miércoles, noviembre 19, 2008

IV Travesía Valle del Genal

IV Travesía Valle del Genal
Versión extendida Benarrabá-Genalguacil-Jubrique15 de noviembre de 2008
IV Travesía Valle del Genal: Versión extendida de Genalguacil-Igualeja-Jubrique

Ayer soñé que volvía a hacer una ruta con Sean, el canadiense errante y como en los viejos tiempos volvíamos a recoger a Carlitos, el poeta de las cumbres en el paseo marítimo de Fuengirola, disfrutando con la buena música de Depeche Mode y Aha llegábamos a Benarrabá, (522 m. y 561 habitantes), donde nos encontrábamos con el Serpa Carmona y con el Huevo, miembros fundadores del Comando Preston, con los que desayunábamos entre risas y bromas, mientras esperábamos al resto de compañeros que repartidos en dos autocares venían desde Jubrique para comenzar la IV travesía Valle del Genal.

Como reza el azulejo de tu plaza principal: “Desde el Porón, aún la sombra del desaparecido castillo pareces ser vigía amable de tus hermanos: pueblos vecinos. A pesar de tanta pértiga de siglos, de tanta historia concentrada, juegas a esconderte travieso tras un cerro, para reaparecer alegre en el Valle del Genal. ¿Qué paleta no envidia la profusión de colores de este paisaje frondoso, los bosques de robustos alcornoques y encinas, salpicados de castaños amarillos, la majestad alta y verde los pinos?. En tus calles de recónditos rincones y sobre el empedrado hay una melodía, un cante hecho susurro: la memoria viva. A mediodía descubro tesoros en tu despensa, recorro tus arterias, oigo el río de tu pulso, la mirada vuela a la cúpula azul de tu iglesia”.


Bajo un radiante cielo azul que hacía presagiar otra de esas jornadas memorables y una temperatura mas propia de la primavera que del otoño, nos encontramos con todo el grupo en las proximidades del hotel Banu Rabbah, nombre árabe de donde procede la localidad que hoy conocemos como “Benarrabá”, donde entre abrazos y saludos nos agrupamos para hacer la protocolaria foto de comienzo de ruta, con la valla del colegio “Sierra del Espino” de fondo. Una lástima no haber podido aprovechar el magnífico telón de fondo de los Reales y la sierra Crestellina que teníamos frente a nosotros y que presidirían gran parte del primer tramo de la travesía, pero la posición del sol, lo impedía. Una vez dadas las últimas instrucciones de rigor por parte de nuestro presidente, Rafa Flores, también conocido como el Mago Gandalf de la Serranía, nos poníamos en marcha siguiendo sus pasos para comenzar a descender por el sendero del Concoste. (Tal y como aparece en la ruta nº40 del libro Valle del Genal, guía del excursionista, pág. 354). Entre pinos, encinas, quejigos y grandes ejemplares de alcornoques íbamos descendiendo a buen ritmo con la inconfundible estampa de Genalguacil en lontananza. En el sueño yo me veía a mi mismo con un extraño sombrero tirolés que jamás había visto hasta entonces y lo que es aún mas extraño, en cabeza de grupo, junto al mismísimo Mago Gandalf, el Vigilante de la Playa, Abierto hasta el Amanecer ó la debutante Fabiola Lloret, cuya espectacular trepada para posar sobre el tronco de aquel alcornoque, bastó para ser conocida desde entonces como “La Ardilla del Concoste”. Antes de darnos cuenta el grupo se estaba descalzando para vadear el río Genal, cuyas frías aguas provocaron no pocas risas nerviosas y los inevitables comentarios chistosos.

