Cómo llegar: Si
venimos desde Málaga poco después de dejar atrás Ronda, dirección Sevilla, nos
desviamos a la izquierda para tomar la MA-7401, Ronda-Benaoján-Cortes, tomando
posteriormente el desvío a Benaoján, localidad por la que pasaremos fugazmente
para llegar en escasos minutos a Montejaque por la MA-8402. Justo antes de
entrar en Montejaque tras una última curva de izquierda a la derecha de la
carretera, sale una pista por donde se accede al cementerio nuevo (680 msnm),
que coincide con el inicio de ruta, ya que aquí parte el sendero que nos lleva
a la ermita de la Escarigüela (hito nº1 de nuestro itinerario).
Si venimos desde Sevilla o Cádiz, unos 15 km antes de llegar a Ronda
por la A-374, nos desviaremos a la derecha por la MA-8403, que pasa por delante
del hotel rural Cortijo Las Piletas, y unos Km mas allá entre el peñón del
Mures y el imponente cerro Tavizna, llegando finalmente a Montejaque.
Distancia aprox. 10 km.
Desnivel aprox.
500 m
Punto de partida:
cementerio de Montejaque, 670 msnm
Punto mas elevado:
peñón del Mures 871 msnm
Punto mas bajo:
Cueva del Hundidero (entrada) 650 msnm
Tiempo aprox. unas 6 horas si subimos al Peñón
del Mures
Nivel dificultad:
media/alta por lo accidentado del lapiaz del peñón del Mures y empinadas
escaleras de descenso y ascenso de la cueva del Hundidero.
Tipo suelo:
camino empedrado, canchal, tramo corto de carretera, pista terriza y escaleras
excavadas en roca.
Tipo de recorrido: Circular
en sentido contrario a las agujas del reloj, con tramo lineal de ida y vuelta
para visitar la entrada de Hundidero.
Mapa: Benaoján (1.050
IV)
Cerca de 40 participantes: Desde Huelva reapareció Santa Teresa de Mágina, que no
coincidía con nosotros desde nuestra última aventura en La Maroma. Desde
Sevilla: mi hermana Mª del Mar "Wendy" y mi cuñado Juan Enrique
"El Profeta de Nervión"; Desde Ronda llegaron Antonio Cano
"Cocodrilo Dundee" e Isa Terroba, acompañados a su vez de otros
amigos de Ronda y Benaoján, que dieron buena muestra de su pericia
"jugando en casa". Y desde otros puntos de la provincia de Málaga: nuestros
prestigiosos fotógrafos y colaboradores habituales para las fotografías de estas crónicas: Rafa Castillo "El Rey de las
Panorámicas" y Fali "El Retorno de Elvis" acompañados de sus
intrépidas chicas: Paqui "La Pacificadora" y Lena "La Amazona
Bielorrusa", Alicia "en el país de las Maravillas", Fran de la
Jungla, el Doctor Leal que volvió a pasar consulta, el Maestro Geobotánico Don
José Guerrero que mantuvo un interesante intercambio de conocimientos
geólogicos con Aurelio nuestro guía en la cueva de La Pileta; Eduardo Campos
Montañez "El padre Carras" que aquella jornada celebraba su 55
cumpleaños, Eduardo Campos González "El Último Samurai" que ha
firmado por una temporada más; Manuel Jiménez Plana, María Granada Soto Santarén, Carmen Castañeda
Gálvez que no olvidará tan fácilmente el agreste descenso del Mures, Dolores
Villaseca, que junto con Manuel Serrato "Tocando el vacío" estaba
recién llegada de hacer su pretemporada en Pirineos; Celia "La Hechicera
du Sao Paulo" también recién aterrizada de su pretemporada por Picos de
Europa; Paco "El Generoso" que
reaparecía tras un verano cargado de compromisos; Juan Antonio Martin Gallardo
que mostró un magnífico estado de forma en todo momento; Marlén "La Perla
de Venezuela" que supo sufrir en los tramos más complicados y disfrutar de
la magia de las cuevas; Amaya "Dora la Exploradora" que por la mañana
estuvo hacieendo con su elitista club de espeleo el Sistema Hundidero-Gato y
llegó justo a tiempo para incorporarse, jadeando a la Cueva de la Pileta; y un
servidor Juan Ignacio Amador que firma esta crónica.
