la Trasierra, que es a la capital califal, lo que los Montes de Málaga a Málaga capital. El mar de olivares hasta donde abarcaba la vista desde Antequera hasta Córdoba capital, cambia radicalmente por un paisaje de media montaña muy verde, bosque mediterráneo, con abundantes encinas, pinos, alcornoques y algunos castaños conforme comenzamos a ganar altura. Allí arriba se distingue perfectamente el antiguo convento de Los Jerónimos, pero la carretera en muy buen estado, continúa subiendo, cada vez con mas curvas y chalets de gran categoría a ambos lados de la carretera. A la altura del km 13, a la derecha de la carretera nos encontramos el bar EL CRUCE, en esta zona se encuentra la urbanización Torrehórea, donde sale una pista a la derecha, que coincide con el mapa de vista aérea con trazado amarillo (bajo estas líneas). Que es una de las versiones clásicas de esta ruta y que coincide con la que viene descrita en el libro “Andar por la sierra de Córdoba, guía del excursionista”, que también coincide de forma aproximada con la ruta que hicieron Manuel Limón y Ana Dianez, y en gran parte con la nuestra en lo referente al arroyo Bejarano y la pista terriza que comunica los baños de Popea con la Fuente del Elefante:, el resto si lo hicimos en versiones diferentes.
El
caso es que la localidad de Santa María de Trasierra, parece mas una
urbanización de lujo, formada principalmente por los chalets que existen a
ambos lados de la carretera, que por su núcleo urbano en sí, que reconocemos
por el arco con la Virgen, junto a la aparcó nuestro autocar, típico inicio de
ruta.
En
el arco de la Virgen nos hicimos la foto de inicio de ruta.
Algunas
pinceladas sobre Santa María de Trasierra:
La aldea de Santa María de Trasierra, en otros
tiempos villa y mucho más poblada que en la actualidad, inicia su declive al
haber quedado fuera de las principales vías de comunicación de la provincia y
por otra parte, a que la mayor parte de
sus casas y parcelas pertenecen a
forasteros, que en muchos casos sólo utilizan como segunda vivienda o
residencia de verano, como ya lo hacían en la antigüedad las máximas
autoridades de la Córdoba Romana y la Córdoba Califal. Los descendientes de las
últimas familias que habían vivido aquí toda la vida, vivían principalmente de
la minería, el pastoreo, caleros, neveros, agricultura a pequeña escala,
aguadores, profesiones en su mayoría extinguidas con la industrialización.
Desde el siglo XVIII cayó como en una especie de olvido y la mayoría de sus habitantes
se vieron obligados a emigrar.
En unos archivos impresos en Madrid en 1783, se
hace figurar a la villa de Trasierra con 200 vecinos, o sea, diez veces más de
los 20 que tiene censados en la actualidad. Por lo que en 1846 se le hace
perder la categoría de villa, convirtiéndola en una aldea dependiente de la
jurisdicción de Córdoba.
El edificio más notable, aunque de escasa
importancia, es el que servía de Ayuntamiento, cárcel y pósito, que aún se
conserva en beneficio de aquellos habitantes.
Tanto en Santa María de
Trasierra como en sus cercanías se ven algunos restos de edificios antiguos, su
fundación como villa no lo es tanto, si bien no podemos precisar la época fija
de ella, que se cree sea del último tercio del siglo XVI, apoyándose esta
opinión en que el célebre poeta cordobés Juan Rufo, que vivió por este tiempo,
pone en su romance Los Comendadores -en que se refiere la muerte que les dio
Fernán Alfonso de Córdoba, de cuya histórica tradición nos ocupamos en el
barrio de Santa Marina-, los siguientes versos, que dan una idea del estado
entonces de aquel sitio: "Por qué se quiere ir á monte / por cuatro dias ó
cinco / á un bosque fragoso entonce / de fieras albergue nido, / y agora dicho
Trassierra / que es de granjas paraíso". Luego en el siglo XV ni aún
estaba aquel lugar desmontado, como en el tiempo en que se escribían los
anteriores versos.
