Resúmen del itinerario: Estación de Doña Mencía, Pico Abrevía, Junta de ríos, cerro de Las Mentiras, cañón del río Bailón, Zuheros, Estación de Doña Mencía
Cómo llegar a Doña Mencía desde la A-92: Una vez que nos
encontramos en el gran cruce de caminos de la A-92 a la altura de Antequera,
tomamos dirección Córdoba por la A-45, tomamos
la salida Lucena-Norte y
posteriormente dirección Parque Natural Sierras Subbéticas, encontrándonos poco
después con la señalización hacia la localidad de Cabra por la A-316, localidad
que dejaremos atrás para seguir dirección de Doña Mencía, en unos quince
minutos habremos llegado a una rotonda por donde ya accedemos a las primeras
casas de la localidad de Doña Mencía si giramos a la izquierda, pero no es
necesario, pues estacionaremos nuestros vehículos en la amplia explanada que se
encuentra a la derecha de esta rotonda, donde también se encuentra el Mesón LA CANTINA, Especialidad en carnes a la Brasa, aledaño al área
recreativa de la antigua estación de Doña Mencía, que por coincidir con el
inicio y final de nuestra ruta se convierten en el lugar ideal para desayunar
antes de iniciar la ruta y para darte un homenaje una vez finalizada la misma.
Punto de encuentro: a las 10.00 en la “estación de Doña Mencía” de
la vía verde de las Sierra Subbeticas (entre los kms. 126 y 127 de la A-316
Entorno Parque natural Sierras
Subbéticas (sector Doña Mencía- Zuheros)
Doña Mencía se encuentra situada a una altitud de 590
msnm. En el año 2013, contaba con 5.327
habitantes. Su superficie es de 15 km² y tiene una densidad de 347,4 hab/km². El nombre del municipio procede de Doña Mencía López de Haro, esposa del capitán Don Álvaro Pérez de Castro.
Está limitado al Noreste por Luque, al sureste
y este con Zuheros, al Suroeste con Cabra, Al Sur Con Carcabuey. Estos limítes
van, en téminos generales por la línea divisoria de aguas de la cuenca del
arroyo Bailón o sus arroyos tributarios.
Doña Mencía está situado en el
perímetro norte del Parque Natural de la Subbética, que se interpone entre la
Depresión Penibética y el valle del Guadalquivir. El conjunto
de las sierras Subbéticas, de fuentes pendientes y con altitudes que en
ocasiones sobrepasan los 1.500 msnm, engloba la mayoría de las alineaciones
montañosas que constituyen el subbético representado en esta provincia, como un
fragmento de las Cordilleras Béticas que conforman todo el sur peninsular. No
obstante la ruta discurre por una zona de suaves laderas, intercaladas con las
abruptas paredes del cañón del río bailón que aportan gran belleza e interés
paisajístico a esta ruta.
Dificultad: Media
Distancia: unos 25 km (con posibilidad de acortarse para aquel que
lo desee)
Desnivel: +/- 750 m
Tiempo Estimado: Unas 7-8 horas
Se puede repostar agua en dos fuentes: El Pozuelo y Las Pilas.
Fecha de realización: sábado 28 de febrero de 2015
Meteorología: cielos despejados, con ligera brisa de poniente
(NOROESTE), y temperaturas que no superaron los 15ºC, magnífica temperatura
para una larga caminata.
Desde Huelva: Teresa "Arwen de Rivendel".
Desde Sevilla: Ildefonso Ruiz “El Vendaval del Moncayo”
Desde Campillos: Fran Ramírez “Batman Forever” y Macarena “Robin”
Desde la Costa del Sol: Pepe Guerrero “El Maestro Geobotánico”,
Mariví Aragón “La Dama de Violeta”, Salvador Gómez “El Equilibrista”, Javier
Ruiz Reina “El Hombre tranquilo”, Mirta Zucoli “La Vida en colores”, Manuel
González Luna “El Pintor de Montparnasse”, Maria del Mar Castellón, Andrés Alonso “El Idealista”, Alena Rokouskaya “La Amazona bielorusa”,
Rafa Castillo “El Perfeccionista”, Isabel Torres Ruiz, Marlise Jofer “La
banquera Suiza”, Paqui Bravo, Rafael Molina, Paco “El Generoso”, Guillermina, Marlen
“La Perla de Venezuela”, Paloma Rodríguez, Jesús Fernández, Juan Ignacio Amador
“El Comandante”. Y desde la cercana localidad de Cabra (Córdoba), nuestro
anfitrión de lujo: Rafael García Aguyó “El Califa”
NO SOCIOS:
Pepi Postigo (acompañante de Manuel
González Luna)
Lina Bravo (acompañante de su
hermana de Paqui Bravo)
Fotógrafos colaboradores en esta crónica: Rafa Castillo “El Perfeccionista” (peto amarillo) y Manuel
González Luna “El Pintor de Montparnasse” (jersey naranja) y Teresa "Arwen de Rivendel" (camiseta naranja).
Bibliografía:
Texto sobre Zuheros de Isabel Leña (23, marzo, 2003); libro Historia de la Villa de Zuheros y de la Cueva de los Murciélagos, de Antonio Arjona Castro y cuaderno geológico del río Bailón (Junta de Andaalucía).
