En principio la ruta estaba prevista realizarse con comienzo y final en el lagar de Torrijos, pero teniendo en cuenta que en los días previos nos informaron de que el último sábado de cada mes de septiembre tiene lugar en el Lagar de Torrijo, una demostración de la elaboración artesanal del mosto y el vino a la antigua usanza, con previsible masificación de coches en dicho lugar y a lo largo de toda la carretera de acceso, decidimos trasladar el inicio y final de ruta a la plazoleta que hay frente al restaurado lagar que hoy se conoce como aula de la Naturaleza, donde un señor muy amable, que parecía mas educador, que técnico en medio ambiente o biologo, nos dio unas breves pinceladas sobre el lugar en cuestión y sobre el parque, haciendo mucho hincapié en el desarrollo sostenible, la falta de civismo de muchos visitantes arrojando basuras en caminos o márgenes de la carretera en algunas ocasiones, etc… No obstante, al menos a lo largo de nuestro recorrido por el parque nos lo encontramos todo limpioen líneas generales, si bien nos llamo la atención la ausencia, casi total de papeleras en miradores, áreas recreativas, la misma plazoleta de Contadoras, o lugares susceptibles de ser escogidos para realizar una comida campestre.
El Aula de la Naturaleza es uno de los lugares mas visitados del Parque Natural Montes de Málaga, declarado como tal por Ley del Parlamento Andaluz en Julio de 1989. El Parque Natural Montes de Málaga está localizado al Noroeste de la ciudad de Málaga, perteneciendo el 97 % de su superficie al término municipal de Málaga y el 3 % al de Casabermeja. Precisamente se nos informó que uno de los riesgos que corre el parque es la masificación de las áreas recreativas los fines de semana, dado la gran proximidad a Málaga capital, única capital de España con un parque natural dentro de su término municipal, donde por desgracia no todas las personas que lo visitan tienen el mismo respeto del medio ambiente y coger algún que otro madroño o setas en otoño, se ha convertido en una especie de competición para algunos que van arrasando cuando empieza la temporada otoñal en la que estos alimentos son uno de los grandes atractivos de la visita al parque, que tiene una extensión próxima a las 5000 hectáreas (4762 de ellas repobladas) .
Su relieve constituye un auténtico laberinto de barrancos, crestas y pronunciadas pendientes, con aspecto alomado gracias a la vegetación.
Su altitud varía entre los 1031 m. de los picos Reina y Viento y los 80 m. de Arroyo Hondo. El suelo típico es la de tierra meridional sobre filitas, esquistos y pizarras de los complejos Maláguide y Alpujárride.
Faunísticamente, la riqueza del Parque Natural Montes de Málaga es altísima. En el Parque se encuentran diversas especies protegidas tales como el camaleón, la comadreja, el turón, el tejón, el gato montés, la garduña, las águilas culebrera y calzada, el azor, el búho real, el ratonero, jabalí y hasta 170 especies de vertebrados.
Vegetación: La mayor extensión de la superficie del Parque está ocupada por los bosques de pino de repoblación (pino carrasco), fruto de las repoblaciones realizadas en los años treinta del pasado siglo para evitar las inundaciones que afectaban a la ciudad de Málaga. Sin embargo estas repoblaciones muestran marcadas diferencias de desarrollo por las diferentes condiciones de clima y suelo. En la zona norte se aprecian pinos carrascos mezclados con encinas, alcornoques y quejigos, especies mediterráneas que colonizaban este espacio antes de su degradación. Abundan también, manchas mixtas de coníferas y frondosas, así como algunas manchas puras de alcornocal.
El matorral presente es el típico mediterráneo adaptado de diversas maneras a la sequía estival, destacando el madroño entre los mas vistosos, cuyas llamativa fruta roja, flanquea grandes tramos de los caminos que recorren el parque durante el otoño, siendo también muy abundante la proliferación de setas comestible, cuya recolecta se suele convertir en improvisada competición por parte de los domingueros cada fin de semana otoñal.
El recurso económico mayor del Parque es la entresaca de madera (7000 metros cúbicos anuales), manteniéndose también otros aprovechamientos, tales como leñas, corcho, ganaderos, cinegéticos, apícolas, etc.
Otras importantes funciones del Parque Natural son el evitar las inundaciones de la ciudad de Málaga, función recreativa, función educativa, preservación del patrimonio histórico y cultural, protección de la flora y fauna, etc.
Los problemas a los que se enfrenta el Parque en la actualidad son los derivados de la gran afluencia de visitantes que soporta durante primavera y otoño.