Vistas desdee el inicio de ruta, tal y como vamos ascendiendo por el Camino empedrado de la ermita.
Breve descripción de
la ruta:
Tomando como punto
de inicio y retorno el cementerio nuevo de Montejaque iniciamos la ascensión
por el serpenteante camino empedrado que nos lleva hasta la ermita de la Escarihüela, se trata
de una corta pero intensa subida desde la que vamos disfrutando con
privilegiadas vistas de Montejaque y su entorno, con el Hacho y el extremo
norte de la sierra de Líbar como telón de fondo hacia el oeste y suroeste y
hacia el sur una vista parcial de Benaoján encajonada entre las montañas que la
rodean. Finalizadas las rampas el camino se hace llano y terrizo, dejando a
nuestra derecha la ermita donde el sábado más próximo al 18 de mayo posesionan
a Nuestra Señora de la Concepción de Montejaque, acompañada de la banda de
música, para volverla a bajar unas horas mas tarde.
Continuamos
dirección N-E, llaneando por el denominado "Camino Viejo de Ronda"
con la cumbre del cerro Algarrobo (809 m) a nuestra
derecha ligeramente por encima de nosotros. Pero unos 100 m mas allá de la
ermita, abandonamos el camino principal, tomando una vereda secundaria, que
sale a nuestra izquierda, dirección N, junto a un almendro solitario. Hay que
tener cuidado, porque está tan abandonado que casi ha quedado mimetizado por el
mismo color de la tierra y las piedras que lo rodean. Sus primeros metros
discurren casi paralelos al camino principal por el que veníamos, pero un
pasillo entre pitas, acebuches y aladiernos nos confirmarán que llevamos el
itinerario correcto. Unos 500
m mas allá el camino de bifurca formando una “Y”,
tomando nosotros el camino de la izquierda, que discurre por una pequeña
vaguada plagada de grandes retamas que debemos ir esquivando pues han ido
colonizando por doquier este camino abandonado. Las ascensión durante un corto
tramo es algo pronunciada, pero antes de darnos cuenta llegamos a una frágil
angarilla, que dejaremos cerrada a nuestro paso. A partir de aquí, más que
camino ya es sendero marcado principalmente por cagarrutas y pisadas de cabras,
que tras rebasar la angarilla, nos señalan un leve giro a nuestra derecha,
manteniéndonos en dirección norte, mientras subimos perpendicularmente entre
grandes retamas hasta que llegamos a la antigua era de trilla.
Continuamos por una
senda de cabras dirección N-E sin perder altura, rodeamos el cerro que tenemos
ante nosotros, dejándolo a nuestra derecha. Tras este primer cerro,
debemos abrirnos paso como mejor podemos por un tramo de varios centenares de metros abriéndonos paso como mejor podemos entre abundantes retamas y un mar de cardos, ya secos a finales de verano.
Descendiendo hacia un collado que lo une
al cerro siguiente ya por zona de canchal, comenzando a caminar junto a grandes
rocas. El siguiente hito que reconoceremos será un semiderruido muro de piedra,
que al principio llevábamos en nuestro costado derecho y tras rebasarlo en un
determinado punto lo llevábamos al costado izquierdo, hasta qque al llegar a la altura del cerro del Mures, abandonaamos la difuminada senda de cabras trepando entre los grandes bloques del cerro que quedaba a nuestra izquierda, escquivando grietas, majuelos repletos de pinchos y caminando entre grandes bloques poniendo los cinco sentidos en cada paso hasta llegar al vértice geodésico del cerro del Mures (871 msnm), teniendo aa nuestraa espalda, durante laa ascensión bonitas vistas sobre el cerro Tavizna y el hacho de Montejaque, a cuyos pies discurriría la 2ª parte del recorrido.
No debemos confundir el peñón del Mures, con el cerro
del Mures (871 m) que es nuestro primer objetivo, cuyo vértice geodésico
queda a tiro de piedra a la derecha del
mencionado collado, por encima del caos de rocas y afilados canchales por donde
cada uno tendrá que caminar e incluso trepar como mejor pueda hasta volvernos a
reunir alrededor del vértice geodésico, que a pesar de su modesta altitud nos
permite disfrutar de una bonita
panorámica del entorno de Montejaque, con la Sierra de Líbar, al sur, Ronda con
su tajo, Sierra Hidalga, Oreganal y Sierra de las Nieves al Este y al Oeste, la
desafiante pirámide del cerro Tavizna muy próxima a nosotros y mucho más lejana
la sierra del Pinar pudiendo distinguir las siluetas del San Cristobal y
Torreón y algo más a la izquierda la sierra del Endrinal con el Reloj y el
Simancón.
