Pueblo
de referencia: Ronda y Parauta
Hora y punto de encuentro recomendado: 8.00 am Venta El
Navasillo
Cómo llegar al punto de encuentro: km.13 de la carretera San
Pedro-Ronda, es la venta mas cercana a la entrada del parque natural Sierra de
Las Nieves (sector Conejeras)
Distancia aprox. 20 km
Desnivel aprox. unos 400 m. de descenso, intercalado con varios toboganes de ascensión que sumarían
unos 300 m.
Punto mas alto, inicio de ruta: Zona camping de Conejeras
(1.020 msnm), km. 2 del carril Conejeras-Quejigales.
Punto mas bajo, final teórico de ruta: Puente Nuevo de Ronda (700
msnm)
Tiempo aprox. 8 horas, de ahí para arriba.
Nivel dificultad: Alta, pues se afrontan varios tramos
cortos que requieren buena técnica de destrepe y no padecer de vértigo
caminando al filo de algunos toboganes muy resbaladizos y estrechos, que
desaconsejan totalmente hacer esta ruta en solitario.
Tipo suelo: Sendero, pista terriza y lecho del río
(recomendable botas de trecking o zapatillas de travesía).
Tipo de recorrido: lineal.
Hora
puesta de sol y ciclo lunar: 21.16 pm., cuarto menguante, visible en un 25%.
Fecha
de realización: Sábado, 27 de julio 2013
Meteorología:
comenzaba la mañana con cielos parcialmente cubiertos y gran número de nubes
arrastradas por una agradable brisa de poniente, que llegó a cubrir el cielo
por completo cuando entrábamos en el cañón de Castillejos, llegando incluso a
caer una corta llovizna. El cielo permaneció parcialmente cubierto hasta
nuestra entrada a Ronda, sin que llegaran a superarse los 32ºC, abriéndose
definitivamente en un cielo azul a la hora de regresar a la sierra de Las
Nieves para recuperar los coches.
Participantes: Desde la costa
vinieron: El Corsario de sierra Almijara, en un espectacular estado de forma, muy atento en las ayudas. Eduardo Mister Chip, magnífico sufridor al igual que su tocayo el padre carras, ambos de espíritu espartano. Inma de Mijas
Costa, menudita pero magnífica andarina que pasó el exámen con nota y un
servidor: Juan Ignacio Amador, luchando contra el vértigo y perfeccionando la técnica del autoculin. Y desde Ronda, ¡ésta vez mayoría!: Rafa Flores
“El Mago Gandalf de la Serranía”, a pesar de que horas mas tarde de finalizar
la ruta tenía el compromiso de guiar a un numeroso grupo a la cumbre del
Torrecilla para realizar su enésima nocturna, a la que también se le uniría el
infatigable Jorge “Aterriza como puedas” que se había currado esta ruta de lo lindo en los días previos, ambos dos, hicieron de anfitriones de
lujo, escoltados a su vez por la Patrulla X: formada por: Jenny, Judit, Guadalupe
y su novio Alex, que por padecer de alergia a numerosas especies vegetales,
realizó toda la ruta con una especie de mascarilla, que nos recordaba a Michael
Jackson o algún antiguo bandolero. No obstante, bendito remedio si eso le
permite disfrutar de tan magnífica afición, además a pesar de lo aparatoso nos
comentó que no resultaba incómoda.
1º) Aunque esta ruta es mas bien anfibia, en todo caso a lo largo del recorrido quien quiera tendrá la
oportunidad de darse un baño en las aguas de la poza semi oculta del charco Malillo o la poza Azul, ésta última se encuentra a la salida del cañón de Castillejos. No obstante, al llegar
a Ronda, lo suyo es acabar la ruta, por el mismo cauce del Guadalevín hasta
llegar al puente Nuevo, donde abandonaremos el mismo, por el sendero de la
acequia que nos deja en la cuesta del cachondeo, a la altura del final de las
vías ferratas.
2º) El transito por el
aparentemente dócil cauce del arroyo carboneras, nos sorprenderá con varios
destrepes donde conviene extremar la precaución, así como algunos pasos
expuestos por el cañón de Castillejos, ya que el sendero está muy degradado y
hay algunos pasos expuestos al filo de laderas muy empinadas atravesando varias
pedreras muy precarias.
