sábado, octubre 28, 2006

Ascensión al Peñón de Algámitas y Terril

(Los 8 techos de Andalucía, Episodio 1)
Sábado 16 de septiembre de 2006
Ascensión al Peñón de Algámitas, el “centinela de la campiña" y Cerro del Terril "el gigante abandonado"
, techo de SEVILLA
Peñón de Algámitas y Cerro del Terril, no podéis negar que sois dos montañas sevillanas, que distintas y que cercanas, la primera: altiva, desafiante y orgullosa, la segunda aún mas grande, pero sencilla, serena y callada. Que grande me parecéis cuando salgo de Sevilla camino de Málaga y os contemplo imponentes en el horizonte desde la altura de “Paradas”, que pequeño me hacéis sentirme cuando estoy a vuestros pies. Peñón de Algámitas y Cerro del Terril: dos caras de una misma momeada, tan distintas y tan cercanas: Sevilla y Triana, Esperanza Marinera y Macarena de Amor, feriantes y capillitas, Giralda y Torre del Oro, Sevilla y Betis, el eterno dilema, el antagonismo sevillano.
Ascensión al Peñón de Algámitas, el “centinela de la campiña” (1.128 m)
9:45 Complejo Rural “El Peñón” (ladera norte), magnífico complejo para disfrutar del turismo rural en todas sus modalidades, incluyendo la posibilidad de camping, mas una variada oferta para la práctica de deportes al aire libre, desde paseos a caballos, hasta tiro con arco, paredes de escalada, una gran piscina circular, oficina de información y gran restaurante panorámico que también hace las veces de recepción, donde además podemos comer muy bien, abundante y barato. Magnífico ejemplo de aprovechamiento de los recursos naturales, que además de crear puestos de trabajo, ayuda a promocionar el turismo en la zona, al mismo tiempo que se encarga del cuidado y el buen mantenimiento de gran parte del Peñón, al que cuidan como una joya. Todo lo contrario que Pruna con el Cerro del Cerril, del que ya hablaremos mas tarde.
A la hora prevista nos dábamos cita: “los Reyes de la bahía” Reinaldo y Manuela desde Rota, Francisca “Paca” desde Villamartín, Rafa Flores “El Maestro Gandalf de la Serranía” y Carlos Tapia “el aprendiz de mago” desde Ronda, “Orzo Wei” Javi desde Almargen, desde Montreal, Sean, “El Canadiense Herrante” y desde la “Costa del Sol” Patricia, Miguel, Iván, Juan Antonio, Carlitos y Juani.
Si bien estaba prevista realizar la ascensión, por el mismo lugar donde ya se realizó en abril de 2004, cara este-sureste, justo cuando nos íbamos a echara andar, uno de los guardas del complejo, nos sugirió la posibilidad de subir por la cara “norte-noroeste”, siguiendo las indicaciones del “SL 4” uno de los pequeños “senderos lineales” que se han creado para promocionar la práctica del senderismo alrededor del peñón. Dicho y hecho, justo frente a la caseta de información partía la senda por la que nos íbamos abriendo paso, entre un original conjunto de cabañas, perfectamente equipadas, cada una con el nombre de alguno de los pueblecitos de la zona.

