IX Descenso Angosturas del río Guadalmina (Benahavis)

Pocas rutas suelen ser tan agradecidas como ésta, porque difícilmente encontraremos en muchos kilómetros a la redonda otro itinerario, que en poco menos de 2 km de descenso por sus angosturas y otros dos de retorno por la acequia, ofrezcan mayor número de rincones mágicos por cada pequeño tramo que vamos recorriendo. Un auténtico oasis a tan sólo 7 km. de la costa, amenazado por la expansión urbanística, que complementada con los campos de golf ha invadido la mayor parte de la franja costera, proliferando cada vez mas hacia el interior. El tramo final del río Guadalmina es un buen ejemplo de usurpación de los espacios naturales, habiendo quedado rodeado de campos de golf en sus dos vertientes.
El comienzo de la ruta se encuentra en el mismo paseo fluvial de Benahavis, que hasta hace poco era uno de los pueblos mas bonitos de Andalucía en un entorno absolutamente bucólico, pero su pintoresco casco urbano ha sido literalmente rodeado y absorvido por la proliferación de urbanizaciones de chalets y adosadas de lujo. En su mayoría propiedades de alemanes, muchos de ellos afamados escritores, políticos y artistas muy conocidos en su pais, que han hecho de Benahavis su paraiso particular, a costa de robarles su preciosa traza urbana, que jamás volveremos a ver, tal y como todavía veíamos antes de 2002. Esperemos que su aristocrática población alemana compense tal afrenta con esa gran conciencia ecológica que sí llevan a cabo en su pais, poniendo freno de una vez por todas a la expansión urbanística alrededor de la cuenca del Guadalmina y sobre las laderas del cerro Montemayor. En su día, interesantísimo PR que finalizaba en las ruinas de la fortaleza de Ben Havis, cuyo camino de subida está hoy plagado de hileras de adosadas hasta poco antes de llegar a la encina solitaria (tramo final de la subida). No obstante, Benahavis, con escuela de hostelería propia, gran hotel de super lujo y restaurantes de prestigio internacional se ha convertido en un referente del turismo de lujo en Andalucía, siendo hoy por hoy uno de los ayuntamientos mas ricos de España. Esperemos que la avaricia no rompa el saco de la explotación de recursos naturales a costa de seguir urbanizando por todas partes y que dediquen parte de su bonanza económica al mantenimiento, cuidado y limpieza de su entorno natural, tal y como hacen con las impecables calles del pueblo que tienen aa modo de escaparate. Y muy especialmente de sus ríos Guadaiza, Guadalmansa y Guadalmina cuyas angosturas han sido declaradas "Monumento Natural". ¡Que no se olviden núnca en Benahavis, que en gran medida el pueblo es lo que es, gracias a la riqueza y la protección que les ha brindado el Valle del río Guadalmina, que hoy se encuentra gravemente amanazado.
Volviendo al principio, el paraje de las Angosturas es tan bonito y divertido de recorrer, como delicado es este ecosistema. De hecho, si no fuera porque me consta que mi modesto blog, tan solo es leido, muy de vez en cuando, por un reducido grupo de amigos, casi no me atrevería a darle mucha publicidad a las angosturas, que ys he tenido el honor de mostrar casi siempre en petite comité a nueve grupos distintos entre los que se encontraban: amigos, familiares y compañeros de trabajo de las mas diversas procedencias, que siempre han finalizado la ruta agradeciéndome el haberles mostrado un lugar tan singular, sin salir del asombro de que todavía existan lugares tan recónditos, a tan poca distancia de la cada vez mas saturada Costa del Sol.
