Tipo de
ruta: circular
Distancia: 14 Km
Desnivel: 700 m
Dificultad: Media
El punto de
partida es la denominada Estupa
de la Iluminación, situada a
un kilómetro escaso, al oeste de
Benalmádena pueblo, cuyo aparcamiento fue el punto de encuentro para realizar
esta ruta desde donde iniciamos nuestra ruta, una vez finalizado el protocolo
de saludos y felicitaciones de Año Nuevo. Se trata de la estupa budista-tibetana, mas
grande de Occidente (considerando los continentes de Europa y Norte América),
situada en la ladera sur de la Sierra de Benalmádena con bonitas vistas hacia
Fuengirola y las urbanizaciones y hoteles que se encuentran en esta franja
litoral de la Costa del Sol Occidental.
Fue inaugurada, no
exenta de polémica, el 5 de octubre de 2003, como último proyecto del maestro
budista Lopon Tsechu Rinpoche. El diseño de la estupa responde a una de las
ocho clases de estupas tibetanas, concretamente la que simboliza la iluminación
de Buda: la realización de la naturaleza de la mente. La Estupa de la
Iluminación (Chan Chub Chorten en
tibetano) representa paz, prosperidad y
armonía, a la vez de servir como lugar de meditación y cobijo de relicarios.
Las estupas son
generalmente monumentos sellados, sin embargo la estupa de la Iluminación posee
dentro de la estructura un salón de meditación de 100 m2 y un sótano, que suele albergar
exhibiciones sobre Budismo Tibetano y la cultura del Himalaya (tan asociado al
Alpinismo) Las paredes del salón de meditación están decoradas con la historia
de la vida del Buda Sakyamuni.
La
estupa fue inaugurada por S.S. Kunzig Shamar Rinpoche, el segundo maestro más
importante del linaje Karma Kagyu del
Budismo Tibetano. También estaba presente Lömpo Sangye Ngodup, un ministro del
Reino de Bután. Lama Ole Nydahl y el por entonces polémico alcalde de
Benalmádena: Enrique Bolín que fue clave como proveedor tanto del terreno en el
cual se construyó el templo como de parte de los gastos de la construcción.
A
50 m escasos de distancia se encuentra el popular Mariposario de Benalmádena,
muy publicitado por todos los hoteles y carreteras de la zona como “Butterfly
Park”, que para ir en consonancia con la estupa de iluminación, se ha
construido a modo de espectacular templo
tailandés, que de hecho me recuerda al Pabellón de Tailandia, en mi añorada
EXPO´92. Y es que la verdad, sólo faltaría un WOK y un HIPER CHINO, para que
este rincón de Benalmádena se convierta en una especie de “Distrito Asiático”.
El
caso es que se trata de uno de los mariposarios más espectaculares de toda
Europa, donde podemos pasear entre más de 1.500 mariposas exóticas de todo el
mundo que vuelan en libertad en un paraíso tropical entre cascadas y flores,
con rincones mágicos que aunque creados artificialmente, están hechos con mucho
gusto y muy buen criterio, algunas mariposas se posan en nuestras manos, en el
brazo o en la cabeza, como si se tratara de uno de esos bosques mágicos de los
clásicos del Walt Disney, pudiendo conseguir una colección de fotografías
espectaculares en apenas unos minutos. De hecho, están permitidas las
fotografías, incluido el uso del flash
El
Mariposario es un zoológico en toda la extensión de la palabra. La principal
diferencia con otros parques es que trabajan con animales que tienen una vida
media de dos semanas, por tanto es un zoo muy dinámico en el que la población
se renueva por completo cada 15 días.
Otro aspecto que lo diferencia de otros zoos es el
contacto directo entre animales y visitantes, como ya hemos comentado, las
mariposas están volando alrededor de los visitantes y es posible observar
directamente su comportamiento. Esto es lo que se denomina zoo inmersión que
significa que el visitante se sumerge en el hábitat de los animales, se
pretende minimizar o camuflar las barreras
Además
se puede observar cómo nacen, cómo se reproducen y disfrutar aprendiendo muchas
cosas sobre estos maravillosos insectos. Cuenta con acceso para minusválidos y además está permitida la
entrada de perros pequeños en brazos de sus dueños. Para los de mayor tamaño
existe unárea de espera.