A la sombra del bosque de encinas, que antaño cubría por completo todas sus laderas, al igual que las del Cerro del Terril, íbamos ganando altura casi sin darnos cuenta. La primera valla, ya la habíamos dejado atrás hacía un buen rato, hasta que girando siempre en permanente ascenso, alrededor de la cumbre, ahora ya por la cara noroeste y recién dejadas atrás las últimas encinas, llegamos a la segunda valla, que teóricamente teníamos que atravesar. Pero justo antes de la misma, partía una clarísima senda que invitaba a probar fortuna ya que en buena lógica siguiendo su trayectoria nos llevaría hasta la cumbre en poco tiempo. Y con gran decisión comenzamos el ataque directo, hacia donde en buena lógica debía estar la cumbre, a pesar de lo bien marcada que estaba la senda, no tardaron en aparecer, los primeros tramos de paredes rocosas, donde era imprescindible utilizar las manos, al principio las paredes eran de 2 o 3 m. pero siempre había alguna grieta donde apoyar pies y manos, con los bastones estorbándome y riéndome me daba la risa mientras escuchaba rezar a Carlitos y al mismo tiempo me imaginaba lo que me estaría diciendo y en lo que se estaría cagando algún amigo que estuvo a punto de venir y que al final no vino. Detrás de cada pared, siempre pensábamos que ya nos esperaba la cumbre, pero siempre nos encontrábamos con otro escalón mas alto, hasta que al final, parte del grupo tiró hacia la derecha y el resto continuamos en línea recta, llegando al mismo tiempo a la cima de dos agujas rocosas con bastante vuelo alrededor. Las vistas eran tan impresionantes como la sensación de vértigo, sin darnos cuenta, nos habíamos situado en la 2ª y 3ª torre mas altas de las tres que coronan esta preciosa cumbre y que no se aprecian en todo su esplendor hasta que uno está arriba del todo porque la perspectiva desde abajo engaña.
Si en ese momento hubiera habido alguien en la torre mas alta, (cumbre de Algámitas), podríamos haber mantenido perfectamente una conversación porque tan sólo nos separaban unos 30 m. en línea recta, pero una vertiginosa pared separa a la 2ª y a la 3ª torre de la 1ª. Inmediatamente nos dimos cuenta de que la senda por la que habíamos llegado allí eran la que utilizaban los escaladores, para practicar por las distintas vías de escalada que teníamos a nuestros pies. Ahora tocaba bajar y llegar al lugar donde abandonamos el “SL-4” justo antes de la valla. Y claro, subir unos con gran agilidad y otros con mayor o menor torpeza subimos hasta donde sea, pero en los terrenos escarpados o difícil es bajar. Sin embargo, que fácil parece todo cuando se va con gente de la experiencia montañera y de la calidad humana de Reinaldo, Rafa Flores, Sean, Juan Antonio ó Javi, que en los tramos mas comprometidos nos fueron guiando en cada paso convirtiendo en fácil lo difícil y llenando de risas los momentos de tensión, hasta que antes de darnos cuenta ya estábamos atravesando la valla y siguiendo la trayectoria del “SL-4” con cuyas balizas nos volvimos a encontrar.
Aquel tramo por el que no pudimos llegar a la cumbre, podría verse como una ascensión frustrada desde un punto de vista técnico. Sin embargo, para nosotros supuso un pequeño desafío que afrontamos con un gran espíritu de aventura disfrutando de cada metro de ascensión y de la verticalidad que nos rodeaba por todas partes cuando coronamos las dos torres.

Retomando de nuevo el “SL-4” en su permanente rodeo a la cumbre del Peñón, comenzamos a tener una grandiosa panorámica del Cerro del Terril en todo su esplendor, dirección sur, hasta que por fin, muy cerca ya de la cima, la senda por la que íbamos se une, a la misma por la que ya habíamos subido un par de años antes, justo en una especie de pradera que se forma en la antecumbre, pasando junto a un par de neveros (uno tapado y otro abierto) justo antes de llegar a la privilegiada balconada que se encuentra casi al mismo nivel de la cumbre. Sin embargo, a pesar de lo fácil que se llega a este lugar tan próximo al final, una vez mas la cumbre se muestra desafiante y te obliga a descender unos metros, para comenzar el último ataque por un roquedo que impone bastante respeto al tener que trepar por tramos de mucho vuelo. Llegados a ese punto, la montaña dicta sus normas y el sentido común tiene que imponerse para que uno no intente llegar mas lejos de sus posibilidades. Siendo finalmente los que coronaron la cumbre: Reinaldo, Manuela, Rafa Flores, Juan Antonio, Sean y Javi que con gran admiración y sana envidia fueron contemplados por el resto del grupo.
