Pueblos
de referencia: Depende, si vienes por la Costa Jimena de la Frontera, si vienes
desde Ronda: Cortes de La Frontera, si vienes desde Sevilla ó Jeréz: Alcalá de Los Gazules. Viniendo desde el
interior el último cruce de carreteras por donde se pasa es el puerto de Galis, donde hay una
venta y nos desviamos a la izquierda para llegar en breve al parking del complejo rural de La Sauceda.
Distancia aprox. 14 km
Desnivel aprox. subida 500 m
Punto de partida: Verja de
entrada a La Sauceda (620 m)
Vértice geodésico del Aljibe: (1.091 m)
Tiempo aprox. 6-7 horas (esta ruta se presta a la contemplación del
paisaje y a recrearse con la fotografías tantas veces como uno estime oportuno
a lo largo del recorrido).
Nivel dificultad: medio-bajo
Tipo suelo: sendero terrizo
y pedregoso cubierto de hojarasca en muchos tramos. Debido a la abundancia de
manantiales en esta zona, en época de lluvias suele haber tramos muy
embarrados,.
Tipo de recorrido: circular.
Fecha de realización: domingo
29 de mayo, en principio se había anunciado para el día antes, pero las
predicciones de lluvia que acabaron cumpliéndose el sábado 28 de mayo, nos
obligaron a pasarla para el día después.
PARTICIPANTES: Desde Sevilla llegaron María Jesús Benítez "La
Campesina Bolchevique" sigue progresando muy adecuadamente y Ángel Romero
"El Gladiador de Itálica" colosal y con espíritu explorador como
siempre; desde Ronda: Jorge Castrillo "Corazón de León" feliz
reencuentro con uno de los tíos más nobles y buena gente que he conocido en mi
vida (mejorando lo presente); desde distintos puntos de la Costa del Sol:
Brida, Ana Martínez, Manuel Álvarez, Mariano "El Ingeniero de
Telecomunicaciones" tras larga convalecencia por tema de rodillas que
volvía a reaparecer como en sus mejores tiempos, Sancho Adam "Máster
Chef", Fali "El Retorno de Elvis", el hombre que ha ganado el
último concurso fotográfico con su móvil SAMSUNG de última generación, nominado
a Senderista Destacado de la Temporada, Paqui "La Pacificadora"
también nominada a Senderista Destacada de la Temporada al igual que Alicia
"En el país de Las Maravillas", Fran, Miguel Ángel "El
Renacentista", Inma Marazul recién llegada de su Viaje a Perú en busca del
NIRVANA, más espiritual que nunca; Celia "La Hechicera du sao Paulo"
disfrutando a tope de uno de sus parajes favoritos; Pepe Guerrero "El
Maestro Geobotánico" que volvió a deleitar al grupo con sus maravillosas
charlas botánicas en un escenario ideal para ello y el bueno de Rafael García "El
Califa", que se vio obligado a regresar sobre sus pasos al llegar al
carril cicloturista, por un problema de caderas, tras las tres últimas
temporadas estando presente en todas las batallas, ha estado media temporada
convaleciente y de momento ya es seguro que no estará en la Eurocopa de Francia
2016.
Una vez reunidos frente a la verja
de entrada a La Sauceda, finalizado el protocolo de entrega de mapas, ficha de
ruta, saludos varios y cambio de calzado, mochila, bastones, cámaras y GPS
encendidos y con parámetros a cero, pasamos al otro lado de la verja, haciendo
una primera parada junto a su peculiar reloj de Sol, donde estuvimos dando una
primera charla introductoria recordando que: la Sauceda está ubicada en la
parte más occidental de la provincia de Málaga, limitando con la provincia de
Cádiz. Desde La sauveda hacia el río Guadiaro (al Este), todo pertenece al
término municipal de Cortes de la Frontera, que es uno de los mas ricos de
Andalucía, gracias a la producción del corcho. En la zona de cumbres,
concretamente en el puerto Oscuro, cerca de la Pileta de la Reina y el Aljibe,
confluyen los términos municipales de Cortes, Jérez y Alcalá de los Gazules y
por lo tanto las líneas interprovinciales de Cádiz y Málaga, que allí podemos
distinguir fácilmente por un modesto murete de piedra, de poco mas de un metro
de alto. Al mismo tiempo se deslindan, las cuencas hidrográficas de los ríos
Guadalete, y Bárbate, así como el arroyo de Pasadallana, uno de los tributarios
que forman parte de la cabecera del río Hozgarganta, que discurren en su zona
alta por paisajes formados por bosques de los llamados de galerías (canutos en Cádiz), donde están presentes
los sauces, alcornoques, quejigos, brezos, acebuches, fresnos, lentiscos. El
punto más alto, al cual se le conoce por «Pilita de la Reina», que según
testigos de la época es la tumba medieval, a la que la historia dio algunas
leyendas, como aquella de que fue utilizada por la reina Isabel de Castilla
como baño, no se me ocurre un lugar más escarpado en muchos kilómetros a la
redonda, como el pequeño, pero empinadísimo roquedo donde se encuentra. Así
pues, todas estas condiciones unidas a su orografía hicieron que el valle de la
Sauceda fuera una zona ideal para el asentamiento de batallones de los llamados
desahuciados o bandoleros, quienes supieron aprovechar la incertidumbre
política del momento. El origen de donde procede el nombre de la «Sauceda» es
un tanto controvertido, pues mientras unos sostienen que es por la existencia
de sauces en el valle, hay quienes sostienen que procede de la evolución de la
palabra «desahuciados». Os recomendamos la novela histórica “Nubes en el
corazón”, en la que su autor Juan Pino Palma, consigue que el lector viaje por
entre los paisajes y la historia de este valle tan especial.