La dirección
es Av. de Retamar, 29631 Benalmádena (Málaga)
Teléfono:951 21 11 96
Todos
los días (excepto Navidad y Año Nuevo de: 10.00 a 18.00
Precios:
Adultos 10€; Niños: 3-12 años:
7,50€; Jubilados: 8,50€
Una vez
realizada la protocolaria foto frente al templo Budista y al mariposario
(templo tailandés), echamos a andar por la acera de la carretera que en pocos minutos
nos lleva hasta Benalmádena pueblo, al sur del cual se encuentra otro de los
monumentos con los que nos gusta complementar las rutas de más corta distancia,
que también se pueden hacer por esta zona, como sin lugar a dudas es el Castillo
de Colomares construido
a modo de “Capricho de Gaudí” entre los años 1987 y 1994, por el doctor Esteban
Martín y Martín para homenajear a Cristobal Colón y el Descubrimiento de
América. Al doctor le ayudarondos
albañiles malagueños, mezclando estilos tan dispares como el bizantino, románico, gótico, mudéjar
y por supuesto gaudiano. El material predominante, como se puede
comprobar a simple vista es la piedra natural y la madera, recubriendo la
estructura de ladrillo y hormigón, además de las vidrieras de su interior.
El monumento
presenta diversos elementos de la simbología de Los Reyes católicos, de las tres culturas presentes en la España
medieval (cristianismo, judaísmo e islamismo) y de otros elementos
del viaje de Colón. Para que no falte ningún detalle incluso nos encontramos
con una sorprendente pagoda china, que
simboliza la idea original de Colón de alcanzar las costas de Asia.
La planta del
castillo, es el elemento principal del monumento, que se encuentra ubicado
dentro de una parcela de 1.500 m2 lo que lo convierte en el mayor monumento
dedicado a Cristóbal Colón. El interior del edificio alberga la capilla más pequeña del mundo (de 1,96 metros
cuadrados) dedicada a Santa Isabel de Hungría.
Horarios
y precios:
Adultos:
2.00 € Niños (de 3 a 12 años) y pensionistas: 1.50 €
Abierto
todos los días, incluidos los domingos
Otoño
e Invierno: de 10.00 hs. a 13.30 hs. y de 16.00 hs. a 18.00 hs.
Primavera:
de 10.00 hs. a 13.30 hs. y de 16.00 hs. a 19.00 hs.
Verano:
de 10.00 hs. a 13.30 hs. y de 17.00 hs. a 21.00 hs.
Tal y como
íbamos diciendo, fuimos recorriendo la travesía principal de Benalmádena
pueblo, donde también nos hicimos una fotografía junto a la fuente que hay en el
lateral del Ayuntamiento, retomando la travesía, dirección Arroyo de la Miel, dejando
atrás la plaza de Toros, el campo de fútbol y llegando unos 5 minutos después
al ramal de pista asfaltada que ya nos sitúa bajo los pies del viaducto.
A partir del cual comienza el sendero del circo del Quejigal, cuyo inicio
comienza con unos empinados zig-zags, que a petición de algunos compañeros
endurecimos un poquito más atrochando por un sendero secundario que traza un
recto ladera arriba, por el cada vez más cerrado bosque de pinos, hasta venir a
salir a escasos metros con el cruce de sendas, de manera que el sendero de la
izquierda es el ramal que nos lleva hasta la parte alta de Benalmádena pueblo y
que también nos sirve para escoger la alternativa de ascensión del tajo de La
Sabia, que en todo caso sirve como alternativa para una circular por esta zona,
enlazando también con la senda de Cazadores, pero desaconsejamos esta
alternativa, porque su primer kilómetro discurre demasiado cerca de la autovía
y hasta más allá de la mitad de la ascensión vamos por una ladera desprovista
de arboleda, con la única presencia del roquedo, espartales y matorral pobre de
aulagas, clavellinas y cardos con la única curiosidad de una sucesión de casetas de
agua.
