domingo, septiembre 08, 2019

Curso bajo del río Hozgarganta y del río Guariaro hasta su estuario


Entorno: Últimos cinco kilómetros del río Hozgarganta antes de desembocar en el Guadiaro y últimos 7 km del río Guadiaro antes de desembocar en el Mediterráneo
Pueblos de referencia: San Martín del Tesorillo dirección Jimena de la Frontera (inicio) y Estuario del Guadiaro en la Urbanización Sotogrande (Final).
Hora y punto de encuentro propuesto: A las 9.00 para desayunar o a las 9.30 am ya desayunados, en el Hostal Restaurante Montilla, justo en el tramo de carretera de transición entre la N-340 y la A-7, a la altura de Torreguadiaro (Telf. 956.61.58.37), típico sitio por delante (o cerca) del cual hemos pasado siempre que vamos desde Málaga, en dirección Algeciras.
Para no pasarnos de largo, mejor tomar la entrada que hay a la gasolinera CEPSA, justo antes de llegar al Rrstaurante. (Ver fotos y mapas, no tiene pérdida).
Cómo llegar al Hostal Restaurante Montilla (punto de encuentro):
Si vienes por la N-340 desde Málaga, por la costa, dirección Algeciras, poco después de dejar atrás Sabinillas, al llegar a la rotonda que está a la altura de Torreguadiaro, hay un corto tramo recto de unos 300 m, que te lleva hasta otra rotonda que enlaza con la A-7, pues a mitad de ese tramo recto, hay una gasolinera CEPSA a la derecha y justo después el mencionado Hostal Restaurante Montilla.
Logística de coches en inicio/final de ruta: Lo más fácil es trasladarnos con los coches directamente hasta el inicio del recorrido y una vez que lleguemos al final llamar al Taxi de Sotogrande (móvil 607869046) para que lleve a los conductores hasta el inicio del recorrido a recuperar los coches.
Distancia aprox. 12 km compartidos entre dos ríos el Hozgarnata (5) y el Guadiaro (7).
Desnivel aprox.  40 m descenso prácticamente imperceptibles, por el cauce de ambos ríos.
Hora prevista de finalización: Entre las 18.30 y las 19.00 pm
Nivel dificultad Técnico: Fácil.
Nivel dificultad Físico: Medio-Alto, debido a la profundidad que el río presenta en algunos tramos con mas de 100-200 m continuo de nado. Si bien, existen algunos puntos de fuga y cortos tramos paralelos alternativos.
Tipo suelo: lecho del río Hozgarganta y Guadiaro en sus tramos finales con predominio de fondos fangosos, algún que otro tronco atravesado.
Tipo de recorrido: lineal.
Fecha de realización: Viernes 6 de Septiembre 2019
7 Participantes: La mítica Celia "La Hechicera du Sao Paulo", su hijo Darío "El Magnífico" que aportó unos magníficos datos históricos, la debutante "Loli" que aprobó su examen de ingreso en "El Pelotón Chiflado" con sobresaliente, Mábel "Libre y Salvaje" que aportó grandes valiosos datos científicos y demostró una vez más su impresionante estado de forma, Eduardo "El Último Samurai" disfrutó de su ruta acuática mas espectacular, Juan "El Ilustrado" ruta a ruta se está ganando un puesto en el equipo titular y un servidor: Juan Ignacio Amador, que pasaba por allí.
Material recomendado:
NEOPRENO, no es imprescindible, pero sí muy recomendable para todo aquel que lo tenga, aunque sea uno cortito tipo surfero.
TUBO ESTANCO: Imprescindible para proteger comida, cámara, llaves, móvil y todo aquello que sea susceptible de estropearse con el agua. Además los tubos estancos se agradecen mucho en los tramos largos de nado, pues nos hacen las veces de flotador.
Funda estanca para cámaras y si se lleva cámara acuática, genial. Protección solar, cremas, gorra, gafas de sol.
