El municipio
de Sedella conforma un prisma rectangular cuyo lado norte arranca en la cima de
la Sierra de Tejeda, donde, próximas al pico de la Maroma, ya en la provincia
de Granada, se alcanzan cotas de 2.000 metros. La sierra baja de manera abrupta
hasta las inmediaciones del pueblo, no sin antes haber perfilado profundos
barrancos en los que, cuando la orografía lo permite, aparecen algunos
bosquetes de pinares que amortiguan la agresividad geográfica del entorno.
A partir del
pueblo, el paisaje se suaviza y ya empiezan a verse casas dispersas en algunas
lomas, matorrales, cultivos y pastos que se alternan con los frondosos pinares.
Dos arroyos, uno que nace en el Pardillo y otro en la Fuente Chaparro, se unen
a pocos kilómetros de su nacimiento y forman el río Sedella. El lugar en el que
estos dos arroyos se unen, conocido como los Cerillales de la Fuente, tiene un
gran valor paisajístico. Por este municipio también discurren los arroyos
Matanzas y Granados, a cuyas aguas se unen sendas leyendas basadas en antiguas
batallas y hechos más o menos sobrenaturales.
Como llegar:
Desde la
Costa del Sol hay que tomar la autovía del Mediterráneo (A-7; N-340) hasta la
circunvalación de Vélez Málaga. En este punto hay que acceder a la A-335,
dirección Alhama de Granada. Tras recorrer unos 9 kilómetros a partir de la
circunvalación de Vélez Málaga, hay que desviarse por la MA-125 hasta Canillas
de Aceituno, al llegar a Canillas conviene estar atento para no meterse en sus
estrechas calles, sino que tomaremos el ramal de la carretera a la derecha, que
rodea el pueblo por la zona de abajo y continúa hasta Sedella por la MA-126 que
conduce a Sedella.
Salid con
tiempo suficiente, porque desde el desvío hacia Canillas del Aceituno y
posteriormente nos esperan unos últimos 25 km de mucha curva por carretera
sinuosa donde no se puede, ni se debe correr.
Nada más
llegar a Sedella la carretera por la que llegamos hace una especie de
bifurcación, es el lugar donde debemos dejar nuestros vehículos,
preferentemente en el ramal de la izquierda que es la calle donde nos
encontramos con los paneles indicativos Sedella-la Maroma.
Entorno: Parque natural de las sierras de Alhama, Tejeda y Almijara, concretamente vertiente sureste de Sierra Tejeda, limitando con zona de transición hacia sierra Almijara
Duración aprox: 9-10 horas
Distancia aprox: 22 Km.
Desnivel aprox: 1.500 m. Ya que entre los 689 m del Ayuntamiento de Sedella (inicio de ruta), hasta los 2.065 m del vértice geodésico de La Maroma hay varios descensos tras los que hay que volver a recuperar altura como en inicio hacia el puente Romano, algunos puntos intermedios entre Las Llanadas de Sedella y La Tacita de Plata o en plena bajada, al pasar por la base del cerro Fuerte de Sedella, que tenemos un pequeño repechón hacia arriba.
Dificultad: Muy alta. Por el exigente desnivel con rampas muy duras, sobre todo desde el puente Romano hasta el cortijo Picaricos (o casa Cuascuadra) por la loma del mismo nombre y por las casi siempre traicioneras condiciones meteorológicas de La Maroma, con fuertes rachas de viento, que hacen necesario ir muy bien pertrechado para el frío ó la nieve y si se tienen gafas de ventisca ó de esquí (anti báo) mucho mejor.
¿Podré yo subir La Maroma? Si haces deporte con intensidad al menos 3 veces a la semana o realizas rutas de más de 800/900 m de desnivel con frecuencia. (¡Ojo, en los últimos meses, no hace X años!), seguro que sí.
Entorno: Parque natural de las sierras de Alhama, Tejeda y Almijara, concretamente vertiente sureste de Sierra Tejeda, limitando con zona de transición hacia sierra Almijara
Duración aprox: 9-10 horas
Distancia aprox: 22 Km.
Desnivel aprox: 1.500 m. Ya que entre los 689 m del Ayuntamiento de Sedella (inicio de ruta), hasta los 2.065 m del vértice geodésico de La Maroma hay varios descensos tras los que hay que volver a recuperar altura como en inicio hacia el puente Romano, algunos puntos intermedios entre Las Llanadas de Sedella y La Tacita de Plata o en plena bajada, al pasar por la base del cerro Fuerte de Sedella, que tenemos un pequeño repechón hacia arriba.
