martes, marzo 10, 2015

Olivares, Sierra de la Hoz, cañón del Río Velillos, Olivares

Pueblo de referencia : Olivares (Granada)
Itinerario : Loma del Chaparralón - Pinturas Rupestres de Cuevas Bermejas - Cañón del Rio Velillos.
(Castillo de Moclín, visto desde la sierra de la Hoz, fotografía por Rafael Molina).
Cómo llegar: Circulando por la autovía A-92 dirección Guadix/Almeria, ya cercano al municipio de Granada, nos saldremos en la salida señalizada P.K. 236 - Pinos Puente, donde enlazaremos con la concurrida N-432 Córdoba-Granada, tomaremos dirección Córdoba, dejando a nuestra derecha la parte principal del núcleo urbano de Pinos Puente, y poco después de dejarlo atrás, abandonaremos la N-432, desviándonos hacia Moclín-Olivares, por la carretera provincial GR-3413, buena carretera que discurre paralela al valle del río Velillos, que al principio queda a nuestra izquierda y un poco mas adelante a nuestra derecha, mientras vamos dejando a nuestra espalda la Vega de Granada. Poco a poco nos iremos aproximando a unos imponentes tajos donde se adivina el tramo mas espectacular del cañón del Río velillos, cuyas colosales dimensiones, contrasta con el dócil paisaje de la gran vega que acabamos de dejar atrás. Llegados a una última bifurcación de carretera con forma de “T”, tomaremos el ramal de la derecha,  que es el que en poco mas de 5 minutos nos lleva hasta el pueblo de Olivares, unos 10 m después de cruzar el puente sobre el río Velillos, nos resultará fácil aparcar para realizar la versión de la ruta que describimos en esta crónica.
Sin embargo, si lo que pretendemos es hacer la versión tradicional del cañón del río Velillos, al llegar a la entrada de Olivares, justo antes del mencionado puente, no lo cruzaremos, sino que nos desviaremos a la izquierda (casi de frente tal y como llegamos), siguiendo las indicaciones de “Ruta de senderismo, río Velillos” llegando en apenas de 5 minutos al inicio del recorrido en su versión mas clásica.
Principales alicientes:
La ruta por La Hoz del Río Velillos es un paseo circular por la historia. La excursión ofrece una visión global del extremo oriental de la comarca del poniente granadino, existe una variante de este recorrido donde se pueden visitar abrigos rocosos donde teóricamente existen pinturas rupestres (sólo visibles para los ojos mas expertos). 
A la sierra que atraviesa este cañón se la conoce como sierra de Gollizno, que es como localmente se denominan a los estrechamientos en el cauce de un río. Si bien, no estamos hablando de un pequeño cahorro como el río Chíllar o el mas cercano Monachil, ni tampoco una cerrada, como la cerrada de Elías en el río Borosa (Cazorla), todos estos ejemplos, aunque preciosos, son una miniatura, al lado de este sorprendente cañón del río Velillos. 
Un puente colgante cruza el cauce y discurre por un sendero delimitado por barandillas de madera, a veces acompañadas por tramos de grandes cuerdas o maromas, que recorre la totalidad de la garganta, donde no faltan rincones mágicos como el gran petroglifo por donde discurre el agua, junto a una de las fuentes que nos encontramos en este mágico sendero. 
El río Frailes o río Velillos: nace en la provincia de Jaén, a escasa distancia de la localidad de Frailes, donde se le conoce con el nombre de este mismo pueblo, poco después pasa junto a las pedanías de El Nogueral, Ribera Alta, Ribera Baja. A la altura de la casa de Los peñones, por su margen derecho se le une el arroyo Salograr, poco después se le une el arroyo palancares, también por su margen derecho y a escasa distancia del cortijo de La Sabia, se le une por su margen izquierdo el río Mures, que recibe su nombre de la localidad que se encuentra a unos 4 km al norte de esta unión de ríos. Unos 5 km aguas abajo, aproximadamente a la altura del cortijo de La Huelga, se le comienza a conocer como río Velillos. 