CALZADO: Botas de trecking o de barranquismo quien la tenga (ideales para este tramo del río Guadiaro, muy rocoso con terreno irregular la mayor parte del tiempo). También se pueden hacer en zapatillas de deporte o en general cualquier calzado que sea fuerte y con buena suela de agarre, pero las botas de trekking nos protegen de los golpes en los tobillos.
BASTONES: o al menos uno de madera (que flote), aunque a a mucha gente les puede resultar un estorbo en los largos tramos de nado.
TOALLA + MUDA DE CALZADO Y ROPA CÓMODA que deberemos dejarlo al comienzo de la jornada  en el maletero de los coches que se queden en la Urb. Sotogrande. 
A TENER EN CUENTA:
1º) Es imprescindible saber nadar pues existen algunos tramos de nado con pozas profundas muy largas, aunque en muchos tramos del recorrido se puede caminar por la orilla.
2º) No olvides llevar una muda de ropa que abulte muy poco en tu bote estanco, así como unas chanclas para poder cambiarte cuando llegues al final de ruta. Junto con dinero suficientepara tomarte algo al final de recorrido y ayudar a pagar el taxi, necesario para recuperar los coches que habrá que dejar en el inicio de recorrido.
Introducción y algunas pinceladas históricas del lugar:
Con un poco de antelación sobre la hora prevista llegamos con tiempo para desayunar tranquilamente en el punto de encuentro, que en esta ocasión fue el Restaurante Montilla, aledaño a la gasolinera, que hay en el tramo que enlaza la N-340 y la A-7 a la altura de Torreguadiaro, desde donde tomamos la carretera comarcal que nos lleva hasta San Martín del Tesorillo. Después de dejar a nuestra derecha la pedanía de San Enrique de Guadiaro y a la izquierda la de Guadiaro, separadas por el río Guadiaro que discurre paralelo a la izquierda de la carretera, sobre el río llama la atención el denominado “Puente de Hierro”, a cuyos pies haríamos la parada del almuerzo horas más tardes.
Atravesando durante un corto trayecto una esquinita de la provincia de Málaga, concretamente a la altura de la pedanía de “El Secadero”, que tal y como nos informó nuestro licenciado en Historia Contemporánea "Darío el Magnífico": en la actualidad cuenta con más de 1000 habitantes, dedicados principalmente al cultivo de cítricos, y que perteneciente al municipio de Casares, junto a la ribera del río Guadiaro, un núcleo de población surgido en la década de 1950 con las instalación de tres familias procedentes de Casares que se lo compraron a Juan March, el latifundista que vendió todas las tierras de la zona a agricultores del campo de Gibraltar y sus alrededores. Segun el dicho popular su nombre viene que antiguamente  era un secadero de cereales, aunque el taxista que nos trajo de vuelta al finalizar la ruta en Sotogrande, nos contó que el nombre de "Secadero" se debía q que era el lugar hasta donde se transportaba la grava que extraían del río Guadiaro y que expandían en una gran planicie para que se secara.

Inmediatamente después del Secadero, atravesamos el río Guadiaro, por un puentecillo desde donde se suele comenzar el descenso del Guadiaro en kayaks en los meses que éste baja cargado. Un par de minutos después de atravesar el puente sobre el Guadiaro, llegamos a SanMartín del Tesorillo, declarado colonia agrícola en 1879, comenzando su consolidación como núcleo poblacional a partir de la década de 1930, tras su división en parcelas y la llegada de colonos. El reconocimiento de la autonomía municipal y su término jurisdiccional, de 4.857 hectáreas, fue aprobado por Decreto de la Junta de Andalucía el 24 de abril de 1999.Tras comprar extensos latifundios a la casa de Medina-Sidonia en 1869, Martín Larios y Larios, hijo de Martín Larios Herreros (primer marqués de Larios y presidente de la Sociedad Industrial y Agrícola de Guadiaro), fundó la primera colonia agrícola. Y precisamente de aquel Martín Larios, le viene su nombre actual.

