lunes, enero 12, 2015

Casares, Lacipo y crestería de Sierra Crestellina

Entorno Natural: Paraje Natural Sierra Crestellina
Localidad: Casares

Cómo llegar a Casares:

-A la altura del Km. 146 de la ctra. nacional N-340, donde comienza el desdoble de la A-7, nos encontramos con una rotonda muy grande con la carretera local de Casares MA-8300, en ascensión durante 14 km. hasta el pueblo.
- A través de la carretera local Manilva-Gaucín A-377 en la que nos encontramos con un cruce para tomar la ctra. MA- 7150, que tras recorrer 2 Km. nos lleva directamente al pueblo.
- A través de la Autopista del Mediterráneo, en su tramo Estepona-Guadiaro, tomando la salida de Manilva, y a continuación la carretera A-377, dirección Gaucín, hasta llegar a un cruce y tomar la MA-7150, que lleva directamente al núcleo urbano.

Itinerario: Casares - Cerro de la Pelliscoso - Ruinas de Lacipo  - Sierra Crestellina casares – Casares
Distancia aprox: entre 15 y17 km según la opción que escojamos.

Tipo de ruta: circular

Desnivel aprox: entre 750 m y 950 m según la opción que escojamos

Dificultad: Media-Alta ó Alta

Tipo de camino: sendero, pista terriza, algún tramo asfaltado y campo través y zonas escarpadas de lapiaz y bloques rocoso a lo largo de la crestería.

Fecha y meteorología: sábado 10 de enero 2015, cielos despejados, suave brisa de poniente y temperaturas que rondaron los 18ºC al mediodía.

Unos 30 participantes: Juan “El Coloso de casarabonela” y Lourdes, Manuel Esteban, Marlisse, Romualdo “El Trovador de la Senda”, Maria Jesús “La Duquesa de Baqueira Beret”, Fidel “El senderista romántico” y Natalia “La Iluminada”, Rafael, Paqui, Rafael Castillo “Mr. Panoramic”, Alena “La amazona Bielorusa”, Ángel “El Gladiador de Itálica”, Maria Jesús “La Campesina Bolchevique”, Paco Jaime “El Marqués de Cáceres”, Eduardo “El Último Samurai”, Ilse “La Gacela de la Selva Negra”, Paco Castillo “El Generoso”, Emilia “Mafalda”, Marlen “La Perla de Venezuela”, Leovigido “Beer Runner”, Macarena “Campanillas”, Sonia “Catwoman”. Los debutantes: Esperanza “Mi Mundo Violeta” y  la invitada Elena Rico. Nuestros guías de lujo: Manuel Manzanares “El Cartógrafo de su majestad”  y Carmen “Galadriel” con gran eficacia y maestría en su tradicional función de guías. Y Pepe Guerrero “El Maestro Pepe Guerrero” de anfitrión de lujo en la variante por la cresta de Sierra Crestellina, que con frecuencia suele recorrer casi todas las semanas y que junto a sus conocimientos de botánica y geología, lo convierten en uno de los mejores conocedores de esta Sierra y del entorno de Casares 360º alrededor. Y por último, un servidor: Juan Ignacio Amador, autor de esta crónica.
OBSERVACIONES: Este itinerario es una variante de lo que sería la versión extendida de dos rutas que forman parte de la red de senderos de Casares, comenzando con la ruta Nº5: La Albarrá y La Molina y completando el itinerario con la ruta Nº1 Refugio de Sierra Crestellina, siendo siempre opcional recorrer la crestería o no (sólo apta para personas con experiencia en terrenos montañosos y escarpados, pues a lo accidentado del terreno y el desnivel acumulado, hay que añadir la dificultad de un paso expuesto, no apto para personas con vértigo, si bien se puede esquivar por la vertiente oeste (la que da vistas al valle del Genal y la localidad de Gaucín).
Breve resumen del itinerario:
1ª parte, Sierra Molina y ruinas de Lacipo:

una vez reunidos todos los participantes al inicio de la pista por donde se suele iniciar el itinerario anunciado en panel informativo aledaño como “Sendero Crestellina Natural”, donde aparece un tiempo estimado de 4 horas (sin incluir la crestería), se procedió a la tradicional charla de introducción de recorrido.

