Entorno:
zona de Transición en las sierras de Tejeda al oeste y Sierra Almijara al este,
toda la ruta discurre en plenos parque natural de las Sierras Tejeda y
Almijara.
Se encuentra situada en la vertiente litoral de la zona de
confluencia entre Sierra Tejeda al noroeste y sierra Almijara al este y noreste.
En la parte alta de la Axarquía Oriental,
Concretamente en el valle formado por los arroyos Cajula y
Turvilla (llamado del Melero aguas arriba).
El origen de Canillas de Albaida es una alquería
árabe, del siglo XIII, perteneciente a Vélez-Málaga aunque
fue definiéndose como tal a partir del siglo XVII, época en la que se
construyeron las ermitas de San Antón y Santa Ana. Época en la
que recibe el nombre de la blanca, por la abundancia de flores blancas que,
según las crónicas había en su entorno. De hecho la etimología
de su nombre indica; Canillas (Cannula) y Albaida (Albus) aunque de raíz latina
y no árabe.
En
1487, tras la conquista de Vélez por los Reyes Católicos, Canillas se sumó a
los requerimientos de obediencia impuestos por el rey Fernando, hasta que en el
siglo XVI se sumó a la rebelión morisca y sufrió la misma suerte que los demás
pueblos de su entorno, tras la derrota común en la batalla del Peñón de
Frigiliana, también conocido como “El Fuerte”, que las crónicas de la época
narran con todo lujo de detalles. En su casco urbano sobresale
la Iglesia de Ntra. Sra. de la Expectación y la ermita de Santa Ana de donde
parte el camino principal que nos introduce en la sierra.
De su entorno natural cabe destacar el paraje conocido como la
Fábrica de la Luz, ideal para la acampada y el senderismo. El paraje de Las
Cuestas: calzada serpenteante de origen árabe, así como el Puente Romano. Junto
a la Fábrica de la Luz, se encuentra la Cueva de las Piletas, aunque las más
grandes y conocidas son la Cueva del Agua y la Cueva del Conejo.
Como llegar a
Canillas de Albaida:
Nuestra referencia es la A-7, (N-340) “Autovía del Mediterráneo”
dirección Motril-Nerja. Pasada la localidad de Vélez-Málaga estaremos atentos,
porque, a penas 7 km después, tomaremos la salida de Algarrobo, localidad que
pronto dejaremos atrás, llevando a nuestra izquierda el río que va tomando el
nombre de los pueblos por donde vamos pasando y que por lo tanto por aquí es conocido como río
Algarrobo. Poco a poco la costa va quedando a nuestra espalda, mientras que la
carretera MA-112, se va haciendo cada vez mas tortuosa y en permanente subida
nos conducirá primero hasta Sayalonga.
Después la carretera se bifurca en dos, formando una “Y” de
manera que la izquierda nos conduce a Árchez y a la derecha a Cómpeta,
cualquier alternativa sería buena porque después de ambas localidades hay mas o
menos la misma distancia hasta Canillas de Albaida, pero tradicionalmente,
siempre hemos tirado por Cómpeta, otra histórica localidad de La Axarquía y
puerta natural para acceder a Sierra Almijara. Pero en esta ocasión, pasaremos
de largo, la localidad de Cómpeta y seguiremos carretera arriba donde el arroyo
que discurre por el fondo del valle que llevamos a nuestra izquierda ha ido
cambiando de nombre: Algarrobo-Sayalonga y ahora Turbilla.
Nada mas llegar a Canillas de Albaida, tomamos la primera
calle que sale a la derecha y que pasa junto a la ermita de Santa Ana, que
dejaremos a la izquierda para adentrarnos en la pista asfaltada, que faldea
gran parte de la vertiente litoral de la zona de transición que va de Sierra Almijara
a Sierra Tejeda, uniendo las localidades de Canillas de Albaida con Salares.
Como llegar de
Canillas de Albaida a la Fábrica de Luz (inicio de ruta):
Una vez en Canillas de Albaida, tomamos la pista asfaltada
que parte de la Ermita de Santa Ana (639 m), en la parte alta del pueblo, que
va faldeando la sierra en suave ascensión. A 1,3 km de la ermita llegamos a un
cruce de caminos conocido como "Los alamillos", en el que debemos
desviarnos tomando la pista de la izquierda, si continuáramos de frente iríamos
hacia Puerto Blanquillo, clásico punto de partida para la ascensión al Lucero ó
Raspón de los Moriscos. La Fábrica se encuentra señalizada, sirviendo también
de guía las indicaciones que conducen a la cantera, pues se encuentran
relativamente próximas.
Desde este cruce el camino comienza a descender hacia el angosto valle del río de la Llanada del Turbilla, el verdor de estas laderas y la abundancia de árboles frutales distribuidos en bancales indica la presencia del agua en esta zona. Por una pista perfectamente asfaltada pasaremos junto a una cantera de áridos que quedará a nuestra derecha e inmediatamente después llegaremos a una bifurcación en forma de "Y" donde debemos tomar el camino de la derecha que nos llevará hasta la zona recreativa de La Fábrica (720 m).
Desde este cruce el camino comienza a descender hacia el angosto valle del río de la Llanada del Turbilla, el verdor de estas laderas y la abundancia de árboles frutales distribuidos en bancales indica la presencia del agua en esta zona. Por una pista perfectamente asfaltada pasaremos junto a una cantera de áridos que quedará a nuestra derecha e inmediatamente después llegaremos a una bifurcación en forma de "Y" donde debemos tomar el camino de la derecha que nos llevará hasta la zona recreativa de La Fábrica (720 m).
La primera fábrica de luz de Canillas de Albaida se creó en
1915, en la parte baja del municipio. Era de poco voltaje (150-155 voltios) y
daba luz a Canillas, Corumbela, Árchez, Daimalos y Arenas. Funcionó hasta 1920
y después de la guerra se convirtió en molino harinero. En 1959 se trasladó a
su emplazamiento definitivo, en el río Turbilla, consiguiendo una corriente
trifásica capaz de mover motores. La luz era débil y sufría caídas de tensión.
