lunes, noviembre 12, 2007

Sábado, 10 de noviembre de 2007
III Ruta Paisajística valle del Genal:
“El Frontón-Benalauría-Algatocín-Benarrabá-Genalguacil


¡Y por fín llegó el día!. Tal y como estaba previsto, no eran todavía las 8,00 am. cuando ya empezaron a aparecer los primeros participantes por la estación de autobuses de Ronda, comenzando puntualmente con el reparto de hojas de la descripción y mapa de ruta, camisetas gratis por gentileza de la mancomunidad de municipios “Valle del Genal”, desfile de los “no federados” para el control de firmas de responsabilidad y entre besos, saludos y presentaciones nombramiento de todos y cada uno de los 110 participantes, (salvo las bajas de última hora y quienes se incorporarían mas tarde), de manera que en unos minutos llenábamos los dos autobuses poniéndonos rumbo al punto de partida por la carretera Ronda-Algeciras, donde el sol iluminaba el paisaje con los primeros rayos de aquella mañana otoñal, mientras la imponente silueta de Jarastepar nos acompañaba por la izquierda, el Cerro del Conio a la derecha, pasando posteriormente junto al pueblecito de Atajate y al Cerro del Fraile hasta llegar a un ensanche de la cuneta en el margen derecho de la carretera, conocido como “El Frontón” (720 m. aprox.). Punto intermedio entre Benadalid y Benalauría, desde donde comenzó la ruta, tras la foto oficial de salida al grito de: “¡perfecto!, con el carismático Peñón de Benadalid como telón de fondo.

Dado el alto número de participantes, todavía con los polares y chaquetones puestos y la estrecha senda por donde discurrían los primeros metros de la ruta, iniciamos el desfile a cuenta gotas, como si de la cola del cine se tratara. Y es que, por tercer año consecutivo, el espectáculo de: “La Primavera de cobre” estaba a punto de comenzar. Mientras el cielo, todavía azul, se iba poblando de nubes blancas arrastradas por el viento de levante, para que el sol se llevara jugando todo el día al escondite, ahora aparezco, ahora desaparezco, manteniendo el paisaje a dos luces la mayor parte de la jornada. Si bien, los tramos medio y bajo del Genal no son tan prolíferos en castaños como el “Alto Genal” (también conocido como la zona del “Abaral”: Parauta, Igualeja, Pujerra, Cartajima, etc… por donde se realizaron las dos ediciones anteriores). No quedan exentos de rincones mágicos donde pequeños bosques de castaños aportan un espectacular cromatismo otoñal al verde perenne de las encinas, alcornoques y quejigos mas abundantes en esta zona. Y para demostrarlo, al poco de iniciar el recorrido ya íbamos caminando a la sombra de algunos castaños amarillos, sobre alfombras de hojarascas, todavía con el carismático “Peñón de Benadalid” a nuestra espalda. Mientras pasábamos junto a curiosas placas de azulejos que homenajeaban elementos aparentemente tan sencillos como: La Piedra ó La Era, dedicándole emotivas frases que resaltaban su importancia. Y rodeando la loma que llevábamos a nuestra derecha comenzamos a ver las primeras casitas blancas de Benalauría, (667 m. y 476 habitantes) entrando en el pueblo por su zona norte, pasando junto a un antiguo “lavaero”, todavía en buen estado y reagrupándonos todos en la plaza del pueblo, donde mas de una aprovechó para ir al baño y nuestro amigo “Salvador Moreno” para batir un nuevo record del libro guinnes, haciéndose con el bocadillo mas grande de la historia. Y allí estábamos en la plaza del pueblo con el casco urbano mejor conservado del Valle del Genal, con un laberinto de callejones y rincones típicos adornados con coloridas macetas que hicieron las delicias de los amantes de la fotografía y que a mas de uno estuvieron a punto de confundir a la hora de retomar la salida hacia nuestra siguiente escala en Algatocín.

