Si venimos desde Sevilla o Cádiz, unos 15 km antes de llegar a Ronda
por la A-374, nos desviaremos a la derecha por la MA-8403, que pasa por delante
del hotel rural Cortijo Las Piletas, y unos Km mas allá entre el peñón del
Mures y el imponente cerro Tavizna, llegando finalmente a Montejaque.
Distancia aprox. 10 km.
Desnivel aprox.
500 m
Punto de partida:
cementerio de Montejaque, 670 msnm
Punto mas elevado:
peñón del Mures 871 msnm
Punto mas bajo:
Cueva del Hundidero (entrada) 650 msnm
Tiempo aprox. unas 6 horas si subimos al Peñón
del Mures

Tipo suelo:
camino empedrado, canchal, tramo corto de carretera, pista terriza y escaleras
excavadas en roca.
Tipo de recorrido: Circular
en sentido contrario a las agujas del reloj, con tramo lineal de ida y vuelta
para visitar la entrada de Hundidero.
Mapa: Benaoján (1.050
IV)
Vistas desdee el inicio de ruta, tal y como vamos ascendiendo por el Camino empedrado de la ermita.
Breve descripción de
la ruta:
Tomando como punto
de inicio y retorno el cementerio nuevo de Montejaque iniciamos la ascensión
por el serpenteante camino empedrado que nos lleva hasta la ermita de la Escarihüela, se trata
de una corta pero intensa subida desde la que vamos disfrutando con
privilegiadas vistas de Montejaque y su entorno, con el Hacho y el extremo
norte de la sierra de Líbar como telón de fondo hacia el oeste y suroeste y
hacia el sur una vista parcial de Benaoján encajonada entre las montañas que la
rodean. Finalizadas las rampas el camino se hace llano y terrizo, dejando a
nuestra derecha la ermita donde el sábado más próximo al 18 de mayo posesionan
a Nuestra Señora de la Concepción de Montejaque, acompañada de la banda de
música, para volverla a bajar unas horas mas tarde.
Continuamos
dirección N-E, llaneando por el denominado "Camino Viejo de Ronda"
con la cumbre del cerro Algarrobo (809 m) a nuestra
derecha ligeramente por encima de nosotros. Pero unos 100 m mas allá de la
ermita, abandonamos el camino principal, tomando una vereda secundaria, que
sale a nuestra izquierda, dirección N, junto a un almendro solitario. Hay que
tener cuidado, porque está tan abandonado que casi ha quedado mimetizado por el
mismo color de la tierra y las piedras que lo rodean. Sus primeros metros
discurren casi paralelos al camino principal por el que veníamos, pero un
pasillo entre pitas, acebuches y aladiernos nos confirmarán que llevamos el
itinerario correcto. Unos 500
m mas allá el camino de bifurca formando una “Y”,
tomando nosotros el camino de la izquierda, que discurre por una pequeña
vaguada plagada de grandes retamas que debemos ir esquivando pues han ido
colonizando por doquier este camino abandonado. Las ascensión durante un corto
tramo es algo pronunciada, pero antes de darnos cuenta llegamos a una frágil
angarilla, que dejaremos cerrada a nuestro paso. A partir de aquí, más que
camino ya es sendero marcado principalmente por cagarrutas y pisadas de cabras,
que tras rebasar la angarilla, nos señalan un leve giro a nuestra derecha,
manteniéndonos en dirección norte, mientras subimos perpendicularmente entre
grandes retamas hasta que llegamos a la antigua era de trilla.
Continuamos por una
senda de cabras dirección N-E sin perder altura, rodeamos el cerro que tenemos
ante nosotros, dejándolo a nuestra derecha. Tras este primer cerro,
debemos abrirnos paso como mejor podemos por un tramo de varios centenares de metros abriéndonos paso como mejor podemos entre abundantes retamas y un mar de cardos, ya secos a finales de verano.