Manteniendo la mayor parte del tiempo una trayectoria que va de N-O (aguas arriba), hacia S-E (aguas abajo). Después de cruzarse con la trayectoria de las carreteras locales: GR3416 y GR3408 Móclín-Tózar, el dócil paisaje de vaalle abierto y perfil alomado salpicado de fincas y cortijadas, cambia drásticamente para adentrase en el cañón que lleva su nombre, abriéndose paso entre el tajo de Las palomas a la derecha y el tajo de La Hoz a su izquierda, creando un paisaje grandioso hasta llegar a la localidad de Olivares, cuyo telón de fondo (hacia el norte) es este impresionante cañón.
A partir de Olivares, cambia su trayectoria N-O a S-E por la trayectoria N a S, hasta entregar sus aguas al río Cubillas, unos 3 km al sur de Casanueva, y unos 5 km al oeste de Pinos Puente, ya en plena Vega de Granada.
El estado de las aguas del río Velillo a su paso por el cañón en según qué tramos son de aspecto turbio, presumiblemente contaminadas aguas arriba, aunque en las pozas anchas donde el cauce discurre mas remansado se observa un fondo de aguas aparentemente cristalinas. No obstante, su caudal es muy irregular, alternando años de crecidas que no hace mucho se llevaron por delante parte de las pasarelas del sendero (actualmente arregladas) con un caudal muy pobre en verano. Debido en parte a la sobre explotación de su cauce, mediante acequias aguas arriba.
Recorrido: Esta versión la realizamos con trazado circular en el sentido contrario a las agujas del reloj.
Longitud aproximada: 20 km
Desnivel aproximado: 900 m (equivalentes a La Maroma desde El Robledal).
Dificultad: Media-Alta por el desnivel y la distancia. Técnicamente no tiene ninguna dificultad.
Tipo de camino: 40% carril terrizo, con algunos tramos asfaltados. 10% calles y pistas asfaltadas por el casco urbano de Olivares y barriada de Las Majadillas, pequeño tramo de la carretera provincial
GR3408 Móclín-Tózar; 30% senderos, veredas de cabra y pequeños tramos campo través; 20% sendero del cañón del río Velillos
Participantes: Desde Huelva vino: Teresa “Arwen de Rivendel”. Desde Cabra (Córdoba): Rafael “El Califa”. Desde Málaga interior: Casarabonela: Rosa de la Comarca y su amiga Gundhil “La Sirenita de Cophenage”; desde Santa Rosalía: Arwen “La Perela de Venezuela” y su hijo Irving. Desde Cártama: Carlos. Desde Alhaurín el Grande: Antonio Francisco “La Locomotora de Alhaurín” y José Manuel “El hombre que hizo retumbar la montaña”.
Desde distintos puntos de la Costa del SOL: Ilse “La gacela de la Selva Negra” (Medalla de Plata en las Olimpiadas de Munich 1972); Pepe Guerrero “El Maestro Geobotánico”, Paco Jaime “El Florentino Pérez del Senderismo Andaluz”, Paco el Generoso, Miguel Fortes “El Marqués de la Viñuela”, Paco Batista “El Último Patriota”, Emilia “La de los labios sensuales”, Luciana “La Garza de Montevideo”, Paqui “La Pacificadora”, Rafael “El Retorno de Elvis”, Manuel Estebán, Marlise “La banquera suiza”, José manuel Vázquez “El Coleccionista de vértices geodésicos”, Marita “La Chispa de la Vida”, Eduardo Campos “El Último Samurai”, Sancho Adam “Master Chef”, Maria del Mar, Andrés “El Idealista”, el Doctor Leal, su hijo Alberto, nuestro guía manuel manzanares “El Cartógrafo de su majestad” y un servidor: Juan Ignacio Amador.
Bibliografía: Reportaje publicado en el Diario IDEAL de Granada el 3 de junio de 2013 y en la revista especializada Waste Magazine. Autores:  Juan Enrique Gómez y Merche S. Calle.
Página web del ayuntamiento de Moclín.