Crónica: Juan Ignacio Amador
Fotografías: Juan Ignacio Amador
con varias aportaciones de Rafa Flores
Tras una charla con Manuel
Manzanares, “el Cartógrafo de su Majestad” que se ha tomado este verano de
descanso, disfrutando de su otra gran pasión el Cine, me sugirió como ruta
inédita para llevar a cabo en estas fechas, una ruta por el arroyo Carboneras,
que el recordaba de una antigua guía escrita, por el Mago Gandalf de la
Serranía hace mas de 15 años, donde venían algunas rutas muy interesantes, tome
buena nota y con la referencia de el mapa topográfico del parque natural Sierra
de Las Nieves, comencé a elaborar una ficha de ruta intuitiva, que fui puliendo
en los días posteriores con la información que me fueron facilitando el Gran
Isi, Rafa Flores “El Mago Gandalf de la Serranía” y sobre todo mi buen amigo
Jorge de Ronda, que con gran generosidad se nos ofreció para investigar la ruta
ganándose automáticamente el honor de ser el guía de la ruta. Una ruta
elaborada a través de grandes amistades, magníficas colaboraciones y sobre todo
la impagable labor de Jorge de la que hasta el mismo día de la ruta no fui
consciente en toda su dimensión, pues él la hizo en solitario, dedicándole
hasta tres jornadas, buscando caminos alternativos y afrontando en solitario
algunos pasos, de cuya dificultad no tuvimos constancia hasta el mismo día de
la ruta.
Descripción de la ruta:
Una vez finalizado el tradicional
desayuno de tostá y cafelito en la emblemática venta El Navasillo, nos montamos en los coches y entramos en el
parque pasando junto al camping Conejeras, donde podíamos haber iniciado la
caminata, a través del Cordel de Los Pescadores,
también conocido como puerta Verde
Ronda-Marbella, sin embargo, continuamos un kilómetro y medio mas adelante,
aparcando los vehículos en la explanada que hay al inicio de la pista que sale
a la izquierda, mas concretamente hacia el cortijo de Rajete, pocos metros
antes del vado de La Fuenfría, para comenzar a caminar por el lecho seco del
arroyo Carboneras.
El primer kilómetro por dentro
del cauce del arroyo carboneras, generalmente seco, salvo en época de
abundantes lluvias, es un agradable paseo, que si bien con agua resultaría
mucho mas bonito, al encontrase seco, nos permite progresar de forma mucho mas
rápida. Al principio, con la única dificultad de la cantidad de cantos rodados
y algunos pasillos, que podríamos calificar de mini cahorros, donde la rocas
pulidas nos obligan estar atentos para no resbalar. En terrenos calizos el agua
que no vemos en la superficie sigue discurriendo por debajo, a través de las
capas feáticas.
Otra de las pequeñas maravillas
con las que nos sorprende el cauce del arroyo carboneras, son las marmítas de gigantes, que podemos
identificar como una especie de cavidades circulares o de forma ovalada (abajo en la imagen);
en la
superficie de grandes rocas, fruto de la acción erosivas de pequeñas
piedrecillas, que arrastradas por la fuerza de la corriente, entran en estas
cavidades, donde comienzan a girar como en una especie de batidora. Por otra
parte, a lo largo del recorrido las higueras silvestres casi siempre presentes
donde existe alguna surgencia de agua y capaces de crecer en lugares tan
inverosímiles como una pared o el interior de una marmita donde se ha
depositado un mínimo de arena, nos sorprenden en algunos puntos del arroyo con
su intenso olor.
La mirada experta del Maestro
Gandalf, identifico rápidamente la presencia de varios arces de Montepelier, así como de algún que otro sauce y fresno, típicas especies de ribera,
aunque aquí los árboles se encuentran muy dispersos y la gran mayoría son
jóvenes. La abundancia de rocas de distintos tamaños, confirmaba que todo aquel
que había traído botas de trecking había acertado. De vez en cuando, algún
pinsapo aislado, nos recordaba unas de las señas de identidad del parque
natural donde nos encontrábamos, aunque los 1.050 msnm desde donde comienza
este itinerario sea una altura aún insuficiente, respecto a las principales
bosques de pinsapo del parque, siendo por ello, que a estas alturas están mas
expuestos al calor y por lo tanto son mas vulnerables, como el gran pinsapo que
Rafa Flores, nos anunciaba que estábamos a punto de llegar, llevándose la
sorpresa de que 16 años después de su último paso por este tramo del arroyo
carboneras, se había secado completamente.