No debemos confundir el peñón del Mures, con el cerro
del Mures (871 m) que es nuestro primer objetivo, cuyo vértice geodésico
queda a tiro de piedra a la derecha del
mencionado collado, por encima del caos de rocas y afilados canchales por donde
cada uno tendrá que caminar e incluso trepar como mejor pueda hasta volvernos a
reunir alrededor del vértice geodésico, que a pesar de su modesta altitud nos
permite disfrutar de una bonita
panorámica del entorno de Montejaque, con la Sierra de Líbar, al sur, Ronda con
su tajo, Sierra Hidalga, Oreganal y Sierra de las Nieves al Este y al Oeste, la
desafiante pirámide del cerro Tavizna muy próxima a nosotros y mucho más lejana
la sierra del Pinar pudiendo distinguir las siluetas del San Cristobal y
Torreón y algo más a la izquierda la sierra del Endrinal con el Reloj y el
Simancón.
Una vez en la base de la vertiente E del cerro del Mures, tomamos un antiguo camino a la izquierda, donde nos encontramos con unos caballistas que llevaban nuestra misma dirección, dejando a la derecha el peñón del Mures, que durante unos minutos tuvimos a tiro de piedra, atravesando finalmente un campo arado, tras el cual salvamos una alambrada que ya nos dejaba junto a la cercana carretera que no tardamos en abandonar, cruzando al otro lado para atrochar, a media ladera, dejando a nuestra izquierda los imponentes tajos que se encuentraan por encima y enfrente de laa entrada de laa Cueva del Hundidero, hasta llegar a los grandes eucaliptos qque coinciden con el final de una pista terriza un pequeño cerrito
colonizado por un peculiar bosquete de pinos donde almorzaríamos una hora mas tarde.