Además del alumbrado, funcionaron con esta energía un aserradero, y una
almazara. Ambas instalaciones se situaban en el Llano, a la entrada de la
población. La fábrica de luz se vendió en 1945 a un banco y después la adquirió
Sevillana, que la mantuvo en funcionamiento hasta 1966. El personal de
mantenimiento permanecía en ella durante 24 horas. Parece ser que el camión de
Sevillana, que iba y volvía al pueblo, se usó más de una vez como medio de
transporte por los maquis de la sierra.
En la actualidad, las instalaciones de la fábrica de luz de Canillas
se hallan en la más completa ruina. Si bien su hermoso entorno muy conocido por
senderistas no ha perdido el exuberante encanto de antaño. El lugar es una
adecuación recreativa, sombreada por magníficos nogales y cipreses bien
mantenidos por las cristalinas aguas del arroyo Turbilla que procede del cortijo del mismo
nombre al norte, mientras que a pocos metros de aquí se le une el arroyo del
Melero, aportando un gran encanto al lugar. Incluso en los años mas secos, las
cantarinas aguas fluyen con generosidad, formando una bella estampa entre rocas
que han sido erosionadas y pequeñas cascadas que le aportan un gran encanto a
la primera parte del recorrido. En sus inmediaciones se hallan la cueva de las
Piletas y la cueva del Quejigo.
En la Fábrica de la luz, podemos disfrutar de diferentes servicios: una zona
para barbacoas, un albergue que gestiona la Junta de Andalucía, (CONSEJERIA DE
MEDIO AMBIENTE/JUNTA DE ANDALUCIA, Información y reservas: Delegación
Provincial de Medio Ambiente. C/ Mauricio Moro Pareto, 2. 3º. 29071 Málaga.
Tel.: 951 040 058. Fax: 951 040 108 Nº de plazas: 30 Carácter: Público). Cuenta
con mesas para comer, servicios o simplemente pasar un agradable día de campo.
En la parte de abajo, junto al arroyo Turvilla, nos encontramos con una zona para acampada, entre
rocas y adelfas.
Magnífico lugar para disfrutar de la paz y el sosiego que la naturaleza nos suele ofrecer. Merece la pena recorrer ambas orillas y deleitarse con la ribera de este modesto arroyo, a la sombra de la abundante arboleda de la zona.
Podríamos afirmar sin temor a equivocarnos que actualmente la Fábrica de Luz de Canillas de Albaida es una de las áreas recreativas con mayor encanto de la provincia de Málaga, donde abundan las fuentes, y el contaste rumor del agua procedentes de las pequeñas cascadas de los arroyos de la Turbilla y del Melero que confluyen en estee punto. Y que envueltos por una frondosa vegetación lo convierten en un lugar privilegiado para la acampada y estratégico punto de partida para varias rutas de montaña y senderismo que recorren el Parque Natural de las Sierras Tejeda y Almijara, que discurre en sus primeros metros junto al arroyo del Melero y, posteriormente, se adentra en la montaña hasta alcanzar puerto Blanquillo y mas tarde el Puerto de Cómpeta, ruta lanzadera que vemos anunciada en la zona de aparcamiento, que a su vez nos sirve para continuar desde el puerto de Cómpeta hacia el Lucero, el cerro de Las Chapas, Malascamas o por ejemplo al llegar a puerto Blanquillo: tomar el antiguo sendero de maquis y contrabandistas que nos lleva hasta los cerros Verde y Atalaya, que en nuestro caso, escogimos como alternativa de regreso.
Magnífico lugar para disfrutar de la paz y el sosiego que la naturaleza nos suele ofrecer. Merece la pena recorrer ambas orillas y deleitarse con la ribera de este modesto arroyo, a la sombra de la abundante arboleda de la zona.
Podríamos afirmar sin temor a equivocarnos que actualmente la Fábrica de Luz de Canillas de Albaida es una de las áreas recreativas con mayor encanto de la provincia de Málaga, donde abundan las fuentes, y el contaste rumor del agua procedentes de las pequeñas cascadas de los arroyos de la Turbilla y del Melero que confluyen en estee punto. Y que envueltos por una frondosa vegetación lo convierten en un lugar privilegiado para la acampada y estratégico punto de partida para varias rutas de montaña y senderismo que recorren el Parque Natural de las Sierras Tejeda y Almijara, que discurre en sus primeros metros junto al arroyo del Melero y, posteriormente, se adentra en la montaña hasta alcanzar puerto Blanquillo y mas tarde el Puerto de Cómpeta, ruta lanzadera que vemos anunciada en la zona de aparcamiento, que a su vez nos sirve para continuar desde el puerto de Cómpeta hacia el Lucero, el cerro de Las Chapas, Malascamas o por ejemplo al llegar a puerto Blanquillo: tomar el antiguo sendero de maquis y contrabandistas que nos lleva hasta los cerros Verde y Atalaya, que en nuestro caso, escogimos como alternativa de regreso.
Tipo de
ruta: circular
Distancia:
Entre 21 y 24 km, según si escogemos acortar por cortafuegos o no.
Desnivel
ascendido: 1.350 m
Nivel de
dificultad: Por la distancia y el
desnivel a superar.
Tramos de
especial dureza o dificultad:
1º) Tramo de ascensión de 200 m de desnivel, desde el cortijo del
Chaparral y la pista forestal, combinando campo través e intermitentes senderos
de cabra, que han de afrontarse con buen ánimo y paciencia, de lo contrario se
pueden hacer extenuantes y mermar la moral de la tropa, hay que echarle
paciencia y combinar tramos directos de ascensión con zig-zags cada vez que se
pueda.
2º) A mediación del sendero que va de puerto Blanquillo al cerro
Verde, el sendero discurre por una angosta cornisa que bordea una cañada,
teniendo que caminar al filo de un talud que irá quedando en todo momento a
nuestro costado izquierdo, a lo largo de los 30 m de longitud que mide la cuña
que traza el sendero en este punto, con un firme arenoso, que debe ser
descartado para cualquier persona con vértigo o bien en días de lluvia.