El pronóstico meteorológico para esa jornada daba 70% de probabilidades de lluvia, pero al comienzo de la mañana, aunque con cielo cubierto y ausencia de viento, la temperatura resultaba de lo mas agradable, echando a andar desde el Aula de la naturaleza en dirección noroeste, por la senda que discurre paralela a la pista que pasa por la Plazoleta de las contadoras, faldeando nosotros la ladera, por un bonito sendero, donde nos fuimos encontrando con numerosas camas y bañeras de jabalíes de los que nuestro amigo Valentín nos ilustró perfectamente sobre sus costumbres. Poco después de contemplar muy abajo a nuestra izquierda el Lagar de las Vizcaínas y con el aula de la naturaleza a nuestra espalda, enmarcada en el bosque de pinos que aquí tapiza todas las montañas, nos encontramos con una ardilla, tras la cual salió disparado Chukie, que incluso llegó a trepar mas casi 3 m de altura por un tronco inclinado para asombro de los compañeros de ruta. Minutos mas tarde llegábamos a la base del cerro donde se encuentra el Mirador de Pocopán, al que llegamos tras una corta pero empinadísima rampa por un cortafuego que seguía mas allá de su cumbre a donde cada uno llegó como mejor pudo, reuniéndonos frente a una bonita casita de piedra que en su día hizo las veces de caseta de Vigilancia para la prevención contra incendios y un panel descriptivo donde además de mostrarte los hitos visuales mas significativos que podías ver desde allí con su toponimia correspondiente como el Pico de la Reina, Cerro de la Matanza o arroyos de Humaina o de los Frailes, volvía a hacer referencia a la gran importancia de haber repoblado todas las laderas con la actual cubierta vegetal de pino de repoblación y otras especies autóctonas que se han ido recuperando, a diferencia de aquellos años aún no tan lejanos en los que estos cerros estaban completamente desiertos de cubierta vegetal, donde las aguas torrenciales producidas por las grandes lluvias provocaron históricas riadas en la ciudad de Málaga con una periodicidad dramática, que gracias al plan de reforestación del Ingeniero Martínez Falero y los embalses del Agujero y el Limonar no se han vuelto a producir.
Al bajar del Mirador del Pocopán, llegamos al cruce de las Vizcainas, Jotrón-Timoteo, girando ahora a nuestra derecha, dirección norte para llegar hasta las ruinas del Lagar del Pocopan, por desgracia hoy en día abandonado a pesar de la importancia y el señorío que tuvo en su día, testigo del gran esplendor de otros tiempos no muy lejano sobreviven una palmera, que en aquellos tiempos sus propietarios plantaban como un exotismo, alardeando prestigio social y otras especies arbóreas de otros continentes como el cedro del Líbano. Dejando atrás el Lagar del Pocopán, cuyo nombre nos hace pensar en tiempos de hambruna en plena postguerra, comenzaron a caer las primeras gotas con la suficiente insistencia para hacer una pequeña pausa y sacar de las mochilas los impermeables que cada uno nos fuimos enfundando.
Poco después de dejar a nuestra izquierda, en la vertiente contraria del arroyo Chaperas las ruinas del lagar de Serranillos, llegábamos al carismático Lagar de Chinchilla, donde una vez mas nuestro ínclito amigo Valentín gran conocedor de este parque que recorrió una y mil veces en bicicleta, motivado por la práctica del deporte y la observación de la Naturaleza, llegando a dormir en los lugares mas insospechados al raso en las noches de verano, volvió a ilustrarnos sobre cada uno de los lagares por donde íbamos pasando, del lagar de Chinchilla, que a pesar de encontrarse en ruinas, tiene el porte y el tamaño que nos transmite sus aires de antiguo esplendor, rodeados de otras especies de árboles procedentes de lejanos continentes, destacó que en su día había llegado a albergar una fábrica de perfumes con plantas aromáticas del parque siendo tan popular que incluso llegó a exportar a varios países europeos.
Tal y como estaba previsto al llegar al cruce previo a las ruinas del Lagar de Santillana, nos desviamos unos 400 m a la derecha para disfrutar de las bonitas vistas que se contemplan desde el Mirador Martínez Falero, donde la frondosidad de los árboles que lo rodean, nos ayudaron a mitigar el efecto de la lluvia que caía sobre nosotros mientras almorzábamos con una tremenda sensación de paz y silencio a nuestro alrededor. Ni que decir tiene que aquí también nos encontramos con el panel visual que te nombra los hitos principales que se contemplan desde allí con otro texto que destacaba la importancia de la reforestación llevada a cabo por Martínez Falero, encabezado por una profusa frase que rezaba: “Cuando un hombre planta árboles bajo los cuales sabe que núnca se sentará ha empezado a descubrir el significado de la vida” (Elton Torneblood).