Una vez mas quiso el destino que el grupo no fuera demasiado grande. Aunque según María, mi mujer, la culpa del reducido número de personas que participaron en esta última salida, la tuve yo, por dar mas información de la cuenta, recomendando el uso de neoprenos ó por avisar de que en algunas ocasiones había que nadar tramos de unos 15 m. de largo. Que por lo visto alguna gente confundió con 15 m de profundo, como si hubiera mucha diferencia entre nadar a 3 ó a 15 m de profundidad. Pero como diría el Maestro Gandalf: "A las rutas van los que tienen que ir" y allí estábamos: Sean-El Canadiense Errante, Mariana-La Chica del Central Park, Guillermina-La Astrónoma, Ruben-El Bucanero de Puerto Marina, Ana-La Chica del Bastón de oro, Juan Antonio Mena-El Elfo de la Malagueta, su inseparable Vicky-La Botánica, Darío el Magnífico y un servidor encantado de volver a uno de sus santuarios favoritos.
Tras la ya tradicional foto de inicio en la rotonda de entrada a Benahavis y la otra en la Poza de las Mozas, donde muchos tomaron su primer contacto con el agua. Iniciamos el descenso, destrepando entre las grandes rocas que la preceden, para iniciar esa especie de jinkana en la que siempre se termina convirtiendo esta pequeña pero entretenidísima ruta, entre poza y poza, ahora nadando entre angostas paredes, ahora caminando sobre grandes rocas o a poca profundidad de los tobillos a las rodillas. Ranas, algún que otro galápago y no pocas culebras de agua de todos los tamaños se van cruzando ante nosotros huyendo despavoridas ante nuestra invasora presencia. A pesar de lo corto que es este recorrido se hace muy lentamente, pues esta ruta se presta a recrearse cada pocos pasos con la belleza del entorno y además así lo requiere un terreno netamente rocoso de principio a fin, con la dificultad añadida de algunas rocas muy resbaladizas que de alguna manera te obligan a no bajar la guardia en ningún momento para no perder el equilibrio. De hecho a pesar de los tramos de nado, como ya avisé a los compañeros antes del inicio, no está de mas un bastón para evitar caidas.
La primera parada la hicimos en la Poza de la Higuera, uno de los rincones emblemáticos del recorrido, que precede al famoso paso de La Cueva, que hay que atravesar a nado bajo grandes estalactitas, mientras nos vamos quedando extasiados ante la belleza que nos rodea por todas partes. Al llegar a la pequeña presa todo el grupo hizo el rappel con gran desenvoltura incluido Chukie, que aún con la ayuda de la cuerda, por si acaso se enganchaba a la pared, cual cangrejo intentando trepar por una palangana.
Una vez todos abajo y avisados los compañeros del corto tramo que nos quedaba para finalizar las angosturas, decidimos tomárnos la recta final con calma recreándonos con las fotos, mientras íbamos nadando entre las últimas paredes, bajo la antigua tubería ó pasando bajo el sempiterno chorrito de la yedra, y casi con lástima de acabar llegamos al cañaveral por donde abandonamos el cauce del río para remontar el salvaje tramo de campo a través que a modo de peaje hay que pagar para alcanzar la acequia secreta. Una vez conquistada, a la altura del pino solitario, disfrutamos del almuerzo, intercambiando opiniones sobre tan entretenido recorrido, anécdotas de las últimas aventuras, planes para asistir a las próximas y de todo un poco en general.
Finalizado el almuerzo iniciamos el camino de vuelta, remontando la preciosa acequia contra la corriente de cristalinas aguas por las que íbamos caminando de forma muy relajada, bajo el intenso sol del mediodía del que a veces nos protegían los túneles de la abundante y variada vegetación que flanquea la acequia, al tiempo que disfrutábamos de una perspectiva diferente, de las angosturas que ahora recorríamos a media altura por su vertiente oriental, con el precioso acueducto a modo de improvisado puente, el Cerro de Montemayor a nuestra izquierda o el casco urbano de Benahavis que cada vez vemos mas cerca tal y como nos acercamos al final del recorrido, que una vez masfinalizamos , justo frente al aparcamiento donde habíamos dejado los coches. Rematando la sobremesa con unas copas y unas deliciosas raciones que tuvo a bien pedir el Elfo de la Malagueta en una de las aristocráticas terrazas de la calle principal de Benahavis.
Tras las últimas rutas bajo lluvia, tormenta y granizos, por fin disfrutábamos de una preciosa ruta acuática, con un radiante día de sol.