Punto de
encuentro recomendado: Hostal Restaurante Las Delicias 400 m antes de
atravesar el puente que hay a la entrada de Villanueva del Rosario a la
derecha. Buen lugar también para el café-cervecita y tapeo post-ruta.
Pueblo de
referencia: Villanueva
del Rosario
Cómo llegar a Villanueva del Rosario: tal y como venimos por la A-92 desde
Antequera (o Granada) o bien descendiendo por la autovía de Las Pedrizas,
dirección Granada, al final de esa larga bajada nos encontramos con un primer
desvío hacia Villanueva del Rosario, que ya vemos desde la distancia al pie de
la emblemática sierra de Camarolos, donde podemos distinguir la doble cumbre de
La Cruz de Camarolos y algo mas alejada el Chamizo Alto, de perfil mas alpino y
escarpado, en pocos minutos llegamos a esta localidad por la MA-231 y justo
antes de llegar al pueblo en el margen derecho de la carretera nos encontramos
con el Hostal
Restaurante Las Delicias, clásico punto para el
desayuno y la copa final de ruta en esta zona, con una preciosa barra del bar
decorada con azulejos donde podemos observar una preciosa colección de animales
característicos de la fauna ibérica, muchos de los cuales habitan en la sierra
de Camarolos.
Cómo llegar de
Villanueva del Rosario al Llano del Hondonero:
Desde el restaurante Las Delicias, continuamos dirección Villanueva del
Rosario, atravesamos un puentecillo y nos adentramos por la primera calle a la
derecha que discurre en paralelo al arroyo Canalejas, que llevamos a la
izquierda, pudiendo observar restos de escombros de las últimas riadas que se
produjeron en septiembre de 2012. Hay que recordar que en época de fuertes
lluvias y crecidas en el alto Guadalhorce, Villanueva del Trabuco y del
Rosario, históricamente han sido de las poblaciones mas afectadas.
A unos 200 m del inicio de esta calle nos encontramos con un puentecillo a
la izquierda que atravesaremos, para tomar inmediatamente después la primera
calle a la derecha, desde donde seguiremos la señal que nos indica “Mirador del
Hondonero” que sin margen de error, nos lleva en apenas kilómetro y medio hasta
la ermita por el denominado camino de la sierra. Este primer kilómetro y medio
está asfaltado, pero con muchos baches donde conviene ir muy despacio. A partir
de la ermita, la pista es terriza pero se encuentra (a día 11 de octubre 2014)
en tan buen estado, que cualquier tipo de turismo, puede llegar sin ninguna
dificultad hasta el Llano del Hondonero, distante unos 3 km. El camino es
prácticamente recto, llevando a nuestra derecha un conjunto de tajos calizos
donde en otoño destacan los naranjas y ocres de los zumaque y las cornicabras.
Allí nos encontramos con un amplio llano dedicado antaño al cultivo del
cereal, que tiene como telón de fondo un emblemático peñón conocido como el
tajo de La Madera, de cuya base brota el manantial que da origen al arroyo del
Nacimiento, nombre que recibe el paraje donde se encuentra este peñón.
Al llegar al llano hay un ramal de pista a la derecha, que pasa junto a una
pequeña explanada ideal para dejar los vehículos. Seguramente nos encontraremos
con algún vehículo ya allí aparcado, pues suele ser típico punto de partida de
excursionistas y lugar donde dejan el coche, los chavales que vienen a
practicar la escalada o recolectores de seta, cestas en mano, como los que
nosencontramos aquel día, monte arriba.
Longitud aprox: 16 km
Desnivel acumulado aproximado: 1.000 m
Dificultad: ALTA, no sólo por el desnivel acumulado, sino por agreste
lapiaz en algunos tramos de la sierra. Y la exigente ascensión (y descenso) al
Chamizo Alto.
Tipo de camino: Tan sólo en el primer kilómetro de ruta caminaremos por la pista que asciende del Llano del Hondonero a una zona mas alta de la sierra. El resto son veredas, sendas de cabras donde se alternan tramos de prados, dolinas y sobre todo muchos lapiaces y zonas rocosas, que nos obligan a estar muy atentos a escoger el lugar donde dar cada paso.
