Como llegar a la Venta de Palma en
Cómpeta: Tomando como
referencia la A-7, N-340
dirección Nerja-Motril, después de dejar atrás Vélez-Málaga, tomaremos la salida de Algarrobo, localidad
que pronto dejaremos atrás, después Sayalonga, y sin desviarnos, llegaremos a
Competa, tomando un ramal de carretera que circunvala el pueblo por la derecha
(su zona alta) y que nos lleva directamente a un mirador de estilo Gaudí, junto
al cual se encuentra la mítica Venta de Palma, que además puede ser buen lugar
para desayunar pues suele estar abierto desde antes de las 9.00 am.
Se encuentra
justo en la confluencia de la carretera de circunvalación de Cómpeta y el
inicio de la carretera que desde Cómpeta va hacia Torrox y por lo tanto la que
también nos serviría de referencia para llegar al inicio de la ruta del río
Patalamara desde la fábrica de Luz de Cómpeta, aunque éste no es hoy nuestro
caso.
Una vez
situados en la venta de Palma, dejaremos el mirador estilo Gaudí a nuestra
izquierda y tomaremos la carretera que desde allí sube, dirección norte,
circunvalando la localidad de Cómpeta que va quedando a nuestra izquierda por
su parte alta. A tan sólo unos 100 m mas allá de la Venta de Palma, sale un
ramal de pista (aún asfaltada) en un cerradísima curva a la derecha, donde
debemos abrirnos mucho para no tener que maniobrar metiendo marcha atrás, a
continuación la pista afronta un tramo de fuerte pendiente que pronto nos
llevará a una sucesión de zig-zags por los que pronto perderemos de vista la
localidad de Cómpeta y la cómoda pista asfaltada, que pasa a convertirse en
pista terriza no recomendable para vehículos que no sean 4x4, “todo caminos” o
al menos turismos altos, pues la pista, aunque de momento no tiene grandes
cárcavas, presenta demasiadas piedras sueltas en muchos tramos de los 9 km de
pista que debemos recorrer hasta el cortijo del Daire.
Pronto
llegamos a una bifurcación que nos anuncia campo de fútbol y casa de la Mina, a
la izquierda, pero nosotros tomaremos el ramal de la derecha, que en primer
lugar nos llevará al recientemente construido mirador del Puerto del Collado,
que reconoceremos con sus mesitas y barandillas de madera, con preciosas vistas
sobre el valle del río Patalamara y gran parte de Sierra Almijara, que son las
vistas que vamos a ir teniendo a partir de ahora, con la caída hacia el fondo
del valle siempre a nuestra derecha.
Un kilómetro
y medio después del Puerto del Collado, llegamos a la Casa de la Mina,
alojamiento rural, de estratégica ubicación privilegiada para explorar Sierra
Almijara, que pertenece al Ayuntamiento de Cómpeta y que cuenta incluso con
piscina y pista de tenis, actualmente en estado de semi-abandono, pues ninguna
empresa o particular se aventuran a apostar por su explotación, ¡son tiempos de
crisis, que también se nota en el cada año mas deteriorado estado de la pista!.
Al llegar a
la Casa de la Mina nos encontramos
con una bifurcación de pistas, que en esta ocasión tomaremos a la izquierda. A
nuestra derecha llevamos la caída hacia el fondo del barranco Pradillos de Juan Rojo,
uno de los principales tributarios del río (arroyo) Patamalara y a nuestra
izquierda la ladera del cerro Gavilán, la Cruz de Canillas, por
los que discurre el sendero que va desde Cómpeta a Puerto Blanquillo y que mas
adelante distinguiremos desde la distancia al echar la vista atrás y distinguir
una pequeña caseta blanca contra incendios en su cumbre y mas adelante, también
a nuestra izquierda, aunque ya, mas alejados de nosotros el cónico cerro
Atalaya y cerro Verde con su bosquete de pinos en la cumbre.
Desde la
Casa de la Mina, la pista va faldeando la sierra de forma dócil, los zig-zags
se van sucediendo, hasta que la pista cruza el barranco (arroyo) Pradillos
de Juan Rojo. Si la dirección predomínate hasta ahora ha sido N-E,
después de cruzar el arroyo Pradillos, la pista gira unos
120º a la derecha y el siguiente kilómetro lo recorremos en dirección SUR,
hasta que llegamos a una segunda curva de horquilla a la izquierda, que nos
reorienta dirección N-E, con unas vistas impresionantes sobre la vertiente sur
de los tajos de La Mota que crestearemos en la segunda parte de la
ruta, las cumbres del Lucero y Lucerillo (sólo
momentáneamente), la crestería de Los Civiles, que ya nos
espera desafiante y mas a su derecha el emblemático cerro Cisne.
A partir de
esta segunda y última curva de horquilla lo que tenemos a nuestra derecha ya es
la caída hacia el barranco Moreno, principal tributario del río Patalamara, formado a
partir de la unión el barranco del Mirlo y el Majadillas
que pronto vamos a atravesar, llegando unos 200 m después a las inmediaciones
de las ruinas del cortijo del Daire donde ya podemos aparcar los
vehículos. Siendo, de por sí, un verdadero espectáculo visual esta primera fase
de aproximación con los coches hasta el inicio de ruta.
Ficha de la ruta:
Longitud: 16 km
Tipo de ruta: circular en sentido inverso a las
agujas del reloj.
Desnivel ascenso acumulado 1200m
Dificultad: Alta. No apta para personas con
vértigos o no acostumbradas a caminar por terrenos agrestes y de pendientes muy
fuertes en algunos tramos.
Tipo de terreno: Senderos 65% campo a través o
sendero casi perdido 20% pista 5%
Tiempo estimado: 8-9 horas
Fecha de realización: sábado, 12 de abril de 2014. Cielos
despejados la mayor parte del día y temperaturas que llegaron a superar los
20ºC en algunos momentos, haciendo necesario el uso de los 4 litros de agua,
que ya estaban avisados en el anuncio de ruta.
Bibliografía:
1.Disfrutar
caminando por las Sierras Tejeda y Almijara (Edit. Arguval).
2.Por los
Montes de Málaga (Edit. Primtel).
3.Agrupación
guerrillera Málaga-Granada (de mi amigo Juan Morente).
8 Participantes: Desde Estrasburgo (Francia): mi sobrino Pablo (camiseta verde).
Desde Cabra (Córdoba): Rafael “El Califa” (negro) y su amigo Antonio “El Becario” (naranja) buen
conocedor de Sierra Almijara. Y desde distintos puntos de la Costa del Sol:
Marlem, Fidel (gris), el Padre Carras (rojo cardenalicio) Juani (naranja) y nuestro anfitrión de lujo: Juan Antonio Villalba (azul), que
volvió a deleitarnos en sus dominios almijáricos volviendo a hacer bueno su
sobrenombre de “Corsario de Sierra Almijara”.