Dificultad: Muy alta. Por el exigente desnivel con rampas muy duras, sobre todo desde el puente Romano hasta el cortijo Picaricos (o casa Cuascuadra) por la loma del mismo nombre y por las casi siempre traicioneras condiciones meteorológicas de La Maroma, con fuertes rachas de viento, que hacen necesario ir muy bien pertrechado para el frío ó la nieve y si se tienen gafas de ventisca ó de esquí (anti báo) mucho mejor.
¿Podré yo subir La Maroma? Si haces deporte con intensidad al menos 3 veces a la semana o realizas rutas de más de 800/900 m de desnivel con frecuencia. (¡Ojo, en los últimos meses, no hace X años!), seguro que sí.
¡Eso sí!, si
alguna persona se presenta muy justita, esta ascensión se le puede hacer
eterna, pero con darse media vuelta y regresar sobre sus pasos, como han hecho
algunos compañeros en ocasiones anteriores (no hay problemas).
Y por supuesto jamás se te ocuurra subirla solo, sobre todo con un día de mala climatología.
¿A qué se
puede equiparar La Maroma desde Sedella? A subir el pico Mijas desde la playa de Fuengirola ó
La Concha desde la playa de Marbella. No obstante, es una montaña muy
psicológica, pero con la dificultad añadida de la altitud, ya que para quien no
esté acostumbrado a hacer cumbres de mas de dos mil metros la altitud, también
le puede afectar a según que persona como tenga un mal día.
Por
cualquiera de sus vertientes y variantes ya sea desde Canillas, Alcaucín, El
Robledal, la Alcauca, Salares o Sedella, la primera mitad suele ser la de
pendientes más fuertes, y cuanto más te acercas a su cumbre, mas tendida es,
pero el cansancio acumulado suele hacer interminable el último kilómetro si se
va muy justo de fuerzas.
Seamos
responsables con nosotros mismos y con nuestra capacidad.
Pasos
expuestos o trepadas: el tramo que pasa cerca del borde del tajo Volaero y la fuerte ladera con
caída hacia la vertiente sur, desde el tajo Volaero hasta la meseta de cumbre,
puede llegara ser muy peligrosa con condiciones de hielo o nieve dura. Así como
los cerrados senderos en zig-zags por la cara norte si se viene del Robledal a
nuestro paso por el Salto del Caballo, por Canillas de Aceituno o Alcaucín las
pendientes son mas redondeadas, pero si nos encontramos con nieve dura o placas
de hielo los crampones son imprescindibles y el piolet para ir mucho mas
seguro, o incluso para improvisar escalones por pendientes heladas donde sería
imposible progresar sin este material.
Punto de
Partida: Paneles
informativos a la entrada de Sedella (689 m)
Fecha y pronóstico
meteorológico:
Sábado 27 de
febrero de 2016, varios días antes no habíamos visto obligados a enviar un
comunicado para suspender la ruta por intensas lluvias/nevadas precisamente
para ese día. Pero 48 horas antes, todas las páginas de meteorología
consultadas adelantaban la nevada para la tarde/noche del viernes, mientras que
para el sábado daban nubes y claros hasta las 14.00 pm a partir de ahí
precipitaciones de 0.1 mm en forma de nieve, pero eso sí, con vientos de más de
60 km/h en zona de cumbre y sensación térmica cercana a los -10ºC. En esto
último si acertaron.
