Cerros de Totalán: Salazar-Varemo y Piedras Blancas: Tal y como nos explicaba Manuel Manzanares en la charla de introducción de la ruta: con este primer recorrido, iniciamos una serie de rutas de la media montaña de la Axarquia malagueña, incluyendo el Corredor verde Colmenar/Periana y la Dorsal Bética, esa gran desconocida para muchos excursionistas. Estos itinerarios nos harán descubrir la gran riqueza paisajistica de la Axarquia media con un paisaje lleno de contrastes e identidad propia.
A modo de introducción podríamos decir que La Axarquía o La Ajarquía (por error pronunciado, La Asharquía) es una región histórica andaluza constituida en una comarca que situada en la parte más oriental de la provincia de Málaga, abarcando prácticamente toda la costa del sol oriental hasta el paraje natural de los Acantilados de Maro y Cerro Gordo y hacia el interior llegando hasta el límite provincial con Granada. Su capital, y ciudad más importante, es Vélez-Málaga y a los residentes de la comarca se les denomina axárquicos. Limita: al norte con la Comarca de Alhama, al este con la de la Costa Tropical, al sur con el mar Mediterráneo, al oeste y noroeste con El Palo y el parque natural Montes de Málaga.
En la Axarquía se encuentran las sierras mas altas de la provincia de Málaga como son las Sierras de Tejeda y Almijara, cuya línea de cumbres hace de frontera natural entre Málaga y Granada, siendo su cumbre mas alta y techo interprovincial la mítica montaña de La Maroma (2.065 m) que junto con los colosos almijáricos ha acaparado la atención del 99% de los senderistas que visitan esta zona. Sin embargo, tal y como bien nos recuerda Manolo, esta nueva colección de rutas está dedicada a otros muchos cerros y sierras secundarias que quedando fuera de las dos anteriores, también poseen gran parte del encanto de esta comarca cuyos ríos y arroyos principales son: el río Vélez, Torrox, Algarrobo, Iznate, Seco, Totalán, Higuerón, Chillar, Almáchar, de la Cueva, Benamargosa, Sábar, Alcaucín, Bermuza, Rubite y Maro. Todos pertenecen a la cuenca mediterránea andaluza. El abastecimiento de agua se realiza a través del embalse de La Viñuela. Tal y como ya hemos comentado esta comarca alberga El Parque Natural de Sierra Tejeda, Amijara y Alhama y en su extremo litoral mas oriental el Paraje Natural de Los Acantilados de Maro y Cerro Gordo.
Para localizar el punto de inicio de esta ruta tipo tres en raya con los Cerros de Totalán: Salazar-Varemo y Piedras Blancas hay que tomar como referencia la autovía de la costa N-340 y tomando la salida de la Cala del Moral, que es la anterior a la del Rincón de la Victoria si venimos de Málaga (posterior si venimos de Motril), una vez tomada la salida de La Cala del Moral, no entramos en esta localidad, sino que avanzamos por el largo carril de incorporación a la autovía dirección Málaga y sin llegar a incorporarnos a ésta, tomamos a nuestra derecha para adentrarnos por la calle principal de una urbanización de nueva construcción hasta llegar en subidaa una rotonda (150 m), donde dejamos nuestros vehículos sin dificultad. Desde esta rotonda son varias las calles que se pueden tomar, pero iniciando la caminata desde este mismo punto, echamos a andar por un carril todavía terrizo que comienza a unos 100 m de la rotonda dirección noroeste y que distinguiremos fácilmente por tratarse de una especie de paseo fluvial con sus farolas y banquitos de madera, y que discurre en paralelo a una cañada que viene a desembocar en una especie de lago artificial que nos encontramos al inicio de este carril terrizo (futuro paseo), desde el que seguramente se distribuirá el riego para todos los jardines de la urbanización que poco a poco va quedando a nuestra espalda, mientras seguimos avanzando.
Al llegar al final de este carril terrizo, el senderista debe mantener bien abierto los ojos y su instinto montañero, para ir ascendiendo las laderas que tenemos ante nosotros, a través de un pequeño senderito que se abre paso entre el matorral existente entre los distintos bancales que tenemos por encima de nosotros y sobre los que se encuentran dos carreteras de esa futura urbanización que la actual crisis inmobiliaria ha dejado a medio construir.
Al dejar atrás la 2ª y última carretera, que simplemente atravesamos, seguimos ascendiendo la ladera en la misma trayectoria aproximadamente norte, noroeste, llegando a un último bancal terrizo desde donde ya no hay lugar a dudas para seguir el cordal de cumbres de baja montaña que tenemos ante nosotros dirección norte-noreste, donde se alza el cerro Santo Pitar que presidirá esta ruta la mayor parte del tiempo, hasta que en unos 15 minutos de suave ascensión coronamos el modesto cerro Salazar (510 m) desde el que ya podemos ver la cercana localidad de Olías al noroeste y que posee la peculiaridad de tener ubicado el vértice geodésico casi dos metros por debajo de su punto mas elevado. Hasta aquí cabe destacar el intenso color azul del cercano mediterráneo a nuestra espalda, sobre cuya superficie brillan los rayos del sol con unas vistas privilegiadas de Málaga y su bahía a nuestra izquierda. Entre la capital y nosotros el Monte San Antón y siguiendo la misma trayectoria oeste al fondo la Sierra de las Nieves presidida por el Torrecilla, alzándose como Reina de la Serranía en la línea de horizonte hacia poniente.
Una vez coronado el cerro Salazar continuamos por su dócil crestería a través de un sendero terrizo perfectamente marcado por el que, en a penas media hora, se llega al cerro Vareno (503 m), de similar altura y que sólo requiere del esfuerzo de su repecho final, pues la crestería entre ambas cumbres es de suave perfil. Desde aquí ya dominamos perfectamente la localidad de Totalán y el cerro de Piedras Blancas, cuyo vértice geodésico cuesta distinguir entre los cercanos chalets con piscina que se encuentran a pocos metros de esta cumbre hacia la que dirigimos nuestros pasos manteniendo la misma trayectoria que hemos traído por el cordal hasta llegar a la pista que desciende a nuestra izquierda y que mas tarde nos llevará a Totalán. Teniendo en cuenta que volveríamos a este punto tras coronar el siguiente cerro algunos compañeros/as se quedaron aquí, para dosificar esfuerzos en el camino de vuelta y de camino quedarse al cuidado de aquellos otros que prefirieron prescindir de su mochila para cubrir el siguiente ramal de ruta mas ligeros de equipaje. Tal y como nos adelantaba Manolo el cerro de Piedras Blancas se encontraba a menos de 1,5 km pero 150 m mas alto, que en condiciones normales sería una mariconada, pero que con el perfil de toboganes sube y baja que íbamos acumulando, comenzó a hacerse mas duro conforme íbamos ascendiendo encajonados por lo que parecía una estrecha trocha de aguas horadadas por las aguas torrenciales hasta llegar a un collado donde mas de uno pensaba que ya estábamos en la cumbre tal y como íbamos llegando. Pero nada mas lejos de la realidad, se trataba de un collado trampa, tras el cual nos esperaba una nueva bajada y posterior subida final hasta el mencionado cerro de Piedras Blancas (673 m) al que llegamos no sin esfuerzo remontando una empinada pista que puso a prueba la capacidad pulmonar de cada uno de los compañeros que fueron llegando a su alto vértice geodésico, con unas vistas privilegiadas de Sierra Tejeda con la Maroma dominando el paisaje hacia el nordeste, la prolongación de Sierra Almijara hacia tierras granadinas y el cordal de la penibética con unas vistas muy nítidas del espectacular boquete de Zafarraya, la desconocida Torca, el pico Vilo y Sierra Camarolos formando completando el primer tercio del mítico Arco Calizo Central. Además de las vistas ya mencionadas y hacia levante Moclinejo, parte de Vélez Málaga, Algarrobo Costa y al norte el nido de águilas de Comares. Todo un lujo si no fuera por el daño que causó la plaga de filoxera a finales de s. XIX en estas tierras, que aún parecen no haberse recuperado a juzgar por el fuerte proceso de desertización en el que se encuentran en este momento. Pues aunque la mayor parte de las laderas de estos cerros parecen estar cubiertos de olivos, vides y almendros, al menos aquellos junto a los que fuimos pasando parecían estar muy lejos de estar cuidados y mantenidos en buen estado, salvo los huertos familiares que nos encontramos en los alrededores de los pueblecitos que se asientan en sus laderas. Y a simple vista, ni el mas mínimo indicio de pinos u otras especie de repoblación que aportaran un poquito de verde a este paisaje mas propio del espagueti western. Importante cuestión sería una buena política de reforestación para estos montes no ya sólo por la estética del paisaje y porque el bosque es vida, sino porque es una asignatura pendiente de esta comarca, repleta de arroyos, que aunque permanecen secos la mayor parte del año, cuando llegan las lluvias torrenciales han causado grandes destrozos todo lo que encontraban a su paso, especialmente en sus desembocaduras a la altura de la Cala del Moral, Rincón de la Victoria, Torrox Costa, etc… Pues al no haber prácticamente nada de masa forestal que frene o absorba el agua de la lluvia cuando cae por sus desérticas laderas sus arroyos se convierten en un torrente de agua imparable. Por lo que desde estas líneas sugiero a los ayuntamientos de la comarca, que tomen nota de la magnífica planificación que se llevó a la práctica en el parque natural de los Montes de Málaga para evitar las históricas inundaciones que tanto daño causaron en Málaga capital durante décadas y que a pequeña escala se sigue repitiendo en las calles y viviendas colindantes a los tramos finales de los arroyos que desembocan en las localidades costeras de la Axaraquía.