En esta
ocasión “Chuckie” fue baja por estar cumpliendo “sanción” al ver la roja
directa por morder una “oruga procesionaria” tres semanas antes, el día del
cerro de Las Chapas.
El nivel de
dificultad de esta ruta puede llegar a ser muy Alto, no sólo por el desnivel
acumulado, sino porque discurre por algunos tramos muy agrestes no aptos para
personas con vértigo no sólo por la sensación alpina del Lucero, sino por
contar con un par de pasos muy delicados por la zona alta de dos barranqueras
que hay que flanquear en el tramo intermedio de la crestería de Los Civiles, de
apenas 10 m de longitud cada uno, pero por donde hay que pasar muy pegado a la
pared y se trata de un terreno muy degradado que se deshace fácilmente bajo
nuestros pies.
Donde sería muy necesario instalar unas cadenas o al menos un cable, a falta de ello, llevar una cueerda en la mochila, de al menos 8 m, que la sujete la persona mas fuerte y habilidosa del grupo no estaría de mas para afrontar estos dos tramos delicados.
Donde sería muy necesario instalar unas cadenas o al menos un cable, a falta de ello, llevar una cueerda en la mochila, de al menos 8 m, que la sujete la persona mas fuerte y habilidosa del grupo no estaría de mas para afrontar estos dos tramos delicados.
A lo largo
del recorrido hay algunos tramos que se pueden prestar a confusión si bien, el
trazado es muy intuitivo, con una buena base de experiencia en montaña y
conocimientos topográficos del terreno.
Descripción de la ruta:
Desde las
ruinas del Cortijo del Daire, echamos a caminar por la pista en dirección S-E,
contemplando a nuestra derecha una sucesión de bancales recientemente
trabajados donde actualmente nos encontramos con un buen número de colmenas,
situadas a una distancia prudencial que no incordia nuestro transito.
Apenas
unos 300 m la pista se cruza con el arroyo del Mirlo o Zarzadilla, que vamos a
vadear, al mismo tiempo que abandonamos la pista y tomamos el sendero que en
sus primeros metros discurre paralelo a la línea de zarzas bajo la cual
discurren las cristalinas aguas del arroyo, que vamos a ir llevando a veces a
nuestra izquierda y otras a nuestra espalda según van girando los zig-zags por
los que vamos ganando altura, durante un corto trecho el sendero se transforme
en incipiente carril que pronto desaperece, poco antes de pasar junto a las
ruinas del cortijo del Mirlo, ubicado a escasa distancia del collado de Los
Civiles. En las inmediaciones del cortijo del Mirlo, debemos estar atentos,
porque la pista se bifurca, un tramo continúa recto en dirección ESTE,
llaneando sobre la misma curva de desnivel, durante un pequeño trecho, mientras
que nuestro camino a seguir es un tenue ramal de sendero que asciende hacia la
izquierda, dirección N, N-E, que a partir de ahora ya será la dirección
predominante, comenzando a encarar las rampas mas duras y extenuantes que
pueden llegar a disuadir a cualquier persona que no se encuentre en muy buen
estado de forma.
Conforme
vamos ganando altura, nos admiramos cada vez mas de la belleza y
espectacularidad del entorno del barranco del Mirlo o Zarzadillo que llevamos a
nuestra izquierda, al otro lado del barranco llevamos la Loma del Daire y los
magníficos pináculos que contemplamos en la distancia sobre los tajos de La
Mota, por encima de los cuales pasaremos al regreso.
En nuestra ascensión también
pasamos junto a hermosos pináculos, algunos de ellos tan afilados que nos
transportan a un paisaje volcánico de lava solidificada. Sin embargo, la mayor
parte de las rocas que contemplamos a nuestro alrededor está formada por
mármoles de naturaleza dolomítica, derivadas del fuerte metamorfismo al que
fueron sometidas las rocas carbonatadas depositadas hace unos 200 Millones de
años en el mar, a muchos kilómetros al ESTE de donde se encuentran ahora, muy
probablemente en algún punto intermedio del mar de Alborán entre las costas de
Almería y Argelia. El desplazamiento de toda esta masa rocosa supone la
actuación de enormes fuerzas compresivas que dan como resultado la intensa
fracturación de la roca según diferentes planos. Las zonas fracturadas son
aprovechadas por el agua para ejecutar su acción disolvente, de manera que se
acentúa el relieve. El resultado es la presencia de grandes grietas aumentadas
por disolución además del relieve tan abrupto de toda Sierra Almijara. Pudiendo
aplicar lo comentado en este párrafo a la mayor parte de las zonas de cumbre y
crestería de la agreste Sierra Almijara, todo un espectáculo visual para los
amantes de la montaña, la geología y la Naturaleza en general.
Con esfuerzo
y paciencia, poco a poco vamos ganando altura, preguntándonos en mas de una
ocasión, por dónde coño continuará el sendero para hacer posible nuestro
discurrir junto a la crestería de Los Civiles. Algo aparentemente inaccesible
visto desde la distancia. Pero como la mayoría de senderos de alta montaña tiene
truco, de hecho el sendero no ataca directamente el primer espolón de la
crestería hacia el que nos vamos acercando y sobre el que vemos una hilera de
pinos que recorta el horizonte, sino que faldea dicho espolón por su vertiente
OESTE, es decir, por su parte izquierda, en el sentido de nuestra marcha, sin
dejar de ganar altura, prácticamente, en ningún momento.
Poco después
de dejar el primer espolón de crestería a nuestra derecha, alcanzaremos el
siguiente collado de la crestería, tras pasar junto a una hilera de hermosos
pinos de grandes dimensiones, pudiendo contemplar por primera vez a nuestra
derecha (ESTE) unas vistas impresionantes sobre la denominada “Hoya de venta
Panaderos”, coincidiendo con la cabecera del río Higuerón que nace a los pies
del desafiante cerro Cisne (1.448 m), que a pesar de tener una altura
relativamente modesta, se alza imponente sobre su entorno, estando considerado
como el “K-2 de Sierra Almijara” tal es la fama de la dureza que encierra su
ascensión, que en un mas difícil todavía habían coronado un par de semanas antes, nuestros compañeros: Reinaldo, Manuela, Miguel, Patri, Macarena, Villalba y Fabiola prolongando la ascensión al Cisne y continuando por Rajas Negras, la vertiginosa crestería de La Cadena, el cerro de Los machos y Puerto de Frigialiana, donde volvieron a pisar tierra firme tras dejar atrás uno de los tramos mas duros y expuestos de Sierra Almijara.