Tipo de camino: Tan sólo en el primer kilómetro de ruta caminaremos por la pista que asciende del Llano del Hondonero a una zona mas alta de la sierra. El resto son veredas, sendas de cabras donde se alternan tramos de prados, dolinas y sobre todo muchos lapiaces y zonas rocosas, que nos obligan a estar muy atentos a escoger el lugar donde dar cada paso.
Fecha de realización y meteorología: sábado 11
de octubre, comenzaba la mañana con cielos despejados que se empezaron a cubrir
paulatinamente. Estando totalmente cubiertos entre las 13.00 y las 15.30
coincidiendo con nuestra aproximación, ascenso y descenso del Chamizo Alto, con
fuertes rachas de viento superiores a los 70 km/h que convirtieron la ascensión
al Chamizo en un gran desafío, azotados por un viento muy desagradable y
continuo.
Participantes: Desde Santiago de Compostela, recién aterrizado
en el aeropuerto de Málaga, vino el Doctor Leal, después de haber realizado el
camino de Santiago completo desde Roncesvalles, clásico punto de partida del
camino Francés en Los Pirineos, desde donde había partido cuatro semanas antes.
Desde Sevilla: Ildefonso Gracia Ruiz “El Vendaval
del Moncayo” y nuestros inminentes fichajes: Ángel González “El Gladiador de
Itálica” y Maria Jesús “La campesina Bolchevique”.
Desde distintos puntos de la Costa del Sol: Ilse
“La Gacela de la Selva Negra” (medalla de plata en la Marathon de las
Olimpiadas de Munich 1972), Pepe Guerrero “El maestro Geobotánico, Antonio Cano
“El Cazador”, Paco “El Generoso”, Fidel “El Senderista Romántico”, Eduardeo “El
Padre carras” nuestro otro guía y un humilde servidor: Juan Ignacio Amador.
Desde Cabra (Córdoba): nuestro guía principal:
Rafa “El Califa”
Tiempo empleado: 7 horas incluidas las paradas para comer. Partimos del
Llano del Hondonero a las 9.30 am y regresamos a las 16.40 pm
Guías: Rafa “El Califa” y
Eduardo “El Padre Carras”
Mapa: fragmento
de Iberpix
Flora y fauna
El
itinerario ofrece una notable diversidad de especies vegetales del piso mesomediterráneo,
donde deberemos destacar el bosque de encinares y quejigos; coscojas,
zarzaparrillas, tojos, bolinas, retamas, torviscos, hiedras, juncales,
matagallos, escaramujo, espino majoleto (en la foto de abajo, co sus característcos fruos rojos, a principios de enotoño) , jaguarzo blanco y negro, etc...
Entre los roquedales y protegidos por las hendiduras destacan las uñas de gato, linaria de Antequera, violeta, endimio, helecho, fumaria, botón de oro, ombligo de Venus, etc...
Entre los roquedales y protegidos por las hendiduras destacan las uñas de gato, linaria de Antequera, violeta, endimio, helecho, fumaria, botón de oro, ombligo de Venus, etc...
La
fauna también es abundante, especialmente en aves destacando el águila real,
cernícalo vulgar, buitre, perdiz, aviones roqueros, colirrojos, jilgueros
etc...
Entre
los mamíferos son abundantes el zorro, conejo, cabra montesa, liebre, gato
montés, garduña (en la foto de arriba) y el topo. Siendo el reptil mas abundante en el roquedo la
culebra de escalera y el lagarto ocelado.
Geología
El
itinerario recorre principalmente a su inicio terrenos de margas y margocalízas
fracturadas de tonalidad blancuzca del período geológico cretácico, para
continuar en las calizas fracturadas y karstificadas grises, del periodo
geológico jurásico. Estas últimas configuran los relieves prominentes de las
sierras y constituyen una formación de notable interés hidrogeológico dada su
elevada permeabilidad. También existen afloramientos de calizas y margocalizas
jurásicas con nódulos de sílex multicolor.