Una vez en la base de la vertiente E del cerro del Mures, tomamos un antiguo camino a la izquierda, donde nos encontramos con unos caballistas que llevaban nuestra misma dirección, dejando a la derecha el peñón del Mures, que durante unos minutos tuvimos a tiro de piedra, atravesando finalmente un campo arado, tras el cual salvamos una alambrada que ya nos dejaba junto a la cercana carretera que no tardamos en abandonar, cruzando al otro lado para atrochar, a media ladera, dejando a nuestra izquierda los imponentes tajos que se encuentraan por encima y enfrente de laa entrada de laa Cueva del Hundidero, hasta llegar a los grandes eucaliptos qque coinciden con el final de una pista terriza un pequeño cerrito
colonizado por un peculiar bosquete de pinos donde almorzaríamos una hora mas tarde.
Allí nos encontramos con un mirador natural que da vistas a la cara N del cerro Tavizna y a sus pies, frente a nosotros, el muro de la presa del Hundidero, construida en la denominada Garganta de los Caballeros.
En este punto nos encontramos con tres paneles: uno dedicado al
sistema Hundidero-Gato, otros sobre la
ornitología del parque natural Sierra de Grazalema y un tercero
que nos habla de la fallida presa del Hundidero, donde se menciona su fecha de
construcción sobre los años 40 por una empresa Suiza y sus posteriores
problemas de filtración que han provocado varios accidentes mortales de
bañistas imprudentes que figuran en la leyenda negra de este peculiar embalse,
de ahí que el embalse esté seco la mayor parte del año, salvo en días de
lluvias abundantes e inmediatamente posteriores. En este mirador comienza el
empinado sendero escalonado que nos llevara directamente hasta la entrada
de la cueva del Hundidero, las personas con vértigo lo pueden pasar
mal. La altura de la entrada de la Cueva supera los 60 m, haciéndonos
sentir como hormigas bajo sus gigantescas bóvedas, casi catedralicias podríamos
decir, pudiendo llegar hasta la primera poza, después de recrearnos un buen
rato ante esta impresionante obra de la Naturaleza, abandonamos el lugar casi
con pereza. En la zona del pozo que existe frente a su entrada se pueden
encontrar algunos endemismos botánicos del parque, propios de zonas umbrías
donde nunca llega el sol, como en el fondo de la Garganta Verde., junto
El complejo Hundidero-Gato es un sistema
hidrográfico de galerías subterráneas, considerado el más importante de Andalucía y uno de los más
importantes de España con casi 10 km topografiados. El complejo conecta las
espectaculares y grandiosas grutas de Hundidero (Montejaque) y Gato (Benaoján),
ambas declaradas Monumento Natural de Andalucía. Además cuenta con la mayor travesía
integral de la Comunidad Autónoma, 4,5 km longitudinales aproximadamente, unas
6 horas de recorrido para inexpertos.