Tipo de
camino: 50% sendero bien marcado, 20% campo través
o senderos muy desdibujados, 20% pistas forestales, 7% cortafuegos y 3% canchal
en la zona de cumbre del cerro de Las Chapas y Atalaya.
Tiempo
estimado: Unas 8-9 horas.
Mapa: 1.040 IV (Canillas de
Albaida)
Fecha de
realización y meteorología: viernes 21 de marzo de
2014, temperaturas que oscilaron entre los 18ºC y los 9ºC en el cerro de Las
Chapas, iniciando la jornada con cielos despejados, que fueron cubriéndose con
una fina capa de nubes arrastradas por viento norte y de levante, que la mayor
parte del día nos dejó una especia de calima que mermó las vistas en la
lejanía, impidiéndonos aprovechar el zoom de nuestras cámaras tanto como nos
hubiera gustado, aún así la temperatura fue ideal para una larga caminata y el
viento no llegó a ser desagradable en zona de cumbres.
No obstante al oeste, nos fue imposible divisar la cumbre de La
maroma, cubierta de nubes la mayor parte del día y al este, las nubes
coqueteaban con las cumbres del Lucero, Cabañeros o cerro Cisne entre otras
atalayas míticas de Sierra Almijara, que sólo se dejaban ver de forma
intermitente.
A tener en
cuenta:
1º) Esta ruta requiere de un buen estado de forma física así como
de experiencia en montaña y orientación, pues gran parte de la ruta discurre
por zonas no señalizadas.
2º) Mi perro Chuckie, con un amplio curriculum montañero, mordisqueaba
por primera vez en sus siete años de vida, una oruga procesionaria, que en esta
primavera 2014 ha sido especialmente agresiva y muy prolífera en la mayor parte
de Sierra Almijara, cuyos pinos están plagados en estas fechas por innumerables
nidos de esta temida plaga. Lo cual nos recuerda que especialmente entre
finales de febrero y finales de abril, debemos ser extremadamente cuidadosos
con este tipo de orugas, sobre todo si solemos ir acompañado de perros,
pudiendo vernos nosotros mismos afectados, ya que basta con que se te caiga una
oruga sobre la piel o simplemente rozar alguna rama de pino o matorral que haya
entrado en contacto con el pelo de estas temibles orugas arrastrado por el
viento. Mas adelante, comentaremos el incidente.
Justo antes de iniciar la ruta, llegaron al aparcamiento dos
taxis, con un pequeño grupo de alemanes, encabezado por una guía también
alemana, con quienes estuvimos compartiendo los primeros 500 m de ruta, en los
que hicimos numerosas paradas para fotografiar, en modo macro, algunas
florecillas de lasque abundan en estos comienzos de Primavera en la ribera del
arroyo Melero, que en los primeros 300 m de ruta vadeamos en dos o tres
ocasiones, sin dificultad.
Siempre contemplo con admiración, respeto y casi agradecimiento a estos grupos de alemanes, holandeses,
británicos y otras nacionalidades que nos encontramos en los lugares mas
insospechados el tremendo respeto al medio ambiente que le tienen a la
naturaleza en general, no siendo extraño viéndolos recoger cualquier resto de
basura que nos encontremos en el sendero, aunque afortunadamente en este caso.
Todo el recorrido estaba impecable y como de costumbre así lo dejamos.
Merece la pena tomarse esta primera parte del recorrido por
la ribera del arroyo Melero con tranquilidad por la gran variedad de especies
vegetales que en él nos encontramos con variadas florecillas silvestres, a la
sombra de adelfas, madroños, sauces blancos o helechos que en ocasiones nos
recuerdan al parque natural de Los Alcornocales.
A lo largo de nuestro
recorrido por la ribera a la vegetación silvestre se le unen árboles frutales,
cultivados por el hombre, en los bancales aledaños como: almendros, olivos,
higueras, nogales e incluso castaños al llegar al cortijo del Chaparral.
Antes de que completemos el primer kilómetro de recorrido el
sendero gana cierta altura con respecto al arroyo que durante un rato quedará a
nuestra izquierda, a veces hasta unos 40 m por debajo nuestra, el perfil del
sendero aunque casi siempre ascendente, pues vamos remontando el curso del
arroyo aguas arriba, suele ser suave y por él podemos avanzar a buen rito.
Cuando estamos a punto de alcanzar el segundo kilómetro de recorrido, ya vemos
en la vertiente contraria del arroyo, es decir, a nuestra izquierda la famosa
cueva del Melero, que recibe su nombre de un antiguo cortijo que había por
encima de la cueva de imponente entrada, con una bóveda de entrada a modo de
arco de medio punto que a primera vista parece haber sido cincelada, no
obstante, no llega a ser cueva sino covacha, su altura puede ser de unos 8 m
por 10 m de ancho en su base y una profundidad de no mas de 9 m, encontrándose
parte de la entrada actualmente acotada por un rudimentaria valla de madera,
formando un redil para el ganado.
Cuando empezamos a dejarlo atrás, a nuestra izquierda,
nuestro paso por el sendero es delatado por el ladrido de los perros del
cortijo del Choto que queda a nuestra derecha. Por lo general los perros suelen
estar en recinto cerrado, el sendero enlaza con la pista que llega hasta este
cortijo, pero nosotros, tomamos esta pista a nuestra izquierda, es decir, hacia
su prolongación, llevando una valla metálica a nuestra izquierda que la separa
del bancal de frutales que hay al otro lado.
Al final de este ramal de pista, por el que ya empezamos a ver al fondo los tajos de La Chapa,
continúa el sendero, que ahora comienza a descender de nuevo hacia el arroyo
del Melero, dejandoaa nuestra derecha un pequeño tributario, casi siempre seco,
cuyas rocas han sido espectacularmente erosionadas por la acción del agua. Poco
después pasamos al margen derecho del arroyo del Melero, izquierdo en el
sentido de nuestra marcha, y desde allí iniciamos un tramo predominantemente
ascendente que pasa junto a grandes ejemplares de pinos y encinas centenarias,
teniendo al norte unas vistas preciosas sobre los imponentes tajos de Las
Chapas al norte (foto de abajo).