Breve descripción del itinerario:
Texto sobre Zuheros de Isabel Leña (23, marzo, 2003); libro Historia de la Villa de Zuheros y de la Cueva de los Murciélagos, de Antonio Arjona Castro y cuaderno geológico del río Bailón (Junta de Andaalucía).
Breve descripción del itinerario:
Una vez reunidos en torno al Mesón
LA CANTINA, donde estuvimos desayunando gran parte del grupo, allí mismo en la
antigua estación de Doña Mencía, una vez entregadas varias tarjetas federativas
y carnets de socios, y vendidas algunas camisetas y logos mientras tenía lugar
el protocolo de recepción y bienvenida de participantes.
Echábamos a andar por la misma vía
verde, en dirección Cabra, es decir, dirección OESTE, a lo largo de 200 m en
paralelo a la carretera que todos habíamos traído desde Cabra, quedando esta a
nuestra derecha.
Hasta que a unos 200 m del inicio,
sale a nuestra izquierda una pista que comienza a ganar altura, se trata de la antigua
colada de Baena a Carcabuey que está señalizada como ruta de la Fuente de las
Pilas, a ambos lados del camino densos olivares dejan constancia de la
principal fuente de riqueza de esta comarca. A nuestra espalda va quedando cada
vez alejada la localidad de Doña Mencía, asentada sobre la falda sur del cerro
Gordo. De frente, recostado en la falda noreste del cerro Abrevia, destaca la
ampliación del cortijo de Don Curro, que por su ubicación parece forme
candidato a convertirse en alojamiento rural de privilegiada ubicación.
Algún almendro en flor y los
lirios, cada vez mas abundantes en ambos márgenes del camino, incrementan la
belleza de este primer tramo del recorrido, tras un giro a la derecha que
coincide con la parte alta del olivar, donde comienza a predominar el bosque
original de encinas y quejigos, llegamos a la Fuente de Las Pilas, (fuente
Nº1 de nuestro itinerario), donde nos encontramos con el panel informativo que
entre otras cosas nos recuerda las dimensiones de esta fuente de 8 m de
longitud, mas las tres pilas escalonadas de su extremo oriental, de donde toma
su nombre, fuentes que han tenido gran importancia para servir de abrevadero al
ganado ovino y caprino hasta la actualidad. Desde esta fuente obtenemos, una preciosa
panorámica de Doña Mencía, por encima del olivar por el que hemos ido caminando
hasta aquí.
Un poco mas allá de la Fuente, la
pista que sigue ganando altura, se va estrechando cada vez mas, llevando a
nuestra izquierda una valla metálica y a la derecha algunos almendros
dispersos. Estando ahora atentos a angarilla a nuestra izquierda, que dejamos
cerrada a nuestro paso, desde donde iniciamos el que probablemente fuera el
tramo de mayor pendiente de todo el recorrido, al principio nos adentramos por un bonito bosquete de chaparros y a renglón seguido encaramos un tramo de ladera empinada, cubierta
por un amplio manto de hierba que mas lo quisiera para sí el mas prestigioso
campo de golf, salpicado en este caso de abundantes ramilletes de lirios,
preludio de primavera, que con el incesante cántico de los pajarillos a lo
largo de este entretenido e interantísimo recorrido eran poesía en si mismos.
Sin perder de vista Doña Mencía,
que obviamente vemos cada vez mas abajo, siempre a nuestra espalda, vamos
ganando altura y el verde tapiz va dando paso paulatinamente a un terreno cada
vez mas empedrado, conforme nos acercamos a zona de cumbre. En un momento dado,
giramos a la izquierda; cambiando el hasta aquí predominante rumbo suroeste,
por rumbo sureste en cuya dirección nos queda el pico Abrevia, que de momento
no vemos, pues progresamos por un pequeño bosquete de chaparros y coscojas, sin
mas referencia que un tenue sendero de cabras que se abre paso por el cada vez
mas accidentado lapiaz (o canchal) y con el infalible principio de que,
mientras vayamos subiendo, vamos bien.
Una vez dejamos atrás el pequeño
bosquete, la zona de ante cumbre se nos presenta como una alomada pradera
salpicada de piedras, por donde el grupo se fue estirando como un chicle
conforme la pendiente se prolongaba, alcanzando la categoría de canchal puro y
duro en los metros finales (recordándome a la llegada al pico Vilo, entre las
localidades de Alfarnate y Alfarnatejo). Tras remontar unos dóciles bloques de
caliza, alcanzamos la plataforma donde se encuentra el mermado y muy desgastado
vértice geodésico del pico Abrevia (1.129 msnm), punto mas alto del t.m. de
Doña Mencía, desde donde es posible disfrutar de una vistas magníficas.