La entrada de la Cueva del
Hundidero tiene unos 64m de alto por 10m de ancho, mientras que la entrada de
la Cueva del Gato tiene unas dimensiones de 28m de alto por 15m de ancho. El río
Guadares o Campobuche, nace
cerca de la localidad de Villaluenga del Rosario, unos 15 km al Suroeste de la Cueva
de Hundidero, entra por Hundidero y se abre paso por la galería principal
hasta salir por Gato, desembocando en el río Guadiaro a unos
metros de su salida. El desnivel entre Hundidero y Gato es de 123 metros. El
carácter torrencial de sus aguas ha originado una morfología muy particular,
cuyas salas llegan a alcanzar los 70 metros de altura. Además de la galería
principal, existen muchas galerías laterales que también suponen aportes
hídricos importantes al sistema, y antiguas galerías fósiles
El complejo tiene unos 25
lagos, algunos de los cuales, como el Cabo de las Tormentas, tiene más
de 100 metros. Estos lagos hoy se cruzan nadando con trajes de neopreno, pero
antes se cruzaban en pequeñas barcas hinchables. Hundidero-Gato también esconde
en su interior lugares con espeleotemas de gran belleza como la Giraldilla
o la Gran Estalagmita, o espectaculares salas como la de los Gours, la
Sala de la Dunas, el Cabo de la Tormentas…
En Hundidero-Gato habitan una de
las mayores colonias de Europa del “murciélago de cueva” (Miniopterus
schreibersii) con colonias de invernada de 30.000 a 40.000 ejemplares, una
de las razones de la protección de ese complejo. Y en 1980 se descubrió un
especie endémica de invertebrado, de la clase Gastropoda, el
Iberhoratia Gatoa, que convive en la cueva con otras especies endémicas de
Andalucía. Sir Francis Carter,
precursor de los viajeros románticos del siglo s. XIX, dijo en su libro “Viaje
de Gibraltar a Málaga” en 1760: “La Cueva del Gato merece el
primer puesto entre las maravillas de la Serranía de Ronda”. Él
fue el primero en mencionar lo que los lugareños contaban de esta cueva, que en
su interior quedaban restos de un templo dedicado a los dioses infernales.
Luego vinieron otros viajeros,
arqueólogos, geólogos… En 1912 el pre-historiador francés Abate Henri
Breuil visita la boca de Gato guiado por el coronel William Willoughby
Cole Verner experto topógrafo que también exploró la cueva de la Pileta en
1909-1910. El abate la visitó en otras ocasiones más y encontró restos de
cerámicas. Ya en 1973 el profesor de la Universidad de Cádiz Luís de
Mora–Figueroa lleva a cabo la única excavación oficial limitada a una campaña
con dos cuadrículas, en la llamada Galería del Caballo, donde aparecieron
restos de tres esqueletos humanos, uno de ellos con un orificio en el temporal.
Dos hitos de la espeleología
moderna en Hundidero-Gato fueron la travesía integral del complejo realizada en
1968 por el grupo GEOS de Sevilla y la celebración del IV
Campeonato Nacional de Espeleología dedicado especialmente a este
sistema.
Finalizada la visita a la entrada de Hundidero, tocaba
regresar sobre nuestros pasos, subiendo los más de 300 escalones del sendero,
entre los espectaculares tajos calizos del entorno, bajo un sol de justicia,
donde más de uno llegó resoplando al punto de reunión y almuerzo en el bosquete
de pinos.
Una vez finalizamos el almuerzo en el mencionado bosquete de
pinos, rodeamos el cerrito, hasta situarnos en su cara S-O, por donde desciende
un sendero cortado por una angarilla que se pasa sin problemas, para continuar
descendiendo entre un mar de retamas y pasando junto a las ruinas de antiguos
cortijos y corralones, hasta situarnos en el nivel del embalse completamente
seco, que atravesaremos cual desierto de Tabernas, caminando sobre grandes
terruños de barro seco, granulados y cuarteados, con la sensación de estar
andando sobre un falso suelo que fuera a abrirse bajo nuestros pies de un
momento a otro, aquí solo crecen algunas retamas, dispersos cardos borriqueros y
un tipo de matorral tapizante, que bajo un sol de justicia, donde tampoco faltó
la clásica calavera de vaca, nos hacía sentirnos protagonistas de la película
el Bueno, el Feo y el Malo en la mítica escena en que Eli Wallach obliga a
atravesar a pie y maniatado a un jovencísimo Clint Eastwood.
La andadura por este tramo tan
desértico comienza dejando a nuestra izquierda el muro ciclópeo de la presa
hidroeléctrica de Los Caballeros, popularmente conocida como presa de
Montejaque, del Gaduares o de Campobuche, nombre con el que también se conoce a
este misterioso río. Y que recostada sobre la base N-O del imponente cerro
Tavizna, que en todo momento va quedando a nuestra izquierda también me recordaba
a otro escenario de película, como era la "Puerta Negra de Mordor"
(ver "Las Dos Torres", 2ª parte de la trilogía). Esta presa se
terminó de construir en 1920, muy cerca de la entrada de la Cueva de
Hundidero para intentar aprovechar este cauce permanente (craso error,
pues la entrada del Hundidero y gran parte de la base del cerro Tavizna que
forma parte del perímetro oriental del embalse se caracterizan por albergar un
gigantesco sumidero natural, cual gigantesco embudo, que hace que el agua a
penas dure unos días por mas crecido que baje el Gaduares tras días de intensas
lluvias en la cercana sierra de Grazalema.