El Parque Natural de los
Alcornocales se extiende a lo largo de 170.000 hectáreas de terreno, a caballo
entre las provincias de Cádiz y Málaga y está formado por la masa forestal de
alcornoques más extensa del mundo.
Se trata de un conjunto de sierras
de pequeña altura en las que predomina la arenisca sobre la caliza, al
contrario que en su vecina Sierra de Grazalema, y constituye una de las áreas
protegidas más importantes de Andalucía, siendo el tercer parque en extensión
de esta tierra, llegando hasta el Estrecho de Gibraltar. En su interior se
encuentra la Reserva Nacional de Caza
de Cortes de la Frontera. Rododendros, helechos y laureles
crecen bajo las sombras. En su parte sur se encuentran los canutos, valles
fluviales en los que sobreviven especies vegetales del período terciario.
Importante punto de turismo
ecológico, rural y educativo debido a sus valores arqueológicos, culturales,
históricos y monumentales, sabe combinar las apretadas y protegidas manchas de
alcornoques y quejigos con la extracción de corcho, la caza mayor o la
ganadería.
Municipios,
comarcas y pedanías de Cádiz: Alcalá de los Gazules, Algar,
Algeciras, Arcos de la Frontera, Castellas de la Frontera,
Benaocaz, Benalup-Casa Viejas, El Bosque, Facinas, Jerez de la Frontera, Jimena
de la Frontera, Los Barrios, Medina Sidonia, Prado del Rey, San José del Valle,
Tarifa y Ubrique,
Municipios,
comarcas y pedanías de Málaga: Cortes de la Frontera
(Málaga), Gaucín y El Colmenar
Extensión: 167767 Hectáreas
Fecha de
declaración: 28/07/1989
Fauna: Un paraíso para las rapaces: una de las mayores
concentraciones de buitre leonado, el buho real, el halcón peregrino y
cernícalos, el alimoche, los azores, los gavilanes, y diversas águilas,
culebrera, perdicera, calzada, imperial y real. Las granívoras están
representadas por el petirrojo, el chochín, el mito y el herrerillo; las
insectívoras por el ruiseñor, el abejarruco, la golondrina y el vencejo. La
fauna que habita en los canutos está compuesta por mirlos acuáticos, martín
pescador, aviones zapadores...
Venados y corzos, cuya población es
la más meridional del continente, forman la población de mamíferos ungulados.
Entre los depredadores, zorros, ciervos, jabalíes, ginetas, tejones, la nutria,
el turón, la comadreja, el gato montés y la mayor colonia peninsular de
meloncillos.
Zona de migración en la que
confluyen cientos de miles de aves europeas.
Flora: Cuenta este parque con los mayores alcornocales del planeta,
bosques de quejigos, acebuches, encinas y algarrobos. También con bosques y
sotos fluviales de alisos y fresnos. Sobreviven especies vegetales del periodo
terciario que dan lugar a una laurisilva en su parte meridional, formada por
rododendros, alisos, laurel, fresno, avellanillo, acebo, rusco y varios tipos
de helecho, algunos de ellos de enorme interés botánico. El Psilotum nudum, una
auténtica joya botánica, única en nuestro hemisferio, destaca entre los
helechos.
Igualmente encontramos palmitos, el
olmo, la zarzaparrilla, el álamo blanco, el rebollo, brezos, madroños o
arrayanes durillos.
En un lugar como La sauceda, fue todo un lujo contar una vez mas con las charlas didácticas de Don José Guerrero, em "Maestro Geobotánico", si mal no recuerdo, la primera planta ante la que se detuvo fue el hipérico, de la que nos contó, que en tiempos del Imperio Romano, se utilizaba como el Betadine, que valía para curar todo tipo de herida y otros males. De hecho el mismísimo Dioscórides Anazarbeo (nacido en Anazarbus, Cilicia, asia Menor (40-90 d.C.), Médico, farmacólogo, y botánico de la antigua Grecia, escribió la obra de Materia Médica, que desde los tiempos del imperio Romano hasta la Edad Media e incluso el Renacimiento, fué considerada poco menos que la Wickipedia de la "Farmacología" y en ella escribió: El Hyperico, llamado Androsemo por unos, por otros Corio, y por otros Camepytis, que quiere dezir Pinillo, porque su resina huele a resina de pino, es una mata ramosa, roxeta y de un palmo de alta, que produze las hojas como la ruda, y de flor amarilla: la qual frotada entre los dedos, resuda un liquor semejante a la sangre, de do vino a llamarse Androsemo que significa sangre humana. Nace el hyperico en lugares cultivados y ásperos. Tiene facultad de mover la orina y, aplicado por baxo, provoca el menstruo. Bebido con vino, extermina las tertianas y las quartanas. Su simiente bevida por una quarentena de días, cura la sciática y las hojas con la simiente aplicadas en forma de emplastro, sanan las quemaduras del fuego.