El
rasgo geomorfológico más importante lo representan los desprendimientos y
coladas de solifluxión superpuestas del hundidero de cerro Pelado, fácilmente visible desde la carretera que va de Colmenar a Alfarnate y Alfarnatejo, o bien el hundidero o "derrambaero" que podemos contemplar junto a la cara norte del Chamizo Alto desde el mirador del Alto Hondonero (en la imagen de arriba), ambos en la sierra
del Jobo..
Alicientes principales:
Esta ruta
abarca las dos cumbres mas emblemáticas de toda la zona como son La Cruz de
Camarolos y el Chamizo Alto, cerca de
las cuales suele discurrir la famosa travesía del “Arco Calizo Central” que
cada año organiza el grupo senderista PRISMA de Málaga, con tradicional inicio
y final en Alfarnate a mediados de noviembre.
Tanto la
sierra de Camarolos, como la sierra del Jobo presentan una espectacular
Morfología y
poseen un alto valor geológico, botánico y faunístico, además de ser la cuna
del río Guadalmedina y del Guadalhorce.
Ambas
sierras están incluidas en la Red de Espacios Naturales protegidos de
Andalucía.
Espectacular
paisaje y magníficas panorámicas del entorno.
Otro de los
alicientes de esta ruta es recorrer dos sierras tan emblemáticas del denominado
arco calizo central como son la sierra de Camarolos y su prolongación hacia el
noroeste que es la denominada sierra del Jobo coronada por el imponente Chamizo
Alto, que con sus 1.640 msnm es el punto mas alto de todo el entorno. Ambas
sierras hacen de frontera natural entre las comarcas de La Axarquía al sur,
Nororma al Norte y los Montes de Málaga al oeste.
Así mismo en
la sierra de Camarolos confluyen los términos municipales de Antequera, El
Colmenar y Villanueva del Rosario. Y en la sierra del Jobo: Villanueva del
Trabuco y del Rosario por el norte y por el sur: Alfarnate y Alfarnatejo.
A tener en cuenta:
1º) Como en
toda ruta que discurre por terreno kárstico (abundantes rocas calizas) hay que
descartar esta ruta en caso de lluvias, pues puede llegar a resultar muy
peligrosa. Además la sierra de camarolos y del Jobo, suelen ser muy propoensas
a cubrirse de nubes en caso de lluvias y tampoco podríamos disfrutar de las
vistas.
2º) Esta
ruta requiere de buena preparación física, experiencia en caminar por terrenos
rocosos y escarpados y realizarla a un ritmo de marcha relativamente rápido,
sobre todo si se hace en otoño o invierno.
Un paseo por la Historia de Puebla del
Saucedo (antigua pedanía de Archidona), la actual Villanueva del Rosario
La
historia de Villanueva del Rosario se remonta a la Prehistoria. Ya en esa época
hubo numerosos asentamientos en estas tierras, pero estas gentes no permanecían
aquí por largos periodos de tiempo, sino que eran nómadas y se desplazaban de
unos sitios a otros.
El
yacimiento arqueológico más antiguo del Alto Valle del Guadalhorce está situado
en el Ventorro del cojo, en los Llanos de Salinas, y corresponde al Paleolítico
inferior. En la cueva del “Malnombre” (Sierra de los Camarolos) se han
encontrado vestigios de pinturas rupestres.
(En esta imagen podemos contemplar Villanueva del Rosario por encima del tajo de la madera, vistas desde la zona intermedia, de la ruta descrita en esta entrada).
La
época romana fue una de las más importantes en este territorio. Debido a los
numerosos cerros que existen, considerados puntos estratégicos, se asentaron
varias civilizaciones romanas a lo largo de todo el término municipal. Una de
ellas es la “Ciudad de Ulisi”, en el Peñón de Solís.
Con
la llegada de los visigodos terminó la época romana y comenzó una nueva etapa.
También la época visigoda fue muy importante para la historia de Villanueva del
Rosario.
