domingo, marzo 31, 2019

Badlands de Purullena y Cárcavas de Marchal


Ruta: Badlands de Purullena, Besa de Guadix y Cárcavas de Marchal
Distancia aprox. 19 km
Desnivel: 480m
Duración aprox. Unas 7-8 horas (incluyendo paradas)
Tipo de suelo: Ramblas arenosas, lomas y pistas terrizas, a veces parcialmente asfaltadas, tramos por terreno urbano por los tres pueblos que pasamos: Prullena, Beas de Guadix y Marchal.
Tipo de ruta circular, en el sentido de las agujas del reloj.
Punto de partida y final: Cueva Museo de la Inmaculada de Purullena (930-965 msnm)
Punto más alto: Inicio del descenso hacia Beas de Guadix: 1.062 msnm
Punto más bajo: Puente sobre el río Alhama, frente a Marchal: (883 msnm)

Viaje desde Fuengirola (Málaga-Las Pedrizas-A92-Loja- dejamos Granada a nuestra derecha, hasta que unos 25 km más allá del Puerto de la Mora, llegamos al desvío de Purullena, poco antes de llegar a Guadix).
Saliendo de Fuengirola con mi viejo amigo y Maestro Pepe Guerrero el "Maestro Geobotánico" a las 6.30 de la mañana, llegamos a Purullena a eso de las 8.20 am donde estuvimos desayunando en un bar de la travesía principal del pueblo, en la margen izquierda (tal y como llegamos desde la autovía), juraría que era el "Bar-Pizzeria Cuatro Hermanas", pero no estoy seguro. El caso es que nos atendieron muy bien y las tostadas gigantes de pan con aceite y tomate estaban deliciosas.

Visita a la Cueva Museo de la Inmaculada (Tres Casas Cuevas y Museo etnográfico en Purullena, magnífica introducción del entorno y perfecto punto de partida y final de la ruta):
Al salir de allí, continuamos con el coche, unos 400 m mas allá, siempre por la travesía principal de Purullena que se llama Av. de Andalucía y a mediación del pueblo, pasa a llamarse Ctra. de Granada, aunque para nosotros, sigue siendo la misma calle, en el margen derecho de la misma, se encuentra la "Cueva Museo de la Inmaculada", que en realidad son tres casas cuevas, excavadas en un cerro de arcilla, donde por el módico precio de 3€ nos recibe Paco, un chaval joven que también gusta de salir a correr por donde discurre el primer tramo de nuestra ruta y que nos atendió con gran generosidad contándonos muchas curiosidades de la misma, como por ejemplo, que aunque para mucha gente sería impensable dormir en habitaciones sin ventana, como es el caso de estas casas, a la hora de dormir la oscuridad y el silencio total como si estuvieses en una cueva, hace que se duerma con una profundidad y de confort absoluto, impensable en la mayoría de los entornos urbanos. Al tener una temperatura constante de unos 18-20ºC, en Invierno se tiene la sensación de calidez muy agradable, así como de frescor en verano. Sólo se tiene sensación de frío en las jornadas primaverales y de comienzos de Otoño, cuando las temperaturas oscilan entre los 24-28ºC, que son los días en que sí existe una sensación de algo de frío en su interior.
La visita a la Cueva Museo La Inmaculada es visita obligada en Purullena, por resultar muy didáctica y de gran interés cultural que nos ayudará a entender muy bien, lo que en anteriores ocasiones nos habíamos imaginado, como serían estas casas por dentro, cuando al pasar en coche por la  Comarca de Guadix y otras zonas, las habíamos visto, pero, siempre desde la distancia. A lo largo de la visita recorremos tres cuevas, que se encuentran dentro del denominado Cerro de la Virgen, coronado por una imagen de la Inmaculada.
La primera casa cueva está amueblada por dentro, como podría ser cualquiera de las casas-cueva, que aún habitan más de 1.000 vecinos de Purullena en la actualidad, con su WIFi y todo. Aquí se nos recuerda como el material arcilloso del que están compuestas permite un alto grado de impermeabilización, lo que ayuda, a su vez, a mantener una temperatura constante en su interior. El habitáculo se comunica con el exterior por una sola puerta y a veces por un ventanuco para mantener las óptimas condiciones ambientales.