En un lugar como La sauceda, fue todo un lujo contar una vez mas con las charlas didácticas de Don José Guerrero, em "Maestro Geobotánico", si mal no recuerdo, la primera planta ante la que se detuvo fue el hipérico, de la que nos contó, que en tiempos del Imperio Romano, se utilizaba como el Betadine, que valía para curar todo tipo de herida y otros males. De hecho el mismísimo Dioscórides Anazarbeo (nacido en Anazarbus, Cilicia, asia Menor (40-90 d.C.), Médico, farmacólogo, y botánico de la antigua Grecia, escribió la obra de Materia Médica, que desde los tiempos del imperio Romano hasta la Edad Media e incluso el Renacimiento, fué considerada poco menos que la Wickipedia de la "Farmacología" y en ella escribió: El Hyperico, llamado Androsemo por unos, por otros Corio, y por otros Camepytis, que quiere dezir Pinillo, porque su resina huele a resina de pino, es una mata ramosa, roxeta y de un palmo de alta, que produze las hojas como la ruda, y de flor amarilla: la qual frotada entre los dedos, resuda un liquor semejante a la sangre, de do vino a llamarse Androsemo que significa sangre humana. Nace el hyperico en lugares cultivados y ásperos. Tiene facultad de mover la orina y, aplicado por baxo, provoca el menstruo. Bebido con vino, extermina las tertianas y las quartanas. Su simiente bevida por una quarentena de días, cura la sciática y las hojas con la simiente aplicadas en forma de emplastro, sanan las quemaduras del fuego.
1ª parte: Ascensión de La Ermita de La
Sauceda al cerro del Aljibe:
Una
vez que pasamos al otro lado de la verja de entrada, el camino hasta la ermita,
ya nos recibe entre grandes quejigos, fresnos, alisos y monumentales
alcornoques, desde los primeros metros nos acompaña la música acuática del
arroyo de Pasadallana que al principio llevamos a nuestra derecha, un primer
puentecillos metálico que lo atraviesa nos hace dudar, pero nosotros nos
mantenemos en el sendero principal que va pasando junto a una antigua alberca,
varias ruedas de molino dispersas por la zona, ruinas de viejos hornos de
piedra, colonizados por la vegetación, que nos hablan de los antiguos usos y
costumbres del lugar. Nuevos paneles indicativos que nos señalan: Salida,
Recepción Refugios (bungalows). La abundante hojarasca de alcornoques y
quejigos, unida a la humedad del entorno, invita a pensar que nos encontramos
en un entorno privilegiado para buscar setas en época de otoño.
Atravesamos el segundo puente metálico que nos encontramos, quedando a partir de aquí el arroyo de Pasadallana a nuestra izquierda. Inmediatamente después pasamos junto a una gran alberca (seca) que queda a la derecha del sendero y comenzamos a encontrarnos con los denominados refugios, que en realidad son coquetas casas de piedras, debidamente construidas en perfecta armonía con el entorno y que forman parte de lo que viene a ser un precioso complejo rural: http://www.lasauceda.es/p/instalaciones.html
Atravesamos el segundo puente metálico que nos encontramos, quedando a partir de aquí el arroyo de Pasadallana a nuestra izquierda. Inmediatamente después pasamos junto a una gran alberca (seca) que queda a la derecha del sendero y comenzamos a encontrarnos con los denominados refugios, que en realidad son coquetas casas de piedras, debidamente construidas en perfecta armonía con el entorno y que forman parte de lo que viene a ser un precioso complejo rural: http://www.lasauceda.es/p/instalaciones.html
Donde
nos encontramos con zonas de fuentes, barbacoas y todo ello en medio de un
entorno mágico que nos deleita conforme vamos avanzando, no tardamos en
encontrarnos con las primeras balizas indicativas del sendero de La Sauceda,
que ahora nos conducen a un segundo puente de madera, tras el cual llegamos a
las ruinas de la Ermita, lugar emblemático donde los haya y todo un símbolo de
la masacre que tuvo lugar aquí en los primeros meses de la Guerra Civil. Si
bien, es cierto que la famosa "Desbanda" de Málaga" fue de los
mayores genocidios de aquellos tres años de pesadilla (mas los posteriores de
la Post Guerras, que en muchos casos se vivieron aún de forma más dramática),
lo vivido en La sauceda, fue una especie del "Guernica del Sur". En tan
emblemático lugar, estimamos oportuno leer unos fragmentos extraídos del libro "Un valle de dolor, La tragedia de la
Sauceda", del investigador
ceutí Luis García Bravo, uno de los pioneros en la investigación sobre la
recuperación de la Memoria Histórica.
Hasta los pájaros callaron…
En
el libro “Un valle de belleza y dolor. La tragedia de la Sauceda”, dejó escrito
García Bravo: “… Fueron aquellos meses de noviembre de 1936 a finales de
febrero de 1937 los que harán que aquel valle de luz y belleza se convirtiera
en un lugar de oscuridad, tristeza y mucho dolor. Tras los incansables
bombardeos de los aviones rebeldes que destruirían para siempre aquellas casas
hechas con mucho sudor, de muros de piedra y techos de brezos, los molinos, la
ermita y todo cuanto fue la aldea de la sauceda, dando lugar a que familias
enteras huyeran despavoridas sin saber a dónde ir o dónde ocultarse, cada
familia padeció la tragedia y el dolor que duraría tres largos años de guerra y
una larga posguerra, con el sabor del miedo y el silencio obligado.