Abandonando así el pueblo de Benalauría por su extremo sur, a través de los empinados zig-zags de una pista que pronto comienza a llanear bajo los castaños amarillos, que con el verde de las encinas y alcornoques, nos brinda un contraste, que junto con las pinceladas rojas del zumaque, adquiere el grado sublime de un paisaje de ensueño por el que tuvimos el privilegio caminar, en el máximo apogeo de sus cromatismos otoñales, sin dejar de maravillarnos a cada paso. Y así llegamos a un ramal de la pista que sale a la derecha correspondiente al “PR. A-238 Benalauría-Algatocín” por el que nos desviamos, adentrándonos en un bosque de encinas y alcornoques, por una vereda escoltada a ratos por hileras de chumberas y pitas con su “arbolito característico”. Mientras que un pequeño grupo de compañeros que iban haciendo de puente, se desvió por el camino de la izquierda que baja hasta el río Genal, continuando hasta Jubrique. Sin embargo, minutos mas tarde volvíamos a reagruparnos gracias a la telefonía móvil y a los walkies de cabeza y cola de grupo, a la altura de una pequeña comuna hippie. Donde reanudamos el descenso por un cómodo carril, abandonándolo poco después por una vereda que sale a la derecha para iniciar una prolongada ascensión lo suficientemente exigente como para dejar a la mayoría de participantes en manga corta, hasta llegar a la plaza de Algatocín, donde corrieron ríos de cerveza fresca y bebidas de todo tipo que supieron a gloria, tras una empinada subida de dos kilómetros sin tregua.
Algatocín: 724 m. y 944 habitantes a los que se les denomina con el gentilicio de “gatos”. Esta localidad, se nos presenta como una pequeña capital del Bajo Genal, tienda de souvenir incluida y equidistante de varias poblaciones del valle.

Las vistas desde Algatocín sobre el valle del Genal con Jubrique al este nos regalan otra de las postales de este recorrido, pero si giramos la vista al sur, es decir hacia donde parte la pista que nos lleva a Benarrabá por el “PR. A- 239” nos encontramos con una loma completamente cubierta de castaños, formando un mar de cromatismos otoñales, por el que volvimos a sumergirnos, pasando poco después, junto a otro somier a modo de angarilla (que aquí todo se recicla), al lado de la cual se encontraba la que a la postre terminaría convirtiéndose en la seta mas fotografiada de la jornada. Y entre castaños continuamos caminando hasta que después de girar una nueva loma nos encontramos con una de las postales mas bellas de la ruta: el pueblo de Benarrabá con la piramidal silueta de Sierra Crestellina tal y como la vemos desde el norte. Llegando a Benarrabá (522 m. y 561 habitantes), en suave ascensión, bonito pueblo situado en las laderas del monte Porón donde decidimos hacer la parada del almuerzo distribuyéndonos entre los bares colindantes a la placita del ayuntamiento y la plaza que preside la ermita del Santo Cristo de la Vera Cruz. Recreándonos, al igual que podemos hacer en cualquiera de los pueblo del valle del Genal en sus bonitos mosaicos de azulejos, que no sólo decoran sus calles encaladas, sino que además sirven de guía al visitante para informarnos sobre su historia, sus usos y costumbres, el mapa de su término municipal, sus rutas, etc…Recuerdo un mosaico que decía algo así como:
“Desde el Porón, aún la sombra del desaparecido castillo pareces ser vigía amable de tus hermanos: pueblos vecinos. A pesar de tanta pértiga de siglos, de tanta historia concentrada, juegas a esconderte travieso tras un cerro, para reaparecer alegre en el Valle del Genal. ¿Qué paleta no envidia la profusión de colores de este paisaje frondoso, los bosques de robustos alcornoques y encinas, salpicados de castaños amarillos, la majestad alta y verde los pinos?. En tus calles de recónditos rincones y sobre el empedrado hay una melodía, un cante hecho susurro: la memoria viva. A mediodía descubro tesoros en tu despensa, recorro tus arterias, oigo el río de tu pulso, la mirada vuela a la cúpula azul de tu iglesia”.