11
participantes: En la aventura participaron: Romualdo Estévez “El
Trovador de la Senda”, magnífico animador de la ruta y contralmirante de lujo;
Mª Jesús Rider “La Duquesa de Baqueira Beret” (mujer del Trovador) que con
disciplina espartana superó las rampas mas duras, volviendo a demostrar que la
nieve es su medio natural; Antonio Francisco “la Locomotora de Alhaurín” su
generosidad, lealtad y valentía son legendarias (prestoniano desde 2005), Herminia
“La Centella de O Cebreiro” siempre con su bondad,
su mejor sonrisa y su impresionante fortaleza sin alardes, hace fácil lo
difícil, Mª Carmen López “La Coleccionista de techos continentales” experiencia
contrastada en sus expediciones a las principales cordilleras continentales,
habiendo hecho ya varios seismiles, Javier Ruzafa "El Reportero de los
Lavaderos de la Reina" (conocido en facebook como "Matt Wildness), su
humanidad no tiene límites convirtiéndose en el Ángel de la Guarda de Adrián
que salió de la nada, totalmente perdido y desorientado en medio de la tormenta
de nieve cerca de la cumbre de La Maroma, Ildefonso Ruiz “El Vendaval del
Moncayo” mañico socarrón y sevillano de adopción con quién volvía a coincidir
en la montaña donde se unieron nuestros caminos desde enero 2007, ya está a
punto de completar todos los techos provinciales de España, habiendo vivido
todo tipo de situaciones y experimentado en mil batallas, Santa Teresa de
Mágina: salmantina y onubense de adopción su generosidad viniendo desde Huelva
a cada ruta es tan sólo un mínimo reflejo de un corazón, una generosidad y una
valentía que no conoce límites, Fran “Batman returns” es el más ilustre
prestoniano de los que participan en ULTRATRAIL donde ya ha hecho podium en
numerosas carreras a veces con mas de 2.500 m de desnivel acumulado de subida,
su potencia y valentía son legendarias, Macarena “La Ninfa de la Laguna de
Capacete”, mujer de Fran, generalmente discreta y callada, pero siempre
pendiente de los demás y con disciplina espartana para aguantar las mayores
adversidades y este humilde servidor, que ha compartido mil y una aventura con
la mayoría de ellos y da fe, de que además de excelentes montañeros perfectamente
preparados y acostumbrados a afrontar rutas de este tipo.
Material recomendado:
La Maroma es
una montaña muy traicionera y cambiante con la meteorología, en caso de dudas
hay que venir con una prenda de abrigo de mas, que de menos, echa tu mejor
chaqueta e impermeable por si cayera agua nieve durante la ruta.
Aunque unos
2 km antes de hacer cumbre tenemos previsto pasar por la Fuente de la Tacita de
Plata, lleva bebida y comida para todo el día. Y unas botas de trekking que
vendrán bien para el gigantesco lapiaz del que está compuesta la meseta somital
de La Maroma. Y sobre todo no olvides traer tu energía positiva a tope y tu
mejor sonrisa y un frontal para verla si cae la noche y despídete siempre
cargado de energía positiva para el resto de la semana.
A tener en cuenta: Realizar La Maroma con nieve requiere llevar crampones y piolet por si nos encontramos nieve dura ó capas de hielo, que
en la empinada ladera cercana al tajo Volaero requiere de experiencia y mucho
temple para afianzar bien cada paso sin rodar ladera abajo.
A la Maroma con nieve no se puede ir en plan compadre y a la aventura.
A la nieve siempre hay que tenerle respeto, aunque sea una cota mucho más baja que Sierra Nevada y la cantidad de nieve sea menor, pero de no ir preparados es fácil que pueda producirse un accidente y mas vale prevenir.
A la Maroma con nieve no se puede ir en plan compadre y a la aventura.
A la nieve siempre hay que tenerle respeto, aunque sea una cota mucho más baja que Sierra Nevada y la cantidad de nieve sea menor, pero de no ir preparados es fácil que pueda producirse un accidente y mas vale prevenir.
¿Algún
enlace recomendado para principiantes?:
Resumen muy
completo de manual de Alpinismo:
¿Dónde los
puedo alquilar en Málaga?: Tienda EL YETI (Málaga Centro)
¿Lugar más
barato para comprarlo en Málaga?: Tienda de deportes Humaventura en Campillos o
por internet. DECATHLON ó en ofertas del Corte Inglés.
Bibliografía
de referencia y descripción de ruta, de nuestro itinerario de ida (ascensión):
Sierras
Tejeda y Almijara, guía del Excursionista (Rafa Flores)
Para la ida:
Ruta 36: Sedella-La Maroma
Para la
vuelta: Ruta 35: Tramo: La Maroma, tajo Volaero, cerro del Fuerte, collado de
La Monticara, Sedella
Versión de
esta misma ruta realizada en 2013:
Serían las 7.50 am de la mañana
cuando Antonio Francisco, Herminia y yo acabamos de desayunar en Vélez Málaga.