Todo quedó
arrasado; ya no se escuchaba ni tan siquiera el graznido de las águilas y hasta
los pájaros callaron, los arroyos enmudecieron; solo el frío viento de invierno
y el miedo estaban presentes en aquella tragedia de horror y muerte que envolvió
a todo el valle de la sauceda. Solo quedó la presencia oscura de muerte, de
fusiles, bombas, voces de mando y miedo, mucho miedo, que, al llegar las
atardecidas de noviembre a febrero, solo eran interrumpidas por lamentos,
gritos desgarradores y el sonar de disparos, que provenían del cortijo del
Marrufo, allí donde eran pasados por las armas, sin juicio, hombres y mujeres,
vilmente asesinados. Así quedaban grabados para siempre en el silencio del
valle sus gritos y lágrimas. Aquel lugar, ‘El Cortijo del Marrufo’, el que no
hacía mucho tiempo dio trabajo a los vecinos del valle, y donde se celebraron
bodas alegres y festivas, pasó desde primero del mes de noviembre hasta finales
de febrero de 1937 a convertirse en un lugar de hacinamiento masivo, de terror
y de muerte, al cual iban llegando detenidos hombres y mujeres, incluso niños,
vecinos de todos los pueblos de los alrededores. Se convirtió el lugar en un
destacamento al mando de quien había dirigido una de las columnas rebeldes que
ocuparon la zona, el teniente de la Guardia Civil y jefe de la línea de
Ubrique, José Robles Ales.
En
la "Historia del Movimiento Liberador de España en la provincia
gaditana", publicado en Cádiz en 1944, Eduardo Julia Téllez, cronista de
la Diputación Provincial, nos relata de esta manera la liberación de Alcalá de
los Gazules: "El 31 de octubre, fuerzas del Batallón de Milicias del
Puerto de Santa María, destacadas en este pueblo, acompañadas de los
falangistas y voluntarios, emprenden una marcha hacia el lugar conocido por
Puerto Galis, consiguiendo tras larga lucha vencer la resistencia de los
elementos marxistas y establecer contacto con la columna que llegaba de Jerez
de la Frontera mandada por el Marqués de Casa Arizona. La operación, como
decimos, fue verdaderamente dura, pero se consiguió, con la ayuda también de la
aviación, que tomó parte en ella, poner en fuga a los que allí se habían hecho
fuertes y aprisionar a muchos de ellos, continuando el avance hasta adueñarse
de la Aldea de La Sauceda de Cortes, destruyendo los reductos rojos y
haciéndose numerosos prisioneros, que son llevados a distintas cárceles. Al día
siguiente, cumplidos los objetivos señalados por el mando, regresa la columna a
su punto de procedencia, habiendo conseguido despejar el justo ambiente de
temor creado por la proximidad de los revoltosos que amenazaban constantemente
no solo la población de Alcalá, sino sus alrededores".
"Todavía
quedaron diseminados algunos elementos por distintos lugares de las cercanías,
pero con todos estos fueron acabando los falangistas, haciéndolos prisioneros,
libertando a las personas que tenían secuestradas y, como ya decimos, haciendo
que por fin reinara la más absoluta tranquilidad".
También en el Diario de la Falange de Alcalá de los Gazules encontramos referencias claras al respecto: "En la mañana siguiente establecimos contacto con otra columna que al mando del Teniente de la Guardia Civil D. José Robles había salido de Ubrique y que ocupó el cortijo de El Marrufo; partiendo todos en dirección a La Sauceda donde ya habían entrado las columnas mandadas por el comandante Hidalgo, integradas por un tabor de regulares y la Falange de Cádiz mandada por el camarada Manuel Mora Figueroa, que había salido de Jimena de la Frontera. Hubo poca resistencia del enemigo en la operación pues al iniciar la aviación (tres aparatos) su ataque, cundió el pánico en las filas marxistas y sólo quedó que hacer operaciones de limpieza durante todo el día y recuperación de un inmenso número de cabezas de ganado de todas clases que previamente habían sido robadas de todas estas campiñas por los rojos".
También en el Diario de la Falange de Alcalá de los Gazules encontramos referencias claras al respecto: "En la mañana siguiente establecimos contacto con otra columna que al mando del Teniente de la Guardia Civil D. José Robles había salido de Ubrique y que ocupó el cortijo de El Marrufo; partiendo todos en dirección a La Sauceda donde ya habían entrado las columnas mandadas por el comandante Hidalgo, integradas por un tabor de regulares y la Falange de Cádiz mandada por el camarada Manuel Mora Figueroa, que había salido de Jimena de la Frontera. Hubo poca resistencia del enemigo en la operación pues al iniciar la aviación (tres aparatos) su ataque, cundió el pánico en las filas marxistas y sólo quedó que hacer operaciones de limpieza durante todo el día y recuperación de un inmenso número de cabezas de ganado de todas clases que previamente habían sido robadas de todas estas campiñas por los rojos".