Una vez vadeado el Genal, hacíamos la primera pausa de la jornada, coincidiendo nuestra puesta en marcha con el paso de dos mulas guiadas por la reencarnación de un bandolero, que pocos metros mas adelante pararía junto a una casa, por la que íbamos a pasar instantes después para iniciar la subida por la loma de Benestepar, donde continuamos a buen ritmo, pues la abundante sombra de los alcornoques y otras especies típicas de esta zona, ayudaban a mitigar el esfuerzo que siempre requieren los tramos cuesta arriba, con breves pausas de reagrupamientos al llegar a cualquier punto que pudiera prestarse a confusión. Siendo aprovechadas estas pausas para fotografiar las distintas especies de setas que tanto abundan en el valle del Genal, contando en el grupo con auténticos expertos no sólo en identificarlas y fotografiarlas, sino en localizarlas. Tal es el caso de carlos Tapia, el Retratista de atardeceres y amaneceres, Geyperman Salvador, el Maestro Gandalf, Vicky la Botánica y otros alumnos/as destacados/as que progresan adecuadamente.

Recreándonos con alguna mirada hacia atrás o a nuestra izquierda veíamos cada vez mas distante la localidad de Benarrabá, donde habíamos comenzado la travesía con el cerro de la Cruz de fondo y mas arriba las antenas de repetición ubicadas junto al puerto del Espino, ya en la carretera Ronda Algeciras, con el omnipresente peñón de Benadalid presidiendo ese tramo del valle. Y con esas vistas llegábamos al puerto del Lentisco donde se hizo el segundo reagrupamiento oficial. Aprovechando la parada, el Maestro nos recordaba que allí mismo existió en su día el poblado morisco de Benestepar, del que a penas existe la menor huella, tan sólo una vieja casa derruida presuntamente construida sobre las ruinas del poblado, así mismo nos recordó que de tomar la pista de Benestepar que teníamos ante nosotros a nuestra izquierda, dirección noroeste descenderíamos hacia el Prado de la Escribana, tal y como nos corrobora la Guía del Valle del Genal en la pág. 357, que llevba en su mochila nuestro amigo Felix, que en aquella ocasión había cambiado el periódico por la biblia del Genal. siendo nuestra opción, la derecha, sureste por donde iniciamos un suave descenso disfrutando de espectaculares chaparros, algunos castaños enormes, nuevas perspectivas de Genalguacil y una entretenida senda que salía a la izquierda del camino por donde realizamos un pronunciado y escalonado descenso que nos llevaba hasta el río Almarchar, que en esta época del año baja con el mismo caudal que el Genal.

En el sueño la temperatura era perfecta, el lugar idílico para almorzar, la mayor parte del grupo se acomodaba para disfrutar de sus viandas en la misma orilla a la que habíamos llegado. Mientras que algunos preferían situarse ya en la orilla contraria, por donde continuaría la ruta, para almorzar mas tranquilos, tras haber salvado el delicado paso saltando de roca en roca que a modo de yinkana había que superar para pasar al otro lado del río. Y allí me veía yo compartiendo mi barrita energética con Chuky, como en los viejos tiempos y comiéndome una bandeja de frijoles cuyos efectos secundarios fueron claves para subir a propulsión todas las cuestas que faltaban hasta el final de ruta. Ni en el mejor restaurante del mundo hubiera disfrutado tanto, estando como estaba en aquel paraje conocido como Las Madres a orillas del río Almarchar, al calido sol otoñal del mediodía, rodeado de personajes cuyas vidas ya se estudian desde hace tiempo en las asignaturas relacionadas con las Ciencias Naturales. Tal y como los compañeros/as iban terminando de comer, se preparaban para pasar con pericia al otro lado del río, donde nuestro ejemplar compañero Paco Leal, el Tejón del pico Mijas, esperaba pacientemente a todos y cada uno de los compañeros que tuvieron algún problema en el punto mas delicado del vado, donde una vez mas Paco fue esa mano amiga a modo de San Cristóbal, patrón de los caminantes y viajeros.