La Sociedad Industrial y Agrícola de Guadiaro, junto con la Sociedad Larios de Gibraltar, creó en la zona del Campo de Gibraltar varias colonias agrícolas, entre ellas San Martín del Tesorillo, que se dedicaba al cultivo y la transformación de trigo; San Pablo de Buceite, dedicada al cultivo y transformación del aceite de oliva; y San Luis de Sabinillas, con producción de azúcar. Todas estas localidades además de Guadiaro, San Enrique de Guadiaro y Torreguadiaro, pertenecen al Ayuntamiento de San Roque.
Posteriormente ya en los años cuarenta, concretamente en 1.944, D. Juan March, latifundista que le compró todas estas tierras a los Larios, decide parcelar y vender todas sus propiedades de esta zona, comenzando así la desintegración de la gran propiedad latifundista para pasar a manos de pequeños propietarios, situación que se mantiene hasta nuestros días.
Al llegar a San Martín del Tesorillo, en pleno casco urbano, la carretera traza un ángulo de 90º a nuestra izquierda, de tal modo que cambiamos nuestro rumbo N-O, por rumbo S-O, poco después de dejar atrás las últimas casas de San Martín del Tesorillo, una gran hilera de eucaliptos, alisos y sauces, delata la presencia del río Hozgarganta, que prácticamente no se puede ver en ningún momento debido a la densidad del bosque de ribera que lo envuelve y dentro del cual estaremos muy pronto. El suave perfil ondulado de esta zona, hace pensar que estos tramos del curso bajo de los ríos Hozgarganta y Guadiaro, de los que a pena existen referencia en internet, están carentes de interés paisajístico, pero nada mas lejos de la realidad.
Tal y como íbamos diciendo, unos 4 km más allá de san Martín del Tesorillo, por la carretera que se dirige hacia Jimena de la Frontera, poco antes de la cortijada de Montenegral Alto, justo antes de que finalice un segundo tramo recto de carretera, que acaba con curva a la derecha, sale un ramal a la izquierda donde se encuentra un pequeño barecillo que podríamos considerar el inicio de ruta. A él se accede por una pista terriza flanqueada de cipreses, donde podemos dejar nuestros vehículos y que a penas 80 m mas allá nos conduce a un pequeño puentecillo desde donde podemos acceder fácilmente al río Hozgarganta.
1ª Parte: Descenso de los últimos 5 km del Hozgarganta:
Antes de comenzar con la descripción habría que recordar que el río Hozgarganta:
que discurre casi en su totalidad por la zona E y S-E de la provincia de Cádiz, es uno de los ríos que se conservan en un estado más puro de toda Andalucía. Tiene una longitud de 45 km, que van desde Ubrique hasta su desembocadura en el Guadiaro, sus dos primeros tercios, discurren por una de las zonas mejor conservadas de Los Alcornocales.
Su Nacimiento se localiza en la zona denominada como Mojón de la Vibora (Ubrique), donde da lugar a la garganta de los Charcones que tras unirse a la garganta del Enemigo pasa a denominarse como Pasada Blanca, arroyo que a su misma vez se une con el de Pasadallana en la Garganta de La Sauceda, donde otros ubican su nacimiento. El caso es que a partir de la unión de estos dos arroyos en la zona conocida como Las Motillas, Cortes de la Frontera, pasa a denominarse Hozgarganta.

A este río se le considerada el último virgen de Andalucía al no tener embalses o presa desde su nacimiento hasta su desembocadura. A pesar de ello hace años que se estudia la construcción de una presa a la altura de Jimena de la Frontera,  aunque informes medioambientales desaconsejan estas infraestructuras así como el trasvase del excedente de agua en este río de acusado estiaje. Esta es una de las causas que motivan su riqueza biológica. Los depósitos aluviales asociados a su cauce están formados por arcillas, arenas, limo y gravas, que dan lugar a un acuífero que abastece en parte a las poblaciones de Jimena de la Frontera, San Pablo de Buceite y san Martín del Tesorillo. El curso alto del río pierde gran parte de su caudal durante los meses de verano, tal y como pudimos comprobar a comienzos del verano 2017, cuando hicimos el descenso del río Hozgarganta desde desde el área recreativa de Los Acebuches, hasta el Puente de la Pasada de Alcalá, a los pies de JImena de la Frontera, donde nos encontramos la mayor acumulación de enormes pozas que sustentan a la fauna local.