La segunda cueva está decorada igual que una cueva habitada a finales del S-XIX y principios del S-XX, época histórica en la que hubo mayor número de habitantes en cuevas, antes del boom de la Inmigración de la década de 1960, con una cantidad de objetos antiguos propios de la época de nuestros abuelos, como camas antiguas con sus correspondientes palanganas, escupideras, fotos de la misma familia propietaria de la casa, con fotografías antiguas y otras relativamente recientes de cuando excavaron la escalera que comunica la primera con la segunda casa cueva, que mas bien forman una especie de duplex, de planta baja y primera planta.
Y para acceder a la tercera casa cueva, que es la que se encuentra más arriba (2ª planta), pues la primera está a ras de suelo, salimos al exterior, para acceder a su sistema de rampas o escaleras en zig-zags, desde donde obtenemos buenas vistas del pueblo. El interior de la tarcera casa es un improvisado museo etnográfico, donde nos encontramos con objetos antiguos de todo tipo como en estos mercadillos de antigüedades de cosas viejas donde se mezclan desde periódicos antiguos, hasta el mecanismo del antiguo reloj del campanario de la Iglesia de Purullena, objetos de labranza, motocicletas, o por ejemplo: fotografías antiguas de vecinos del pueblo y en muchos casos de abuelos, y bisabuelos de la familia propietaria, que para mí resultaron de gran interés. A la salida de esta última casa cueva, volvemos a disfrutar de su terraza-entrada, que hace las veces de  mirador, desde donde se divisa una bella panorámica de la localidad de Purullena con muchos de los pequeños cerros que albergan algunas de sus casas cuevas, que se divisan por encima del casco urbano del pueblo.
Desde la década de 1960 a la localidad granadina de  Purullena se le conoce con el sobrenombre de Ciudad Troglodita, ya que era un lugar, en la que el único elemento arquitectónico conocido era la Iglesia, y toda la población vivía en cuevas. Purullena presume de albergar la mayor concentración de viviendas habitadas de este tipo en la Comarca de Guadix, un 40% de sus 2.356 habitantes siguen haciendo uso de ellas en la actualidad, si bien en la mayoría de los casos muy bien equipadas por dentro y en algunos casos excepcionales, formando parte adjunta o complementaria de una casa tipo chalet..
Resumen del itinerario:
Partimos de la Ciudad Troglodita de Purullena, continuando por el Barranco de las Cuevas de Monzoque, la Rambla de María, Parte alta de las badlands de las Cuevas de Morillo, Mirador de las Badlands de Purullena, Mirador de las Cárcavas de Marchal, Mirador del Fin del Mundo, Beas de Guadix, Cuevas de Algarbes y Camariles, Cuevas de la Sacristía, Cuevas de Lares, Marchal: El Diente de la Vieja en el barrio de Las Eras y los barrios de casas cueva de Carabanchel y el Perchel, que forman parte del Monumento Natural Cárcavas del Marchal, abandonamos Marchal visitando los Miradores del Cementerio y de San Marcos desde donde regresamos a Purullena, por el camino paralelo a la Acequia del Lugar.
 TRAMO 1, De Purullena a los Miradores de los Badlands y las Cárcavas de Marchal:
Tal y como nos situamos frente a la Cueva Museo de la Inmaculada, comenzamos a caminar por la calle Pablo Neruda, dejando la Cueva Museo a nuestra derecha, en un par de minutos, la calle en subida, finaliza en un cruce en forme de "T", tomando a nuestra derecha, por calle Inmaculada y en el primer cruce que nos encontramos, coincidiendo ya con las últimas casas del pueblo, tomamos el ramnal de la izquierda, por el que, en poco más de 5 minutos desde el Museo de las casas cueva de la Inmaculada, ya accedemos al Barranco de las Cuevas de Monzoque, que en realidad es un modesto cañón por donde vamos descendiendo en dirección E, cuyo nombre hace referencia a las cuevas que nos encontramos en el margen izquierdo, según vamos avanzando por el mismo, entre sus paredes de arcilla que oscilan entre los 12 y 20 m de altura, que hace que vayamos en sombra al inicio de la mañana. Sus paredes nos muestran de forma muy gráfica cómo se han ido intercalando los depósitos de limos y arcillas con pequeños fragmentos de rocas metamórficas reducidas a pequeños guijarros arrastrados por la misma rambla por la que vamos y que a lo largo de Millones de años han ido erosionando estas cárcavas o cañones, de los que muy pronto tendremos unas panorámicas privilegiadas.