Llegamos a una cerrada curva del sendero, que coincide con una
pequeña cañada que baja por los bancales de castaños que tenemos a nuestra
izquierda, el sendero continúa claramente a la derecha (NE), pero nosotros
abandonamos el sendero, remontando de frente (N), los mencionados bancales de
castaños, que nos encontramos con sus ramas desnudas y el suelo completamente
tapizado de hojarasca y restos de erizos.
2ª
parte: Del cortijo del Chaparral a la pista forestal:
Tomando como referencia el cortijo del Chaparral,
actualmente en explotación, aunque no nos encontramos a nadie, pasamos junto a
él y situándonos por encima de la alberca que se encuentra, a penas a 7 me de
la misma, en un bancal superior.
Comenzamos ascender, dirección N, N-O, dándole
la espalda al cortijo y al arroyo del Melero, que vamos a ir dejando
definitivamente atrás y cada vez mas abajo, conforme comenzamos a ir ganando
altura, primero con relativa facilidad a través de bancales y terraplenes,
hasta que finaliza el limite del castañar y comenzamos a pasar junto a pequeños
bosquetes de encinas que se entremezclan con matorral, buscando algún resto de
antiguo sendero, que mas que ver, adivinamos o nos parece ver, entre el
abundante matorral de aulagas, romero, lastones, matagallos, tomillos y
torviscos, que hacen muy recomendable el uso de pantalón largo para este tramo
de sendero, donde Chuckie nos iba trazando el mejor camino posible con su
infalible instinto montañero, seguido a buen ritmo por Juan Antonio Villalba, a
pesar de estar convaleciente de un tobillo (ruta de rehabilitación para el
incansable “Corsario de Sierra Almijara”) y cerrando el trío iba yo, observado
con frecuencia por Chuckie, que desde algún risco ladera arriba, oteaba el
horizonte y me miraba como diciendo: ¡vaya lento que va mi dueño!.
Y es que a la fuerte pendiente que hay en algunos tramos,
hay que añadir el dilema de atacar la ladera de la forma mas directa a través
de algunos riscos donde Chuckie subía como una cabra montesa, que no son mi
especialidad, o bien, intentar suavizar la ascensión trazando zig-zag entre el
mar de matorral, agradeciendo enormemente algunos tramos mas despejados, para
recuperar resuello, buen ánimo y paciencia que son fundamentales para afrontar
este tramo de ascensión que es con diferencia la parte mas dura de esta ruta.
Cuando ya llevamos ganados unos 120 m de ascensión sobre el cortijo
del Chaparral, al echar la vista atrás, comenzamos a ver hacia el ESTE, puerto
Blanquillo a unos 3 km de distancia en línea recta, un punto de la misma pista
forestal a la que vamos a salir y que distinguiremos por una cerrada curva a
modo de horquilla, donde el suelo esta formado por un terreno muy blanquecino
donde predominan los mármoles dolomíticos fragmentados tan característicos de
esa zona de Sierra Almijara, que justifican el nombre de puerto Blanquillo.
Nosotros seguimos remontando la ladera, marcándonos como
objetivo el pinar que tenemos por encima nuestra, al que llegábamos con la
precaución de no pasar bajho ninguno de los nidos de orugas de procesionarias
que como adornos de navidad, parecían decorar las copas de muchos de los pinos
junto a los que íbamos pasando, hasta que por fin alcanzamos la pista forestal,
que tomamos a nuestra izquierda, caminando unos 400 m en dirección oeste, hasta
que llegamos al punto donde la pista se bifurca.
Una vez en la bifurcación de la pista forestal tenemos dos
alternativas, descartado el ramal de pista principal que continúa faldeando la
sierra, dirección oeste hacia el cortijo de La Turbilla, puerto de la Cruz del
Muerto y Salares. Tenemos la opción de escoger entre el cortafuegos que de
forma muy directa, en a penas dos kilómetros te lleva hasta el puerto de La
Orza, o bien la pista secundaria, que pasa junto a la entrada de la casa del
Navazo y se va cruzando varias veces con
el cortafuegos, suponiendo casi dos kilómetros mas de recorrido que si
escogemos el cortafuegos, pero haciendo mucho mas llevadera la ascensión que
fue la opción que escogimos: Villalba para no forzar el tobillo y yo para no
forzar gemelos.
En este caso, la pista, que normalmente suele ser sinónimo de
tramo monótono, no lo es, debido a la espesura del bosque de pinos por el que
vamos ascendiendo hacia la parte alta de la sierra. Éste bosque que vamos
atravesando está formado por por pino resinero, negral, carrasco e
incluso algún pino silvestre. Durante el recorrido podemos advertir la
presencia de reptiles como el lagarto ocelado con el que se cruzó Villalba o la
culebra bastarda que en esta ocasión no llegamos a ver. Aves como el
halcón peregrino, el ratonero, el cernícalo, las perdices, que suelen ser alimento frecuente de las anteriores; la chova piquirroja, el arrendajo,
la alondra, el pardillo, el escribano montesino y la curruca rabilarga que en
mas de una ocasión escuchamos muy cerca nuestra.
Una ascensión muy agradecida con vistas intermitentes entre
la espesura del bosque hacia los imponentes tajos de La Chapa, a nuestra
derecha, ESTE.
De vez en cuando nos encontrábamos sobre el camino alguna hilera
de procesionarias que dejábamos aplastadas en el suelo son la suela de nuestras
botas.
Pero, de repente, en una curva de la pista, vimos como Chuckie parecía
mordisquear algo, cuando llegábamos ya era demasiado tarde, había mordido una
oruga procesionaria que había dejado hecha trizas. Villalba y yo nos miramos,
como diciendo, a ver como escapa de ésta; En apenas un minuto empezó a respirar
con dificultad haciendo el amago por vomitar hasta que empezó a echar
espumarajos verdes y blanco por la boca, nunca habíamos visto a Chuckie tan mal
y durante unos cinco minutos que se nos hicieron interminables, Chuckie intentó
vomitar todo lo que le fue posible. Se me quedaba mirando, como diciendo: “¡que
malito estoy!”, intentamos animarlo de todas maneras, impotentes por no poder
hacer nada. Le llenamos el cacharro de agua a tope, y hacía el amago por beber,
pero inmediatamente renunciaba a ello, como si le costara trabajo tragar.