Desde el pico Abrevia, tenemos unas
magníficas vistas 360º alrededor, a excepción de la dirección este, pues la
proximidad del cerro de Las Melladas nos impide ver mas allá. Pero en dirección
norte, tenemos unas vistas espectaculares sobre la campiña cordobesa,
destacando la cercana localidad de Doña Mencía a nuestros pies y mas a su
derecha y alejada al N-E, la importante localidad de Baena. Al oeste mas
extenbsiones de la campiña cordobesa, hacia tierras de Aguilar de la Frontera;
hacia el suroeste el cerro Camarena, tras el cual quedaría la localidad de
Cabra. Y al sur el monte conocido localmente como el Picacho de la sierra de
Cabra, donde se encuentra la preciosa ermita de dicha localidad. Y entre el
Picacho y nosotros, sorprendentemente próximo el emblemático Poldje
de la Nava, una depresión llana y cerrada de contorno irregular, un
elemento del paisaje kárstico formado a partir de una zona hundida en la
montaña. La lenta disolución de la caliza va profundizando en los terrenos, a
la vez que en su fondo se acumulan sedimentos finos y poco permeables (margas
y arcillas) que favorecen la inundación del polje y la formación de una
superficie plana, donde nace el río Bailón, que mantiene una dirección
predominantemente noroeste atravesando los terrenos kársticos que se encuentran
a los pies de la vertiente sur de los cerros Abrevia, Melladas y Zumacal,
llegando a Zuheros a través del mítico cañón que lleva su nombre. Sin embargo,
sólo veremos discurrir agua por su cauce en época de lluvias. Porque resulta
que tras las fuertes lluvias caídas a principios de otoño 2012 se produjo un gran socavón a la altura del poldje de La Nava,
tragándose la totalidad del agua que lleva. Dicho sumidero se encuentra en el
paraje conocido como "Alameílla
Negra", lugar en el que ya se filtraba el agua anteriormente cuando el
río llevaba poco caudal. El hundimiento del terreno sobre el que se asienta el
lecho del río ha producido una nueva sima, por
donde cae su agua formando una catarata y alterando el curso posterior de esta corriente
de agua que, en época de intensas lluvias, llegaba a anegar parcialmente el
Llano de La Nava, formando una gran Laguna. ¡Por cierto!, cabe advertir que
atravesar el poldje de La Nava tras días de intensas lluvias hace recomendable
dejar calzado de repuesto en el maletero del coche, pues a buen seguro nuestro
calzado, calcetines y bajos de pantalones llegarán muy embarrados al final de
ruta, aunque afortunadamente éste no fue nuestro caso. En esta zona existen
otras simas de gran interés, también de origen hidrológico, como la sima de
Cabra.
Una
vez finalizadas las fotos de grupo realizadas por los maestros de la fotografía:
Manuel González Luna “El Pintor de Montparnasse” y Rafa Castillo “El
Perfeccionista” abandonamos la cumbre del Abrevia, descendiendo dirección ESTE,
hacia una dolina que se encuentra en la vertiente noroeste del cerro de Las Melladas quee comenzamos aa faldear, de tal manera que su
cumbre fue quedando a nuestra derecha, manteniéndonos en cómodo un perfil
ondulado entre los 900 y los 1.000 msnm (aproximadamente), pasando junto a la Cañada
de la Laguna, que todavía conserva gran cantidad de “eras”, junto a las que se
sembraba berza, trigo, avena, garbanzo, lenteja y alternativamente “rastrojo-
barbecho, barbecho-rastrojo”.
Poco después de dejar atrás (a
nuestra derecha) el cerro de Las Melladas, enlazamos con la antigua Cañada Real,
empedrada, que comunicaba Cabra con Zuheros, por donde según nos contó nuestro
guía Rafael se estuvieron haciendo prospecciones petrolíferas durante la década
de los 70 e inicios de los 80. Obviamente no encontraron petróleo, si bien la
mayor riqueza de estas tierras es el “oro verde liquido de su aceite de oliva”
que junto con el de la campiña de Jaén está catalogado como el mejor aceite del
Mundo.
A la altura del cerro
de La Chiva, que dejamos a nuestra izquierda, pasamos junto a un
sendero, que de tomarlo a nuestra izquierda nos llevaría al inicio de los
primeros zig-zags que parten de abajo de Zuheros y nos llevan al cañón del río
Bailón. Mas adelante, dejábamos también a nuestra izquierda un murete de piedra
del que parte un sendero de cabras que nos lleva al corazón del cañón del río
Bailón, concretamente a la altura del Hoyo de Las Moras, por donde pasaríamos
horas mas tarde.
Pero nuestro siguiente hito del recorrido sería coronar la solitaria cumbre del cerro Zumacal (1.020 msnm), de características muy parecidas al Abrevia, otra zona de ante cumbre de perfil alomado tapizado de hierba y salpicado de piedras de distinto tamaño, que van aumentando su aglomeración, conforme nos acercamos a la cumbre transformada en un magnífico ejemplo de lapiaz, donde por segunda vez consecutiva, nuestro viejo amigo Ilde “El Vendaval del Moncayo” (que aparece abajo, con su camiseta roja), volvía a pasar en primer lugar bajo la pancarta de premio de la Montaña.
Abriéndose paso entre grandes bloques de caliza, con tozudez mañica hasta coronar en solitario. Tras el cual fue llegando el grupo comandado por “El Califa” reagrupándonos en esta bonita atalaya para reponer fuerzas con un trago, un tentempié, recrearnos con el paisaje, la fotografía y la paz que inspiran estos lugares que son auténticos santuarios y miradores de lujo, sobre nuestro entorno.