Las paredes van perdiendo altura y el pinar de "pino morisco" de repoblación, va ganando protagonismo, conforme nos acercamos a la confluencia del Barranco de las Cuevas de Monzoque con la Rambla de María, también conocido como Colada de Paulenca, que tomaremos a la derecha, dirección S, es una rambla rodeada de pinar, que al haber sido el camino o colada histórica entre las localidades de Purullena y Paulenca, se ha pisado tanto que la arena de antaño, en muchos tramos se ha transformado en tierra compacta, como una pista forestal, donde aún siendo miércoles aquel día, nos encontramos a varios vecinos de Purullena corriendo por allí y algunas señoras dando su paseo matinal, intercambiándonos amables saludos. Cuando estamos a punto de completar un kilómetro prácticamente en llano por la Rambla de María, vemos como de esta parte un ramal paralelo, que vuelve a unirse a la rambla principal, unos 200 m mas allá, es en el lugar donde vuelve a unirse, donde abandonamos definitivamente la Rambla de María, de manera que abandonamos durante un corto trecho el rumbo S, por rumbo Oeste, adentrándonos en el pinar, de alomado perfil, en busca de una angosta senda, que pronto nos permitirá ir ganando altura por una lomilla que pronto nos permite situarnos por encima del pinar que a partir de este momento vamos viendo cada vez mas abajo, a nuestros pies, 
conforme vamos ascendiendo, la lomilla se va estrechando hasta convertirse en angosta lengua de tierra, con cárcavas a los dos lados que nos sitúan en una perfecta meseta. Si lo que llevamos visto hasta este punto no dejaba de ser un paseito por un monótono paisaje de pinar, amén del modesto barranquillo de las Cuevas de Monzoque, el paisaje de los Badlands de Purullena, que a partir de aquí comenzamos a dominar es sencillamente ESPECTACULAR.
Aunque a partir de aquí podemos continuar la ruta por una pista terriza que discurre relativamente cerca del borde de la meseta, lo suyo es ir caminando literalmente por el borde de la misma, con las debidas precauciones, para disfrutar del extraordinario paisaje de los Badlands de Purullena. A partir de aquí y durante los dos próximos kilómetros la ruta es un auténtico espectáculo, por discurrir al borde de una sucesión de miradores naturales extraordinarios, eso sí, al coincidir con el primer cuarto del recorrido, el resto del itinerario, ya nos parece poca cosa, en comparación. 


Desde el borde de esta perfecta meseta contemplamos a nuestros pies un extraordinario conjunto de profundas cárcavas y barranqueras flanqueadas por picos erosionados de gigantescas formaciones de rocas blandas que dejan ver las huellas del tiempo, desde el Mioceno, hasta la actualidad.
El término de "Badlands" o malas tierras, que suena a "Road movie", es la denominación que los geólogos británicos o americanos dan a los lugares desérticos o semidesérticos, no aptos para el cultivo. Lo que observamos desde aquí arriba es un extraordinario conjunto de cárcavas formasa principalmente por yesos, cuarzos, arcillas, micoesquistos del sistema alpujárride de arrastrados hasta aquí por los arroyos que bajan de Sierra Nevada y tierras rojas, que en el sureste de la península Ibérica se muestran en toda su plenitud, tanto en el desierto de Tabernas, como en las comarcas granadinas de Guadix y el Altiplano, donde estas "malas tierras" son parte inherente de la vida de sus gentes, de la evolución de los ecosistemas, y de su historia. Son la base geológica en la que los habitantes de toda esta gran extensión de terreno han hecho, desde siempre, sus viviendas-cueva. Los montes terrizos y arcillosos a los que llaman cárcavas.
 
Desde el inicio de la era Mesozóica, hace más de 250 millones de años, el sureste peninsular actual era parte del Mar de Thetys. Muchísimo después, hace alrededor de 23 Millones de años, los movimientos de las placas continentales provocan que el mar desaparezca y en su lugar se generen grandes lagos. Es el caso de la depresión de Guadix y zonas como las tierras de Orce, Baza, Galera y los territorios situados hacia el Este. Es cuando se inicia la afloración de rocas y sustratos que emergen de los grandes lagos para formar el relieve que ahora conocemos. Es desde hace 5 millones de años, durante el Plioceno, cuando los ‘bad-lands’  de la península Ibérica se pueden considerar ya como parte del paisaje que conocieron los primeros pobladores europeos tras su llegada y asentamiento en el noreste granadino. Podemos afirmar sin temor a equivocarnos, que durante el Cuaternario la Hoya de Baza fue el spa de Andalucía.