Los bombarderos alemanes Stukas martillearon La Sauceda de
forma reiterada y minuciosa hasta su total desaparición. Bien podría Picasso
haberlo dejado reflejado en una de sus obras, pero por aquella época Andalucía
y en general todo el sur de España con un tremendo índice de analfabetismo en
el medio rural era sistemáticamente ignorado y marginado por los Gobiernos de
la época y hasta muchas décadas después, no se pudieron empezar a sacar a la
luz, las muchas barbaridades que también se cometieron en Andalucía. Lo único
que quedó en pie fue lo que hoy vemos de la ermita. Se dijo que en sus ruinas
aparecieron algunos campesinos ahorcados y que lúgubres campanas estuvieron
doblando durante muchos días después del bombardeo, a pesar de que ya no había
ni campanas ni campanero ni quien pudiera oírlas.
Finalizada
la charla, retomamos la marcha con una extraña mezcla de sentimientos, reflexionando sobre las atrocidades cometidas en la Guerra Civil española (y en cualquier guerra, en realidad), el máximo respeto y la tristeza por quienes allí sufrieron, murieron y
padecieron injusta, y absurdamente y la magia de la belleza que allí nos rodea por todas
partes, donde cada rincón parecía recordarnos: "¡Haz el amor y no la
guerra!", mientras las hojas de los árboles mecidas por la suave brisa nos hacían llegar la melodía del "IMAGINE" (John Lennon). Dirigiendo nuestros pasos hacia el extremo norte de la gran
explanada de la ermita, donde nos
encontramos con una gran angarilla,
que debemos atravesar y que en pocos metros nos conduce a un cruce de caminos
en forma de “T”. Junto a un aljibe de hormigón podemos ver una baliza que nos
indica la subida a El Aljibe (a la izquierda), que es nuestro camino
a seguir y la Laguna del Moral (a la derecha), que es nuestro teórico
camino de regreso.
En este punto es donde empieza propiamente dicha la senda de La
Sauceda-pico del Ajibe, que en su primer tramo discurre bastante rectilíneo, por
una pista terriza flanqueada de alcornoques monumentales, que en suave
ascensión se transformará en sendero unos 300 m mas allá mientras vamos
caminando con un mar de helechos a ambos lados. No tardamos en encontrarnos con
los primeros ejemplares de rododendros, también conocidos como hojaranzos, con
sus preciosas flores rosas, parecidas a las adelfas, pero más delicadas, y
también en torno al cauce de un arroyo, en este caso, al arroyo de Pasadallana,
que vamos llevando a nuestra izquierda. La humedad que proporcionan las
abundantes nieblas hacen que este sea un lugar idóneo para que en él se
desarrollen numerosos endemismos, favorecidos por la peculiar fusión del
ambiente Mediterráneo y Atlántico que caracteriza al Parque Natural de Los Alcornocales, uno de los más valorados de
Europa desde el punto de vista botánico.
En el punto donde el camino queda más cerca del arroyo, casi a su misma
altura, aprovechamos la ocasión, como ya es tradición, para abandonarlo momentáneamente el camino y
fusionarnos con el idílico bosque de ribera, pudiendo llegar hasta la misma
orilla del arroyo de Pasadallana, que
tal y como suele ocurrir en los últimos días de mayo, principios de junio,
suele estar engalanado con sus rododendros
. Es más, mientras el terreno lo permita es recomendable caminar junto al
arroyo aguas arriba, respetando siempre el medio ambiente, hasta que llega un
momento donde la pendiente se hace más pronunciada y debemos retornar al
cercano sendero principal, en todo
momento, bien señalizado con las balizas blanquiverdes de SL.A-126.
Desde el inicio tenemos la sensación de estar caminando por un bosque
encantado. Los amantes de la fotografía encontrarán un buen motivo para
detenerse cada pocos pasos, cuando no es por un rincón mágico como un gran
roquedo de arenisca que pronto queda a nuestra derecha, lo será por el primer
plano con MACRO de un rododendro en flor o de una orquídea con sus mágicos
colores.
Los alcornoques y los quejigos están por todas partes recubiertos de
musgo verde. Además también existen retazos de bosque de Laurisilva, último lugar de la Península Ibérica
donde se puede observar este tipo de bosques tan frecuentes en el periodo Jurásico que ya solo nos encontramos en
las islas canarias, concretamente en: Garajonay,
la Palma y la Gomera, y otros archipiélagos
como las mágicas Azores y Madeira, altamente recomendables para los amantes del
senderismo y la naturaleza en general .
En todo momento el sendero se mantiene paralelo al arroyo-canuto de Pasadallana, envuelto en una vegetación semi
tropical tan abundante, que sólo en ocasiones nos permitirá contemplar alguna
que otra poza y pequeñas chorreras, que en todo momento quedan a nuestra
izquierda, mientras no dejamos de vadear pequeños afluentes tributarios que
casi siempre nos llegan por nuestra derecha. No obstante, el sonido del agua
nos va acompañando durante gran parte de la ascensión.
Llega un momento que el escalonado sendero enlaza con el carril cicloturista a la altura de un aljibe, donde hicimos la primera parada
de reagrupamiento, tras la cual Rafa "El Califa" estimó más oportuno
regresar sobre sus pasos para no forzar la máquina. Finalizado el tiempo de
refrigerio, continuamos por el carril terrizo, unos 300 m en dirección ESTE por
el dócil carril cicloturista de La Sauceda, por donde seguiremos caminando bajo
la sombra de grandes alcornoques y quejigos, llevando el monte a nuestra
izquierda y el valle a nuestra derecha tapizados de helechos donde aquí y allá
nos deleitamos con las flores de los rododendros, que curiosamente van adquiriendo
un tono que va del rosa al violeta cada vez más oscuro e intenso, conforme
vamos ganando altura.