Se
han encontrado numerosas necrópolis visigodas en el término municipal. Existe
gran número de vestigios visigodos como hebillas, anillos, vasijas, etc.
Algunas de las necrópolis encontradas son: la Calerilla, Repiso, la Rabia y el
Picacho.
Después
de esta etapa hubo unos mil años en los que Villanueva del Rosario permaneció
sin civilizaciones y pasó a convertirse en un extenso bosque.
Cuando
a finales del siglo XIX se comenzó a repoblar de nuevo el Alto valle del
Guadalhorce, todo este territorio dependía de la Villa de Archidona. Más tarde
este pueblo se independizó de la Villa de Archidona y paso a convertirse en una
Villa Nueva con Ayuntamiento propio.
De
aquí que se le cambiara el nombre de “Puebla del Saucedo” por “Villa Nueva del
Rosario”.
En esta imagen podemos contemplar el tajo de la madera, frente al Llano del Hondonero, espectacular hito orográfico al inicio del recorrido y lugar frecuentado por escaladores.
Descripción
del itinerario:
Una vez que
hemos dejado estacionado los vehículos junto al llano del Hondonero, avanzamos
en dirección oeste por la pista principal, dejando a nuestra izquierda un ramal
de camino que será por donde regresaremos. La pista nos acerca hacia el
emblemático “tajo de La Madera” magnífico peñón calizo que preside el Llano del
Hondonero, que vamos dejando a nuestra derecha y atrás según los pronunciados
zig-zags que describe la pista por la que vamos ganando altura rápidamente bajo
la sombra de los pinos, encinas, arces, olmos y quejigos La abundante
vegetación en esta zona denota la riqueza de fuentes y manantiales en esta
zona, que de hecho también es conocida como el Nacimiento.
Llega un
momento que la pista finaliza en una pequeña plazoleta, donde nos encontramos
con una primera angarilla, que salvamos sin ninguna dificultad, seguimos
ascendiendo, pero ahora de forma mas suave por un desdibujado sendero, llegando
a un prado que en ligera pendiente atravesamos en dirección OESTE, llevábamos
la luna en cuarta menguante frente a nosotros, y a nuestra izquierda un bonito
tajo, bajo el cual llama la atención un antiguo refugio de pastores, empotrado
en la base del mismo, como si una de esas casas cueva de Guadix se tratara.
Aunque si queremos verlo completo, debemos desviarnos unos 80 m a la izquierda
del camino que llevamos, pues una pequeña elevación del terreno, se interpone
entre nosotros y dicho refugio de pastores del que sólo se ve la parte de
arriba.
Aquí existen
dos alternativas, tomar una empinada senda que comienza en la base del tajo que
tenemos a nuestra izquierda, cerca del refugio de pastores, que rápidamente
gana altura entre arces y majuelos, hasta llegar a la divisoria de aguas, hasta
venir a salir cerca de la cumbre del Realengo (1.427 m), que quedaría a la
derecha.
O bien continuar por el prado, que finalmente fue lo que hicimos,
atravesándolo en dirección OESTE con la luna frente a nosotros, hasta que poco
después de superar un collado y empezar a descender, atravesamos una segunda
angarilla a nuestra izquierda, frente a la cual, parte un tenue sendero del
ganado, que en dirección predominantemente SUROESTE, nos permite ir ganando
altura de forma escalonada, entre roquedos y dolinas salpicadas de grandes arces
y majuelos algunos de ellos de sorprendente altitud, y es que en la sierra de
Camarolos todo es a lo grande, casi sin darnos cuenta vamos ganando altura, de
forma escalonada, hasta que ya vemos de frente la redondeada cumbre de la Cruz
de Camarolos, que a pesar de tener un perfil relativamente dócil (en
comparación con el Chamizo Alto, mucho mas alpino), al estar compuesto de un
gran lapiaz con su caos de rocas en muchas zonas y abundantes grietas, nos
obliga a negociar muy bien cada paso, antes de poder alcanzar su vértice
geodésico, que a pesar de parecer relativamente cercano y asequible, nos obliga
a hacer un esfuerzo extra, donde mas de uno resoplará.