Una vez que nos reagrupamos al otro lado del río Almarchar, donde estuvo a punto de caer Mª Luisa, el Duendecillo de sierra Horconera, iniciamos una pronunciada subida por la loma de las Posteruelas, con pronunciados zig-zags, de manera que unas veces teníamos a la izquierda y otras a la derecha las vistas cada vez mas altas sobre el fondo del valle del Almarchar, donde resaltaban las choperas amarillas en medio del verdor predominante que acompaña al cauce del río. Entre grandes alcornoques la ascensión seguía y seguía hasta que en un momento dado, se decidió hacer una pausa de reagrupamiento, donde Carlitos aprovechó para deleitarnos con su ya habitual poesía, que en esta ocasión creo recordar fue de Miguel Hernández. Tras la correspondiente ovación al Poeta de las cumbres, proseguimos la subida hasta el puerto de la Loma, donde tomamos un tramo de la pista de Peñas Blancas que de haberlo continuado hasta su finalización nos llevaría hasta los Reales de Sierra Bermeja, que en este tramo del camino veíamos a nuestra derecha, donde podíamos contemplar su cara norte donde se encuentra el peculiar pinsapar de peridotita, posiblemente la mayor superficie de pinsapar mas cercana a la línea de costa que existe en toda Europa, tal es la pecualiaridad de esta singular montaña que se está estudiando la posibilidad de convertirla en parque nacional.

Antes de darnos cuenta ya habíamos llegado a las ruinas de una antigua bodega situada junto al camino desde disfrutamos de una bellísima estampa de una Genalguacil hacia la que proseguimos en suave descenso cada vez con mayor presencia de castaños que amarilleaban entre pinos, quejigos, encinas, alcornoques y los arbotes frutales de las fincas colindantes al camino. Abandonando la pista para descender hacia el arroyo de la Pasá por la bonita vereda de Genalguacil, a través de la cual se realizaba una trepidante subida por parte del grupo cabecero, como jamás se había visto nunca. Llegando casi sin respiración a este pueblo museo de 543 habitantes, situado a 588 m de altitud sobre el nivel del mar, donde hicimos nuestra entrada con el pelotón muy estirado, intentando recuperar el resuello para terminar de superar las pronunciadísimas rampas por don donde accedimos a la plaza de la iglesia de San Pedro. Aprovechando la coyuntura para descansar unos minutos, mientras el Maestro Gandalf, cautivaba a un grupo de discípulos, asomados al mirador, explicándoles todo lo que llevábamos recorrido desde Benarrabá hasta Genalguacil, cuyas calles recorrimos deleitándonos con las curiosas esculturas que adornan este precioso pueblo museo, que a día de hoy goza de fama internacional por ser no sólo uno de los pueblos mas pintorescos de Andalucía, sino de toda España. Y es que tal y como podéis ver en
www.serraniaronda.org, en la primera quincena de agosto tiene lugar en Genalguacil el encuentro de Arte del Valle del Genal con gran éxito por la calidad de las piezas expuestas y por la afluencia de participantes. Las piezas colocadas con carácter permanente en plazas y calles están convirtiendo el pueblo en un auténtico museo al aire libre que bien merece una visita. Una sala de exposiciones alberga la colección municipal de pintura.

Casi con pena de abandonar tan bonita localidad, dejábamos atrás Genalguacil, no sin antes disfrutar de una de las panorámicas mas bellas que de su casco urbano podemos obtener desde las primeras rampas del PR.A-241 Genalguacil-Jubrique. Camino que iniciábamos en ese momento a través de una pista forestal para completar el último tramo de la ruta. La luz de la tarde favorecía la preciosa estampa otoñal que nos regalaban los castaños amarillos que flanqueaban ambos lados del camino, sin embargo, el sol comenzaba a descender con rapidez y el dócil perfil del trazado invitaba a aumentar el ritmo de la marcha, mientras nos recreábamos con preciosas vistas de Jubrique ante nosotros enmarcado entre las ramas de los castaños, almendros y alcornoques bajo los que íbamos pasando por la loma de Benajarón con las sombras de la tarde cada vez mas alargadas y el paisaje a dos luces que teníamos ante nosotros. Cruzando el recién instalado puentecito de madera sobre el arroyo Monardilla engullidos por las sombras de la última hora de la tarde.