Reagrupados todos en el ayuntamiento de Benarrabá a la hora prevista, iniciamos el último tramo del camino hacia Genalguacil, por el PR. A-240 que se vale del “camino de los Castañales” para iniciar el descenso hacia el Genal por una cómoda pista, que abandonamos poco antes de llegar al río, a través de una senda que sale a la izquierda y que nos lleva por el último tramo del “Arroyo del Infiernillo” hasta donde éste se une al río Genal, justamente a la altura del Prado de la Escribana donde volvimos a reagruparnos, junto al puente, con el telón de fondo de las choperas amarillas que engalanan de tonalidades otoñales ambas orillas del Genal, como si de una gran serpiente dorada se tratara, en medio de las mil tonalidades verdes que lo rodean en su inexorable camino hacia el Mediterráneo, poco despuésd de unirse al Guadiaro, cerca ya de Casares. Y desde “El Prado de la Escribana” iniciamos la empinada ascensión por la denominada “Vereda de los Limones” donde el cansancio acumulado de los distintos toboganes que caracterizan el trazado en forma de “U”, entre los distintos pueblos del valle, comenzó a hacer efecto en algunos miembros del grupo, mientras el guía delantero y el de cola iban animando la subida con los “walkies” a modo de retransmisión deportiva, juntándonos todos frente a la “Venta las Cruces” donde los primeros ya iban por la segunda cerveza, mientras llegaban los últimos intentando recuperar el resuello, recreándonos de camino, en esa bonita postal que podemos contemplar del pueblo de Genalguacil, recostado en la ladera sur del cerro Benajarón.

Geanlguacil, (588 m. y 543 habitantes), al igual que sus hermanos del Genal, se alza sobre una empinada loma, dando origen a un trazado de calles laberínticas y en pendiente con trazado sinuoso. Con sus casitas blancas, en muchos casos de una sola planta que denotan su pasado árabe. Hay que recordar que estos pueblos fueron en su mayoría, fundados y habitados durante siglos por los últimos moriscos tras la reconquista de los reyes católicos, hasta bien entrado el siglo XVI, donde ya los impuestos y las duras medidas de presión contra ellos fueron tan grandes, que se vieron obligados a abandonar la península, dejándonos como herencia esta serie de pueblos llenos de encanto, en perfecta armonía con el paisaje del Valle del Genal, una de las comarcas mas bellas y desconocidas, no sólo de Andalucía sino de España. El nombre del pueblo, como todos los de la comarca, tiene sus raíces en el árabe. En éste caso: “Gema al Wacir” (Los Jardines del Minisro), lo que nos hace suponer, que esta villa perteneció a algún alto mandatario de la época.

Habiendo llegado a Genalguacil a las 17,30 pm., una hora mas tarde de lo previsto, no quedaba tiempo material para visitar el pueblo como nos hubiese gustado, no obstante, mientras nos dirigíamos hacia los dos autocares que ya nos estaban esperando, todos los participantes de la travesía tuvieron la oportunidad de comprobar, hasta que punto llega la peculiaridad de Genalguacil, habiéndose convertido hoy en día en un auténtico museo al aire libre, donde el visitante puede disfrutar de esculturas de todo tipo, eso sí, hechas con materiales de la zona, bien sea en madera, piedra ó metal.

Y con la satisfacción de haber completado la ruta sin el mas mínimo incidente, disfrutando de magníficos paisajes y habiendo conocido a muchos nuevos amigos, regresamos a Ronda por el mismo camino, mientras la noche caía sobre nosotros y las lucecitas de los pueblos del Genal, comenzaban a verse en el horizonte como si de un portal de belén a gran escala se tratara.

NOTA: Esta breve crónica no es mas que una brevísima descripción del itinerario y las sensaciones del camino que compartimos los integrantes de esta 3ª Travesía valle del Genal. Pero, a todas las personas interesadas en tener la información mas completa, amena y rigurosa de toda esta comarca les recomiendo que compren el libro “Valle del Genal, Guía del Excursionista” de Rafa Flores (Edit. La Serranía).

En día después recibimos este e-mail de una chica argentina que se había hecho socia de Pasos Largos unas semanas antes y salía por primera vez con nosotros:

Deciros que lo pasé (y creo que todos en realidad) super bien. Me gustó todo. Intento retener algunas imágenes porque considero que el solo hecho de verlas ya nos hace bien, poder compartir tanta belleza que se nos regala sin condicionamientos. Me encantó escuchar el ruidito que hacen las botas sobre las piedras del sendero, los aromas que desprenden las zonas cercanas al agua, llenarme de colores y también conocer gente que se preocupó porque me integrara. Me gustó conoceros, porque ahora cada vez que reciba un mail, tendréis un rostro simpático y amigable detrás de las letras.Gracias, porque con el trabajo que ustedes hicieron, con el tiempo que ustedes dedican a este grupo y a la realización de esta ruta, pude sentir que la vida me sigue regalando cosas.

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