A partir de aquí se irán alternando estas vistas a nuestra derecha
(ESTE), con las vistas sobre el barranco del Mirlo o Zarzadilla y la vertiente
sur de los tajos de La Mota a la izquierda (OESTE), que es la que vamos a ir
contemplando, ya que la mayor parte del tiempo, el sendero discurre por la
vertiente izquierda de la crestería de Los Civiles, es decir, a la izquierda de
los crestones. Contra lo que pudiera parecer desde la distancia, salvo por la
dificultad del esfuerzo físico el sendero es dócil y fácil de seguir, salvo
algunos tramos mas bien intuitivos.
A partir de
la zona central de la crestería, el sendero describe un perfil ondulante con
pequeños toboganes en bajada, aunque prevalezca el sentido ascendente, la mayor
parte del tiempo.
Debiendo afrontar dos pasos vertiginosos para bordear la
cabecera de dos pequeños barranquillos caminando lo mas pegado posible a una
pared de roca muy pobre y degradada que se va deshaciendo bajo nuestros pies.
Un lugar no apto para personas con vértigo, donde una vez mas tuve que recurrir
a la poco ortodoxa técnica del autoculin y la generosa ayuda de los compañeros
mas intrépidos, que con su mera presencia cercana, en los metros mas expuestos,
fueron el perfecto antídoto psicológico para apaciguar esa especie de pánico
que muchas veces está mas en nuestra mente que en la realidad.
Superado el
delicado paso de las dos cabeceras de barranco, no tardamos en llegar al
Collado Bartolo, desde donde ya vemos, cada vez mas cerca de nosotros unos 200
m a nuestra izquierda, el sendero que viene por La Loma del Daire y donde
hicimos el camino de ida en enero 2009. Un poco mas adelante, ya casi al final
del tramo de la Crestería de Los Civiles, el sendero queda desdibujado,
teniendo a tiro de piedra la cara sur del Lucerillo, y debiendo descender a la
cañada que tenemos ante nosotros, que no es otra, que la cabecera del barranco
del Mirlo o Zarzadilla, que vamos a ir remontando sin mayor dificultad que el
esfuerzo requerido y la pesadez de ascender sobre un suelo arenoso que con
frecuencia se va hundiendo a nuestro paso, hasta que por fin alcanzamos el
collado de La Perdiz, donde todo el esfuerzo queda recompensado ante las vistas
grandiosas que tenemos al ESTE, con las dos impresionantes pirámides que
tenemos ante nosotros, a la derecha el Lucerillo (1.680 m), también conocido
por los lugareños como cerro Bartolo o de Los Mosquitos y a la izquierda el elegante cerro Lucero
o Raspón de Los Moriscos (1.779 m), cuya piramidal silueta es fácilmente
visible a mas de 100 km desde la Costa del Sol Occidental al OESTE, las sierras
Subbéticas cordobesas al NORTE o muchas cumbres de Sierra Nevada, así como
desde cualquier punto de alta Mar entre las costas de Málaga y Marruecos.
Recuperado
el resuello y hechas las fotos de rigor es de el collado de la Perdiz, también
conocido como, Puerto del Llano. Iniciamos la ascensión hacia el Lucero (1.779
m), la montaña perfecta, mi favorita. El lugar donde me gustaría arrojaran mis
restos algún día. El sendero comienza a subir al principio de forma muy suave,
hasta que se topa con la zona mas abrupta de la ladera, que va salvando con la
maestría y habilidad de los grandes maestros de antaño, mediante una sucesión
de cómodos zig-zags, que van ganando altura por la cara norte del cerro
Lucerillo o de Bartolo (1.680 m). Una vez mas la poca solidez de los mármoles
fragmentados ha acelerado la erosión del sendero que resulta inexistente a nuestro
paso sobre dos pequeñas cárcavas que salvamos con precaución, para seguir por
el perfectamente dibujado sendero que irá dejando a nuestra derecha la cumbre
del Lucerillo y definitivamente atrás al llegar al impresionante balcón
natural, conocido como Coladero de Los Mosquitos (1.640 m), con unas vistas,
cada vez mas altas sobre la “Hoya de venta Panaderos”, donde se encuentra la
cabecera del río Higuerón que nace a los pies del desafiante cerro Cisne que
nos llama la atención por su proximidad, si bien desde aquí ya comenzamos a
distinguir algunas de las cumbres mas emblemáticas de Sierra Almijara como El
Cielo, Navachica, Piedra Sillada, cerro de Los Machos, todos ellos al ESTE de
nuestra posición.
Conforme
vamos ganando altura al echar la vista atrás no es menos impresionante la
perspectiva pirenaica que tenemos del tramo de sendero que ya llevamos
recorrido con el Lucerillo, el cerro y los tajos de La Mota al fondo, todo un
espectáculo visual, que después contemplaremos de frente en la bajada.
Otro hito
curioso de la ascensión es el espectacular colmillo o pináculo rocoso al que
podemos por un pequeño ramal de sendero que queda a la derecha, con el cerro
Cisne, siempre omnipresente al fondo. Desde aquí la sucesión de zig-zags ya es
una constante, como también lo es el discurrir de los senderistas con los que
nos cruzaremos, bien en la subida, en la bajada o en ambos casos.
Aunque
normalmente los metros finales casi siempre se antojan los mas duros, la
belleza del paisaje y la sensación alpina es tal, que parecemos estar en un
sueño, donde uno se olvida hasta del cansancio y antes de darnos cuenta ya
alcanzamos el pequeño llanete al final del cual se encuentran las ruinas del
antiguo cuartelillo de La Guardia Civil, cuyas paredes tampoco escapan al
efecto de la erosión en un lugar tan expuesto.
A nuestra llegada no nos
encontramos con nadie en la cumbre, el cielo sobre nosotros era completamente
azul y sin correr una gota de aire, aunque la temperatura era agradable en
aquel mediodía primaveral, tuvimos a bien almorzar a la sombra del único lienzo
de pared quee queda en pie en la actualidad. Mientras Juan Antonio, Rafel y
Antonio “El Becario” rememoraban sus últimas rutas por la zona, señalando los
distintos hitos que desde allí se veían por los que habían pasado en su día y
alguna que otra anécdota.
Momento
también para el recuerdo de aquellos años bárbaros de la postguerra en la que
se creó el famoso cuartelillo sobre la cumbre donde una patrulla de seis
guardias civiles se relevaban cada 15 días, para la vigilancia y hostigamiento,
de los últimos reductos de los makis y extraperlistas que transportaban sus
mercancías entre las localidades de la Costa y la comarca de Alhama de Granada
y que en mas de una ocasión se vieron obligados a transportar una pila de
ladrillos con sus mulas hasta la mismísima cumbre del Lucero, para ayudar a
construir el cuartel, a cambio de que les hicieran la vista gorda para
transportar mercancía de extraperlo entre la costa y el interior. Pero esto es
sólo la cara mas amable de los capítulos mas sangrientos que tuvieron lugar en
Sierra Almijara y que queda perfectamente reflejada en el libro de mi amigo
Juan Morente, titulado “Agrupación guerrillera Málaga-Granada” al que pertenece
el siguiente texto y fotografías.
