Sin embargo, de los últimos diez años para acá,
concretamente desde el boom inmobiliario para acá la expansión de la
construcción de hoteles, campos de golf y la abundancia de adosadas
superpuestas amoldándose al desnivel de la hasta hace poco laderas pobladas de
vegetación mediterránea y chalets de lujo, han engullido al encantador pueblo
que hace poco conocimos, apareciendo hoy ante nosotros como una especie de
urbanización de lujo, cuyo lema actual es “Rincón gastronómico de la Costa del
Sol” por cuyos restaurantes han pasado personalidades de toda Europa y no pocas
estrellas de Holliwood. En agosto de 2010 la primera dama estadounidense
Michelle Obama, pasó una semana de vacaciones en el Hotel Villa Padierna,
cercano a unas magníficas instalaciones deportivas, donde el Málaga ha
realizado su stage de Pretemporada en los últimos años, y algún que otro equipo
de la Bundesliga como el Borrussia de Dortmund ha realizado su concentración en
su obligado parón invernal.
Al
igual que ha pasado en las islas Canarias y Baleares, casa por casa, parcela
por parcela el capital extranjero se ha adueñado de la mayor parte de su núcleo
urbano y término municipal. En este caso capital alemán, que son literalmente
los dueños de Benahavís. La parte positiva es que suele ser gente muy concienciada
con la limpieza de su entorno y el cuidado del Medio Ambiente, si paseamos por
cualquier calle de Benahavís nos parecerá estar en una calle de Suiza.
Cuenta la tradición que el nombre
de esta localidad deriva de la voz árabe Ben, hijo en acepción original, y Avis
o Havis, que fue el nombre de un árabe notable que reinó en el castillo de
Montemayor, cuyo hijo tuvo la idea de construir una serie de defensas que,
protegiendo el río Guadalmina a la salida de Las Angosturas, defendiese al
mismo tiempo el flanco izquierdo del castillo, cuyas ruinas coronan hoy el
emblemático cerro de Montemayor, siendo éste por tanto el primer núcleo de
población; es decir, que la construcción del castillo de Montemayor fue
anterior a la de Benahavís. Otra teoría dice que la palabra Benahavís deriva de
"Ben Habix", los hijos del abisinio, por haberse establecido un cadí
de aquella nacionalidad en estos contornos.
Afortunadamente, el 70% de la
superficie de este término municipal ha sido calificada como ‘Complejo Serrano
de Interés Ambiental’, una denominación que preserva todo ese suelo de excesos
urbanísticos. Destacando los ríos Guadalmansa y Guadalmina, ambos nacen muy
cerca de la divisoria de aguas donde se unen los términos municipales de
Benahavís y Pujerra y descienden mas o menos en paralelo por la vertiente
suroriental de Sierra Bermeja. Podríamos decir que la primera mitad del
Guadalmina marca el límite entre Sierra Bermeja en su margen derecho (OESTE) y
Sierra Palmitera en su vertiente izquierda (ESTE), recibiendo ambos numerosos
tributarios que se abren pasos entre profundas barranqueras de peridotita.
Si bien, el descenso del Guadalmina,
desde su nacimiento que ya hemos realizado en un par de ocasiones, nos
sorprende con rincones de gran belleza, el lugar que sin duda alguna merece ser
catalogado como Monumento natural, son precisamente Las Angosturas del
Guadalmina, se trata de un desfiladero calizo que consta de 81 hectáreas, por
donde discurre que ha ido formando el cauce del río a lo largo de Millones de
años, habiendo labrado en sus paredes hoyas y pilones de distinta
consideración. Sus vertientes se encuentran ocupados por una rica vegetación de
carácter termófilo, típicamente mediterránea donde aparecen algarrobo,
acebuche, lentisco, oxicedro, aladierno, combinado con la vegetación rupícola
en las márgenes del río. En algunos enclaves de la garganta, abundan los
helechos por la humedad del lugar.