En este punto nos encontramos con tres paneles: uno dedicado al
sistema Hundidero-Gato, otros sobre la
ornitología del parque natural Sierra de Grazalema y un tercero
que nos habla de la fallida presa del Hundidero, donde se menciona su fecha de
construcción sobre los años 40 por una empresa Suiza y sus posteriores
problemas de filtración que han provocado varios accidentes mortales de
bañistas imprudentes que figuran en la leyenda negra de este peculiar embalse,
de ahí que el embalse esté seco la mayor parte del año, salvo en días de
lluvias abundantes e inmediatamente posteriores. En este mirador comienza el
empinado sendero escalonado que nos llevara directamente hasta la entrada
de la cueva del Hundidero, las personas con vértigo lo pueden pasar
mal. La altura de la entrada de la Cueva supera los 60 m, haciéndonos
sentir como hormigas bajo sus gigantescas bóvedas, casi catedralicias podríamos
decir, pudiendo llegar hasta la primera poza, después de recrearnos un buen
rato ante esta impresionante obra de la Naturaleza, abandonamos el lugar casi
con pereza. En la zona del pozo que existe frente a su entrada se pueden
encontrar algunos endemismos botánicos del parque, propios de zonas umbrías
donde nunca llega el sol, como en el fondo de la Garganta Verde., junto
El complejo Hundidero-Gato es un sistema
hidrográfico de galerías subterráneas, considerado el más importante de Andalucía y uno de los más
importantes de España con casi 10 km topografiados. El complejo conecta las
espectaculares y grandiosas grutas de Hundidero (Montejaque) y Gato (Benaoján),
ambas declaradas Monumento Natural de Andalucía. Además cuenta con la mayor travesía
integral de la Comunidad Autónoma, 4,5 km longitudinales aproximadamente, unas
6 horas de recorrido para inexpertos.
La entrada de la Cueva del
Hundidero tiene unos 64m de alto por 10m de ancho, mientras que la entrada de
la Cueva del Gato tiene unas dimensiones de 28m de alto por 15m de ancho. El río
Guadares o Campobuche, nace
cerca de la localidad de Villaluenga del Rosario, unos 15 km al Suroeste de la Cueva
de Hundidero, entra por Hundidero y se abre paso por la galería principal
hasta salir por Gato, desembocando en el río Guadiaro a unos
metros de su salida. El desnivel entre Hundidero y Gato es de 123 metros. El
carácter torrencial de sus aguas ha originado una morfología muy particular,
cuyas salas llegan a alcanzar los 70 metros de altura. Además de la galería
principal, existen muchas galerías laterales que también suponen aportes
hídricos importantes al sistema, y antiguas galerías fósiles
El complejo tiene unos 25
lagos, algunos de los cuales, como el Cabo de las Tormentas, tiene más
de 100 metros. Estos lagos hoy se cruzan nadando con trajes de neopreno, pero
antes se cruzaban en pequeñas barcas hinchables. Hundidero-Gato también esconde
en su interior lugares con espeleotemas de gran belleza como la Giraldilla
o la Gran Estalagmita, o espectaculares salas como la de los Gours, la
Sala de la Dunas, el Cabo de la Tormentas…
En Hundidero-Gato habitan una de
las mayores colonias de Europa del “murciélago de cueva” (Miniopterus
schreibersii) con colonias de invernada de 30.000 a 40.000 ejemplares, una
de las razones de la protección de ese complejo. Y en 1980 se descubrió un
especie endémica de invertebrado, de la clase Gastropoda, el
Iberhoratia Gatoa, que convive en la cueva con otras especies endémicas de
Andalucía. Sir Francis Carter,
precursor de los viajeros románticos del siglo s. XIX, dijo en su libro “Viaje
de Gibraltar a Málaga” en 1760: “La Cueva del Gato merece el
primer puesto entre las maravillas de la Serranía de Ronda”. Él
fue el primero en mencionar lo que los lugareños contaban de esta cueva, que en
su interior quedaban restos de un templo dedicado a los dioses infernales.
Luego vinieron otros viajeros,
arqueólogos, geólogos… En 1912 el pre-historiador francés Abate Henri
Breuil visita la boca de Gato guiado por el coronel William Willoughby
Cole Verner experto topógrafo que también exploró la cueva de la Pileta en
1909-1910. El abate la visitó en otras ocasiones más y encontró restos de
cerámicas. Ya en 1973 el profesor de la Universidad de Cádiz Luís de
Mora–Figueroa lleva a cabo la única excavación oficial limitada a una campaña
con dos cuadrículas, en la llamada Galería del Caballo, donde aparecieron
restos de tres esqueletos humanos, uno de ellos con un orificio en el temporal.
Dos hitos de la espeleología
moderna en Hundidero-Gato fueron la travesía integral del complejo realizada en
1968 por el grupo GEOS de Sevilla y la celebración del IV
Campeonato Nacional de Espeleología dedicado especialmente a este
sistema.
Finalizada la visita a la entrada de Hundidero, tocaba
regresar sobre nuestros pasos, subiendo los más de 300 escalones del sendero,
entre los espectaculares tajos calizos del entorno, bajo un sol de justicia,
donde más de uno llegó resoplando al punto de reunión y almuerzo en el bosquete
de pinos.
Una vez finalizamos el almuerzo en el mencionado bosquete de
pinos, rodeamos el cerrito, hasta situarnos en su cara S-O, por donde desciende
un sendero cortado por una angarilla que se pasa sin problemas, para continuar
descendiendo entre un mar de retamas y pasando junto a las ruinas de antiguos
cortijos y corralones, hasta situarnos en el nivel del embalse completamente
seco, que atravesaremos cual desierto de Tabernas, caminando sobre grandes
terruños de barro seco, granulados y cuarteados, con la sensación de estar
andando sobre un falso suelo que fuera a abrirse bajo nuestros pies de un
momento a otro, aquí solo crecen algunas retamas, dispersos cardos borriqueros y
un tipo de matorral tapizante, que bajo un sol de justicia, donde tampoco faltó
la clásica calavera de vaca, nos hacía sentirnos protagonistas de la película
el Bueno, el Feo y el Malo en la mítica escena en que Eli Wallach obliga a
atravesar a pie y maniatado a un jovencísimo Clint Eastwood.
La andadura por este tramo tan
desértico comienza dejando a nuestra izquierda el muro ciclópeo de la presa
hidroeléctrica de Los Caballeros, popularmente conocida como presa de
Montejaque, del Gaduares o de Campobuche, nombre con el que también se conoce a
este misterioso río. Y que recostada sobre la base N-O del imponente cerro
Tavizna, que en todo momento va quedando a nuestra izquierda también me recordaba
a otro escenario de película, como era la "Puerta Negra de Mordor"
(ver "Las Dos Torres", 2ª parte de la trilogía). Esta presa se
terminó de construir en 1920, muy cerca de la entrada de la Cueva de
Hundidero para intentar aprovechar este cauce permanente (craso error,
pues la entrada del Hundidero y gran parte de la base del cerro Tavizna que
forma parte del perímetro oriental del embalse se caracterizan por albergar un
gigantesco sumidero natural, cual gigantesco embudo, que hace que el agua a
penas dure unos días por mas crecido que baje el Gaduares tras días de intensas
lluvias en la cercana sierra de Grazalema.
El vaso de la presa, de naturaleza
kárstica, provocaba la filtración de las aguas, que volvían a reaparecer en el
interior del sistema. Se construyeron entre otras actuaciones, caminos,
pasadizos, puentes colgantes, se instaló iluminación, ya en la cola del embalse
pudimos observar una especie de gradas
de hormigón para taponar las galerías
que recibían las aguas, aunque sin éxito, por lo que finalmente en 1950 se
abandonó la obra.
Sin embargo, estas modificaciones
provocaron que el agua ya no fluya por la misma Sima de Hundidero ni
por la primera sección de la cueva, que hasta la década de los 50 del pasado siglo
XX, solía albergar numerosos laguitos desde su entrada, es decir, en la zona
que estuvimos visitando. Actualmente,
las nuevas filtraciones aparecen en la cueva poco después, haciendo más
imprevisible el comportamiento del sistema ya que se empieza la travesía sin
agua y poco a poco va formándose un gran caudal que puede hacer imposible la
continuación. También destruyeron un gran número de formaciones calcáreas.
Visita a la cueva de
la Pileta:
Tras superar sus más de 100 escalones, el amigo Aurelio, que
nos atendió de maravilla desde nuestra llegada hasta el momento de la despedida,
nos estuvo dando una magnífica charla muy didáctica, ya antes de entrar con
magníficas vistas hacia el cerro del Conio y el Cancho de Benaladalid en la
divisoria Guadiaro-Genal, nos estuvo informando de que