Una vez que dejamos atrás el gran
pinsapo seco, nos encontramos con una sucesión de saltos que se traduce en una
serie de destrepes, que debemos negociar como mejor podamos, algunas veces por
la izquierda, otra por la derecha, apoyándonos incluso en la valla metálica que
discurre paralela a la orilla derecha y que nos resultará de gran ayuda en
algún paso delicado.
Conforme vamos avanzando se hace
mas evidente la diferencia entre el gris claro de la caliza y el marrón de las
margocalizas que afloran en esta zona del parque.
A la altura del cortijo Ballesteros, a unos 400 m a
nuestra izquierda y que no llegamos a divisar por encontrase algo retranqueado sobre
un bancal, unos 50 m por encima nuestra, contemplamos como viene a unirse al
cauce del arroyo carbonera, un tributario por su vertiente derecha, se trata del arroyo Tamaral que mas arriba es
conocido como arroyo de La Sardina, con espectaculares saltos de
agua en las jornadas invernales de lluvia. A esta altura el cauce del arroyo
Carboneras, queda envuelto de vez en cuando por una galería de vegetación de
ribera, que nos obliga a caminar en paralelo al mismo, llevando el arroyo a
nuestra derecha, para volver a introcucirnos en él poco después, concretamente
a la altura de la poza de Las Yegüas,
aunque de momento, el cauce permanece seco.
Poco después en una pausa de
reagrupamiento, fotografiábamos una curiosa oruga verde, con la que me llevé un
pequeño susto al encontrármela por el filo de mi pantalón corto, depositándola
inmediatamente en una roca cercana, donde aprovechamos para fotografiarla.
Llegando minutos mas tarde al
cortijo Manaderos, donde una valla nos cortaba el paso, hecho que ya se había
repetido anteriormente en otros puntos del arroyo, algo totalmente ilegal si la
valla atraviesa el cauce de cualquier río o arroyo de lado a lado, como era el
caso, por lo que remontamos la ladera para acercarnos a dicho cortijo con la
esperanza de encontrarnos una angarilla, que nos permitiera pasar al otro lado,
pero en lugar de eso, nos encontramos con un caballo, que estuvo persiguiendo a
las chicas durante varios minutos, hasta que tuvimos que volver aa descender
sobre nuestros pasos, para retomar el cauce del arroyo y pasar como mejor
pudimos, siempre con la colaboración de los compañeros que levantaban la vaya
lo suficiente, hasta que todos pasamos ya al otro lado.
Como el cauce volvía a cerrarse
mucho en vegetación, lo abandonamos, avanzando ahora por su margen derecho,
para cruzar poco después a su margen izquierdo a través de dos puentecillos de madera;
justo donde enlazábamos con el antiguo camino conocido cordel de Los
Pescadores o Puerta Verde de Ronda-Marbella, que desde el camping Conejeras
hasta aquí discurre por una pista terriza muy limpia y bien asentada y justo a
partir de aquí se transforma nos muestra su original empedrado medieval que en su día debió ser muy
bonito, pero que por desgracia en la actualidad ha quedado parcialmente
invadido por, la maleza, incluidos algunos cardos borriqueros, que tendremos
que esquivar como mejor podamos.
Desde distintos puntos de la
ladera que llevamos a nuestra izquierda surgen como por arte de magia,
poderosas surgencias de agua en época de lluvia, que vienen a unirse al arroyo Carboneras. Unos 200 m mas allá
de enlazar con el camino empedrado, llegamos a una angarilla, que abrimos sin
problemas, dejándola cerrada a continuación, como mandan los cánones, tras ella
el camino empedrado continúa, pero poco después se transforma en sendero que
alterna tramos terrizos y empedrados, pasando junto algunos juncos de tamaño
espectacular.