Aquel día fueron cerca de 40 participantes entre los que se encontraban personajes tan ilustres como: PACO CASTILLO - PACO LEAL - MANOLO - CARMEN - PACO JAIME - PEPE GUERRERO - SANCHO ADAM - SALVADOR GOMEZ - EDUARDO (SAMURAI) - EMILIA - GUILLERMINA - MARIVI ARAGÓN - JAVIER VILLAREJO - INMA MARAZUL - JOAQUIN MOLINA CASTILLO - ROSA - MANUEL GONZALEZ LUNA - INMA BALBASTRE - JOSE MANUEL VÁZQUEZ - MARITA - MARIA JESUS RIDER - SILVIA MEILÁN --ANGEL GÓNZALEZ - INDOMABLE JAIME - VENDAVAL DEL MONCAYO - CARLOS Y CHARO.
(3 NO SOCIOS) - JOAQUIN MOLINA - ANA MARTINEZ HERNANDEZ Y MARIA JOSE LEIRO.
donde nos hicimos una foto junto a la fuente donde
se encuentra una réplica de la escultura de la Fuente del Elefante. Justo
después de pasar por delante de la antigua casa donde Colón pasó largas
temporadas con Beatriz
Enríquez de Arana, de origen humilde, era hija de Pedro de Torquemada y Ana
Arana, si bien era huérfana desde su temprana infancia y residía con
familiares. Beatriz conoció a Cristóbal Colón en esta casa que era de sus
parientes, cuando ella tenía 20 años y
él ya era viudo; aunque nunca se casaron, desde ese momento estuvieron ya siempre
juntos. Sólo un año después (1488) nació Hernando Colón (su ilegítimo hijo en
común). Al partir Cristóbal en 1492 hacia América, dejó a todos sus hijos al
cuidado de Beatriz, quien se esmeró en su labor hasta el punto de ser
felicitada por Isabel la Católica. Al morir Colón, le dejó su fortuna a esta
mujer (Cristóbal Colón fue gobernador de las Américas, correspondiéndole un 10%
de los beneficios de los viajes debido a las Capitulaciones de Santa Fé, e hizo
que su primer hijo la tratara como a su madre verdadera. Ella, sin embargo,
nunca reclamó su herencia.
Aquel día fueron cerca de 40 participantes entre los que se encontraban personajes tan ilustres como: PACO CASTILLO - PACO LEAL - MANOLO - CARMEN - PACO JAIME - PEPE GUERRERO - SANCHO ADAM - SALVADOR GOMEZ - EDUARDO (SAMURAI) - EMILIA - GUILLERMINA - MARIVI ARAGÓN - JAVIER VILLAREJO - INMA MARAZUL - JOAQUIN MOLINA CASTILLO - ROSA - MANUEL GONZALEZ LUNA - INMA BALBASTRE - JOSE MANUEL VÁZQUEZ - MARITA - MARIA JESUS RIDER - SILVIA MEILÁN --ANGEL GÓNZALEZ - INDOMABLE JAIME - VENDAVAL DEL MONCAYO - CARLOS Y CHARO.
(3 NO SOCIOS) - JOAQUIN MOLINA - ANA MARTINEZ HERNANDEZ Y MARIA JOSE LEIRO.
Desde la plaza del pueblo, nos dirigimos hacia la única parroquia
fundada en sus orígenes como ermita, sin
poder administrar sacramentos, porque en un sínodo celebrado en 1667 no aparece
representada, y además sus libros no principian hasta 1719. Éste es un edificio mediano, construido sobre otro antiguo, del que se
cree era un convento de templarios. Está dedicada a la Purificación de Nuestra
Señora, en cuyo día 2 de febrero se celebra una gran función. Además tiene
otros dos altares al frente de las naves colaterales, y al final de una de
ellas una capilla con la pila del bautismo. Contiguo a la parroquia, podemos
ver un cruceiro (tan típicos en Galicia y a lo largo de todo el Camino de
Santiago), la casa del cura y el
cementerio, junto al que también pasamos para dirigir nuestros pasos hacia el
teórico inicio de ruta.