El día amanecía parcialmente despejado, pero tal y como nos íbamos acercando a
canillas de Aceituno, la cumbre de La Maroma ya aparecía cubierta con su
clásico sombrerito de nubes, al detenernos un momento en el margen derecho de
la carretera para que Antonio hiciera una foto, el coche se movía con el
viento. Antes de llegar al inicio de ruta, ya era más que evidente que nos
esperaba una jornada de fuertes emociones.
Tal y como
explicamos en el apartado, cómo llegar, al entrar en Sedella la carretera se bifurca en dos, estacionando
nuestros vehículos a la entrada y comenzando la caminata por la calle de la
izquierda, llamada: Avenida Villa del Castillo, unos paneles informativos nos
certifican que estamos en el lugar correcto, pronto pasaremos por delante de la
histórica fuente (abrevadero) de Los Caños y el Restaurante bar El Chiringuito
(que según la hora puede ser buen punto para desayunar o la copa y tapeo o cena
post/ruta), seguimos avanzando en dirección este por la calle llamada “Avenida
de la Villa del Castillo”, donde nos encontraremos con algún que otro mural de
azulejos, que hace referencia a algún episodio histórico de esta población. Antes
de finalizar la calle, veremos una señalización que nos indica a la izquierda:
sendero Sedella-La Maroma, que debemos ignorar, porque por ahí será por donde
regresaremos, debiendo seguir nosotros hasta en la misma trayectoria que
llevamos, hasta llegar a la calle del Daire, donde muy pronto encontramos un
cartel que reza “Puente Romano 806 m”, en caso de no encontrarlo, cualquier
amable vecino sabrá indicarnos el camino del puente romano, pues la callejuela
que debemos tomar a la izquierda, bien pasa desapercibido, aunque al poco
deducimos que debemos ir por el camino correcto, cuando empezamos a descender,
llevando a nuestra derecha, el cauce del arroyo de La Fuente, poco después de
dejar atrás las últimas casas del pueblo, ya empezamos a ver al fondo el Puente
Romano (o más bien Medieval), que salva las aguas del mencionado arroyo,
describiendo a continuación una cerrada curva de horquilla ala derecha que a lo
largo de unos 100 m nos llevará en dirección contraria a la que traíamos antes
de cruzar el puente, pero por la vertiente contraría, hasta que tomamos un
ramal de sendero a la izquierda, que rápidamente nos permite ganar altura,
mediante escalonados zig-zags hasta las ruinas del cortijo de La Herriza,
con sus bancales abandonados, y los muros de la antigua cortijada que aunque
actualmente esté en ruinas mantiene una solidez propia de cuando se construían
las cosas a conciencia.
Dejamos el abandonado cortijo de La Herriza a nuestra derecha, hasta que
poco después llegamos a lo alto de una loma, que tomamos a la derecha, donde
enlazamos con lo que la variante que viene desde el cercano pueblo de Salares,
unidos entre sí por el GR-242, cuyo trazado hemos seguido hasta este punto. Al
llegar a una acequia, debemos estar atentos a un ramal secundario a la derecha,
que nos sitúa en la Loma de la Cuascuadra parcialmente poblada de pinos y que
debemos empezar a remontar hasta llegar a la casa del mismo nombre, tal y como
hicimos en enero 2013.
Sin embargo, al llegar a la acequia, de forma
instintiva, tomamos el bien marcado sendero que durante un trecho discurre
junto a la acequia de aguas tan abundantes como cristalinas, hasta que más
adelante lo cruza, quedando la acequia definitivamente a nuestra acequia, el
sendero va ascendiendo suavemente de forma muy tendida, llevando a nuestra
izquierda la denominada Hoya de Salamanca, que paulatinamente se va
convirtiendo en una cañada de colosales dimensiones.
Después de pasar junto a
las ruinas de una antigua caseta de agua, llegamos a un gran roquedal que hace
de mirador natural hacia la mencionada cañada, estando atentos a partir de aquí
a un ramal de sendero secundario (muy poco transitado), que remontando la
ladera de la derecha, nos lleva en extenuante ascensión, pero de forma muy
directa a los morriones y la
casa de Cuascuadra o Picaricos, siendo este el único punto del
recorrido donde el grupo se estiro cual gigante chicle. Aprovechando los
reconfortantes rayos de sol aprovechamos para descansar, recuperando el
resuello y tomando un breve tentempié que a la postre sería lo que algunos
tomamos en todo el día.