Crónica: Juan Ignacio Amador
Fotografías: Rafael Molina, Alberto Pino, Doctor Leal, Antonio Francisco Gallego, José manuel Vázquez, Rosa Blanco y Juan Ignacio Amador.

Resúmen del itinerario:
Una vez repartidos los mapas de la ruta, las tarjetas federativas y carnets de socios. Se procedió a la charla de introducción de ruta por parte de nuestro guía Don Manuel Manzanares y echamos a andar por la calle Batán Alto, donde estaban montando los tenderetes del mercadillo de los sábados por la mañana.
Los orígenes de la localidad de Olivares son relativamente recientes, ya que datan del siglo XVI cuando los lugareños acudían a misa a la ermita de las Angustias. De hecho a día de hoy se la considera una pedanía de Moclín, cuyo nombre aparece reflejado en todas las placas repartidas a lo largo del sendero en la ruta del cañón del río Velillos, conocida localmente como ruta del Gollizno. Olivares, se nos presenta como un pueblo tranquilo donde se puede escuchar el sonido del agua del río Velillos que atraviesa el pueblo en su descenso desde el cañón hasta la Vega de Granada.
Dispone de varios barrios diseminados muy pintorescos, con un precioso telón de fondo, salpicado de almendros en flor entre comienzos de febrero y mediados de abril.
Desde la localidad de Olivares, las vistas hacia los tajos del cañón del Velillos ya son impresionantes, a la belleza del paisaje hay que sumarle el hechizo de la fortaleza árabe de Moclín, encaramada sobre la parte alta, en la margen izquierda del cañón, tal y como lo contemplamos desde Olivares (sur).
El origen y la historia de Moclín como fortaleza corren paralelos a los del Reino Nazarí de Granada. Su nombre procede del árabe Hins Al-Muclin, ("fortaleza de las pupilas") en alusión a su clara condición de vigía permanente. El castillo se construyó en el siglo XIII sobre un elevado escarpe, situado por encima de los 1.100 msnm. para proteger el camino que conducía a la Vega de Granada. Tierra de frontera en muchas etapas, para los nazaríes se convirtió en el "escudo de Granada", sobre todo a partir de la conquista de Alcalá la Real  en 1341 y de Castillo de Locubín por parte de las tropas castellanas de Alfonso XI. Entre esta fecha y 1486 se alternaron periodos de escaramuzas, con periodos de entendimiento entre ambos bandos, pues una vez mas la guerra hacía tiempo que se había convertido en un auténtico negocio para mercaderes o soldados mercenarios en ambos bandos que luchaban a favor del mejor postor. 
Finalmente los Reyes Católicos, en su guerra total contra Granada, vieron necesaria la toma del lugar. En Septiembre de 1485, el Conde de Cabra (antepasado de nuestro amigo y compañero de rutas Rafael García Aguyó) dirigió una hueste de cien caballeros y tres mil peones contra la localidad de Moclín y El Zagal. Enterado Almutamid, de los planes del cristiano, apostó en la fortaleza a mil jinetes y más de mil infantes. El resultado fue un estruendoso fracaso de los castellanos en los Campos de la Matanza. La conquista definitiva de la fortaleza se llevó a cabo el año siguiente, después de la caída de Loja. La población capituló el 26 de Julio de 1486, tras tres días de asedio. Como recuerdo de ese suceso, se hizo la réplica de una lombarda, cañón de gran calibre que posibilitó la conquista de esta villa, dejando el camino expedito para la de Granada, convirtiéndose en una de las siete villas obligadas al mantenimiento de Granada.
Los Reyes Católicos, acompañados por gran parte de la Corte de Castilla, pasaron largas temporadas en la fortaleza de Moclín, entre 1486 y 1492. Como en tantos otros enclaves de Andalucía, Murcia o Extremadura, la repoblación del lugar se llevó a cabo por personas procedentes del norte peninsular con gran rapidez, convirtiéndose en una población eminentemente agrícola y ganadera donde la mayoría eran campesinos asalariados.
