DISTANCIA APROX.: 1.9 Km.
DESNIVEL: 100 m
DIFICULTAD: Muy
baja
Sin embargo, la falta de balizas indicativas, volverá a
provocar dudas sobre cual es el camino a seguir para iniciar la ruta. De la
explanada de tierra donde tenemos aparcados los coches, parten tres ramales de
pista: una paralela a la carretera asciende por una rampa (por ahí es por donde
regresaremos). Tal y como hemos entrado en la explanada, de frente, sale otra
que desciende de forma mas pronunciada, ésta tampoco es la correcta. La pista
correcta que debemos tomar es la de en medio que pronto comienza a descender
suavemente.
PARTICIPANTES:
Desde Huelva vino Teresa. Desde Sevilla: Paco Maravillas “El retorno de Antonio
Puerta”. Desde distintos puntos de la Costa del Sol: Ana “La Venus de
Botichelli”, Emilia “la Princesa de la boca de Fresa”, Josefina “La Enfermera”,
Rosa “La Niña Bonita”, Auro III, su novio Miguel, el Doctor Leal, Pepe Guerrero
el Maestro Geobotánico, Paco Batista “Cinema Paradiso” y un servidor Juan
Ignacio Amador.
BREVE DESCRIPCIÓN DEL
RECORRIDO: Una vez que tomamos el mencionado carril forestal (el de en
medio) comenzamos a ganar altura respecto a los bancales de aguacates y de
otros frutos tropicales que van quedando a nuestra derecha, los plásticos de
los invernaderos que salpican el paisaje a nuestra derecha, es decir, hacia
Maro y Nerja, afean un tanto el paisaje, pero al fin y al cabo, se trata del
sustento de muchas familias que viven en esta zona. No tardamos en caminar,
junto a los pinos que tapizan la vertiente oeste del cerro donde se encuentra
la torre de Maro, cuya cumbre vamos llevando a nuestra derecha.
Poco a poco vamos ascendiendo entre matorral de palmito,
romero, aulaga, teucrium, jara blanca y enebro, siendo el pino carrasco la
especie arbórea predominante en esta zona hasta el punto de formar un pequeño
bosque que tiñe de un intenso verde el tramo de ida de este corto pero bonito
itinerario que tiene su recompensa cuando llegamos al borde de la pequeña
meseta donde se encuentra la torre de Maro.
Unos 80 m después de dejar atrás la torre de Maro, caminando
ya siempre en dirección a Sierra Almijara, la pista vira al noreste
(derecha), alejándonos durante un corto trecho de nuestra teórica trayectoria,
pero no tarda mucho en volver a virar dirección noroeste, reorientándonos hacia
el inicio del recorrido, que en cualquier caso tenemos localizado de forma
aproximada por las cercanías de unas antenas de radio.
La pista terriza, nos
devuelve en poco mas de 20 minutos desde la torre, hasta la explanada donde
tenemos aparcados los vehículos, finalizando esta en la pronunciada bajada, que
veíamos como subida al llegar con nuestros coches. Pero si lo deseamos, unos
300 m antes de acabar la pista, sale un sendero a la izquierda del mismo, que
discurre por la parte alta del pinar que al principio llevábamos a nuestra
izquierda y que en nuestro caso utilizamos para volver a disfrutar de la
presencia del bosque de pinos.
Ruta 2: playas de
Cantarriján, calita de Las Doncellas y El Cañuelo:
INICIO: Parking
al inicio del carril terrizo que baja a la playa del Cañuelo, punto intermedio
entre los kilometros 302 y 303, de la antigua carretera N-340, 5,5 km mas allá
del primer punto de encuentro siempre dirección Almuñecar por la antigua N-340
que discurre paralela a la línea de acantilados.
DISTANCIA APROX.:
7 Km
DESNIVEL: 250
m
DIFICULTAD:
Media, ¡ojo, la versión que describimos a continuación por la crestería del
cerro Caleta, pasa cerca de zonas de vuelo, no apta para personas con vértigo!.
FECHA DE REALIZACIÓN:
A las 11.20 am del sábado, 13 de septiembre de 2014
PARTICIPANTES: A
los anteriormente mencionado se unieron: Pía, jens y Silvia procedentes de
Fuengirola.
RESERVA PARA KAYAKS y
PAELLA EN LA PLAYA DE CANTARRIJÁN (opcional):
Contactando con el amigo Antonio de la Empresa 18 nudos en su teléfono móvil: 609.54.35.77 o bien en el siguiente enlace:
Contactando con el amigo Antonio de la Empresa 18 nudos en su teléfono móvil: 609.54.35.77 o bien en el siguiente enlace:
PRECIO (verano 2014): kayaks 20€ descuento para grupos
+PAELLA (opcional): 15€, incluye ensalada de primero + dos bebidas o una bebida y postre o café.