Si vamos a realizar esta ruta acuática en verano o a finales de Primavera, donde el río a penas fluye y muchas de las grandes pozas el agua está estancada, nos la encontraremos con un repulsivo color oscuro, que además al pisar sus fondos fangosos irá acompañado de un desagradable olor de putrefacción, que nos llevará a pensar aquello de dónde coño me estoy metiendo yo. Sin embargo, no se trata de aguas residuales, ni mucho menos, lo que ocurre es que al igual que el resto de los ríos que discurren por el parque natural de Los Alcornocales, van arrastrando sedimentos de areniscas, que unido al abundante humus, nos muestran unas aguas de color oscuro, algo tenebrosas, sobre todo en los tramos de bosques de galería. Durante la mayor parte de nuestro dioscurrir por este último tramo del Hozgarganta, iremos pisando abundantes  nutrientes inorgánicos, muchos de los cuales van disueltos en el agua y que necesitan los vegetales para crecer, y los diversos tipos de materia orgánica, mucha de la cual proviene de la ribera y es utilizada como alimento por diversos animales y descompuesta por los organismos descomponedores donde se encuentran los hongos y las bacterias.
Este tipo de rutas, no sólo son de gran belleza paisajística, sino de un gran interés desde el punto de vista biológico, botánico y geológico. Tal y como nos fue explicando la Bióloga Mabel Hidalgo Berutich en distintos puntos del recorrido: Los ríos son sistemas muy especiales, diferentes, porque en los ríos hay una aportación energética especialmente importante: la energía  del agua en movimiento, el fluir del agua. Y eso se nota mucho en un río como el Hozgarganta con un estiaje muy alto entre el verano y el Invierno. En el río se mueve todo lo que hay dentro del agua, todo está sometido a la capacidad de arrastre de este flujo imparable de agua, que va río abajo moviendo nutrientes, sedimentos y seres vivos. Esta aportación energética hace posible que los hábitat cambien de una temporada a la siguiente, que los componentes que forman el espacio en el que viven los seres vivos también cambien y que los seres vivos desarrollen estrategias especiales para sobreponerse a las fuerzas de arrastre o se dejen arrastrar cuando les convenga y retomen sus posiciones cuando las condiciones sean favorables. Sin el fluir del agua, especialmente fuerte y potente en determinadas épocas del año y más controlado en otras, los ríos no son ríos. Cuando el agua se para y se estanca en los embalses o en grandes pozas donde no fluye el agua, el ecosistema se transforma en otro diferente cuyas direcciones principales en las que se producen los cambios no son valle abajo sino en profundidad.
En nuestro caso, la entrada en el lecho del río fue decepcionante los primeros metros se encontraban prácticamente secos, tan sólo cubierto por matorral de ribera, con apenas restos de barro, que unos metros más allá de iban transformando en una especie de lodazal, que tan sólo pudimos esquivar hasta unos 100 m mas allá, cuando las zarzas de ambas orillas, ya nos obligaron a ir por dentro del río propiamente dicho. Conviene venir muy mentalizado para este tipo de río de aguas turbias que nada tiene que ver con las idílicas aguas transparentes o de tonos esmeralda del río Verde de Otivar o las pozas turquesas del Bocaleones a la salida de la Garganta Verde, aquí hay que ponerle grandes dosis de "humor amarillo" a nuestra aventura, sobre todo cuando empezamos a caminar por un lecho fangoso y unas tenebrosas aguas oscuras por donde pocos se atreverían a adentrarse en solitario. Sin embargo, no tardamos en ser conscientes de que estamos adentrándonos en un ecosistema plagado de vida. Este río es frecuentado por multitud de aves planeadoras como cigüeñas, milanos, halcón abejero, águila calzada, culebrera, buitres, alimoches. 
