Viernes, 13 de febrero de 2009
Ascensión a La Maroma desde el Alcazar por el cortafuegos de la Fuente del Tío Pelegrán y el Barranco del Mojón y descenso por la pista de Los Castillones y el Cerro Torreones:
De las cinco ascensiones clásicas que existen para coronar esta gran montaña que es la Maroma y que en la inmensidad de sus laderas aglutina todo el conjunto de Sierra Tejeda, cada una tiene sus peculiaridades, con distintos perfiles y desniveles según el punto de partida que escojamos y dentro de cada una existen diversas alternativas para convertir algunos tramos en circulares, pudiendo así ascender por unas zonas y descender por otra, que suelen ser mas o menos paralelas, pero siempre diferentes. Y esta era la intención de los ocho amigos que nos juntamos en aquella inolvidable jornada del viernes 13 de febrero de 2009, encontrándonos puntualmente a las 9,30 am. en el Cortijo del Alcázar, a 5,5 km. de Alcaucín (ladera oeste de la Maroma): Juan Luis España “El Hombre tranquilo”, desde la Línea, Severo “El Artesano del GPS” y su joven yerno Manu desde Algeciras que debutaba en esta jornada con Pasos Largos, desde distintos puntos de la Costa del Sol: Manolo Supersonic, El Doctor Leal, José Antonio “El Vigilante de la Playa”, Salva “Abierto hasta el Amanecer”, el otro debutante Juan y un servidor encantado de contar con tan privilegiado grupo, a pesar del despiste de Jon “El Huracán de Sheffield” que con el piloto automático aparecía en aquellos momentos en el Cortijo del Robledal, desde donde un vez comprobado el error, comenzaba a mentalizarse para iniciar la ascensión en solitario y también con la pena de no contar con Magda “La Pimentonera de Águilas” que junto con el “Serpa Carmona” a punto estuvieron de venir juntos desde Sevilla, viendose obligados el día antes a tener que desistir de la aventura por motivos varios.
El acceso en nuestro vehículo a los pies del coloso, siempre resulta un espectáculo cualquiera que sea el punto de partida que escojamos para su ascensión, en el caso del Cortijo del Alcázar, desde que tomamos la pista de acceso al parque natural Sierras Tejeda-Alhama y Almijara, que nos encontramos nada mas entrar en Alcaucín a la izquierda, la panorámica que ya tenemos del impresionante boquete de Zafarraya iluminado por los primeros rayos de sol de la mañana al igual que su prolongación mostrándonos una privilegiada perspectiva del Arco Calizo Central hasta mas allá del puerto de las Pedrizas, ya de por sí justifica y recompensa la visita. Pero es que tal y como nos vamos adentrando por la pista y nos vamos acercando a la zona de acampada, los impresionantes tajos que flanquean el arroyo del Alcázar dejarán boquiabierto al visitante que por primera vez se adentra en estos parajes no pudiendo evitar hacer la parada de rigor para fotografiar tan grandioso y agreste paisaje desde el Mirador Miguel Álvarez. Al pasar junto a la zona de camping, chiringuito incluido, donde se anuncian “truchas frescas” nos deleitarán las cascadas que forman las escalonadas piscinas que han formado en el río del Alcázar bajando en estruendoso caudal. Llegando 500 m. mas arriba al cortijo del Alcázar, punto de partida de la ruta, con aparcamiento incluido y los típicos paneles descriptivos de la ruta que tenemos por delante, situados a la entrada del área recreativa que tenemos que atravesar pasando al pie de altísimos pinos para acceder a la pista por la que vamos a ir ganando altura. De seguir esta pista, sin desviarnos por ningún ramal, se llega sin ningún problema al primer nivómetro que coincide con el comienzo de la Cuesta de las Víboras, cubriendo así el primer tercio de ruta, que además coincide con la ruta tradicional. Sin embargo, nosotros decidimos dejar esta opción para el retorno, eligiendo la variante que nos encontramos conforme vamos subiendo por la pista principal y llegamos al tercer ramal que nos encontramos a la derecha, que conforme vamos avanzando se va estrechando hasta que al superar una cerrada curva de herradura a la derecha, nos lleva hasta el comienzo de una senda por la que comenzamos a ganar altura de forma muy directa, rápidamente cambiamos el bosque de pinos por una zona de matorral, cada vez mas pobre por donde vamos ascendiendo de una forma muy directa, sin ser concientes de que en realidad vamos por un cortafuegos, desde donde vamos viendo permanentemente a nuestra izquierda la pista anteriormente mencionada, coincidiendo exactamente el final de este tramo de ascensión, que sin duda, el mas duro de la ruta, con el final de la mencionada pista donde llegamos al primer nivómetro. Lugar de obligado reagrupamiento por lo estirado que suele llegar el grupo a este punto que coincide aproximadamente con el primer tercio de ruta, donde mas de uno suele llegar casi sin aliento. Es el peaje a pagar por ahorrarnos casi 2 km de pista por suave y progresiva ascensión, que la verdad también tienen su atractivo cuando pasamos al pie de las paredes del Cerro Torreones y los Castillones, que son un referente visual en los dos primeros tercios de ruta.