En cuanto a fauna destaca una
colonia de paloma bravía siendo por tanto cazadero frecuente de aves rapaces
como el águila perdicera, búho real entre otras, o el halcón peregrino, como el
que nos encontramos sobrevolando la zona, cuando estábamos llegando a la
acequia y que aprovechan además estos riscos para asentarse en ellos. En cuanto
a los mamíferos nos encontramos con ciervos, ginetas o ardillas, entre otros.
Pero, sin duda alguna, el más emblemático es el muflón del Atlas, una especie
que, a excepción de este enclave en Benahavís, sólo habita en el continente
africano. En julio de 2012, cuando ya abandonamos la acequia para salvar el
empedrado que nos separaba del lugar donde solemos dejar nuestros coches, nos
sorprendió una hembra de ciervo de tamaño espectacular, que a grandes saltos
salió huyendo del lugar, aunque el susto nos lo llevamos nosotros, pues
prácticamente salió junto a nosotros y nadie se lo esperaba cuando ya estábamos
a tiro de piedra del núcleo urbano, una prueba mas de laa enorme riqueza
natural de su termino municipal.
La pena es que en pleno boom del
afecto “Calleja & DECATHLON”, parajes naturales de fácil acceso, que se han
puesto de moda de unos años a esta parte como las Angosturas del Guadalmina, corren
el riego de “morir de éxito” como le está pasando actualmente, a los cada vez
mas masificados cahorros del río Chíllar en Nerja, sobre todo en verano, por lo
que os recomendamos visitarlos en primavera o si es en verano, entre semana o
bien si solo disponéis del fin de semana, empezando bien tempranito, tal y como
hicimos en esta última ocasión, aprovechando la ocasión para complementar la
visita con los cahorros del cercano río castor, muy cerquita de Estepona, tal y
como hicieron Manolo y Ana, aprovechando su viaje desde Cádiz capital,
disfrutando de esa forma de una jornada muy completa.
Cómo llegar a Benahavís: Si venimos
desde Málaga-Marbella por la autovía AP-7 (antigua N-340), poco después de
dejar aatrás el túnel de San Pedro de Alcántara, tomaremos la salida que nos
indica Benahavís a donde llegaremos en menos de 15 minutos por la A-6205 que
conduce directamente al pueblo entre rotondas y campos de golf, donde no faltan
vendedores ambulantes de pelotas. Si venimos desde Algeciras-Estepona,
estaremos atentos a la salida hacia Benahavís, poco antes de llegar a san Pedro
de Alcantara.
Distancia aprox. 4 km (2 km ida
+ 2 km vuelta),
Tipo de recorrido: paralelo
(ida por el río, vuelta por la acequia).
Desnivel aprox. 60 m.
Nivel dificultad técnica: medio-bajo
Tiempo aprox. Unas tres horas
ida y menos de una hora el regreso por
la acequia, a lo que habría que añadir: pausas, comida, etc...
Tipo suelo: El mismo lecho del
río es un terreno bastante rocoso, con zonas resbaladizas, que requiere de buen
calzado para caminar, preferentemente botas de trecking o unos tenis fuertes y
resistentes con suela que tenga bastante agarre. Imprescindible: Bote estanco
para proteger comida, cámara, móvil, llaves, etc… botas de trecking y muy
recomendable neopreno (porque después de una hora en el agua se empieza a pasar
frío).
Fecha de realización: sábado 6
de julio de 2013
Participantes: Desde Cádiz
capital vinieron: Don manuel Limón, su esposa Ana Diánez y desde Fuengirola: un
servidor, Juan Ignacio Amador.
Breve descripción del
recorrido:
Sin lugar a duda es una de las
rutas acuáticas mas divertidas y agradecidas de toda la provincia de Málaga,
por sus características mas que una ruta se podría calificar como un pequeño
desafío de iniciación al barranquismo en un nivel muy básico, comparable a lo
que sería un juego del tipo “Super Mario Bros” con sus distintas fases.
Primer tramo: La Poza de las Mozas, y el destrepe:
Antes de las 10.00 am estábamos ya
tomando contacto con el agua en la Poza de Las Mozas, sin un alma, todo un
lujo, hasta el punto que esa mañana la estrenamos nosotros. Si bien poco
después, dejamos pasar a un par de grupitos pequeños y silenciosos.