La inminente presencia de un espectacular caos de roca, que el
sendero rodea quedando éste a nuestra izquierda, delata que ya nos vamos
aproximando al cañón de Castillejos,
pero antes de eso, el camino nos depara varias sorpresas.
El sendero llanea, muy cerca del
cauce del arroyo Carboneras, que en todo momento, llevamos a muy pocos metros a
nuestra derecha y que podemos vadear por distintos claros de la galería de
vegetación de ribera, pero de momento, nos mantenemos por este sendero que
discurre por su cauce izquierdo, dirigiendo nuestros pasos hacia una chopera y
nogalera, que al abrigo de un roquedal forma un paraje con un magnetismo
especial, conocido en su día como Huerto Malillo.
Desde aquí el sendero, vuelve
a transformarse en pista y de seguirla unos 50 m mas allá, en dirección N,
llegamos a la famosa fuente Malillo, de siete generosos caños, el curioso
sobrenombre del antiguo huerto y la fuente, le viene del antiguo cortijo Malillo, que existió en su día,
pero si hay alguien que nos aclare el origen del nombre estaremos encantados de
especificarlo en la crónica.
Una vez repuestas las botellas en
la fuente (quien lo necesite), regresamos sobre nuestros pasos, ignorando la
pista que continúa subiendo desde aquí, de manera que volvemos a pasar junto a
la chopera y nogales del huerto Malillo, que esta vez dejaremos a nuestra
derecha y tan pronto como localicemos un lugar despejado para pasar a la orilla
contraria del arroyo Carboneras, que ahora llevamos a la izquierda, lo
cruzamos, para seguir avanzando a partir de aquí con la única referencia de las
tenues sendas de ganado, generalmente bovino por esta zona, intentando tomar
como referencia la que se mantenga mas cerca del cauce, de hecho, unos 200 m
después de haberlo cruzado;
bajaremos hasta su mismo cauce, en busca de una
idílica poza que no vamos a ver hasta estar justamente delante por lo escarpado
del terreno y cerrado en vegetación, pero que identificaremos por presidida por
una higuera, bajo la cual cae una idílica chorrera, la poza es conocida como charco Malillo, de hecho se encuentra a
escasa distancia de la fuente del mismo nombre, que visitamos minutos antes.
Ni que decir tiene que aquí tuvo
lugar la primera sesión de baños por parte de algunos compañeros, Rafa Flores
nos habló de la leyenda que cuenta que bajo la higuera se haya una cueva
subacuática donde a veces se refugiaba el sanguinario bandolero Flores Arrocha,
aunque cuesta imaginarse a este sanguinario personaje, haciendo espeleo buceo
en las frías aguas de esta poza.
Poco antes por el margen derecho, se le ha
unido el arroyo Cobatillas, ganando
caudal a partir de aquí. El caso es que como le dijo a Rafa Flores, el cabrero
del cortijo Manaderos la última vez que estuvo por estos lares, a partir de
aquí el arroyo Carboneras, pasa a
denominarse río Grande, ¡eso sí!, no
confundir con el mas conocido río Grande que nace cerca de Yunquera y que viene
a ser uno de los afluentes mas importantes del Guadalhorce.
Una vez finalizada la sesión de
saltos y baños en el charco Malillo, retomamos la caminata, bajo un cielo cada
vez mas plomizo, que unido a un ligero viento de poniente, nos hacía caminar
bajo una luz mas típicamente otoñal o invernal, que de un 27 de julio, como era
el caso. No obstante, nos venía de maravilla para esta caminata que habíamos
imaginado realizar bajo una gran solanera y mucho calor, pero nada mas lejos de
la realidad.
Con la ribera del arroyo
Carboneras, a nuestra izquierda, que a partir del charco Malillo, se conoce
como río Grande, aunque nosotros preferimos llamarlo directamente Guadalevín, comenzamos
a caminar faldeando a media ladera sin mas referencia, que los tenues senderos
de ganado. A la izquierda, en todo momento, tenemos el río oculto bajo una frondosa
galería de adelfas, zarzas y demás vegetación de ribera, cuyo verdor contrasta
con el secarral del paisaje por el que transitamos.