Tras el descenso del cerro Piedras Blancas y reagrupados todos en el punto donde ya nos esperaban algunos compañeros iniciamos el largo y serpenteante descenso por la pista hasta el arroyo Totalán, que pasa bajo la localidad del mismo nombre, que ya teníamos a tiro de piedra y a la que llegamos tras remontar un desnivel de unos 100 m en a penas 200 m de empinadísimas rampas donde al bueno de nuestro compañero Miguel Alonso se le volvieron a agudizar sus tensiones musculares, Chema empezó a sentir fuertes dolores en la rodilla, incluso subiendo, su mujer también iba algo perjudicada y hasta a su perro boxer Moco le llegaba la lengua al suelo. Con lo que este corto tramo de ascensión entre el arroyo Totalán y el pueblo del mismo nombre se hizo durísimo para muchos compañeros/as que se llevaron una magnífica sorpresa al encontrarse con una fuente de agua fresca en la entrada del pueblo, que fuimos recorriendo entre sus casas encaladas y azulejos historiados, hasta acomodarnos en el bar, cuyos veladores parecían haber preparado para nosotros, pudiendo almorzar cómodamente repartidos en varias mesas, entre lo que cada cual llevaba en su mochila y las consumiciones varias de tapas, raciones, cervezas, cafelitos, etc…que se fueron pidiendo y que supieron a gloria, cómodamente sentados tras la larga caminata. Pero en ésta época del año, el sol cae con velocidad a partir del mediodía y nos podíamos demorar mas, así que el grupo se puso en marcha, a excepción de los tres compañeros mencionados, que prudentemente tuvieron a bien quedarse en Totalán, a la espera de que su amigo Antonio de Estepona, hiciera las veces de equipo de rescate una vez que llegásemos a los coches, pero todavía faltaba para eso…
Casi con pereza, una vez que se despertó nuestro amigo rafa sancho, desde aquel día conocido como la Marmota de Totalán, echamos a andar tras el almuerzo, abandonando las calles de Totalán por la zona del polideportivo donde Valentín aprovechó la ocasión para dejar boquiabiertos a los niños del pueblo, entre los que se puso a jugar al fútbol marcando un gol parecido al 2º de Maradona en el Argentina-Inglaterra de Mexico´86, la cerrada ovación que se escuchó desde fuera del polideportivo, nos hizo pensar que en Totalán nunca vieron nada igual y mientras Valentín se reincorporaba a la marcha del grupo, los chicos del pueblo que lo rodeaban alucinados entre la admiración y el asombro no paran de preguntarle en qué equipo jugaba. El descenso al arroyo Totalán lo iniciamos con la desafiante silueta del cerro Salazar frente a nosotros, a cuya cumbre debíamos ascender por 2ª vez aquella jornada. El descenso al arroyo Totalán lo realizamos por una pista asfaltada muy similar a la que baja de la plaza del Ingenio de Frigiliana al río Higuerón, pero en un tramo de descenso mucho mas largo, hasta que alcanzamos el ancho lecho del arroyo por el que caminamos unos 500 m. dirección sur, para abandonarlo por su margen izquierdo, tomando una pista que nos llevaría en una larga pero cómoda ascensión con distintos ramales de acceso a fincas privadas, pero siguiendo siempre por la pista principal, hasta que llegamos a un cruce en forma de “T”, donde ya no se toma ni a derecha ni a izquierda, sino que abandonamos la pista, ascendiendo por la misma trayectoria, dirección este, por la que remontamos una empinada rampa por el perímetro de un campo de almendros testigo de aquel esfuerzo que requería de disciplina espartana para no desfallecer en el intento de alcanzar por 2ª vez a la cumbre del cerro Salazar, que esta vez si nos pareció durísimo, a excepción de los senderistas de Leyenda entre los que se encontraban la comitiva de los compañeros de Ronda formada por Don Fernando el Diácono, Rafamar-El Aristóteles de la Senda, Paco Domínguez-El Reportero de las Cumbres, Erminia-La Gacela de las Rías Baixas y el jovencísimo Javi, que no por casualidad recibirán el prestigioso galardón de senderistas del año otorgado por el Ayunatmiento de Ronda el próximo 21 de diciembre.
Con las últimas luces del día iniciamos el descenso para alcanzar la carretera superior de la urbanización ya prácticamente de noche. No siendo posible encontrar los recónditos senderos por el que habíamos acortado las trochas al comienzo del día, nos vimos obligados a seguir el caprichoso trazado en largas curvas de esta carretera, hasta alcanzar la pista terriza, que tras pasar junto al lago artificial nos llevó de vuelta a la rotonda donde teníamos estacionados nuetros vehículos a eso de las 19,10 pm, siendo ya de noche cerrada en esta época del año. Pero despidiéndonos con muy buen sabor de boca de esta nueva aventura que cerrito a cerrito nos puso a prueba tras tener que superar unos 1.000 m de desnivel en un recorrido que superó los 21 km, aún lejos de los 30 km que tuvieron que recorrer Manolo y Carmen de una sola tacada, tras rectificaciones varias, hasta dejar pulida esta ruta pionera de la que hasta ahora no existía la mas mínima referencia en internet.
Entre los 36 senderistas que participamos en esta ruta entre compañeros de Pasos largos y GRUME, además de los ya mencionados estaban: Ruben el Cowboy, Felix-The Reader, Maribel-La Sirenita del río Cebollón, Coti-La Sílfide de Alcaparaín, Eduardo-El Profeta del tajo Gómer, El Padre Carras, Paco-El Sabio de Ortaleza, Ilse la Teutone, Gisella, Cristina, el León Bonsai, Chuckie, Dana y otros/as compañeros de aventura que mi frágil memoria no me alcanza en este momento.