Dándole la espalda al inicio de la mencionada pista, echamos a andar por el laberíntico entramado de callejuelas de carácter mudéjar, a través de calle Monte y a continuación calle barrio Alto, nombres muy apropiados para una localidad encaramada a un cerro, rodeado de magníficos escarpes rocosos, que junto con sus encaladas casas, en perfecta armonía con el paisaje nos regala una imagen de postal, siendo sin lugar a dudas, uno de los pueblos mas bonitos de Andalucía.

Su actual configuración urbana de intrincadas y escarpadas callecillas nos pone de manifiesto sus orígenes árabes. Pero antes que los árabes, ya poblaron sus tierras íberos y fenicios; y mucho antes, el hombre prehistórico, como muestran los restos hallados en los abrigos y cuevas de Ferrete, Crestellina, Utrera, Pelliscoso, cerro de La Novia y en el cortijo de Arepiche donde se encontraron tres aras con inscripciones, que corresponde íntegramente a la ciudad de Lacipo, una de las más importantes del litoral malagueño. En el año 61 a.C. Julio César, de quien se deriva el nombre de la ciudad, utilizó los famosos baños de la Hedionda, para curarse con sus aguas sulfurosas la enfermedad hepática que padecía. Sus propiedades curativas se hicieron famosas en toda Roma.

