lunes, agosto 03, 2015

De Cuevas Bajas a la Noria de la Aceña y de la Agusadera por el soto del río Genil

Pueblo de referencia: Cuevas Bajas (Málaga)

Desnivel: 100 m
Distancia: 11 km
Tiempo: 3 horas
14 Participantes: Paco “El Generoso, José Manuel Vázquez “El coleccionista de vértices geodésicos”, Marlis Hofer, Esteban Guzmán Sánchez, Kevin, David Nicolás Álvarez Domínguez, Nuria Andrade Zaura, Paqui, Rafa Molina "El retorno de Elvis", Rafael Molina Bravo (junior), Brida Bisculm Heyme, Martina Hernández Bisculm (19 años), Francisco Manuel Quintero Jiménez y Juan Ignacio Amador.
PASAJES DE LA HISTORIA: La zona en la que se halla ubicada Cuevas Bajas, tiene antecedentes históricos desde el Paleolítico (40.000 años a.C.), según se desprende de los instrumentales aparecidos en la vecina Cueva de Belda (Cuevas de San Marcos), así como en las terrazas del río Genil, y en todo su término municipal de forma accidental, lo que indica la existencia de una primitiva población de cazadores y pescadores.
Durante la época romana, en torno al s. II, junto al núcleo urbano actual, pasaba una de las calzadas romanas recogida en el itinerario de Antonio, la via Antoniana, es en esta época cuando los romanos dedicaron estos terrenos junto al río Singilis (Genil en su denominación actual), dada la riqueza de los mismos, a la vid, al olivo y sobre todo al cereal. De esta época podemos encontrar dentro de su término municipal numerosos vestigios de villas romanas, destacando como obras de ingeniería civil los restos del puente sobre el Arroyo de las Pozas, los restos de unas termas en la conocida como Villa Del Burriana, y restos de unos baños en el Paraje denominado “Baños de Escobar”, y restos de mosaicos romanos del siglo III, como los encontrados en la zona denominada como “Huertas del Marqués” y en la zona del Cortijo del Conde.  
Durante el Medievo, Cuevas Bajas y Cuevas Altas fueron denominadas Cuevas de Belda. Las actuales Cuevas Bajas y Cuevas de San Marcos, son dos poblados musulmanes que fueron conquistados por el Infante de Antequera Pedro de Narváez sobre el año 1426 , y que tras desalojar a la población musulmana fueron arrasados por no tener Antequera suficiente población para repoblarlos.
A finales del s. XV y tras el reparto de tierras que se produjo en esta zona, va llegando población a la villa, así pues se repueblan las Aldeas del Cedrón y la Moheda tras la expulsión de judíos y musulmanes pasando estas tierras a ser dehesas de Jesuitas, y colonos de la Ciudad de Antequera fueron construyendo sus moradas a orillas del río Genil. Será a partir de esta época, cuando empieza a configurarse la actual Cuevas Bajas llegando a tener a principios del s. XVIII más de 1.400 habitantes, consiguiendo tener su máximo esplendor tras su independencia de Antequera el 7 de Agosto de 1819, alcanzando en 1900 una población de unos 3000 habitantes.
Resumen del itinerario:
Después de dejar los coches aparcados en una pequeña explanada terriza a los pies de una arboleda frente a la rotonda de entrada al pueblo, echamos a andar bajo los tenderetes recién instalados del mercadillo de los sábados, frente a cuyos puestos fuimos pasando frente a las miradas curiosas de los comerciantes, ofreciéndonos desde ropa interior hasta gorras para el camino. 
A la izquierda dejábamos la puerta de entrada de las instalaciones de la piscina municipal y al final de la calle, doblábamos a la derecha, encarando la travesía principal, donde se encontraba la mayor participantes de bares del pueblo en cuya entrada predominaban las partidas de dominó, con los abuelos del pueblo a cual mas concentrado y el corrillo de observadores, todos muy serios y atentos a cada movimiento del otro jugador, cual película del Oeste. Al final de esta calle unos carteles indicativos de: “Ruta Ribera del Genil” y observatorio de aves”, nos reconfirmaba que íbamos por el buen camino, dejando algunas naves agrícolas y ganaderas, instalaciones de usos varios y un magnífico campo de hierba artificial, que ya lo quisieran para sí muchos distritos de capitales de provincia. 