2ª parte,
Pasajes de la Historia de Sierra Almijara: Combate en las inmediaciones cerro Lucero
Seguramente
uno de los sucesos más sonados de toda la historia de la Agrupación Guerrillera
Málaga-Granada, fue el encuentro sostenido por fuerzas de la Guardia Civil, y
del Tabor de Regulares acantonado en Frigiliana, contra guerrilleros de esta
Agrupación, en la ladera sur de cerro Lucero.
El alto
valle del río Higuerón habitualmente se constituía en un magnífico refugio para
los guerrilleros liderados por el mítico jefe de la guerrilla Roberto.
Las condiciones orográficas, con profundos barrancos, pronunciadas elevaciones
y abundantes riscos, ofrecía el ideal lugar de defensa y ocultación.
Además la
existencia de una vía natural entre la costa malagueña y la vega de Granada, a
través del puerto de Frigiliana facilitaba el trasiego constante de
arrieros que transportaban sus mercancías a una y otra comarca. A esto se unía
una buena comunicación con los valles adyacentes, a través de pasos naturales
como puerto Umbrales y el collado de los Civiles.
Esta
situación en cierto modo facilitaba el posible abastecimiento a los grupos
guerrilleros que obtenían de estos arrieros la complicidad necesaria, unas
veces por afinidad y otras por miedo, que les proporcionaba su sustento.
Asimismo la
situación estratégica de venta Panderos, parada casi obligada de los usuarios
que transitaban la vía que les comentamos, también era utilizada por los
guerrilleros para su abastecimiento.
Del mismo
modo, muchos de los guerrilleros que conformaban las filas de la Agrupación,
por aquel entonces eran originarios de Frigiliana, Torrox, o río de la Miel,
localidades cercanas a este enclave que al ser por ello conocedores del
terreno, lo hacían aún más atractivo como expertos conocedores de la zona.
Así por
ejemplo, casi desde sus comienzos, los guerrilleros establecieron sus refugios
y campamentos en esta zona. En la cueva de la Montés, en Rajas Negras, en el
barranco Sin Salida, en el cerro Cisne, en Piedra Sillada, y también en el
barranco Bartolo (cabecera del barranco del Mirlo o Zarzadilla), en la ladera
sur de cerro Lucero donde se ubicaba el campamento guerrillero que aquel lunes
6 de diciembre de 1948, la Guardia Civil intentó atacar.
Era
frecuente que en las fechas navideñas, los grupos guerrilleros, y el Estado
Mayor, se reunieran en algún lugar para celebrar estas fechas, recibir
instrucciones, e intercambio de dinero y armamento. Así sucedió a finales de
1948, cuando se encontraban alrededor de noventa guerrilleros concentrados en
el campamento cercano a venta Panaderos.
Para
abastecer a semejante personal, se hacía necesario movilizar a un gran número
de enlaces, por lo que es más que probable, que la Guardia Civil recibiese
noticias de que algo importante se estaba fraguando. Quizás por este motivo, y
por el descubrimiento meses antes, de la base en el citado barranco Bartolo, se
diseñó el servicio que desencadenó el definitivo encuentro.
El lugar en
el se ubicaba el campamento guerrillero, ofrecía las máximas garantías para su
defensa. Buena visibilidad de casi la totalidad del valle para los centinelas,
excelente protección en un terreno muy rocoso, y lo que es más importante una
elevadísima pendiente que dificultaba el avance de las fuerzas atacantes.
Los
guerrilleros además de las armas largas, constituidas principalmente por
escopetas, no muy útiles para este combate, disponían de bastantes mosquetones
arma ideal para mantener a raya a las fuerzas atacantes.
Pero el arma
que marcó la diferencia era un fusil ametrallador que los guerrilleros arrebataron
a un pelotón de soldados del ejército, en un encuentro sostenido en el río
Verde de la sierra de Cázulas el 29 de marzo de ese mismo año (1.948).
Dispuesto en
un lugar predominante, y manipulado por un experto como era José García Muñoz
(a) Ceferino o Chendarme, guerrillero de Agrón (Granada), que había
hecho el servicio militar con ametralladoras en el norte de África. Hacía del
todo imposible el avance de las fuerzas atacantes que se vieron obligadas a
aplastarse en el terreno y desistir de su intención.
El combate
se prolongó durante toda la jornada, y al llegar la noche, los guerrilleros
huyeron por la zona noroeste dirección a la sierra del Loja, aprovechando el
error táctico del su enemigo, que no supo ocupar este sector.
Recogemos
algunos testimonios de algunos guerrilleros que participaron en el combate y
que años después manifestaron sus sensaciones de lo ocurrido.
Uno de ellos
es de José García Elena Angelillo, ya fallecido, que el día 6 de
noviembre de 1987 era entrevistado por el maestro y amigo José Aurelio Romero
Navas, diría:<<Allí había más moros…, pero gracias al fusil
ametrallador, que llevaba uno que era de Agrón, los tuvimos a raya. Yo calculo
que eran unos tres o cuatro mil.
Por cierto que de allí salimos pro un sitio que ni los
prácticos sabían que se podía. Gracias al “Canillo”, que era como un látigo
subiendo, llegó hasta la cúspide de cerro Lucero, y luego ya subimos todos con
una cuerda. Pero tuvimos que dejar abajo en el campamento casi todo, incluidas
las doce cabras que estaban lista para la comida.
Otro testimonio recogido por el mismo autor anterior
en agosto de 1984, a José López Centurión Rodolfo, nos parece revelador.
<< A las ocho de la mañana empezó el tiroteo, siendo un error táctico
de ellos lo que nos salvó, porque nosotros no habíamos sentido nada, aunque a
lo lejos si que oíamos ruido pero lo achacábamos a las cabras montesas.
También
nosotros, si en lugar de tirar para arriba, lo hacemos para abajo no la
contamos. Esa fue la equivocación que cometieron. Recuerdo que los moros nos
decían “rojillos, bajad para abajo”, y nosotros les decíamos “moros, subid a
por nosotros”.
Los muertos
que pudo haber yo no lo sé, pero sí que
veíamos bajar y subir camillas con gente sobre ellas. Allí quienes mandamos
fuimos nosotros.
Otro experto
guerrillero, Antonio García Ordóñez: Enrique, natural de Salar
(Granada), nos confesó. “Nosotros llegamos, desde la sierra de Loja, la
tarde antes, al mando de Crescencio y Mariano. Estuvimos toda la
tarde con ellos, pero como no había sitio suficiente acampamos un poco más
arriba. Luego al día siguiente sentimos los tiros y nos marchamos, pero no
intervinimos en el combate. Luego, a la noche siguiente, ya nos reunimos todos
en los campamentos de la sierra de Loja>>.