Dicho lo
cual, nuestro camino a seguir es el denominado sendero del circo del Quejigal,
de trazado mucho más bonito y más verde de principio a fin. Tras el mencionado
cruce de senderos, tomando el principal, por donde iremos viendo balizas de
sendero local y pinturas rojiblancas correspondientes a la etapa Nº 34 Benalmádena-Alhaurín de la Torre, del Gr 249 “Gran
Senda de Málaga”, la pendiente del sendero se suaviza hasta llegar al siguiente
hito, que es una abandonada cantera, que hoy forma una bonita umbría, a
partir de la cual, el sendero se interna en el estrecho valle y desde este
punto Ilse y Mariano, protagonizaron la gran escapada de la jornada pasando en
primera posición bajo la pancarta del gran premio de la montaña situado en el
cerro del Moro, con mas de 20 minutos sobre sus inmediatos perseguidores.
Desde un altozano que nos encontramos un poco más adelante,
tenemos la mejor panorámica del circo rocoso que lo cierra en su cabecera,
destacando el Tajo del Quejigal con sus cornicabras, encinas y pinos enriscados,
al fondo. La tierra húmeda, a pesar de la escasez de lluvias de este otoño y
comienzo de invierno, junto con la presencia de adelfas, juncos y
equisetos delata el cauce del arroyo del Quejigal, donde la humedad del sustrato suele estar
siempre presente, a pesar que desde hace muchos años la cercana fuente y pilón
permanecen secos. En este emblemático rincón del camino, se hizo una breve
parada para reponer algo de líquido y aprovechar la parada para la primera foto
de grupo, una vez iniciada la ascensión.
Este
bonito sendero, bastante castigado más arriba por las bicicletas de descenso
que están horadando profundas cárcavas en su parte central, atraviesa los dos torrentes que componen la
cabecera del valle y es ahí donde el matorral noble adquiere su mejor
representación de solana a base de maduros ejemplares de enebros, mirtos, cornicabras,
lentiscos y aladiernos acompañados de romeros, palmitos, jérguenes y jaras
entre los pinos resineros.
Pronto veremos como se
van alternando las zonas rocosas, con bancos de arenas dolomíticas, bosques de
pinos y encinas y matorrales aromáticos como el tomillo o el romero, que a su
vez van dando paso a un sotobosque bajo los pinos carrascos más denso y alto,
con palmito, aulaga, hinojo de burro, cornicabra, lentisco, aladierno y enebro.
El sendero pasa por varios collados que hacen las veces de miradores naturales,
desde donde vamos ganando altura llevando a nuestra derecha la vertiente
occidental del cerro Calamorro y a nuestra espalda la franja litoral del tramo
de costa encajonado entre las laderas del valle por el que vamos ascendiendo.
A través de una
sucesión de zig-zags arenosos, muy cercanos al tajo de la Sabia, enlazamos con
el sendero de Cazadores (popularmente conocida como ruta Azul, o catalogada
como ruta Nº6 de la red de senderos de Benalmádena), que de tomar a la derecha,
nos llevaría hasta el Puerto de La Cruz en
algo mas de media hora, (divisoria de aguas Benalmádsena-Alhaurínde la Torre),
muy cerca ya del cerro Guerrero, el hermanito pequeño del cerro Calamorro, a
donde llegaríamos después de casi una hora de pendiente predominantemente
ascendente y de atravesar un segmento de sendero bastante arenoso, hábitat
ideal para las plantas adaptadas a la xericidad y labilidad del terreno (muchas
de ellas de distribución restringida) y animales como la lagartija colirroja
(Acanthodactylus erythrurus).