El camino sigue siendo pista asfaltada, o mas bien carretera local que nos lleva a una clara bifurcación en forma de “Y”. El ramal de la izquierda, resulta ser la prolongación de la carretera local por la que venimos caminando con varios carteles en su dirección que nos indican: “Observatorio de aves”, “acceso soto del río y Laguna” + “Noria” (sin nombre). Y a la derecha, o más bien recto respecto a la trayectoria que llevamos N-E: el poco seductor cartel de “punta de residuos, sólidos urbanos”, siendo esta nuestra opción, a partir de aquí, algo más de 1,5 km del inicio ya comenzamos a caminar por pista terriza. Pronto sale un ramal del camino a la derecha que lleva a dicha “punta de residuos”, pero nuestra ruta coincide con la pista principal de trazado bastante rectilíneo, que después de atravesar el erosionado cauce del arroyo de Los Paternales, comienza a afrontar la única ascensión de todo el recorrido entre olivos centenarios que son la imagen mas característica de este paisaje de campiña que nos rodea por todas partes. 
A nuestra espalda (S-O), va quedando la localidad de Cuevas Bajas. Al llegar a la parte alta del único cerro que ascendemos en todo el recorrido, pasamos bajo un tendido eléctrico. A nuestra izquierda (NORTE), podemos contemplar gran parte de la localidad cordobesa de Encinas Reales. Y también a nuestra izquierda, pero mucho más cerca de nosotros, tenemos una amplia panorámica del soto de Cuevas Bajas, por donde discurriría nuestro camino de regreso, que está formado por una amplia extensión de terreno originada por el discurrir sinuoso del Genil a su paso por esta localidad. Históricamente, el río aquí no se ha ceñido al trazado actual del cauce, sino que su curso se ha visto modificado por diversas circunstancias, tales como el depósito de sedimentos, el estrangulamiento de algún meandro o el desarrollo de la vegetación de ribera. Es por ello que el soto haya sido una extensa llanura de inundación a merced de las crecidas del río o de precipitaciones copiosas. La construcción, aguas arriba, de la presa del pantano de Iznájar, ha contribuido a la estabilidad de esta zona, disminuyendo las inundaciones del soto. Así mismo, los cultivos de regadío y huertas han proliferado al amparo de la seguridad ofrecida por esta obra de ingeniería, aprovechando, así, las bondades de un terreno aluvial, fértil y rico en agua.
Una vez que pasamos bajo el tendido eléctrico, iniciamos el descenso, recreándonos con el paisaje de campiña, que en todo momento preside la hilera de chopos, eucaliptos y tarajes que forman parte del bosque de galería del río Genil, y algunas casas diseminadas o la torreta cercana a la noria de la Aceña que ya intuimos en lontananza a la que nos vamos acercando a cada paso.
La Noria de la Aceña está situada en un lugar estratégico del río donde el río desvía sus aguas rápidas hasta su ubicación, convirtiendo el lugar en un clamor de agua y frescura. Se encuentra relativamente cerca de la carretera que une Cuevas Bajas con Cuevas de San Marcos a un Km y algo antes de llegar a ésta última sale un carril asfaltado a la izquierda que nos indica La Noria, aunque obviamente nosotros llegamos caminando desde Cuevas Bajas por el denominado camino de la Colada del Río.
La Noria de la Aceña fue construida a finales del XVIII en madera, la que hoy podemos
apreciar fue sustituida por hierro en los años 30 del siglo XX. Recientemente se sometió
a una profunda restauración que le ha devuelto el esplendor que se le supone a estos
gigantes de río. Junto a ella quedan restos de lo que fue un Molino. La Noria conserva
toda su maquinaria y de hecho una reciente restauración permite que en la actualidad siga funcionando a buen rendimiento y gracias a ello se pueden regar con generosidad todas las fincas cercanas.
Como bien nos recordaba Francisco manuel, según la Real Academia de la Lengua, “Aceña” significa: Molino harinero de agua situado dentro del cauce de un río, por lo que la denominación de “Noria de la Aceña” puede resultar un tanto redundante. Las Norias fluviales han sido conocidas en Andalucía desde finales de la Edad Media por el término de Norias de vuelo. Su nombre, naura, deriva del verbo árabe na´ar, que significa gruñir o gemir, en clara alusión al característico sonido que producen cuando están en movimiento. El Sevillano Ibn Hisam al - Lajmí¬ en el siglo XII, indicaba que la máquina de gran envergadura, redonda, con paletas finas en la que bate la corriente de agua, de forma que sólo necesite de ésta para girar, es llamada an -naura, sólo se establece al lado de un río y al girar produce un chirrido que es causa de que se llame así -gemidora- En Palma del Río aún se les llama de esta manera. (Texto del Profesor R. Córdoba de La Llave).