A nuestra derecha la parte alta
de la Hoya del Pilón. Poco a poco nos
vamos acercando a la entrada del cañón que se diferencia del terreno que vamos
dejando atrás por el gran predominio de la caliza de tono gris claro.
LLega un
momento en que vamos caminando muy cerca del río, que de momento seguimos
llevando a nuestra izquierda, hasta que lo cerrado de la vegetación y lo
escarpado del terreno, nos obligan a ganar altura, salvando los salientes que
nos vamos encontrando con las debidas precauciones, para seguir avanzando
siempre por el lado derecho del cañón.
Encontrándonos en algunos puntos
con tramos mas agrestes, que nos obligan a realizar pequeñas trepadas o caminar
de forma escalonada, hasta volver a alcanzar nuevos tramos de sendero muy
precario, que se intercala con nuevos salientes y zonas de cierto vuelo, que si
bien, no llegan a ser demasiado difíciles o expuestas, si nos obligan a
mantener la precaución. La belleza del paisaje telúrico que nos envuelve, bien merece la pena hacer una pausa de vez en cuando para sacar mas de una instantánea.
Llega un momento que el río
describe una curva cerrada a la derecha, en una de las zonas de máxima
angostura del cañón, es el lugar donde debemos cambiar a la vertiente izquierda
de éste y reconoceremos el lugar porque en la vertiente izquierda existes una
gran falla, donde el monóxido de hierro de un color terrizo, predomina sobre el
gris de la caliza. Desde mi punto de vista éste puede ser el punto mas
conflictivo de la ruta, pues a pesar de que el río presenta un cauce modesto,
la cerrada galería de vegetación que lo envuelve, no nos permite pasar ni mucho
menos, por donde queramos, sino por el único hueco que allí existe y que
coincide con un paso escalonado de casi dos metros de altura bastante lisa, que
no se puede superar mediante trepada, sino haciendo fuerza con los brazos, para
tirar con todo el peso del cuerpo hacia arriba. Una vez mas Juan Antonio
Villalba y Jorge, estuvieron atentos al quite para ofrecer su ayuda a todos los
que la necesitamos.
A continuación pasamos bajo una alambrada
cuadrada sin problemas y seguimos faldeando a los pies de la ladera del cerro
castillejos que le da nombre al cañón y que ahora llevábamos a nuestra
izquierda, mientras que el río quedaba a la derecha.
A partir de aquí a penas
quedan 500 m para la salida del cañón y si vamos bien preparados con bote estanco
para el agua, lo suyo es progresar por dentro del cauce, tal y como hizo El
Mago Gandalf de la Serranía, pues la vegetación alrededor del cauce ya no es
tan abundante y existe una sucesión de pozas por los que se puede progresar con
relativa facilidad, sin necesidad de destrepes, grandes saltos o rapel.
Sin
embargo, no sé todavía muy bien por qué seguí caminando con el resto del grupo,
porque aunque el sendero parecía muy llevadero, poco a poco se hacía cada vez
mas precario, atravesando una pedrera y continuando por una ladera de fuerte
pendiente con arenilla y piedrecillas que te pueden hacer resbalar con mucha
facilidad al fondo del barranco que ahora tenemos a la derecha, hasta el punto
de que tuve que finalizar los últimos metros de ese tramo con la técnica del
autoculin, hasta que por fin me reuní con el resto de los compañeros en la Charca Azul, aunque el verde es el color
que allí predomina, siendo ésta la idílica poza donde finaliza el cañón y donde
estuvimos realizando la primera parada de comida y una nueva sesión de baños donde una vez mas quienes volvieron a disfrutar del agua fueron: Jenny, El Mago Gandalf y El Comandante con su fiel Chuckie.