Desde la calle Batán Alto (de Olivares), nos desviarnos a la derecha (dirección ESTE), adentrándonos por la calle Casillas, ante las miradas curiosas de algunas vecinas, que en mas de una ocasión, nos avisaban que la dirección que llevábamos no era la de la ruta tradicional del río Velillos, (tal es la fuerza de la costumbre de todos los excursionistas que visitan esta localidad), dándole las gracias por el aviso y aclarándoles al mismo tiempo que ya lo sabíamos, que en primer lugar teníamos pensado subir a la sierra de La Hoz. Tras lo cual nos miraban aún con mayor extrañeza.


La prolongación de la calle Casillas, ya es una pista asfaltada conocida como camino del Olivar Alto, que nos lleva a un cruce en forma de “T” donde debemos tomar hacia la derecha, señalizado en dicho cruce con el nombre de “Las Majadillas” que es la barriada hacia donde seguimos caminando, de momento en suave ascensión por una pista asfaltada que atraviesa el olivar por el que vamos caminando, flanqueado de vez en cuando por algunos almendros, que en aquella jornada de primer sábado de marzo de 2015, estaban en el apogeo de su floración.
Al llegar a la barriada de Las Majadillas, la pendiente aumenta y continúan las expresiones de sorpresas de algunas vecinas viendo pasar a tan nutrido grupo de caminantes, seguidos por las miradas curiosas de los gatos y perros, que viven en este remanso de paz, con el sabor a antaño de vecinas que conviven como familia (como antiguamente), puertas abiertas en las casas, macetas colgadas en las fachadas, regaderas y palanganas de hojalata, los antiguos lavaderos de Las Majadillas o la Fuente del Nacimiento, con ese sabor de antaño, que los que ya tenemos una cierta edad aún recordamos de los pueblos que visitábamos en nuestra infancia.
Esta barriada de Las Majadillas hasta donde llega la pista asfaltada, se encuentra asentada a los pies del Peñón Bermejo, que vamos a ir rodeando por su cara sur, quedando éste a nuestra izquierda, 
mientras continuamos en permanente ascensión, avanzando entre almendros en flor y olivos. 
Desde que dejamos atrás esta pequeña barriada el camino es pista terriza y unos 400 m mas allá llegamos a una nueva bifurcación, girando en esta ocasión a nuestra izquierda, la pendiente comenta a aumentar progresivamente, poco a poco comenzamos a aproximarnos al barranco de Las Salinas, quedando ya atrás definitivamente el olivar que ahora cede el protagonismo al pinar de repoblación. Durante la prolongada ascensión que tenemos por delante, lo vamos a llevar a nuestra derecha. El Doctor Leal, llegó a comparar algunas curvas cerradas de esta pista con la mítica ascensión del Tourmalet, en algunos tramos la pendiente es tan fuerte que la pista se ha asfaltado, para evitar su degradación o las clásicas cárcavas provocadas por las lluvias torrenciales, si bien, a pesar de la fuerte pendiente en algunos tramos, el estado de la pista es muy bueno, para cualquier vehículo 4x4.
Como era de esperar, el grupo se fue estirando cada vez mas, debido al tremendo ritmo impuesto por 
Luciana “La Garza de Montevideo” y José manuel "El hombre que hizo los 101 en menos de 7 horas", que a pesar de venir con contrato en prácticas, dejó muy alto el pabellón, como digno primogénito del Doctor. Al llegar a la altura de un primer llanito por encima de los 1.000 msnm, al este del cerrillo de Parra. Hicimos una parada de reagrupamiento, donde aprovechamos para reponer algo de líquido y poner al día la lista de participantes para la ruta del sábado siguiente en el río Andarax (Almería).
Llegado a este punto, hay una bifurcación de pista, tomando nosotros el ramal de la derecha, que al principio discurre llana y progresivamente comienza a aumentar su grado de inclinación, hasta llegar en pendiente continua a un collado, situado a la altura del cerro Castillejos, que queda a nuestra derecha. En este punto es donde abandonamos definitivamente la pista terriza que nos ha traído hasta aquí arriba y tomamos un recién desbrozado cortafuegos a nuestra izquierda, dirección OESTE, pasando junto a una desvencijada grúa, a través de esta línea de cortafuegos, de mas de 20 m de ancho, entre la línea de pinar que llevábamos a ambos lados. Al coincidir con la zona mas alta de la sierra de La Hoz, disfrutamos de bonitas vistas hacia Sierra Nevada, que hacía honor a su nombre.