No obstante, aquel día
nuestro reducido grupo estaba compuesto por senderistas de leyenda, que a
excepción mía subieron como cabras montesas.
Al llegar
arriba tuvimos que echar manos de la segunda capa de cebolla, de la que mas de
uno nos habíamos desprendido nada mas iniciar la ruta, porque allí arriba
soplaba un aire cada vez mas frío y el cielo, al inicio de la jornada azul
raso, comenzaba a cubrirse de borreguitos y finas capas de nueves, pero cada
vez mas abundantes. Después de recrearnos con las vistas desde el vértice
geodésico de la Cruz de Camarolos (1.444 m techo del t.m. de Antequera).
Desde
donde en días despejados, se pueden llegar a identificar: seis, de los ocho
techos provinciales de Andalucía (a excepción de Huelva y Almería), destacando
la aparente cercanía de las Sierras Subbéticas Cordobesas al norte o La Maroma
al sureste el Mar Mediterráneo al sur, así como gran parte del Arco Calizo
Central, como la Peña Negra (que en la foto del grupo aparece a la izquierda), siguiente eslabón hacia el oeste ó la imponente
silueta del Chamizo Alto el este, en cuya dirección empezamos a descender,
después de habernos hecho la foto de grupo, dejándonos caer hacia la derecha en
nuestro descenso, es decir, ligeramente hacia el sur, hasta el dócil corredor
donde nace el río Guadalmedina, cerca del cual existe un antiguo nevero situado
a unos 1.330 msnm, a poca distancia del cual nos reagrupamos tras el descenso.
Aunque por
otra parte, en lo referente a este lugar considerado como el Nacimiento del río
Guadalmedina, hay que recordar que salvo época de abundantes lluvias, este
prado con forma de corredor, por cuyo fondo se supone comienza a discurrir el
recién nacido río, apenas lleva agua y tan sólo una modesta línea de juncos,
nos ayuda a adivinar su trayectoria, que de momento coincide con la nuestra, es
decir, dirección ESTE, llevando a nuestra izquierda, los tajos calizos con
lascas de sílex o pedernal, donde las hiedras encuentran un hábitat inmejorable
para descolgarse desde sus tajos más abruptos. que forman parte de la cara sur, de la línea de
cumbres que va de la Cruz de Camarolos hacia el ESTE. Y a nuestra derecha, a
escasos metros de nosotros, el fondo de este prado en forma de corredor, que
hace las veces de cuna del río Guadalmedina, aunque por aquí no sea mas que un
modesto regato de agua, a penas visible.
Frente a
nosotros destaca la silueta de un cerro, cuya cumbre parece una meseta inclinada,
con un tajo a la derecha parcialmente cubierto de yedras, hacia su vertiente
sur y oeste, se trata del Realengo (1.427 m) en cuya dirección vamos caminando
ahora, (foto de arriba). Una valla con un rudimentario, pero muy práctico sistema de escalerilla
de madera, que nos permite rebasarla sin dañar el vallado lo mas mínimo es
nuestro siguiente hito del recorrido. A nuestra espalda va quedando cada vez
mas atrás la Cruz de Camarolos, y también atrás un tanto a la derecha, una
bonita panorámica de la población de Colmenar.
Mientras
tanto seguimos avanzando hacia la base del Realengo, que finalmente quedará a
nuestra derecha, pasando cerca de su base, progresando, todavía por un terreno
muy dócil salpicado de arces y grandes majuelos que en aquellos días de octubre
mostraban sus abundantes frutos rojos en todo su esplendor. Cerca de la base
del Realengo, salvamos un vallado sin dificultad y avanzamos con la base de
este cerro y la línea de cumbres secundarias, que desde él, continúan en
dirección NE, siempre a nuestra derecha.