Aunque la salida del cañón ya
está muy próxima, de no continuar por el mismo cauce del río,
todavía nos queda un último saliente que salvar, se trata de un último espolón
rocoso, por la vertiente izquierda del cañón por donde debemos reanudar la
caminata, no apto para personas con vértigo. Superado éste último espolón, el
sendero encara una dócil ladera, que poco a poco va ganando altura mientras el
cañón va quedando a nuestra espalda;
y el cauce del río que ahora llevamos a nuestra derecha, vuelve a transformarse en una galería de vegetación de ribera donde destaca el rosa de las adelfas. Comenzando a aparecer carteles de Puerta Verde de Marbella: cordel del camino de los pescadores.
y el cauce del río que ahora llevamos a nuestra derecha, vuelve a transformarse en una galería de vegetación de ribera donde destaca el rosa de las adelfas. Comenzando a aparecer carteles de Puerta Verde de Marbella: cordel del camino de los pescadores.
Una vez que dejamos atrás el
cañón el terreno se presenta muy dócil ante nosotros recuperando rápidamente un
buen ritmo de caminata que en poco minutos nos lleva a situarnos a la altura
del cortijo Blanco, que dejaremos a la izquierda, para continuar de momento en
la pistaa terriza cuyo trazado coincide con el cordel de los pescadores;
hasta que llegamos a un cruce de pistas
la de la derecha es la que tomaríamos en caso de ir a la Peineta de sierra Hidalga;
que pasa junto a la antigua alquería del
actual cortijo de Melequetín, siendo
nuestra opción el camino de la izquierda, alejándonos ahyora durante un buen
rato del cauce del Guadalevín que vamos a perder de vista, tan pronto como este
camino por el que ahora vamos enlaza con el arroyo Linarejos, avanzamos por su
mismo cauce, que generalmente va seco, tomándolo a nuestra derecha, es decir,
lo que sería en el sentido de su corriente si llevara agua, pues se trata de
otro tributario del Guadalevín.
Unos 300 m después, abandonamos su cauce, por su margen derecho, para remontar una ladera
donde comienza a predominar la dehesa, hasta encontrar una angarilla;
situada unos 40 m por encima del nivel del arroyo, por la que nos adentramos en una finca de vacas y toros teóricamente mansos donde no conviene confiarse;
tal y como le pasó al bueno de Jorge “Torea como puedas” en su primera exploratoria. En nuestro caso tuvimos suerte y pasando a una distancia prudencial de estos animales, ninguno hizo el mas mínimo amago de acercarse hacia nosotros, mientras disfrutábamos de magníficas vistas sobre el cancha Almola y Jarastepar a nuestra izquierda;
a la derecha los campos de cereales entre Ronda y Arriate con el Terril al fondo.
situada unos 40 m por encima del nivel del arroyo, por la que nos adentramos en una finca de vacas y toros teóricamente mansos donde no conviene confiarse;
tal y como le pasó al bueno de Jorge “Torea como puedas” en su primera exploratoria. En nuestro caso tuvimos suerte y pasando a una distancia prudencial de estos animales, ninguno hizo el mas mínimo amago de acercarse hacia nosotros, mientras disfrutábamos de magníficas vistas sobre el cancha Almola y Jarastepar a nuestra izquierda;
a la derecha los campos de cereales entre Ronda y Arriate con el Terril al fondo.
Una vez en la parte alta de la
redondeada loma del cerro de La Tejera,
el camino a seguir, se hace mas que evidente y comenzamos a descender
suavemente en dirección noroeste;
recreándonos durante un buen trecho con vistas frontales hacia lo que vienen a denominar la trasera de Ronda, la ciudad soñada: con sus murallas, sus iglesias y varios edificios civiles emblemáticos. Por encima de los cuales ya aparecían cumbres emblemáticas de la sierra de Líbar como el Hacho o las tetas de Montejaque, el pico Ventana y por encima del Hacho la imponente crestería del Pinar;
el puerto de Las Palomas por encima del cerro del Mures, con el Reloj y el Simancón la izquierda del san Cristobal y Torreón. Y mas a la derecha, es decir, mas al noroeste, las mas modestas, pero no menos bellas cumbres del cerro Malaver, Lagarín y Las Grajas.
recreándonos durante un buen trecho con vistas frontales hacia lo que vienen a denominar la trasera de Ronda, la ciudad soñada: con sus murallas, sus iglesias y varios edificios civiles emblemáticos. Por encima de los cuales ya aparecían cumbres emblemáticas de la sierra de Líbar como el Hacho o las tetas de Montejaque, el pico Ventana y por encima del Hacho la imponente crestería del Pinar;
el puerto de Las Palomas por encima del cerro del Mures, con el Reloj y el Simancón la izquierda del san Cristobal y Torreón. Y mas a la derecha, es decir, mas al noroeste, las mas modestas, pero no menos bellas cumbres del cerro Malaver, Lagarín y Las Grajas.