El desplazamiento del agua de los lagos, al levantarse las montañas de Sierra Nevada, así como las Sierras de Baza y Los Filabres, aceleraron la desecación de los lagos y la aparición de ríos y cuencas, que han sido las que, a lo largo de milenios, han erosionado la base de "las malas tierras", que en sus zonas altas son modeladas principalmente: por el viento, la lluvia y algunas nevadas que alcanzan estas latitudes que oscilan entre los 1.000 y los 1.200 msnm, sobre todo en las zonas desprotegidas de vegetación.
Desde el borde de la meseta por dónde iremos caminando, sin dejar de maravillarnos por este paisaje de película, podemos comprobar a primera vista, como el agua ha limado las paredes verticales, los tajos en los que las rocas más duras se han quedado marcadas como líneas transversales y los cambios de coloración, además de mostrar diversas composiciones minerales, son también un perfecto mapa estratigráfico de los milenios, desde el Mioceno (23 millones de años) hasta la actualidad.
Este paisaje se erosiona a razón de unas 25 toneladas por kilómetro cuadrado cada año, lo que los expertos consideran un deterioro acelerado, por lo que en términos de Edad Geológica es un paisaje muy cambiante, que cada pocos miles de años va adoptando nuevas formas caprichosas, al tiempo que sus cárcavas tenderán a hacerse cada vez mas profundas.
Después de que el perímetro de la Meseta, describa un recorte, llevando en todo momento caídas que a veces alcanzan más de 80 m en vertical, llegamos al primer mirador propiamente dicho, que es el Mirador Badlands de Purullena, orientado hacia el Norte, desde donde podemos contemplar un ejemplo extraordinario de paisaje ruiniforme de características áridas y de litología rica en lutitas, que ha sido y sigue siendo erosionado por el viento, el agua y la nieve (cuando estas tienen lugar), como principales agentes meteorológicos que las van modelando y que con el paso de los últimos 25 Millones de años han ido formando un amplio conjunto de cañones, cárcavas, barrancos, canales, chimenea de hadas que ahora tenemos a nuestros pies. Donde predomina una alta gama de marrones de claros a oscuros con algunos tonos rojizos del óxido de hierro, siempre tan frecuente en la naturaleza de muchos terrenos, pero sobre todo muy frecuentes en estos paisajes arcillosos, intercalados con totalidades blanquecinas del caolín o el yeso y pequeñas vetas del negro azulado oscuro, característico del carbón, presente en menor medida. Al Norte vemos la localidad de Purullena, aún relativamente cercana y el cerro Postrero a mayor distancia.
En el Mirador de los Badlands de Purullena, nos encontramos con un panel dedicado a explicar el proceso de los "Mecanismo de Erosión" en este tipo de terrenos conocidos en terminología internacional como "Piping" (Tubifircación), donde tres dibujos ilustran claramente las tres fases principales:
Fase 1: El agua se infiltra en el terreno a través de los orificios superficiales.
Fase 2: Sucesivas percolaciones de agua, permiten la evacuación de mucho volumen de material, y el aumento de tamaño y la continuidad de los tubos, conectando los colectores con los desagües.
Fase 3: Los conductos son cada vez mas grandes hasta hacerse más grande, favoreciendo los desplomes. La ladera continúa retrocediendo y la ladera ensanchándose.
Unos 450 m mas allá, siempre caminando cerca del borde de la perfecta meseta, con la caída a la derecha, llegamos al siguiente hito: una Caseta de Vigilancia Forestal, que por su estratégica posición la podremos ir viendo desde muchos puntos diferentes del recorrido. Con tantas cárcavas a nuestros pies, puedo imaginarme la imagen y la voz del Gran Maestro Félix Rodríguez de la Fuente, diciéndonos aquello de:  "¡Queridos amigos del HOMBRE Y LA TIERRA, en este páramo estepario, aparentemente inhóspito, un buen número de animales y plantas, se han sabido adaptar a la perfección a estos terrenos arcillosos. De manera que con la llegada de la Primavera podremos disfrutar de la presencia de las carracas, un ave de color azulado, muy escasa, que gusta
de zonas desérticas, como ocurre con los abejarucos, que cada año construyen sus nidos en los cortados de las cárcavas de Marchal y Purullena, así como legiones de aviones roqueros y golondrinas. Las grajillas, parientes de las carracas, también utilizan las cornisas y pliegues de la tierra roja para protegerse. Y tampoco faltan las cabras montesas, más frecuentes en la vecinas Sierra Nevada, Sierra de Huétor o Sierra de Baza y los Filabres..