A Totalán podemos llegar desde La Cala del Moral por la N-340 ó bien desde el cruce de Olías, bajando desde la Cuesta de la Reina por la desviación de Venta Galwey, dista 7 Km y está ubicado sobre una quebrada de la parte oriental de los Montes, a 291 m de altitud. Por la carretera de El Palo, la distancia desde la capital es de 22 Km. Sus cerros más destacados son Vareno (510 m), Vareno (503 m) y Piedras Blancas (673 m).
Cruzan las tierras del municipio los arroyos Totalán, que da nombre al pueblo, y el Cao. El primero desemboca en La Cala del Moral y, en tramos, sirve de carretera, lo que puede resultar muy peligroso al tratarse de un arroyo formado por torrentes que terminan en ramblas que suelen arrasar cuanto hallan en su camino.
La vid es uno de los cultivos principales del pueblo, de la que se obtiene un vino de excelente calidad. En las tierras del término se produce el almendro y el olivar, este último en menor escala, algunos cítricos. Es reducida la ganaderia, destacando la caprina. La mayoría de los vecinos trabajan en la capital y en la Costa.
PASAJES DE LA HISTORIA:
Apenas si existen datos históricos sobre Totalán. La iglesia que data del siglo XVI según consta en una placa que existe en la fachada principal, parece indicar que el núcleo urbano debió surgir en su entorno, posiblemente con gentes que huían de la costa del peligro casi permanente de los ataques piratas. Incide en lo anterior el tipo de construcción que impera en el pueblo, como el edificio de la iglesia, sencillo, sin grandes pretensiones. También debieron resentirse las plantaciones de vides del término ante los estragos causados por la plaga de filoxera de finales del siglo XIX, cuyo primer brote se dio en el cercano Moclinejo.
Largo tiempo llevaba esperando la oportunidad de subir al Grajo por el sendero del arroyo del Conejo, que tanto me seducía desde que leí por primera vez la descripción de la ruta en el mítico libro azul de la editorial Primtel “Por los Montes de Málaga” (actualmente descatalogado) y que durante mis primeros años senderistas, fue la piedra angular de mi biblioteca montañera. Dos veces había estado allí arriba, pero siempre desde la vertiente contraria, es decir: desde Puerto Martínez, hace dos años el novedoso trazado de la travesía Sierra de las Nieves (y su entorno), ascendía al Grajo por el arroyo de La Cancha, que era otra alternativa paralela al arroyo del Conejo, igualmente seductora, en la que no pude participar por compromisos profesionales. Pero como se suele decir: todo llega, y tuvo que ser aquel sábado 28 de noviembre de 2009, 24 horas antes de que una borrasca de las Azores, barriera el mapa de oeste a este, trayendo por fin la primera lluvia seria de aquel otoño, cuya sequía ya estaba comenzando a suponer una grave amenaza para el sector agrícola y ganadero, además del paisajístico.
Una vez mas de la mano del gran Manuel Manzanares Morilla, también conocido como “El Tritón de la Chorrera ó El Cartógrafo de su Majestad” anunció una interesante propuesta para ascender a Sierra Alcaparaín por el sendero del la Cañada del Conejo y descender por el recóndito sendero del arroyo de La Cancha, a la que acudimos 38 senderistas de Cádiz, Málaga y Sevilla, que llegaron puntualmente al punto de encuentro ubicado en Carratraca, si bien a pesar de lo cerca que estaba el acceso a la famosa pista que accede a la famosa balsa de agua desde donde se inicia la ruta, tuvimos que desplazarnos hasta la entrada de Ardales, para hacer el cambio de sentido y todos juntos en caravana dirigirnos dirección Málaga, y abandonar la carretera saliendo a nuestra derecha, justo a la altura del antiguo puerto de Málaga, que coincide prácticamente en frente de la entrada a Carratraca, pero en un punto donde está rotundamente prohibido pasar de un lado a otro de la carretera. El caso es que todos en caravana, siempre por la pista principal con algún que otro bache que parecía una piscina sin agua, cubrimos un trayecto de unos 2 km que nos dejo en un triple cruce de pistas junto a una balsa contra incendios desde donde iniciaríamos la ruta. Aparcados todos los coches y pertrechados con mochilas, cámaras y bastones en mano, se hizo una breve introducción sobre la misma y los compañeros de GEMA, me sorprendieron haciéndome entrega, como símbolo de hermandad sendérica, de un bonito mapa de Andalucía enmarcado en 3-D y con el logo de su grupo. Al día siguiente su coordinador Javi, me un reportaje personalizado con momentos estelares de la ruta, acompañado por un texto que terminaba diciendo: Te queria comentar, ya que el momento de la entrega, no llegué a dejarlo claro entre la multitud. Que el regalo que te hizo Gema fue:
En reconocimiento a tu trayectoria personal en el Senderimo y en acto de Hermandad con Comando Preston. Estimado amigo Javi y demás compañeros de GEMA, senderistas y montañeros todos. ¡Muchísimas gracias!, aunque al lado de grandes Maestros como El Cartógrafo de su Majestad, el Aristóteles de la Senda o el Mago Gandalf de la Serranía, solo sé que no sé nada.
LLegados a este punto de inicio de ruta donde se dejan los coches, conviene aclarar que al tratarse de un triple cruce de pistas a modo de tridente, puede prestarse a confusión sobre el camino a seguir, pero nosotros tomaremos el que asciende suavemente por el centro con una cadena que corta el paso para vehículos. A unos 100 m del comienzo parte a nuestra izquierda una pista secundaria, que es la que debemos tomar, para seguir caminando en paralelo al arroyo del Conejo que durante la primera parte de nuestra ascensión nos va a acompañar por la derecha. Poco después de dejar, también a nuestra derecha, las ruinas de una antigua cortijada donde nos hicimos la foto de comienzo de ruta, la pista se convierte en sendero y no tardamos en adentrarnos en un paraje flanqueado por espectaculares farallones rocosos, mientras que la cañada comienza a encajonarse cada vez mas, mientras nos preguntamos: “cómo es posible que el sendero pueda llevarnos hasta la parte alta de la sierra a través de tan escarpado terreno”, recordándonos una situación parecida a la que vivimos cuando nos adentramos en el Barranco de Cazadores en la ascensión al Navachica. Pero incluso mejor que allí, el sendero, perfectamente marcado en todo momento, a pesar de no estar balizado ni homologado, comienza a ganar altura a través de un sistema de zig-zags magistralmente trazado, incluso con pequeños muretes de piedra artesanalmente colocados al igual que los que nos encontramos por el sendero de Puerto Martínez, convierto la ascensión en un espectáculo visual que nos resulta muy entretenido y que en ningún momento se presta a confusión salvo por un senda de cazadores que parte hacia nuestra izquierda coincidiendo con un ángulo de uno de los zig-zags por donde vamos ganando altura, pero que debemos ignorar. Otro atractivo de este sendero es su variada vegetación, que comienza con arboledas típicamente mediterráneas, como encinares y pinares, para luego adentrarse en un paraje donde tras los últimos incendios sólo han proliferado los matorrales, aunque con esperanzadores retoños de pinos y encinas, que parecen comenzar a recuperar el espacio perdido. En lo que se refiere a fauna, rara vez se divisa la cabra hispánica, aunque sí es más probable divisar jabalíes ó mamíferos de menor tamaño el tejón o el conejo, junto con reptiles o alguna que otra ave rapaz, como el buitre leonado, que suele habitar en el cercano paraje natural del Desfiladero de los Gaitanes, que por cierto es la referencia visual que mas se repite durante la mayor parte del ascenso y descenso de esta ruta, con la mole del Huma y el pico Capilla presidiendo el horizonte noreste, junto con la localidad de Carratraca a los pies de su sierras Blanquilla y de Aguas, asaeteadas por sendos parques eólicos, de los que mucho cabría debatir si se pone de un lado de la balanza su utilidad real con la excusa de energías limpias y de otro lado los intereses ocultos y el daño ecológico para muchas aves migratorias o simplemente que habiten en la zona, además de profanar el paisaje.