Una vez finalizada la sesión de fotos en la noria de la Aceña, regresamos sobre nuestros pasos, hasta que unos 500 m mas allá tomamos un ramal a la derecha, que avanzaba paralelo al río Genil, que a partir de este momento, quedaría siempre a nuestra derecha, caminando la mayor parte del tiempo muy próximo al cauce, de manera que a la derecha del camino, tan sólo nos separaba del camino la tupida línea de choperas y tarajes de los márgenes de la ribera y a la izquierda el omnipresente olivar. De vez en cuando, se abría algún claro a través de la vegetación que nos permitía acercarnos a su orilla o contemplar su generoso caudal como la fuerza del mismo, mientras bromeábamos con los rápidos que nos esperarían horas después en la sesión de rafting. Una de las cosas que más nos llamó la atención de esta zona fue la gran cantidad de madrigueras de conejo cerca del río y la cantidad de cartuchos esparcidos por el suelo de los cazadores.
Poco después de dejar a la derecha una gran isleta del río, nos separaríamos del cauce, a lo largo de unos 2 km, caminando ahora a unos 300-400 m del mismo quedando éste siempre a nuestra derecha y pasando por algunas cortijadas y fincas de frutales y olivos, hasta dejar a nuestra derecha un ramal del camino que se dirigía al río donde se indicaba: “embarcadero, zona de rafting y piraguas”, coincidiendo también con una cantera de áridos que también han alterado no sólo el curso del río, sino el cambio de profundidad en según que zona, siendo una de las causas por las cuales dejó de funcionar la noria de la Agusadera con la eficacia de antaño. De hecho, debemos estar atentos al siguiente ramal del camino a la derecha, que será el que nos lleve directamente hasta dicha noria de porte monumental de principios del siglo XIX, restaurada junto con el acueducto en el 2010, dando como resultado un armonioso conjunto perfectamente integrado en un bello soto del Genil, donde se han instalado algunos bancos de madera donde hicimos una breve parada de avituallamiento bajo la agradable sombra del bosque de ribera. Lástima que algunos paneles informativos hayan servido de tiro al blanco con las clásicas escopetas de perdigones, que tanto daño han hecho (y siguen haciendo) a las pobres aves insectívoras e incluso otras de mayor envergadura.
Hasta hace pocos años, la noria estaba completa con todos sus cangilones de madera unida a un tramo de acueducto que canalizaba y distribuía sus aguas en una parte del río donde sus aguas adquieren un poco más de brío. Pero según nos contaron algunos chavales del pueblo, una banda de rumanos que estuvo un tiempo por allí desvalijó gran parte de su mecanismo, así como numerosos motores para el riego de las huertas.
Este tramo del río Genil alberga un rico Patrimonio Natural en este tramo del Genil de gran interés para ornitólogos, amantes del piragüismo ó del rafting, gracias a sus tramos de aguas rápidas que junto al bosque de galería y el trino de los pájaros resulta por su proximidad apto para todos. Recientemente la Diputación de Málaga ha catalogado al conjunto de la Noria de la Agusadera como Rincón Singular de la Provincia, si bien es cierto que el entorno de la noria de la Aceña, mucho mejor conservada, nos pareció tanto o más bonito que éste.
Desde la noria de la Agusadera, teníamos la opción de regresar sobre nuestros pasos, hasta la pista asfaltada, o bien mantenernos paralelo al río, caminando por el perímetro de una amplia extensión de cultivos, que no supimos identificar a primera vista, aunque presumiblemente de leguminosas, que fuimos salvando como mejor pudimos, mientras intentábamos evitar algunas zonas inundadas, donde te hundías en el barro. Encaminando nuestros pasos hacia un observatorio de aves junto al río, enmarcado perfectamente en el entorno del bosque de galería que cubre el curso fluvial y las aves que lo habitan. Las especies arbóreas que componen la vegetación riparia del Genil son álamos blancos (Populus alba), sauces (Salix alba) y fresnos (Fraxinus angustifolia), así como numerosas espadañas (Typha sp.), juncos (Juncus sp.), rosales silvestres (Rosa canina) y zarzaparrillas (Smilax aspera), que ocupan el sotobosque y las zonas más degradadas.