Adentrándonos ahora en terreno mas
accidentado, donde gracias a la magnífica labor de Eduardo y Rafa “El Califa”
que se había currado bastante la ruta, no perdimos en ningún momento el rastro
de la tenue senda de cabras, que de forma inverosímil y en ocasiones casi
imperceptible se abre paso entre lapiaces, dolinas y corredores laberínticos,
que nos llevan en un continuo sube y baja en dirección predominantemente NE,
con la desafiante silueta del Chamizo Alto, siempre en lontananza cada vez mas
cercana.
Aunque a
simple vista en esta sierra casi todo son lapiaces y grandes roquedos en
general, también hay pequeños corredores y dóciles dolinas cubiertas de hierba
que son un auténtico alivio para quienes tenemos problemas de rodillas. Las
abundantes zarzamoras también denotan la abundancia de manantiales y pequeños
nacimientos en los lugares mas inverosímiles encontrándonos también con algunas
rarezas botánicas como el rusco (“Ruscus aculeatus”).
Ni que decir
tiene, que esta ruta es un auténtico espectáculo visual, tanto en primer plano
por las curiosas formaciones que nos vamos encontrando en la distancia o las
cabras montesas que nos observan a una distancia prudencial, desde los
escarpados roquedos sobre los que caminan con insultante facilidad. Como en la
distancia, por ejemplo, cuando a medio camino entre La Cruz de Camarolos y el
Chamizo Alto, llegamos a un collado desde el que contemplamos una panorámica
espectacular del conjunto de los tajos del río Sábar a nuestra derecha, con las
inconfundibles siluetas del tajo Gómer, el Doñana y el Fraile y por encima de
estos la omnipresente Maroma, en la misma trayectoria, al SE de nuestra
posición.
A partir de aquí el viento de levante, empezó a soplar cada vez mas
fuerte y los cielos se cubrieron completamente, amenazando de lluvias (aunque
sólo pronosticaban cielos cubiertos para esa jornada).
Después de
dejar atrás el lapiaz mas accidentado en nuestro recorrido por la zona alta de
esta sierra, rebasamos una nueva alambrada, y a nuestra izquierda, dirección norte,
nos recreamos con unas vistas preciosas del tajo de La Madera, situado frente
al Llano del Hondonero donde hemos dejado nuestros vehículos y por encima del
tajo gran parte del pueblo de Villanueva del Rosario, poco después llegamos a
una amplia dolina cubierta de verde hierba, a la izquierda de la cual,
dirección norte, comienza el sendero que tomamos para descender ya de regreso
hasta el Llano del Hondonero. Esta dolina, situada sobre una pequeña meseta hace
las veces de puerto de transición entre la sierra de Camarolos, que a partir de
aquí dejaremos atrás y la sierra del Jobo, en la cual nos adentramos a partir
de este punto, aunque a simple vista, ambas presentan la misma morfología. Es decir, que a partir de aquí, el
siguiente tramo hasta la cumbre lo plantearíamos como un ramal de ida y vuelta,
para evitar, el empinadísimo y resbaladizo descenso hacia el mirador del Alto
Hondonero, localmente conocido como el “Derrumbaero”.
A tiro de
piedra, a nuestra derecha, vamos a dejar una llamativa peña redondeada, justo
en la divisoria de aguas de la sierra conocida como el cerro Pelado, aquí y
allá se observan pequeños
encinares de elegante porte, que proliferan entre los terrenos calizos,
aprovechando isletas arcillosas con abundantes derrubios de ladera.
Conforme
nos vamos acercando hacia la base del Chamizo Alto, el paisaje a nuestro
alrededor se torna cada vez mas agreste
con abundante vegetación rupícola, e interesantes matices geomorfológicos. El
modelado kárstico desarrollado sobre las calizas, dibuja la más variada gama de
fenómenos entre los que sobresalen las torcas, simas, lapiaces, acanaladuras de
disolución, o la sucesión de dolinas y pequeñas mesetas por las que vamos
haciendo nuestra aproximación al Chamizo de forma muy dócil y escalonada. A
penas hay trazas de sendero que seguimos de forma muy intuitiva, si bien, la
zona por la que progresamos es muy dócil en contraste con el entorno.