El caso es que antes de darnos cuenta superado un collado, ya nos situamos sobre su plataforma cimera, viviendo a salir a poco menos de 300 m del imponente tajo de la Canana, que quedaba a nuestra derecha y que a modo de gigante quilla de barco, viene a caer sobre el pueblo de Ardales, ocupando el extremo noroccidental de la sierra. Continuando en todo momento por el sendero que traíamos, curiosamente cuando mas se suaviza el perfil casi llano comienza a desdibujarse por el matorral llano que poco a poco lo invade, aunque en a penas 5 minutos se enlaza con la pista que recorre gran parte de la cumbre. Posponiendo la conquista del cercano Tajo de la Canana para el camino de vuelto si vamos bien de tiempo. Por lo que aprovechando el suave perfil de la pista que atraviesa gran parte de esta altiplanicie, a modo de portaaviones, avivamos el paso dirección sur, sureste en busca de nuestro objetivo. Justo en una cerrada curva a la izquierda, donde la pista empieza a bajar dirección Carratraca (este), parte una estrecha senda que a pesar de estar rodeada de altos matorrales que hacen recomendable el pantalón largo, se sigue perfectamente hasta un collado coronado por un roquedo que queda a nuestra derecha, sobre el cual ya nos esperaba nuestro ínclito amigo Valentín asomado de forma vertiginosa al valle del Turón, con el telón de fondo de la Sierra de las Nieves y las mas cercanas e imponentes caras norte de Sierra Prieta y Cabrilla, aportándole a esta ruta una espectacularidad visual, digna de las mejores rutas montañeras, con el gran aliciente de disfrutar de las vistas sobre las dos vertientes de Sierra Alcaparaín a cuya cumbre nos dirigimos, caminando cerca de los espolones rocosos que dan vistas al Valle del Turón, cuando el sendero comienza a difuminarse con el canchal, ya tenemos el vértice geodésico a la vista, llegando a él a través de un pequeño canchal, entre roca y matorral con intermitentes tramos de sendero que aparecen y desparecen hasta desembocar en el pradito donde se ubica el vértice geodésico con la placa dedicada al topógrafo malagueño Juan Francisco Valdivia Gómez, fallecido alli en junio de 1984. Desde entonces esta cumbre conocida como El Grajo, comenzó también a denominarse “Valdivia”, intentando desplazar la toponimia del Grajo, a un cercano espolón que se encuentra dirección sur. Etiquetas a parte, el caso es que, la planicie donde se encuentra la cumbre, volvió a resultar un lugar mágico para disfrutar de la comida ideal de la jornada, sin a penas soplar el viento, aunque con la atmósfera fresquita y el frente de nubes que comenzaba a entrar por poniente como presagio de la lluvia que caería al día siguiente, pero sin impedirnos disfrutar de las vistas anteriormente descritas a este y oeste y hacia el sur la parte baja del valle del Guadalhorce con Pizarra, Cártama, Alhaurín el Grande, Alhaurín de la Torre, Coín, Sierra de Mijas, el espolón de la Concha y todas las sierras litorales hacia el levante Malagueño incluyendo La maroma y parte de Sierra Almijara.
Finalizado el almuerzo, nos hicimos la foto de cumbre y regresamos sobre nuestros pasos a buen ritmo, volviendo a situarnos a tiro de piedra del Tajo de la Canana, que gracias al magnífico trazado de ruta diseñado por “El Cartógrafo de su Majestad” resultó totalmente compatible, para conquistar los dos grandes espolones de esta sierra: El Garjo o Valdivia, que ya había sido conquistado y el Tajo de la canana, cuya verticalidad dejó boquiabierto a no pocos/as compañeros/as, que no esperaban asomarse a un tajo tan espectacular como es el de “La canana”, que a modo de quilla gigante, nos permitió dominar todo el valle del Turón con Ardales a nuestros pies, los embalses del Guadalhorce, Guadalteba y Conde del Guadalhorce, todas las sierras colindantes al este, norte y oeste ya mencionadas y para rematar cinco techos provinciales: al oeste-suroeste Torrecilla (techo de Málaga), al oeste Torreón (techo de Cádiz), al noroeste: Terril y Peñón de Algámitas con su cónica silueta (techo de Sevilla), al nordeste la Subbetítaca cordobesa dominada por la Tiñosa (techo de Córdoba), al este, entre las nubes las blancas nieves del Mulhacén (techo de Granada y de la península) y al sureste la maroma (el otro techo de Málaga). A diferencia de nuestra estancia sobre la cumbre del Grajo ó Valdivia, en el extremo sureste de la sierra, sobre el Tajo de la Canana, extremo noroeste, si nos iluminaron los rayos de sol, invitándonos a prolongar unos minutos mas nuestra breve visita a aquella atalaya digna de los Dioses de las Montañas, mientras Valentín, parecía comunicarse con ellos haciendo yoga, de forma acrobática sobre un arriesgado saliente con la vista perdida en la inmensidad del horizonte, mientras una vez mas era el blanco de todos los objetivos de nuestros prestigiosos reporteros.
A la hora de abandonar el tajo de la Canana, impresionante mirador donde los haya, el cartógrafo de su Majestad, volvió a hacer bueno su apodo, guiando al grupo de forma magistral, a través del intrincado canchal cubierto de matorral por el que habíamos accedido al tajo, pero desviándose ahora, levemente hacia el este, o lo que es lo mismo, hasta situarnos en el extremo sur de un saliente rocoso que da vistas a Carratraca, donde nos encontramos con el inicio del sendero que desciende junto a la cañada de la Cancha. Dejando unos 200 m a nuestra derecha el sendero por el que habíamos accedido a la cumbre que había sido el de la cañada del Conejo. A diferencia del sendero de la cañada del Conejo, el sendero de la cañada de la cancha, por donde realizamos el descenso se encuentra bastante mas descuidado y abandonado a su suerte en su parte baja. Y aprovechamos desde estas líneas para animar al ayuntamiento de Carratraca a cuyo término municipal corresponde este tramo de la sierra a que rehabilite estos senderos y llegado el caso los balice y homologue, porque tanto el del Conejo como el de la Cancha, son dos senderos que tanto por su precioso trazado como por su espectacularidad paisajística, merecen una atención especial, que por desgracia no tienen. Por último destacar de este sendero de la cañada de la Cancha que posee una espectacular colección de rocas calizas que han sido esculpidas por la erosión de tal forma que han creado diseños a veces inverosímiles y otras veces similares a caras humanas, objetos o animales, que nos van acompañando a lo largo del recorrido, cual piezas de ajedrez presentadas de forma perpendicular, superpuestas en distintos niveles según la pendiente de la ladera. Así, sorprende ver un arco de piedra en esta abrupta ladera, que llama la atención por sus dimensiones y por su forma casual. Metros más arribas se divisan una serie de piedras verticales que cobran diseños variopintos, como el que se asemeja a un dromedario con su cabeza mirando al cielo ó una foca sosteniendo una pelota, según el amigo Juan Luis. El caso es que gracias a esta inusual decoración natural, el camino cobró ciertos tintes mágicos que bajo los efectos de las primeras luces del atardecer, enriquecidos con la luna casi llena, parecieron adquirir vida propia mientras nuestros mas ilustres fotógrafos entre los que se encuentran nuestros compañeros Paco Domínguez “El Reportero de las Cumbres", Juan Carlos Bernal “El Motrista Fantasma” y Juan Luis que volvió a hacer bueno su apodo de “Farolillo Rojo” intentaban inmortalizar las imágenes de postal que nos ofrecía cada recodo del camino con las esculturas que nos rodeaban y la puesta de sol sobre Carratraca, el Huma, dominando el entorno del paraje del Desfiladero de los gaitanes y gran parte de su entorno. Una auténtica orgía visual con la que llegamos a la parte final bastante cerrada por el matorral, incluso cuando la senda enlazaba con la pista por la que llegamos al punto de inicio completando de esta manera una de las rutas circulares de montaña mas completas y entretenidas de este 2009 que está a punto de finalizar.