En un momento dado, el cortafuegos, dibujaba un ángulo recto, girando a nuestra izquierda, manteniendo una trayectoria SUR, a lo largo de unos 300 m que desembocaba en una pequeña plazoleta, salpicada de almendros y de numerosas cajas de colmenas, que nos persuadieron lo suficiente, para abandonar esta trayectoria y retomar nuestro rumbo OESTE, hasta llegar a un precioso mirador natural en el extremo mas occidental de la Loma del Chaparralón, donde nos hicimos la fotografía de grupo con el telón de fondo del tajo de Las Palomas en la vertiente oeste del cañón del río Velillos, que ahora teníamos a nuestros pies. Y por encima del tajo de Las Palomas, el cerro que corona el antiguo castillo fortaleza de Moclín, con el núcleo urbano de esta población a su izquierda (al sur de la fortaleza).
Hasta las inmediaciones del campo de almendros donde se encontraban las colmenas regresamos mas o menos, sobre nuestros pasos y a partir de aquí, atrochamos campo través, por un terreno plagado de lirios morados y blancos, donde caminábamos con cuidado de no pisar ninguno. 
Uno se debatía entre parar el tiempo suficiente para conseguir una buena foto modo macro o no perder el ritmo que ahora imponía nuestro guía, Manuel Manzanares, que en cualquier caso tuvo a bien, hacer un alto en el camino, para hacer una parada de avituallamiento.
Finalizado este primer avituallamiento, quedaba por delante un prolongado descenso por la vertiente norte de la sierra de La Hoz, a donde habíamos subido, que por dar vistas a la localidad de Tózar (acento en la “o”)  los de esta localidad le llaman sierra de Tózar, estimando oportuno nuestro guía, el monótono cortafuegos que baja desde el cerro Castillejos, de tal modo que fuimos descendiendo en zig-zag por el interior del bosque de pinos con la única referencia de tenues senderos de cabra, manteniendo siempre dirección N,N-O, hasta unirnos al mencionado cortafuegos que de momento había quedado oculto a nuestra derecha.
Ya desde el cortafuegos, contemplábamos la localidad de Tózar, que recostado en una ladera de suave perfil, rodeado por campos de cereal, campos de almendro y olivar, se nos presenta como un típico pueblo andaluz, si bien, al igual que Olivares, es otro anejo (o barriada) de Moclín. El nombre de Tózar, proviene del árabe Túsar, en sus alrededores nos encontramos con dos torres albarranas, siendo la más cercana la "Torre de las porquerizas". Los romanos dejaron también su impronta :un silo en las afueras del pueblo y numerosas monedas, restos de cerámica… en su conjunto arqueológico encontramos los restos de un dolmen de la edad del cobre, una necrópolis visigoda. De la historia más reciente nos ha quedado la memoria de las encarnizadas batallas que tuvieron lugar durante los tres años de guerra civil, fiel testimonio son las numerosas trincheras que podemos encontrar en los alrededores de Tózar.
Paradójicamente, esta zona que es la más abierta del recorrido, es la que más se presta a confusión, pues no existe ninguna señalización y la inercia te lleva a descender hacia el olivar que se encuentra en el pie de monte, al que conviene acercarse, pero sin llegar al mismo. De hecho, llegados a este punto, la mejor opción, no es bajar hacia el olivar, sino mantenernos sobre la misma curva de desnivel, faldeando a nuestra izquierda (en el sentido de la marcha), es decir desviándonos dirección OESTE, volviendo incluso a introducirnos en el bosque de pinos o en todo caso, manteniéndonos por encima de la parte alta del olivar, también había algunos almendros, hasta llegar a un modesto barranquillo, que desciendo desde nuestra izquierda, en paralelo al cual debemos ascender, preferentemente por su margen izquierdo tal y como nos lo encontramos de frente, hasta toparnos con una sucesión de abrigos rocosos, que en realidad no son mas que grandes oquedades, conocidas localmente como cuevas Bermejas, que reciben este nombre por el tono rojizo anaranjado de sus paredes, donde según dicen se pueden encontrar restos de pinturas rupestres. Pero por más que nos fijamos, no vimos, o no supimos ver nada y hasta dudo, que los del CSI tuvieran huecos de distinguir restos de pinturas rupestres entre las tobas calcáreas.