Poco
antes de llegar al puerto de Los Perdigones, después de hacer una pausa para
observar el paso de unas cabras montesas por un roquedo y hacer alguna foto
paisajística, perdí comba con el grueso del grupo y empezó a soplar un viento
cada vez mas fuerte y continuo que calculo superior a los 70 km/h en aquellos
momentos, porque al rebasar dicho puerto estuve a punto de desequilibrarme un
par de veces.
Por detrás de mí aún llevaba a varios compañeros, pero el resto
del grupo había tirado para arriba con tal potencia que en pocos minutos los vi
caminando a ritmo de ultratrail por las primeras estribaciones de la crestería.
Así que me detuve unos instantes a sopesar mis posibilidades y mientras los
pocos compañeros que llevaba por detrás me rebasaban con paso firme y decidido
a pesar de la ventisca.
Decidí no continuar, por motivos tan contundentes como
los tres avisos que me había dado la rodilla hasta ese punto, el frenético
ritmo de ascensión imposible para mí, el hecho de conocer el tramo final de
crestería e imaginarme allí arriba luchando contra las fuertes rachas de viento
sin ir precisamente sobrado y por supuesto el hecho de no querer convertirme en
un lastre para los compañeros que subían como una auténtica exhalación.
Así
que me quedé a los pies del Chamizo, debatiéndome entre la épica de hacer
cumbre junto a mis compañeros ó saber renunciar a tiempo dadas mis
circunstancias, mientras veía como iban ascendiendo con gran épica y estoicismo
en medio de la ventisca, hasta que sus cuerpos empezaron a desaparecer del
paisaje conforme iban alcanzando las primeras estribaciones de la crestería,
trasponiendo a la vertiente contraria.
En circunstancias parecidas a las mías, se encontraba María Jesús, que al igual que yo renunció a tan meteórica ascensión, regresando sobre nuestros pasos, hasta las proximidades de la dolina, donde una hora mas tarde regresaría todo el grupo con gran euforia y alegría, después de haber hecho cumbre en condiciones tan adversas.
En circunstancias parecidas a las mías, se encontraba María Jesús, que al igual que yo renunció a tan meteórica ascensión, regresando sobre nuestros pasos, hasta las proximidades de la dolina, donde una hora mas tarde regresaría todo el grupo con gran euforia y alegría, después de haber hecho cumbre en condiciones tan adversas.
Disfrutando
de un relajante almuerzo tras la ardua batalla contra el Chamizo Alto,
charlando sobre las recientes sensaciones experimentadas por el Doctor Leal en
el camino de Santiago, la inminente independencia de Cataluña y sus
consecuencias, el Ébola, la corrupción, las tarjetas opacas e Cajamadrid, la
alternativa de “Podemos”, etc…
Una
vez finalizado el almuerzo, iniciamos el regreso hacia el Llano del Hondonero
por una preciosa vereda que antaño se conocía como el Camino de Riogordo (y
Villanueva del Rosario). Vereda que parte de la dolina, que hemos comentado
anteriormente y que en el maapa viene marcado con una doble línea paralela,
ligeramente curvilínea, que en nuestro caso tomábamos dirección sur-norte,
teniendo como principal referencia el tajo de La Madera y por lo tanto el Llano
del Hondonero,
hacia el que íbamos descendiendo en todo momento de forma muy
escalonado, por angosta vereda entre grandes roquedos y preciosas vistas del
entorno, gran pilón de triple bañera incluido y como colofón final un bonito
bosque de pinos que nos devolvió directamente al punto donde habíamos
estacionado nuestros vehículos al inicio de la jornada con las sensaciones
compartidas de una magnífica ruta y tiempo sobrado para disfrutar de la copa de
despedida en el Hostal
Restaurante Las Delicias.
Teníamos que haber bajado un poco el ritmo en la última subida al Chamizo y habríamos llegado todos, pero el fuerte viento no invitaba a pararse....
ResponderEliminarMagnífica y detallada crónica Juani. Espero que lo de tus rodillas no fuese nada. Deberías haber cogido el "amotillo" que había por alli.
ResponderEliminarAbrazo