A
continuación les ofrecemos la versión oficial de lo sucedido, recogido en la
causa 3/49.
Atestado
A modo de
resumen les ofrecemos el atestado de la Guardia Civil en el que se recoge, en
líneas generales, la versión oficial de lo sucedido.
Don Pedro
Martí Serra, Teniente Jefe del Segundo Distrito del Primer Subsector del Sector
interprovincial de la Guardia Civil Granada-Málaga, por medio del presente
atestado instruido en virtud de orden del Señor Comandante, D. Francisco Alcalá
Martínez, Jefe del citado Sector, hace constar lo siguiente:
Con fecha 30
del pasado mes de noviembre, en virtud de una orden del Sector Interlímite, se
disponía el reconocimiento del terreno comprendido entre el triángulo formado
por el río Higuerón, camino de las Carihuelas, y una línea ideal que une los
puertos de Umbrales y Frigiliana. Este servicio se encomendaba a la fuerza del
Primer Distrito, y a la Compañía de Regulares acantonada en Frigiliana. A la
fuerza del Segundo Distrito se le asignaba la misión de reconocer el cerro
Lucero, desde el puerto de Frigiliana hasta venta Panaderos.
Para llevar a cabo ambos cometidos se dispuso que el
Teniente Jefe del Primer Distrito, D. Enrique Cazenave Acosta, con el
Destacamento del Imán, fuerza del puesto de Frigiliana, y Compañía de
Regulares, pernoctarán el día cinco de diciembre del año en curso, en el
cortijo del Imán. El día seis, esta fuerza debía salir del Imán con la
antelación necesaria para encontrarse a las 8:30 en puerto Umbrales, e iniciar
el reconocimiento de la parte del terreno que anteriormente se indica.
La fuerza del Segundo Distrito, al mando del Teniente
que suscribe, se debía fraccionar en dos grupos. Un grupo de veintiún hombres,
al mando del Sargento Jefe del Destacamento de barranco Moreno, D. Manuel
Flores Comitre, el día cinco debía pernoctar en el cortijo de El Daire. Y otro
grupo de igual número de hombres, a las órdenes del Teniente firmante, debía
pernoctar en la misma fecha, en el cortijo de los Pradillos Altos.
El día seis, la fuerza que pernoctó en El Daire, se
debía fraccionar en tres grupos, uno de seis guardias debía dirigirse al cerro
de los Borges, otro también de seis al a puerto Llano (Collado de La Perdiz).
Ambos grupos debían poner su atención en las estribaciones de cerro Lucero. El
resto de los veintiún hombres, con el Sargento, debían establecerse en el observatorio
que los bandoleros (makis) habían utilizado por encima de venta Panaderos, y
que está situado por debajo de una antigua base. Estas fuerzas no debían hacer
acto de presencia hasta las 8:30 horas.
La fuerza que pernoctó en los Pradillos Altos, debía
salir con la antelación necesaria para hallarse en la parte este de cerro
Lucero (altura de puerto Frigiliana), debiendo seguir este itinerario: puerto
Cómpeta, rambla Seca, y vereda de los Moriscos a dicho lugar, procurando seguir
una vereda que conduce a la mencionada base, y descubrir cualquier rastro que
pudiera conducir a otra nueva base, que pudieran haber establecido los
bandoleros por aquellos parajes.
La finalidad de estos reconocimientos, era averiguar
si se había establecido alguna base nueva, y comprobar si las ya conocidas
habían vuelto a ser utilizadas.
El Capitán del Primer Subsector, con el grupo volante,
debía encontrarse en las inmediaciones de venta Camila, atento a cuanto pudiera
ocurrir en los dos servicios que se señalan.
Desarrollado el servicio en la forma prevista, sobre
las ocho treinta, y casi simultáneamente, fueron agredidas las fuerzas que al
mando del Sargento Flores Comitre, se dirigían al observatorio indicado.
Resultando herido el guardia segundo Román Gómez Carrillo. Y las fuerzas que
con el Teniente Instructor, se encontraban en el lugar que se les había
asignado, sufrieron un violento fuego de fusiles ametralladores, y fusiles, de
los elementos bandoleros establecidos en cerro Lucero y estribaciones. Ambas
fuerzas tomaron inmediatamente posiciones y rechazaron el fuego,
generalizándose la lucha en un amplio sector, cuyas posiciones dominantes
estaban ocupadas por los forajidos.
Sobre las once horas de dicho día seis, la Compañía de
Regulares y la Guardia Civil al mando del Teniente D. Enrique Cazenave, tomaban
contacto con el Sargento de barranco Moreno y tomaban parte en la lucha,
sufriendo la baja de un Cabo de Regulares que resultó herido.
Sobre las catorce horas del mismo día, el Sargento de
Regulares, y unos doce soldados, entablaron contacto con el grupo mandado por
el Teniente Pedro Martí, quien dispuso el despliegue de sus fuerzas en un
espacio más amplio, para evitar la huida de los bandoleros por el espacio de terreno
que dominaban.
Sobre las diez y siete horas, resultó muerto de una
ráfaga de fusil ametrallador, un soldado marroquí. De esta forma, y siempre
bajo violento fuego de los bandoleros, enérgicamente rechazado por las fuerzas
de la Guardia Civil y Compañía de Regulares, se continuó el combate hasta la
entrada de la noche. Durante la cual los bandoleros aprovechando la oscuridad y
lo accidentadísimo del terreno, y que éste no era posible cercarlo por completo
sin un gran número de fuerzas, abandono el lugar de la lucha.
En la mañana del día siete, todas las fuerzas que el
día anterior habían sostenido el encuentro y la Compañía de Infantería
establecida Cómpeta, realizaron un completo reconocimiento del terreno, donde
se pudo apreciar que los bandoleros habían vuelto a utilizar de nuevo la
antigua base establecida encima de venta Panaderos, en el llamado barranco
Bartolo. Esta daba la sensación que hacía muy poco era utilizada, pues las
chabolas estaban reconstruidas y la hierba estaba aún verde, ya que
anteriormente habían sido destruidas al ser descubiertas.
Esparcido en el suelo había gran cantidad de víveres,
garbanzos, judías, harina, cebada, no pudiendo ser recogidos por estar entre
las piedras. Asimismo siete garrafas estropeadas que habían contenido aceite,
siete cabras sacrificadas, pero cuya carne tampoco pudo ser recogida por estar
en estado de descomposición debido sin duda a haber estado expuestas al sol.
Cerro Lucero y sus estribaciones presentan gran número
de parapetos construidos con piedras y todo da la sensación de que los
componentes de la partida de bandoleros serían sobre cien hombres.