En 1361 fue elegida como lugar de concentración de D. Pedro el Cruel y el destronado Rey de Granada, Mohamed V, para iniciar la campaña que debía devolver el trono al monarca granadino. Durante el levantamiento morisco contra Felipe II en el año 1570, Casares fue el centro de las operaciones. En la ermita de Ntra. Sra. Del Rosario del Campo se reunieron los notables moriscos con el duque de Arcos y se puso fin a la revuelta. Como casareño mas ilustre, al menos en la historia reciente, destaca sin lugar a dudas: Blas Infante Pérez de Vargas, el padre de la Patria Andaluza, que nació en esta localidad un 5 de julio de 1885. En 1978 se la declaró Conjunto Histórico-Artístico y su término municipal de incluye en lo que se considera extremo occidental de Sierra Bermeja, actualmente candidata a convertirse parque nacional en el futuro. 
Retomando nuestro recorrido, después de pasar por las calles Barrio Alto y Barrio Bajo, comenzamos a dejar atrás el casco urbano de Casares por el final de la calle Camacha, tomando donde ya nos encontramos con las primeras señales del sendero local Nº5 La Albarrá y La Molina, el descenso se presenta pronunciado en paralelo a una tubería externa por donde supuestamente descienden las aguas fecales camino de la depuradora, aunque no llegamos a percibir malos olores en ningún momento. El angosto sendero está perfectamente marcado y es muy fácil de seguir, debiendo tener precaución en algunos puntos algo expuestos hacia la caída que tenemos a nuestra derecha y que coincide con el fondo del barranco que forma el arroyo del Albarrán, que le da nombre a este sendero y que en este enclave todavía muy próximo al casco urbano de Casares que llevamos a nuestra espalda, nos sorprende con un entorno paisajístico de gran belleza en una zona de umbría, formada por el angosto embudo de los dos cerros escarpados que tenemos a derecha e izquierda.
Después de cruzar el arroyo del Albarrán, el sendero de convierte en vereda mas ancha, a nuestra espalda podemos contemplar una pequeña parte del casco urbano de Casares enmarcado entre dos grandes tajos rocosos que nos hacen tomar conciencia sobre el gran desnivel que hemos desnivel que hemos descendido en poco mas de un kilómetro. El camino ahora llanea entre matorral bajo y olivos dispersos a ambos lados del camino, mención especial merece un olivo de enorme tronca triple, a la derecha del camino, justo después de finalizar el tramo terrizo y comenzar con un tramo asfaltado. Desde el cual aprovechamos para hacernos la primera foto de grupo del día, con el bonito telón de fondo.
Al conjunto de tajos que hemos dejado atrás y al cerro que llevamos a la derecha, se le conoce como Sierra Molina, el recorrido que desde su inicio nos lleva en dirección S-O, se torna claramente OESTE yt en escasos minutos nos lleva hasta el punto kilométrico Nº12 de la carretera A-377: Manilva-Casares, que atravesamos con la debida precaución para pasar por debajo de la angarilla por la que accedemos a una finca privada por una pista asfaltada en su comienzo, no tardamos en ascender, dejando a nuestra derecha el cerro Pelliscoso, que distinguiremos fácilmente por sus numerosos bloques de roca caliza. 
Lentiscos y acebuches flanquean el camino, dejando a nuestra izquierda unas caballerizas, donde el camino vuelve a hacerse terrizo, a veces la pista gira hacia el norte y nos orienta hacia Sierra Crestellina, donde el cerro Casares, se antoja, cada vez mas lejano, mas alto e inexpugnable. Al llegar a un collado pasamos junto a grandes contenedores metálicos de esos que suelen transportar los barcos cargueros. Desde aquí iniciamos un prolongado descenso por pista terriza, con la localidad de Gaucín y su famoso cerro del Hacho, que se van a convertir en nuestro principal referente orográfico al norte de nuestra posición en la primera mitad de esta jornada.
 Al final del mencionado descenso, debemos abandonar el camino que llevamos, desviándonos a nuestra izquierda, para remontar una pequeña atalaya, en dirección oeste con mas intuición que otra cosa, entre olivos y palmitos, nos encontramos con los primeros restos del asentamiento romano de Lacipo, donde nuestros especialistas en arqueología Pepe Guerrero y Ángel González “El Gladiador de Itálica” destacaron el tremendo mérito del estado de conservación que presentaban las paredes interiores del “castellum aqua” (depósito de agua) que allí nos encontramos y que al igual que los actuales, que han seguido el ejemplo de los romanos, como el derecho y tantas otras cosas, estaba dividido en dos partes, para que las impurezas del agua se quedaran en el primer compartimento, cogiendo ya el agua del compartimento en un estado mucho mas puro y potable.
Y bajo los cielos azules de aquella jornada, allí nos encontrábamos, sobre la estratégica atalaya de Lacipo, cuyas ruinas, son difíciles de ver desde la distancia, por su deteriorado estado y camufladas entre la vegetación que de abundante matorral y la arboleda que pueblan este cerro conocido como cortijo Arechipe, que se encuentra a unos 4 kilómetros al OESTE de Casares, desde el extremo oeste de las ruinas de esta ciudadela, se obtiene una amplia panorámica de los últimos kilómetros del río Genal, justo antes de su unión con el Guadiaro. Como nos estuvo explicando Ángel González “El Gladiador de Itálica”: esta ciudadela fue fundada por las comunidades que habitaban el territorio, extraordinariamente influenciadas por el mundo fenicio-púnico, y que se reorganizaron ante los intereses imperialistas de Cartago por el control estratégico de este sector de la península en el siglo III a.C. Como ciudad turdetana, debió de tener un templo o santuario dedicado al dios Sol o a la diosa Luna, lo mismo que en época romana tuvo dos altares: uno dedicado a la Juventud y otro a la Fortuna Augusta. De su importancia en época prerromana, nos hablan el propio topónimo, los temas de las monedas que acuñaría en época romana, sus murallas y sus esculturas ibéricas.
En época romana los historiadores Plinio el Viejo y Pomponio Mela hacen corresponder Lacipo al Convento Jurídico Gaditano, como ciudad tributaria, lo que demuestra su riqueza.  Será precisamente bajo la órbita de Roma cuando Lacipo se convierta en una auténtica ciudad, creando su propia ceca de moneda, de tradición púnica en el siglo II a.C., y consolidándose en el territorio de tal modo que acaba en el siglo I conformando un asentamiento que repite en su urbanismo los modelos de origen itálico, provisto de foro y murallas.
Las familias que aquí vivieron estaban relacionadas con los grupos de poder existentes en otras importantes ciudades, como Carteia, en la vecina localidad de San Roque. Tras una fase de decadencia en los siglos IV-V, el asentamiento vuelve a poblarse en la sexta y séptima centuria, ubicándose un cementerio de época visigoda sobre los antiguos restos de época clásica.
En 1975 y 76 Lacipo fue objeto de excavaciones arqueológicas que sacaron a la luz materiales, hoy depositado en el Museo Arqueológico Provincial de Málaga, que permitieron conocer más a fondo este asentamiento así como su importante papel en el desarrollo histórico del territorio.
Para no regresar sobre nuestros pasos, después de la visita a las ruinas, descendimos del cerro dirección N,N-E, por tenues senderos de ganado hasta rebasar una angarilla, tras la cual pasamos junto al gran pilón y estanque del cortijo de Las Latas, desde donde tomamos una pista hormigonada en poco man de kilómetro y medio nos devolvió un poco mas allá del punto kilométrico Nº13 de la carretera A-377: Manilva-Casares, que de nuevo, volvimos a cruzar, pero esta vez en dirección ESTE, ya con la gran sierra Crestellina, imponente y desafiante ante nosotros, con la incógnita de cómo ganar altura hacia la misma, con las fincas que teníamos ante nosotros.
2ª parte, sierra Crestellina:

Desde el mencionado punto de la carretera A-377: Manilva-Casares, ascendimos por un pequeño talud, dejando momentáneamente las vallas metálicas de las fincas a nuestra izquierda, y ascendiendo perpendicularmente hacia la derecha dirección ESTE, dejando a nuestra derecha algunas casas cercanas a la MA-528, que une la localidad de Casares con la A-377, sin dejar de subir en ningún momento llegamos a una valla que rebasamos sin problemas, ya por tramo de ladera mucho mas escarpada, y poblada principalmente de palmitos, lentisco y coscojas, donde recientemente habían desbrozado una senda que descubrieron Manolo y Carmen en recientes trabajos de investigación por la zona. Sendero imposible de divisar desde la distancia y que de hecho no ves hasta que no estás encima del mismo.   
A partir de aquí los zig-zags son continuos para salvar la fuerte pendiente, que debemos remontar por la cara S-O de la sierra, hasta que por fín el bajo matorral, da paso a una zona mas boscosa, donde hicimos una parada estratégica cercana a un cortijo solitario rodeado de limoneros desde donde un caballo blanco nos miraba con curiosidad. Mientras le cantábamos el cumpleaños Feliz a Macarena que aquel día cumplía 33. A partir de allí caminamos bajo la sombra de quejigos y alcornoques, mitigando el esfuerzo del siguiente tramo de ascensión que nos llevó hasta las inmediaciones del Mirador de la Cosalba, que podría entenderse con la proa de ese gran barco que parece formar Sierra Crestellina. Desde allí y durante un buen rato tendríamos vistas hacia la vertiente ESTE que a penas habíamos podido contemplar unos instantes al inicio de la jornada.
Allí fue donde el grupo se dividió en dos, optando: Marlen, Eduardo, Natalia, Leo, Elena, Paqui, Rafa, Manuel Esteban, Marlisse por quedarse allí almorzando en tan idílico lugar, para seguir la propuesta de Manolo y Carmen de completar el sendero clásico de Sierra Crestellina, finalizando sobre las 17.00 pm.
Eran ya pasadas las 14.00 pm  cuando el resto del grupo comenzaba la parte mas dura de la escarpada ascensión hacia la Crestería de Sierra Crestellina propuesta por el “Maestro geobotánico” Pepe Guerrero, en unos 45 minutos remontábamos la escarpada ladera SURESTE, del cerro Casares, sin apenas una breve pausa de reagrupamiento hasta que llegábamos a su  mermado vértice geodésico (906 msnm), almorzando en apenas 15 minutos, sentados en la primera repisa que caía hacia la vertiente oeste, al resguardo de la fresca brisa de levante, almorzando bajo el cálido sol del mediodía con preciosas vistas hacia el bajo Genal, el Campo de Gibraltar, el Yabel Musa, el Rif y Los Alcornocales, con la localidad de Jimena de la Frontera en el horizonte y mas a la derecha  Cortes de la Frontera a los pies de la sierra de Líbar OESTE.
Finalizado el almuerzo (pasadas ya las 15.10 pm), iniciamos el tramo de crestería propiamente dicho, desde el vértice geodésico del pico Casares (906 msnm) hacia la cumbre del cerro de Las Chapas, que se presenta como otra gran pirámide en dirección NORTE, coincidiendo con una trayectoria bastante rectilínea, que en todo momento coincide con la crestería, en nuestro punto de mira, el cerro de Las Chapas a su izquierda el pueblo de Gaucín a los pies del cerro del Hacho y a la derecha el pueblo de Genalguacil. 
Como toda crestería que se precie una auténtica jinkana, donde en muchos tramos hay que negociar donde colocar cada pie, entre grieta y grieta, bloque rocoso o piedras de canto, pero el 90% de la trayectoria por la crestería, presenta mas de una alternativa, a veces por la derecha, a veces por la izquierda, si queremos evitar algún tramo de bloques erscarpados.
Ni que decir, tiene que las vistas aéreas son magníficas, así como la sensación de altitud la mayor parte del tiempo, con los numerosos buitres que sobrevuelan esta zona y que casi todo el tiempo vemos desde arriba con el telón de fondo del pueblo de Casares a nuestra espalda o sierra Bermeja a nuestra derecha, dirección ESTE, aunque aquella jornada, la mayoría de los buitres que vimos sobrevolando la zona, lo hacían aprovechando las térmicas que se producían en la falda sur y oeste de la sierra, por donde iniciamos la ascensión antes de que el grupo se separara en dos.