No obstante, como por otra parte era de esperar en este tramo bajo del Hozgarganta nos fuimos encontrando con las mas típicas de riberas como el martín pescador, el mirlo acuático, la lavandera, el ruiseñor, que sólo identifiqué por su canto, numerosas garzas y al menos un par de tipos de patos, que no pude distinguir bien, y que no tardaban en levantar el vuelo tan pronto nos acercábamos a ellos, volando todos ellos de manera coincidente, río abajo.De Jimena de la Frontera hacia arriba predominan los venados y corzos, cuya población es la más meridional del continente europeo y a veces incluso los podemos ver junto a la carretera que nos lleva hasta La Sauceda. Entre los los depredadores destacan los zorros, los ciervos, las elegantes ginetas, los tejones, la nutria, el turón, la comadreja, el gato montés y la mayor colonia peninsular de meloncillos.
A lo largo de estos últimos 5 km del río Hozgarganta, iremos flanqueados por largas hileras de altos eucaliptos algunos de los cuales han caído al agua, en la mayoría de los casos porque la erosión del río se ha llevado la mayor parte del talud de tierra sobre el que se agarraban sus profundas raíces, otras veces su caída se deberá al haberse volcado demasiado hacia el lado donde lo han ido los predominantes vientos del Estrecho. Para salvar estos troncos caídos, a veces lo haremos pasando por encima y otras por debajo, aunque haya que meter la cabeza o parte de ella por debajo del agua. También destacan los alisos, los fresnos, los sauces llorones, los algarrobos. Formando un precioso bosque de galería y sotos fluviales donde en algunos tramos los alisos y los fresnos, le roban el protagonismo a los eucaliptos. Con especial mención a una preciosa planta de ribera que nos acompañaría hasta las cercanías del estuario del Guadiaro: "La Salicaria" (Lythrum solicaria) de la familia de las Litráceas.  también conocida como la "Lisimaquia roja" aunque en realidad es de color violeta, y su mata puede alcanzar una altura de metro y medio repletas de flores color violeta.
Nuestra bióloga, especializada en botánica Mabel Hidalgo Berutich nos informo que esta planta se encuentra en su apogeo desde finales de primavera y durante el verano, en los pastizales y en las orillas de ríos, canales y acequias de casi toda la península Ibérica, de hecho también es conocida como "Arroyuela".
La salicaria ya era bien conocida en la época de Dioscórides, que la recomendaba para la disentería. También se cuenta que los ejércitos europeos de los siglos XVII y XVIII solían proveerse de reservas para combatir esta misma enfermedad, que causaba estragos en la tropa y la marinería.
De la salicaria llama la atención su elevado contenido en taninos, lo que explica su importancia como planta astringente, antidiarreica y antihemorrágica. Contiene también flavonoides, mucílagos, antocianósidos y sales minerales de hierro. Los herbolarios la dispensan principalmente como un excelente remedio natural para aliviar las diarreas nerviosas, estacionales o víricas y las provocadas por cambios de agua, colitis, intoxicaciones alimentarias leves o síndrome del colon irritable. La infusión simple de salicaria también da buenos resultados para detener las hemorragias nasales y bucales. Alivia asimismo otras afecciones dermatológicas, como eccemas, forúnculos y urticarias. El uso tópico de salicaria con otras plantas afines ayuda a limpiar heridas, desgarros, cortes y arañazos, y favorece su cicatrización (ver fórmula de herbolario). Las hojas frescas de salicaria en emplasto también ayudan a cicatrizar heridas y quemaduras.
Al llegar a los 2,6 km desde el inicio, el Hozgarganta describe un gran meandro en forma de cerrada curva a la derecha, que atrochamos parcialmente, caminando por fuera, siempre paralelo al mismo, hasta volver a adentrarnos en su cauce, por una zona que coincidía yo con los dos últimos kilómetros donde el lecho es especialmente fangoso hasta el punto que, de no llevar el calzado bien atado, se nos puede quedar sumergido en el barro. Por este tramo, nos llamó la cantidad de barbos de distinto tamaño que fueron saltando por delante, por el lado y por detrás nuestra y que en más de una ocasión nos daban pequeños sustos, pues casis saltaban literalmente en nuestra cara. Un cambio de temperaturas, ligeramente más fría, será la antesala del lugar donde el Hozgarganta entrega sus aguas al Guadiaro.