Por el Teniente Jefe de la Línea de Torre del Mar, se
instruyen diligencias de carácter urgente con motivo de la herida sufrida por
el guardia del Destacamento de barranco Moreno Román Gómez Carrillo. Y por un
Oficial de la Compañía de Regulares se instruye por la muerte y heridas de dos
componentes de dicha unidad.
En el reconocimiento aludido anteriormente, fueron
hallados en los parapetos ocupados por los bandoleros, varios regueros de
sangre, que demuestran que estos sufrieron varias bajas.
Que sepamos los guerrilleros sufrieron únicamente dos
bajas. Luís Almendros Muñoz (a) Luís, sufrió un roce en el codo que
posteriormente le provocaría que uno de sus dedos le quedara inutilizado.
Además de otro guerrillero que recibió un tiro en la nalga. Ambos en la misma
acción, en la que recibieron una ráfaga por detrás cuando estaban coronando, a
cierta distancia de donde se encontraba el campamento. Los regueros de sangre a
los que se refiere el Teniente, que dice haber hallado en las proximidades del citado
campamento, probablemente buscan excusar de alguna manera el fracaso de la
operación.
Y para que conste se extiende el presente atestado que
firma el cabo auxiliar Miguel Gil Granados, y el Teniente Instructor en
Cómpeta, a los ocho días del mes de diciembre de 1948.
Como recoge en su atestado el Teniente D. Pedro Martí
Serra, para el esclarecimiento de los hechos fue comisionado como Juez
Instructor, el Teniente de la Guardia Civil D. Paulino Cordero Sánchez, quien
nombró como secretario al guardia primero Antonio Oliva Fernández.
En nuestra opinión, la planificación del servicio en
cerro Lucero no fue en nada acertada. Seguramente el mando de la Guardia Civil
no era consciente del verdadero potencial del contingente guerrillero allí
concentrado. Pero quizás debió de cerciorarse antes de enviar a ese lugar, de
una dificultad topográfica elevadísima, a un elevado número de guardias y de
soldados de Regulares que de verdadero milagro no tuvieron un final mucho más
dramático.
Creemos que hasta un profano en tácticas militares,
hubiese atacado las posiciones guerrilleras de arriba a abajo. Asegurando
primeramente las posiciones elevadas de cerro Lucero, y cerrando la posible
huída por la zona noroeste, el tan mencionado puerto Llano. Totalmente al
contrario de cómo se realizó.
Además es seguro de que el número de fuerzas que
intervinieron, eran a todas luces insuficiente, para atacar a un elevado número
de guerrilleros, bien armados, excelentes conocedores del terreno, y con un
total desprecio al peligro.
Por todas estas razones echábamos de menos la
comparecencia de los máximos responsables de la planificación de este servicio
que acabó con un fracaso rotundo de las fuerzas atacantes.
El 17 junio 1953 el Capitán General de la Novena
Región Militar en Granada, acordó el Sobreseimiento Provisional de estas
actuaciones, a tenor de lo dispuesto en el caso segundo del artículo 723 del
Código de Justicia Militar, ya que a pesar de estar agotada la investigación,
no fue posible llegar al conocimiento de quiénes fueron los autores del hecho
de referencia.
Una vez
finalizado el almuerzo, la sesión fotográfica y la recreación de un paisaje
extraordinario abandonamos tan privilegiada atalaya, casi con pereza. Nuestro
efímero paso por las cumbres, donde habitan los Dioses, es una metáfora de la vida
en si misma y nuestro paso a lo largo de la historia. Todo pasa en un abrir y
cerrar de ojos y cuando te das cuenta, ya empieza el descenso. Pero al mismo
tiempo el descenso o retorno hacia el final de ruta es otra metáfora en sí
misma, hay quienes lo viven con prisas…¡prisas! ,¿por qué?, ¿por haber quedado
con alguien, por llegar a tu casa para ducharte, ponerte en pijama y ver la
tele, por la misma inercia de nuestra forma de vida, siempre con prisas y
estresados, sin saborear los pequeños placeres de la vida…?. No lo sé, pero en
cualquier caso al campo y mas concretamente a la montaña hay que venir sin
hora, es mas yo diría hasta sin reloj y el móvil apagado, que sólo deberíamos
encender en caso de emergencia y no conectar hasta regresar a los coches.
En cualquier
caso, el descenso del Lucero, aunque se realiza sobre nuestros mismos pasos
vuelve a maravillarnos con sus perspectivas alpinas, recreándonos desde todos y
cada uno de los recodos del zig-zag que traza el sendero en una especie de “Alpe
d´Huez senderista” volviéndonos a maravillar con las imponentes vistas hacia el
Lucero y la cabecera del río Higuerón desde el collado de Los Mosquitos y el
trazado del sendero faldeando la cara norte del Lucerillo, también llamado
cerro Bartolo o de Los Mosquitos” hasta que unos metros mas allá del collado
de La Perdiz, llegamos al puerto del Llano o de La Mota, donde
se encuentra un pequeño bosquete de pinos de gran tamaño y troncos rojizos, bajo
cuya sombra plácida nos esperaban los compañeros que iban en cabeza de grupo.
A nuestra espalda
las imponentes pirámides del Lucero y Lucerillo (ESTE) y frente a nosotros,
OESTE, en el sentido de nuestra marcha, otras dos siluetas piramidales, a la
derecha el cerro de La Mota y a la izquierda el extremo oriental de los tajos
de La Mota, hacia los que vamos a encaminar nuestros pasos, que se inician en
el bien marcado sendero que en perfil predominantemente descendente, nos lleva
de forma escalonada hasta las inmediaciones del puerto de Cómpeta. Siendo este
sendero el mas utilizado para acceder al Lucero, que de hecho es conocido como “Sendero
del Raspón de Los Moriscos” por el que apenas caminamos unos 30 m en dirección
OESTE, desde los pinos del puerto del Llano, para abandonar el sendero por el
margen izquierdo, por un terreno al principio arenoso y luego cada vez mas
rocoso, caminando de forma intuitiva entre algún que otro pino resinero, restos
de viejos troncos caídos, rascavieja, enebro, aulaga, lavándula, salvia,
tomillo, romero y jaguarzo principalmente. Que muy pronto dejaremos atrás en
nuestra ascensión, de manera que antes de darnos cuenta ya vamos caminando por
un lapiaz puro y duro, pero de gran belleza, pasando incluso a veces junto
algunas formaciones imitativas, que iremos dejando a uno y otro lado. El camino
no es claro, pero como bien nos adelantaba nuestro anfitrión Juan Antonio
Villalba, el terreno aunque algo agreste, no es demasiado dificultoso para ir
ganando altura de forma escalonada y la roca normalmente es lo suficientemente
compacta para poder caminar sobre ella con seguridad. Nuestra referencia a
mitad de la subida es una torrentera, que decidimos afrontar por su parte
derecha algo mas diáfana, incluso con pequeños tramitos de tenues senderos de
cabra que hacían la ascensión mas llevadera.