Al igual que en enero de 2013, disfrutamos del
idílico emplazamiento del cortijo Picaricos o Casa
Cuascuadra, cuya encalada vivienda mantiene un buen aspecto de
conservación en contraste con las ruinas de sus cuadras anexas, cuyos arcos le
dan un toque morisco a este rincón de paz, cual oasis en plena odisea de la
ascensión.
Desde este punto la ruta nos da una tregua, a lo largo de los dos
próximos kilómetros por una pista muy tendida, cuyo cómodo trándito nos permite recuperar resulello, mientras la ventisca comenzaba a arreciar obligándonos a echar mano de las capas mas gordas,
aumentando de tamaño las capas de nieve a ambos lados del camino, hasta
teñirlo casi todo de blanco, antes de llegar al lugar donde describimos una
curva de horquilla a la izquierda para llegar al paraje de Las Llanadas de
Sedella, donde nos encontramos tumbado en el suelo el panel informativo del
Sendero: Llanadas de Sedella-Tacita de Plata, que sería nuestro siguiente tramo
del camino. Ya a partir de aquí salvo algunos instantes muy breves, a penas
volveríamos a contemplar el color azul del cielo hasta casi el atardecer.
Desde el final de la pista en Las Llanadas de
Sedella tomamos un angosto pero bien marcado sendero, casi en la misma
trayectoria que nos ha traido la pista, pero desviándose un poco a la derecha
(dirección N-O), que discurre por terreno dolomítico pasando junto a imponentes
crestones muy parecidos al paisaje del Lucero y Lucerillo.
En este caso el
sendero es de dócil perfil, en contraste con el agreste paisaje que nos rodea,
bastante alpino y espectacular, a la izquierda del sendero nos encontramos con
una fuente abrevadero de aguas cristalinas.
Poco a poco el sendero comienza a
ascender primero de forma muy tendida, aumentando la pendiente de forma
progresiva hasta iniciar una larga sucesión de zig-zgas en lo que se conoce
como “Cuesta Pardilla” que finaliza en un collado, desde el que volvemos a
perder un poco de altura, para pasar junto algunos cedros de imponente aspecto,
así como algunos tejos centenarios, mostajos, enebros, espinos majoletos y los
clásicos piornos de media montaña que junto con los lastones y espartos estaban
completamente cubiertos de nieve a ambos lados del sendero.
Después de un tramo ondulante de suave perfil
sube y baja llegamos a una pequeña cañada que nos anuncia la proximidad de la
idílica Fuente de la Tacita de Plata, donde después de
hacernos la foto de rigor, ignorando la tablilla que 30 m antes nos indicaba la
Maroma 2,5 km, dirección N (a la derecha), pero nosotros atrochamos ladera arriba, con la
seguridad de quien ya a pateado esta zona unas cuantas veces y en pocos minutos
estábamos bordeando unos de los perímetros donde llevan años experimentando con
la recuperación de especies como los tejos, se trata de la zona conocida como
“Las Loberas” sintiendo un gran alivio al encontrarnos con las primeras balizas
que ya nos confirmaban el haber enlazado con el sendero procedente del Robledal
y que a partir de este punto es coincidente con nuestra trayectoria hasta la
cumbre.
El grupo avanzaba compacto y a pesar de la
poca visibilidad en la distancia, las lomas que se interponían en nuestra trayectoria
hasta La Tacita de Plata nos habían protegido, haciendo el camino muy llevadero
e incluso agradable, recreándonos con parajes dignos de las más hermosas
postales navideñas, sin embargo, al llegar al inicio del Tajo Volaero
(localmente conocido como “Las
Volaeras”), donde antes de nada dejamos bien localizado el inicio del
sendero hacia Salares, el viento empezó a arreciar cada vez mas conforme íbamos
ascendiendo hacia la meseta de cumbre. Los copos que hasta entonces habían
caído de forma suave, empezaban a golpear el lado derecho de nuestra cara como
si te estuvieran disparando con una ametralladora de granitos de arroz.