El buen ambiente de hermandad y camaradería fue tan bueno durante toda la jornada, en la que por suerte no padecimos ningún tipo de percance, que a pesar de que muchos compañeros venían de Cádiz y Sevilla, la gran mayoría no quiso perderse la merienda de despedida en Carratraca con la que nos despedimos hasta nuestro próximo encuentro.
Además de los compañeros ya mencionados, entre los 38 participantes que formamos parte de esta inolvidable ruta cabría destacar la presencia de: El Indomable Jaime, El Profeta de Nervión, Wendy, El Vigilante de la Playa y el compañero debutante que venía con él aquella jornada, El Huracán de Sheffield, El Aristóteles de la Senda, el Gran Maestre, la Princesa Galadriel, El Profeta del Tajo Gómer, Valentín -El Héroe del Puerto de la Refriega, La Reina del Chocolate, Mati, Felix-The Reader, Ilse, Cristina, Antonio y el resto de compañeros de Pasos Largos, GRUME, Prisma y G.E.M.A. que tan magnífia jornada disfrutamos juntos en compañía de Chuckie, Honey, El León Bonsai y los otros tres canes que nos escoltaban.
Ascensión al cerro Corona y al Hacho de Loja (Sierra del Hacho, Granada)
Al igual que nos pasa con la Peña de los Enamorados cada vez que pasamos por la Hoya de Antequera, ¿cuántas veces nos habremos dicho?: un día de estos tengo que subir allí arriba, cada vez que hemos pasado por Loja con el telón de fondo del Hacho camino de Granada. Pero como se suele decir: “todo llega” y tuvo que ser aquel sábado 21 de noviembre de 2009, de la mano de uno de los mejores conocedores de las sierras andaluzas: Don Manuel Manzanares Morilla, también conocido como “El Tritón de la Chorrera o El Cartógrafo de su Majestad” con quien muchas personas contactaron la semana previa, interesados en participar en la ruta, si bien finalmente hubo muchas bajas de última hora, quedándose la cosa en 27 senderistas que haciendo buena la frase de: “Nos vemos en las montañas” disfrutarían de una interesantísima jornada en magnífica armonía.
Tal y como íbamos diciendo, echando un vistazo al entorno de la ciudad de Loja es imposible pasar por alto la presencia de los tres cerros que dominan el paisaje y que tantas veces ha llamado nuestra atención cuando íbamos camino de Granada por la A-92. Al sur se encuentran Periquetes 1028 m, coronado por una cruz y las Monjas 1032 m que junto a otros dos cerros de la sierra de Loja quedarían pendientes para una próxima ruta y al NE destacando por su situación privilegiada como telón de fondo de esta localidad granadina vista desde la autovía, dominando el valle del Genil ,el Cerro del Hacho con su vértice geodésico situado a 1029 m, que con sus laderas de fuerte pendiente acentuadas por los abundantes barrancos que descienden hacia la zona del Frontil sería el gran protagonista de la jornada.
Consumidos los 15 minutos de cortesía en el punto de encuentro situado en la mítica estación de servicios Los Abades, nos pusimos caravana en marcha, mientras varios compañeros reconocían con nostalgia, algunos tramos por donde pasaba la antigua carretera nacional a su paso por Loja. Y es que dado el imparable aumento de número de vehículos que circulan por nuestras ciudades y carreteras, no hubo mas remedio que desplazar el trazado de las autovías a las afueras de los pueblos y ciudades por donde pasaban las antiguas nacionales, restándole al viajar el encanto de antaño que volvimos a saborear mientras atravesábamos las calles de Loja, atravesando el río Genil, hasta situarnos frente a la estación de tren donde aparcamos nuestros vehículos sin problemas, atravesando la vía nada mas comenzar a caminar, remontando una pequeña callecita que coincidiendo con una de las últimas casas del pueblo, nos situaba justo a los pies del Hacho donde nos hacíamos la foto de comienzo de ruta, mientras dos grupos de chavales practicando motocross pasaban a nuestro lado, como alma que lleva el diablo, remontando las ladras de forma espectacular con un sonido atronador aunque por fortuna no volvimos a tener el mas mínimo contacto con ellos en todo el día.
Por las empinadas rampas que en pronunciados zig-zags comienzan a ganar altura, iniciamos la ascensión pasando bajo preciosos farallones rocosos situados al pie del Hacho, que inmediatamente se presenta ante nosotros como una sierra quebrada de compleja orografia y una litologia que alterna calizas del Jurásico con areniscas calcáreas tortonienses, originadas en el Terciario, con la presencia de arcillas y margas de trias, que le confieren esa alternancia de naranjas, negros y ocres . Conforme vamos ascendiendo dejamos a nuestra izquierda las ruinas de la ermita del Calvario, levantada en el año 1605, con espléndidas vistas sobre la ciudad de Loja a nuestra espalda en cuyas cercanías podíamos observar perfectamente la ubicación del paraje de Los Infiernos Altos, declarado monumento natural, que al regreso tendríamos de frente con la Sierra de Loja al sur presidiendo su vertiente mas cercana a nosotros: el cerro de las Monjas 1032 m y la Cruz de Periquetes 1028 m, el cañón Occidental del Genil al Oeste y la campiña de Plines al sureste. A unos 2 km del inicio de la ruta, superados ya los tramos de pendiente mas fuerte y cuando el perfil de la ruta comenzaba a suavizarse, abandonamos el carril principal desviándonos hacia nuestra izquierda, dirección norte,para llegar hasta la base oeste del Cerro Corona, por un carril secundario, que volveríamos a abandonar, en esta ocasión desviándonos a nuestra derecha, atravesando un pequeño tramo de olivar en dirección oeste, que nos situaría al pié de un canchal donde hicimos una segunda parada de reagrupamiento para reponer fuerzas e iniciar todos juntos el último tramo de ascensión a nuestro primer objetivo de la jornada que si bien tenía un suave perfil, requería tener los cinco sentidos puestos en cómo dar cada paso, a través del intrincado lapiaz o canchal por el que llegamos a la aparentemente dócil cumbre del cerro Corona.