Una vez reagrupados y con el aliento recuperado tras echar mano al líquido elemento, afrontamos el segundo tramo de este entretenido itinerario por la mítica cuesta de las Víboras, se trata de un tramo en continuo zigzag donde no se ha escatimado en reforzar la senda con pequeños muros de piedra, allá donde el perfil del terreno lo ha requerido, disfrutando de una preciosa senda muy cómoda de realizar, parecida a la que va de Puerto Martínez al Grajo en la sierra Alcaparín, un curioso pino con su tronco retorcido de forma casi inverosímil, donde empezamos a pisar los primeros tramos de senda nevada, nos señala que ya queda poco para finalizar este tramo de zig-zags que caracterizan este tramo. Tras el cual llegamos a un altiplano por el que caminamos muy cómodamente donde volvimos a hacer una pausa para echar otro trago y colocarnos las polainas, pues todo lo que teníamos por delante estaba cubierto por un blanco manto de nieve. En suave ascensión continuamos la caminata bajo un radiante cielo azul, entre pequeñas encinas y quejigos dispersos, testimonio fiel del tipo de bosque que cubrió esta zona de la sierra en otros tiempos. La altiplanicie anterior la atravesamos en dirección sur, sureste, hasta que al llegar a un pequeño collado, giramos a la izquierda, este con la piramidal silueta del Cerro del Águilla a nuestra derecha, llegando poco después a la denominada Unión de Barrancos, donde esta preciosa ruta vuelve a ofrecernos dos alternativas: la tradicional que continúa recto para ir girando hacia la derecha, faldeando la cara este del Mojón de la Fuensanta, llegando al segundo nivómetro poco después de dejar atrás la fuente del Espino, todo ello señalado con las correspondientes balizas de madera, ó bien la que se dirige de forma mas directa a la cumbre que consiste en remontar el barranco del Mojón que tenemos a la derecha y que fue la opción que escogimos para ascender a través de un espectacular paisaje de nieve virgen que nos rodeaba por doquier, mientras íbamos dejando a nuestra derecha el piramidal cerro del Águila y a la izquierda el Mojón de la Fuensanta remontando el escalonado perfil del barranco suavizado por una nieve lo suficientemente dura, como para caminar cómodamente sin hundirnos.
Entre la euforia por la belleza del paisaje, el día radiante de sol, el buen ambiente de hermandad sendérica y el alegre ritmo que llevábamos llegamos a la plataforma de cumbre mas allá del segundo nivómetro que habíamos dejado unos 100 m. a nuestra izquierda, encontrándonos ya con las balizas que unen, el corto tramo que va de la Casa de la Nieve al punto geodésico de la Maroma. A penas quedaban 200 m. por cubrir para llegar al objetivo del que tan sólo nos separaba una pequeña lomita, que incluso en una ruta familiar sería insignificante. Pero aquí cometimos una novatada, y es que tras la imagen de postal de la que veníamos disfrutando durante toda la semana, con la cumbre de la Maroma completamente nevada, destacando por encima de la bahía de Málaga, se ocultaba una trampa, que a su vez era la explicación del por qué continuaba completamente nevada después de tres días de cielo azul e incluso con algo de calor y es que la cumbre la cumbre estaba congelada. Cada paso que dábamos, intentando remontar aquella suave y última pendiente, era un desafío, no tardamos en ponernos en fila india, con “Abierto hasta el Amanecer” y “El Doctor Leal” abriendo agujeros en el suelo para asentar cada paso, sobre los que los demás íbamos caminando clavando los talones con todas nuestras fuerzas pensando especialmente en preparar la bajada. Poner un pie fuera de allí suponía una caída por un tobogán de casi 200 m. o mas, si caías hacia la vertiente de los tajos del Sol. Cada paso avanzado era todo un ejercicio de pericia y concentración. Pero el suelo estaba cada vez mas duro y congelado, ya quedaban menos de 100m para el punto geodésico, hubo un momento de duda que a mas de uno hizo desistir, pero en el último instante sabedores de lo cerca que nos encontrábamos, casi patinando sobre hielo y guardando el equilibrío, paso a paso y en fila india para aprovecha la huella del compañero de delante llegamos al mítico punto geodésico de La Maroma (2.065 m). Encontrándonos con una espectacular imagen de su escalera completamente cubierta de nieve.
Tras las fotos de rigor en la cumbre, almorzamos junto a la sima de La Maroma, con unas vistas espectaculares con todo el litoral malagueño a nuestros pies, parcialmente cubierto por as nubes que se encontraban por debajo de nosotros. El brillo del sol sobre el mar era de una belleza poética, hacia el este sierra Almijara aparecía parcialmente nevada, al igual que la Contraviesa almeriense, además de sierra Nevada, sierra de Huetor y mas allá Sierra Mágina. Como dijo mas de un compañero, esto no lo cambio por el mejor restaurante del mundo, las vistas, la claridad de atmósfera, la ausencia de viento, la buena compañía, la increíble sensación de libertad y absoluto privilegio, entre un sin fin de buenas sensaciones nos hacían sentir en el paraíso. Pero el tiempo de permanencia en las cumbres, tiene su límite para todo mortal, de manera que una vez finalizado el almuerzo, a penas unas fotos mas para reconfirmar que aquello no era un sueño e iniciamos el descenso descendiendo por el mismo camino que habíamos marcado sobre el hielo. A poco de empezar el descenso, mas familiarizado ya con el medio que nos rodeaba, mas de unos cubrimos algunos toboganes tirándonos como niños cual gigante tobogán, destacando en esta modalidad el intrépido Manu y Salva “Abierto hasta el Amanecer”.
