Estados Unidos, 2012.
Director: Steven Spielberg.
Guión: Tony Kushner (Libro: Doris
Kearns Goodwin).
Fotografía: Janusz Kaminski.
Música: John Williams.
Reparto: Daniel Day-Lewis, Sally Field, Tommy Lee
Jones, David Strathairn, Joseph Gordon-Levitt, James Spader, Lee Pace, Gulliver
McGrath, Hal Holbrook, Michael Stuhlbarg, Jared Harris, David Costabile, Jackie
Earle Haley, Joseph Cross, John Hawkes, Tim Blake Nelson, Peter McRobbie,
Jeremy Strong, Gloria Reuben, Walton Goggins, Bruce McGill, David Oyelowo,
Lukas Haas.
“Lincoln” se centra en los tumultuosos últimos meses en ejercicio del decimosexto presidente de los Estados Unidos. En una nación dividida por la Guerra Civil americana (1861-1865) y de la abolición de la esclavitud (1863) y en la que soplan fuertes vientos de cambio, Abraham Lincoln emprende un conjunto de acciones con el objetivo de acabar con la guerra, unir al país y abolir la esclavitud. Con la talla moral y la fuerte determinación para lograr todo ello, las decisiones adoptadas por Lincoln en un momento tan crítico cambiarán el destino de las generaciones venideras. No es una biografía del presidente Abraham Lincoln, uno de los personajes más importantes de la historia de América y del mundo. La historia que nos ofrece Steven Spielberg narra todo el proceso de la aprobación de la enmienda número trece, enmienda por la que se abolía la esclavitud de la raza negra y pasaban a ser iguales ante la ley. Que se aprobara en el congreso fue toda una batalla por parte de Lincoln y los republicanos. Una lucha llena de dificultades y también juego sucio para convencer a los congresistas de que tenían que elegir el progreso, la libertad y la igualdad de todo ser humano ante la ley y ante sus semejantes. La película enseña detalladamente cómo consiguen convencer a cada senador para ganar su voto. Fue duro, hubo muchas dudas aunque al final la enmienda de la libertad salió adelante para beneficio de todos.
La película
es un documento, un libro de texto, de todo ese proceso y el espectador es
testigo. Spielberg rinde tributo a Lincoln. Era un proyecto que Spielberg tenía
en mente desde hacía tiempo.
Una de las curiosidades de esta
película es ver algunos pasajes del Lincoln padre de familia, que es un
personaje menos poderoso que su rol como salvador de su patria, pero estos
detalles resultan esenciales para dar más relieve al personaje de un Daniel
Day-Lewis merecedor de todos los premios habidos y por haber por su
actuación aquí. Y es que su fuerza como orador (atentos a la estupenda
secuencia inicial) se resquebraja cuando tenía que lidiar con los suyos,
también heridos (su hijo fallecido), por otro lado su hijo mayor: un
desaprovechado Joseph Gordon-Levitt empeñado en alistarse al
ejército que lidera su padre, pero aquí es más débil, algo que se remarca a
través de ciertos excesos dramáticos por parte de Sally Field,
muy inferior a la interpretación colosal de Daniel Day-Lewis. ¡vamos que no da
la talla ni para una película de las de Antena 3 al mediodía.
Otros detalle destacable es la
interpretación de Tommy Lee Jones, que no deja de ser un
personaje utilizado para matizar el caso real, ya que ‘Lincoln’ nos recuerda
que los cambios han de ser progresivos para ser posibles dentro de los cauces
habituales y que los excesos condenan a toda buena idea al fracaso más
absoluto. Es por aquí por donde se justifican prácticas censurables en la vida
real como la corrupción o el riesgo de sacrificar vidas de inocentes para
salirse con la suya, una muestra de picardía que, al igual que su propia
familia, ayuda a mantener a Lincoln con los pies en el suelo.