Los geólogos no lo consideran un desierto, sino una zona semiárida, lo que significa que también hay una muy particular riqueza vegetal, con especies que han logrado adaptarse a situaciones de sequía, calor y frío, como Pequeñas coronillas, manzanillas, romeros y sobre todo mucho tomillo. Como recuerdo de que estas zonas fueron un mar, queda una gran concentración salina, por lo que crecen especies que necesitan de sal, como Salsola oppositifolia.
Unos 300 m al Sur de la mencionada Torre o más bien elevada caseta de Vigilancia Forestal, siempre al borde de la Meseta, se encuentra el Mirador de las Cárcavas de Marchal, orientados hacia el Oeste, coincidiendo con la localidad de Marchal en este caso, donde un panel nos ilustra sobre cómo eran estos pequeños valles (arroyos), hace 1,8 Millones de años y la anchura que han ido alcanzando desde hace 100.000 años para acá. Tomando siempre a Sierra Nevada como punto de referencia de los arroyos que descienden de la alta montaña y como su poder erosivo se va ensanchando conforme avanzan hacia el Norte. También se nos explica que la Hoya de Guadix es un sistema formado por movimientos de placas terrestres que provocaron el hundimiento de esta zona, dando origen a una fosa tectónica. Esta depresión, con el paso del tiempo, se fue rellenando de materiales, blandos en su gran mayoría como arcillas y limos. Debido a la escasa vegetación, a las lluvias de tipo torrencial frecuentes en la zona y al arrastre de materiales, nos encontramos con un paisaje de barrancos, regueras y profundas zanjas denominadas cárcavas. Estas peculiares formaciones de tonalidades marrones, ocres, verdes claros y oscuros, constituyen un conjunto de gran atractivo visual.
Hasta aquí llevamos caminado poco mas de 4 km desde la localidad de Purullena y ya hemos visto lo más bonito de la ruta, por lo que este dato podría ser tenido en cuenta por el excursionista que disponga de menos tiempo o prefiera combinar esta ruta con otra zona o visita cultural de la Comarca. Para regresar a Purullena, siempre está la opción de regresar sobre nuestros pasos, o bien tomar el ramal de pista terriza, que parte del mismo mirador en dirección Este y que en poco menos de 2 km, siempre dirección Este, nos devuelve a la dócil Rambla de María que en dirección N, nos lleva de vuelta hasta Purullena, sin margen de error.
TRAMO 2, De la Meseta del Manco a Beas de Guadix:
Continuamos caminando un buen trecho por el borde de la Meseta del Manco,
con la profunda caída hacia el Valle del Río Alhama a nuestra derecha, con Sierra Nevada al fondo, concretamente la zona del Picón del Jérez, que por desgracia no tenía mucha nieve aquel día. Pasamos bajo una gran red de tendido eléctrico, por la que volveremos a pasar un kilómetro después de haber dejado Marcha, a nuestra espalda, ya en el último tramo de ruta.
El paisaje aunque bonito, siempre es el mismo pues vamos caminando por el borde de una Meseta completamente llana, donde lo único que altera el paisaje unos 300 m mas allá es una antena metálica rojiblanca, junto a las naves de una granja cinegética. El final de esta meseta, coincide con una rambla de tierra por la que empezamos a descender dirección SO, para pronto iniciar una suave ascensión por una rambla-camino conocido como Cuesta de Leñeros, hasta que llegamos a un cruce en forma de "T", donde debemos tomar el ramal de la derecha (Oeste, para travesar el paraje de Los Llanos, en medio de la cual, sólo una solitaria nave ganadera custodiada por un perro, que me recordó a "Cujo" (de Stephen King), cuando se me abalanzó al acerqué para decirle unas palabras cariñosas, afortunadamente la valla metálica de salvó de un buen ataque, que quién sabe cómo podría haber acabado, la parte final de este extremo Suroeste de la Meseta conocida como Los Llanos, finaliza junto a una fincha de Almendros del Cortijo Lameri, y a partir de aquí comienza un sinuoso descenso por una bonita pista, recientemente hormigonada desde donde tenemos unas vistas magníficas de Beas de Guadix, que ya habíamos contemplado, aunque, a mayor distancia, desde el tramo central de la Meseta del Manco. Justo antes de iniciar el pronunciado descenso hasta Beas de Gudix, nos encontramos con una tablilla que nos señala: "Almazara de Paulenca, Museo del Aceite" en dirección contraria a la que venimos, donde hasta hace poco una tabilla rezaba "Mirador del Fin del Mundo", nombre con el que también se conocen a los miradores anteriores por los que hemos pasado anteriormente. Denominación que en nuestra humilde opinión es excesivamente pretenciosa salvo en los extremos de los continentes o lugares que así fueron denominados por civilizaciones anteriores como por ejemplo los romanos, denominaron a "Finisterre".