El lugar es
idílico al pie del tajo de Los Novios, que debe este popular apelativo a una
curiosa leyenda en la que se asegura que el agua se tragó allí a una joven.
Según la misma tradición oral, su novio, cegado por amor, intentó rescatarla y
también desapareció. Se trata del lugar donde entramos en contacto por primera
vez con las aguas del Guadalmina, la tentación de quedarnos allí un rato
saltando desde distintas alturas era grande.
Pero sabedores de que no tardarían
en llegar mas grupos, realizamos el destrepe por el tobogán de la izquierda.
El siguiente tramo se caracteriza
por la sucesión de grandes bloques de mármol y conglomerados entre los que
vamos caminando con el agua por los tobillos, a veces a media cintura, por el
pecho en sus alargadas pozas donde abundan las ranas, los peces (cachuelos, en
especial), las culebras de agua y los galápagos. Viéndonos obligados también a
nadar, sin hacer pie, en sus pasillos mas encajonados, habitados por palomas bravías
que anidan en oquedades y cornisas, así como avifauna de ribera entre la que no
faltó el huidizo mirlo acuático y la lavandera cascadeña, encontrándonos con un
volantón, que pusimos a buen recaudo, con la esperanza de que la madre, que ya
sobrevolaba el lugar, consiguiera sacarlo de allí con éxito, cosa que creímos
sería factible, pues a pesar de la apariencia del pajarillo, consiguió volar
mas de 7 m seguidos, aunque de momento en horizontal.
Nadar por las tranquilas aaguas del Guadalmina donde alternan las pozas con pasillos encajonados donde la profundidad nos obliga a nadar es una auténtica gozada, toda una terapia para los sentidos.
No obstante, en ningún momento debemos bajar la guardia a
la hora de pisar sobre rocas mojadas, especialmente en los tramos poco
profundos, donde el estancamiento del agua en verano, favorece la proliferación
de algas y el predominio del resbaladizo verdín, si bien en esta jornada de 6
de julio de 2013, aún se mantenía con un caudal mas propio de la primavera que
del verano.
Si de por sí Las Angosturas ya es un Monumento Natural en si mismo, el tramo de la cueva sería, algo así como su "Capilla Sixtina". A la que llegamos, después de dejar atras, la poza de “Las Higueras”
encontrándonos con el mágico enclave conocido como “La Cueva”. Sin duda alguna el lugar
mas emblemático del recorrido, que en realidad no es una cueva propiamente
dicha, lo que ocurre, es que el desfiladero llega a estrecharse tanto sobre
nuestras cabezas, que nos da la impresión de estar en una cueva, hasta el punto
que mientras vamos nadando, pasamos bajo un sistema de estalactitas, formado a
partir de las tobas calcáreas que ha ido originando la acción del agua durante
milenios sobre los mármoles dolomíticos que nos rodean por todas partes. De
hecho algunas de las zonas mas estrechas ya han quedado taponadas por rocas que
rodando ladera abajo, se han quedado atrapadas entre pared y pared, formando
una especie de túnel, que con el paso de los años, podría transformar este
auténtico santuario natural en una cueva literalmente hablando.
Una experiencia mágica para la
mayoría de mortales no acostumbrados a la espeleología y donde la belleza del
paraje se multiplica por cada rayo de sol que se filtra desde arriba,
regalándonos un auténtico caleidoscopio de color y sensaciones por cada brazada
que vamos dando por las aguas que según los rayos de sol nos encontramos con
muchas tonalidades de verde que van desde el verde claro al mas oscuro pasando
por el esmeralda.
Unos 300 m, mas allá de la salida
de “La Cueva”, después de pasar varias pozas de gran belleza unas mas
encajonadas entre grandes bloques de mármoles y otras muy alargadas donde el
cauce del río se abre mas, recuperando de nuevo, contacto visual con la
carretera que va de Benahavís a la costa y que discurre paralela al cañón.
LLegamos
a una pequeña presa, con una pared de unos 4 m de altura, donde en los últimos años solía
haber siempre una cuerda instalada. Pero este año la habían quitado, por lo que
echamos mano de la cuerda que siempre solemos llevar para estos casos, donde
nuestro amigo Manolo nos hizo una demostración de cómo se realiza un rapel a
pelo, ¡vamos a la antigua usanza!, con una facilidad casi insultante.