Pegaba el sol de lo lindo y se agradecía comer bajo la sombra que proporcionaba la visera de las cuevas Bermejas. Aunque, como las sombras eran escasas y el grupo era numeroso, José Manuel “El Hombre que hizo los 101 en 7 horas” y Antonio Francisco “La Locomotora de Alhaurín” optaron por prolongar sus pasos hasta la ladera de enfrente, para comer bajo la sombra de los almendros, donde aprovechando la  distancia de por medio, disputaron un emocionante concurso de pedos, donde José Manuel “El Hombre que hizo los 101 en 7 horas” quedó campeón con un monumental zumbido del que fui testigo a mas de 100 m, tal fue la potencia que antes del atronador sonido, lo sentí, cuando la botella de nestí que tenía apoyada en una roca, rodó ladera abajo, como consecuencia del pequeño movimiento sísmico.
Recuperados del susto y finalizado ya el almuerzo, para no regresar sobre nuestros pasos hacia el olivar, donde también se encontraban algunos ejemplares de almendro.
Nos pusimos en marcha, descendiendo hacia el fondo de la cañada, para a renglón seguido ganar un poquito de altura y comenzar a faldear hacia la parte alta del olivar, donde vinimos a reagruparnos, dirigiendo nuestros pasos hacia el modesto arroyo de Tózar con las vigilantes torres almenaras en lontananza, enlazamos con la carretera provincial GR 3408 Móclín-Tózar, tomándola a la izquierda, es decir, dirección Moclín, hasta que justo después de que la carretera pase por encima del río de Los Frailes, conocido en Granada como Velillos, abandonamos esta carretera tomando una pista terriza que en sus comienzos discurre paralela a una valla metálica, frente a nosotros se alza majestuoso el cerro coronado por la estratégica fortaleza de Moclín, toda la vertiente norte de este cerro está cubierta por un denso bosque de pinos. Mas a su izquierda dejándose ver a través del cañón que forman el tajo de La Paloma a la derecha y los tajos de la Hoz a la izquierda despuntaba la cumbre nevada del Veleta y mas adelante sus majestades Alcazaba y Mulhacén, completamente nevados. 
A nuestra izquierda quedan restos de antiguos cortijos y antes de darnos cuenta ya nos encontramos en un cruce de balizas a la derecha se nos señala la subida hacia Moclín 1,2 Km, que pueden resultar engañoso, porque la subida promete ser intensa hasta allí arriba, siguiendo el trazado del PR. A-84, allí mismo nos encontramos con un panel informativo de reciente colocación e inmaculado aspecto, donde se anuncia “Ruta Huellas del Pasado” que comunica las localidades de Moclín con Tozar, teniendo como punto común con nuestra ruta el tramo que íbamos a iniciar a continuación por el cañón del río Velillos, hasta que después del puente colgante se separaría, definitivamente del nuestro a través de un ramal que sube a la izquierda, hacia la cueva de Las Verdeas y mas adelante hacia las ya conocidas cuevas Bermejas, en cualquier caso, interesante opción para una futura ocasión, tal y como ya nos comentaba el amigo Carlos.