El vaso de la presa, de naturaleza
kárstica, provocaba la filtración de las aguas, que volvían a reaparecer en el
interior del sistema. Se construyeron entre otras actuaciones, caminos,
pasadizos, puentes colgantes, se instaló iluminación, ya en la cola del embalse
pudimos observar una especie de gradas
de hormigón para taponar las galerías
que recibían las aguas, aunque sin éxito, por lo que finalmente en 1950 se
abandonó la obra.
Sin embargo, estas modificaciones
provocaron que el agua ya no fluya por la misma Sima de Hundidero ni
por la primera sección de la cueva, que hasta la década de los 50 del pasado siglo
XX, solía albergar numerosos laguitos desde su entrada, es decir, en la zona
que estuvimos visitando. Actualmente,
las nuevas filtraciones aparecen en la cueva poco después, haciendo más
imprevisible el comportamiento del sistema ya que se empieza la travesía sin
agua y poco a poco va formándose un gran caudal que puede hacer imposible la
continuación. También destruyeron un gran número de formaciones calcáreas.
Después de dejar atrás la cola del embalse con sus gradas de
hormigón, y dejando a la derecha el cauce, casi siempre seco del río Gaduares o
Campobuche, encaminamos nuestros pasos por senderos de ganado hacia la base del
extremo norte del Hacho de Montejaque, principal hito orográfico en nuestra trayectoria,
hasta venir a salir al antiguo camino Montejaque-Grazalema, que tomándolo a la
izquierda, en unos 20 minutos, nos llevó de regreso hasta el cementerio de Montejaque,
completando de este modo el trazado circular de esta ruta, que aunque sólo
tiene unos 10 km y apenas llega a los 500 m de desnivel acumulado, nos recompensa
con bellas estampas montañeras, el monumento natural de la Cueva del Hundidero
y descarga de adrenalina en el descenso del Mures.
Visita a la cueva de
la Pileta:
Tras superar sus más de 100 escalones, el amigo Aurelio, que
nos atendió de maravilla desde nuestra llegada hasta el momento de la despedida,
nos estuvo dando una magnífica charla muy didáctica, ya antes de entrar con
magníficas vistas hacia el cerro del Conio y el Cancho de Benaladalid en la
divisoria Guadiaro-Genal, nos estuvo informando de que
La cueva fue descubierta en 1905 por Don José Bullón Lobato, vecino de
Benaoján, campesino con tierras arrendadas en el cercano Rancho del Harillo, al
observar la salida de numerosos murciélagos mientras buscaba precisamente el
cotizado abono procedente de las cagarrutas de los murciélagos. Tras encontrar
en sus primeras incursiones las primeras pinturas rupestres denominó al enclave
Cueva de los letreros que más tarde tomó el nombre de la Pileta
por un pilar de origen romano que había muy cerca.
Tras los primeros trabajos de
investigación llevados a cabo por el coronel retirado Willoughby Verner, el
aantropólogo Henri Breuil, y los investigadores Pablo Werner y Juan Cabre.
Fueron numerosos los científicos
que llegaron a la cueva de la Pileta realizándose múltiples exploraciones. A pesar
de la falta de conciencia en la España de la época (y todavía hoy para mucha
gente) de la importancia del hallazgo, en abril de 1924 la cueva de la Pileta
fue declarada monumento arquitectónico-artístico con denominación de Bien de
Interés Cultural.
Todas las expediciones iban
acompañadas por el descubridor de la gruta, Tomás Bullón, que gracias al
conocimiento acumulado sobre la topografía de la cueva descubrió en 1924 la actual
entrada (la original durante la ocupación prehistórica de la cueva) y en 1933 las
llamadas Nuevas Galerías y las Galerías del SEU donde se
localizaron esqueletos humanos.
En la década de los 40 (plena
postguerra) se procedió a acondicionar el interior de la cueva tallando
escalones allí donde era necesario con el objetivo de facilitar el tránsito por
su interior. En 1992 los hijos de Tomás Bullón acompañados por el grupo el Grupo
Espeleológico Alpino Rondeño (GEAR) descubrieron un nuevo tramo en la cueva
de 250 metros de longitud.