Sopesamos la posibilidad de llegar hasta el coche, pero la
distancia ya era demasiado lejana y tampoco disponíamos de un 4x4 que pudiera
adentrarse en el carril de puerto Blanquillo para llegar hasta aquí. Por lo que
nos encomendamos a Valentín y al espíritu espartano de
Chuckie, que no dudaba en seguirnos ni un solo instante, mientras no dejábamos
de hablarle y acariciarle para que se viniera arriba, a pesar del suplicio que
tenía que estar pasando en ese momento, al llegar a Fuengirola al final de
aquel día ya con todo cerrado, lo lleve a una clínica de urgencias 24 horas y a
las 4 inyecciones que le pusieron, le echamos agua templada (tirando a
caliente) a presión con una jeringuilla, mezclada con vinagre, que según
podemos encontrar en todos los manuelas, yo no lo supe hasta ese día, es lo mas
efectivo como cura de urgencias para que se le desprendan el mayor número de
pelillos de las orugas. Poco podríamos haber hecho en plena sierra sin la
posibilidad de preparar agua caliente con lo poco que llevábamos a mano y mucho
menos mezclarla con vinagre o limón, que parece ser es igual de efectivo. Sobre
todo, con una jeringuilla para echar el agua a presión de modo mucho mas
efectivo, operación que volví a repetir al día siguiente, después de llevarlo a
su veterinario habitual el sábado por la mañana, que le volvió a poner otras
cuatro inyecciones. En ambos casos, coincidieron en el pronóstico de
relativamente superficial, solo encías y un poco en la punta de la lengua, pero
incluso el ojo izquierdo se le enrojeció, tal es la potencia del veneno de la
puta oruga procesionaria, posiblemente la plaga mas peligrosa tanto para
personas como animales que nos podemos encontrar en nuestras sierras pobladas
de pino entre finales de febrero y finales de abril, especialmente en años poco
lluviosos.
Con la intranquilidad de no saber las consecuencias que éste
incidente podría acarrear para Chuckie, llegamos al puerto de La Orza o collado
de Los Carneros, donde enlazamos con una pista secundaria que recorre gran
parte de la zona alta de la sierra, de manera que si la tomamos a la izquierda,
oeste, nos lleva hacia la Haza del Aguadero, el cerro Malascamas (en la imagen de abajo) y La Maroma.
Y
tomándola a la derecha, dirección este, sureste, nos lleva hasta el puerto de
Cómpeta, dirección que escogimos, caminando con la vista puesta en el horizonte
hacia el cerro de Dos Hermanas, que mucha gente tiende a confundir con el cerro
de La Chapa. Se trata de un cerro formado por dos cumbres de perfil redondeado
e idéntica altitud (1.764 m), a nuestra izquierda tenemos unos cerros sin
nombre, hacia los que nos dirigimos, abriéndonos pasos entre el abundante matorral de piornal, aulagas,
jarillas y romeros que predominan en esta zona, con
bastantes pasillos de tierra y piedra entre ambos, lo suficientemente
despejados para trazar nuestro propio camino en suave perfil ascendente.
Encaminando nuestros pasos, hacia la parte derecha,
vertiente este, de estos cerros sin nombre, para ahorrarnos unos dos kilómetros
de pista, afrontando un tramo de campo a través, llevando una cañada a nuestra
izquierda y teniendo como referencia un pino solitario y otras dos grandes
sabinas solitarias mas arriba junto a las cuales fuimos pasando intercalando
tramos de suave ascensión y otros manteniéndonos sobre la misma curva de
desnivel, hasta volver a enlazar con un un ramal de pista que viene a morir en
una especie de valle ondulado, cubierto de fina hierva, desde donde ya
distinguimos al noreste, los restos de la antigua caseta de vigilancia instalada en el punto mas alto
del cerro de La Chapa (1.818 m), al que llegamos en suave ascensión, remontando
un canchal relativamente dócil, que nos permite caminar prácticamente donde
queramos, el vértice geodésico se encuentra a unos 50 m al este de la
mencionada caseta, unos 10 m por debajo de esta, pero cerca de un magnífico
mirador, desde el que nos asomamos a la magnífica caída que el cerro de La
Chapa tiene hacia el este y sureste, destacando todo el cordal que va desde el
puerto de Cómpeta al Lucero, Lucerillo, el cerro y los tajos de La Mota.
Hacia el sur las cercanas lomas del cerro Dos Hermanas nos
tapan la vista hacia el valle del arroyo del Melero por donde hemos venido. Al
norte, las nubes nos impedían disfrutar de las vistas hacia la vega de Alhama,
embalse de los Bermejales o sierra Nevada al noreste.
Así como al oeste, la desvencijada caseta de vigilancia a la que también nos acercamos. Siguiendo el cordal hacia sierra Tejeda, las nubes ya habían cubierto todo el cordal de la maroma hacia el Malascamas,
que si pudimos contemplar durante mas tiempo en este último tramo de ascensión
4ª
parte: Del cerro de La Chapa a Puerto Blanquillo:
Abandonamos la solitaria cumbre del cerro de La Chapa (1.818
m), normalmente eclipsada por La Maroma y otras cumbres mas alpinas, que no mas
altas, de sierra Almijara.
Descendiendo sobre nuestros pasos, atravesando unos
páramos de alomado perfil, con abundante piornal y esparto, que con frecuencia
sobrevuela el águila real, la chova piquirroja cuyo graznido escuchábamos con
frecuencia a nuestro alrededor o el halcón peregrino.
Hasta que enlazamos con el mencionado ramal de pista, que
pasa por la falda oeste del cerro Dos Hermanas, que queda a nuestra izquierda y
al que habríamos subido de contar con mas tiempo, pero todavía quedaba un largo
trecho hasta el final y decidimos continuar por esta pista secundaria, que al
llegar a un collado, enlaza con la que nos lleva, en paralelo a un cortafuego
de impecable factura por el que podemos iniciar el descenso hacia el puerto de
Cómpeta.