Pero en cualquier caso nuestro siguiente hito, se encontraba a escasos metros, descendiendo por una empedrada rampa que nos llevaría hasta el curioso petroglifo, por donde corren las aguas de la Fuente de Corcuera, de ricas aguas, que varios compañeros aprovechamos para saciar nuestra sed y reponer líquido en nuestras botellas, pues a mas de uno nos cogió por sorpresa el calorín de aquella jornada, preludio de primavera. Y es que de momento, en este año marzo mayea, por lo que es de suponer que llegado el momento: mayo marceará. La Fuente de Corcuera toma su nombre del cercano cortijo que hoy se encuentra en ruinas. Se podría decir, que en esta fuente, comienza oficialmente el mágico sendero del cañón del río Velillos, tal y como entramos desde el norte, por el margen derecho del Cañón, según el sentido de la corriente, muy por encima de nuestra cabezas y a nuestra derecha, se haya la localidad de Moclín y su castillo fortaleza sobre la sierra que ellos llaman: sierra del Marqués, sierra de Moclin o sierra del Gollizno.
Unos 100 m mas adelante, llegamos aun balcón con sus tablas de madera, desde donde ya tenemos unas magníficas vistas hacia el interior del cañón. Desde el Neolítico, una senda marcaba el camino que sorteaba sierras y barrancos para comunicar con el interior ibérico, actualmente nos encontramos con un sendero que a veces cuelga sobre un cauce de aguas bravas. El sonido del agua se refleja en las rocas de las grandes grutas. 
Al llegar la primavera y el verano el graznido de las grajillas se mezcla con el silbido penetrante e insistente de las golondrinas, que planean a ras de agua. Bajo los grandes tajos de piedra modelada por el paso de milenios, el río Frailes, alterna su cauce entre rápidos y remansos, para regar sauces, granados, alamedas y huertas. Nace en tierras de Jaén y camina hacia el encuentro del río Cubillas que, a su vez, alimentará el Genil. El agua encontró la mejor forma de franquear las sierras que desde hace milenios separan las tierras del sur de la provincia de Jaén y el Poniente de Granada, un camino del agua que se convirtió en paso franco para los hombres del Neolítico y en senda para pastores y arrieros desde los guerreros íberos hasta los senderistas del siglo XXI. En Moclín, Tózar y Olivares, al río Frailes le llaman Velillos y al camino entre gargantas y cortados, los cañones del Gollizno, un paraje natural, cargado de historia, teñido por sangrientas leyendas de bandidos y arrasado por las crecidas de un río que se vuelve destructor en épocas de lluvias y tormentas. Pero también es un espacio que posee el poderoso atractivo de mostrar  la fuerza del agua en toda su plenitud. Las viejas sendas, solo aptas para el paso de caballerías, se han convertido en caminos habilitados para senderistas y trazan una pequeña red de comunicaciones entre las tres localidades y los puntos clave de su historia. 
Desde el mirador de madera que nos encontramos unos 100 m mas allá de la Fuente de Corcuera (la del petroglifo gigante en el suelo), el sendero zig-zaguea, una pasarela de grandes cuerdas como maromas, hacen las veces de barandillas, mientras descendemos hacia el interior de este desfiladero, con la sensación, de que las paredes que nos flanquean se hacen cada vez mas altas a ambos lados. En el interior del cañón nos encontramos con sauces, mimbreras, higueras, matorral ribereño formado por rosales silvestres, moreras, juncales, aneas y frutales silvestres.
De entre la abundante vegetación de ribera, formada por una alameda principalmente, me pareció distinguir el canto del carbonero común (Parus major), el petirrojo (Erithacus rubecula), y hasta me pareció distinguir un martín pescador (Alcedo atthis), a modo de  flecha azul a ras de agua. 
El sendero continúa a través de una estructura de madera y metal adosada a la piedra del gran cortado del tajo de Las Palomas, por encima del cual se encuentra, a más de 300 metros de desnivel, el casco urbano de Moclín y su histórico castillo fortaleza. Abajo, las aguas del Velillos discurren hacia los rápidos tras haber sido remansadas en una presa que genera un espacio de vegetación ribereña a la salida de la garganta, por el que el camino se interna entre bosques de álamos y sauces.
 A mitad del recorrido por el cañón nos encontramos con el emblemático puente colgante, una magnífica estructura de cables de acero construida en el año 2006 para facilitar el paso de una orilla a otra, y no tener que buscar un punto de vadeo del río, que en ese lugar discurre rápido y tumultuoso. Desde este puente colgante hasta Olivares a penas nos queda un kilómetro y medio, pero este magnífico sendero requiere recorrerlo con tranquilidad recreándonos con el paisaje.