El punto donde abandonamos la pista, ladera arriba, hacia nuestra
izquierda, se encuentra perfectamente señalizado, encarando ahora un tramo de
fuerte pendiente pero bastante escalonado y muy llevadero teniendo en cuenta
que vamos protegidos en todo momento por la exuberante vegetación en la que
estamos inmersos. De vez en cuando nos
vamos encontrando pequeños claros de bosque, troncos centenarios de tamaño colosal
que invitan a ser fotografiados, algunos caídos sobre el sendero, sobre todo
los que han crecido al borde de una pendiente que ha sido erosionada por el
agua de la lluvia, quedándose sin suelo suficiente para soportar todo el peso
del árbol, que incluso caído sigue siendo bello.
Una paradoja de la vida en sí que nos recuerda una vez más que nada es para siempre y que hasta las torres más altas terminan cayendo, por muy fuertes y seguras que se sientan, durante alguna etapa de nuestra efímera existencia. A la altura del manantial conocido como la Fuente de la Perra, el sendero se vuelve pedregoso y empinado, discurriendo a lo largo de casi 100 m por una pedrera donde resulta imposible escapar del agua y el barro en época de lluvias, pues vamos ascendiendo literalmente por un camino de agua, donde su sonido nos acompaña en todo momento y es que no se nos ocurre un nombre más apropiado que el de Aljibe, para la cumbre hacia la cual nos dirigimos.
Una paradoja de la vida en sí que nos recuerda una vez más que nada es para siempre y que hasta las torres más altas terminan cayendo, por muy fuertes y seguras que se sientan, durante alguna etapa de nuestra efímera existencia. A la altura del manantial conocido como la Fuente de la Perra, el sendero se vuelve pedregoso y empinado, discurriendo a lo largo de casi 100 m por una pedrera donde resulta imposible escapar del agua y el barro en época de lluvias, pues vamos ascendiendo literalmente por un camino de agua, donde su sonido nos acompaña en todo momento y es que no se nos ocurre un nombre más apropiado que el de Aljibe, para la cumbre hacia la cual nos dirigimos.
A partir de una cerrada curva del sendero encaramos el último tramo de ascensión
a través de un bosque de pequeños robles melojos que de seguir recto nos
conducen hasta la pista terriza secundaria, que tomándola a la izquierda, nos
conduce hasta la cumbre sin margen de error. Sin embargo, como siempre que
repetimos destino, nos gusta darle una pequeña variante y es por ello, que en
esta ocasión, tomamos un ramal secundario que rápidamente sale a campo abierto,
quedando el valle de la sauceda y parte de la carretera que conduce hasta ella,
allí abajo a nuestra izquierda, y dejando a nuestra derecha un magnífico tajo
de arenisca, perdiendo el sendero incluso un poco de altura entre abundante
vegetación, para rápidamente volver a ganar altura, llevándonos hasta la
divisoria de aguas de la loma que tenemos en frente, donde nos encontramos con
una valla que salvamos mediante una angarilla, tras la cual iniciamos el último
tramo de ascensión por un perdido sendero de ganado, que pronto coincide con
una torrentera de arenisca que nos conduce directamente hasta la base del
roquedo donde se encuentra la Pilita de la Reina, al que subió parte del grupo
y más tarde al promontorio vecino de "El Aljibe" (1.094 m), punto mas
alto del parque natural de Los Alcornocales, cuyo vértice nos lo encontramos
derruido junto a su base, posiblemente por un rayo. Independientemente de
leyendas peregrinas, como la del último baño que se dio la Reina Isabel en la
pilita antes de conquistar Granada y que más bien pudo ser una tumba
antropomorfa en su día.
Existe otra teoría mucho más coherente que dicen que lo que se conoce como "Pilita de la Reina", que en realidad es un pequeño aljibe natural que permanece lleno de agua, tras época de lluvias, es al mismo tiempo el que se conoce como pico del Aljibe, independientemente de que el v.g. se haya colocado en el promontorio vecino, que es el que la mayoría conoce como pico del Aljibe, de hecho, ambos tienen prácticamente la misma altura.
Existe otra teoría mucho más coherente que dicen que lo que se conoce como "Pilita de la Reina", que en realidad es un pequeño aljibe natural que permanece lleno de agua, tras época de lluvias, es al mismo tiempo el que se conoce como pico del Aljibe, independientemente de que el v.g. se haya colocado en el promontorio vecino, que es el que la mayoría conoce como pico del Aljibe, de hecho, ambos tienen prácticamente la misma altura.