VERSIÓN TRADICIONAL:
Tal y como hemos dejado aparcado el coche al inicio de la pista a la derecha,
frente a la parada del microbús que baja a la playa, retrocedemos unos 30 m
sobre nuestros pasos, hasta tomar un carril forestal, secundario y vallado para
impedir el paso de turismos, el cual va descendiendo presentando una pendiente
muy suave. Este es el camino que debemos tomar. Cuando se han recorrido unos
100 metros de carril forestal, éste hace una curva de 180 grados hacia la
izquierda, y es precisamente en esta curva donde lo abandonamos, ya que debemos
seguir recto (pasando junto a un acebuche) adentrándonos en una zona boscosa
(de pino carrasco) muy frondosa y húmeda ya que está en la ladera Norte del
cerro Caleta que llevamos a nuestra derecha, protegida por las verticales
paredes que forman los tajos de la cara norte del cerro Caleta.
Podemos observar entre los árboles y arbustos la
aristoloquia, que es una enredadera típica de encinar, algarrobos y otros
arbustos como el ramnus y el sedum, que es una planta carnosa. Al ser una zona
húmeda abunda el musgo sobre la roca, también abunda la jara, el enebro,
matagallo, pero sobre todo, y como elemento más interesante de este itinerario,
destaca la abundante presencia de boj, arbusto que sólo se encuentra de manera
esporádica en alguna zona de las islas de Mallorca y Cerdeña, y en el norte de
África, además de aquí. Su presencia en este bosque se ve favorecida por la
sombría que proporciona la cara norte del cerro Caleta. Este itinerario
progresa siempre en dirección a la playa, es decir, descendiendo poco a poco.
Aún en la espesura de este bosque nos encontramos una pequeña pradera verde
perfecta para hacer un descanso y disfrutar de la singular belleza de este
lugar. Al continuar la marcha (seguimos descendiendo poco a poco) vemos otras
especies vegetales como el romero y llegamos a una zona donde los pinos dejan
un claro donde abunda la jara, matagallos, lentisco, palmito, pero sobre todo
boj. En algunos lugares podemos encontrar junto al boj, ejemplares de olivilla,
planta no muy común. En el camino nos encontramos también con marrubio,
candilitos, cebolla silvestre y todo sigue en un ambiente de humedad. Se ve al
final de esta zona boscosa el uso que se le dan a los bancales próximos al
barranco Cantarriján, que separa las provincias de Málaga y Granada, que es el
de la agricultura, sobre todo de tropicales. Se observan en esta zona algunas
edificaciones de escasa envergadura. Tenemos que seguir descendiendo, dirección
a la playa, y nos topamos con una zona que presenta algo más de dificultad, donde
el sendero tiende a difuminarse y la pendiente aumenta, encarando el descenso
por una zona muy rocosa. Una vez superado este obstáculo nos acercamos ya a la
zona llana que nos guiará hasta la playa de Cantarriján.
Lo suyo es completar el tramo que nos resta hasta llegar a
la playa, por el mismo cauce del arroyo Cantarriján, que sólo suele llevar agua
en época de lluvias (rara vez en los meses de verano). Algunas zonas están
flanqueadas por densos cañaverales pero por lo general el cauce suele estar muy
despejado y merece la pena, seguir por el misma cauce, pasando entre pequeños
cahorros (secos) y bajo grandes pinos caídos, probablemente por la erosión de
los márgenes del arroyo, en las contadas ocasiones que ha debido bajar con
crecidas. Pero si lo deseamos, basta con cruzar el arroyo y rápidamente
accederemos al carril asfaltado por donde llegan los coches hasta la playa de
Cantarriján. No obstante, lo dicho, merece la pena completar este último
kilómetro por el arroyo hasta la playa, unos 400 m antes de llegar a la misma,
dejaremos a nuestra derecha un ramal de sendero que tomaremos mas tarde si
queremos completar el recorrido hacia la idílica calita de Las Doncellas.
Finalizada la espera de cortesía, echamos a andar siguiendo
la descripción que habíamos cogido de un libro por lo general muy fiable, pero
siguiendo rigurosamente las indicaciones, a los pocos minutos nos percatamos de
que al contrario de lo que se describía, el camino que habíamos tomado
discurría por la vertiente sur del cerro Caleta y no por la cara norte, como
supuestamente debería ser. Así que, hicimos lo mas prudente en estos casos,
regresar sobre nuestros pasos hasta el inicio para reorientarnos de nuevo. Fue
entonces cuando nos encontramos con: Silvia, Pía y Jens, que de este modo se
unían al grupo.
Rápidamente el sendero discurría a pocos metros de los
taajos de la vertiente norte, que caían a plomo a nuestra izquierda, mientras
que el sendero, a veces se asomabaa y otras se alejaba del precipicio, subiendo
en cerrados zig-zags, bajo la sombra de algunos pinos dispersos, abriéndonos
caminos entre abundante matorral de lentisco, bolina, jara, cantueso, altabaca,
atrapamoscas, hinojo, bayón, palmito, boj y hasta algún ejemplar de menta.