El último kilómetro y medio de ascensión a la
Maroma (2.065 mnsm) en tales circunstancias se convierten en una lucha
psicológica entre tu sentido común diciéndote: “pero qué coño haces aquí con lo
agustito que estabas en la cama cuando sonó el despertador esta mañana” y tu
quijotesco espíritu de aventuras, soñando con emular a las glorias del
alpinismo ó simplemente superarte a ti mismo, (pues aunque sólo se trate de una
montaña de poco mas de 2.000 msnm, La Maroma en circunstancias climatológicas adversas
es una montaña que puede resultar extenuante). Esto a lo que a esfuerzo mental se refiere, luchando contigo
mismo para no darte media vuelta y regresar sobre tus pasos, porque mientras
más alto vas subiendo, el viento que muchas veces está cerca de tumbarte
arrecia con más fuerza.
Pero físicamente, el esfuerzo no es menor porque a lo
largo del recorrido nos encontramos con nieve blanda lo que no hacía necesario
el uso de crampones y piolet, pero cargar con ellos en este tipo de rutas donde
uno tiende a llevar la mochila a tope por lo que pueda pasar, mas el peso de toda
la ropa, caminando por nieve blanda como si te fueras hundiendo bastante más
que por la arena blanda de la playa, hace que ese último kilómetro y medio se
te haga interminable. En mi caso, al quitarme las gafas de ventisca unos
instantes porque se me habían empañado, me entraron dos gotas de sudor,
mezcladas con la nieve derretida en mi ojo derecho y faltando 500 m para el
final, tuve que ceder la cabeza del grupo a varios compañeros porque lo hice
con el ojo derecho cerrado que me echaba fuego y el ojo izquierdo sin apenas
ver nada con los cristales empañados.
Mi única referencia eran los pies de Mari
Carmen e Ilde caminando por delante de
mí y la pendiente que conforme te acercas al gigantesco vértice geodésico se va
haciendo cada vez más tendida, en ese último kilómetro ya no habla nadie,
aunque íbamos todos en fila india, cada uno va inmerso en su propio mundo
interior, soportando las ráfagas de viento y nieve lo mas estoicamente posible,
la lógica y el sentido común te animan a dar media vuelta, pero la experiencia
de muchas subidas a esta cumbre y la tranquilidad de saberte acompañado por un
grupo de lujo te anima a seguir sabiendo que ya queda muy poco.
Tal era el temporal de viento y nieve en la
cumbre, además del frío que me tenía las manos congeladas y la cabeza a punto
de estallar que nos pasamos de largo del vértice geodésico unos 100 m. Las
baterías de mi GPS recién puestas la noche antes se habían agotado con el frío
y gracias al GPS de Herminia pudimos llegar al vértice geodésico, en medio de
la ventisca por el buen dominio de Javier Ruzafa “El Reportero de los Lavaderos
de la Reina” que activando el modo llevar (en este caso) al vértice geodésico,
nos llevó sin margen en apenas un minuto para alegría y satisfacción de los
miembros de la expedición, que lo primero que hicimos instintivamente fue
agruparnos en la base del vértice geodésico por la zona opuesta a la que venía
el viento con rachas de más de 60 km/h y una sensación térmica de -10ºC, de las
cerca de diez veces que he subido a La Maroma, esta ha sido con diferencia la
vez que más frío he pasado, a pesar de que todos íbamos perfectamente
pertrechados y concienciados para la ocasión. Mi admirado amigo y maestro
Romualdo me dio un efusivo abrazo de cariño y camaradería al que apenas pude
responder de una forma mecánica tal era el frío que tenía. Mientras Javi se
ofrecía a hacernos la histórica foto en el v.g. aproveché para quitarme los
finos guantes de mi viejo amigo Reinaldo, sobre los que me tendría que haber
colocado los guantes gruesos a partir de la Tacita de Plata, pero por querer
tener más tacto para manejar la cámara de fotos, no quise ponérmelos hasta ese
momento (error). Así mismo, en situaciones normales, hubiera sacado la bandera
de la “ardilla Ice Age” (muy apropiada para la ocasión) y la bandera del
“Centauro” pero la nevada era tan intensa que al abrir la mochila se te metía
bastante nieve dentro, así que cogí la primera que me vino a la mano, y
rápidamente abandonamos el v.g. sin que esta vez nadie se molestara en hacerse
ni una sola foto individual, pues cada minuto allí era una tremenda lucha
psicológica contra los elementos.