Breve descripción de la ruta: Santa
María de Trasierra-Fueente del Elefante- Arroyo Bejarano-baños de Popea
(Córdoba)
Pueblo de referencia: Santa Maria de Trasierra
Tipo de caminos: Veredas, sendas y carril.
Crónica: Juan Ignacio Amador Tobaja.
Fotografías: Doctor Leal, Mago Luna y Juan Ignacio Amador Tobaja
Tipo de caminos: Veredas, sendas y carril.
Crónica: Juan Ignacio Amador Tobaja.
Fotografías: Doctor Leal, Mago Luna y Juan Ignacio Amador Tobaja
Esta
ruta es una de las grandes clásicas de la provincia de Córdoba, sobre todo para
los habitantes de su capital.
Una
vez que abandonamos la iglesia, salimos a la confluencia de la calleja Soldado
Solimán del Pozo y la calle Historiador Astrana Marín, tomando una pista
terriza contigua a numerosos chalets y villas la mayor parte con piscina y una
amplia parcela. La frondosidad y variedad de los árboles llama la atención
desde el inicio, algunos muros de piedra flanquean el camino. Llegamos a un
cruce de caminos donde nos encontramos con la señalización baños de Popea 0,9
kms a nuestra izquierda (N-O) y cerro Muriano 20,9 kms A la derecha (N), que de
momento coincide con nuestra trayectoria.
Al
llegar al siguiente cruce de caminos, debemos girar a la derecha, de nuevo,
esta vez dirección (S,S-E), coincidiendo con la dirección que nos marcan las
balizas que señalan: San Rafael de la Albaida (Córdoba) 10,2 y Fuente del
Elefante 400 m, grandes pinos, encinas, alcornoques, madroños y matorrales de
gran porte flanquean el camino de la Nava de la Fuente del Elefante, poco
antes de llegar a tan emblemática fuente, a escasos metros a la derecha podemos
contemplar los restos de un antiguo acueducto de origen romano.
Hasta que unos
100 m mas adelante, nos encontramos con el panel que ya nos anuncia la Fuente
del Elefante, a donde llegamos tomando un corto ramal a la derecha para
acercarnos hasta la popular Fuente del Elefante, un lugar
cargado de historia, por desgraciadamente la escultura original que se
encontraba aquí fue parcialmente dañada por el gilipollas de turno, tal vez
buscando algún tesoro en su interior y en la actualidad se encuentra en el museo
Diocesano de Córdoba. En su lugar nos encontramos con una réplica
prácticamente igual que la que han colocado en la fuentecilla de la plaza del
pueblo y que aunque se llame del elefante, en todo caso, elefantito recién
nacido, mas bien parece un híbrido entre cerdo y pequeño hipopótamo. Lo que en
su día debió ser una antigua fuente ha dado origen a una pequeña laguna, que ha
favorecido el ecosistema propicio para que en esta zona abunden las
salamandras, tal y como nos recuerda un panel a la entrada de este bucólico
paraje.
Una
vez de regreso a la pista principal, lo tradicional es continuar dirección
NORTE, hacia la casa del Coronel y llegar al arroyo Bejarano por la vereda de
la Pasada del Pino. Sin embargo, nuestro guía Don Manuel Manzanares (sobre estas líneas), nos tenía
preparada una variante para ampliar un poco mas el recorrido y de paso los
conocimientos geográficos de la zona. Tomando en nuestro caso una pista que
sale en dirección ESTE, pasando junto al cortijo del Caño, las ruinas del
cortijo de la Torre del Viejo, una finca donde habían cortado las copas de unos
olivos donde podíamos encontrar ejemplares jóvenes mezclados con otros centenarios o bicentenarios de los que sólo quedaba el tronco, creando un escenario apocalíptico, abandonando poco después la pista por la que íbamos
(recientemente desbrozada), para tomar un angosto, pero bien marcado sendero a
la izquierda, que se abría paso entre grandes madroños hasta llevarnos al
cortijo del Jardinito, donde estuvimos haciendo una primera parada de
reagrupamiento, junto a su alberca vacía, pintada de azul.