Tras los primeros trabajos de
investigación llevados a cabo por el coronel retirado Willoughby Verner, el
aantropólogo Henri Breuil, y los investigadores Pablo Werner y Juan Cabre.
Fueron numerosos los científicos
que llegaron a la cueva de la Pileta realizándose múltiples exploraciones. A pesar
de la falta de conciencia en la España de la época (y todavía hoy para mucha
gente) de la importancia del hallazgo, en abril de 1924 la cueva de la Pileta
fue declarada monumento arquitectónico-artístico con denominación de Bien de
Interés Cultural.

En la década de los 40 (plena
postguerra) se procedió a acondicionar el interior de la cueva tallando
escalones allí donde era necesario con el objetivo de facilitar el tránsito por
su interior. En 1992 los hijos de Tomás Bullón acompañados por el grupo el Grupo
Espeleológico Alpino Rondeño (GEAR) descubrieron un nuevo tramo en la cueva
de 250 metros de longitud.


aprovechando las aguas las grietas
abiertas en la roca durante el plegamiento del cerro. De este modo la cueva va
progresivamente formándose y ensanchando sus galerías desde el Plioceno hasta
nuestros días.
En una primera etapa la cueva
permanece totalmente inundada al encontrarse por debajo del nivel del río.
Progresivamente a lo largo del Pleistoceno y conforme el cauce del Guadiaro forma
el valle en el que hoy se encuentra van quedando galerías libres de agua
mientras que se forman otras en niveles inferiores. Corresponden a esta etapa
de formación de la cueva la génesis de gran parte de las estructuras
estalagmíticas presentes por la filtración de agua a través de las grietas de
techos y paredes y el arrastre de minerales disueltos donde contrastan un tono entre
marrón anaranjado del dióxido de hierro y otro más blanquecino del dióxido de
cobre.
Con posterioridad a la bajada del
nivel del río debió producirse un segundo fenómeno de inundación en la cueva,
provocado quizás por el cierre temporal de las vías de drenaje al exterior, que
ocasionaron un nuevo episodio erosivo que tuvo como consecuencia la formación
de olas de erosión y el desgaste de paredes y columnas.
Tras la posterior desaparición de
las aguas subterráneas el sistema de galerías queda expuesto y se abre la
entrada principal por la rotura de la montaña en una falla que también originó
el polje de La Harilla que nos encontramos a los pies de la ladera,
cerca de donde discurre la carretera dirección a Cortes de la Frontera.
En la entrada Aurelio nos entregó unas linterna por cada dos
personas. El camino dentro de la gruta tiene muchas escaleras, y algunas zonas
son un poco resbaladizas, siendo fácil resbalar al mínimo descuido. Las
pinturas más cercanas al camino de escaleras tienen vallas para protegerlas,
pero aún así las podemos ver bastante bien. Destacando la pintura de un pez,
que es prácticamente el único representado en el arte rupestre europeo. En un
determinado punto del recorrido nos pidió que apagáramos las luces unos
segundos para tomar conciencia de la tremenda importancia que no sólo para
nosotros, sino también para el hombre prehistórico debió tener la luz, a través
de antorchas y rudimentarios candiles donde la luz se mantenía gracias
principalmente a resina de enebro.
La visita transcurre entre amplias salas y galerías con las
formaciones más diversas y de coloridos naturales más variados, pasando junto a
un bonito lago cristalino y llegando hasta hasta la Gran Sima, impresionante abismo
de unos 70 m de profundidad, situado al final de la Sala del Pez.

Las pinturas más antiguas son las de color amarillo: animales y signos; le siguen las rojas y por último, las negras de carbón vegetal. Las primeras fueron fechadas entre 30.000 y 32.000 años a.C. y las más recientes, que son las mas esquemáticas, al contrario de lo que se podría pensar, entre 4.000 y 5.000 años a.C. Entre las pinturas más representativas destacan: caballos, cabras, toros y un pez enorme, además de signos misteriosos. Sus más de 3000 representaciones hacen de La Pileta una especie de Capilla Sixtina de la Prehistoria.