Al llegar al segundo nivómetro, que en nuestro camino de ascensión habíamos dejado unos 100m a nuestra izquierda, decidimos regresar por la balizada senda de la Fuente del Espino, pero a penas 200 m mas allá del comienzo, nos vimos atrapados en una trampa. Y es que a pesar de tener a la vista la parte superior de las balizas, al coincidir con la ladera este y norte del Mojón de la Fuensanta, ya se encontraba totalmente en sombra y la senda no sólo había quedado totalmente inmersa bajo la nieve, sino que además su trazado a modo de cornisa, se había perdido bajo una gruesa capa de nieve casi congelada, que no daba la mas mínima pista sobre la senda a pesar de tener las balizas a la vista y por lo tanto la senda aproximadamente localizada, era imposible avanzar sobre ella, pues la ladera, no solo se empinaba cada vez mas, sino que al menor paso en falso, la caída hacia el arroyo de los Tejos era de mas de 200 m. de empinadísimo tobogán, viéndonos obligados a retroceder sobre nuestros pasos, no sin esfuerzo, riesgo y dificultad hasta que por fin pisamos sobre tierra firme cuando regresamos al segundo nivómetro, situado en el Collado del Mojón desde el que se accedimos directamente al barranco del mismo nombre por el que habíamos realizado la ascensión que repetimos en sentido inverso para descender hasta la base de la cuesta de las Víboras, desde donde continuamos tal y como estaba previsto por la pista donde disfrutamos de la privilegiada estampa de numerosas cabras montesas haciendo honor a su nombre sobre las afiladas paredes de los Castillones, con un atardecer de postal sobre el pantano de la Viñuela, llegando a los coches estacionados junto al cortijo del Alcázar con los frontales encendidos y el ululeo de los cárabos recordándonos que habíamos rebasado de largo el tiempo estimado de ruta.
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Bueno no pude ir pero he disfrutado un montón con los vídeos y vuestras depuradas técnicas de ascenso y descenso. Muy devoto Salvita llegando al mojón y tu locución estilo 'vuelta a España' anima bastante. Ya se ve cuando se pueda a conseguirse unos crampones corrientitos que son los que menos pegas dan. Y a ver si pillamos otra.
ResponderEliminarYa lo decís en tu crónica, un paisaje que parece de ensueño...a veces uno está en el sitio apropiado en el momento adecuado...y ustedes estuvieron ahí con ese sol y esa nieve impresionante...
ResponderEliminarImperdibles los videos...y tu relato me recuerda a un clásico deportivo, por ejemplo...Sevilla-Betis?? jajja, ganando el Sevilla por supuesto!!
Gracias por el tiempo que le dedicás a las crónicas...
hola amigos. Somos de Cordoba y queremos subir este finde a la maroma. Que ruta nos recomendais?? me gusta esta que habeis hecho. Gracias y un saludo.
ResponderEliminarEsta ruta es preciosa, incluso sin nieve. Pues encontrársela tan nevada como en esta ocasión ocurre muy pocos días al año y esta ocasión fue la mejor de las casi 10 veces que hemos ido a La Maroma.
ResponderEliminarNo obstante, si en el grupo no hay gente demasiado fuerte La Maroma desde el Robledal por la zona de Alhama de Granada, es mas corta y tiene menos desnivel.
Vale pues creo que elegiremos esta que habeis hecho. Existe otra mas impresionante ? .... o esta es la mas espectacular ? gracias de nuevo.
ResponderEliminarSi buscáis desnivel fuerte, desde Canillas del Aceituno o desde Sedella son unos 1.300 m de desnivel, pero ambas son vertiente sur y una vez que queda atrás la primera parte de pinos, la subida se hace eterna y muy monótona. Mientras que la de Alcaucín, vertiente oeste,suroeste y la del cortijo del Robledal, zona de Alhama de Granada, vertiente norte. Son mucho mas bonitas, pues hay mucha mas vegetaciíon y el trazado es mucho mas entretenido. También se pueden hacer combinaciones tipo "travesía" dejando coches en un final previsto, por ejemplo (para finalizar descendiendo en Canillas del Aceituno) y comenzar la subida desde el área recreativa del Alcázar o El Robledal. pero es un coñaso el trasbordo con los coches, la pérdida de tiempo, etc... Lo suyo para eso es alquilar una minibús.
ResponderEliminarmuchas gracias. Subiremos por el sendero Alcazar la maroma, ya os contaré. Saludos y gracias de nuevo.
ResponderEliminarQue pandilla de domingueros...
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