Desde
la casa del Jardinito, tomamos dirección N-E, por un sendero que discurría a
través de un denso pinar, que mas tarde daba paso a un encinar con algunos
alcornoques, encinas y otras especies, hasta llegar a la altura del lagar de LLorente,
actualmente rodeado de chalets de nueva construcción, a partir de los cuales
empezábamos a caminar por pista asfaltada, que abandonamos a la altura de
la urbanización El Caño, tomando una pista
terriza en ascenso, hasta que inicia una pronunciada pendiente, a mediación de
la cual nos encontramos con una cerrada curva de horquilla a la izquierda,
coincidiendo nuestra trayectoria con la señalización: Los Lagares de las Ermitas.
Instantes
después ya estábamos en el arroyo Bejarano, que de momento estaba seco en su
cuenca alta. No obstante, la frondosidad del lugar y la humedad del ambiente,
ha favorecido la formación del bosque de galería que lo caracteriza de
principio a fin. Al llegar al arroyo Bejarano, cruzamos su cauce, seco por esta
zona y tomamos el sendero que discurre por su orilla derecha, en el sentido de
la marcha, que en este caso coincide con el de la corriente. Siendo a partir de
este momento la dirección predominante OESTE.
En
poco mas de quince minutos llegamos a una de las pozas y cascada mas
emblemática de la parte alta del arroyo, afortunadamente, poco antes ya había
empezado a surgir el agua y por suerte la pudimos ver, seguramente no en su
esplendor (pues esta primavera 2015 ha sido muy seca), pero sí con el agua
suficiente.
Mas
adelante nos encontramos con los restos de un panel (que debe ser urgentemente
reparado), donde pronto ya no se podrán leer las características del arroyo
Bejarano, que todavía podemos leer en el mismo, así como las distintas
actividades humanas que se han dado en él a lo largo de la historia.
En
una jornada que se presumía calurosa en la cercana Córdoba capital, resultaba
gratificante, caminar bajo la sombra de aquel bosque de galería formado
principalmente por: avellanos, fresnos, álamos negros y castaños. También
destacan los cantuesales,
jarales, acebuchales, coscojales y madroñales. El relieve es suave pero con
algunos desniveles importantes y su sustrato litológico está formado por
pizarras y esquistos que originan tierras pardas meridionales. Las tobas
calizas en los cauces de los arroyos configuran sus característicos saltos de
agua. Estas aguas fueron
muy apreciadas desde la antigüedad, de hecho el acueducto de Valdepuentes,
cuyos restos vemos en distintos puntos del recorrido, llegaban hasta la ciudad
de Córdoba, siendo denominada por su importancia como Aqua Augusta.
De hecho también se pueden observar los restos de una antigua calzada romana, donde empieza una sucesión de molinos de gran interés histórico, o por ejemplo las ruinas de una antigua fábrica de paños, en la orilla de enfrente, mencionada en 1863, por Don Teodomiro Ramírez de Arellano, que decía lo siguiente en su libro "Paseos por Córdoba o unos apuntes para su historia": "Los veneros (pozas con cascadas) más abundantes son los del Caño Escaravita y los del Arroyo Bejarano. Este último dio movimiento a una máquina de batir el cobre, y en la actualidad a una bien montada fábrica de paños."
De hecho también se pueden observar los restos de una antigua calzada romana, donde empieza una sucesión de molinos de gran interés histórico, o por ejemplo las ruinas de una antigua fábrica de paños, en la orilla de enfrente, mencionada en 1863, por Don Teodomiro Ramírez de Arellano, que decía lo siguiente en su libro "Paseos por Córdoba o unos apuntes para su historia": "Los veneros (pozas con cascadas) más abundantes son los del Caño Escaravita y los del Arroyo Bejarano. Este último dio movimiento a una máquina de batir el cobre, y en la actualidad a una bien montada fábrica de paños."