Desde que atravesamos la puerta de
entrada, muy parecida a la casa de Bilbo Bolsón de la Comarca, ya en la primera
sala donde nos encontramos con un rudimentario mostrador y varias postales y
objetos varios de souvenir, nos encontramos con un precioso conjunto de
estalactitas, que ya nos hace intuir que no sólo nos encontramos ante un
auténtico santuario de la Pinturaa rupestre, sino a un auténtico santuario
geológico. De hecho como la mayoría de las cuevas de la cordillera Bética, tuvo
su origen en los sedimentos calcáreos depositados en el fondo del mar de Thetys
a poartir del periodo Jurásico. Estos sedimentos fueron elevados durante la orogenia alpina como consecuencia de la
colisión de la microplaca de Alborán y la placa ibérica durante el Mioceno Inferior.
Desde el momento que emerge, el
conjunto calcáreo se vio sometido a la acción erosiva de los agentes ambientales.
La Sierra de Juan Diego (Sierra de Líbar) donde se encuentra la Pcueva de La
PIleta actuó de drenaje de las aguas del cercano río Guadiaro,
aprovechando las aguas las grietas
abiertas en la roca durante el plegamiento del cerro. De este modo la cueva va
progresivamente formándose y ensanchando sus galerías desde el Plioceno hasta
nuestros días.
En una primera etapa la cueva
permanece totalmente inundada al encontrarse por debajo del nivel del río.
Progresivamente a lo largo del Pleistoceno y conforme el cauce del Guadiaro forma
el valle en el que hoy se encuentra van quedando galerías libres de agua
mientras que se forman otras en niveles inferiores. Corresponden a esta etapa
de formación de la cueva la génesis de gran parte de las estructuras
estalagmíticas presentes por la filtración de agua a través de las grietas de
techos y paredes y el arrastre de minerales disueltos donde contrastan un tono entre
marrón anaranjado del dióxido de hierro y otro más blanquecino del dióxido de
cobre.
Con posterioridad a la bajada del
nivel del río debió producirse un segundo fenómeno de inundación en la cueva,
provocado quizás por el cierre temporal de las vías de drenaje al exterior, que
ocasionaron un nuevo episodio erosivo que tuvo como consecuencia la formación
de olas de erosión y el desgaste de paredes y columnas.
Tras la posterior desaparición de
las aguas subterráneas el sistema de galerías queda expuesto y se abre la
entrada principal por la rotura de la montaña en una falla que también originó
el polje de La Harilla que nos encontramos a los pies de la ladera,
cerca de donde discurre la carretera dirección a Cortes de la Frontera.
En la entrada Aurelio nos entregó unas linterna por cada dos
personas. El camino dentro de la gruta tiene muchas escaleras, y algunas zonas
son un poco resbaladizas, siendo fácil resbalar al mínimo descuido. Las
pinturas más cercanas al camino de escaleras tienen vallas para protegerlas,
pero aún así las podemos ver bastante bien. Destacando la pintura de un pez,
que es prácticamente el único representado en el arte rupestre europeo. En un
determinado punto del recorrido nos pidió que apagáramos las luces unos
segundos para tomar conciencia de la tremenda importancia que no sólo para
nosotros, sino también para el hombre prehistórico debió tener la luz, a través
de antorchas y rudimentarios candiles donde la luz se mantenía gracias
principalmente a resina de enebro.
La visita transcurre entre amplias salas y galerías con las
formaciones más diversas y de coloridos naturales más variados, pasando junto a
un bonito lago cristalino y llegando hasta hasta la Gran Sima, impresionante abismo
de unos 70 m de profundidad, situado al final de la Sala del Pez.
Las pinturas más antiguas son las de color amarillo: animales y signos; le siguen las rojas y por último, las negras de carbón vegetal. Las primeras fueron fechadas entre 30.000 y 32.000 años a.C. y las más recientes, que son las mas esquemáticas, al contrario de lo que se podría pensar, entre 4.000 y 5.000 años a.C. Entre las pinturas más representativas destacan: caballos, cabras, toros y un pez enorme, además de signos misteriosos. Sus más de 3000 representaciones hacen de La Pileta una especie de Capilla Sixtina de la Prehistoria.
Que buenas fotos de las pinturas rupestres has encontrado en internet. Casi tan buenas como la de Clint. y los huesecillos
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