Afortunadamente al comenzar a descender hacia
el borde del tajo Volaero, la misma loma de cumbre que dejábamos a nuestra
espalda nos protegía bastante del viento, sintiéndonos más aliviados, aunque la
nieve seguía cayendo copiosamente y la visibilidad en la zona de cumbre a
nuestra espalda era cada vez menor y fue precisamente en aquel momento cuando
escuchamos una voz desesperada pidiendo ayuda procedente de la ventisca, unos
100 m al norte del lugar donde nos encontrábamos clásico error en el desvío del
rumbo de quien intenta subir desde “El Robledal” , no sabíamos si pedía ayuda
para una o varias personas y cual no sería nuestra sorpresa cuando nos
encontramos a aquel chaval sólo corriendo hacia nosotros ladera abajo con las
manos en alto, cayendo y tropezando cada pocos pasos, a pesar de que le
pedíamos calma y tranquilidad, mientras salíamos a su encuentro. Encontrándonos
con la sorpresa de que el chaval, de nombre ficticio "Iván", era la primera vez
que subía a La Maroma y se había perdido en medio de la ventisca subiendo desde
“El Robledal” por lo que lo convencimos para que se viniera con nosotros. Su
cara al encontrarnos era una mezcla de alivio, susto y de
“shock” por el sufrimiento vivido durante el rato que estuvo perdido hasta
encontrarnos.
Físicamente parecía estar
bien y una vez tranquilizado se incorporaría al grupo sin problemas, iniciamos
el zigzagueante sendero, que faldea la vertiginosa cabecera del barranco que
hay a los pies del tajo Volaero, el descenso es tan vertical, que en Sedella le
llaman “La Pared”. Pero justo cuando “Batman” y “la Locomotora” iniciaban la
sesión exploratoria para encontrar los primeros rastros de zig-zags ocultos
bajo la gruesa capa de nieve, Ivan padecía los primeros síntomas de hipotermia, junto con pánico y bloqueo mental provocado, tal vez, por el vertiginoso sendero por el
que iniciábamos el descenso. Rápidamente
“La Locomotora” pasó a la cola del grupo para ayudar al “Reportero de
Los Lavaderos de la Reina” en funciones de psicólogo, animador, reanimador, a
los que no tardaron en unírseles: Santa Teresa de Mágina y Maca “La Ninfa de la
Laguna de Capacete” poniendo en práctica sobre el terreno su profesión de
médico. Os puedo asegurar que Iván no podría haber caído en mejores manos en
tales circunstancias.
La negativa
de Iván a seguir caminando plantándose allí mismo en medio de la tormenta de
nieve que iba a mas, hicieron que abandonara la cabeza del grupo y me fuera
disparado hacia la cola con la intención de pegarle un par de guantazos para
que entrara en razón, pero varios compañeros me frenaron. Aún
estábamos por encima de los 1.800 msnm y si el chaval se quedaba allí como a
veces se empeñaba en decir (“yo de aquí no me muevo”), con la que estaba
cayendo, supondría no haber sobrevivido al día siguiente. Ya que desde el 112
nos decían que dadas las condiciones climatológicas no podían enviar el
helicóptero y que lo bajáramos hasta donde pudiéramos, pero él se negaba a
caminar. Éste hecho hizo que se vivieran algunos momentos de tensión entre
quienes temían que la noche nos pillara si esta situación se prolongaba,
quienes estábamos pendientes de localizar el trazado del sendero bajo la
abundante nieve con máxima precaución de no caer a la tremenda barranquera que
había a nuestros pies y los compañeros que pacientemente intentaban animar y
hacer entrar en razón a Iván.
Los minutos de incertidumbre hasta que tuvimos
la certeza de encontrar su continuación (que parecía imposible a primera
vista), sirvieron para conseguir convencer
a Iván de que siguiera caminando con nosotros, estando en todo momento
muy arropado por nuestros generosos y MUY PACIENTES compañeros de cola,
mientras el resto íbamos abriendo huella por una de las zonas más salvajes y
desconocidas de La Maroma, como es el tramo de vertiginosa bajada entre los
tajos Volaero y la Fuente de La Yedra, a partir de la cual por fin la senda ya
no queda tan expuesta. Pero los ataques de pánico y bloqueo se sucedieron de
forma intermitente a lo largo del recorrido, con la impotencia de ver cómo iba
cayendo la tarde, cuando en circunstancias normales hubiéramos llegado a
Sedella de día, pero la tarde iba avanzando y la nevada y el frío no daban tregua, lo cual provocó que tampoco nos pudiéramos para lo suficiente para almorzar tranquilos en la Fuente de la Yedra tal y como hicimos en 2013, porque la prioridad era descender lo antes posible, por lo menos hasta el collado Monticara, donde ya podía esperarnos un coche del Seprona con quienes estábamos en contacto, comentándole nuestra situación y progresión por el descenso. En una de las brevísimas paradas, donde núnca faltaron momentos de camaradería, no recuerdo si fué M.carmen o Teresa quien le dio un trozo de chocolate a Fran, que con su inconfundible acento de Campillos dijo (saliéndole del alma): "éste chocolate me ha sentao como una cerveza", lo dijo con tanto arte que todavía me río al recordarlo, poniendo una nota de humor en nuestra contrarreloj contra el sol.