Desde el vértice geodésico, o mejor dicho el lugar donde se encontraba,
tenemos vistas hacia el cerro del Montero fácilmente reconocible con la bola
del radar de su base militar, el Campo de Gibraltar al sur; al suroeste el
embalse de Barbate junto al cual se encuentra Alcalá de Los Gazules; al Oeste,
descollando sobre la meseta, la cumbre del
Picacho (882 m) con un telón de fondo de onduladas colinas y tierras de
cultivo que en gran parte pertenece a Jerez, Medina Sidonia; al Norte la
modesta sierra de La Gallina y por
detrás cerrando el horizonte la crestería de la sierra del Pinar, techo provincial de Cádiz en el corazón del
parque natural sierra de Grazalema, con el embalse del Guadalcacín a la
izquierda, al otro lado del cual se encuentra Arcos de la Frontera; y al Este,
el hacho de Gaucín, Reales de Sierra Bermeja y otras sierras
malagueñas, incluida la sierra de Las Nieves, por encima de la espectacular masa forestal de La Sauceda y todo su entorno
hacia la reserva nacional de Caza de Cortes de la Frontera.
2ª parte: Descenso desde el
Aljibe a la Laguna del Moral:
Una vez hecha la foto de grupo en el lugar que hasta hace poco ocupaba el
vértice geodésico, volvemos a pasar a los pies de la Pilita de la Reina, que
dejaremos a nuestra derecha para pasar al otro lado del muro de piedra
enlazando con un carril terrizo, que de tomar a la izquierda, dirección oeste
nos llevaría hacia la Loma de la Baña, discurriendo por un cortafuegos hacia el
Picacho, sin embargo, lo tomamos a la derecha, dirección este, aunque
rápidamente gira dirección norte, coincidiendo con el tramo final del sendero
oficial La sauceda, pico del Aljibe, pronto llegamos al cruce que coincide con
la zona superior del bosquete de robles melojos, por donde iniciaríamos el
descenso sobre nuestros pasos. Pero, en esta ocasión, nos mantenemos sobre el
carril terrizo y secundario que en dirección N, discurre paralelo a la línea
interprovincial Málaga (a nuestra derecha) y Cádiz (a nuestra izquierda),
descendiendo de una forma muy tendida, volviéndonos a adentrar poco a poco en
la franja de robles melojos, donde quedamos al resguardo del frío viento que
soplaba en la zona superior y teniendo en cuenta que era hora y lugar propicio,
aprovechamos para improvisar mesa y mantel y disfrutar allí del almuerzo que
cada cual llevaba en su zurrón.
Mientras parte del grupo finalizaba su almuerzo, aprovechamos para soltar
otra parrafada histórica del lugar recordando que La Sauceda es una
de las pocas poblaciones españolas que tienen el honor de haber sido nombradas
explícitamente por Cervantes en su obra, en este caso en el “Coloquio de los Perros”, donde en un cierto
momento, Berganza dice a su canino amigo Cipión:…”Dejólos encerrados, y volvió
a coger los trofeos de la batalla, que fueron tres vainas, y luego se las fue a
mostrar al asistente, que, si mal no me acuerdo, lo era entonces el licenciado
Juan Sarmiento de Valladares, famoso por la destrucción de La Sauceda…”.
A diferencia con lo ocurrido después de la masacre producida
por los fascistas de 1936 (ahora La Sauceda es “lugar de acampada”), no
tardaron
los
espíritus libertarios de la época en reconstruir el poblado utilizando ya los
elementos arquitectónicos (las cabañas llamadas “moriscos”) que ahora sólo
retenemos como detalles fugitivos en fotografías y creando las bases de lo que
ahora se denomina cante jondo y baile flamenco.
En
efecto, allí se refugiaron Pedro Machuca San Juan, capitán desaforado del
ejército español, proclamado caudillo general de la República Libre de la
Sauceda, y sus 300 desaforados, junto con moriscos verdaderos y monfíes,
judíos, gitanos y bandoleros de Sierra Morena, que se juntaron en este
recóndito lugar.
Es el caso que el sucedido de Pedro Machuca San Juan (también
conocido como Roque Amador de Mesa) y sus desaforados en La Sauceda es de los
más increíbles e intrigantes de la historia de España. Fechada en 13 de Mayo de
1590 recibió el rey Felipe II la siguiente carta firmada por Pedro Machuca San
Juan y ocho de sus capitanes en nombre de los trescientos habitantes de La
Sauceda:
“Yo, Pedro Machuca San Juan, capitán de su majestad, soy
en verdad aquél a quién se conoce como Roque Amador de Mesa. En mi propio
nombre y en el de mis ocho compañeros, cabezas de los demás desaforados que,
hasta un total de trescientos, habitamos la dehesa conocida como La Sauceda,
queremos haceros llegar este mensaje, fiados de vuestra piedad, comprensión y
justicia. Los que aquí hemos venido llegando, desde hace veinte años, de una y
otra manera nos hemos visto forzados a desahuciarnos de un mundo, que nos
imponía un modo de proceder contrario a nuestra naturaleza humana. Desde
entonces vivimos compartiendo el corazón de estos parajes con gentes sencillas,
nativos vaqueros que permanecen fieles a las leyes de la Naturaleza, desde que
Dios pusiera a los padres de sus padres en aquel mundo virginal de los orígenes
del tiempo. Sin embargo, ya hace tiempo que esperamos el final de una situación
a la que nos forzó la injusticia de un mundo que no comprendemos ni
compartimos… Por todo ello, cansados ya del daño que en contra de nuestra
voluntad, venimos haciendo a caminantes y mercaderes y que, en gran parte,
viene originado por las necesidades de abastecimiento de los propios
prisioneros, hacemos súplica del perdón real, que de vuestra mano provenga y
que, indulgente con nuestra forzada forma de proceder, ponga fin a esta
situación desafuero…”
¡No tiene desperdicio el documento histórico! Ni tiene
desperdicio esta misiva ni mucho menos lo tiene la reacción del rey.