2ª Parte: Desde la confluencia del Hozgarganta y Guadiaro (km 5), hasta su desembocadura (km 12):
La "Y" que forman ambos ríos, se encuentra a unos 5 km desde el inicio y está presidida por un precioso sauce llorón. Hasta antes de llegar a este punto, no las tenía todas conmigo para que pudiésemos llegar hasta la costa antes del atardecer, porque el discurrir por el Hozgarganta se había visto ralentizado bastante avanzando sobre su lecho fangoso o bien, debiendo afrontar largos tramos de nado, que ni nos podíamos imaginar cuando recorríamos los primeros metros por el río sin apenas agua, pero el Hozgarganta, siempre sorprende y pone a prueba tu destreza, tu forma física, tu paciencia, y tu espíritu de aventura.
Sin embargo, dejar atrás el Hozgarganta y enlazar con el Guadiaro, fue como salir de una carretera comarcal con muchas curvas y firme en mal estado y adentrase en una autopista de cuatro carriles o más, pues conforme uno va avanzando aguas abajo hacia el mar, el caudal se va ensanchando paulatinamente. Un suelo de gravilla, pero mucho más compacto nos permitió avanzar mucho más rápido, a veces por sus anchas orillas, a veces por su lecho, poco profundo. Estamos en una zona catalogada de Especial Conservación de los Ríos Guadiaro y Hozgarganta.
En comparación con el río Hozgarganta, por el río Guadiaro, íbamos volando hasta el punto de que antes de darnos cuenta alcanzamos el puente de hierro que une las pedanías de San Enrique de Guadiaro en el margen izquierdo del río, fuera de nuestro campo de visión y la localidad de Guadiaro, propiamente dicha, con la blanca espadaña del campanario de su Iglesia presidiendo el horizonte al Sur. Impresionaba estar almorzando debajo del puente, mientras los vehículos pasaban sobre él, algunos, a gran velocidad y su estructura sonaba como si fuera a venirse abajo de un momento a otro.
 Finalizado el almuerzo retomamos la marcha con buen ritmo, cada vez mas convencidos de que la pequeña gesta de llegar a la costa sería posible de conseguir, el río se ensanchaba cada vez mas y mas, hasta alcanzar unas dimensiones que a Mabel, que ha viajado por los cinco continentes le recordaba a su descenso por el Yukón, pero no pasaba nada, porque el agua a penas cubría por las rodillas, aunque minutos mas tarde ya nos superaba la cintura, poco después la marcha se hacía más lenta porque ya nos superaba el pecho, por último a penas hacíamos pie de puntillas y finalmente tuvimos que afrontar largos e interminables tramos de nado, ya con el puente de la A-7 a la vista, que de momento se antojaba inalcanzable. Pues el río, lejos de arrastrar la corriente hacia la costa, estaba muy remansado y el aire que picaba ligeramente la superficie iba en nuestra contra, hasta el punto de dar la impresión de que el agua del mar se estaba metiendo en el río, aguas arriba  y nadábamos contra corriente. De hecho, no es de extrañar que Juan se encontrara un muy oportuno flotador que había llegado desde la costa aún distante a unos 3,5 km.
 
Luchando contra corriente, avanzábamos desesperantemente despacio, al tiempo que las fuerzas se iban mermando, y fue en aquel preciso instante cuando Mabel nos propuso que nos desplazraáramos hacia la orilla izquierda del río para ver si allí había menos profundidad, recordándonos que aunque teóricamente  las "Fuerzas de Corioli" se suelen relacionar con el movimiento de rotación de la Tierra que hace desviar los vientos con una dirección predominante que también queda plasmada en las corrientes oceánicas, y llega a influir incluso en la inercia de los ríos y a su vez en el desplazamiento de la tierra del fondo de los mismos.De tal modo que, por efecto de la rotación de la tierra, en el hemisferio norte, la arena tiende a desplazarse a la derecha en el fondo de los ríos con un caudal ancho, de manera que la orilla izquierda por donde íbamos nadando, siempre es mas profunda que la orilla derecha, donde si podíamos hacer pie. Justo lo contrario, ocurre en el hemisferio Sur, que la tierra del fondo del río, tiende a desplazarse hacia la izquierda.