En a penas de 20 minutos, llegamos a la pequeña localidad de Beas de Guadix, a donde llegamos después de cruzar el río Alhama, cuyo caudal estaba completamente seco, y la carretera que en dirección sur, continúa hacia Lugros (clásico inicio de ruta de la Dehesa del Camarate). Lo primero que hicimos al llegar a Beas de Guadix fue visitar las Cuevas de los Algarbes y Camariles, que toman este nombre del cerro donde se encuentran, en la parte alta del pueblo,  el acceso estaba cerrado por una verja de hierro y un muro de piedra bajito que no nos resultó difícil saltar, se trata de un conjunto de casas cueva cuya entrada se ha intentado encalar inútilmente, pues con las siguientes lluvias los mismos chorreones de arcilla que han corrido por la pared, les ha dado un aspecto de tarta de nata derretida. Las primeras, se ve, que están mejor cuidadas, supuestamente albergan un pequeño museo, pero algunas de ellas también están destinadas al turismo rural, pero conforme avanzas por el sendero que rodea la ladera, en dirección N, con la caida hacia las casas del pueblo a nuestra derecha, las casas cuevas presentan un estado de abandono cada vez mayor.
Finalizada la visita a las Cuevas de los Algarbes y Camariles, le pregunté a uno de los muchos gitanos que habitan estos pequeños pueblecillos, si quedaba muy lejos el bar y me respondió con una frase que a mí me resultó memorable: "¡No se preocupe usted, que el pueblo dura un cigarro!", y efectivamente, en menos de lo que dura un cigarro, ya nos estaban sirviendo unas cervezas y unas generosas tapas (gratis) en el Bar Los Caños.
TRAMO 3, Desde Beas de Guadix hasta Purullena, pasando por Marchal:
Una vez que apuramos las tapas y cervezas en el bar Los Caños, atravesamos el pequeño casco urbano de Beas de Guadix, ante las curiosas miradas de sus vecinos de sur a norte, pasando junto a su Iglesia de la Señora de la Anunciación, que prolongando su trayectoria, dirección norte, deja de convertirse en calle o pequeña carretera asfaltada para convertirse en pista terriza, que discurre por el borde de un pinar, de pino morisco que llevamos a nuestra izquierda, por uno de cuyos troncos vimos trepar a una ardilla de gran tamaño y a nuestra derecha, un bancal, por debajo de nosotros un cuidado campo de olivos, y al fondo hacia el Este, toda la parte alta de la Meseta del manco por la cual discurría la primera mitad del recorrido con algunos hitos fáciles de distinguir como la caseta de vigilancia o la antena rojiblanca.
Justo antes de que la pista trace una curva en descenso, hacia la izquierda, en la base de unos terruños de arcilla, que se encuentran en la parte baja del campo de cultivos, que tenemos a la derecha, podemos identificar a tiro de piedra del sendero, Las Cuevas de la Sacristía, en estado de abandono, una de ellas todavía alberga un par de sofás viejos, aunque con un suelo perfectamente liso y fáciles de rehabilitar si alguien se lo propusiera. Estas cuevas conforman un conjunto de espacios excavados en un pequeño cerro amesetado, la mayoría han sido reutilizados como almacén para los aperos de los agricultores que trabajan las tierras contiguas al pequeño eremitorio. Su localización a una cierta distancia de las vías de comunicación y con una fuente inagotable de agua en otros tiempos a escasa distancia, ofrecía una sensación de aislamiento muy apreciada por los monjes que se retiraban para su labor en tiempos pretéritos. 
