Distancia: 33 km
Desnivel acumulado: 2.200 m
Tiempo empleado, con paradas: 9,5 horas el primer día y 10,5 h el segundo
Tiempo empleado, con paradas: 9,5 horas el primer día y 10,5 h el segundo
Esta ruta, para mí, ha resultado
ser más dura de lo que esperaba, sobre todo por el calor.
Despues de la renuncia de varias personas en los días anteriores, iniciamos el camino cuatro personas. Por parte de Comando Preston: Mariví Aragón, Fabiola Muñoz, y yo. En Órgiva se unió a nosotros Antonio Castro, un amigo del club Verticalia de Córdoba, que vino desde Huelva, donde vive, para hacer la ruta. Esto, por sí solo, tiene su mérito.
Despues de la renuncia de varias personas en los días anteriores, iniciamos el camino cuatro personas. Por parte de Comando Preston: Mariví Aragón, Fabiola Muñoz, y yo. En Órgiva se unió a nosotros Antonio Castro, un amigo del club Verticalia de Córdoba, que vino desde Huelva, donde vive, para hacer la ruta. Esto, por sí solo, tiene su mérito.
Antes de salir bebemos agua en una de las fuentes del pueblo, momento que
aprovecho para meter en el pilón el altímetro que llevaba colgado al cuello y
lo dejo inutilizado. No hay más problema, llevo navegador y mapa, por si acaso.
Los primeros kilómetros, según el tramo, transcurren junto al cauce, o por el
mismo cauce, del rio Tevélez, con mucha vegetación que hace muy agradable esta
parte de la ruta. Después de un par de horas de marcha nos cruzamos con una
pareja que venía acompañada de un bonito y esbelto perro, color canela. En
realidad las únicas personas que vimos el primer día de ruta, aparte de dos
campesinos a caballo. Los saludos habituales y Fabiola y Mariví que acarician
al perro (en realidad perra, como comprobamos después) y el perro que da la
vuelta, deja a sus acompañantes, que no sus dueños como ellos mismos nos
dijeron, y decide quedarse con nosotros.
Llegados al Horcajo, donde nace el río Trevélez de la confluencia del Juntillas
y el Jerez, iniciamos un durillo ascenso, siendo nuestro objetivo llegar al
refugio de la Meseta, situado a medio camino de esta subida, para hacer una
parada y picar algo.
Y así lo hacemos cuando llegamos al refugio, que está mejor por dentro que por fuera, tiene un saloncito con chimenea y dos habitaciones, una de ellas con somieres con patas. Mientras comíamos, la perra a la que rebautizamos "Canela", se echaba un sueñecito. En la hora y media que llevaba con nosotros siempre había ido a bastante distancia por delante, sin entorpecer nuestro caminar, como intentando marcarnos por donde había que ir, lo que hacía bastante bien cuando el sendero estaba claro y no tan bien cuando no había sendero. De vez en cuando correteaba en zig zags hacia arriba o hacia abajo como una auténtica cabra y la perdiamos de vista y cuando después de algún rato de no verla pensábamos que la habíamos dejado atras, la encontrábamos delante. Después de tanto ajetreo no es de extrañar que en el refugio prefiriera dormir a comer, pero antes de continuar le dimos algo de comida.
A partir de aquí y hasta el rio Juntillas no hay sendero y sí muchas alambradas para que pasten las vacas y algunos cortados . Y aquí es cuando eché en falta el altímetro porque había que mantener la cota a media ladera del cerro Pelado y la tendencia nuestra, y la de "Canela" que al ir por delante nos despistaba, era ir hacia abajo, lo que había que recuperar para arriba cuando abría el navegador y comprobaba el desvío.
Sabíamos que encontraríamos cursos de agua por el camino y por eso ahorramos peso en las mochilas. Eso sí, con tantas vacas por los alrededores la utilizabamos con pastillas potabilizadoras que tanto Antonio como yo llevábamos.
Desde el refugio anterior, pasando por el barranco de Juntillas y el de Valdeinfierno, es zona muy poco transitada y no vimos a nadie más en todo el día hasta llegar a Las Calderetas, donde después de nosotros, llegaron cinco personas más que habrían llegado por otras vías.
Acampados en Las Calderetas y pronto en los sacos de dormir a causa del frio y sobre todo del viento, tuvimos la visita del zorro, que empezo a tirar de la esterilla de Mariví y al incorporarse para ver que era, el zorro salto el murete de piedra de la corraleta y huyó. "Canela" se dío cuenta del jaleo y salió tras el zorro al que no alcanzó, pero al que le metió un buen susto. Noche totalmente tranquila desde entonces.