El sendero por el que vamos,
enlaza con el camino de calvente, por el que vamos a atravesar algunos campos
de cereal, al mismo tiempo que volvemos a reencontrarnos con el arroyo Linarejos,
cuyo cauce seco atravesamos por un vado que nos va a dejar muy cerca de la
carretera de circunvalación de Ronda-ESTE, concretamente a la altura de la
discoteca de verano TOCA TOCA, pero al llegar a este punto poco después de
haber pasado sobre un vado que salva el cauce secó del arroyo Linarejos, tomamos
por una pista a nuestra derecha y en poco menos de diez minutos llegamos al vado
del Guadalevín.
La idea original consistía en introducirnos en su cauce y no abandonarlo ya hasta que llegáramos al salto del Puente Nuevo, pero el lado oscuro (de la cervecita fresquita), se apoderó de la mayor parte del grupo, por lo que en vez de seguir por el cauce del Guadalevín, dejamos éste a nuestra izquierda y cruzamos la cercana carretera, para dirigirnos al casco urbano de Ronda, a través del camino de Los Tejares;
que pasa muy cerca del barrio de Las Peñas, quedando éste a nuestra derecha y llevando en todo momento a nuestra izquierda el cauce del arroyo Guadalevín, cuyo cauce delatan algunos chopos de gran altura y otras especies de ribera.
Poco después de atravesar el conocido popularmente como puente Romano, también conocido como La Puente o puente árabe, dejamos a la derecha la derecha el puente Viejo, a continuación la pequeña iglesia de la Santa Cruz, casi en frente a la izquierda, los Baños Árabes; incomprensiblemente cerrados en las horas intermedias del día en fin de semana y unos metros mas allá el tentador bar Clemente, en cuya terraza estuvimos disfrutando de unas cervezas fresquitas y las viandas mochileras de estrangis.
La idea original consistía en introducirnos en su cauce y no abandonarlo ya hasta que llegáramos al salto del Puente Nuevo, pero el lado oscuro (de la cervecita fresquita), se apoderó de la mayor parte del grupo, por lo que en vez de seguir por el cauce del Guadalevín, dejamos éste a nuestra izquierda y cruzamos la cercana carretera, para dirigirnos al casco urbano de Ronda, a través del camino de Los Tejares;
que pasa muy cerca del barrio de Las Peñas, quedando éste a nuestra derecha y llevando en todo momento a nuestra izquierda el cauce del arroyo Guadalevín, cuyo cauce delatan algunos chopos de gran altura y otras especies de ribera.
Poco después de atravesar el conocido popularmente como puente Romano, también conocido como La Puente o puente árabe, dejamos a la derecha la derecha el puente Viejo, a continuación la pequeña iglesia de la Santa Cruz, casi en frente a la izquierda, los Baños Árabes; incomprensiblemente cerrados en las horas intermedias del día en fin de semana y unos metros mas allá el tentador bar Clemente, en cuya terraza estuvimos disfrutando de unas cervezas fresquitas y las viandas mochileras de estrangis.
Una vez finalizado el
almuerzo-tapeo, Eduardo “Mister Chip” y Juan Antonio Villalba “El Corsario de
Sierra Almijara” renunciaban a la guinda del pastel marchándose directamente hacia
la plaza de San Francisco, para esperarnos allí cuando acabáramos. También se despedían de nosotros: Guadalupe y
Alex, a los que habían venido aa recoger en coche. Por lo que proseguimos con
el plan preestablecido: Rafa Flores, Jorge, Inma, Jenny, Judit y un servidor,
que regresamos sobre nuestros pasos hasta unos metros mas allá del puente
árabe;
para adentrarnos en el modesto cauce del Guadalevín, muy mermado en verano, pasando por debajo del mencionado puente, caminando por el agua, sobre un lecho muy fangoso, llegando inmediatamente después al emblemático puente Viejo, a partir del cual, las pozas ya son mas amplias y profundas, a la vez que las paredes ganan una altura espectacular, metiéndonos de llenos en el cañón del Guadalevín, donde la ruta se transforma en un auténtico espectáculo geológico por las magníficas paredes entre las que caminamos y también espectáculo monumental, en cuanto a la belleza de los puentes y los edificios históricos y señoriales asomaando por la parte alta del cañón.