Pero nuestro siguiente hito del recorrido sería coronar la solitaria cumbre del cerro Zumacal (1.020 msnm), de características muy parecidas al Abrevia, otra zona de ante cumbre de perfil alomado tapizado de hierba y salpicado de piedras de distinto tamaño, que van aumentando su aglomeración, conforme nos acercamos a la cumbre transformada en un magnífico ejemplo de lapiaz, donde por segunda vez consecutiva, nuestro viejo amigo Ilde “El Vendaval del Moncayo” (que aparece abajo, con su camiseta roja), volvía a pasar en primer lugar bajo la pancarta de premio de la Montaña.
Abriéndose paso entre grandes bloques de caliza, con tozudez mañica hasta coronar en solitario. Tras el cual fue llegando el grupo comandado por “El Califa” reagrupándonos en esta bonita atalaya para reponer fuerzas con un trago, un tentempié, recrearnos con el paisaje, la fotografía y la paz que inspiran estos lugares que son auténticos santuarios y miradores de lujo, sobre nuestro entorno.
Pasados unos minutos, tocaba
abandonar la cumbre en dirección este, a través de una dolina, para inmediatamente
después girar a la derecha (dirección SUR), encarando un pronunciado descenso, por
una ladera plagada de piedras sueltas, donde a penas crecen algunas coscojas y
matorral de esparto, en contraste con el impenetrable bosque de encinar que
tenemos en frente y que cubre toda la vertiente norte del cerro Bramadero.
Precisamente entre el cerro del Zumacal y el Bramadero, discurre el arroyo Bailón, en cuyo cauce finalizaba esta empinada y a veces resbaladiza pendiente, reagrupándonos todos, cerca de la denominada junta de ríos, enlazando de este modo con el sendero que va de Zuheros al poldje de la Nava en cuya dirección reanudamos la marcha, llevando ahora dirección OESTE, SUROESTE, SUR, conforme íbamos rodeando la base del cerro Bramadero, siempre a nuestra izquierda, por este
sendero de pequeño recorrido muy bien marcado, que en un momento dado, nuestro guía Rafael García Aguyó “El Califa”, decidió abandonar, saliéndonos a la derecha, para pasar al otro lado del arroyo de La Fuenfría, que a lo largo de unos 500 m llevaríamos a nuestra izquierda, adentrándonos por un mágico bosque de jóvenes encinas y coscojas, tan denso que el sólo apenas podía penetrar entre sus copas.
La abundancia del musgo sobre las rocas que predominan en este lugar mágico, nos hablan de la calidad y la pureza del aire que se respira en este entorno. Y envueltos en su magia, seguimos caminando, hasta salir a un claro del bosque próximo a unos tajos que quedaban a nuestra derecha, donde la abundancia del agua en pequeñas pozas favorece la proliferación de olmos, álamos, fresnos y chopos que comenzábamos a ver a nuestro alrededor.
Nuestro Maestro Geobotánico Don José Guerrero llegó a identificar varios ejemplares de arce de Montpellier, que en estas latitudes podrían representar la localización más occidental, unida a la de Grazalema.
Precisamente entre el cerro del Zumacal y el Bramadero, discurre el arroyo Bailón, en cuyo cauce finalizaba esta empinada y a veces resbaladiza pendiente, reagrupándonos todos, cerca de la denominada junta de ríos, enlazando de este modo con el sendero que va de Zuheros al poldje de la Nava en cuya dirección reanudamos la marcha, llevando ahora dirección OESTE, SUROESTE, SUR, conforme íbamos rodeando la base del cerro Bramadero, siempre a nuestra izquierda, por este
sendero de pequeño recorrido muy bien marcado, que en un momento dado, nuestro guía Rafael García Aguyó “El Califa”, decidió abandonar, saliéndonos a la derecha, para pasar al otro lado del arroyo de La Fuenfría, que a lo largo de unos 500 m llevaríamos a nuestra izquierda, adentrándonos por un mágico bosque de jóvenes encinas y coscojas, tan denso que el sólo apenas podía penetrar entre sus copas.
La abundancia del musgo sobre las rocas que predominan en este lugar mágico, nos hablan de la calidad y la pureza del aire que se respira en este entorno. Y envueltos en su magia, seguimos caminando, hasta salir a un claro del bosque próximo a unos tajos que quedaban a nuestra derecha, donde la abundancia del agua en pequeñas pozas favorece la proliferación de olmos, álamos, fresnos y chopos que comenzábamos a ver a nuestro alrededor.
Nuestro Maestro Geobotánico Don José Guerrero llegó a identificar varios ejemplares de arce de Montpellier, que en estas latitudes podrían representar la localización más occidental, unida a la de Grazalema.
Y casi con pena fuimos abandonando
la magia del bosque que dejábamos atrás conforme llegábamos a la fuente
de la Fuenfría, (fuente Nº2 de nuestro itinerario), antiguo abrevadero
muy codiciado en esta zona de la sierra, que aún sigue en uso para el ganado y donde podemos reponer agua potable. Clásica
parada para el almuerzo en el que podríamos considerar punto intermedio de la
ruta que va del Poldje de la Nava a Zuheros (ó viceversa). A pesar de la
belleza del paraje, el chicle que se le quedó pegado a Santa Teresa de Sierra
Mágina en sus posaderas, nos recordó que ningún paraje está a salvo de cerdos e
hijos de puta, sobre todo cuando este coincide con el concurrido paso de un
sendero clásico. Los consejos de varias compañeras, sobre remedios caseros de
cómo eliminar un chicle de un pantalón aliviaron el fastidio a nuestra querida
compañera Teresa.