El conjunto consta de una decena de cuevas con formas y características muy diferentes, que varían de pequeñas celdas individuales a plantas de importantes dimensiones en forma de cruz griega, o incluso espacios de doble altura conectados por una escalera tallada en la roca, la mayoría tienen techos que forman una especie de arco carpanel, modelo muy imitado en la mayoría de casas cueva de la zona. Su uso continuado y el deterioro natural del terreno han transformado las construcciones originales en cierto grado. No todas presentan pruebas de su función religiosa, pero al menos en las cuevas que se agrupan en torno a la vertiente norte del cerro, sí se han hallado signos que se pueden relacionar con algún tipo de ocupación monástica. La multitud de cruciformes tallados en la roca, con paralelos en la mayoría de las construcciones del norte de la Península, los escudos esquemáticos de probable adscripción medieval, las reducidas dimensiones de las celdas que reproducen a la perfección las halladas en otros centros rupestres, o la temprana cristianización, que desde al menos el siglo IV se ha desarrollado en estas tierras, ayudan a adscribir este complejo al repertorio de manifestaciones rupestres cristianas en la Península Ibérica
De regreso a la pista, a la derecha podemos ver una balsa de agua de reciente construcción, para el regadío de los huertos de esa zona y a la izquierda, otra casa Cueva abandonada, en este caso se trata de la Cueva de Lares, que recibe el mismo nombre de la rambla, que en este punto se cruza con la trayectoria de nuestro camino. La cueva concretamente se ubica en la base del pequeño cerro de Lares, donde  se han documentado restos de materiales constructivos y cerámicos, lo que nos indica junto a las fuentes históricas, que en el lugar se situaba el pequeño poblado de Alares, que abarcaría una amplia cronología de ocupación no continua desde época visigoda-islámica hasta los Siglos XVI-XVII.
Nuestro cómodo camino, continúa dirección N, entre pinares, olivares y campos de almendros, en dirección a Marchal, donde ya destaca el palacio de los Gallardo, conocido popularmente en el pueblo como "la Casa Rosa", que ya destaca desde la distancia, incluso más que la propia iglesia del pueblo. Nada mas atravesar la Rambla de Alboroz; ya estaremos caminando por la primera calle de Marchal, al llegar al primer cruce, un cartel nos indica a la izquierda: Barrio de las Eras, merece la pena acercarse porque muy cerca de allí se encuentra el curioso pináculo de arenisca conocido como "El Diente de la Vieja" 
hasta donde merecerá la pena desviarse para sacarle algunas fotos, o simplemente conocerlo y regresar sobre nuestros pasos, acercándonos hasta la entrada del Palacio de Los Gallardo o la Casa Rosa, construida en el siglo XIX; por el arquitecto Gustavo Gallardo, que la hizo para él y su familia. Su estructura de castillo italiano, con techos muy inclinados al estilo de la comarca de Loira, otorga un exótico y atractivo contraste con la austeridad de las cárcavas. En la actualidad sigue siendo de propiedad privada. A penas a dos minutos caminando desde el palacio de los Gallardo, en dirección Oeste, llegamos a un curioso conjunto de Casas Cuevas, conocido como Barrio de Carabanchel (de Marchal), que forma parte del Monumento Natural de las Cárcavas de Marchal, donde al llegar nos salieron al paso, Juan (13 años) y Juana (12 años), hijos de la única familia gitana, que habita una de las casas de este conjunto y que con la experiencia acumulada en su corta vida, nos salieron al paso como "guías" para explicarnos cómo se vivía y todo lo que había en cada una de las casas-cueva que allí se encuentran, salvo la que ellos habitan junto con sus padres y su hermanilla más pequeña que nos seguían con la mirada desde una distancia prudencial, todas las demás están vacías, pero algunas presentan una estructura muy cuidada por dentro, además de recordarnos muchas veces que todas aquellas casas pertenecían a su abuelo, ya fallecido, nos decían donde dormían las personas que las habitaban, sus animales de carga, que en caso de ser muy buenos tenían su propia estancia en el interior, como una habitación mas y los numerosos columbarios, aunque ellos insistían en que eran palomares, que no me extrañaría, sería el uso que le dieron en su día. 