He de decir que, cuando comíamos, "Canela" se situaba a un par de metros de distancia de nosotros y ni nos miraba, imagino que ojos que no ven..., y solamente se acercaba cuando la llamabamos para darle algo de comida, que devoraba en un pis pas, y volvía al mismo sitio. No he tenido nunca perro y no entiendo de perros, pero me sorprendía este comportamiento tan ... ¿educado?...del animal.
A la mañana siguiente, desde Las Calderetas, iniciamos la subida a los Acucaderos, desde donde contemplamos las magnificas vistas de la zona norte de Sierra Nevada, hasta Güejar Sierra al fondo y las caras norte del Alcazaba y Mulhacén. ¡Fantástico! ... y además con cobertura de móvil.
Bajamos hacia el barranco del Goterón, la zona en la que quedaron desperdigados en 1962 los restos de un avión francés con 90 personas a bordo que impactó frontamente contra los Tajos del Goterón. Algunos de estos restos aún se pueden encontrar por estar en lugares poco accesibles, como el enorme muelle que encontró y fotografió el amigo Antonio, en la subida por la Z.
La subida de la Z, aunque marcada con hitos de piedra, es confusa en los ultimos treinta o cuarenta metros y es principalmente de trepada con tramos poco firmes, lo que hace extremar las precauciones y poner en práctica lo de asegurar los tres puntos de apoyo. ¿Por dónde y cuando llegó "Canela " arriba?... Ni idea, pero arriba nos esperaba.
A partir de aquí, tecnicamente ya no encontramos mayor problema, subida al Alcazaba, en cuya cima coincidimos con Fidel y Salvador que con el Grupo de Almoradú habían subido por el "Canuto", de ahí los cascos que se ven en las fotos.
Nos despedimos y, antes de bajar, nosotros celebramos la subida a la cima con un chupito de Baileys.
A partir de aquí bajada por el "colaero" a Siete Lagunas y después por las Chorreras Negras, que a eso de las 4 de la tarde que era y en sábado, más que negras se habían convertido en multicolor, por la cantidad de excusionistas que subían por el pedregal.
Y a partir de aquí las dos mujeres, las que algunos dicen que son el sexo débil, que se ponen a correr literalmente, y nos dejan a los dos hombres a más de media hora de distancia durante toda la bajada y a las que alcanzamos al final porque encontraron unas moreras cargadas de moras maduras y se pusieron ciegas. Cuando las encontramos parecía que salían de una matanza.
Llegada al pueblo, las cervezas de rigor y ahora ...¿que pasará con "Canela"?. Es un animal que necesita campo, correr, aire libre..., sería un crimen meterla en un piso, que es lo único que le podemos ofrecer. Nos dicen en el bar que ya la habian visto vagando por el pueblo hace unos días. Después de 33 km por las montañas y en compañía, vuelve al pueblo pero ahora se queda sola.
Hacemos gestiones en el bar, en la tienda de comestibles donde le compramos jamón cocido como despedida, pero nada. Nos dicen que la gente de aquí suele tener animales, y algunos quizá más de los que quisieran.
Los cuatro sentimos una gran pena, pero tenemos que dejarla aquí, con la esperanza de que alguién bueno quiera ser su dueño. Lo unico que necesita son unas caricias. A cambio de eso lo da todo.
Para mí, que como he dicho antes no entiendo de perros, ES LA MEJOR PERSONA QUE HE CONOCIDO, muy por encima del humano que la ha dejado abandonada.
Crónica y fotografías: Don Mariano Navarro "El Ingeniero de Comunicaciones".
Y así lo hacemos cuando llegamos al refugio, que está mejor por dentro que por fuera, tiene un saloncito con chimenea y dos habitaciones, una de ellas con somieres con patas. Mientras comíamos, la perra a la que rebautizamos "Canela", se echaba un sueñecito. En la hora y media que llevaba con nosotros siempre había ido a bastante distancia por delante, sin entorpecer nuestro caminar, como intentando marcarnos por donde había que ir, lo que hacía bastante bien cuando el sendero estaba claro y no tan bien cuando no había sendero. De vez en cuando correteaba en zig zags hacia arriba o hacia abajo como una auténtica cabra y la perdiamos de vista y cuando después de algún rato de no verla pensábamos que la habíamos dejado atras, la encontrábamos delante. Después de tanto ajetreo no es de extrañar que en el refugio prefiriera dormir a comer, pero antes de continuar le dimos algo de comida.
A partir de aquí y hasta el rio Juntillas no hay sendero y sí muchas alambradas para que pasten las vacas y algunos cortados . Y aquí es cuando eché en falta el altímetro porque había que mantener la cota a media ladera del cerro Pelado y la tendencia nuestra, y la de "Canela" que al ir por delante nos despistaba, era ir hacia abajo, lo que había que recuperar para arriba cuando abría el navegador y comprobaba el desvío.