Desde la Fuenfría, abandonamos el
sendero principal, por una pista pedregosa por la que empezamos a ganar altura
en dirección ESTE, llevando en todo momento el cerro Bramaderoa nuestra
izquierda, resulta curioso el contraste entre el impenetrable bosque que cubre
su vertiente norte y la semidesnuda vertiente sur donde tan sólo existen
algunas encinas dispersas, repartida por el lapiaz que cubre esta vertiente.
Unos 400 m mas allá de la Fuenfría, dejamos a nuestra izquierda el cortijo
del Barranco (1.030 m), mientras que al fondo vemos los tajos que
flanquean la cumbre del cerro de la Montosa (1.217 m).
Mas allá del cortijo del Barranco, atravesamos una zona donde se intercalan
pequeños poldjes, flanqueados de bosques de encinas centenarias, cuyo uniforme
color verde, se ve interrumpido de vez en cuando por el verde mas intenso
y en según que épocas incluso dorados,
de los quejigos. A ambos lados del camino nos encontraremos también una buena
representación de matorral mediterráneo, como el lentisco, la cornicabra, la coscoja,
la retama, la madreselva, etc... e incluso un endemismo propio de estas sierras, como es el Narcissus
Bugei.
Mientras atravesábamos estos parajes,
habitados hasta la década de los 70 por el lobo y el lince ibérico, un
solitario buitre nos contemplaba, tal vez el mismo que pasó a escasa distancia nuestra
cuando ascendíamos hacia el cerro Abrevia. Lo cierto es que en estas sierras
abunda una gran variedad de rapaces como por ejemplo: el águila real (en la imagen de abajo), el
mochuelo o el cernícalo. Más difíciles de ver resultan el halcón peregrino y el
gavilán. En las zonas de roquedos, como los tajos de la Montosa, que teníamos
frente a nosotros o mas tarde en las paredes del cañón del río Bailón, destaca
la presencia de las chillonas grajillas y chovas piquirrojas. También son
abundantes las perdices, palomas torcaces, alcaudones, abubillas, mirlos,
abejarucos y otros muchos insectívoros.
Una vez que
dejamos atrás el puerto de La Canaleja y de la Zorra (que van prácticamente
seguillos), proseguimos dirección ESTE, y una vez que rebasamos la ubicación de
las ruinas del cortijo Moreno, que vemos a nuestra izquierda presidiendo una
pequeña colina, descendimos hacia el prado salpicado de retamas que quedaba a nuestra izquierda,
pasando muy cerca de dicho cortijo, que por el gran porte de sus ruinas, tuvo
que ser importante lugar de referencia, hacia el que descendimos, cambiando
nuestro rumbo ESTE, por rumbo NORTE, quedando siempre a nuestra izquierda la
pequeña colina presidida por el cortijo Moreno, donde varios nogales
centenarios y otras especies de hoja caduca, que no acertamos a identificar son
fieles testigos de aquellos lejanos años de prosperidad.
Tres
caballos pastaban tranquilamente en tan idílica pradera, alejándose del lugar,
tan pronto nos aproximarnos, en nuestro discurrir hacia La Fuente de la Zarza (fuente
Nº3 de nuestro itinerario), donde llegamos en escasos minutos, haciendo una
breve pausa. Desde la Fuente de la Zarza, el camino a seguir es el sendero que
en dirección OESTE (a la izquierda en el sentido de nuestra marcha), discurre
paralelo al arroyo Moreno, también conocido como arroyo Zarcilla. Unas veces
mas pegados a su cauce siempre envuelto en un bonito bosque de ribera, otras
veces mas separado caminando por prados parcialmente inundado por lagunas de
pequeño y mediano tamaño, vamos caminando con el cántico de los pajarillos y el
discurrir del agua que escuchamos a poco que el sendero vuelve a acercarnos a
la orilla del arroyo, sobre todo en las zonas mas encajonadas, como el salto
que nos encontramos a la altura de la antigua Fuente de la Jarzadilla,
actualmente cubierta de tierra y vegetación.
En este primer tramo de la cabecera del arroyo Moreno, nos cruzamos varias veces con su trayectoria, hasta que llegamos a un punto donde lo cruzamos por un angosto puente de hormigón, a la altura de unas espectaculares donde las vetas dejadas por las tobas calcáreas le han aportado unas tonalidades anaranjadas.
En este primer tramo de la cabecera del arroyo Moreno, nos cruzamos varias veces con su trayectoria, hasta que llegamos a un punto donde lo cruzamos por un angosto puente de hormigón, a la altura de unas espectaculares donde las vetas dejadas por las tobas calcáreas le han aportado unas tonalidades anaranjadas.
A partir de
este punto, el arroyo quedará definitivamente a nuestra izquierda,
manteniéndose el sendero principal relativamente cerca del arroyo. Sin embargo,
nuestro guía Rafael García Aguyó, estimó oportuno ganar un poco de altura por
el margen derecho del valle, acercándonos a la antigua caseta de agua desde
donde partía la antigua canalización que con el agua del arroyo Moreno,
abastecía a la localidad de Zuheros.