Mientras
que Ana y yo, optábamos por el comodín del tobogán que existe a la izquierda de
la presa y que cuando el río no baja muy cargado de agua, se puede realizar sin
el menor problema.
Quinto tramo: El Gran pasillo de la vieja tubería:
Una vez que dejamos la presa la presa a nuestra espalda, encaramos los últimos
200 metros del cañón o desfiladero, encontrándonos con un árbol que ha debido
caer desde arriba y que ha quedado encajonado, mitad dentro, mitad fuera del
agua, haciendo un poco incómoda la progresión. De hecho conviene apoyarse en
alguna rama, para poder seguir nadando entre encajonadas paredes;
resulta especialmente relajante pasar estos tramos nadando de espalda, mientras nos recreamos con las paredes que vamos dejando atrás y el cielo allí arriba entre la frondosa vegetación que con frecuencia nos envuelve.
Encontrándonos pronto con los
restos de la vieja tubería oxidada, que comenzamos a llevar unos 4 m por encima
del nivel del agua. Mientras nos vamos recreando con el placer de nadar entre
las paredes de mármol tapizadas aquí y allá por exóticas especies vegetales de
ribera donde no faltan pequeños helechos de donde parecen brotar pequeños
chorritos que caen sobre la superficie del Guadalmina, cual himnóticas hileras,
que se repiten en distintos puntos de nuestro recorrido, sobre todo en los
pasillos donde nos vemos obligados a nadar, pues mientras mas se encajona el
río, la profundidad tiende a ser mayor.
Tras las últimas curvas que describe el
cañón, el cauce se abre dando lugar al inevitable ensanche, donde la abundancia
de la arena ha favorecido algo parecido a una playa fluvial, muy visitada los
fines de semana, donde curiosamente tan solo nos encontramos con un par de
personas mayores y un niño pequeño. Desde aquí la mayoría de la
gente, suele subir el terraplén que tenemos a la derecha, para acceder a la
cercana carretera y regresar caminando hasta Benahavís. Sin embargo, resulta
mucho mas reconfortante y menos peligroso, el regreso por la acequia.
Sexto tramo, El regreso por la Acequia:
Finalizado el cañón la opción
que sin duda nos parece mas interesante consiste en continuar unos 200 m río
abajo, hasta llegar a los restos de una antigua pista que sube suavemente por
la vertiente izquierda, por la que caminaremos a penas unos 300 m, salvando
unos 50 m de desnivel, hasta que enlazamos con la acequia, que suele bajar con
abundante agua fresca y cristalina.
Momento que tradicionalmente aprovechamos
para almorzar bajo la sombra del alcornoque o algarrobo que allí se encuentra,
mientras comprobamos el improvisado ecosistema que se ha formado en la acequia
donde al igual que en el río Guadalmina, no faltan ranas, pececillos y alguna
que otra culebra de agua, junto con abundantes cigarras y libélulas, al fin y
al cabo las mismas aguas son.
El camino de regreso se convierte en una
relajante e improvisada sesión se spa-hidroterapia, mientras nos recreamos con
nuevas perspectivas de las angosturas que ahora vemos desde arriba llevándolas
todo el tiempo a nuestra izquierda.
Llegando a la localidad de Benahavís sin
ninguna dificultad, a través de un frondoso túnel de vegetación, algún que otro
pasillo rocoso y una pequeña torrentera que la acequia salva a través de un
pequeño acueducto, rodeados en todo momento por: algarrobos, alcornoques,
encinas, pinos, higueras y abundantes matas de tomillo y hierba buena, que nos irán
aportando sombras y fragancias, en una improvisada sesión de hidroterapia y aromaterápia a partes iguales.
Arriba aparece una de las flores mas características de Las Angosturas del Guadalmina: "Alfileres" (Nombre científico: Trachelium caeruleum)
Otra que núnca falñta en la acequia es la Centaura Mayor "Centaurium erythraea".
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