Cabe destacar los preciosos recodos de umbría que existen al borde de esta bonita calzada empedrada, donde proliferan el musgo y algunas plantas que parecen de interior. En un momento dado se me apareció la Diosa Artemisa y la Pimentonera de Águilas posando para mí, como para demostrarme que lo que estaba viviendo no era un sueño, sino una ruta de ensueño. Rematando el tramo final con la asfixiante ascensión por la calzada empedrada de Matagallar, donde la mayoría de mortales tuvieron que hacer mas de un pausa, para recuperar el resuello antes de llegar a la localidad de Jubrique otra genuina localidad del Valle del Genal de 754 habitantes y 559 m sobre el nivel del mar, donde poníamos punto y final a esta IV travesía Valle del Genal, brindando en el Mesón la Pozuela, donde salvo aquellos que tenían mas prisa nos demorábamos con la inconfundible sensación de ese buen sabor de boca que siempre dejan las grandes rutas compartidas entre tan magníficos amigos.

NOTA: Si bien tal y como se puede comprobar en los datos facilitados los tres pueblos por los que discurrió la IV travesía paisajística valle del Genal, son de altitudes similares. Hay que tener en cuenta que el perfil de la travesía fue, salvo en algunos tramos cortos, un auténtico diente de sierra donde lo que no era bajada era subida.

El término municipal de Jubrique, quedó configurado por la unión de cuatro poblaciones moriscas: Rotillas, Monarda, Benamedá y
Jubrique, de cuya existencia hay fehaciente información recopilada en las capitulaciones con los Reyes Católicos. Sobre el origen del nombre del pueblo hay cierta unanimidad en admitir que no proviene de la época árabe, sino del latín o en todo caso de los mozárabes.
De otras culturas no hay vestigios en la zona, aparte de algunas monedas romanas encontradas, lo cual no es extraño si se tiene en cuenta que toda la Serranía estuvo muy romanizada en tiempos de Tito Pulo y Lucio Voreno, pero no ha aparecido ningún resto que haga pensar en un asentamiento romano en las cercanías del actual
Jubrique. Sí hay constancia –porque la perspectiva histórica es más corta- de que los moriscos de esta localidad fueron especialmente belicosos con los desmanes de los cristianos, contra quienes se rebelaron y libraron una batalla en la que perecieron el capitán Alonso de Aguilar y casi todos sus hombres, precisamente enviados para sofocar la rebelión.
Finalmente se produjo la expulsión del los moriscos del antiguo reino nazarí, y los de
Jubrique fueron desterrados al norte de Africa, si bien algunos regresaron ilegalmente y se convirtieron en salteadores, como fue el caso de la banda de Marcos el Meliche, un claro antecedente de las partidas de bandoleros que se prodigaron por toda la serranía rondeña en el siglo XIX.
Y fue precisamente a mediados del XIX cuando
Jubrique alcanza su momento de mayor esplendor, consecuencia directa de la riqueza que generaban sus viñedos, las industrias derivadas de éstos y la explotación minera de las sierras. La tradición vitivinícola de Jubrique continuó hasta bien entrado el siglo XX, e incluso hoy día, las únicas destilerías que existen en la comarca, ubicadas en Ronda, pertenecen a una familia procedente de Jubrique
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1 comentario :

  1. Una de las cosas más lindas que nos pueden pasar es poder ser parte de los sueños de la gente querida...Y por esos regalos de la vida, pudimos compartir con vos esta increíble senda llena de colores y sonidos...A veces es bueno no despertar por un rato largo de los sueños...
    Gracias por compartir, señor Alpino, guerrero Tulio o Comandante...

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