De hecho, durante un buen trecho, estuvimos caminando por el ya desdibujado y casi desaparecido camino de la acequia, que hoy ha quedado reducido a un difuminado sendero de cabras. No obstante, es fácil seguirlo de forma intuitiva, manteniéndonos siempre sobre la misma curva de desnivel, casi faldeando, en imperceptible descenso.
Mientras que a nuestra izquierda podemos observar el lugar donde se forma la Junta de Arroyos, a partir del cual se forma el cañón del río Bailón, que llevaríamos todo el tiempo a nuestra izquierda, hasta que poco después de atravesar una pedrera, tras la cual nos situamos a la altura de un espectacular pináculo que quedaba a nuestra izquierda, enlazábamos con el sendero que baja hasta el cañón del río bailón, a través de la antigua Cañada de Zafra, viniendo a salir muy cerca de la Fuente de la Mora (fuente Nº4 de nuestro itinerario).
De hecho, durante un buen trecho, estuvimos caminando por el ya desdibujado y casi desaparecido camino de la acequia, que hoy ha quedado reducido a un difuminado sendero de cabras. No obstante, es fácil seguirlo de forma intuitiva, manteniéndonos siempre sobre la misma curva de desnivel, casi faldeando, en imperceptible descenso.
Mientras que a nuestra izquierda podemos observar el lugar donde se forma la Junta de Arroyos, a partir del cual se forma el cañón del río Bailón, que llevaríamos todo el tiempo a nuestra izquierda, hasta que poco después de atravesar una pedrera, tras la cual nos situamos a la altura de un espectacular pináculo que quedaba a nuestra izquierda, enlazábamos con el sendero que baja hasta el cañón del río bailón, a través de la antigua Cañada de Zafra, viniendo a salir muy cerca de la Fuente de la Mora (fuente Nº4 de nuestro itinerario).
Conforme fuimos avanzando por el
interior del cañón, en el sentido de su invisible corriente, la magia fue en
aumento. Salvo en época de lluvias, núnca veremos discurrir agua por su cauce, pero en
cualquier caso, raro era el compañero que teniendo cámara de fotos no la
llevaba encendida y con el gatillo preparado para capturar la perspectiva
ideal, o una curiosa foto de parte del grupo a la entrada de una de esas
oquedades, que se quedan en amago de cueva, pero que a buen seguro habrás servido
de refugio para ganado, pastores y excursionistas sorprendidos por una tormenta
en mas de una ocasión.
Este precioso cañón fue excavado
pacientemente por el modesto río (arroyo) Bailón, durante miles de años,
abriéndose paso entre estos escarpes de calizas jurásicas. A su fondo, normalmente
seco, han ido a parar piedras enormes cuya acumulación favorece la rápida
infiltración de las aguas tras las lluvias. Aunque no veamos correr el agua por
su cauce, cuando el Bailón desaparece de la superficie, continúa circulando en
profundidad, convirtiéndose en un río subterráneo, erosionando grietas y
haciéndose más profundo. Probablemente discurre a través de oscuras y bellas
cavidades repletas de espeleotemas y pequeños lagos, a los que el ser humano,
hoy por hoy, no tiene acceso.
Un poco mas adelante, en el
margen izquierdo del cañón, vemos un
abrigo rocoso, con una curiosa figura pétrea que parece estar vigilando
nuestro paso por este auténtico santuario geológico, dicha figura es conocida
como “El Fraile” (imagen de arriba), se trata de una curiosa estalagmita que ha quedado expuesta
tras la erosión de la cueva en la que se formó.
Conforme
vamos avanzando el cañón se hace más profundo y cobra mayor espectacularidad
conforme nos acercamos al final del sendero, las paredes ganan una altitud
espectacular, en este sentido ningún mirador mejor, que el que podemos ver
arriba del todo del margen derecho del desfiladero, donde no será raro encontrarnos
con algún visitante allí arriba asomado. Éste mirador, que visitamos en nuestra
anterior ruta por esta zona, se encuentra a pocos metros de la carretera que va
de Zuheros a la cueva de Los Murciélagos.
Pero
el punto álgido lo alcanzamos cuando comenzamos a ver las encaladas fachadas de
esa auténtica joya que es el pueblo de Zuheros, entre las paredes del desfiladero,
aquí la visión de lo que tenemos ante nosotros adquiere la categoría de
panorámica multiorgásmica. A ambos lados, los tajos presentan, unas vetas multicolor
que van de los tonos ocres y anaranjados al negro, contando además con gran
número de covachas. En el punto de mayor altitud, justo frente a la localidad
de Zuheros, se forma unaespectacular garganta conocida localmente como Charco Hondo, verdadero paraíso
donde anidan buitres, águilas reales y calzadas, mochuelos, primillas y
cernícalos. En algunos tramos estas paredes están rematadas por magníficos
pináculos rocosos cual fachada de
catedrales góticas con curiosas gárgolas
.
Las
aguas claras del río Bailón salen a la superficie, al fondo de esta garganta, formando varias cascadas y después bajan
raudas “bailando” entre guijarros y rocas, que han originado un barranco profundo, que pasa a
los pies del tajo sobre el que se alza el castillo de Zuheros.