No obstante, en aquella jornada preferimos sustituir rampas empinadas,
tanto de ascenso como de descenso, por caminos alternativos, sin importarnos
que dieran algún pequeño rodeo y por lo tanto alargar un poco el recorrido. Por
lo que optamos por descender por la pista, que discurre en paralelo a la
derecha del cortafuegos, que en nuestro caso iba quedando a nuestro costado
izquierdo, mientras que a la derecha, teníamos los bancales de pinar de
repoblación, que por empinadas laderas llegaban hasta la pista forestal que
faldea la vertiente litoral de la sierra entre Salares y Canillas de Albaida.
Disfrutando todo este trayecto de unas vistas espectaculares
sobre el tramo que va del puerto de Cómpeta, tajos y cerro de La Mota, y el
Lucero, una de las estampas mas agrestes y espectaculares de Sierra Almijara, al
tiempo que se mezclaban los cánticos del pinzón con la alondra, la curruca
tomillera, o se nos cruzaba el huidizo colirrojo tizón con su ondulante vuelo.
Algunas zonas de tierra recientemente removida, conocida como “camas” delataba
la presencia de jabalíes en la zona y un poco después se cruzaban por delante
nuestra dos grupos de cabras montesas, tras los que Chuckie salió en
persecución, comprobando con alivio, como poco a poco volvía a ser él, aunque
todavía le costaba beber cada vez que llegaba hasta nosotros y le ofrecíamos el
cacharrito de agua.
Cuando la pendiente del cortafuegos, se hizo mas suave,
abandonamos la pista y descendimos por el mismo, hasta que unos 50 m antes de
llegar a un pluviómetro, muy cercano a la cantera de mármol que vamos viendo
durante la mayor parte del descenso, muy cercana al puerto de Cómpeta, por el
que no llegamos a pasar en nuestro caso. Nos encontramos a nuestra derecha: dos
hitos de piedra, que marcan el inicio de un sendero descendiendo a través de un
denso pinar, tapizado por abundantes acículas, que compensan la fuerte
pendiente con lo blandito de su superficie. Encontrándonos con unas piñas de
tamaño espectacular.
Al salir del bosque de pino enlazamos con el tramo de
sendero que conecta el puerto de Cómpeta, con puerto Blanquillo, que es nuestro
siguiente objetivo, al que llegamos en poco mas de quince minutos, descendiendo
de forma zig-zagueante y a veces escalonada por una empinada ladera poblada de
aulagas y romero, con algún pino disperso y pasando de vez en cuando por
encajonamientos rocosos de mármoles dolomíticos, tan característicos de Sierra
Almijara llegando al lugar conocido como puerto Blanquillo.
Sabido es que muchos de los senderos que hoy pateamos por
sierra Almijara, fueron en su día utilizados tanto por los maquis, como por
contrabandistas en los años bárbaros de la postguerra. Intentando pasar desapercibido
de las patrullas de la Guardia Civil o del estratégico cuartelillo instalado
nada menos que en la cumbre del Lucero, como si del “Ojo de Mordor” se tratara,
dominando visualmente gran parte de Sierra Almijara. De todos ellos, el que
parte de Puerto Blanquillo, ascendiendo hacia el cordal que desde aquí comienza
en dirección suroeste y se mantiene en paralelo a la izquierda, de la
crestería, (que llevaremos a nuestra derecha), es muy entretenido, lástima que
en algunos tramos esté un poco perdido, si bien, con un mínimo de experiencia
en montaña y buena intuición podemos seguirla con relativa facilidad. ¡Ojo no
confundir con el sendero que desde puerto Blanquillo, parte dirección este y se
dirige al collado del Hornillo, o mucho menos con la pista forestal, por la que
obviamente también podemos llegar a la Fábrica de Luz, pero restándole ya mucho
encanto al final del recorrido, pues sabido es por todos que el buen
senderista, nunca cogerá pista, mientras exista un sendero alternativo.
Aunque en sus primeros metros el sendero se distingue
perfectamente, hay que estar muy atentos, porque apenas 30 m después de dejar
atrás Puerto Blanquillo, es fácil continuar por un ramal de sendero, que se
mantiene faldeando la ladera y poco después desaparece. Mientras que el sendero
“bueno” se encuentra mas arriba, hay que ganar altura por un tramo escalonado,
abriéndonos paso por la zona mas despejadas de matorral. Sirva como referencia,
que en todo momento la cresta de la loma que vamos faldeando la llevamos
siempre a nuestra derecha. Unas veces mas cercana y otras mas lejana pues el
perfil del sendero, al principio es ascendente, pero después va combinando
tramos llanos con pequeños toboganes de subida y bajada, que unido a las
espectaculares vistas que vamos teniendo a nuestra izquierda, primero: de las
cercana vertiente sur de los tajos de La Mota, después del puerto del Hornillo
por encima del cual vemos el cerro de Las Tres Cruces, a los que mas adelante
se unen las vistas de: El Lucero y el cerro Cisne.
En líneas generales este sendero, además de entretenido y
con unas vistas magníficas de Sierra Almijara, nos sorprende a mitad de su
trazado en un punto donde sube la adrenalina, cuando rodea una cañada, trazando una horquilla a la
derecha, de unos 40 m de longitud, donde el sendero queda reducido a una
angosta cornisa, que vista desde su inicio, parece inverosímil que podamos
pasar por allí. De hecho, si me llega a pillar solo, allí mismo me doy la
vuelta, porque estos tramos todavía se me siguen atragantando, que conste que la altura del inicio y final de esta horquilla es muy superior a la que se ve en esta imagen, que parezco "El ciego de la peli: ENTRE PILLOS ANDA EL JUEGO".
No obstante, el hecho de ir
acompañado por Juan Antonio Villalba “el Corsario de Sierra Almijara” que
siempre se mantuvo cercano y animoso, me dieron alas para pasar por allí,
apoyando fuerte el bastón con la mano izquierda (hacia la caída del barranco) y
agarrándome con la mano derecha, como un cangrejo con al talud por el que vamos
pasando en este corto, pero intenso tramo, donde el sendero, se transforma en
cornisa, que finaliza en una subida, que da paso a un collado, tras el cual el
sendero se mantiene con perfil, prácticamente, al tiempo que nos vamos
acercando a la base del cerro Verde, que ya vemos a unos 500 m al suroeste, así
como el cerro Atalaya, a la izquierda del mismo.