Una vez hechas las fotos de rigor sobre la cumbre, el grupo de los héroes descendía por la parte opuesta de la cumbre a la que habían subido, desapareciendo de nuestra vista, para volvernos a reagrupar en la base de la antecumbre donde enlazaban las dos sendas que rodean la montaña hasta completar el círculo que ahora pretendíamos cerrar, para volver al punto de partida situado en el “Área Recreativa del Peñón”, sin embargo en un determinado momento, abandonamos sin darnos cuenta la difuminada senda original, tomando otra en principio muy bien trazada y paralela a la anterior, pero que poco a poco se iba alejando de la misma. A modo de ejemplo podría decirse que si se tratara de una pista de atletismo, la senda buena sería “la calle interior”, es decir la que iba mas pegadas a los farallones rocosos, mientras que nosotros nos fuimos colocando poco a poco, paso a paso, en “la calle exterior”, cada vez mas enmarañados entre matorrales y canchales, que a penas nos daban tregua, aunque de vez en cuando tuvimos el privilegio de contemplar de cerca bonitos ejemplar de “cornicabras” aún verdes, que mostraban orgullosas su frutos en forma de cuerno (de ahí su nombre). Y tanto nos abrimos de la senda buena que incluso llegamos a tocar la carretera, retomando rápidamente, la ladera, para enlazar finalmente con la senda buena, prácticamente en la misma entrada del Área Recreativa, donde grandes jarras de cervezas y refrescos corrieron por doquier, justo antes del almuerzo, mientras algunos nos dábamos un inolvidable baño en su magnífica piscina.
Fue precisamente en aquella hora de pausa que pasamos en el “Complejo Rural del Peñón” cuando apareció nuestra amiga “Rosa” de Casarabonela, quien habiendo llegado mas tarde que nosotros se aventuró a seguirnos por el mismo camino por el que habíamos realizado el primer intento de ascensión, viéndose obligada a retroceder sobre sus pasos, dadas las dificultades para su perra “Paca”. Paradojas del destino, mientras Rosa se incorporaba al grupo, Javi se tenía que marchar regresar a Almargen para no dejar a la abuela mas tiempo sola y con disciplina espartana, pero con la satisfacción de haber disfrutado bastante, se despidió de nosotros con la intención de repetir tan pronto como pudiera. Mientras compartíamos la mesa a la sombra de las encinas, en estas reuniones que se suelen convertir en improvisadas asambleas montañeras, les hice saber a los compañeros mi intención de coronar el techo de las 8 provincias andaluzas esta temporada y hubo hasta quien propuso tomarse la uvas en la cumbre del “Torrecilla”…¿quién sabe lo que nos permitirán las circunstancias?.
Subida al techo de Sevilla, Cerro del Terril, “El Gigante abandonado” (1.129 m)
Para subir a este gran cerro abovedado que con sus 1.129 m, es el techo de la provincia de Sevilla, conviene tomar como punto de referencia la “Ermita de la Concepción” donde todo el pueblo de Pruna acude en romería cada año el primer domingo de mayo. Sin embargo, tampoco podemos pasar por alto el lamentable estado de suciedad y abandono en el que se encontraba la casa de hermandad, ubicada junto a la ermita y sus alrededores, una verdadera pena que deja muy a las claras la despreocupación que tiene el ayuntamiento de Pruna por conservar su patrimonio, hecho que se confirmó aún mas, cuando investigamos una senda que subía por la ladera que hay justo enfrente de la ermita, al otro lado de la carretera, encontrándose llena de botellas de vidrio, quien sabe si fue otra botella de cristal como aquellas la que provocara en su día el gran incendio que arrasó el Cerro del Terril.