Finalizado el almuerzo regresamos al cruce anterior, si bien algunos compañeros descendieron el último tramo pasando junto a los lienzos de los grandes muros y ventanales de las ruinas del Lagar de Santillana a cuyos pies volvimos a reagruparnos, escuchando la correspondiente charla de valentón, frente a la base de una antigua maquina de molienda. Desde allí con la lluvia que seguiría cayendo de forma suave pero ininterrumpida hasta el final de la ruta, retomamos el camino por la placida pista que discurre paralela al arroyo Chaperas, hasta el punto donde un sendero al pie de un olivo sale a nuestra izquierda cruzando al otro lado del arroyo por un pequeño puente de madera, a partir del cual nos adentramos en un entorno de vegetación mas exuberante junto al arroyo, llegando en breves minutos a la zona de acampada y área recreativa de Torrijos, donde el efecto de la lluvia hizo que nos la encontrásemos prácticamente vacía y el Lagar de Torrijos, donde no coincidimos con Manuel Manzanares por cinco minutos, con bastantes menos visitantes de los que habría en caso de buen tiempo, aún así los organizadores del evento fueron muy hospitalarios y nos ofrecieron arroz y vino para quien quisiera. Vino que alguien probó, pero no así el arroz, pues habíamos finalizado de comer hacía menos de una hora.
Del ecomuseo Lagar de Torrijos cabría destacar que se encuentra ubicado en el corazón del Parque Natural Montes de Málaga, a su vez hace la función de Centro de Interpretación creado por la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía, rodeado de pinos, marcando el inicio de uno de los senderos más atractivos del Parque, como es el que va desde el propio “Lagar de Torrijos al Lagar de Chinchilla y Mirador Martínez Falero”, de donde precisamente veníamos. El actual Lagar de Torrijos es una construcción del año 1843 y prácticamente se conserva en su estado original. Y es que esta parte de Málaga fue muy famosa por sus magníficos vinos dulces, semidulces y secos, y en este ecomuseo se puede conocer en detalle el proceso de elaboración artesanal de los exquisitos caldos que dieron fama a la comarca como se acababa de llevar a cabo una hora antes de nuestra llegada, así como los procesos de elaboración del aceite y el pan. También se pueden distinguir perfectamente las distintas partes de la casa: el lagar, el patio, las estancias con chimenea, los hornos para la cocción de pan, el molino de aceite, la bodega, la sala de fermentación, la almazara, etc. La parte superior estaba destinada a vivienda.
El Lagar de Torrijos posee un antiguo molino de aceite y dos hornos artesanales para la elaboración del tradicional “pan cateto”. Un párrafo aparte merece este pan: muy rico, de sabor y miga fuertes, es un pan popular que se deja en reposo todo un día antes de su cocción, con lo cual se vuelve correoso. Nacido en épocas de escasez, a veces se le añadía trigo sin moler para compensar la falta de harina. La parte central de la casa era la viga, que da nombre a la prensa de uva. Los racimos que se traían del viñedo eran volcados directamente a la prensa, en la época de la vendimia cuya fiesta se celebra también en la Casa Lagar. Se denominaba de husillo, pues estaba construida en base a un tornillo que al girar hacía subir o bajar la viga, que actuaba sobre la torre de capachos que contenían la uva pisada.
Con la pequeña frustración de no haber coincidido por pocos minutos con nuestro buen amigo Manuel Manzanares, ya que el Lagar de Torrijos se encuentra en una de las muchas zonas del parque donde no hay cobertura y no nos fue posible comunicarnos. Iniciamos el último tramo de unos 3,7 km por el denominado carril de Linares, que hace referencia al nombre del único lagar que se encontraba en este último tramo, del que sólo quedan unos pequeños restos de muros, que fácilmente podrían pasar desapercibidos para la mayoría de visitantes. Ni que decir tiene que es uno de los tramos mas atractivos del parque en lo referente a la cantidad de madroños y encinas cargadas de bellotas que flanquean el camino por el que plácidamente llegamos a la Plazoleta de las Contadoras, donde nos despedimos hasta la próxima ruta. Agradeciéndo la participación de todos los compañeros y compañeras de GRUME y Pasos Largos que se desplazaron hasta allí ese día y muy especialmente a Valentín que nos deleitó con sus amplios conocimientos y mil y una historias de este parque natural de Los Montes de Málaga.
NOTA: Los lagares son edificios cuya parte principal se haya destinada a la elaboración de vinos.