Es esta una zona donde abundan: el gato montés,
el jabalí, el zorro, la gineta, la garduña y las cabras montesas tras las que
Chuckie, bastante mas recuperado volvía a perseguir ladera abajo.
Tal y como nos vamos aproximando a la base del cerro Verde, su silueta se
nos presenta como un cono, con la punta cortada, hasta el punto que nos
llegamos a preguntar: “¿cómo coño llegará el sendero hasta allí arriba?”.
Sin
embargo, superado un collado, a partir del cual, por primera vez la caída la
tenemos a nuestra derecha, así como las vistas hacia la pista forestal que va
de Canillas de Albaida a puerto Blanquillo, así como el valle del arroyo del
Melero y por lo tanto un amplio sector de la primera parte de nuestro
recorrido.
El sendero, describe un zig-zagueante trazado, a través del
roquedal, pasando entre pequeños pasillos y veredones, que lejos de obligarnos
a pasar por zonas expuestas, nos ofrecen gran seguridad, hasta que llegando a
la parte alta, alcanzamos la achatada cumbre donde se encuentra el vértice
geodésico del cerro Verde, camuflado en un denso pinar, que predomina en esta
achatada cumbre, cuyo perfil redondeado, nada tiene que ver, con esa
perspectiva tan alpina de la arista noreste por la que hemos accedido.
Una vez hecha la foto de rigor en este estratégico vértice geodésico (1.326
m), generalmente infravalorado por la mayoría de excursionistas.
Tomamos el
sendero a través de su pinar, comienza a descender en dirección oeste y tal y
como va descendiendo comienza a reorientarnos hacia el sur, donde muy pronto
aparece la cónica silueta del cerro Atalaya (1.252 m), nuestra última cumbre de
la jornada, mas modesta en altitud, pero paradójicamente la mas alpina de las
tres cumbres de la jornada.
La aproximación hacia el cerro Atalaya, es muy
bonita, a través de un sendero serpenteante que nos lleva hasta el collado que
nos encontramos en su base, que rodeamos por su izquierda (vertiente este),
comenzando a rodear la cumbre de cerro Verde, como si de una escalera de
caracol se tratara, pivotando alrededor de su cumbre, a la que llegamos,
después de afrontar un par de tramos de fácil trepada, técnicamente muy
asequibles para cualquier persona con un buen estado de forma, pero no apta
para personas con vértigo, porque es una cumbre bastante alpina y su tramo
final tal y como intuimos desde la distancia, se antoja tan vertiginoso como
espectacular.
Curiosamente, esta cumbre de 1.252 msnm. que en cualquier otra sierra, no
digamos ya en un país como Holanda, Bélgica, Luxemburgo o incluso en
Inglaterra, sería considerada como poco menos que sagrada o un lugar de culto,
aquí en Sierra Almijara. Cuyas cumbres mas emblemáticas suelen oscilar entre
los 1.484 m del cerro Cisne y los 1.831 m del Navachica. No obstante, la
sensación de altitud y vértigo que transmite el último tramo del modesto, pero
precioso cerro Atalaya, es equiparable a cumbres míticas como: El Lucero, el
Cisne o la Cadena.
Una vez hechas las fotos de rigor, ya con las prisas de llevar a Chuckie lo
antes posible a un veterinario para que lo vieran cuanto antes, iniciamos el
descenso regresando sobre nuestros pasos hasta el mencionado collado, de donde
parte un sendero, que en dirección oeste, nos lleva hasta un cortafuegos, por
el que dadas las circunstancias deberíamos haber cogido a piñón fijo, hasta
desembocar en un punto de la pista muy próximo al lugar donde comienza el
sendero que desciende hasta la Fábrica de Luz, pero para evitar un descenso tan
directo y empinado, preferimos escoger el sendero, cuyo inicio, pronto vemos
marcados por dos hitos de piedra y en un prolongado zig-zag, discurre en sus
comienzos paralelo al cortafuego, que siempre va quedando a nuestra izquierda,
pero del que nos vamos alejando paulatinamente, hasta llegar a la fuente del
Burro, que nos encontramos recién limpiada y recientemente reformada, ya junto
a la pista que va de Puerto Blanquillo, hacia canillas de Albaida y por la que
caminamos, algo así como kilómetro y medio a lo largo del cual vamos viendo a nuestra derecha, dirección oeste, casi en el fondo del valle, la cueva del Melero, frente a la que habíamos pasado por la mañana, hasta que llegamos
al lugar, donde dos hitos de piedra marcan el inicio del sendero, que en poco
mas de kilómetro y medio de zig-zagueante descenso nos devuelve hasta la
Fábrica de Luz de canillas de Albaida, a donde llegamos con las últimas luces
del día.
(Información
procedente de: http://www.castro-castalia.com/)
La primavera oculta
uno de los mayores peligros para nuestros perros, la Oruga Procesionaria, que
en algunas sierras malagueñas, como Sierra Tejeda y Almijara suele ser
especialmente agresiva entre los meses de febrero y abril.
Si levantamos la
vista podremos comprobar que los pinos parecen plagados de adornos de Navidad,
bolas blancas coronan las copas en las puntas de casi todas las ramas, pero,
nada mas lejos de la realidad, son nidos de orugas, la tan temida
procesionaria, es una de las mayores plagas que acechan a nuestros pinos y para
la que existen muy pocas soluciones, pero esto no es lo que a nuestro perro le
importa, para él, esta plaga es muy peligrosa, pudiendo llegar a ser mortal en
según qué casos.