En el compacto caserío de Zuheros, las casas partecen agolparse entre riscos que elevan sus formas caprichosas hacia lo más alto. Sin embargo, lo hace en perfecta armonía entre pasado y presente, intuyendo el visitante, el ascendente laberinto de limpias calles, que en algunos puntos son como lienzos níveos que sólo la policromía de las flores se atreve a manchar. Allí despierta cada mañana desde hace siglos su castillo, el auténtico señor de esta atalaya que parece sacada de un cuento de hadas. La alcazaba se muestra descaradamente bella e indisolublemente unida al abrupto lecho en el que fue concebida. La fuerza de los años no ha podido quebrar esta alianza.
El castillo
es de origen musulmán, al igual que la población que se encarama a su sombra.
Al parecer todo empezó cuando un grupo de soldados pobló los alrededores de
unas fortalezas, denominadas sujayras, edificadas en las rocas más escarpadas.
Una de ellas pudo ser el primitivo castillo, que hay quien piensa que fue
demolido y reconstruido posteriormente en el siglo XII.
Sin embargo, todo indica que lo que queda del actual recinto amurallado de Zuheros es de época bajomedieval cristiana, ya que comenzó a levantarse a mediados del siglo XIII, tras la conquista de la villa por Fernando III entre 1240 y 1241. En ese momento fue puesta bajo jurisdicción señorial junto a una aldea que crecía en torno a la vecina atalaya de Zuheret --conocida también como Allende--, considerada como el auténtico germen de Zuheros. Una leyenda cuenta que los dos castillos estuvieron unidos por un puente elevado. El monarca donó ambos núcleos a su esposa, Juana de Ponthieu, que se los entregó a la orden de Calatrava en 1252. A finales de ese siglo desapareció Zuheret y sus moradores buscaron cobijo en el entorno del castillo de Zuheros, que en 1293 cayó bajo el dominio de la ciudad cordobesa. Los restos del castillo de Allende, todavía se podían apreciar en el siglo XVIII, según un informe del párroco Don Pedro Poyato Cazorla. El camino que conducía a dicha aldea aún se conoce por camino de la alquería, que es por donde hoy descendimos en pronunciados zig-zags al salir del desfiladero, encaminando nuestros pasos hacia el área recreativa que nos encontramos en su base, donde nuestro grupo hizo la última parada de reagrupamiento, antes de reanudar la marcha definitivamente hasta Doña Mencía.
Sin embargo, todo indica que lo que queda del actual recinto amurallado de Zuheros es de época bajomedieval cristiana, ya que comenzó a levantarse a mediados del siglo XIII, tras la conquista de la villa por Fernando III entre 1240 y 1241. En ese momento fue puesta bajo jurisdicción señorial junto a una aldea que crecía en torno a la vecina atalaya de Zuheret --conocida también como Allende--, considerada como el auténtico germen de Zuheros. Una leyenda cuenta que los dos castillos estuvieron unidos por un puente elevado. El monarca donó ambos núcleos a su esposa, Juana de Ponthieu, que se los entregó a la orden de Calatrava en 1252. A finales de ese siglo desapareció Zuheret y sus moradores buscaron cobijo en el entorno del castillo de Zuheros, que en 1293 cayó bajo el dominio de la ciudad cordobesa. Los restos del castillo de Allende, todavía se podían apreciar en el siglo XVIII, según un informe del párroco Don Pedro Poyato Cazorla. El camino que conducía a dicha aldea aún se conoce por camino de la alquería, que es por donde hoy descendimos en pronunciados zig-zags al salir del desfiladero, encaminando nuestros pasos hacia el área recreativa que nos encontramos en su base, donde nuestro grupo hizo la última parada de reagrupamiento, antes de reanudar la marcha definitivamente hasta Doña Mencía.
El recinto
se fortaleció durante la primera mitad del siglo XIV y después volvió al abrigo
señorial. A mediados del siglo XV fue a parar a manos del linaje del Alcaide de
los Donceles. En 1470 entró en el mayorazgo de Alfonso Fernández de Córdoba,
que participó en la batalla de Lucena, en la que se capturó a Boabdil en 1483.
Los marqueses de Algarinejo lo adquirieron en el siglo XVIII.
La actuación
que cambió definitivamente su imagen tuvo lugar en el siglo XVI cuando uno de
los señores de Zuheros, concretamente Juan de Córdoba, mandó construir un
palacio residencial de estilo grecorromano que fue abandonado poco después, por
lo que en el siglo XVIII el olvido lo convirtió en una cantera de la que se
obtenían materiales para la edificación de las viviendas que proliferaban a su
alrededor. El recinto fue perdiendo sus murallas a medida que la población
crecía. El señorío de Zuheros
Estos
datos históricos entresacados del libro Historia de la Villa de Zuheros y de la
Cueva de los Murciélagos, de Antonio Arjona Castro, ponen de manifiesto la
importancia que tuvo el sendero que recorrimos. Tal vez en nuestra próxima
visita a Zuheros, programemos una ruta de visita cultural al pueblo, combinada
con otro recorrido alternativo, que pasando por el camino de la Alquería se
desvíe hacia la ubicación que tuvo el
castillo de Allende. A la izquierda de la salida del desfiladero, en dirección
al cerro Zumacal, que en aquella jornada coincidió con nuestra segunda cumbre.