Lincoln es un héroe,
seguramente mucho menos puro que el que nos propone Spielberg, pero cada uno
siempre tendrá a destacar unos recuerdos sobre otros y ‘Lincoln’ no es más que un
ejemplo de discriminación interesada como base para una película muy
buena desde el punto de vista histórico, pero resultará muy densa y lenta para
quien espere ver una película entretenida. Ésta es una película de carácter
histórico-documental o en todo caso de un episodio biográfico centrado en las
últimas semanas de vida de Abraham Lincoln, antes de su asesinato.
Lo
mejor de la película es la IMPRESIONANTE interpretación
de Daniel Day Lewis: A Lincoln lo han interpretado actores de la solvencia
de Henry Fonda, en la película de John Ford sobre su juventud; o el altísimo y
espigado Gregory Peck, pero solo Daniel Day Lewis ha conseguido ser Lincoln. La
interpretación e, maquillaje, la ambientación TODO es tan prefectamente creible
cual retrato vivo de aquella ápoca que se ha transformado, literal, física y
espiritualmente en el decimosexto Presidente de los Estados Unidos. Daniel Day
Lewis consigue que ir al cine a ver “Lincoln” sea presenciar un milagro:
contemplar en pantalla la figura de un personaje histórico del que no se
guardan imágenes en movimiento. Una figura alta, achacosa, grave, atractiva, conflictiva
y atormentada; que se sabe depositario de una misión histórica, pero
desgarradora, y que la película nos muestra en dos planos distintos, pero
complementarios. Por una parte obsesionado con acelerar el final de la Guerra
de Secesión significaría, aunque con el dilema de que eso significaría enterrar
cualquier posibilidad de prohibir la esclavitud. Y, en casa, tras haber perdido
a un hijo, el matrimonio Lincoln se enfrenta a los deseos de otro de sus
vástagos de aparcar sus estudios de Derecho en Boston y alistarse ya que, si
no, será el hazmerreír de todos sus amigos y compañeros.
La película, nos muestra a un
Lincoln que soporta sobre sus hombros el peso de la historia. Pocas veces, el
cine, ha transmitido con tanto realismo la inmensa y profunda soledad del
héroe. Por eso, cada vez que se enfrenta a una situación de máxima tensión y
Lincoln cuenta una historia, recuerda una anécdota o refiere alguna antigua
lectura o enseñanza; la magia del cine se traslada a la platea. Y la secuencia
del telegrama es, posiblemente, lo mejor de la carrera de Spielberg. La
hondura, la humanidad y la sensibilidad de esa secuencia es, sencillamente, de
antología.
Estamos ante una película de
actores. De hecho, Spielberg señala que ésta es su película más europea: “Es
el largometraje más alejado de mi carrera. El distinto. Porque, por primera
vez, mi prioridad no fue la cámara, sino las interpretaciones. Al inicio de
cada jornada primero me preocupaba el guion, luego las actuaciones y finalmente
dónde poner la cámara”.
Lo
que menos me gusto de Licoln es: la
sucesión de planos cortados a golpe de hacha, sin reparar en fluidez o cohesión.
Corte, no tengo planos, luego tengo que insertar uno a modo de tirita, querido
espectador.
Escenarios iluminados de forma muy
artificial, al más puro estilo La conspiración, como ese manantial de luz que
entra violentamente por la ventana, bañando todo de un blanco inocuo y cegador.
Si a esto le añadimos el trazo grueso de
un guión que no cuenta nada que no hubiéramos escuchado antes, y una Sally
Field, que como esposa de Licoln no da la talla en ningún momento pueden
provocar que la película se transforme en un tostón de mas de dos horas y media.
Si bien el oscar al mejor actor en la
IMPRESIONANTE interpretación de Daniel day Lewis como Lincoln estaría mas que
merecido. El hecho de que esta película esté nominada a 12 oscars, no hace mas
que demostrar la tremenda influencia de Spielberg en los miembros de la
Academia de Hollywwod y una sociedad americana en general que idolatran a
Abraham Licoln, que con el paso del tiempo se ha transformado en una especie héroe
y padre de la patria, un mito aunque, tal vez observado con perspectiva y
objetividad, no lo sea tanto. Un retrato a escala en los billetes de cinco
dólares.