El único tramo que podríamos considerar un poco mas expuesto, es una especie de “Paso de Mahoma”, como el que hay en la cumbre del Aneto, unos 500 m antes de llegar al cerro de Las Chapas, que puede pasar sin problemas cualquier persona que no padezca de vértigo y que también se puede evitar, a través de un difuminado sendero de cabras que pasa a los pies de ese tramo de crestería, por su vertiente OESTE, es decir, la que da vistas al valle del Genal, devolviéndonos esta senda a un pequeño bosquete de pinos que se encuentra sobre la misma cresta de la Sierra, desde donde seguimos en todo momento, dirección NORTE, hacia el cerro de Las Chapas, que paradójicamente, a pesar de tener muy cerca ya no vamos a ver hasta que lo tengamos prácticamente encima, porque ahora mismo nos lo tapa el tramo de crestería que tenemos delante de nosotros y un collado donde finaliza una vaguada que tenemos ante nosotros. 
Podemos escoger entre abrirnos campo través por la vaguada o bien por la zona de crestería, mas rocosa, pero mas limpia de vegetación, llegando en apenas 5 minutos a la misma cumbre del cerro de Las Chapas, emblemática cumbre que marca el extremo norte de esta pequeña pero interesantísima sierra Crestellina, cuya piramidal silueta es fácilmente visible desde muchas zonas del Valle del Genal o desde Jimena de la Frontera y el Valle del Hozgarganta.

Tras la obligada foto de grupo en la cumbre, el personas se puso en marcha para iniciar un rápido descenso mientras, Rafael Castle se demoraba con sus famosas panorámicas y aprovechaba para hacerme una foto junto al Trovador de la Senda, que contemplando tan mágico paisaje, con los últimos rayos de sol decía: “me resisto a abandonar esta cumbre, no quiero marcharme”. 
Pero unas veces por “H” y otras por “B” las cumbres suelen ser lugares reservados para los Dioses y tal vez por ello, rara vez solemos permanecer en ellas, tanto tiempo como nos gustaría, nuestro paso por las cumbres siempre nos sabe a poco, claro que en este caso, no sólo se trataba de una cumbre, sino de una de las cresterías mas bonitas que se pueden realizar en la provincia de Málaga y durante mas de dos horas habíamos estado disfrutando de unas panorámicas aéreas “a vista de buitre” en perfecta armonía con el entorno, pero los últimos rayos de sol, nos recordaban que ya debíamos iniciar el definitivo descenso y en cuestón de minutos finalizamos el largo zig-zag que sobre piedra suelta nos lleva por fuerte pendiente hasta el inicio del sendero que está anunciado como ruta Nº1 Refugio de Sierra Crestellina, si bien nosotros no tomamos hacia el refugio, es decir, dirección SUR, sino en dirección ESTE, hacia el puerto de Las Viñas, donde llegaríamos en escasos minutos y donde el sendero, pasa ya a convertirse de forma definitiva en pista, que en suave perfil de llaneo y descenso nos llevaría de vuelta hasta la localidad de Casares, llevando en todo momento la caída hacia el arroyo del Albarrán cuyos márgenes están poblados por un denso bosque formado por encinas, acebuches, alcornoques, quejigos, pino carrasco y pino resinero. Y del otro lado el imponente perfil de Sierra Crestellina, que con las últimas luces del atardecer contemplábamos entre la admiración y la satisfacción de haber completado tan magnífico cresteo, en lo que mi buen amigo Ilde “El Vendaval del Moncayo” denominaría mas que una ruta un desafío. Llegando ya de noche cerrada y con todas las calles encendidas a la idílica población de Casares enmarcada en un escenario de ensueño.

Este video pertenece a nuestro amigo Daniel Aragón Ortiz, de su blog “El Mundo de Daorino”

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