Esta teoría, quedaría demostrada cuando al divisar un camino alternativo que al menos durante unos 300 m discurría paralelo a la orilla derecha, nuestros compañeros Eduardo "El Último Samurai", Celia "la Hechicera du Sao Paulo" y la debutante Loli, no se lo pensaron dos veces y nadaron hacia la lejana orilla derecha, llamándonos poco después para informarnos de que desde la parte central del cauce hacia su orilla derecha se hacía pie, por lo que no nos lo pensamos dos veces y el resto del grupo nos trasladamos al centro del cauce, hasta que ¡por fin!, casi veinticinco minutos después de nado continuo, mochila en ristre volvíamos a caminar. Mientras tanto nuestro amigo Juan "El Ilustrado", seguía navegando plácidamente con un flotador negro que se había encontrado en la orilla la última vez que habíamos caminado por ella y que a la postre terminaría convirtiéndose en uno de los protagonistas del último tramo del recorrido.
De nuevo con los ánimos y las energías renovadas, pasamos por debajo del puente de la A-7, aunque para llegar al mismo tuvimos que afrontar otro largo trecho de nado obligado, sin hacer pie, hasta poco después de llegar al mismo, donde volvimos a reagruparnos todo el grupo. A partir de aquí el cauce del Guadiaro alcanza una anchura inaudita al resto de los ríos que desembocan en el Mediterráneo andaluz, comparativamente podríamos calificarlo como una especie de cauce amazónico. A partir del puente de la A-7 ya podemos percibir el olor a Mar. Esta zona conecta el litoral y los espacios protegidos de la Red Natura 2000, Estuario del Río Guadiaro (ES6120003) y Fondos Marinos Estuario del Río Guadiaro (ES6120034), con el cercano espacio de Los Alcornocales (ES6170016), tiene un destacado valor ecológico que nos hacía sentir como pequeñas cascaras de nuez atravesando la inmensa lámina de agua, que aún teníamos que atravesar para llegar al último puente, que no es otro que el que atraviesa la lujosa urbanización de Sotogrande, cuyas casas ya se dejaban entrever al otro lado de las hileras de palmeras que flanquean algunos tramos del estuario, una especie de sucursal de Miami o Beverly Hills a la andaluza, donde se vive rodeado de lujos asiáticos, ignorando la belleza paisajística y el alto valor ecológico del Estuario del Guadiaro que tuvimos el privilegio de surcar hasta mas allá del último puente, afrontando otro último e interminable tramo de nado, donde nos fuimos reagrupando como el Rosario de la Aurora, en un último y titánico esfuerzo, para ahora sí, por fin, todos juntos, recorrer los últimos metros del río hasta sentir sobre nosotros las olas del Mediterrraneo, junto a las que nos hicimos la última foto de grupo.
Viéndonos obligados a caminar algo mas de un kilómetro de ruta hasta llegar al Chiringuito el Búnquer, que se encuentra pasado un lujoso resort, que alberga un sofisticado chiringuito, donde no osamos a entrar, con la pinta que llevábamos. No obstante, la ducha que nos dimos junto al puesto de socorristas cercano al Chiringuito el Búnquer fue reponedora y nos supo a gloria, mientras la silueta del Peñón recortaba el horizonte hacia un poniente parcialmente cubierto de nubes, en aquel final de jornada épica, con la sensación compartida de haber realizado la ruta acuática mas sorprendente y espectacular de 2019. Sin lugar a dudas, una experiencia para repetir.

1 comentario :

  1. Anónimo4:55 p. m.

    Pues una fantastica lectura. Gracias por tremendo documento.

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