Sabíamos que encontraríamos cursos de agua por el camino y por eso ahorramos peso en las mochilas. Eso sí, con tantas vacas por los alrededores la utilizabamos con pastillas potabilizadoras que tanto Antonio como yo llevábamos.
Desde el refugio anterior, pasando por el barranco de Juntillas y el de Valdeinfierno, es zona muy poco transitada y no vimos a nadie más en todo el día hasta llegar a Las Calderetas, donde después de nosotros, llegaron cinco personas más que habrían llegado por otras vías.
Acampados en Las Calderetas y pronto en los sacos de dormir a causa del frio y sobre todo del viento, tuvimos la visita del zorro, que empezo a tirar de la esterilla de Mariví y al incorporarse para ver que era, el zorro salto el murete de piedra de la corraleta y huyó. "Canela" se dío cuenta del jaleo y salió tras el zorro al que no alcanzó, pero al que le metió un buen susto. Noche totalmente tranquila desde entonces.
He de decir que, cuando comíamos, "Canela" se situaba a un par de metros de distancia de nosotros y ni nos miraba, imagino que ojos que no ven..., y solamente se acercaba cuando la llamabamos para darle algo de comida, que devoraba en un pis pas, y volvía al mismo sitio. No he tenido nunca perro y no entiendo de perros, pero me sorprendía este comportamiento tan ... ¿educado?...del animal.
A la mañana siguiente, desde Las Calderetas, iniciamos la subida a los Acucaderos, desde donde contemplamos las magnificas vistas de la zona norte de Sierra Nevada, hasta Güejar Sierra al fondo y las caras norte del Alcazaba y Mulhacén. ¡Fantástico! ... y además con cobertura de móvil.
Bajamos hacia el barranco del Goterón, la zona en la que quedaron desperdigados en 1962 los restos de un avión francés con 90 personas a bordo que impactó frontamente contra los Tajos del Goterón. Algunos de estos restos aún se pueden encontrar por estar en lugares poco accesibles, como el enorme muelle que encontró y fotografió el amigo Antonio, en la subida por la Z.
La subida de la Z, aunque marcada con hitos de piedra, es confusa en los ultimos treinta o cuarenta metros y es principalmente de trepada con tramos poco firmes, lo que hace extremar las precauciones y poner en práctica lo de asegurar los tres puntos de apoyo. ¿Por dónde y cuando llegó "Canela " arriba?... Ni idea, pero arriba nos esperaba.
A partir de aquí, tecnicamente ya no encontramos mayor problema, subida al Alcazaba, en cuya cima coincidimos con Fidel y Salvador que con el Grupo de Almoradú habían subido por el "Canuto", de ahí los cascos que se ven en las fotos.
Nos despedimos y, antes de bajar, nosotros celebramos la subida a la cima con un chupito de Baileys.
A partir de aquí bajada por el "colaero" a Siete Lagunas y después por las Chorreras Negras, que a eso de las 4 de la tarde que era y en sábado, más que negras se habían convertido en multicolor, por la cantidad de excusionistas que subían por el pedregal.
Y a partir de aquí las dos mujeres, las que algunos dicen que son el sexo débil, que se ponen a correr literalmente, y nos dejan a los dos hombres a más de media hora de distancia durante toda la bajada y a las que alcanzamos al final porque encontraron unas moreras cargadas de moras maduras y se pusieron ciegas. Cuando las encontramos parecía que salían de una matanza.
Llegada al pueblo, las cervezas de rigor y ahora ...¿que pasará con "Canela"?. Es un animal que necesita campo, correr, aire libre..., sería un crimen meterla en un piso, que es lo único que le podemos ofrecer. Nos dicen en el bar que ya la habian visto vagando por el pueblo hace unos días. Después de 33 km por las montañas y en compañía, vuelve al pueblo pero ahora se queda sola.
Hacemos gestiones en el bar, en la tienda de comestibles donde le compramos jamón cocido como despedida, pero nada. Nos dicen que la gente de aquí suele tener animales, y algunos quizá más de los que quisieran.
Los cuatro sentimos una gran pena, pero tenemos que dejarla aquí, con la esperanza de que alguién bueno quiera ser su dueño. Lo unico que necesita son unas caricias. A cambio de eso lo da todo.
Para mí, que como he dicho antes no entiendo de perros, ES LA MEJOR PERSONA QUE HE CONOCIDO, muy por encima del humano que la ha dejado abandonada.
Crónica y fotografías: Don Mariano Navarro "El Ingeniero de Comunicaciones".
Completa, bonita y emotiva crónotica. Enhorabuena. Saludos.
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