Nada mas cruzar el puente colgante, veremos cómo sale a nuestra izquierda el desvío del sendero que mencionamos anteriormente como “Ruta Huellas del Pasado”, conocido localmente como el camino viejo de Tózar, que pasa por las cuevas Bermejas y por un complejo arqueológico altomedieval en el que existe una necrópolis con varias tumbas visigodas, silos romanos y dólmenes, pero que se aleja de la cerrada del río Velillos. Alternativa para aquellos que quieran recordar las andanzas por las veredas y cuevas del Bandolero "Parrón", narradas por Pedro Antonio de Alarcón con el telón de fondo de esta toceña pedanía moclinera.
A lo largo del recorrido nos encontramos con varios paneles que anuncian esta ruta como cañón del Gollizno, y mas adelante llegamos a la fuente de la Buena Ventura (690 msnm). El nombre de esta fuente viene del hecho donde Pedro Antonio de Alarcón nos cuenta que allí fue donde en 1816 el bandolero apresó a un gitano que le leyó la buenaventura y después logró escapar y delatarle ante los “Migueletes”.
Junto a la fuente de la Buena ventura, nos encontramos con otro panel informativo del Tajo de las Palomas y castillo de Moclín y que tenemos justo encima de nuestras cabezas, en la vertiente que ya queda al otro lado del río, una vez que hemos atravesado el puente colgante. 
El sendero discurre ahora por un tramo mas abierto, aguas abajo, mas adelante comprobamos como el sendero se mantiene paralelo al trazado de viejas acequias, por donde el agua discurre regando las terrazas donde se mantienen pequeñas huertas similares a las que, desde hace dos milenios, cultivaron los pobladores ibero-romanos, ziríes y nazaríes, donde surgen fuentes y leyendas que recuerdan los tiempos en los que el bandido conocido como el Parrón, dominaba estos territorios y asesinaba a quien encontraba en el paso del Gollizno. Pues no hay que olvidar que aunque ahora recorramos este cañón con deleite, en otros tiempos fue lugar de crímenes y sangrientos enfrentamientos entre las tropas cristianas y musulmanas, en los años previos a la conquista de Granada.
Al llegar a esta zona de acequias en la orilla contraria nos encontramos con una antigua Fábrica de la Luz, y unos metros mas allá un puente metálico construido tras las riadas que provocaron grandes destrozos en 2010, con una placa incluida de restauración del año 2013, que nos cruza hacia la margen derecha del río por donde la vereda comienza a transformarse en incipiente pista terriza.
Unos metros mas allá del puente llegamos a un azud o rudimentario embalse con pequeña cascada incluida, tras la cual caminamos entre árboles frutales y algunas especies típicas de ribera como sauces y álamos, tampoco faltan paneles informativos sobre la flora y la fauna mas representativa del lugar. 
También pasamos junto a un rudimentario puente de tablillas muy estrechito y en precario estado, que a buen seguro se utilizó como plan B, después de la última gran crecida. Poco a poco comenzamos a aproximarnos a las primeras casas de Olivares, dejando a nuestra izquierda un antiguo molino,  reconvertido hoy en un hotel rural, abandonado a su suerte, 660 m mas allá del puente de hierro. Hasta que entramos en las calles de Olivares, vamos contemplando en todo momento a nuestra izquierda, al otro lado del río, fantásticos escarpes rocosos con curiosas formaciones y algunos márgenes de ladera tapizados por bosquetes de pinos (como se aprecia en la foto de abajo).
Hasta que llegamos a la localidad de Olivares, quedando el cauce del río a nuestra izquierda, hasta que lo atravesamos por el mismo puente que lo atravesamos por la mañana con nuestros vehículos, 


cerca de los cuales estaban estacionados nuestros vehículos, a donde llegamos no sin antes tomarnos la copa de despedida en el bar Rafael, donde estaban echando el partido del canal Plus, Athletic Bilbao 1- Real Madrid 0, para decepción de madridista y alegría de bilbaínos y culés.

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