No obstante, al enlazar con la senda de cazadores, nosotros nos desviamos a
la izquierda, encarando una sucesión de empinados y arenosos zig-zags, a partir
del cual el cerro calamorro va quedando a nuestra espalda, igualándonos cada
vez con su máxima cota, y las vistas al mar se van ampliando a nuestra
izquierda, así como el cada vez más denso bosque de pinos existente entre
nosotros y el cordal del cerro del Moro, hacia el que nos vamos acercando en
permanente ascensión. En este tramo podemos destacar tres hitos, el primero es
el cruce de balizas, donde enlazamos con el sendero que sube desde Benalmádena
pueblo, y que mencionábamos anteriormente conocido como el tajo de La Sabia, y más
adelante un par de alineaciones de pino paralelas al sendero, distantes unos
400 m entre sí, y la primera de ellas con un pino (vivo) con tronco a ras de
suelo, atravesando el sendero de lado a lado.
Es esta una zona que inspira mucha paz, hace rato que dejamos atrás el cada
vez más lejano zumbido de los coches pasando por la autovía y en el denso pinar
que nos envuelve solo reina el sonido del viento, y algún que otro pajarillo. A
pesar de que pronto empezarán a asomar frente a nosotros las primeras antenas
metálicas del cerro del Moro, profanando el paisaje cual agujas gigantescas, se
trata de un bellísimo entorno montañoso, cuya magia contrasta con la
masificación urbanística de la Costa del Sol Occidental.
Al llegar a las inmediaciones de la cumbre del cerro del Moro, coincidimos
con el Presidente Paco Jaime y su mujer Rosa, la Primera Dama, que en
sincronización telepática llegaron a la cumbre en su flamante limusina, en cuyo
maletero, el mayordomo les había metido una caja de su mejor vino, y unas latas
de cerveza y refrescos para el esforzado grupo, que con gran alegría recibió el
detalle. Pero el desapacible viento de moviente predominante durante todo aquel
mediodía, nos obligó a retroceder un corto trecho sobre nuestros pasos,
quedando muy bien protegidos del viento. Pero, en estas que Paco “El Generoso”
y nuestro guía el Doctor Leal, insistieron misteriosamente en que continuáramos
hasta el cercano bosque de pinos a escasa distancia del cerro Castillejo, llevándonos
la segunda gran sorpresa del día y es que Paco “El Generoso” haciendo honor a
su apodo, se había pasado el día antes por dicha cumbre para dejar escondida una
generosa remesa de botellas de vino, licor y otros manjaares como una bandeja
con medio kilo de jamón 5J cortado en finas lonchas. Todo ello unido a la
generosidad del resto de compañeros que también colaboraron con numerosas y
variadas viandas llevó a formar un batiburrillo de comidas, postres, entrantes,
dulces navideños y gominolas, que habrían sido necesarios varios grupos mas
para dar cuenta de todo ello. El caso es que allí llegamos antes de las 14.15
pm y a pesar del creciente frío, compensado por alguna que otra copita de vino
dulce, orujo, o aguardiente casero con endrinas, no fue hasta las 15.00 pm
cuando un pequeño grupo de compañeros nos despedimos del grupo principal,
debido a los distintos compromisos que aquella misma tarde teníamos que atender,
mientras que el Doctor Leal, tenía previsto completar con el grupo principal el
corto trecho que restaba hasta enlazar con la cumbre y un pequeño tramo de
sendero boscoso por la vertiente opuesta, tal y como pudimos contemplar desde
la distancia.
Mientras tanto, el pequeño grupeto que tuvimos que adelantar nuestro
descenso retornábamos nuestros pasos hasta el tramo final de la carretera que
lleva hasta las antenas, tomando el ramal del sendero de la Mina de la
Trinidad, catalogado como “Ruta Nº5 de la red de senderos de Benalmádena” o “Ruta
Rosa”, si bien un amplio tramo central de este itinerario discurre por dentro
del t.m. de Mijas, cuya localidad vamos contemplando a nuestra derecha, en el
primer tramo de este largo y pedregoso descenso, hasta que superamos un pequeño
espolón rocoso al que llegamos en escalonado tramo de roquedo, encontrándonos
con un pequeño vértice a base de rudimentaria montonera de piedras, a partir de
la cual, se abre ante nosotros una espectacular panorámica de Fuengirola,
presidiendo la franja costera que llevamos en todo momento a nuestra derecha y
a nuestra izquierda, la prolongación de urbanizaciones y hoteles hasta más allá
de Puerto Marina, concretamente hasta el Morro de La Carihuela, siendo fáciles
de identificar complejos como el Benalbeach por debajo del Parque de La Paloma,
Los Patos, Hotel Casino Torrequebrada, y casi frente a nosotros allí abajo
junto al mar el Playa Bonita y parte del macro complejo Holiday Inn.