Desde el observatorio de aves, comenzamos a caminar por una pista terriza, llevando en todo momento el río Genil a nuestra derecha, donde aprovechamos para quitarnos el barro del calzado y de las piernas en la medida de lo posible, y a la izquierda una gran laguna conocida localmente como Lago Fernández, frente a esta laguna, la erosión del gran meandro que forma aquí el río Genil ha originado un cortado de arcillas y yesos que pone fin a la llanura del valle, dejando atrás el soto de Cuevas Bajas, por un camino salpicado de edificaciones diseminadas y diversos corrales de ovejas, entre los cuales podemos ver una extensión llana de terreno ocupada normalmente por cultivos herbáceos que, ocasionalmente, puede estar inundadas en épocas de lluvias abundantes o bien presididas por bloques de heno en los meses de verano.
Unos 20 minutos después estábamos volvíamos a recorrer la travesía principal del pueblo, encontrándonos ya el mercadillo prácticamente desmantelado, antes de entrar en la piscina municipal del pueblo (25x15 m), donde estuvimos almorzando y disfrutando de su magnífico estado de conservación. Aguas muy limpias, vestuarios amplios y limpios, así como la zona para comer lo que cada uno llevara o bien el bar piscina, su socorrista correspondiente, casi exclusivamente para nosotros. A escasos metros del punto de encuentro donde estábamos citados a las 16.00 pm con los monitores de la empresa de Turismo Activo Ociosport de cerro Gordo de Cuevas Bajas, donde se unirían 18 compañeros mas.Después del almuerzo y la gratificante sesión de baños en la piscina llegaba el momento álgido de la jornada, sin lugar a dudas, una de las mas inolvidables de este verano 2015, para todos los que allí estuvimos. La sesión de RAFTING entre Benamejí y Palenciana.
Tras la charla didáctica de conocimientos básicos, rescates de "hombre/mujer al agua" y evitar caídas en la medida de lo posible, nos montamos en las coloridas furgonetas tuneadas con el logo de la empresa y pusimos rumbo a El Tejar, por la antigua carreteraa nacional, hasta el puente de Benamejí, donde pudimos dar la vuelta y retroceder un par de centenares de metros para tomar la cerrada curva que da acceso hacia el recóndito paraje, donde se encuentran los pilares del viaducto, pasados los cuales, nos reunbimos todos los compañeros. 
Reparto de remos, últimos repasos para inflar las embarcaciones en su punto correcto, selección de euipos/grupos para cada embarcación, unos breves minutos paara lanzarse al agua y tomar temperatura quien quiera y todos a las barcas, cada uno a la suya.
Los primeros minirápidos a escasos metros del comienzo auguran quee los rápidos que nos esperan mas adeelante van a estar muy revueltos. Atrás van quedando los pilares del viaducto, el puente romano de Benamejí, plagado de nidos de golondrinas y vencejos que vuelan a ras de aguaa acompañándonos en estee primer tramo selvático, pero todavía con las aguas muy tranquilas, de hecho es zona propicia para que se lancen al agua los que quieran, siempre con permiso del monitor y de forma controlada. 
Durante un buen trecho el río se mantiene relativamente manso, salvo algún tramo algo rápido, en los que no obstante no puedes bajar la guardia para no llevarte alguna rama por delante, que de vez en cuando te obliga a agacharte, el casco y el neopreno y el chaleco salvavidas son nuestros meejores escudos para evitar pinchazos o golpes con algún tronco o roca a ras de agua.
En todo momento, los monitores demostraron gran profesionalidad y pericia, dirigiendo la embarcación y haciendo de timonel en los tramos mas complicados, destacando el surfeo sobre la ola del frances y los dos últimos rápidos con el mítico EL AGUJERO NEGRO y LA PORTERIA donde a escasos metros del final, ya muy cerca de la presa cercana a la casa de la Barca (Palenciana), tenemos que esquivar un árbol y una roca de gran tamaño en medio del cauce, con la adrenalina a tope. En distintos momentos del recorrido tanto Miguel Ángel, como otra compañera de Ociosport cerro Gordo, fueron haciendonos un reportaje al que pertenecen las fotos que hemos colocado aquí.
Os animamos a todos los que queráis vivir esta experiencia a contactar con:
Miguel Ángel Sánchez Ortiz
Gerente
OCIOAVENTURA CERRO GORDO 
®
Tel:  951 70 02 31 / 655 614 837
www.ocioaventuracerrogordo.com

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