Desde mi punto de vista el hecho de que
esta película cuente con 12 nominaciones, me obliga a decir que desde mi punto
de vista esté sobrevalorado, si bien, es mas digna candidata que otras
nominadas a mejor película en los últimos años.
Mientras tanto los Presidentes que tenemos en España no son precisamente de la categoría de Abraham Lincoln. Concretamente José Luis Rodríguez Zapatero y mariano rajoy, no solamente no le llegarían ni a la altura del zapato, sino que no tendrían la talla de sus mas modestos colaboradores, ¡que digo yo!, ni para criados de la Casa Blanca.
Y aunque no sirviera de nada, yo se la
obligaría a ver a todos nuestros dirigentes políticas en esta España corrupta y
en plena crisis económicas, de valores, de liderazgo, de dignidad,
perfectamente retratada por The New York Times, con gente buscando en los cubos de basura. Diario que
ahora está preparando ya un reportaje sobre la corrupción, según ha trascendido
esta semana. Hasta allí han llegado los ecos del último escándalo conocido, el de
Luis
Bárcenas, que está haciendo tambalearse al Partido Popular tras las
últimas revelaciones respecto a los sobres con dinero circulando por la sede de
calle Génova.
El caso es
el último que se ha conocido en España pero la lista de escándalos es grande y
afecta a partidos de todo signo. Lo más llamativo de los casos conocidos en los
últimos años es que prácticamente todos las instituciones han estado
implicadas, en menor o mayor medida.
Los Ayuntamientos
Alimentados
por los años de la burbuja inmobiliaria, la lista de casos vinculados a
ayuntamientos, relacionados en su mayoría con la corrupción urbanística, es
inacabable. Quizás el más paradigmático sea el del saqueo de Marbella:
el caso Malaya, todavía en los juzgados, se destapó en 2005 revelando una
complejísima trama que llevó a la cárcel a buena parte del ayuntamiento tras
operaciones delictivas que conllevaron el blanqueo de más de 2.000 millones de
euros. El juicio, que se celebra ahora, tiene como imagen más llamativa la de
Isabel Pantoja en el banquillo, pero de vez en cuando trascienden otros
detalles impactantes, como el del embargo a un exedil de un avión, un
helicóptero y 41 fincas.
Otros
escándalos recientes en torno a la actividad de los ayuntamientos son la Operación
Mercurio en Sabadell, que tiene entre los imputados al alcalde del PSC
por supuesta prevaricación, y la Operación Pokemon, en Santiago de
Compostela y otras ciudades gallegas, sobre tráfico de influencias en los
consistorios y que también ha supuesto la imputación de varios alcaldes.
Las comunidades autónomas
Cataluña y
Andalucía, tras treinta años de gobiernos nacionalista y socialista
respectivamente, son dos ejemplos de corrupción institucionalizada.
Convergencia
y Unió, los dos partidos que han controlado el poder en las últimas décadas en
Cataluña suman innumerables escándalos. Los primeros tienen la sede del partido
embargada por el caso Palau, un nombre que supuestamente hace referencia a la
trama encargada de cobrar las comisiones del 4% que han sido uso común en
Cataluña durante años. Las investigaciones policiales han destapado la
fortuna amasada por la familia Pujol, el expresidente y capo del
nacionalismo, su esposa Marta Ferrusola y al menos cuatro de sus siete hijos,
que tienen decenas de bienes y cuentas en diferentes paraísos fiscales. Los
segundos, de Duran Lleida, acaban de reconocer, para irse de rositas en
un pacto con la Fiscalía, que se financiaron ilegalmente en el conocido como caso
Pallerols.
Si en
Cataluña la corrupción está institucionalizada, en Andalucía el PSOE ha tejido
una red de corruptelas, en la que destaca el saqueo de los ERE, que
acorrala a los dirigentes del PSOE andaluz y muy en particular a su presidente,
José Antonio Griñán, y consejero de Hacienda cuando se firmaban los contratos
que se investigan relacionados con las ayudas al empleo y prejubilaciones
supuestamente vinculadas a la órbita del partido. El fraude podría ascender a
más de 1.000 millones de euros.