Al parar de vez en cuando para sacar una foto y echar la vista atrás, no dejábamos de maravillarnos al contemplar las aún cercanas siluetas del Lucero y Lucerillo. Mientras que al echar la vista al frente y posar nuestra mirada sobre el primer espolón hacia el que continuábamos ascendiendo, nos preguntada, como sería de afilada aquella crestería, pues vista desde la distancia, especialmente desde el inicio de ruta que se nos antoja prácticamente inaccesible.
Al parar de vez en cuando para sacar una foto y echar la vista atrás, no dejábamos de maravillarnos al contemplar las aún cercanas siluetas del Lucero y Lucerillo. Mientras que al echar la vista al frente y posar nuestra mirada sobre el primer espolón hacia el que continuábamos ascendiendo, nos preguntada, como sería de afilada aquella crestería, pues vista desde la distancia, especialmente desde el inicio de ruta que se nos antoja prácticamente inaccesible.
Pero al
llegar a la parte alta del primer espolón, tal y como nos había adelantado
Villalba, la crestería, no sólo era relativamente asequible, sino que incluso
existe un valle ciego a la derecha por el que también podemos progresar si lo
preferimos. No obstante, el grupo en su totalidad, escogimos caminar sobre el
mismo tramo de crestería que combina algunos tramos de lapiaz mas o menos
afilado, con otro mas redondeado o erosionado, quedando en todo momento la
vertiginosa caída hacia el barranco del Mirlo o Zarzadilla a nuestra izquierda,
mas adelante hacia el barranco Majadillas y a nuestra derecha el valle ciego por
el que vimos varias cabras montesas y algo de repisa sobre la cual siempre
había espacio suficiente para caminar sin mayor dificultad que lo accidentado
del terreno en algunos tramos, pero sin necesidad de estar expuestos a pasos
aéreos.
La mayor
parte de los tajos de La Mota, sobre los que vamos caminando están compuestos
de mármoles sacaroideos, a nuestra derecha vamos llevando el valle ciego y al
otro lado discurre otra crestería en paralelo, que es la que coincide con los
farallones rocosos que se ven desde el sendero Raspón de Los Moriscos, a estos
crestones de color oscuro, casi volcánicos se les conoce como cerro de Rajas
negras, de afilado perfil.
Por hacer
una comparación con otros tramos de cresterías conocidas, a mí, éste que
estábamos realizando sobre los tajos de La Mota, me recordaba a la crestería de
la Sierra del Pinar en Cádiz, por lo dócil y cómodo que me resultó, a excepción
de algunos tramos algo incómodos de atravesar por lo afilado del lapiaz con
algunas grietas de consideración, pero que a penas suelen suponer tramos de mas
de 30 m de longitud, sin mayor dificultad, que la precaución a la hora de
escoger el lugar menos incómodo para apoyar nuestros pies a cada paso.
Crestería de Los Civiles con su senderillo y por encima el cerro Cisne, visto desde los tajos de La Mota.
A pesar de que aquel mediodía ya apretaba el calor y las reservas de agua se iban mermando, resultó una auténtica gozada, ir coronando cada uno de los espolones que íbamos superando a lo largo de la crestería, con nuevas perspectivas sobre la mayor parte del trecho recorrido, destacando unas espectaculares perspectivas aéreas sobre el sendero de la crestería de Los Civiles, que para ser mas correctos, nos discurre literalmente por su crestería, salvo algunos collados, mas bien, cerca de la misma, pero por su falda occidental.
Crestería de Los Civiles con su senderillo y por encima el cerro Cisne, visto desde los tajos de La Mota.
A pesar de que aquel mediodía ya apretaba el calor y las reservas de agua se iban mermando, resultó una auténtica gozada, ir coronando cada uno de los espolones que íbamos superando a lo largo de la crestería, con nuevas perspectivas sobre la mayor parte del trecho recorrido, destacando unas espectaculares perspectivas aéreas sobre el sendero de la crestería de Los Civiles, que para ser mas correctos, nos discurre literalmente por su crestería, salvo algunos collados, mas bien, cerca de la misma, pero por su falda occidental.
El último de
los espolones de los tajos de La Mota, ya relativamente cercano a la cantera de
mármol del puerto de Cómpeta, aunque muy por encima de la misma, presenta un
vertiginoso cortado hacia la cabecera del arroyo Majadilla, cuyo modesto cauce
atravesaremos unos metros antes de volver a poner pie sobre tierra firme, o lo
que es lo mismo sobre la pista que nos devuelve al cortijo del Daire, pero
todavía queda un trecho para ello.
Coronado
este último espolón, que en cualquier caso es optativo, por ejemplo Rafael y
Antonio, renunciaron al mismo, debemos abandonar la trayectoria predominantemente
OESTE, que hemos traído hasta aquí. Y comenzaremos a descender hacia nuestra
derecha, es decir, en dirección N, N-O, como no existe sendero claro, el
descenso se hace de forma intuitiva, pero de momento el terreno es
relativamente dócil, dirigiendo nuestros pasos hacia la parte alta de la
cantera del puerto de Cómpeta, que aún no vemos, pero que ya comenzamos a
intuir, por el color mas blanquecino del terreno.
En el descenso nos encontramos con una barranquera que queda a nuestra izquierda y que debemos atravesar hacia el margen contrario al que estamos nosotros, es decir, hacia su vertiente izquierda, a la que pasaremos con precaución, pues sin ser un terreno demasiado expuesto, tampoco está exento de dificultad (como en toda gran ruta de alta montaña).
En el descenso nos encontramos con una barranquera que queda a nuestra izquierda y que debemos atravesar hacia el margen contrario al que estamos nosotros, es decir, hacia su vertiente izquierda, a la que pasaremos con precaución, pues sin ser un terreno demasiado expuesto, tampoco está exento de dificultad (como en toda gran ruta de alta montaña).
En dirección
N-O, hacia donde ahora orientamos nuestros pasos destaca el perfil mas espectacular
del cerro de Las Chapas, que visto desde nuestra posición se alza majestuoso,
al contrario que cuando nos encontramos sobre el cordal de Sierra Tejeda, donde
apenas destaca como una elevación del cordal, al igual que el vecino cerro Dos
Hermanas a su izquierda. Y también a su izquierda, pero ya a mas de 8 km al
OESTE, el cerro Malascamas y en el extremo mas occidental de Sierra Tejeda la
omnipresente Maroma (2.065 m).