Después de este curioso montículo, a modo de tachuela en mitad de descenso,
encaramos una larga sucesión de zig-zags que finaliza prácticamente al pasar
por delante de la entrada de la Mina de la Trinidad, cuya presencia queda
delatada por la
generosa escombrera que nos encontramos pocos metros antes de pasar frente a la
bocamina. Esta mina constituye un clásico de la minería del hierro en la Sierra
de Mijas-Benalmádena. Es el resultado de un singular proceso kárstico en
mármoles, presentando bellas coladas estalactiticas de limonita.
El
nombre de “La Trinidad” le viene dado porque cuando comenzó a ser explotada, en
el fondo de la mina, (aún hoy se puede ver), existe una estalagmita formada en
el centro de un habitáculo muy alto y según el minero que la encontró, se
parecía a la Virgen de la Trinidad, de la que era muy devoto, y desde entonces,
se conoce a esta mina con ese nombre. Esto ocurría en la primera década del siglo XX, en la que también empezaba a
construirse el embalse del Chorro, en
paralelo con la vertiginosa pasarela de Los
Balconcillos, mas tarde conocida como el
Caminito del Rey. En su día la extensión de la concesión era de 24
hectáreas y se demarcó en 1904 a nombre de "Jaraba Compañía",
domiciliada en Málaga, aunque para los años 20, por algunos planos de
concesiones de aquella época, se superpusieron otros derechos mineros posteriores
que fueron los que originaron aquellas labores.
La
Mina "Trinidad", con el nº de concesión 3664, está situada en el
paraje denominado "Cerros del Romeral y Pechón", se otorgó entre los
términos de Benalmádena y Mijas, porque aunque su entrada y primeros tramos se
encuentran dentro del t.m. de Benalmádena, parece ser que a partir de un
determinado punto, hasta el final ya se considera dentro del t.m. de Mijas, un
caso bastante peculiar.
Según
dicen, a poco que te adentras en las primeras galerías aún se pueden apreciar
numerosas estalactitas en su interior, a pesar de que los salvajes de turno han
hecho bastantes salvajadas en cuevas y pinturas rupestres de fácil acceso. De
hecho su entrada cuenta con una verja de hierro, que a veces está cerrada y a
veces no. Para llegar al final de la última galería se echa más de una hora
(avanzando a buen ritmo y con experiencia) a cada metro que se sube, se tuerce
hacia la derecha buscando el pico del cerro y coincide por detrás con las bocas
de las galerías tirando dirección al repetidor. Pero a partir de un determinado
punto, tiende a desviarse hacia la izquierda buscando el término de Mijas.
Relativamente
cerca, a poco mas de un kilómetro dirección OESTE, ya en la vertiente mijeña,
se encuentran las minas "de Buenavista", que también son de óxido de hierro, si bien la limonita que nos encontramos allí tiene
un aspecto distinto al que nos encontramos en la escombrera de la mina de La
Trinidad.
En
cualquier caso, ni que decir tiene al encontrarnos su entrada abierta,
aprovechamos para hacernos algunas fotos en su interior, retomando el sendero
que en algo más de 100 m nos deja ya en una cómoda pista terriza, desde la que nos
permite pasar por debajo de la autovía, dejándonos bien encauzados hacia la
Estupa de Iluminación (principio y final de la ruta), pudiéndonos ahorrar el
último zig-zag de la pista, ya junto a las primeras edificaciones, atajando por
la empinada escombrera que coincidiría con la prolongación de la trayectoria
del túnel que pasa bajo la autovía.
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