Una vez coronada esta primera cima, descendimos sus laderas perpendicularmente con la pendiente hacia nuestra derecha, en dirección este, sureste, con la silueta del Hacho frente a nosotros, dejando también a nuestra derecha un cortijo que nos quedaba a unos 300m con un rebaño de ovejas. Hasta enlazar nuevamente con la pista principal de la sierra, que tras un nuevo reagrupamiento táctico, volvimos a abandonar para iniciar una ascensión nuevamente en perpendicular y campo través con abundante matorral, hasta alcanzar el cordal oeste del Hacho, cuyas laderas han sido repobladas de pinos que tiñen de verde intenso este lienzo de la sierra, pero que por desgracia al igual que los almendros que habíamos dejado atrás parecían haber quedado abandonados a su suerte, sin ningún tipo de mantenimiento, con ramas creciendo a ras de suelo, unos plantados a muy poca distancia del mas próximo y los pequeños retoños recién plantados sin ningún tipo de protección. Sin duda, plantados con muy buenas intenciones, pero con muy poco criterio de protección y menos aún de mantenimiento. Que tome nota el ayuntamiento de Loja, porque según tenemos entendido la sierra del Hacho es monte público, pero por lo que pudimos comprobar la tienen muy abandonada a su suerte.
Al poco de adentrarnos en el bosque de pinos alcanzábamos el inicio del precioso sendero que nos
llevaría hasta la cumbre y traspasado el cordal de la sierra comenzamos a disfrutar de unas vistas espectaculares descritas anteriormente con Loja a nuestros pies, aumentando nuestro campo de visión hasta llegar a lo mas alto de la sierra, por un precioso sendero en zig-zags, eso sí hay que reconocerlo, muy bien trazado, que hace la subida tan cómoda, como agradecida, para todo aquel que pretende coronar esta sierra. El final de los zig-zags coincide con un llanete que a modo de anticumbre, nos sitúa junto a una caseta forestal que a simple vista desde abajo parece coincidir con la cumbre y que de hecho está casi a su misma altura, si bien no es mas que el extremo occidental de la crestería por la que debemos continuar, superando pequeños espolones con trepada, sin ningún peligro de tramos vertiginosos, ni zonas expuestas, pero muy bonita y entretenida hasta llegar al vértice geodésico donde prácticamente llegamos todos juntos para disfrutar de un agradable almuerzo de hermandad sendérica, con un cielo cubierto la mayor parte del tiempo que alivió bastante nuestras dos ascensiones y al mismo tiempo con la ausencia del viento que en otras ocasiones acorta en demasía nuestra efímera estancia en las cumbres, que en este caso demoramos casi con pena de abandonar tan privilegiada atalaya, en magnífica hermandad y con la temperatura ideal.
El descenso lo realizamos regresando sobre nuestros pasos, rodeados de abundante vegetación mediterránea entre las que destacaban encinas, pinos carrascos, almendros, retamas, aulagas, esparto, jara y sobre todo mucho tomillo que fue perfumando gran parte de la ruta. Hasta enlazar con el carril principal de la sierra que ya no abandonamos en ningún momento hasta llegar a los coches, finalizando sin ningún incidente y con muy buenas sensaciones esta recomendable ruta cirrcular con tramo de inicio y final lineal, que podríamos considerar de nivel medio, dados sus
aproximadamente 700 m de desnivel acumulado de subida y unos 13 km en total.
Pasajes de la Historia: Los orígenes de la presencia del hombre en lo que hoy es Loja se remontan a la Prehistoria como demuestra el conjunto megalítico de Sierra Martilla, en el núcleo Ventorros de San José. Para los fenicios fue Alfeia, para los romanos Tricolia y para los árabes Lawsa, que significa “flor entre espinas”. Ha sufrido innumerables avatares como consecuencia de guerras y escaramuzas. Era un gran emporio comercial especializado en la compra-venta de especias cuando fue destruida en el año 893, reedificándola poco después Abdallah ben Mohamad. En 1224 arrasa Fernando III su fortaleza y la reconstruye un año más tarde Alhamar I, rey de Granada; en 1482, Fernando el Católico intenta su conquista sin conseguirlo y cuatro años después lo logra. Fue entregada entonces en señorío a Gonzalo Fernández de Córdoba, APODADO “El Gran Capitán”. En el siglo XIX participó activamente en los movimientos cantonalistas de Andalucía y sufrió la represión del general Pavía.
Su topografía es quebrada y pintoresca. En las llamadas "Sierras de Loja" con parajes preciosos como el del “Charco Negro” que llega a fundirse con Sierra Gorda en las inmediaciones del puerto de los Alazores, precisamente en Sierra Gorda alcanza el punto mas alto de su término municipal con una altitud de 1.671 metros sobre el nivel del mar. También destacan diversos saltos de agua en los alrededores de Loja entre los que destaca el espectacular paraje de la cascada de Los Infiernos Altos, si bien por desgracia bastante condicionada a la espera de época de fuertes
lluvias, como por otra parte suele ocurrir con todas las cascadas en Andalucía y otras comunidades autónomas, castigadas por la falta de lluvias y los cada vez mas largos periodos de sequía y es que lo del cambio climático, va muy en serio.
Otros parajes de gran interés para excursionistas, arqueólogos y cazadores suelen ser: El Nevazo, la Loma de las Semillas, la Leche, Cerro de los Machos, Las Cabras, Cueva Horadada, Lagunillas, Sopalmillo, Ranchuelo, los Pajonares. Y por supuesto al norte, el destino de nuestra ruta de hoy, la sierra del Hacho, el cerro Corona y el Tiravira, que se elevan sobre la ciudad y facilitando el disfrutar de una panorámica privilegiada con la sierra de Loja al sur.
Tras largo tiempo de espera, para que se produjera la conjunción planetaria que posibilitara el reencuentro en las montañas de viejos amigos de Sevilla, entre los que se encontraban algunos miembros fundadores del Comando Preston, al que también se unieron un pequeño grupo de buenos amigos de Málaga con la participación estelar de Sean “El Canadiense Errante”, que aquel fin de semana venía de Barcelona, ¡por fín! llegó el esperado día. De Sevilla vinieron: la deslumbrante Oliva, Javi Agarrado, Kiko, El Rubio, El Huevo y El Serpa Carmona; de Madrid: la sofisticada Marien; de distintos puntos de Málaga: la encantadora María de Estepona, Valentín “El Héroe del Puerto de la Refriega”, Manolo “El Tritón de la Chorrera”, Eduardo “El Profeta del Tajo Gómer”, Juan Carlos “El Motorista fantasma”, Carlitos “El Poeta de las Cumbres”, Juani, mis compañeros del hotel: Pepe, José y su hermano Antonio y desde Barcelona: Sean “El Canadiense Errante”.
En principio teníamos pensado repetir el mismo itinerario que se hizo el sábado anterior con motivo de la VTravesía valle del Genal: Pujerra-Júzcar-Cartajima-Parauta-Igualeja. Pero teniendo en cuenta que tal vez iba a hacerse demasiado largo, que algunos de los que veníamos lo teníamos demasiado reciente y que al fin y al cabo de lo que se trataba era de pasar un agradable día de convivencia entre viejos amigos disfrutando de la paleta de colores que por estas fechas nos suele ofrecer cada año el valle del Genal. Escogimos un recorrido que salvo El Motorista Fantasma y el Tritón, no había hecho jamás ninguno de los presentes. Siendo el recorrido que va de Pujerra a Igualeja, descrito perfectamente por el Mago de la Serranía, Rafa Flores en su mítico libro del Valle del Genal: Guía del Excursionista (ruta nº24, pag. 281) de la Editorial La Serranía, que una vez mas nos sirvió como referencia, para llevar a cabo lo que fue la 2ª Travesía Valle del Genal que me perdí en noviembre de 2006. Alargando nuestro itinerario con un 2º tramo que nos llevaría de Igualeja a Parauta (ruta nº20, pág. 261).