Especial cuidado hemos
de tener con el atolondrado cachorrito que todo lo curiosea, todo lo tiene que
olisquear y metérselo en la boca, pues, el simple contacto con una zona por
donde han pasado o donde se haya caído un nido y queden pelillos de las orugas,
puede provocar una nefasta reacción en nuestro perro. Esto es debido a que los
pelos de las fases larvarias de la procesionaria del pino (Thaumatopoea
pityocampa) contienen un veneno, la thaumatopina, el cual les confiere
capacidad urticante necesario para su propia supervivencia, pero lo que para
ellas es garantía de vida, para nuestro perro es muy dañino.
Los perros se
afectan por contacto directo con los pelos –son como dardos, aguijones que
contienen cápsulas de veneno-, no mediante una picadura –creencia generalizada-
estos necesitan clavarse sobre la piel limpia (sin pelos) para liberar el
veneno.
La zona
generalmente más afectada en los perros es la boca, sobre todo la lengua,
porque suelen lamer las oruga. En el caso de Chuckie, la mordisqueó, pero
afortunadamente, no se la tragó. Ya que puede darse también el caso que se la
llegue a tragar, con lo cual la zona afectada es mas amplia, laringe, faringe e
incluso el estómago y el daño mucho mayor, también puede ocurrir que los
pelillos se claven en los ojos o fosas nasales –si son arrastrados por el
viento- entre las almohadillas, con lo que la reacción se puede dar en varios
sitios, debemos estar vigilantes.
Si nuestro perro ha
sido afectado por la procesionaria los síntomas que observaremos en nuestro
perro son:
·
Hipersalivación
(babeo).
·
Excitación
exagerada.
·
Prurito
facial (el perro se rasca la cara).
·
Lengua
inflamada (pudiendo llegar a inflamarse toda la cabeza).
·
Vómitos.
·
Inflamación
edematosa de labios.
·
La
lengua cambia de color y se agrieta.
Si se ha producido
contacto con la lengua o con cualquier otra parte de la mucosa oral, la zona
afectada puede presentar un aspecto verdoso al principio, sialorrea abundante y
luego, poco a poco va adquiriendo un tono negruzco hasta que al final se cae el
trozo de lengua (necrosis). Si el veneno consigue llegar a la laringe, es
cuando existe peligro inminente ya que el animal puede morir por asfixia. Y
también hay riesgo alto de shock anafiláctico en animales particularmente
sensibles o que hayan sufrido envenenamientos sucesivos, que puede derivar en
la muerte del animal.
Debemos pues evitar
el pasear con nuestros perros por zonas afectadas por la procesionaria, la
manera de identificarlas es observar las ramas de los pinos para poder ver las
bolsas blancas (pueden llegar a contener 300 orugas), en el suelo observaremos
las características filas de orugas (de las que reciben el nombre de
procesionaria).
Observando
cuidadosamente a nuestras mascotas si estamos en zonas de afectación, ya que
estas pueden ser transportadas por el aire a zonas alejadas de los nidos, no
debemos estar tranquilos porque nuestro jardín no tenga pinos, aun así, las
terribles procesionarias pueden llegar hasta nuestro fiel amigo de cuatro patas
Si nuestro perro se
ve afectado por el contacto con una oruga procesionaria, primero aplicaremos
curas caseras, lavado con agua caliente, limón o vinagre, para, inmediatamente,
repito INMEDIATAMENTE,
acudir al veterinario para que inicie el tratamiento necesario para su pronta
recuperación. El tratamiento generalmente estará compuesto de aplicaciones de
pomadas o soluciones con corticoides y antihistamínicos localmente y por
inyección. Vigilancia, auscultación y tratamiento local de la lengua para
eliminar los restos necróticos y el dolor lo más rápido posible. Se puede
producir la perdida de porciones de la lengua, pero no debemos preocuparnos,
nuestro perro, pronto aprenderá a sobrevivir sin esa parte de la lengua,
realizando a continuación una vida normal, tanto en la comida como en la
bebida.
Será conveniente,
una vez iniciado el tratamiento veterinario, la aplicación regular de hielo en
la zona afectada, con ello conseguiremos reducir el porcentaje de tejido a
perder.
MUY IMPORTANTE
Nada mas darnos
cuenta de la intoxicación, se lavara la zona con agua templada mezclada con jabón,
ya que el calor destruye la thaumatopina (veneno de la oruga).
Aplicaremos
posteriormente limón o vinagre y acudiremos
inmediatamente a un veterinario, si fuese necesario por estar
las clínicas cerradas, a uno de urgencia, el tratamiento rápido es fundamental
para la salud de nuestro perro, que fue lo que tuve que hacer al llegar a
Fuengirola, ya el viernes a las 21.00 con casi todo cerrado. Además de las
cuatro inyecciones que le pusieron, confirmándome que el pronóstico parecía
afortunado, en comparación con la gravedad que podría haber alcanzado de
tragársela. Me dieron una jeringuilla con la que al llegar a casa le metí un
jeringazo de agua templada con vinagre, por cada lado de la boca, sobretodo
apuntando a encías y lengua, altamente efectivo, que pareció aliviarle de
inmediato. Y aunque me dijeron que con una vez ya valía, volví a repetirlo al
día siguiente.
PARA ELIMINARLAS
Si tenemos pinos y
estos están afectados por las orugas procuraremos eliminar cualquier presencia
de orugas.
Durante el estado
larvario, estas son muy sensibles a los insecticidas, principalmente antes de
realizar la segunda muda. Las fumigaciones con triclorfon al 5% o piretrinas a
finales de verano y principios del otoño son muy efectivas.
También se
recomienda en zonas con plagas importantes la utilización de diflubenzuron como
antiquitinizante para luchar contra la procesionaria.
Los propietarios
pueden a su vez destruir los nidos o bolsones mediante inyecciones directas de
petróleo o insecticidas, la poda y quemado de los mismos o la destrucción de
los que no son accesibles mediante tiros con escopetas de aire comprimido en
épocas de frío y por las tardes, para que a las orugas no les de tiempo a
reconstruir la seda que les aísla, y terminan muriendo de frió.
También podemos
rociar los árboles con "bacillus thurigensis" y con aceite de Neen
–productos naturales-, una bacteria parásita que inhibe el crecimiento de la
procesionaria y no le permite concluir su ciclo vital, evitando la
reproducción.
Mas información y
remedios en:
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