Abriendo
el grupo, mientras cruzaba los dedos para que el sendero no se perdiera entre
la vegetación, pues ya no había tiempo para una segunda rectificación, me
encontré con una cabra montesa que desapareció como por arte de magia,
descendiendo cual experto alpinista, por los tajos que tenía a mi izquierda. A
penas 5 minutos mas allá del templete a San Judas Mateo, dejábamos a la derecha
un pino muy característico que por encontrarse en un collado está muy expuesto
a los vientos, que han sido determinantes para darle ese aspecto de candelabro
de 7 brazos.
Tal y como el personal iba llegando, cada uno pagaba lo
suyo, escribía nombre, apellidos, firma y DNI en un documento de eximir de
responsabilidad de la empresa 18 nudos, que a su vez nos hacía entrega de un
ticket consumición de bebida en el chiringuito La Barraca, para tomar antes o
después de la sesión de kayaks, que no tardamos en iniciar, pues la mayoría
teníamos experiencia previa y prácticamente nos saltamos el protocolo de rigor.
En circunstancias normales, hubiéramos empezado a navegar rumbo a levante en
busca de la cueva de La Paloma, bajo cerro Gordo, pero como el mar estaba
ligeramente picado de poniente, tocaba remar primero hacia poniente para que el
regreso no se hiciera tan duro, así que primero navegamos rumbo a la caleta de
Las Doncellas, recreándonos con el espectacular perfil del cerro caleta, por
donde no hacía ni 45 minutos, habíamos empezado a descender.
De vez en cuando
pasábamos al lado de medusas de espectaculares dimensiones, que no invitaban a
lanzarse al agua para darse un baño, hasta que el morro de nuestras canoas
entró en contacto con las piedrecillas de la calita de Las Doncellas, donde un
año mas disfrutamos de esos fondos cristalinos, que nos permitía bañarnos con
total confianza, pues allí no se divisaba ninguna medusa en nuestras
proximidades y si abundantes pececillos de colores que certificaban la calidad
de las aguas de este paraje natural y su catalogación como tal.
De vez en cuando
pasábamos al lado de medusas de espectaculares dimensiones, que no invitaban a
lanzarse al agua para darse un baño, hasta que el morro de nuestras canoas
entró en contacto con las piedrecillas de la calita de Las Doncellas, donde un
año mas disfrutamos de esos fondos cristalinos, que nos permitía bañarnos con
total confianza, pues allí no se divisaba ninguna medusa en nuestras
proximidades y si abundantes pececillos de colores que certificaban la calidad
de las aguas de este paraje natural y su catalogación como tal.Finalizada la sesión de baños regresamos al agua, para retornar hasta la playa de Cantarriján, ya sin paradas intermedias con la comodidad de remar a favor de corriente, llegando puntuales al chiringuito La barraca, donde en pocos minutos ya nos tenían preparadas las ensaladas y las dos paellas que sacaron y que no sólo tenían muy buena pinta visualmente, sino también de sabor.
Lástima que la música de “Camela” excesivamente alta, hizo que a Emilia y al Doctor Pepe Guerrero se les atragantara la paella, especialmente a este último, que en vista de que los camareros no nos hacían caso para bajar la música, se levantó de la mesa, plato de paella en mano y se fue en medio de la playa a disfrutar del peludo paisaje.
El siguiente hito del camino es un tenue ramal de sendero a
la izquierda que nos conduce hasta la Torre Caleta, donde para no faltar al
ritual de años anteriores, dirigimos nuestros pasos dejando a la derecha una espectacular
cárcava, de muy reciente formación en términos geológicos, pero en cuyo
interior ha proliferado un denso bosque de pinos.
Después de escuchar la
experta explicación por parte del catedrático Don José Guerrero, de cómo se
formó (en español y en danés ¡toma ya!), proseguimos por el sendero llegando en
unos instantes a la emblemática Torre Caleta, desde donde se puede disfrutar de
una bonita panorámica hacia cerro Gordo y parte de la playa de Cantarriján hacia
levante y de la Calita de Las Doncellas, en primer término a poniente, pero el
acceso es muy escarpado a esta calita.

fondos
marinos de esta calita, que a escasos metros de la orilla, ya nos sorprende con
el mágico mundo que se encuentra bajo sus aguas, rebosante de vida y de color.Finalizada esta última sesión de baños, regresamos sobre nuestros pasos, hasta el lugar donde nos habíamos despedido de los compañeros que se marcharon antes, regresando sobre sus pasos, ante la
Antes de darnos cuenta pasábamos junto a una era, desde donde aprovechamos para hacer unas
Excelente trabajo, me la apunto para visitar :)
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