Una vez en el punto de encuentro que finalmente fue trasladado a la mítica Venta El Navasillo por saturación de autocares en la cercana venta del Rincón Taurino, nos trasladamos, como mandan los cánones al final previsto de ruta en la entrada de Parauta, dejando allí algunos coches para trasladarnos todos juntos hasta el inicio de ruta en Pujerra donde llegábamos unos 25 minutos mas tarde. Dando la correspondiente charla de introducción sobre la ruta y breves apuntes sobre el pueblo por el que callejeamos hasta llegar a su zona mas baja en el privilegiado mirador de la Cruz y remontar las rampas mas empinadas de toda la jornada coincidiendo con el tramo que va desde el mismo mirador de la Cruz hasta el inicio de la vereda de Estepona, obligándote a echar el cuerpo hacia delante para superar tan fuerte subida, mientras mas de uno/a entre jadeo y jadeo comenzaba a pensar “como to´er camino sea igual yo me quedo aquí”. Pero nada mas dejar atrás las últimas casas de Pujerra las duras pendientes del inicio se iban suavizando paulatinamente tal y como avisamos en su momento.
De Pujerra comentar que aunque su nombre no es de etimología árabe, al igual que en la mayoría de los pueblos del valle del Genal, el casco antiguo de esta localidad es de origen árabe, ya que se suelen mantener patrones muy similares. Las calles del pueblo son estrechas y empinadas, de trazado sumamente irregular. Muchas viviendas son de mampostería con fachada encalada y teja árabe. En algunas, se ven incrustados unos ladrillos con el monograma de Cristo, compuesto con letras griegas (iniciales del nombre Yesous Christos) que marcaban las sepulturas de los cristianos y cuya fecha corresponde al siglo II de nuestra era. En el caso de Pujerra, aparecieron incrustados, según Vázquez Otero, en algunas fachadas unos ladrillos tardorromanos, conocidos en el mundo de la Arqueología como "brácaris" por la inscripción que presentan, en los cuales se representa un crismón flanqueado por el alfa y el ómega. Esa simbología es netamente cristiana y hace referencia a la frase evangélica de Cristo: EGO SUM ALPHA ET OMEGA, es decir " Yo soy el principio y el fin".
Su superficie es de 24,3 km2, situado a una altitud de: 769 msnm, tan sólo superado por Pujerra que roza los 80º m, la temperatura media anual: 13,5 ºC, con unas 2.700 horas de sol al cabo del año y unas precipitaciones de 1.100 l/m2 que suele coincidir con la media del resto de pueblos del Havaral o Alto Genal. Se da la circunstancia que a muy poca distancia, prácticamente desde el mismo cordal de la sierra sobre la que se asienta nacen ríos tan emblemáticos como el Guadalmina, Guadalmansa ó el Genal.
La estructura urbana de Pujerra es la de un conglomerado de calles muy tortuosas y empinadas que presentan cierta intención de conducir hacia una plaza central en la que se ubica la iglesia. A este núcleo central de población, que es un círculo casi perfecto, le han surgido dos prolongaciones más recientes, una a orillas de la carretera que conduce a Igualeja y Ronda, y otra al borde de la pista forestal que lleva hacia Jubrique por la cordillera de Sierra Bermeja. La zona central es la más antigua e interesante, porque conserva todo el sabor morisco. En la plaza se pueden ver algunas casas de corte dieciochesco, aunque bastante humildes.
En la actualidad Pujerra es un pueblo relativamente próspero gracias a su excelente producción de castañas, y casi todos sus vecinos tienen pequeñas parcelas de castaños, por lo que se sustentan con suficiente autonomía, aunque su producción se basa también en las bellotas, trigo, cebada, maiz, frutas y hortalizas, si bien en pequeñas cantidades; por otra parte destaca la cría del ganado vacuno, cabrío y porcino; caza de conejos, cabras monteses, zorras, y pesca en abundancia. En su término se encuentra también una mina de cobre llamada la Cibeles, cuya propiedad pertenece a una sociedad de varios vecinos de Estepona. Celebran sus fiestas patronales el día San Antonio, 13 de junio, siendo las primera de la temporada estival congregando gente de los pueblos vecinos. Se instala la música y la barra en la plaza y todo el mundo bebe y baila hasta altas horas de la madrugada.
En dirección sureste comenzamos a ascender por la vereda de Estepona entre impresionantes ejemplares de castaños centenarios que con los cromatismos otoñales predominando los ocres, amarillos y dorados tapizaban de color lo que parecía un bosque encantado hasta llegar al llanote donde se encontraba el antiguo campo de fútbol de Pujerra, siempre en dirección este sureste avanzábamos junto a los castaños que tenían el camino regado de castañas pilongueras que se pelaban con la misma facilidad con la que posteriormente provocaron sonoras flatulencias que a mas de un compañero ayudaron a impulsarse en plena subida, mientras que las chicas con mas recato y disimulo, subían a buen ritmo, destacando el buen sabor de las castañas pilongas con las que al menos la mitad del grupo se fue entreteniendo hasta llegar a un ramal del camino principal que sale a nuestra izquierda, siendo esta la variante que se tomaría si se escoge realizar la ruta circular nº23 Pujerra-Bentomí (pag. 275) que dejamos para otra ocasión. Siendo nuestra opción continuar recto en la misma trayectoria que llevábamos hasta que poco mas tarde la pista se convertía en senda, por donde los castaños eran sustituidos por encinas, volviendo a adentrarnos en otro castañar mientras superábamos la divisoria de aguas con vistas a la cara sur y el Mediterráneo al fondo que nos fue acompañando hasta el Puerto de Juan Agustín, donde enlazamos con la carretera paisajística que va del Puerto del Madroño a la cooperativa de castañas de Pujerra.
Girando a nuestra izquierda, norte, nordeste en dirección Puerto del Madroño por un tramo de algo mas de 1 km por esta solitaria carretera hasta salirnos de ella, tomando una pista forestal que salía a nuestra izquierda totalmente casi camuflada entre la hojarasca de los enormes castaños que nos rodeaban por todas partes, adentrándonos ahora en el inicio de la bajada hacia Igualeja por uno de los bosques de castaños mas espectaculares que recuerdo haber visto en toda mi vida. No recuerdo quién llegó a decir que aquella frondosidad y esos colores otoñales les recordaba a la Selva de Irati en el Pirineo Navarro. Y a juzgar por las espectaculares fotos que nos había enviado recientemente el Doctor Leal. Entre el buen ambiente reinante entre todos los compañeros y las excelencias de tan majestuoso paisaje, disfrutamos como núnca de caminar en plena naturaleza, recreándonos sin prisas, con los cambios de vegetación según las orientaciones de las laderas o el tipo de suelo como por ejemplo el cambio brusco de la rojiza peridotita a la blanquecina caliza que se observa como en muy pocos lugares en la gran herradura que describe la carretera Ronda-San Pedro a la altura del cerro Cascajares que ahora podíamos ver a nuestra derecha dirección noreste. Sindo nuestra principal referencia visual en la pronunciada bajada que nos llevó directamente al puente del río Seco donde tras remontar poco mas de 1,5 km. de carretera entrábamos en la localidad de Igualeja, saciados por la belleza paisajística del itinerario que habíamos escogido con la suerte añadida de que nos hizo en todo el día una jornada de sol resplandeciente, pero sin calor, con ese aire fresquito tan típico de la Serranía, ideal para la práctica del senderismo y demás deportes para practicar en la naturaleza.