Dicen los cronistas que a quien correspondió llevar la
respuesta del rey fue a Argote de Molina y que éste partió de Sevilla para
llegar a La Sauceda el 24 de Junio de 1591 “…
con luzido acompañamiento de 24 Cuadrilleros, gallardos i bien dispuestos,
vestidos de verde, con sus Alfanges pendientes i sus Ballestas al ombro i 12
Criados de librea; i 4 Lacayos todos del mismo color. A su lado derecho el
Licenciado Valladares alcalde de Casa i Corte (famosso juez) el cual traía la
indulgencia. Llegaron a la ciudad de Xerez i llevando consigo al Corregidor i
Ciudadanos, avisaron 8 días antes al Capitán (a quien los días se le hazían
años) salió con su exército a recebirlos i con grande alegría i orden.
Repartidos en escuadras con sus Arcabuzes, vanderas y Cascos. Baxando por
cuatro veredas de la Sierra a juntarse en el Camino Real, i haziendo apunto sus
salvas, los cogieron en medio, i besando las manos a los juezes con muestra de
obediencia i umildad, caminaron por entre muchos Arcos Triunfales a su Cueva.
Donde estava levantado un luzido Teatro de enrramadas de Laurel, de Mirto y
otras yervas i flores olorosas, i uno i otro adornados de mucha Caça de
Liebres, Conejos, Cabras, Venados i Jabalíes. I asentándose por orden en sus
gradas, informó Argote a favor de los Delinquentes, i el Alcalde leyó la Carta
de Perdón general, de parte del Rey nuestro Señor. La cual oyeron todos de
rodillas, clamando vivas al Rei Filipo. Dieron de comer a los guéspedes lo
mejor que pudieron, sirviendo de Mesas aquellos espaciosos Prados, i a bever
antiguos i preciosos vinos, i aguas puras i frescas; con Bailes y Danças a su
modo. I dándoles el Provincial un rico i liberal Donativo se partieron, unos a
sus tierras, otros a servir sus nuevas Plaças, quedando la Sauceda desierta i
los caminantes libres i la tierra segura.”
Finalizado el almuerzo, continuamos dirección N, en tendido descenso,
poco a poco los robles iban quedando atrás y el carrilillo terrizo, comienza a
girar a la derecha, dirección N-E, atravesando un tramo de monte bajo donde
predominan brezo, aulagas, matagallos y otros matorrales, que nos permitían
contemplar gran parte del valle de La Sauceda a nuestra derecha (este) y el
embalse de Guadalcacín al norte. Conforme el camino comenzaba a descender,
volvíamos a adentrarnos en zona de alcornoques y quejigos monumentales, que nos
siguieron acompañando cuando minutos más tarde, enlazábamos con el carril
cicloturista, que tomábamos a nuestra izquierda, dirección N,N-O, en sentido
descendente, hasta que poco después lo abandonábamos para tomar un sendero
perdido, que mas que verse se intuye oculto bajo la abundante hojarasca, sin más
referencia que el modesto arroyo (canuto) del Moral, que durante un buen trecho
llevamos a nuestra izquierda, a escasa distancia, por empinada ladera, a veces,
casi campo a través, por uno de los tramos más bonitos, inéditos y salvajes del
recorrido, vadeándolo unos 300 m mas allá, para seguir en paralelo al mismo,
pero ahora llevándolo a nuestra derecha, hasta venir a enlazar con el
mencionado carril cicloturista, que ahora tomamos en dirección E, a nuestra
izquierda, para inmediatamente después abandonarlo, tomando un ramal de sendero
a la derecha, que nos conduce hasta al idílico y recóndito paraje de La Laguna del Moral,
lugar ideal para la meditación, que irradia una paz y un magnetismo, como en
pocos lugares he percibido. Un auténtico santuario de paz, donde uno se siente
en perfecta armonía con la Naturaleza:
Las
aguas, los olores, la vegetación intrincada, los quejigos, fresnos, alisos,
sauces y alcornoques; los “canutos” creados por las corrientes con su vegetación
cálida y terciaria; la rareza y espiritualidad de los matorrales, tienen el
distintivo de los duendes de Goethe, de San Juan de la Cruz y de Lorca. Ya lo
decía el escritor rondeño de mediados del Siglo XVI Vicente Espinel en su
novela picaresca “Vida del escudero Marcos de Obregón”, “fuíme a La Sauceda
donde hay lugares y soledades tan remotas, que puede un hombre vivir muchos
años sin ser visto ni encontrado si él no quiere”. “Soledades” gongorinas y
horizontes negros lejanos.
Tras
varios minutos de obligada parada para recrearnos con la magia y el encanto del
entorno de la laguna. Me vi obligado a retornar a La Sauceda por la vía más rápida
para llegar a tiempo al hotel, optando por el comodín del carril cicloturista,
pero recomendándole a todos los compañeros del grupo que disponían de más
tiempo, que continuaran por el sendero, que desde allí parte en dirección
S,S-O, para retornar a la Ermita, sin abandonar la compañía de los monumentales
quejigos y alcornoques. A diferencia de la pista cicloturista que discurre por
un paisaje de valles y llanuras.
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