A base de infinita paciencia y después de Javi le pusiera sus calcetines de repuesto, se quitara sus guantes gordos para dejárselos a él y encima le diera todo el café que llevaba en el termo y una tableta entera de chocolate, que debió sentarle de
maravilla, consiguieron convencerle hasta llegar al cerro del Fuerte, último
escollo del descenso, al pasar por el vertiginoso sendero de su doble cumbre, donde de nuevo volvió a sufrir su última crisis de ansiedad,
hasta que poco después de pasar junto a un abrevadero que queda a la izquierda del sendero, aterrizando en el
collado de La Monticara, donde ¡por fin! accedimos a la pista terriza que parte de las cercanías de Sedella. LLegando a este punto que marca la mitad del descenso, con las últimas luces del día, a donde el coche del “Seprona” llegó pocos minutos después de que lo
hicieran Javi y Teresa que iban escoltando todo el tiempo a Iván que por fin ya
parecía más animado, donde el chaval muy agradecido nos pidió disculpas a
todos), entendiendo perfectamente por nuestra parte que después de lo que había
vivido allí arriba era normal lo de sus bloqueos y ataques de ansiedad, y mas tratándose de una persona con poca experiencia en montaña (una historia inaudita, de esas que después leemos en los medios). Para asegurarnos de que llegaba bien a Sedella, tuvieron a bien acompañarlo en el 4x4 del Seprona la Duquesa de Baqueira Beret y el propio Javi, con quienes nos volvimos a reunir hora y media después.
Desde el collado de La Monticara descendimos
de forma directa hacia Sedella por el cortafuegos que discurre sobre la loma
del mismo nombre, donde la superficie nevada parecía iluminar el terreno con la amortiguada luz de la luna, sin
necesidad de usar los frontales, mientras Herminia y Fran comentaban que
magníficas rampas para preparar sus carrereas de ultratrail. El tramo final del
cortafuegos coincide con un gran aljibe que recoge las abundantes aguas
subterráneas de la zona, que con gran caudal resonaban loma abajo, cuando
pasábamos junto a la Casa del Molino, desde donde completábamos el último
kilómetro de ruta regresando a Sedella por dóciles caminos de huertas, hasta
entrar en esta localidad por la calle donde tiene una placa la legendaria
matrona de Sedella: “Doña Francisca Rodríguez Ramos” en el día que Iván volvió
a nacer de manos de Santa Teresa de Mágina y el Psicólogo y magnífico montañero
Javier Ruzafa “El Reportero de los Lavaderos de la Reina”, cuya actitud fue un
monumento a la solidaridad y la generosidad.
Minutos más tarde, como ya es tradición nos
reuníamos todos en el bar “El Chiringuito” donde un muy repuesto y agradecido Iván estaba dando buena cuenta de una cervecita y unas tapas ante la mirada de
satisfacción del “Reportero de los Lavaderos de la Reina” y “La Duquesa de
Baqueira Beret”, celebrando con una mezcla de euforia contenida, alegría el
haber conseguido hacer cumbre en tan adversas condiciones y sobre todo la satisfacción
y la tranquilidad del deber cumplido con este chaval que vivió una auténtica
pesadilla antes de encontrarnos.
Impresionante vuestro trabajo con Iván. Creo que me perdí camino de Sedella y me fui a Alcaucín por las pocas ganas que tenía de moverme. Total que desayuné en el Chiringuito a las 10 y ya caía algo de agua nieve. Quizás no habría aguantado... Eso de pasarme el vértice ya me pasó una vez... Y ya se ve la diferencia entre conocer el monte y andar y echarse a la buena de Dios. Enhorabuena a todos
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