para adentrarnos en el modesto cauce del Guadalevín, muy mermado en verano, pasando por debajo del mencionado puente, caminando por el agua, sobre un lecho muy fangoso, llegando inmediatamente después al emblemático puente Viejo, a partir del cual, las pozas ya son mas amplias y profundas, a la vez que las paredes ganan una altura espectacular, metiéndonos de llenos en el cañón del Guadalevín, donde la ruta se transforma en un auténtico espectáculo geológico por las magníficas paredes entre las que caminamos y también espectáculo monumental, en cuanto a la belleza de los puentes y los edificios históricos y señoriales asomaando por la parte alta del cañón.
Poco después de dejar atrás el
puente Viejo, cabe destacar las chorreras del nacimiento de la Mina por el
margen derecho.
Así como de una curiosa terraza, casi a ras de agua conocida como mirador de la Mina, donde nos encontramos con dos turistas, a la altura de la poza conocida como el baño de la Mora. Hasta que unos 100 m mas allá con el agua a distintos niveles entre los 2 m y una altura que a penas superaba los tobillos, llegamos a la trasera del famosísimo puente Nuevo, que suele asociarse a la típicaa posta del Ronda.
Así como de una curiosa terraza, casi a ras de agua conocida como mirador de la Mina, donde nos encontramos con dos turistas, a la altura de la poza conocida como el baño de la Mora. Hasta que unos 100 m mas allá con el agua a distintos niveles entre los 2 m y una altura que a penas superaba los tobillos, llegamos a la trasera del famosísimo puente Nuevo, que suele asociarse a la típicaa posta del Ronda.
Abandonando el cauce por el
sendero de la acequia, desde disfrutamos de unas vistas privilegiadas del tajo
de Ronda, con el espectacular salto del Guadalevín, el mirador de Blas Infante,
enlazando con la cuesta del Cachondeo, que remontamos para situarnos en la plaza del Campillo, desde donde nos adentramos por las históricas callejuelas que llevan hasta el palacio de Mondragón, plaza del Ayuntamiento y finalmente murallas del barrio de San Francisco,
que recorrimos por su parte alta descendiendo a los pies de la iglesia del Sagrado Corazón y viniendo a salir frente a la puerta de Almocábar, antigua puerta sur de la antigua Medina amurallada, frente a la cual ya nos esperaban Juan Antonio, Eduardo y las compañeras que con gran presteza y eficacia nos devolverían en unos minutos hasta el inicio de ruta en sus vehículos: Herminia y maría “La Fisioterapeuta”, que por distintos motivos no pudieron participar en esta ruta y con quienes estuvimos tomándonos la copa de despedida en la venta El Navasillo, dsepidiendo la jornada montañera, donde la habíamos iniciado.
enlazando con la cuesta del Cachondeo, que remontamos para situarnos en la plaza del Campillo, desde donde nos adentramos por las históricas callejuelas que llevan hasta el palacio de Mondragón, plaza del Ayuntamiento y finalmente murallas del barrio de San Francisco,
que recorrimos por su parte alta descendiendo a los pies de la iglesia del Sagrado Corazón y viniendo a salir frente a la puerta de Almocábar, antigua puerta sur de la antigua Medina amurallada, frente a la cual ya nos esperaban Juan Antonio, Eduardo y las compañeras que con gran presteza y eficacia nos devolverían en unos minutos hasta el inicio de ruta en sus vehículos: Herminia y maría “La Fisioterapeuta”, que por distintos motivos no pudieron participar en esta ruta y con quienes estuvimos tomándonos la copa de despedida en la venta El Navasillo, dsepidiendo la jornada montañera, donde la habíamos iniciado.
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