En Baleares,
el caso Palma Arena llevó a Jaume Matas a convertirse en el cuarto
presidente autonómico, condenado por un tribunal en España; además, aún
tiene otros juicios pendientes relacionados con delitos de corrupción. También
en Baleares, la expresidenta del Parlamento autonómico, Maria Antonio Munar fue condenada por malversación y prevaricación,
entre otros.
La trama
Gürtel, mientras, sentó en el banquillo al expresidente valenciano Francisco
Camps en la conocida como causa de los trajes, aunque finalmente salió
absuelto.
Los dos grandes partidos
El caso
Bárcenas, con los sobres con dinero negro que supuestamente circulaban por las
manos de altos cargos del PP, es una derivada más del caso Gurtel, con
ramificaciones en Valencia y Madrid. Hay imputados varios exparlamentarios y
exalcaldes del partido, así como los cabecillas de la trama, que están en
prisión acusados de sobornar a cargos públicos a cambio de contratos.
En el PSOE,
a la larga lista de escándalos de la era felipista se unió en los últimos años el
caso
Campeón, que estudia una supuesta trama de fraude en la obtención de
subvenciones públicas. Su principal imputado, el empresario Jorge Dorribo,
inculpó a políticos de varios partidos, entre ellos el exministro de Fomento
José Blanco, que vio cómo se iban al traste sus ambiciones políticas en
Galicia.
La Policía
El escándalo
más grave vinculado con la Policía ha sido, sin duda, el del chivatazo
de ETA. Este caso se destapó después de que en 2006 un soplo
desbaratara una operación policial contra el aparato de extorsión de la banda.
Tras una accidentada investigación judicial, ya están oficialmente procesados
dos mandos de la Policía, Enrique pamiés y José María Ballesteros, aunque
aún se desconoce si se les juzgará por colaboración con ETA.
El Banco de España
Un informe
de técnicos del Banco de España diciendo que “miró hacia otro lado”
ante las cuentas de las cajas terminó de confirmar las sospechas de dejación de
funciones por parte del órgano que debía controlar a todas las entidades
bancarias. La gestión de Miguel Ángel Fernández Ordóñez vuelve a estar en
entredicho.
El Poder Judicial
Ni los
jueces se han librado en estos años. El expresidente del CGPJ, Carlos
Dívar, vio abruptamente terminada su trayectoria al frente del poder
judicial y el Supremo tras ser denunciado por hacer viajes a Marbella, en fin
de semana, con cargo a los gastos de la institución. Paradójicamente, los
vocales del órgano que pedían transparencia se han negado después a desglosar
ante los medios sus propios gastos.
La Corona
El caso
Urdangarín, ha hecho que la Corona también esté salpicada de lleno por
un escándalo de corrupción del que aún se esperan revelaciones. El yerno del
Rey, imputado por seis delitos, tuvo que declarar ante el juez junto a su socio
en el Instituto Nóos, Diego Torres. El juez sospecha de ambos que percibieron
fondos públicos a cambio de trabajos que no realizaron. El último capítulo del
escándalo han sido los correos electrónicos difundidos por Torres en los que
aparece Corinna, la última amante conocida del Rey.
Mientras
tanto, en esta España, en esta España gobernada por políticos y jueces corruptos,
banqueros sin vergüenzas, sin moral y sin conciencia, reyes puteros y un sinfín
de golfos, ineptos y canallas dirigiendo las máximas instituciones del país
mientras se llenan los bolsillos, se siguen descojonando de TODOS NOSOTROS.
¡Eso sí! Delante de las cámaras saben guardar muy bien las formas, utilizando
palabras políticamente correctas e incluso aparentando cierta preocupación por los
problemas sociales. Aunque su única preocupación real sea lucrarse lo máximo
posible a costa de tener asfixiado al pueblo a base de impuestos y mas
recortes, teniendo puesto su pies sobre nuestro cuello desde que nacemos hasta
que morimos. Y esta es la triste realidad en la España de hoy, sin lugar a
dudas uno de los países mas corruptos del mundo y con menos esperanza de
progreso o una mínima calidad de vida en los próximos 30 años.
Fuente: www.libertaddigital.com
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