Durante
un corto trecho nos alejamos unos 100 m de la orilla del arroyo Bejarano, para
atravesar una zona de dehesa, pasando bajo enormes encinas, y a renglón seguido
llegamos al Rincón del Duende. A penas 100 m después enlazamos con la
vereda de la Pasada del Pino, que coincide con los restos del antiguo
Molino de Martinete, donde nuestro admirado amigo Ángel González “El
Gladiador de Itálica” (en la imagen), nos daba unas interesantes explicaciones
de cómo debió funcionar en su día y el por qué se construyó de esa manera,
según los restos que aún podemos ver. Al salir de la hondonada donde se
encuentra el Molino de Martinete, al que sólo nos acercamos cuatro compañeros,
nos llevamos la agradable sorpresa de cruzarnos con Manuel Limón y Ana Dianez,
a los que saludamos cariñosamente en nuestro breve encuentro.
La
fauna de este ecosistema es muy variada incluso en los mamíferos como: la
nutria, el meloncillo, el turón, el tejón, el zorro, el jabalí o el ciervo
entre otros. Los bosques de galería siempre atraen a una gran variedad de aves
como la lavandera, el mirlo, el martín pescador, la tórtola, la curruca, el chochín,
el ruiseñor o rapaces como el ratonero y el azor. Otro de los hitos de este
itinerario es una antigua mina de cobre, junto a la cual
estuvimos almorzando, conviene tener cuidado con una entrada a modo de pozo
(sin protección) al que se puede acceder por una escalera, que Ángel nos
comentó que en realidad eran restos de antiguos raíles por los que circulaban
las vagonetas para la extracción de mineral, utilizados a modo de escalera.
Tras el almuerzo, reanudada la marcha llegábamos en escasos minutos al lugar donde el arroyo Bejarano entrega sus aguas al caudaloso Guadiato, una especie de Orinoco de la Trasierra, a penas 100 m aguas abajo del Guadiato, que vamos a llevar durante un corto trecho a nuestra derecha el Guadiato se remansa adquiriendo gran anchura en una zona conocida como Tabla de la Aldea, en un corto espacio desembocan en él el arroyo del Coronel, que viene por nuestra izquierda y un poco mas abajo, también a nuestra izquierda, el arroyo del Molino, que vamos a remontar para cruzarlo un poco mas adelante, y que debe su nombre al Molino del Molino, (imagen de abajo) siendo esta zona la que adquiere una mayor frondosidad casi selvática, que nos recuerda a la magia del Aljibe en Los Alcornocales.
Y es que este lugar bien lo podríamos considerar una especie de selva cordobesa, a pesar de que el caudal era modesto, debido a esta primavera tan seca, la sucesión de pozas y pequeñas cascadas conocidas como los baños de Popea, el lugar es de una belleza espectacular. Al llegar a su poza mas emblemática, algunos aprovecharon para darse un buen chapuzón y otros para fotografiarse por encima de la cascada que vierte sus aguas en este mágico rincón.
Finalizada
la sesión de baños, el mágico sendero, conecta inmediatamente con el Camino de
la pasada del Pino, que en poco mas de un kilómtero nos lleva de vuelta en
dirección SUR, hasta la aldea de Santa María de Trasierra a donde llegamos
sobre las 17.00 pm
Góngora, por su
parte, supo describir a la perfección y con su inconfundible estilo el ambiente
cercano a Santa María de Trassierra en Las
Flores del Romero.
Las flores del romero,
niña Isabel.
Hoy son flores azules
mañana serán miel.
niña Isabel.
Hoy son flores azules
mañana serán miel.
Celosa está la niña,
celosa estás de aquél,
dichoso, pues le buscas,
ciego, pues no te ve,
ingrato, pues te enoja
y confiado, pues no te disculpa hoy
de lo que hizo ayer.
Enjuguen esperanzas
lo que lloras por él,
que celos entre aquellos
que se han querido bien,
hoy son flores azules
mañana serán miel.
celosa estás de aquél,
dichoso, pues le buscas,
ciego, pues no te ve,
ingrato, pues te enoja
y confiado, pues no te disculpa hoy
de lo que hizo ayer.
Enjuguen esperanzas
lo que lloras por él,
que celos entre aquellos
que se han querido bien,
hoy son flores azules
mañana serán miel.