Como íbamos
diciendo el color mas blanquecino del terreno, va delatando nuestra
aproximación a la cantera, por encima de la cual ya distinguimos una antigua
cubeta metálica. Pero a pesar de lo dócil que vuelve a ser el terreno por aquí,
no podemos acceder directamente a la cantera, que dejaremos momentáneamente a nuestra
derecha, afrontando ahora el último paso dificultoso de este espectacular
itinerario que consistirá en atravesar un tramo no superior a unos 300 m de
longitud atravesando un lapiaz que nos sorprende en un principio por la
proliferación de pequeños pináculos puntiagudos, curiosamente la mayoría de
ellos inclinados perpendicularmente hacia el NORTE, y mas adelante, abriéndonos
paso entre rocas de gran tamaño y enebros muy altos, donde manos y brazos nos
serán de gran utilidad para realizar los destrepes de forma mas segura y cómoda.
Siendo la piedra que mas nos llamó la atención, una gran mole donde el efecto
erosivo del viento a horadado un gran hueco a modo de ventana.
Tal y como
vamos descendiendo por este tramo de canchal, iremos girando a nuestra derecha,
pasando de dirección N-O a N, hasta situarnos ahora sí, en la ancha y
destartalada pista por la que subían las grandes grúas y maquinaria pesada a la
parte alta de la cantera con vistas ya, prácticamente frontales al amplio
cortafuegos por donde descendíamos semanas antes, después de coronar el cerro
de La Chapa.
Una vez, en
el estratégico Puerto de Cómpeta, el camino a seguir, es el conocido sendero
que se dirige hacia Puerto Blanquillo, hacia donde iniciamos nuestro descenso,
comprobando que había sido recientemente desbrozado, sendero que se adentra por
dos veces en zona de pinar, la segunda vez que se adentra por zona de pinar,
conecta con el recóndito sendero por donde descendimos el Villalba y yo el día
que fuimos al cerro de la Chapa y que parte (o finaliza) en el mismo
cortafuegos que llega al Puerto de Cómpeta, unos 100 m por encima del
pluviómetro.
Mas adelante, el sendero continúa descendiendo entre pequeños encajonamientos rocosos, abundante aulaga, romero, lavanda, esparto, zamarrilla, orégano y jara.
Unos 100 m antes de llegar a Puerto Blanquillo, sale un ramal a nuestra izquierda, que fue el que escogimos para cerrar el trazado de nuestra ruta circular, que en esta ocasión realizamos en sentido inverso a las agujas del reloj.
Mas adelante, el sendero continúa descendiendo entre pequeños encajonamientos rocosos, abundante aulaga, romero, lavanda, esparto, zamarrilla, orégano y jara.
Unos 100 m antes de llegar a Puerto Blanquillo, sale un ramal a nuestra izquierda, que fue el que escogimos para cerrar el trazado de nuestra ruta circular, que en esta ocasión realizamos en sentido inverso a las agujas del reloj.
A partir de
este ramal de sendero que tomamos a la izquierda, dirección S-E, unos 100 m
antes de llegar a Puerto Blanquillo, que dejaremos definitivamente a nuestra
espalda, el sendero se mantiene en un cómodo perfil ondulante, que alterna
pequeñas subidas, y bajadas con tramos llanos, caminando bajo la agradable
sombre de los pinos, llevando a nuestra izquierda los imponentes tajos de La
Mota, por encima de los cuales estuvimos caminando un rato antes. A la derecha
desciende un ramal de sendero que nos llevaría hasta las Ventas de Cándido y
Pradillos, pero nosotros, nos mantenemos en el sendero principal que nos lleva
hasta el collado de Los Hornillos, a partir de aquí el descenso ya se hace mas
pronunciado siguiendo una sucesión de amplios zig-zags entre jaras, romeros y
matagallos, teniendo frente a nosotros la desafiante silueta del Lucero
asomando por encima de la crestería de Los Civiles y a nuestra izquierda los
imponentes tajos de La Mota, por encima de los cuales hemos estado caminando, apenas
un par de horas antes.
En
definitiva, un paisaje grandioso de principio a fin. El sendero por el que
descendemos, nos lleva hasta las inmediaciones de una antigua caseta de agua,
que se encuentra en la parte alta de un antiguo cortafuegos, que discurre en
paralelo al cauce del arroyo Majadilla, junto al cual descenderemos por este
pedregoso camino, que a pesar de no superar los 400 m de longitud se nos antoja
largo por su fuerte pendiente en descenso y la cantidad de piedra suelta,
agradeciendo sobremanera el momento en que por fin, aterrizamos en la pista
terriza Cómpeta-Frigiliana, que tomándola unos 200 m a la izquierda nos
devuelve al lugar donde habíamos dejado nuestros vehículos en las inmediaciones
de las ruinas del cortijo del Daire, donde procedimos a l recomendable sesión
de estiramientos y ponernos atuendos mas cómodos.
Prolongando
el momento de la despedida, hasta después de tomarnos unas merecidas cervecitas
en la Venta de Palma, por gentileza de Rafael el Califa, que tuvo a bien
invitarnos por estar en vísperas de su cumpleaños y ya casi de forma inminente
en su jubilación. ¡Enhorabuena y felicidades, Rafael, que Dios te conserve tu
buena salud y tu envidiable forma de caminar y subir montañas muchos años mas,
amén de tu magnífico dominio geográfico y de toponimia por un gran número de
parques naturales y sierras andaluzas!.
Nadie diría que era mucho más peligroso andar por aquí a finales de los 50 que ahora. ¿De dónde sacas esas historias? Me gustan mucho las localizaciones de las cumbres
ResponderEliminarQuerido Juani:
ResponderEliminarMagnífica crónica;Toponimia,paisaje,geología, flora,descripción detallada de senderos,fotografía pisajista y descriptiva,fotos de grupo y, para manifestar tu propia sensibilidad y la del grupo al que pertenecemos,nos sorprendes con este homenaje a aquellas personas que nunca se rindieron y que generosamente murieron o terminaron sus días presos y maltratados.
Gracias.
Pepe.
buena cornica y muy ineresante me apunto lo de los guerrileros del lucero para una futura cronica en mi blog
ResponderEliminar¡¡¡Vaya!!!!, trabajo más extraordinario tanto fotografico y documental que habéis hecho. Chapó. Yo soy de la Acebuchal"
ResponderEliminarTodo eso que cuentas y mas lo vivio mi padre en primera persona, el vivia por entonces en el Daire junto a su familia y m
ResponderEliminare lo cuenta todo, a pesar de sus 93 años aun
recuerda todo lo pasado alli. Me encanta oir sus historias.
Buenas tardes. Las historias son escalofriantes. Me estoy documentando sobre la zona y me gustaría conocer algunas de esas historias de tu abuelo, si fuera posible. Este es mi correo: siervo13@gmail.com. Gracias por la información que puedas darme
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