Una vez
reagrupados en el área recreativa a los pies de los zig-zags, conocido
antiguamente como camino de La Alquería, nos pusimos en marcha por la carretera
provincial que va de Doña Mencía a Zuheros, con bonitas vistas hacia el tajo
que preside su torreón y antigua fortaleza, alrededor de la cual, han instalado
un paseo a base de escalerillas, desde donde se deben obtener unas panorámicas extraordinarias
y de las que tomamos buena nota para nuestra próxima visita. Entre Zuheros y
nosotros, descendía el torrente del Bailón en su marcha hacia la campiña
baenense, pasando por debajo del viaducto de hierro, por donde pasaba el ferrocarril
Puente Genil -Linares salvando la
profunda hondonada que forma en ese punto el río Bailón, que entrega sus aguas
al río Guadajoz, que a su vez es afluente del Guadalquivir.
Al
llegar a la altura de dicho viaducto, abandonábamos la carretera para caminar
por la antigua vía del “tren del aceite” en dirección OESTE,
transformada hoy en la vía verde de las Sierras
Subbéticas Cordobesas.
La Vía
Verde ha supuesto la recuperación del antiguo trazado del Tren del Aceite en
lo que a la provincia de Córdoba se refiere, para uso y disfrute de senderistas
y sobre todo cicloturistas e incluso caballistas en algunas ocasiones.
El recorrido se compone de un total de 58km, a través de los que quedan unidos los municipios de Lucena, Cabra, Doña Mencía, Zuheros y Luque.
El recorrido se compone de un total de 58km, a través de los que quedan unidos los municipios de Lucena, Cabra, Doña Mencía, Zuheros y Luque.
El 30 de
Abril de 1875, D. Jorge Loring
(posterior Marqués de Loring), estampó su firma en el proyecto de construcción de la línea, en el
enunciado de dicho proyecto. Bien conocida es la gran importancia agrícola de ciudades como Lucena, Cabra, Martos y
Jaén, cuya principal riqueza radica en la
exportación de aceite, granos y caldos, pero que debido a estar alejadas
de las vías férreas principales, se veían perjudicadas.
Paliando el efecto radial de los antiguos trazados ferroviarios, que realizaron las más importantes
compañías, la Compañía de los
Ferrocarriles Andaluces creada en 1877, acomete la construcción de una
variante más corta para unir Madrid con Algeciras y Málaga, prestando al mismo
tiempo, servicio ferroviario a una
comarca emergente, dando salida hacia ambos puertos, la metalurgia
pesada de Linares y los productos agroalimentarios de Jaén y sur de Córdoba, es
por lo que nace el que en su día se bautizó como: “El Tren del Aceite”.
El 22 de
Enero de 1893, el Sr. Contreras, Ingeniero Jefe de la nueva compañía, dirigió a los gobernadores de Córdoba y
Jaén, sendos mensajes donde decía: “Tengo
el honor de poner en conocimiento de V.E. que en el día de ayer, quedó abierta
para su explotación, la totalidad del camino
de hierro de Puente Genil a Linares”. La línea inició su primera
crisis en los años cincuenta y la vía contempló el último paso del tren en 1985.
En
la actualidad esta vía verde cuenta con una bien conservada arquitectura
ferroviaria, formada por cuatro viaductos, cinco estaciones, un túnel de
139 m., trece edificaciones de viviendas repartidas entre casillas de paso a
nivel (intersecciones de carreteras), casillas de obreros y viviendas de
ferroviarios, encontrándose todas ellas en diferente estado de conservación.
Además, existen un total de seis áreas de descanso que se componen de bancos, bancos-mesas, papeleras y aparcabicis, como la que se encuentra junto a la antigua estación de Doña Mencía, donde llegábamos con las luces de la tarde, antes de despedirnos nuestro guía de lujo, Don Rafael García Aguyó “El Califa” nos sorprendería a todos los participantes haciéndonos entrega a cada uno, de una botella de aceite extra virgen, de la cooperativa olivarera de Cabra, siendo la guinda del pastel, de una jornada que todos los compañeros de ruta calificamos como una ruta preciosa, con un trazado muy entretenido que tuvo gran variedad paisajística, botánica y geológica, según los distintos tramos de este precioso itinerario muy completo de 25 km de distancia y unos 750 m de desnivel.
Además, existen un total de seis áreas de descanso que se componen de bancos, bancos-mesas, papeleras y aparcabicis, como la que se encuentra junto a la antigua estación de Doña Mencía, donde llegábamos con las luces de la tarde, antes de despedirnos nuestro guía de lujo, Don Rafael García Aguyó “El Califa” nos sorprendería a todos los participantes haciéndonos entrega a cada uno, de una botella de aceite extra virgen, de la cooperativa olivarera de Cabra, siendo la guinda del pastel, de una jornada que todos los compañeros de ruta calificamos como una ruta preciosa, con un trazado muy entretenido que tuvo gran variedad paisajística, botánica y geológica, según los distintos tramos de este precioso itinerario muy completo de 25 km de distancia y unos 750 m de desnivel.
Enhorabuena por este blog, y reportaje súper completo muy detallado en su contenido fiel a la ruta y a los bellos momentos vividos con este fantástico grupo de compañer@s .
ResponderEliminarQuisiera desde aquí dar las gracias a Juan Ignacio Amador Tobaja ,(por la buena y fantástica coordinación )Rafael Castle y Rafael "el Califa" . estoy gratamente sorprendido de sus diversas actividades y contenidos culturales - afortunado hacer parte de este grupo:"COMANDO