Aurora de ti misma
que cuando al amanecer
a tu placer empiezas,
te eclipsan tu placer,
serénese tus ojos
y más perlas no des,
porque al sol le está mal,
lo que a la Aurora bien.
Desata como nieblas
Todo lo que ves,
que sospechas de amantes
y querellas después.
que cuando al amanecer
a tu placer empiezas,
te eclipsan tu placer,
serénese tus ojos
y más perlas no des,
porque al sol le está mal,
lo que a la Aurora bien.
Desata como nieblas
Todo lo que ves,
que sospechas de amantes
y querellas después.
Hoy son flores azules,
mañana serán miel.
mañana serán miel.
Ricardo Molina,
poeta cordobés del s. XX perteneciente al “Grupo Cántico”, presenta varias
composiciones que están inspiradas directamente en el paisaje del Arroyo
Bejarano o en otros lugares cercanos, como son En el Puente Viejo del
Guadiato, En el Bejarano o La Fuente del Elefante
(Sequía). Este último nos recuerda las altas temperaturas que se alcanzan
durante el verano en nuestra tierra y lo necesaria que es el agua, algo que muy
bien sabían los árabes que habitaron estos lugares desde el s. VIII hasta el
XV.
En el Puente Viejo del Guadiato
Sobre los muros viejos
del puente verdinoso y en ruinas,
flores, nubes y aves dulcemente
alaban la vida.
Ah, qué tierno el amor por la mañana,
qué clara la sonrisa
del alba blanca entre pinos verdes,
y las verdes colinas.
Sobre los muros viejos
del puente verdinoso y en ruinas
hacia la fresca aurora de los pinos un
recuerdo suspira.
del puente verdinoso y en ruinas,
flores, nubes y aves dulcemente
alaban la vida.
Ah, qué tierno el amor por la mañana,
qué clara la sonrisa
del alba blanca entre pinos verdes,
y las verdes colinas.
Sobre los muros viejos
del puente verdinoso y en ruinas
hacia la fresca aurora de los pinos un
recuerdo suspira.
En el Bejarano
La tarde aquí sin copa donde ría
sueño o amor a tu alma sedienta,
cuya sed ni áureo vino ni alta luna
apagar pueden.
Sólo de un confuso
ruiseñor se derrama en melodía
pena igual a la tuya.
Aquí, a tus pies, desborda
el arroyo su música
por los avellanares,
pero aún más nocturno es el recuerdo
por donde tu alma divaga,
no esparciendo lo mismo que el torrente
su música por frescas galerías,
Si no umbrosa y callada, sin un rayo de luna.
Y escuchar el arroyo; en él te reconoces;
el arroyo que no atiende a un canto
sueño o amor a tu alma sedienta,
cuya sed ni áureo vino ni alta luna
apagar pueden.
Sólo de un confuso
ruiseñor se derrama en melodía
pena igual a la tuya.
Aquí, a tus pies, desborda
el arroyo su música
por los avellanares,
pero aún más nocturno es el recuerdo
por donde tu alma divaga,
no esparciendo lo mismo que el torrente
su música por frescas galerías,
Si no umbrosa y callada, sin un rayo de luna.
Y escuchar el arroyo; en él te reconoces;
el arroyo que no atiende a un canto
La Fuente del Elefante (Sequía)
No corre aquella fuente de la
sierra.
Las ranas morirán entre verdina y barro.
Polvorientas están todas las sendas
que paso al mediodía solitario.
El soto está secándose al borde de la acequia.
Pienso cosas que nunca pensé antes.
Todo igual y distinto me parece.
El cielo azul me asusta con su sol implacable.
Me aprieta el corazón con una mano invisible
pero una voz me dice con acento apagado:
“Olvida tu tristeza y tus amores, olvídalos”.
Las ranas morirán entre verdina y barro.
Polvorientas están todas las sendas
que paso al mediodía solitario.
El soto está secándose al borde de la acequia.
Pienso cosas que nunca pensé antes.
Todo igual y distinto me parece.
El cielo azul me asusta con su sol implacable.
Me aprieta el corazón con una mano invisible
pero una voz me dice con acento apagado:
“Olvida tu tristeza y tus amores, olvídalos”.
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