Con el grupo estirado aunque relajado, hacíamos entrada en Igualeja cuna de míticos bandoleros: El Zamarra, El Zamarrila y el sanguinario Flores Arrocha. Descartados algunos de los bares que fueron estudiando algunos miembros de la cabeza del grupo nos plantamos en el mágico paraje del Nacimiento del río Genal. Hecha las correspondientes fotos con los dos ángulos del Nacimiento, la mitad del grupo optó por usar el comodín del restaurante, mientras los rudimentarios espartanos echábamos mano de nuestros bocadillos de pan élfico, de los que dimos buena cuenta en el bonito jardín público que se encuentra en el bancal superior que hay al fondo del paraje con un entorno mágico, bajo el agradable sol del mediodía otoñal. Entre las sombras de los chopos y de las rocas, la fresca brisa que corre siempre por la cañada, el recelo y la incógnita que produce la boca de l cercana cueva, sin a penas ser conscientes de que el agua que por ella sale es la madre de todo nuestro valle. En la antigüedad se divinizaba a los ríos y algo de esto puede haber aquí. No hay pareja de novios en Igualeja que no haga fotos de su boda junto a la cueva del nacimiento ¡Cuántas no habrá colgadas en paredes de Alemania, Suiza, Francia, y en todos los rincones de España, donde quiera que viva una familia de Igualeja!.
En tan grata compañía, disfrutando de tan suculento almuerzo con las buenas carnes de la tierra, varias jarras de cerveza y un entorno de tan singular belleza, bien hubiera merecido la pena alargar la sobremesa, con café, puro, heladitos…Pero la apremiante caída del sol hacia poniente nos recordaba que a penas nos quedaban un par de horas de sol para llegar a Parauta, tiempo suficiente, pero que requería ponernos en marcha sin demora, por lo que a toque de cornetas y con disciplina espartana, poco menos que obligamos a nuestros compañeros a abandonar el restaurante. Pasando una vez mas por delante de la cooperativa de las castañas, desando la calle principal por la misma carretera que atraviesa el pueblo hasta llegar rebasada la Iglesia torcíamos a la derecha para salir de Igualeja por las recoletas calles que desembocan en la cuesta de La Tetona, antigua vecina de esta localidad que actualmente presume de ser el primer productor de castañas de la comarca, sobre tporque el 100% de su término municipal y numerosas parcelas de los pueblos vecinos son propiedad de los igualejeños gran extensión de castañares de términos vecinos. Ejemplo mas que significativo del gran apego que sienten por su tierra, habiendose producido algún caso de muerte entre los propios vecinos por la disputa de un castaño en una linde poco clara. También ha tomado importante incremento la industria cárnica y de embutidos. Su producción se basa en trigo, maiz, hortalizas, algunas frutas y aguardiente; cría ganado cabrío y caza perdices y conejos en abundancia.
La estructura urbana de Igualeja, atravesada por el río Genal y ubicada en una encajonada cañada de laderas muy abruptas, es necesariamente muy compleja. En el margen derecho se encuentra el Barrio Alto, con calles zigzagueantes y pendientes. En el margen izquierdo se encuentra el Barrio del Albaicín, que presenta una zona casi llana, donde se halla la plaza, la iglesia, la calle principal y las mejores casas, algunas dieciochescas, y sobre ésta una parte de población muy similar al barrio y antes descrito. Para comunicar los dos barrios hay un puente de un solo ojo, que escapa al curioso, si no es muy observador, porque el caserío es continuo. La edificación moderna ha quebrado la estética. La calle principal , que se ha ido prolongando hacia el nacimiento del Genal, sobre todo en la acera que queda adosada a la ladera de la sierra, se ha ido llenando de edificios de hasta 4 y 5 niveles, cosa totalmente inusual en la comarca, y como ladera es tan pendiente, algunas de ellas tienen salida al campo por la cuarta planta.
Tampoco se ha cuidado el tipismo en balcones y rejas, ni se han evitado las terrazas. Se observa, no obstante, en los últimos tiempos un interés por mejorar la situación. Es realmente de agradecer la cantidad de fuentes públicas que se han construido por todo el casco urbano y, sobre todo, que se hayan hecho con tanto gusto. Aún queda en Igualeja tipismo sobrado para merecer la visita, y nadie puede negar que basta su emplazamiento para hacerla muy atractiva.
Tal y como íbamos diciendo abandonamos Igualeja, tomando el “camino de la Tetona”, que forma parte del PR. A-226 que nos llevaría hasta Parauta. Mientras nos despedíamos de las últimas casas encaladas de esta interesante localidad enmarcadas por las ramas de castaños y encinas que flanquean el sendero hasta llegar a la cuesta de la Loma donde pasamos bajo unos cables de alta tensión con inquietante zumbido que rápidamente dejamos atrás mientras comenzamos a cruzarnos con la avanzadilla del grupo de senderistas granadinos que guiaba el mago Gandalf de la Serranía con quien coincidimos al cruzar el arroyo Granados y al que tan sólo pudimos saludar fugazmente dadas las circunstancias que le obligaban a no perder comba con su grupo. A partir del arroyo Granados el sendero se transforma en pista describiendo tres empinados zig-zags que dejaron algo tocados a nuestro amigo El Rubio con molestias en el cartílago externo de la rodilla derecha y mi compañero Pepe de restaurante, cuya hasma comenzaba a pasarle factura en estas últimas pero duras rampas de este 2º y último tramo de la jornada que pronto llegaría a su final con una panorámica espectacular del Cancha Almola y el piramidal cerro Malhacer a su izquierda, dirección noroeste, y pasando junto a espectaculares castaños centenarios, que quedaban a nuestra derecha entrando en las calles de Parauta bajo las primeras luces del atardecer.
El caserío de Parauta se recuesta en una ladera bastante inclinada y presenta una estructura netamente morisca; todas su calles, sin excepción, son absolutamente irregulares. Se divide en lo que podría llamarse dos barrios, muy conectados entre sí por la zona en que se encuentra la plaza. En el barrio que mira más al norte se encuentra la iglesia, una de las más antiguas de la comarca.
Si bien los pueblos del Genal con sus encaladas casas, su idílico entorno y sus azulejos historiados, incluso en ocasiones con los escudos heráldicos de las familias que habitan sus casas, convierten a cada localidad en un auténtico museo viviente. Parauta, además, tiene la peculiaridad de ser uno de los únicos cuatro pueblos que existen en toda España con el certificado AENOR, que le otorga la denominación de “pueblo ecológico” y es que además de ser modélico, toda su producción está enfocada hacia los cultivos ecológicos y los pequeños rebaños de cabras y ovejas que aún podemos encontrarnos por sus alrededores pastando a la antigua usanza nos hace remontarnos a tiempos pretéritos, por desgracia cada día menos frecuente. Su término municipal es tan amplio como diverso abarcando gran parte de la zona occidental del parque natural sierra de las Nieves con sus montes calizos y sus bosques de pinsapos, como el de la ladera norte del Alcojona, parajes paradisíacos como el “Cambullón de Vélez” y numerosos tramos de bosques de castaño, encinas y alcornoques del alto Genal.
Al llegar al cementerio de Parauta donde habíamos dejado algunos coches a primera hora de la mañana, nos pusimos manos a la obra sin demora para hacer los oportunos traslados de los conductores que habían dejado sus coches en Pujerra y el resto de los compañeros al Rincón Taurino donde nos despedimos entre risas y anécdotas con la grata sensación que siempre dejan las grandes jornadas senderistas. Y la intención de retomar la costumbre de organizar al menos un par de veces al año: una travesía primaveral y otra otoñal “Especial Pucheritos”. ¡Va por ustedes!.