Pasando más tarde por delante de la casa donde ellos viven y aprovechamos para saludar a sus padres, llegamos a la última casa cueva de la fila de la izquierda, donde antiguamente se encontraba la Capilla rupestre de Santa Catalina. Tras disfrutar de la entrañable compañía de "Rinconete y Cortadillo" y la cantidad de anécdotas que nos contaron con su fantasía infantil, pero de una forma muy entrañable y con su genuino acento granaino, nos despedimos pagándoles a cada uno el correspondiente tributo por tan didáctica charla y prometiendo que le haríamos buena publicidad de sus servicios. Actualmente, se está llevando a cabo un proyecto de embellecimiento y puesta en valor del barrio y su patrimonio.
Finalizada la visita, regresamos sobre nuestros pasos y continuamos dejando atrás, el Palacio de los Gallardo, la Iglesia de Nuestra Señora de la Anunciación, con bonitas esculturas en su entrada, construida en el Siglo XX sobre una antigua mezquita. Mas allá de la Iglesia, llegamos a un cruce donde en caso de seguir de frente, es decir, descendiendo en dirección NE, llegamos rápidamente a la carretera que discurre paralela al río Alhama, sin embargo nosotros tomamos el ramal de la izquierda, que en dirección N, faldea la ladera de las cárcavas, donde en pocos minutos llegamos al Barrio del Perchel, parecido al de Carabanchel, pero con un mayor número de casas situadas a distintas altitudes y comunicadas entre sí, por un intrincado sistema de escaleras, perfectamente acondicionadas con sus barandillas para que el visitante las recorra a placer, en su parte alta cabe destacar el Mirador del Tío Prim, en su base nos encontramos el Cartelón de Monumento Natural Cárcavas de Marchal, catalogado así por la Junta de Andalucía en 2003.
El siguiente hito en nuestro itinerario es el Mirador del Cementerio, donde su empedrado nos sirve de magnífico mosaico a modo de muestrario de los minerales y rocas más características de la zona como el cuarzo, la mica, los micaesquistos, el granate o incluso algunos fragmentos de granate. Este mirador se encontraba presidido por dos farolas, una cruz de hierro y una gran bandera de España, que aquel día flameaba al viento de levante.
Retomado el camino dirección N, en apenas 5 minutos llegamos al siguiente y último MIrador de San Marcos, desde donde podemos obtener (tirando de zoom) unas bonitas fotos de Marchal con Sierra Nevada al fondo, y de Purullena con sus carcavas, además del Valle del río Alhama, con el telón de fondo de los Tajos de la Meseta del Manco, que es nuestro telón de fondo dirección Este, en todo el camino que nos ha traído desde Beas de Guadix hasta aquí.
Desde un extremo del Mirador de  San Marcos, parte un camino terrizo en dirección N, por el que comenzamos a descender por un olivar, conectando en pocos minutos con la modesta rambla de La Vieja, que la tomamos a la derecha, es decir, dirección Este y en descenso, hasta llegar a la carretera, que cruzamos, para vadear el río Alhama, que sólo llevaba un hilillo de agua ese día, accediendo a una zona de cultivo, que la atravesamos más o menos en línea recta, superando tres bancales con dos empinados taludes, hasta conectar con la pista asfaltada que discurre paralela a la Acequia del Lugar y que en trayectoria, más o menos rectilínea, en dirección NE, nos devuelve a Purullena sin margen de error. Pues a excepción del primer tramo, esta ruta es muy fácil de seguir por tratarse de un paisaje muy abierto y de dócil perfil, donde casi siempre tenemos uno o varios hitos de referencia a la vista, incluidos los pueblos en muchos tramos del recorrido. Este último tramo, junto con Los Llanos, antes del descenso a Beas de Guadix es la parte más monótona de la ruta. El resto tiene mucho encanto, sobre todo, el primer tercio del recorrido, que paisajísticamente es lo más espectacular de la ruta.

2 comentarios :

  1. Crónica,documental histórico y fotos son una auténtica joya y lujo realizado con mucho esmero y detalle por nuestros amigos y compañeros Juani y pepe Guerrero
    Nos regalan una obra muy extensa y a la vez didáctica y cultural que ofrece para los sentidos una labor documental insuperable !!.
    Gracias por mi parte y Enhorabuena !!

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  2. Crónica,documental histórico y fotos son una auténtica joya y lujo realizado con mucho esmero y detalle por nuestros amigos y compañeros Juani y pepe Guerrero
    Nos regalan una obra muy extensa y a la vez didáctica y cultural que ofrece para los sentidos una labor documental insuperable !!.
    Gracias por mi parte y Enhorabuena !!

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