Encontrándose dicha ermita a 4 km de Pruna en dirección a Algámitas, puede ser este, un buen lugar para dejar el coche si pretendemos subir al “Cerro del Terril” para continuar andando por la carretera en dirección Algámitas, hasta encontrar a unos 800 m. dos marcadas sendas que se dirigen hacia un collado próximo que nos sirve como primer hito de referencia para la ascensión al “Terril” a donde llegamos sin ningún problema todo el grupo de forma compacta, atravesando una zona de matorral y restos de un bosque de encinas, que no resultó tan enmarañada como alguien nos había comentado. La subida desde la carretera al collado, no tiene mas de 100 m. de desnivel, y en circunstancias normales no ofrece ninguna dificultad, pero al haber escogido la senda que ascendía de forma directa y sin rodeos, después de la subida al Peñón y en plena digestión, con el sol del medio día a mí me dejó bastante tocado.
Nada mas sobrepasar este primer collado que nos sitúa en el cordal de la sierra, nos encontramos con un primer pluviómetro y a partir de aquí el camino hasta la cumbre no ofrece ninguna dificultad, ya que se trata de una subida muy tendida que en todo momento nos da la opción de hacerla cresteando o faldeando (por la ladera sur) que nos ofrece en todo momento una panorámica preciosa con Pruna, Olvera y El Gastor en la falda norte del Lagarín y Las Grajas e incluso el pueblo de Zahara de la Sierra con la impresionante crestería del Pinar al fondo coronada por el Torreón y el San Cristóbal, e incluso distinguiendo perfectamente las blancas siluetas calizas del Reloj y el Simancón.
No sin esfuerzo y tras sufrir una gran pájara que me hizo perder varios minutos de retraso con la cola del grupo, conseguí conseguir llegar hasta ellos en la antecumbre, donde al igual que en varias ocasiones, a lo largo de toda la jornada, el grupo se había parado para una reagrupación solidaria con quienes no andábamos tan sobrados de fuerzas, mientras yo pensaba: “¡quien me ha visto y quien me ve!”. La antecumbre del Terril, nos muestra su imagen mas desoladora, monte totalmente arrasado por las llamas y mil cadáveres de encinas jóvenes que no tuvieron tiempo de disfrutar de la plenitud de sus antepasados, como un pequeño canto a la esperanza en medio de este terreno apocalíptico,
nos sorprende la fuerza con la que vuelven a crecer pequeños brotes de encinas, como volviendo a desafiar el destino y luchando por volver a repoblar todo el monte con el gran bosque de encinas que durante siglos caracterizó a la Sierra del Tablón, antes de padecer el abandono y el olvido por parte del ayuntamiento de Pruna, que ni siquiera se hay molestado en homologar un sendero “P.R.” para facilitar el acceso y la subida al Cerro del Cerril, desde cuya cumbre las vistas son sencillamente impresionantes, hasta el punto de llenarnos a todos de una gran satisfacción por las tremendas
panorámicas que teníamos 360º a nuestro alrededor, al sur el paisaje descrito en el párrafo anterior: al este Almargen y Tebas con el Castillo de la Estrella, El Huma, El Pico Capilla, Camarolos, Tejeda y Almijara entre la bruma y mucho mas cercanas el Torcal y el Camorro Alto, imponente “El Peñón de Algámitas” en cuya cumbre habíamos estado horas antes y un poquito a su derecha, formando un tres en raya: Algámitas, El Saucejo y Osuna ya mas lejos en la distancia. Y al oeste el Peñón de Zaframagón, el gran cerro tras el cual se esconde Morón y una amplia extensión que no sólo llega hasta los
balcones del Aljarafe sevillano, sino mas allá, puesto que en los días claros el Cerril y el peñón de Algámitas se contemplan desde las proximidades del “Algarrobo” por la carretera que va a Aracena, a mas de 150 km de distancia, una auténtica bestialidad, pero que tampoco es de extrañar si tenemos en cuenta que la mayor parte de la provincia de Sevilla, son llanuras y pequeños cerros ondulados, a excepción de las sierras norte y sur.
Y con la satisfacción compartida de haber disfrutado de una fantástica jornada de montaña con la que inaugurábamos la temporada, nos despedíamos hasta el próximo encuentro.
Crónica: Juan Ignacio Amador
Fotos: Reinaldo, Manuela, Rafa Flores y Juani

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